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No puedo - Rosu
1. No puedo<br />Me miras, con tus ojos llenos de preguntas, y susurras un simple:<br />Hola.<br />El silencio que sigue es ensordecedor, me pitan los oídos. Un escalofrío recorre cada centímetro de la piel de mi espalda dirigiéndose a todo mi ser. Se me eriza el vello de la nuca y tengo que cerrar los ojos al sentir el cosquilleo de mis manos ansiando tocarte. Pero en vez de eso, simplemente articulo con los labios un:<br />Hola.<br />Y en ese momento siento ganas de gritarte, de abrazarte, de abofetearte, de empujarte, de besarte. Hay tantas cosas que podría decirte. Pero no puedo, y tampoco estoy segura de querer hacerlo. Por eso me quedo estática, mirándote, esperando a que rompas éste incómodo momento con alguna palabra que me devuelva a la normalidad, una normalidad que no poseo desde aquel día de noviembre. No recuerdo muchas cosas de aquella tarde, todo ha sido usurpado por el roce de tus dedos con los míos y el cosquilleo que dejaste en mi pecho. Aún hoy, a pesar de los años que han pasado, conservo esa sensación, y eso me asusta. Es como estar de espaldas en el borde de un acantilado, de puntillas y con los ojos cerrados; la gravedad quiere tirar de ti y lanzarte hacia el agua que te espera abajo, donde las olas quebrarán tus huesos contra las rocas y no podrás respirar. Pero debo ser fuerte y no flaquear, alejarme del peligro hacia tierra segura, donde poder refugiarme sin daño alguno. Sin embargo no puedo, sigo ahí en el borde del precipicio, a punto de caer; sigo aquí, mirándote a los ojos mientras te acercas cautelosamente.<br />No. No lo hagas. No puedo – te digo.<br />¿De qué tienes miedo? ¿Por qué estás tan asustada?<br />No… no lo sé. No quiero caer, no quiero sufrir.<br />Y entonces, suavemente, tomas mi mano. Me asusto y casi pierdo el equilibro, mas tus brazos me atrapan antes de que pueda caer. Tiras de mí, unos metros, quizás ninguno, no lo sé, sólo soy consciente de que ahora estamos sentadas la tierra húmeda. Tus pantalones están sucios, pero no te importa, sólo pronuncias una y otra vez “No vuelvas a hacerlo” mientras las lágrimas se deslizan por tu rostro.<br />No vuelvas a hacerlo, por favor, nunca más.<br />Tus manos acarician mi rostro una y otra vez limpiando tus propias lágrimas, tu cuerpo se mece y me agarras fuertemente, como si no quisieras dejarme ir. De repente agarras mi rostro mirándome con tus ojos de niña triste, acaricias mis labios con tus dedos de porcelana y muy lentamente acercas tu rostro al mío. Y entonces, todo se detiene. El fuerte viento deja de soplar, las olas dejan de chocar contra las rocas y el mar se calma.<br />