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La siguiente historia narra un poco los acontecimientos en la vida de
Fernando Conde, un joven rebelde quien termina conociendo por
causas del destino a un viejo amigo de su madre, Arturo, quien además
terminará por ser su único amor
Camilo del Villar Jiménez
Santa Fe de Bogotá - Colombia
Trabajo recopilatorio
CUANDO UN PROBLEMA PARECE TENER SOLUCIÓN, SE PUEDE ESPERAR
ALGO MUCHO PEOR
- Arturo, necesito que me ayudes, eres la única persona en quien puedo confiar, ya no
tengo opciones y estoy seriamente preocupada, por favor…
- ¿Cómo podría ayudarte? Lo que me pides es un poco complicado, además que no he
tratado con tu hijo nunca, es incómodo ¿no lo crees?
- ¡Para nada! Verás que las cosas saldrán bien, además ya tengo todo planeado, sé que
me podrás ayudar, confío en ti. Si supieras todo lo que he sufrido, por favor
Arturo… ¡por favor!
- Está bien, pero déjame conocer al chico antes de traerlo a casa.
- No hay problema, estaré eternamente agradecida por esto que haces. Muchas
gracias.
Ana salió de la casa de Arturo con un gesto de esperanza y felicidad. Hace mucho tiempo
que planeaba pedirle ayuda a Arturo, un amigo que había conocido antiguamente cuando
éste era aún un chico que iba al mismo sitio de reuniones para artistas a los que ella solía ir.
Arturo se había comprometido entonces con la ayuda del chico travieso y todo por no
defraudar a su amiga Ana, a quien tenía en gran estima.
- ¿Ahora qué haré? ¿Por qué tuve que haber dicho que sí? ¡Sin duda que me meteré
en un problema! Además que no tengo tiempo ni para mí, ahora lo tendré que sacar
para ayudar a un chico malcriado que está falto de una buena paliza. No lo puedo
creer, me he metido en la boca del lobo.
Ana Loretto tenía problemas con su hijo, el único, pero éste daba como por diez personas.
Siempre fue problemático y ahora la situación se ponía cada vez peor. Ana es madre soltera
debido a que se separó de su esposo y decidió criar a su hijo ella sola, era una profesora de
universidad a la que el arte le tocaba las fibras más sensibles de su ser, por eso es que había
conocido al pequeño Arturo, quien despuntaba en la pintura por aquellos años.
- Fernando, necesito que hablemos, es importante, por favor apaga el televisor.
- Pero… ¡mamá! ¿tiene que ser justo ahora? ¿no puedes esperar? Sabes que este
programa me encanta, además son capítulos de estreno, no seas mala… por favor…
- Lo siento, es que tiene que ser ahora. Hazme caso hijo.
- Está bien, cuéntame pues, te escucho…
- Bueno, antes que nada, quiero que sepas que te quiero mucho, que eres lo más
importante para mí antes que todo… ¿está bien?
- Si mamá, eso lo sé. Pero ya déjate de rodeos, esto no me gusta, pareces muy
inquieta y no me agrada esta situación, así que lo que tengas que decirme de una
vez, hazlo, por favor…
- La universidad me ha propuesto una oferta que no puedo desperdiciar. Esta consiste
en tener que ir a la ciudad de Medellín por un tiempo a dictar una cátedra para un
grupo internacional que se une al plantel, en esa extensión y pues…
- ¡Espera! ¿quieres decir que nos vamos a trasladar a Medellín? ¡Eso es lo máximo!
- No hijo, eso no es lo que quiero decir…
- ¿Entonces?
- Pues, lo que pasa es que a esa cátedra tengo que estar dedicada por un buen tiempo,
casi todo el día, y tengo que ir sola.
- ¿Sola? y… entonces… ¿yo qué? ¿me quedaré aquí sólo? ¡El colmo!
- ¡No hijo! no te quedarás sólo, ya he arreglado algo.
- ¡No me interesa! ¡Tú como siempre!
- No me alces la voz, ¡respétame!
- Te vas de buenas a primeras y ¿cómo quieres que reaccione? ¡Por favor!
- Te quedarás en casa de un amigo, él estará pendiente de ti, además de que no te
faltará nada, no tendrás que preocuparte de nada, lo único que cambiará será el
hecho de que no estaré por un tiempo, nada más…
- De todas formas, no me interesa, prefiero quedarme sólo aquí.
- Eso no lo puedo permitir, además que ya hablé con Arturo y él amablemente aceptó.
- ¿Arturo? ¿quién es ese tipo?
- Un viejo amigo, es muy buena persona, de seguro que ustedes dos se llevarán muy
bien.
- ¡Lo dudo! además… ha de ser un viejo aburrido como tú, me tendrá como un
prisionero de guerra.
- No hables sin saber quién es él. Además, te sorprenderás cuando lo conozcas.
Fernando es difícil de tratar, sobre todo porque sus caprichos siempre priman sobre el resto
de las cosas que sucedan alrededor de su vida. Su madre lo sabía a la perfección, por eso
quería que una persona como Arturo le pudiera enseñar nuevas cosas. Fernando estaba en
época de vacaciones universitarias cuando su madre se propuso apartarse de él por un
tiempo con el fin de probar si la actitud de su hijo podría mejorar estando en otras
circunstancias de vida, con alguien desconocido y que por supuesto no le aguantaría sus
pataletas.
“Bling” “bling”
- ¿Quién es?
- ¡Hola Arturo, soy Ana! Por favor déjanos pasar, te traigo a mi hijo.
- ¿Ana? Sigue por favor.
Al abrir la puerta de su apartamento Arturo vio a su amiga Ana trayendo consigo al que
parecía ser su hijo, un chico despeinado pero bien vestido, alto, blanco, de ojos azules, pelo
castaño claro y con un aspecto físico mucho más atrayente que repulsivo, como se lo había
imaginado por la forma en que sabía se comportaba este malcriado de pura cepa. También
fue sorpresivo porque no se esperaba dicha visita ese preciso día.
- Sigan por favor, ésta es su casa, adelante.
- ¡Muchas gracias!
- Con permiso.
- Arturo, tengo en placer de presentarte a mi hijo, él es Fernando.
- ¡Mucho gusto Fernando! Soy Arturo Arias, un amigo de tu madre, ella te lo habrá
contado ¿verdad?
- Hola. Sí, me lo contó hace algunos días. Soy Fernando.
- Bueno, bienvenidos.
- ¡Gracias! ¡Gracias!
Fernando no paraba de hacer mala cara, observaba todo a su alrededor con cierto desprecio
y más cuando observaba a su mamá, creía que ella lo estaba abandonando como un perro
cualquiera y no quería estar en aquel sitio, menos con un completo desconocido al que ya
empezaba a odiar en secreto. Ana trataba de animar a Fernando con pequeños comentarios
al respecto de lo hermoso del apartamento, resaltó algunas cualidades de Arturo como
persona pero Fernando no prestaba intención o interés alguno por todas aquellas palabras
que le entraban por un oído y le salían por el otro.
- Arturo, estoy muy apenada contigo, no era mi intención hacerte pasar por todo esto.
Sé que había quedado contigo de poder presentarte con anticipación a Fernando,
pero todo lo de fin de semestre en la universidad acaparó mi tiempo por completo.
Ya mañana es el viaje a Medellín y se me cae la cara de vergüenza por esto, no
sabes lo apenada que estoy…
- No te preocupes Ana, la verdad es que me sorprendiste mucho con tu llegada
inesperada, y más si traías contigo a tu hijo ya con maletas y todo para instalarse.
No estaba listo, no estoy listo aún y no he alistado el sitio para que podamos estar
cómodos…
- No te preocupes, puedes pedirle ayuda a Fernando, él lo hará, además sé que eres
una persona muy organizada y tendrás una buena habitación para él…
- Bueno… si… pero es más importante el que yo estuviese listo psicológicamente
para esto que la casa en sí, al final de cuentas, es muy incómodo. Bien sabes que no
me gusta vivir en compañía.
- Arturo, me estás salvando la vida, tenlo por seguro que te lo pagaré de alguna
forma, esto que haces por mí es como un don, de verdad, mil gracias.
- No te afanes, de todas formas, por favor llama constantemente, no te prometo que
esto tenga buen término, pero haré lo que se pueda.
- Gracias. Me despido, ya tengo que ir a hacer maletas, ni he tenido tiempo para ello.
- Tranquila, que tengas feliz viaje.
- ¡Adiós!
- Fernando, hijo, me despido. Espero te portes bien, mira que Arturo muy
amablemente será tu protector durante este mes, así que sé agradecido ¿sí?
- Está bien, vete.
- ¡No me hables así!
- ¿Me abandonas y quieres que esté feliz en casa de un extraño?
- Arturo no es ningún extraño, por favor, no empieces…
- Tranquila Ana, vete ya por favor, deja que Fernando se tranquilice. Que te vaya
bien.
- Gracias Arturo, te encargo a Fernando ¿sí? Cuídalo por favor.
- Lo haré, no tengas reparo.
Quedaba Arturo solo con Fernando en el apartamento que Arturo tenía desde hace varios
años en la cinta costera de la ciudad, desde donde se veía el mar en toda su inmensidad.
Fernando estaba absorto en su celular, tratando de distraerse o de ignorar por completo una
posible conversación con Arturo, no le interesaba ya nada en el momento.
- Bueno, nuevamente bienvenido Fernando, estás en tu casa.
- Gracias, no tenía por qué molestarse de esta forma, se hubiese negado a las
persuasiones de mi madre y no tendría problemas de ahora en adelante.
- ¿Por qué tendré que tener problemas?
- Yo soy un problema Arturo.
- Bueno, al menos ya te sabes mi nombre, eso es un primer paso.
- No se haga el amable, no quiero y no querré estar aquí, ¿entendido?
- Cálmate, no es para tanto.
- Discúlpeme, pero estoy muy molesto con toda esta situación.
- No te apures, ¿Qué te parece si cenamos? Tengo algo que te puede gustar. Tu madre
ha dejado pollo frito, me dijo que es tu comida preferida…
- Está bien, muchas gracias por todo.
Luego de la cena que estuvo marcada por silencios prolongados de parte de Fernando quien
no tenía intenciones de hablar con Arturo, se pusieron a acomodar las cosas en el armario
de la habitación del segundo piso, justo al lado de las escaleras. La habitación de Arturo
daba al fondo. El apartamento de Arturo era grande en comparación a lo que se podría
esperar de tal edificio, pero al estar ubicado en una zona exclusiva los apartamentos solían
ser sorpresivos por dentro.
- Bueno, al menos ya esto empezó, espero que ese chico pueda estar bien. Pero es
muy odioso, ojalá lo pueda soportar, de lo contrario terminaré tirándolo por la
ventana a ver si le quito esa pena a la pobre de Ana. No tengo mucho tiempo para
acabar mi nueva colección y ahora se me presenta esto, ¿podré ser más de malas?
Necesito ayuda, no sé qué voy a hacer… ¡Ayuda! ¡Ayuda! ¡Ayuda! Soy un idiota de
primera clase, ahora me tendré que atener a lo prometido.
NO JUZGUES SIN CONOCER
Antes de que el sol saliera, Arturo estaba despierto dando vueltas en su cama. No había sido
una buena noche y por eso no había podido descansar. Le dolía la cabeza y sus nervios
estaban de puntas porque en menos de un mes tendría exposición de su colección que
prometía mucho ante la crítica de arte de la ciudad y del país entero. Esta preocupación
unida al insoportable chico que ahora era su huésped eran dos motivos para que el día no
comenzara de la mejor manera.
- Hoy no me levantaré de la cama, me quedaré aquí, si ese mocoso quiere comer algo
tendrá que prepararlo él mismo. De todas formas no seré su empleado, conmigo no
funcionarán sus trucos de persuasión ni mucho menos sus niñerías.
Eran las nueve de la mañana cuando Arturo se levantó de la cama y se dirigió a la cocina a
prepararse un café bien cargado, necesitaba muchas fuerzas para el día en el que tenía
planeado avanzar mucho de su colección de pintura.
- Ah, buenos días Fernando…
- ¡Buenos días! ¿Cómo amaneces?
- Mal, anoche no pude dormir, estoy estresado y siento que la cabeza me va a explotar.
- ¿Necesitas algo? ¿Por qué no va al hospital? ¿Tomó algún medicamento?
- No, no te preocupes. Estaré bien.
- He preparado el desayuno, no es que sea mi fuerte el cocinar, pero algo he aprendido.
Espero te guste.
- ¿Por qué lo hiciste? No te hubieras molestado, no está bien.
- No es ninguna molestia… permíteme, por favor toma asiento, ya te sirvo.
- ¡De ninguna manera!
- No diga nada, tómelo como una forma de restituirme por mi mal comportamiento ayer, no
debí haber actuado de esa forma, de todas maneras soy su huésped, es lo mínimo ¿no cree?
- No me parece, no estoy acostumbrado a que hagan cosas por mí y menos de esta manera,
es incómodo.
- Pues acostúmbrese porque así será de ahora en adelante.
Luego de esta pequeña discusión Fernando pudo ver la autosuficiencia en la que vivía
Arturo, por eso empezaron a generarse en su mente miles de preguntas para este sujeto al
que ahora veía con cierto respeto, le inspiraba una admiración naciente que le asustaba,
nunca había tenido contacto con su padre y poder ver a un hombre realizado en todos los
sentidos era algo que le intrigaba, le llamaba la atención sobremanera.
- ¡Muchas gracias por el desayuno! No estaba mal eh…
- Gracias. Sé que me puedo defender en la cocina, al menos le agradezco eso a mi madre.
- ¿Por qué no se la llevan bien ustedes dos? Uy, discúlpame, no debo entrometerme en sus
asuntos privados, lo siento.
- No te preocupes, no hay problema.
- De todas formas, discúlpame, no es mi intención.
- No hay problema, ya le dije. Lo que pasa es que mi mamá es muy controladora, así es
ella. Eso es algo que me fastidia, por eso creo que no somos compatibles.
- ¿Cómo puedes decirlo? Es tu madre, ella te conoce mejor que nadie en este mundo.
- Sí, es cierto, pero de todas formas a veces siento que no me entiende, parece que
habláramos dos idiomas completamente diferentes, ella en ruso y yo en mandarín.
- Jajajajajajajajaja… ¡qué analogía tan chistosa!
- Arturo ¿Le puedo preguntar algunas cosas?
- Claro, en lo que pueda responderte, lo haré.
- ¿Por qué aceptó hospedarme en su casa? Usted no me conoce, no tiene ninguna obligación
de hacerlo.
- Lo hago por tu madre, la conozco desde hace muchos años cuando aún yo era un
chiquillo, ella fue una de las personas que me apoyó cuando estaba iniciando mi carrera.
- ¿Qué profesión tiene?
- Soy pintor, dibujante y escritor, pero soy más conocido por mis trabajos en pintura. (Tal
parece que este niño no conoce nada de esto, hasta me desconoce, no es que sea una
persona extremadamente famosa, pero es raro que alguien en esta ciudad no me conozca, es
muy raro, este chico vive definitivamente en otro mundo).
- A mí no me gusta el arte, tal vez porque no soy muy bueno ni en la pintura ni en el dibujo.
Pero me gusta la música, por cierto.
- ¡Excelente! Eso también es una forma de arte. Cuando quieras te puedo enseñar algunas
cosas sobre dibujo y pintura ¿te gustaría?
- ¡Sí! ¡Sería genial!
Así pasaron casi dos horas desde que los dos se sentaron a desayunar en el balcón del
apartamento con el mar de fondo, en plena mañana soleada con la brisa típica de la costa a
esas horas del día. Arturo le habló mucho sobre pintura mientras que Fernando prestaba
atención, era algo poco usual en aquel chico al que parecía no importarle nada más en la
vida que sus propias fechorías. Con el transcurrir del tiempo y el avance en la charla, ya era
visible que Fernando sonriera ante los chistes y comentarios graciosos hechos por Arturo
mientras que éste también veía de forma diferente a Fernando, empezaba a comprender que
no era tan mala persona después de todo.
- Y dime ¿estudias en la universidad?
- Sí, estoy estudiando Ingeniería Industrial en la Universidad San Buenaventura.
- Ah, qué bien. Y… ¿qué edad tienes?
- Tengo 21 años, los cumplí hace unos meses. Pero usted no es tan mayor como me lo
esperaba, debo confesar que cuando mi mamá me contó que vendría a vivir con usted pensé
que sería un viejo aburrido, solterón y muy malhumorado.
- ¿A si? Vea pues… soy todo lo contrario.
- Así es… y usted, ¿qué edad tiene?
- Tengo 28 años, también recién cumplidos.
- ¡No lo puedo creer! ¿Es en serio? Usted es muy joven y ya con toda esta vida… increíble.
- Gracias, pero no ha sido nada fácil, por cierto.
- De todas formas, es admirable. (¿Cómo puede ser que este hombre siendo tan joven ya sea
alguien famoso por sus obras, económicamente estable y con todo lo necesario a sus pies?)
- Uy! Es tarde, lo siento, tengo trabajo acumulado y hoy me dedicaré a eso. Permiso, tengo
que ir al estudio, agradezco que por favor no hagas mucho ruido, estás en tu casa, pero hoy
necesito mucha concentración para el trabajo ¿sí?
- ¿Va a pintar?
- Sí, dedicaré todo el día a esa labor.
- ¿Puedo observar?
- Lo siento Fernando, pero hoy no podrá ser posible, tengo una exposición pendiente para
final de mes, estoy bien en producción, pero no me gustaría retrasarme en nada. Lo siento,
después será. Con permiso.
- (¿Por qué hice eso? A mí no me gusta el arte y ahora de buenas a primeras le pido si me
deja entrar en su estudio, ¿qué me pasa? Además no debo mostrarme tan familiar con
alguien así, se ve que es muy malhumorado, no lo soportaría)
Lo cierto es que por la cabeza de Fernando pasaron muchas preguntas en relación a esa
mañana, era raro que hubiese hecho el desayuno, la conversación que acababa de pasar, los
gestos propios de aceptación y amabilidad que mostraba ante Arturo, el repentino interés
por la pintura y el dibujo (que nunca le habían llamado la atención) así como la
preocupación de querer hacer las cosas bien en aquella casa era algo que lo empezaba a
desconcertar.
Luego de esto, Fernando le se levantó a lavar los platos del desayuno, estaba en silencio
pensando en todo esto, se sonrojó y la incomodidad se hizo patente en su entrecejo que
frunció con fuerza. No era lógico que se estuviese comportando de esta manera. Cuando al
poco tiempo se abrió la puerta del estudio privado de Arturo y éste, asomando la cabeza le
dijo en tono amable: - ¿Te parece si vamos a almorzar afuera? Conozco un lugar interesante
que de seguro te encantará. ¿Aceptas?
- Eh… jeje… no se preocupe, no tiene por qué hacerlo.
- No es nada, así que a las 12:30 estarás listo ¿entendido?
- Bueno.
Y cerró la puerta de nuevo quedando Fernando en silencio, hasta que continuó lavando los
platos. ¿Un almuerzo? No quiero ir, por qué me pasa esto, no es justo. ¿Acaso estará
usando una terapia psicológica para enseñarme moral o algo así? ¿Por qué me hace sentir
tan mal? Yo nunca hice nada de esto con mi mamá, al menos no que yo recuerde.
Y así pasó Fernando haciendo miles de cuestionamientos sobre la invitación a almorzar
hecha por Arturo quien sólo lo hacía por simple cortesía. La verdad es que la misión de
Arturo consistía más en poder cambiar las actitudes del rebelde y creído Fernando más que
cualquier otra cosa. Esa era una de las recomendaciones que le había hecho Ana cuando le
pidió el favor de cuidarlo mientras ella estaba en Medellín por cuestiones curriculares de su
universidad. Arturo aprovecharía entonces al máximo todas las formas en las que pudiera
demostrarle a Fernando otras facetas de la vida a ver si cuando regresara Ana pudiera
implementar lo aprendido, con tal de que esta pobre mujer pudiera ser más feliz.
TODO TIENE UN PRINCIPIO
Llegó la hora del almuerzo, Arturo había salido desde hace unos minutos de su estudio en
el que adelantaba trabajo para su próxima presentación. Fernando lo esperaba
impacientemente y con algo de molestia en su rostro.
- ¿Estás listo?
- Si, desde hace rato. ¿A dónde iremos?
- A un lugar muy especial.
Ambos se dirigieron en el carro de alta gama que Arturo tenía recientemente pero que poco
usaba. Fueron a un restaurante ubicado en la Batería de San Fernando, en la orilla del mar,
un lugar exclusivo al que las personas iban para disfrutar de las cristalinas aguas del mar,
para respirar aire puro, alejarse del ruido de la ciudad y entrar en un paraíso terrenal por
unas horas.
- ¿Por qué venimos a este lugar? No te parece que es mucho para un simple almuerzo.
- Pues, decidí venir contigo aquí porque desde hace rato quería hacerlo, pero como no tenía
con quién, aprovecho tu compañía para ello.
- ¿Acaso no tienes amigos o amigas con quienes hacer esto? No me utilices para planear tu
vida, no es correcto.
- Oye, no te enojes, la verdad es que no tengo amigos con quienes compartir, la mayor parte
de la gente que me rodea son de las galerías, museos y demás, nadie con quien me interese
estar, esa es la verdad…
- (¿Pero qué dice? ¿Acaso conmigo sí le gusta estar? Pero ¡si apenas me está tratando! ¡No
lo puedo creer!). Pues ya es hora que te consigas amigos de verdad, la soledad no es buena
y menos para alguien como tú que tiene mucho por compartir, no seas egoísta.
- Gracias por tus consejos, ya los estoy poniendo en práctica. Justo ahora mismo.
- ¿Qué quieres decir? ¿Acaso estás generando una amistad conmigo? No te confundas eh…
- Eres muy problemático, ¿qué de malo tiene el que seamos amigos? De todas formas
estaremos compartiendo durante este tiempo, no es bueno que viviendo bajo un mismo
techo tengamos que andar peleados todos los días ¿no lo crees?
- Eso es diferente, de todas formas deberías de tratarme con indiferencia, no estoy haciendo
más que causarte gastos, además mi mamá es muy abusiva por dejarme en tu casa, yo como
tú no hubiese aceptado, es una falta de respeto.
- Oye, ya te expliqué el motivo. Yo aprecio mucho a tu madre, además no eres ningún gasto
para mí, no digas cosas que no son. Más bien entremos, tenemos una mesa reservada.
Era evidente la cara de sorpresa de Fernando por estar en aquel lugar, pero aun así estaba
un poco incómodo por las acciones de Arturo quien ya se mostraba más paternalista con él,
era un gesto desconocido para Fernando, al menos en gran medida.
- ¡Arturo, todo esto se ve delicioso! ¿Puedo comer lo que quiera?
- ¡Claro que sí! Puedes tomar todo lo que quieras, esta sección es sólo para nosotros.
- Me parece que es demasiado, no deberías desperdiciar tu dinero en mí, y menos en
comida.
- Tú lo has dicho, se ve delicioso, si comes lo comprobarás y te darás cuenta que no es
ninguna pérdida de dinero. Anda, disfruta.
- ¡Mmmmmm! ¡Toda una delicia! ¡Riquísimo! ¡Exquisito! ¡Celestial!
Arturo se sentía a gusto con la idea de dicho almuerzo, veía la cara de felicidad de
Fernando mientras disfrutaba de aquellos postres, manjares y todo cuanto se podía deleitar
en una sección de la terraza del restaurante que había reservado sólo para los dos. Era la
primera vez que Arturo traía a alguien a este lugar, por lo general venía solo hasta que se
aburrió, pero con la oportunidad que le presentaba Fernando, sobre todo en la compañía, no
la podía dejar pasar, además que quería compartir un poco de sus excentricidades con
alguien, así fuese una sola vez en la vida.
- Arturo, ¿usted es de esta ciudad?
- ¡Claro! Tanto como tú. Pero viví por muchos años en Miami, ya que mi madre solía
llevarme allá por largas temporadas hasta que me quedé por cerca de 15 años. Volví para
mi tierra con estudios en Artes Plásticas y Literatura.
- Ah, qué bien. A mí me gustaría ir algún día al extranjero, siempre me ha llamado la
atención conocer Europa. No lo he podido hacer aún, pero sé que más adelante será un
sueño que se hará realidad.
- Así es, todo depende del esfuerzo que coloques en cada cosa que haces, sobre todo si son
acciones que te ayuden a progresar intelectual y humanamente.
- Mi madre nunca me pregunta por nada de estas cosas, por eso creo que somos dos
desconocidos bajo el mismo techo, ¿lo ves? Contigo ya hasta hablo de esto, toda mi vida al
lado de mi mamá y a ella ni siquiera le interesa lo que me gustaría ser, lo que quiero hacer,
a dónde quiero ir, nada. Ni siquiera conoce a mis amigos de la uni.
- Lo siento. Pero debes saber que nadie es perfecto, a lo mejor ella necesita aprender todo
esto de ti ¿no lo crees? ¿Por qué no te aventuras a enseñarle?
- Tal vez, pero no la metamos en este tema, ya olvidémoslo. Sigamos disfrutando de este
momento, y por cierto, muchas gracias de nuevo por haberme traído aquí, es hermoso.
- No hay problema, es un placer que puedas disfrutar. ¿Qué te parece si hacemos un trato?
- ¿Cuál trato?
- Ven, trae tu mano izquierda, juntemos nuestros dedos índices y me prometerás que te
portarás bien, que aprenderás de todo lo que te enseñe y que cuando vuelvas con tu madre
podrás poner más de tu parte, sin importar si ella no coopera, lo que vale la pena es que
seas tú quien tome la iniciativa ¿estás de acuerdo?
- Pues, suena bien. ¡Está bien acepto!
- ¡Perfecto! Así se hace, ahora terminemos, tengo otra cosa que enseñarte.
- ¿Todavía más? ¿No te parece que con esto es suficiente?
Luego del almuerzo, Arturo llevó a Fernando a la zona donde el Río desemboca con el mar,
una panorámica increíble y fuera de lo común en la ciudad. Ya había avanzado la tarde, por
eso era común que a esas horas las garzas hicieran su habitual volada de un lado del río
hacia el otro lado, más verde y natural. El cielo empezaba a tornarse encendido por los
colores naranja, rojo, azul celeste y gris que hacían un singular cuadro natural con el sol de
fondo, como tratando de esconderse entre el mar.
- ¡Wow! ¡Esto sí que es una sorpresa!
- ¿Te gusta?
- Sí Arturo, ¡me encanta!
- Bueno, aquí tienes una buena idea para que la puedas realizar de nuevo, pero con tu
mamá, sería bonito que la trajeras para que viera atardeceres como este.
- ¿Te puedo pedir un favor? No metas a mi mamá en conversaciones, sobre todo cuando se
presenten este tipo de momentos ¿Sí? Es que, déjame disfrutar de todo esto, ya luego
implementaré cosas para hacer con ella.
- Está bien, lo siento, no volveré a recordártela a menos que tú me lo permitas. Lo siento.
- Bueno… oye Arturo, mil gracias por todo lo de hoy, ha sido genial y es inolvidable.
¡Muchas gracias!
Luego de que el sol se hubo ocultado en el lejano horizonte del mar, Arturo y Fernando
regresaron nuevamente a la ciudad, ya para descansar del día que había sido muy ajetreado
y lleno de sorpresas para Fernando, quien a pesar de haber vivido toda su vida en aquel
sitio, desconocía por completo todas las maravillas naturales y arquitectónicas de su ciudad,
el resultado de ser apático a todo lo exterior. Ya empezaba a aprender de las cosas simples
y hermosas de la vida y todo gracias a la tutoría desinteresada por parte de Arturo.
- ¡Ah! ¡Ufs! Estoy cansado… pero feliz.
- Qué bueno, me alegra. Es grato verte en esta faceta, así como estás no pareces aquel niño
caprichoso y amargado que conocí ayer, tampoco te pareces al niño molestoso que me
describió tu mamá.
- Jajaja… no es chistoso. No soy como ella cree y usted apenas me estás conociendo.
- ¿Sabes qué? No me vuelvas a tratar de usted, sé que soy mayor que tú por unos años, pero
me haces sentir viejo tratándome tan formalmente. Tutéame por favor, así será mejor.
- Bueno, como usted ordene. Perdón, como tú ordenes mi capitán. Jajaja.
- No es para que lo tomes de broma, es en serio.
- Ok, si, ya lo entendí. No te enojes.
- ¿Tienes hambre? Podemos pedir algo a domicilio para comer, una pizza, ¿te suena?
- No, no te molestes por mí, no tengo hambre, pero si tú quieres comer, puedes pedirla,
delante.
- No, mejor no, ¿sabes qué? ¿Te parece si tomamos algo en el balcón? Tengo un wisky
escocés desde hace mucho tiempo, me parece buen momento para tomarlo…
- ¿Qué? ¿Wisky? No sé… no es que tome, por cierto…
- Dale, no te apures, además no te vas a embriagar.
Pero todo pasó en un abrir y cerrar de ojos. Al final de cuentas Fernando aceptó y terminó
tomando wisky con Arturo en la terraza del apartamento, pusieron música de fondo y
empezaron a narrar historias graciosas que les habían sucedido en la escuela. El momento
fue muy ameno y provechoso, la confianza empezaba a hacer presencia en aquellos dos que
parecían ya viejos amigos de la infancia. Pero Fernando, al ser la primera vez que bebía “en
exceso” para sus costumbres, se puso a hablar más de la cuenta. Parecía un perdido recién
encontrado, mientras que Arturo lo escuchaba con atención, en cierta parte le recordaba su
pasada infancia y juventud, hacía mucho que había dejado de hacer las cosas y travesuras
que ahora con felicidad le contaba Fernando de su vida.
EL CAMBIO ES NECESARIO, TE OBLIGA A SALIR DE TUS COMODIDADES
“E-mail número 8965.
Querido Hijo. Espero estés bien en casa de Arturo, te comento que hasta la fecha las cosas
en la universidad están saliendo de mil maravillas. Perdóname por no haberte llamado en
todo este tiempo, he estado muy ocupada y pues, al final del día termino rendida en casa.
Espero que no tengas problema en perdonarme. Te pido que por favor saludes de mi parte
a Arturo, dale un abrazo igualmente. Pórtate bien, te lo pido. No te preocupes por mí, estoy
bien en todos los sentidos, pero estaré excelente si sé que tú estás bien.
Con mucho amor, Ana.”
- Lo que me faltaba, que se olvide de mí por dos meses y resucite con un mensaje
electrónico disculpándose, como si nada. Ahí está pintada ella, pero ya qué. La verdad es
que este tiempo ha pasado de volada, ya son dos meses y medio desde que vivo en esta
casa, al menos Arturo me trata bien, no pensé que fuera tan buena persona.
Habían transcurrido ya dos meses y medio desde que Arturo compartía apartamento con el
hijo de su amiga Ana, todo por hacerle un favor. La relación entre los dos había dado un
giro de 360 grados al ser más respetuosa, responsable, amistosa, como de dos hermanos que
viven en la misma casa cada uno con sus propias obligaciones y vida privada a la
perfección. Era la primera vez que Fernando experimentaba el pertenecer a lo que el ya
consideraba una vida independiente de su madre, le había molestado un poco la ausencia
prolongada de ella en su vida, pero lo contrarrestaba con la compañía de Arturo a quien
empezaba a ver como un hermano mayor.
- Arturo, mi madre me ha escrito un correo electrónico, se reporta, dice que está bien y
pues, como siempre, me da recomendaciones para no causarte problemas.
- ¿A sí? Qué bueno. Hace algunos días que no hablamos, pero me alegra que se haya
podido comunicar contigo.
- ¿Cómo dices? ¿Tú hablas con ella? ¿Por qué sí habla contigo y conmigo no?
- Ah, lo siento, es que ella mantiene conversaciones conmigo, pues, todo siempre gira en
torno tuyo, a tu bienestar, en cómo te encuentras, tú sabes, lo de siempre…
- Si, pero me parece el colmo. Es que esto sí que es la tapa del problema.
- Oye, no te alteres. Es normal que tu mamá me pida reportes continuos de ti, ¿no crees que
eso sea síntoma de que de veras le importas? Al menos yo hubiese deseado que mi madre
se preocupara un poco como lo hace la tuya.
- De todas formas eso no me gusta. Debería de estar más en contacto conmigo, ¿por qué no
me pregunta ella misma cómo me siento en vez de estar usando intermediarios? Y así dice
que le importo…
- Pues no sé tú, pero me parece que sí eres importante para Ana. Al menos eso me
demuestra. Y a todas estas ¿por qué tienes que esperar a que sea ella quien inicie la
correspondencia por correo? ¿Qué acaso tú también no puedes tomar la iniciativa de
escribirle? A lo mejor con ese gesto la puedes sorprender y las cosas mejorarían.
- Bueno sí tienes razón, de todas formas ya cambiemos de tema. Ya dejemos eso atrás.
¿Puedo hacerte una pregunta?
- Sí, claro, dime.
- ¿Dónde están tus padres? Es que en todo este tiempo nunca te he visto conversar con
ellos, jamás los mencionas, es como si no… existieran. (Pero ¿qué estoy diciendo? A mí no
me ha de interesar la vida de Arturo, soy un metiche, ahora tendré que cambiar de tema,
tendré que retirar lo dicho, ¡soy un estúpido!)
- Pues, mi querido Fernando, mis padres viven en el extranjero. Por lo general las
diferencias de horarios hacen que no nos podamos comunicar. Bueno, suena como un
pretexto y en verdad lo es, pero no es que hablemos con mucha frecuencia. Mi padre
mantiene contacto conmigo vía electrónica, mi madre de vez en cuando me llama por
teléfono y eso es como dos veces al año.
- Lo siento, no quería entrometerme en tus asuntos privados.
- No es problema alguno. De todas formas, siempre me dieron lo necesario para poder vivir
más que cómodo, de hecho, me hicieron vivir muy bien.
- (Sí, eso es visible, eres el típico niño rico de la ciudad que no se junta con los simples
mortales, para colmo estás bien formado, eres inteligente, no te falta nada ni mucho menos
envidias otras cosas. Eres la típica persona con la vida resuelta, ¡qué envidia!) Bueno, de
todas formas pido que me disculpes.
Fernando tenía este tipo de intromisiones en la vida de Arturo, ya desde hace algún tiempo
veía que Arturo era una persona fuera de lo común, tal vez por su posición social, por su
inteligencia y sabiduría a la hora de hacer y decir cosas, ya lo empezaba a admirar y a
envidiar de la mejor forma. Incluso hasta habían ocasiones en las que Fernando se
imaginaba un futuro no muy alejado siendo como Arturo, rico, famoso, libre de cualquier
atadura sentimental o económica, era todo un modelo a seguir.
“Riiinnggg” “rriiinnnggg”
- Aló, buenas tardes. Un momento por favor. Arturo, esta llamada es para ti, es de la
Galería 51, dicen que necesitan darte una noticia.
- Diles que por favor te la pueden decir a ti, que no hay problema, que eres mi familia.
- (Pero este ¿qué se ha creído? Me parece el colmo, es una llamada para él, por lo visto
parece ser muy importante y como si nada me dice que me la pueden contar, es una falta de
respeto para con la galería) ¿Sabes qué? Esta es una llamada para ti, así que si no vienes y
la contestas, les diré que tú los llamarás después, pero no tienes por qué ponerme a mentir.
- Está bien, ya contesto. ¿Aló? Sí, dígame…
- (¿Qué pasará? Tal parece que la noticia que le están dando a Arturo es muy importante, y
buena también. Tiene cara de felicidad, mejor me pondré a leer, no debo estar al pendiente
de conversaciones ajenas, es de mala costumbre)
- Bueno, ¡muchas gracias! Hasta luego. ¡Ufs! ¡Qué felicidad!
- ¿Pasó algo importante? ¿Por qué estás feliz?
- Es que la Galería 51 me ha llamado para hacerme saber que el Salón de Artistas de
América me ha elegido como el Artista del Año, tal parece que harán pública la noticia
mañana, pero me estaban avisando para estar listo, es un galardón de talla internacional.
- ¿En serio? ¡Felicidades! Muy merecido premio para tu esfuerzo, felicidades…
En ese preciso momento Fernando, por reacción ingenua se levantó del sofá donde trataba
de leer algo que para él ni siquiera tenía importancia, se dirigió hacia Arturo y lo abrazó
con tanta ternura que por un momento Arturo se sintió prisionero de aquellos brazos que
por primera vez lo abrazaban. Era un momento fuera de lo común.
- Gracias Fernando, muchas gracias. ¿Qué te parece si festejamos esta noche con una
deliciosa cena en el balcón? Me gustaría celebrar contigo ya que, pues… no tengo con
quién más hacerlo. Espero que no te moleste.
- ¡Para nada! ¡Celebraremos por tu nuevo triunfo! Si quieres yo puedo preparar la cena.
- ¡No! Cómo crees. Es mejor que pidamos algo en un restaurante y listo, sólo sería
calentarla cuando vayamos a cenar, así no tienes que andar afanándote cocinando. Gracias,
pero no, mejor terminaré de hacer el trabajo que tengo pendiente y hablamos en un rato,
¿te parece? Tú, por el momento, termina de adelantar trabajos de tu universidad también.
No sería buena idea que al final del semestre me salgas con que perdiste una materia, o algo
por el estilo, eso no te lo podría perdonar, y menos si sé que genero todos los espacios para
que puedas estudiar a gusto.
- (¿Acaso me está protegiendo? Suena como si le importara, no entiendo por qué se molesta
si llegase a perder una materia en la uni, bueno, aunque tiene razón, sería muy descarado de
mi parte el salirle con esas sabiendo que se ha esmerado porque yo sea un buen alumno)
Bueno, no te preocupes que yo soy buen estudiante. Me iré entonces a mi habitación, nos
vemos en un rato.
Fernando se dirigió a la habitación y mientras iba de camino se le ocurrió la idea de poder
averiguar más sobre el dichoso premio otorgado por el Salón de Artistas de América. Por
eso se acostó en su cama y empezó a averiguar en internet sobre el dichoso premio del que
nunca en su vida había escuchado nada.
- Con que es uno de los premios más importantes entregado en el continente, no lo puedo
creer. ¿Quién iba a pensar que este sujeto, solitario, inteligente, egoísta y hasta un poco
egocéntrico sea el nuevo merecedor de tal grandioso reconocimiento? La vida sí que me da
sorpresas inesperadas. Tendré que halagarlo por tan gran logro en su vida, de seguro lo
volverá más famoso de lo que ya ha de ser.
Fernando entonces se puso a cuestionarse sobre la suerte con que contaba Arturo, pero la
verdad es que el merecimiento de tan gran premio sólo era el resultado de un gran esfuerzo
artístico por el que Arturo estaba apostando mucho de su vida y de su carrera desde hacía
ya varios meses. De hecho, la colección con la que pudo ganar estaría en exhibición dentro
de poco en la ciudad, sería la primera vez, ya que antes tuvo que estar expuesta en muchos
salones de arte de diferentes ciudades del continente.
- La verdad es que no es mi obligación el darle un obsequio, además se vería mal. Contando
con que no tengo ni un peso para comprarle algo, ya con eso estoy perdido.
Con esta idea en la cabeza, Fernando salió a la cocina por agua. De pronto se encontró con
que Arturo estaba anotando algo en la libreta, justo sobre el mesón de la cocina.
- Hola, ¿qué haces?
- Hola Fernando, estoy anotando unas ideas para hacer. Se me ocurrieron en este preciso
momento y pues, no podía desaprovechar la oportunidad, no importa que esté en la cocina.
- A, bueno, que le aproveche. Estaré en mi habitación por si me necesita.
Justo en el momento en que terminaba de sacar el agua, al girar, su pie se dobló haciendo el
gesto exagerado de caerse y hacer un reguero, pero en cuestión de segundos y como un acto
de súper reflejo Arturo corrió a sujetarlo. Quedaron ambos abrazados para evitar un
desastre. Parecían románticos en aquella posición.
- Lo siento, casi me caigo.
- Sí, has de tener más cuidado.
Las manos de Arturo rozaron suavemente la piel de los brazos de Fernando mientras se
soltaba de sus caderas. Fernando se sintió extraño, un pequeño temblor atravesó su cuerpo
desde la nuca hasta las piernas. Se sonrojó y de inmediato se alejó de Arturo.
Al llegar la noche, los dos estaban cenando en la terraza del apartamento, con una luna
esplendorosa de fondo, una noche llena de estrellas, cielo despejado y mucho viento que
batía las palmas de los cocos de la playa con un estrepitoso movimiento.
- ¿Cómo está la cena Fernando?
- Muy rica, ¡deliciosa! No sabía que en esta ciudad hubiese restaurantes tan buenos como
este que nos hizo la cena.
- Sí, hay muchas cosas en esta ciudad que al menos son desconocidas para la mayoría de los
habitantes. ¿Qué te parece si hacemos uso de otro wisky que tengo en la reserva? Creo que
es un buen momento, dado el caso, la compañía y el lugar.
- (¿Acaso está diciendo que al estar yo aquí vale la pena que se gaste sus bebidas de
colección? La cena no me parece oportuna para andar desperdiciando semejantes bebidas)
Este… pero… ¿no crees que es un poco temprano para beber?
- ¡Claro que no! He aprendido que cuando uno quiere algo sencillamente hay que hacerlo,
claro, siempre y cuando no se le haga daño a nadie. Es ley de la vida que mientras puedas
gozar, no te has de negar.
- Pues, tú sí que tienes leyes raras. Pero bueno. Y… ¿es wisky escocés de nuevo?
- No, esta vez la casa coloca uno de Estados Unidos.
- Mmmmm, qué bien. Creo que contigo me volveré alcohólico.
- Jajaja, no digas eso.
Y entre chiste y chanza se fueron acabando no una, sino dos botellas de un wisky
estadounidense que desde hacía tiempo tenía en la reserva personal Arturo, nunca había
querido destaparlas pero en esta noche su arrebato así lo quiso. En cuestión de horas
Fernando estaba fuera de sí, ya el alcohol había hecho estragos en su persona, empezando
por su forma de hablar, de observar las cosas, de mantenerse en pie y con la mente en
orden.
- Arturo, ya no quiero más, me siento mareado, en extremo, ya veo doble.
- Jajaja, eso es normal, estás embriagado.
- Es raro, se siente raro, nunca había estado en estas.
- No importa, de todas formas ya nos iremos a dormir.
- ¿Hablas en serio? ¿Podré dormir contigo esta noche?
- Pero ¿qué dices? Uy no, este chico ya está desvariando. Ya se emborrachó.
- ¿Sabes qué? Mejor llévame a mi habitación, tengo sueño y siento que todo da vueltas y
vueltas.
Mientras Fernando le decía esto a Arturo, su mano la deslizaba suavemente por el cuello de
Arturo y su voz, baja en tonalidad, era suave, romántica y su mirada, un poco loca por el
alcohol, hacía como si estuviese mirando a Arturo con cierto deseo descomunal que no
tardó en entender Arturo, quien empezaba a comprender el mensaje oculto que decían los
labios y los ojos del inocente de Fernando.
- (¿Acaso este niño está pensando que yo quiero dormir con él? Creo que el alcohol está
mostrando una faceta muy oculta de Fernando, mejor lo llevaré a su cuarto para que
descanse) Claro Fernando, vamos, ya es hora de dormir.
Fue así como Arturo terminó cargando a Fernando prácticamente con una ligereza en el
acto, ya que Arturo al medir 1,87 en comparación con los 1,73 de Fernando, lo pudo
manipular con facilidad. Una vez estando en el cuarto, Arturo pudo ver la humanidad de
Fernando en la ternura e infancia que este mostraba al estar completamente ebrio y sin
poder tener fuerzas para nada. Lo cubrió con la sábana no sin antes haberle quitado los
zapatos y la camisa que llevaba.
Era la primera vez que Arturo entraba en aquella habitación luego de ya cerca de tres
meses, a pesar de ser de su propiedad, siempre respetaba la privacidad de su huésped.
Empezó a observar la habitación y pudo percatarse de que era la típica habitación de un
chico universitario. Estaba llena de gráficas de trabajos pasados, de planos de ingeniería,
notas, muchos cuadernos y libretas, libros de muchos tamaños, dibujos y una cantidad de
cosas más que poco podía ver por la falta de luz.
Le llamó la atención un dibujo que se encontraba sobre la mesa de dibujo al lado de la cama
de Fernando. Reconoció una hélice de avión en aquellos trazos. Lo observó por un
momento y luego lo dejó en su sitio. Pero sus ojos de detuvieron en una curiosa libreta de
color azul oscuro con un diseño muy original que estaba justo en la esquina derecha del
escritorio. Vaciló en tomarla, él no era de las personas que esculcan en las cosas ajenas para
averiguar lo que no le importa, pero la curiosidad apremiaba y sus manos se apresuraron en
tomar la libreta y abrirla de par en par.
Observó por los escritos que era una especie de diario, no en el estricto sentido de la
palabra, pero sí tenía anotaciones propias de un diario personal. Empezó a pasar las hojas
con cierta delicadeza mientras sus ojos veían rápidamente, como en una radiografía a la
carrera, todo lo escrito por Fernando. Hasta que observó una fecha que estaba resaltada con
color rojo: “Mayo 7”. No dudó en leer aquel apartado de la libreta y mientras leía sus ojos
se abrían más de lo normal, su boca empezó a moverse lentamente y su cuerpo empezaba a
tomar una postura más erguida de lo que estaba. Leyó:
“Mayo 7. Hoy he experimentado sentimientos encontrados en mi interior, sobre todo
cuando estoy cerca de Arturo, es un poco confuso, para mí es indescriptible, pero creo que
del odio que tenía al principio he dado paso a la admiración por esta persona. Lo que me
preocupa es que esta admiración ya se está tornando en otra cosa. No sé qué voy a hacer,
creo que se ha metido en mi corazón, ahora siento la necesidad de estar cerca de él, de
poder compartir todas las locuras que sólo a él se le ocurren, de verlo reír, de estar
siempre allí para que no se vuelva a sentir sólo. ¿Acaso esto es amor? ¡Imposible! ¿Acaso
estoy confundido? Seguramente, pero si no logro poner en orden mis pensamientos,
terminaré por hacer una que otra locura. Yo no soy así, no sé qué me pasa, esta es mi
cruda verdad envuelta entre un mundo completamente nuevo, desconocido para mí, porque
el que un hombre pueda enamorarse de otro hombre es raro, no está bien visto, no sé cómo
hacerlo”
Arturo se quedó atónito, sin palabras. Así que cerró la libreta y salió rápidamente de la
habitación. Su mente había quedado en blanco total, no tenía ningún pensamiento, ninguna
pregunta, nada que lo pudiese distraer o que generara en él algún sentimiento. Se dirigió
rápidamente a su cuarto y se alistó para dormir, no dijo ni pensó nada. Simplemente se tiró
en la cama tratando de conciliar un sueño que demoraría en llegar más de lo imaginado.
SI NO APUESTAS, NO GANAS
- (Con lo que leí anoche tengo bases suficientes para que mi plan funcione, no puedo
dejar que esto pase como si nada, Fernando sabrá de mí).
- ¡Buenos días Arturo! ¿Cómo amaneces hoy? Espero que bien, porque tengo una
súper plan que me gustaría que hiciéramos…
Aún no había terminado de contar la idea completa cuando Arturo se le lanzó encima y de
un solo empujón lo tiró al sofá, quedo inmediatamente sobre él y de un arrebato amoroso lo
besó apasionadamente. Fernando tenía los ojos más abiertos que de costumbre, el gris de
sus ojos parecía azul celeste, tal vez debido a la impresión.
- ¡Suéltame! ¿Qué crees que haces?
- Sólo déjame, por favor.
- ¿Cómo crees? ¡Suéltame!
Pero las palabras de Fernando eran vanas para la furia de amor y pasión que en el momento
le demostraba Arturo. Al final de cuentas era poco lo que Fernando podía hacer para
librarse del cuerpo de Arturo ya que éste, al ser más grande, fornido y pesado que
Fernando, lo dominaba con facilidad, como si de una personita frágil se tratara.
- No puedo creer lo que acabas de hacer, ¿acaso estás jugando conmigo?
- ¡Para nada! Creo… que me gustas…
- ¡Eso es imposible! Además de que tú y yo somos hombres, ¡No se puede!
- ¿Por qué no? Explícame…
- Esto… porque… así es, así debe ser…
- ¡Claro que no! En el corazón nadie manda, a mí eso me sucede en este momento.
- Pues, tendrás que amarrar a tu corazón, pero no me metas en él, no quiero estar allí.
- Lo siento, has entrado a escondidas, ahora no te puedo dejar salir.
Poco a poco Fernando empezaba a sentirse acalorado, aparte de que la respiración se le
dificultaba por el peso del cuerpo de Arturo sobre él. De repente Arturo empezó a acariciar
a Fernando, sus manos empezaron a tocar sus costados, bajaron por las piernas y se
introdujeron por el pantalón hacia la parte trasera. Los besos empezaron desde la boca,
pasando por el cuello, los brazos, el pecho, el abdomen. La situación empezaba a ser muy
excitante para ambos.
- ¡Arturo! ¡No! ¡Tengo miedo!
- No te preocupes, no te haré daño, te haré el amor.
Precisamente eso era lo que temía Fernando, ya hacía algún tiempo que llevaba amando a
Arturo en secreto que parecía casi imposible y más tan de repente, que el amor de su vida
estuviese demostrando agradecido y con mucho placer a aquellas fantasías eróticas que
algunas veces se habían pasado por la mente de Fernando. Con todo esto, Fernando se puso
a llorar, fue un llanto silencioso pero muy tierno a la vez.
- Aunque no lo quieras reconocer, sé que me quieres Fernando. ¿Por qué no me lo
dices aquí mismo?
- Todo esto es nuevo para mí, estoy muy nervioso y no sé qué hacer…
- Con que me ames está bien. Fernando… te quiero…
Y Fernando apretó fuertemente contra su propio cuerpo el cuerpo caliente y tenso de Arturo
quien se movía con delicadeza y pasión por entre todos los lados. Sus manos envolvieron a
Fernando en una pasión ardiente, ambos se hicieron un solo cuerpo allí, en el sofá de la sala
del apartamento de Arturo. Era el momento más sublime dentro de la vida amorosa de
Fernando, ahora se sentía distinto, amado, único. Apretaba con tanta fuerza a Arturo como
tratando de decirle implícitamente que no se alejara, que lo siguiera amando hasta el
cansancio.
Arturo sabía que esto también era nuevo para él, pero se había sentido con fuerzas y valor
para hacerlo una vez había leído el pequeño fragmento “declaratorio” en la libreta personal
de Fernando. La verdad es que a Arturo no le era indiferente Fernando. Esta historia de
amor se fue gestando poco a poco hasta convertirse, sin quererlo, en un verdadero amor.
- No sabes lo feliz que me haces Fernando.
- ¡Ah! ¡ah! ¡ah! ¡ah!
- Te haré el amor de tal forma que nunca lo olvidarás…
- Te amo Arturo, te amo…
Por un instante Fernando se transformó y empezó a abrazar a Arturo que se encontraba
sobre él, dominándolo, poseyéndolo. Fernando quería que ese momento durara por siempre,
era la primera vez que se sentía tan bien que nada en su mundo tenía problemas. Las
piernas se entrecruzaban, los cuerpos se agitaban uno contra otro, las manos se entrelazaban
con amor y fuerza a la vez, las miradas eran de éxtasis y coquetería mientras las bocas
tenían su propio lenguaje que decían palabras dulces y hasta gemidos de placer y dolor a la
vez. El momento fue tan mágico y tan fuera de lo común que ninguno de los dos se lo
hubiese imaginado así jamás.
Ambos se introdujeron en un mar de pasión completamente desconocido, Fernando se
sintió muy feliz de poder amar a Arturo mientras que éste estaba dichoso de haber hecho lo
que hizo, en otros tiempos lo hubiese considerado imposible, pero este atrevimiento que
tuvo con Fernando le había valido la gloriosa experiencia de haber sentido tocar las
estrellas.
Una vez que terminaron su faena desenfrenada de amor, los dos quedaron exhaustos en el
suelo. Fernando acariciaba el cabello de Arturo mientras éste miraba perdidamente hacia el
techo, como en un éxtasis permanente lleno de dicha y felicidad.
- ¿Cómo es que te atreviste a hacerme todo lo que me hiciste? Pensé que no te gustaban los
hombres…
- Pues, tuve una ayuda extra que me animó a hacerla. Fernando… ¿por qué nunca me dijiste
lo que estabas sintiendo por mí? ¿no lo ibas a hacer nunca?
- Pues, la verdad es que no lo he hecho todavía, esto fue más como una violación, ante todo,
tú fuiste el que comenzó… ¿se te olvida?
- Claro que no. Pues, te debo confesar que anoche, cuando te llevé a tu habitación, estabas
tan borracho que me tocó meterte en la cama, quitarte los zapatos, arroparte, estabas hecho
un desastre. Cuando me iba, me llamó la atención tu escritorio, tan lleno de cosas, papeles,
trabajos, dibujos, fue inevitable no acercarme.
- ¿Esculcaste mis cosas Arturo?
- ¡Claro que no! Lo que pasa es que vi una libreta sobre la mesa, discúlpame pero la
curiosidad me llevó a hojearla sin querer.
- ¡Ay no! ¿Qué leíste?
- Un hermoso fragmento donde declarabas tu amor por mí a esa pobre libreta.
Fernando se puso rojo como un tomate, pero de inmediato explotó en ira y le reclamó a
Arturo por el acto de atrevimiento que había tenido. De todas formas Fernando no tenía
planes de contarle eso a su amor escondido, al fin y al cabo se sentiría mal por ello.
- ¡Te odio! ¡Te odio Arturo! ¡Tú sólo quieres usarme, te aprovechaste de mí!
- Por favor no digas eso, esto no es aprovecharme de ti.
- ¿A no? ¿Y entonces cómo se llama esto? Entras a mi cuarto, me revisas las cosas, y al
enterarte de algo tan privado vienes y lo usas en mi contra para favorecer tus planes, ¿acaso
no te das cuenta? ¡Esto no debió haber sucedido! Y yo… muy estúpido en permitirlo, me
arrepiento…
- ¡Oye, Fernando espera!
Fernando se levantó de un brinco y se dirigió a su cuarto donde se vistió nuevamente, con
otra ropa, tomó su morral de la universidad y salió corriendo hacia la calle. Salió tan rápido
que Arturo no tuvo opción ni posibilidad de decirle algo, de hacerle una pregunta, de darle
un consejo o de disculparse por haberlo hecho sentir mal. Fernando caminaba por la calle,
con rumbo desconocido, y mientras caminaba se introdujo en sus pensamientos, de verdad
se sentía mal por lo ocurrido.
- (Esto no me puede estar pasando, esto no puede ser. ¿Cómo es posible que la persona que
me ha llegado a gustar, aunque no es correcto sentir esto, termine por violarme? ¡Sí! Porque
esto fue una violación. ¡No seas estúpido, si tú mismo permitiste, hubiese sido más difícil
para él si hubiese puesto resistencia… ¿Por qué soy tan débil? ¡Ay no! ¡Me quiero morir!)
PARA UNA RELACIÓN SE NECESITAN DOS PERSONAS
- ¡Arturo! ¡Qué alegría saludarte! Estás muy guapo, cada vez eres más bello que antes…
- Gracias Ariana, muchas gracias, por favor sigue…
- Gracias cariño… y dime, ¿Ya estás listo? El carro nos está esperando abajo. Date prisa
por favor.
- Bien sabes Ariana que si fuera por mí no iría a esa premiación, esos eventos me aburren.
- ¿Pero qué dices? No seas tontito, alístate que nos vamos.
- Hola, buenas noches.
- Hola, hasta que tengo el gusto de verte, con que tú eres el amigo de Arturo eh… mucho
gusto, soy Ariana Fernández, de la Galería 51 de arte moderno.
- ¡Encantado Ariana!, yo soy Fernando Conde.
- ¿Te gustaría venir con nosotros a la ceremonia de premiación que le harán a Arturo el
gran Salón de los Artistas de América?
- No lo creo, pero muchas gracias por la invitación. Tengo que salir en este preciso
momento, tengo un compromiso que no puedo dejar tirado, lo siento. (¿Pero qué estoy
diciendo? No tengo ningún lugar al que ir a esta hora de la noche y menos para reunirme
con alguien, soy un idiota. Pero la verdad no quiero ir a ese evento, no fui invitado con
anterioridad, no conozco a nadie, me sentiría muy incómodo, y pues, con Arturo será la
última persona con quien quiera estar en una fiesta de ese calibre. No, mejor no voy)
- ¿A sí? ¿Tienes una cita? No pensé que ya a estas horas de la noche anduvieses por ahí en
citas, ¿es de la universidad?
- ¡Arturo! No tienes por qué meterte en mi vida, a ti no te ha de importar si tengo o no una
cita… no te tengo que dar explicaciones…
- ¡Cálmate! No es para que te pongas histérico. Mejor vámonos Ariana, se nos hizo tarde.
Fernando creo que llegaré tarde, así que por favor, no me esperes para cenar, ¿está bien?
Nos vemos, chao.
Mientras Ariana y Arturo salían, Fernando tomó la mochila y guardó la cámara digital y
una botella de agua, estaba resuelto a salir a caminar por el malecón para distraerse, de
todas formas tenía que mantener la mentira de la reunión con un amigo de la universidad
que se había inventado hace unos minutos atrás. No quería quedarse en el apartamento a
esperar a Arturo y menos sabiendo que llegaría tarde.
- A ver Arturo que hay algo que no entiendo, creo que a esta cuerda le hace falta un pedazo
y tú tienes ese pedazo escondido, así que ve contándome de una buena vez ¿qué es lo que
sucede con ese chico? ¿Quién es y qué hace en tu casa?
- Es hijo de una amiga, se está quedando conmigo mientras su madre regresa de Medellín,
se fue por un tiempo por cuestiones de su trabajo, eso es todo… no hay nada más que te
pueda contar.
- ¿Tú me crees idiota? ¡Sabes que me mientes! Eres un tonto al creer que no te conozco, sé
que ese chico y tú tienen algo más que una amistad, ¿no es así? ¿Por qué no me cuentas?
- Está bien, sí, no somos amigos, creo que lo amo y él a mí, pero desde hace más de una
semana que me dejó de hablar, ahora creo que me odia, estos últimos días han sido muy
difíciles para mí, sé que para él tampoco ha sido nada bueno el tenerme cerca.
- ¡No te lo puedo creer! ¡Wow! ¿Cómo pasó?
- Pues, me enteré a escondidas de que me amaba, así que tomé la iniciativa y lo besé una
noche, a la fuerza, pero lo besé, luego hicimos el amor, desde aquella noche me odia, no me
habla desde entonces…
- ¿A la fuerza dices? ¿Por qué?
- Porque él tenía miedo, así que decidí ayudarlo dándole un empujoncito.
- ¡Ja! ¡Pero vaya qué empujoncito! Así sería ese “empujoncito” que le diste que ahora te
odia.
- No lo sé Ariana, pero cada día que pasa siento que lo amo más y más, ya no sé qué hacer.
- ¿Y por qué no lo invitaste a este evento? Hubiese sido una buena oportunidad para que se
manejaran en otro ambiente diferente del apartamento, además, se hubiesen divertido
mucho.
- No lo sé, no se me pasó por la cabeza el invitarlo, de todas formas no hubiese venido, no
creo que le gusten estas actividades, él no es de este mundo del arte.
Fernando se había pasado casi dos horas caminando por el malecón de la ciudad
fotografiando las hermosas panorámicas de la cinta costera que se mostraba en todo su
esplendor con las luces de los edificios del fondo y la luna con las estrellas en el cielo,
sobre el mar, daba un aspecto indescriptible a aquella ciudad costera abrazada por el mar.
Una vez se hubo aburrido de aquello, regresó al apartamento y se puso a ver tv, no tenía
hambre pues había comido algo rápido en las playas. Estaba viendo un programa musical
cuando apareció Arturo por la puerta algo sonrojado y con la corbata en las manos.
- Hola, ¿qué estás viendo?
- Un programa de musicales… no es nada interesante…
- Fernando, necesito hablar contigo en este momento, por favor, ¿puedes?
- No quiero, además nosotros no tenemos nada de qué hablar…
- Por favor, es urgente.
- ¡Está bien! Dime.
- Fernando, yo sé que hace unos días actué mal contigo, no debí haberte besado a la fuerza
y mucho menos obligarte a hacer lo que hiciste. Estoy arrepentido por eso y pues… quiero
pedirte que me perdones, no debí haberlo hecho. Pero la otra verdad es que yo te quiero, no
me importa pensar que está mal, no quiero que los prejuicios de la sociedad terminen por
manejar mi vida privada, eso es algo que jamás permitiría. Así que quiero proponerte que
seas mi novio, que estés a mi lado, que no te de vergüenza nuestro amor, que me ames
como lo escribiste en aquella libreta, que seamos felices…
- Arturo, por favor, no digas eso. Tengo miedo, no sé qué voy a hacer luego, ¿has pensado
en mi madre? Ella no aceptará lo nuestro… jamás…
- Pues, podemos intentarlo, además ¿qué te puede hacer? Si llegado el caso te corra de casa,
sabes que esta es tu casa, lo es desde que vives aquí.
- Arturo, y ¿qué vamos a hacer? Este amor es prohibido, sabes que no es aceptado, no es
legal, no nos querrían en ningún lugar, no sé si pueda soportar este estilo de vida que me
propones.
- No me importa tener que sacrificar algunas cosas por ti, sabes que la sociedad no me
importa, al fin de cuentas no hay nadie en la tierra que nos pueda juzgar, nadie tiene ese
derecho. Si tú me quieres yo estoy dispuesto a hacer lo que quieras con tal de que seas feliz,
por eso no tendrás que preocuparte. ¿Es que no lo ves? Estoy perdidamente enamorado de ti
y tú, como si nada, hace ya más de una semana que me dejaste de hablar.
- Arturo, perdóname. No quería hacerte sentir así. Pues, la verdad es que me molestó lo
sucedido, no quería que las cosas sucedieran de esa forma, me sentí vulnerado, violado en
casi todos los sentidos, además de saber que no te enteraste por mi propia boca sino que lo
leíste, no tenía herramientas morales para estar bien, ¿lo entiendes? No es fácil, no me es
fácil nada de esto.
- Pues, no me importa nada, sólo quiero estar contigo, podemos pensar bien las cosas y
actuar de la mejor manera, pero no nos separemos por favor. Te lo suplico. Podemos hablar
con tu madre, yo estoy seguro que ella lo entenderá, la conozco desde hace tiempo y sé que
tiene un gran corazón capaz de aceptarte, de aceptarme. ¿Qué dices?
- No lo sé, pero no se puede llegar a conjeturas sobre esto, si vamos a hacer algo es mejor
hacerlo y listo, luego veremos los resultados.
Fue entonces en ese preciso momento cuando Fernando y Arturo se pusieron de pie y se
besaron apasionadamente como si les estuviesen cobrando los segundos en que estaban
juntos. Arturo besaba y acariciaba a Fernando a la vez que se iban desnudando, en amor se
hacía patente en aquellas acciones fuertes que demostraron que para el amor no hay
condiciones sociales, materiales, humanas y demás que puedan impedir el libre desarrollo
de uno de los sentimientos más hermosos que el hombre pueda llegar a experimentar.

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Novela de Temática Gay - Fernando y Arturo

  • 1. Porquecuandoelamornace,elmundocambia. UNAMORNATURAL La siguiente historia narra un poco los acontecimientos en la vida de Fernando Conde, un joven rebelde quien termina conociendo por causas del destino a un viejo amigo de su madre, Arturo, quien además terminará por ser su único amor Camilo del Villar Jiménez Santa Fe de Bogotá - Colombia Trabajo recopilatorio
  • 2. CUANDO UN PROBLEMA PARECE TENER SOLUCIÓN, SE PUEDE ESPERAR ALGO MUCHO PEOR - Arturo, necesito que me ayudes, eres la única persona en quien puedo confiar, ya no tengo opciones y estoy seriamente preocupada, por favor… - ¿Cómo podría ayudarte? Lo que me pides es un poco complicado, además que no he tratado con tu hijo nunca, es incómodo ¿no lo crees? - ¡Para nada! Verás que las cosas saldrán bien, además ya tengo todo planeado, sé que me podrás ayudar, confío en ti. Si supieras todo lo que he sufrido, por favor Arturo… ¡por favor! - Está bien, pero déjame conocer al chico antes de traerlo a casa. - No hay problema, estaré eternamente agradecida por esto que haces. Muchas gracias. Ana salió de la casa de Arturo con un gesto de esperanza y felicidad. Hace mucho tiempo que planeaba pedirle ayuda a Arturo, un amigo que había conocido antiguamente cuando éste era aún un chico que iba al mismo sitio de reuniones para artistas a los que ella solía ir. Arturo se había comprometido entonces con la ayuda del chico travieso y todo por no defraudar a su amiga Ana, a quien tenía en gran estima. - ¿Ahora qué haré? ¿Por qué tuve que haber dicho que sí? ¡Sin duda que me meteré en un problema! Además que no tengo tiempo ni para mí, ahora lo tendré que sacar para ayudar a un chico malcriado que está falto de una buena paliza. No lo puedo creer, me he metido en la boca del lobo. Ana Loretto tenía problemas con su hijo, el único, pero éste daba como por diez personas. Siempre fue problemático y ahora la situación se ponía cada vez peor. Ana es madre soltera debido a que se separó de su esposo y decidió criar a su hijo ella sola, era una profesora de universidad a la que el arte le tocaba las fibras más sensibles de su ser, por eso es que había conocido al pequeño Arturo, quien despuntaba en la pintura por aquellos años. - Fernando, necesito que hablemos, es importante, por favor apaga el televisor. - Pero… ¡mamá! ¿tiene que ser justo ahora? ¿no puedes esperar? Sabes que este programa me encanta, además son capítulos de estreno, no seas mala… por favor… - Lo siento, es que tiene que ser ahora. Hazme caso hijo. - Está bien, cuéntame pues, te escucho… - Bueno, antes que nada, quiero que sepas que te quiero mucho, que eres lo más importante para mí antes que todo… ¿está bien? - Si mamá, eso lo sé. Pero ya déjate de rodeos, esto no me gusta, pareces muy inquieta y no me agrada esta situación, así que lo que tengas que decirme de una vez, hazlo, por favor…
  • 3. - La universidad me ha propuesto una oferta que no puedo desperdiciar. Esta consiste en tener que ir a la ciudad de Medellín por un tiempo a dictar una cátedra para un grupo internacional que se une al plantel, en esa extensión y pues… - ¡Espera! ¿quieres decir que nos vamos a trasladar a Medellín? ¡Eso es lo máximo! - No hijo, eso no es lo que quiero decir… - ¿Entonces? - Pues, lo que pasa es que a esa cátedra tengo que estar dedicada por un buen tiempo, casi todo el día, y tengo que ir sola. - ¿Sola? y… entonces… ¿yo qué? ¿me quedaré aquí sólo? ¡El colmo! - ¡No hijo! no te quedarás sólo, ya he arreglado algo. - ¡No me interesa! ¡Tú como siempre! - No me alces la voz, ¡respétame! - Te vas de buenas a primeras y ¿cómo quieres que reaccione? ¡Por favor! - Te quedarás en casa de un amigo, él estará pendiente de ti, además de que no te faltará nada, no tendrás que preocuparte de nada, lo único que cambiará será el hecho de que no estaré por un tiempo, nada más… - De todas formas, no me interesa, prefiero quedarme sólo aquí. - Eso no lo puedo permitir, además que ya hablé con Arturo y él amablemente aceptó. - ¿Arturo? ¿quién es ese tipo? - Un viejo amigo, es muy buena persona, de seguro que ustedes dos se llevarán muy bien. - ¡Lo dudo! además… ha de ser un viejo aburrido como tú, me tendrá como un prisionero de guerra. - No hables sin saber quién es él. Además, te sorprenderás cuando lo conozcas. Fernando es difícil de tratar, sobre todo porque sus caprichos siempre priman sobre el resto de las cosas que sucedan alrededor de su vida. Su madre lo sabía a la perfección, por eso quería que una persona como Arturo le pudiera enseñar nuevas cosas. Fernando estaba en época de vacaciones universitarias cuando su madre se propuso apartarse de él por un tiempo con el fin de probar si la actitud de su hijo podría mejorar estando en otras circunstancias de vida, con alguien desconocido y que por supuesto no le aguantaría sus pataletas. “Bling” “bling” - ¿Quién es? - ¡Hola Arturo, soy Ana! Por favor déjanos pasar, te traigo a mi hijo. - ¿Ana? Sigue por favor. Al abrir la puerta de su apartamento Arturo vio a su amiga Ana trayendo consigo al que parecía ser su hijo, un chico despeinado pero bien vestido, alto, blanco, de ojos azules, pelo castaño claro y con un aspecto físico mucho más atrayente que repulsivo, como se lo había
  • 4. imaginado por la forma en que sabía se comportaba este malcriado de pura cepa. También fue sorpresivo porque no se esperaba dicha visita ese preciso día. - Sigan por favor, ésta es su casa, adelante. - ¡Muchas gracias! - Con permiso. - Arturo, tengo en placer de presentarte a mi hijo, él es Fernando. - ¡Mucho gusto Fernando! Soy Arturo Arias, un amigo de tu madre, ella te lo habrá contado ¿verdad? - Hola. Sí, me lo contó hace algunos días. Soy Fernando. - Bueno, bienvenidos. - ¡Gracias! ¡Gracias! Fernando no paraba de hacer mala cara, observaba todo a su alrededor con cierto desprecio y más cuando observaba a su mamá, creía que ella lo estaba abandonando como un perro cualquiera y no quería estar en aquel sitio, menos con un completo desconocido al que ya empezaba a odiar en secreto. Ana trataba de animar a Fernando con pequeños comentarios al respecto de lo hermoso del apartamento, resaltó algunas cualidades de Arturo como persona pero Fernando no prestaba intención o interés alguno por todas aquellas palabras que le entraban por un oído y le salían por el otro. - Arturo, estoy muy apenada contigo, no era mi intención hacerte pasar por todo esto. Sé que había quedado contigo de poder presentarte con anticipación a Fernando, pero todo lo de fin de semestre en la universidad acaparó mi tiempo por completo. Ya mañana es el viaje a Medellín y se me cae la cara de vergüenza por esto, no sabes lo apenada que estoy… - No te preocupes Ana, la verdad es que me sorprendiste mucho con tu llegada inesperada, y más si traías contigo a tu hijo ya con maletas y todo para instalarse. No estaba listo, no estoy listo aún y no he alistado el sitio para que podamos estar cómodos… - No te preocupes, puedes pedirle ayuda a Fernando, él lo hará, además sé que eres una persona muy organizada y tendrás una buena habitación para él… - Bueno… si… pero es más importante el que yo estuviese listo psicológicamente para esto que la casa en sí, al final de cuentas, es muy incómodo. Bien sabes que no me gusta vivir en compañía. - Arturo, me estás salvando la vida, tenlo por seguro que te lo pagaré de alguna forma, esto que haces por mí es como un don, de verdad, mil gracias. - No te afanes, de todas formas, por favor llama constantemente, no te prometo que esto tenga buen término, pero haré lo que se pueda. - Gracias. Me despido, ya tengo que ir a hacer maletas, ni he tenido tiempo para ello. - Tranquila, que tengas feliz viaje. - ¡Adiós!
  • 5. - Fernando, hijo, me despido. Espero te portes bien, mira que Arturo muy amablemente será tu protector durante este mes, así que sé agradecido ¿sí? - Está bien, vete. - ¡No me hables así! - ¿Me abandonas y quieres que esté feliz en casa de un extraño? - Arturo no es ningún extraño, por favor, no empieces… - Tranquila Ana, vete ya por favor, deja que Fernando se tranquilice. Que te vaya bien. - Gracias Arturo, te encargo a Fernando ¿sí? Cuídalo por favor. - Lo haré, no tengas reparo. Quedaba Arturo solo con Fernando en el apartamento que Arturo tenía desde hace varios años en la cinta costera de la ciudad, desde donde se veía el mar en toda su inmensidad. Fernando estaba absorto en su celular, tratando de distraerse o de ignorar por completo una posible conversación con Arturo, no le interesaba ya nada en el momento. - Bueno, nuevamente bienvenido Fernando, estás en tu casa. - Gracias, no tenía por qué molestarse de esta forma, se hubiese negado a las persuasiones de mi madre y no tendría problemas de ahora en adelante. - ¿Por qué tendré que tener problemas? - Yo soy un problema Arturo. - Bueno, al menos ya te sabes mi nombre, eso es un primer paso. - No se haga el amable, no quiero y no querré estar aquí, ¿entendido? - Cálmate, no es para tanto. - Discúlpeme, pero estoy muy molesto con toda esta situación. - No te apures, ¿Qué te parece si cenamos? Tengo algo que te puede gustar. Tu madre ha dejado pollo frito, me dijo que es tu comida preferida… - Está bien, muchas gracias por todo. Luego de la cena que estuvo marcada por silencios prolongados de parte de Fernando quien no tenía intenciones de hablar con Arturo, se pusieron a acomodar las cosas en el armario de la habitación del segundo piso, justo al lado de las escaleras. La habitación de Arturo daba al fondo. El apartamento de Arturo era grande en comparación a lo que se podría esperar de tal edificio, pero al estar ubicado en una zona exclusiva los apartamentos solían ser sorpresivos por dentro. - Bueno, al menos ya esto empezó, espero que ese chico pueda estar bien. Pero es muy odioso, ojalá lo pueda soportar, de lo contrario terminaré tirándolo por la ventana a ver si le quito esa pena a la pobre de Ana. No tengo mucho tiempo para acabar mi nueva colección y ahora se me presenta esto, ¿podré ser más de malas? Necesito ayuda, no sé qué voy a hacer… ¡Ayuda! ¡Ayuda! ¡Ayuda! Soy un idiota de primera clase, ahora me tendré que atener a lo prometido.
  • 6. NO JUZGUES SIN CONOCER Antes de que el sol saliera, Arturo estaba despierto dando vueltas en su cama. No había sido una buena noche y por eso no había podido descansar. Le dolía la cabeza y sus nervios estaban de puntas porque en menos de un mes tendría exposición de su colección que prometía mucho ante la crítica de arte de la ciudad y del país entero. Esta preocupación unida al insoportable chico que ahora era su huésped eran dos motivos para que el día no comenzara de la mejor manera. - Hoy no me levantaré de la cama, me quedaré aquí, si ese mocoso quiere comer algo tendrá que prepararlo él mismo. De todas formas no seré su empleado, conmigo no funcionarán sus trucos de persuasión ni mucho menos sus niñerías. Eran las nueve de la mañana cuando Arturo se levantó de la cama y se dirigió a la cocina a prepararse un café bien cargado, necesitaba muchas fuerzas para el día en el que tenía planeado avanzar mucho de su colección de pintura. - Ah, buenos días Fernando… - ¡Buenos días! ¿Cómo amaneces? - Mal, anoche no pude dormir, estoy estresado y siento que la cabeza me va a explotar. - ¿Necesitas algo? ¿Por qué no va al hospital? ¿Tomó algún medicamento? - No, no te preocupes. Estaré bien. - He preparado el desayuno, no es que sea mi fuerte el cocinar, pero algo he aprendido. Espero te guste. - ¿Por qué lo hiciste? No te hubieras molestado, no está bien. - No es ninguna molestia… permíteme, por favor toma asiento, ya te sirvo. - ¡De ninguna manera! - No diga nada, tómelo como una forma de restituirme por mi mal comportamiento ayer, no debí haber actuado de esa forma, de todas maneras soy su huésped, es lo mínimo ¿no cree? - No me parece, no estoy acostumbrado a que hagan cosas por mí y menos de esta manera, es incómodo. - Pues acostúmbrese porque así será de ahora en adelante.
  • 7. Luego de esta pequeña discusión Fernando pudo ver la autosuficiencia en la que vivía Arturo, por eso empezaron a generarse en su mente miles de preguntas para este sujeto al que ahora veía con cierto respeto, le inspiraba una admiración naciente que le asustaba, nunca había tenido contacto con su padre y poder ver a un hombre realizado en todos los sentidos era algo que le intrigaba, le llamaba la atención sobremanera. - ¡Muchas gracias por el desayuno! No estaba mal eh… - Gracias. Sé que me puedo defender en la cocina, al menos le agradezco eso a mi madre. - ¿Por qué no se la llevan bien ustedes dos? Uy, discúlpame, no debo entrometerme en sus asuntos privados, lo siento. - No te preocupes, no hay problema. - De todas formas, discúlpame, no es mi intención. - No hay problema, ya le dije. Lo que pasa es que mi mamá es muy controladora, así es ella. Eso es algo que me fastidia, por eso creo que no somos compatibles. - ¿Cómo puedes decirlo? Es tu madre, ella te conoce mejor que nadie en este mundo. - Sí, es cierto, pero de todas formas a veces siento que no me entiende, parece que habláramos dos idiomas completamente diferentes, ella en ruso y yo en mandarín. - Jajajajajajajajaja… ¡qué analogía tan chistosa! - Arturo ¿Le puedo preguntar algunas cosas? - Claro, en lo que pueda responderte, lo haré. - ¿Por qué aceptó hospedarme en su casa? Usted no me conoce, no tiene ninguna obligación de hacerlo. - Lo hago por tu madre, la conozco desde hace muchos años cuando aún yo era un chiquillo, ella fue una de las personas que me apoyó cuando estaba iniciando mi carrera. - ¿Qué profesión tiene? - Soy pintor, dibujante y escritor, pero soy más conocido por mis trabajos en pintura. (Tal parece que este niño no conoce nada de esto, hasta me desconoce, no es que sea una persona extremadamente famosa, pero es raro que alguien en esta ciudad no me conozca, es muy raro, este chico vive definitivamente en otro mundo). - A mí no me gusta el arte, tal vez porque no soy muy bueno ni en la pintura ni en el dibujo. Pero me gusta la música, por cierto.
  • 8. - ¡Excelente! Eso también es una forma de arte. Cuando quieras te puedo enseñar algunas cosas sobre dibujo y pintura ¿te gustaría? - ¡Sí! ¡Sería genial! Así pasaron casi dos horas desde que los dos se sentaron a desayunar en el balcón del apartamento con el mar de fondo, en plena mañana soleada con la brisa típica de la costa a esas horas del día. Arturo le habló mucho sobre pintura mientras que Fernando prestaba atención, era algo poco usual en aquel chico al que parecía no importarle nada más en la vida que sus propias fechorías. Con el transcurrir del tiempo y el avance en la charla, ya era visible que Fernando sonriera ante los chistes y comentarios graciosos hechos por Arturo mientras que éste también veía de forma diferente a Fernando, empezaba a comprender que no era tan mala persona después de todo. - Y dime ¿estudias en la universidad? - Sí, estoy estudiando Ingeniería Industrial en la Universidad San Buenaventura. - Ah, qué bien. Y… ¿qué edad tienes? - Tengo 21 años, los cumplí hace unos meses. Pero usted no es tan mayor como me lo esperaba, debo confesar que cuando mi mamá me contó que vendría a vivir con usted pensé que sería un viejo aburrido, solterón y muy malhumorado. - ¿A si? Vea pues… soy todo lo contrario. - Así es… y usted, ¿qué edad tiene? - Tengo 28 años, también recién cumplidos. - ¡No lo puedo creer! ¿Es en serio? Usted es muy joven y ya con toda esta vida… increíble. - Gracias, pero no ha sido nada fácil, por cierto. - De todas formas, es admirable. (¿Cómo puede ser que este hombre siendo tan joven ya sea alguien famoso por sus obras, económicamente estable y con todo lo necesario a sus pies?) - Uy! Es tarde, lo siento, tengo trabajo acumulado y hoy me dedicaré a eso. Permiso, tengo que ir al estudio, agradezco que por favor no hagas mucho ruido, estás en tu casa, pero hoy necesito mucha concentración para el trabajo ¿sí? - ¿Va a pintar? - Sí, dedicaré todo el día a esa labor. - ¿Puedo observar?
  • 9. - Lo siento Fernando, pero hoy no podrá ser posible, tengo una exposición pendiente para final de mes, estoy bien en producción, pero no me gustaría retrasarme en nada. Lo siento, después será. Con permiso. - (¿Por qué hice eso? A mí no me gusta el arte y ahora de buenas a primeras le pido si me deja entrar en su estudio, ¿qué me pasa? Además no debo mostrarme tan familiar con alguien así, se ve que es muy malhumorado, no lo soportaría) Lo cierto es que por la cabeza de Fernando pasaron muchas preguntas en relación a esa mañana, era raro que hubiese hecho el desayuno, la conversación que acababa de pasar, los gestos propios de aceptación y amabilidad que mostraba ante Arturo, el repentino interés por la pintura y el dibujo (que nunca le habían llamado la atención) así como la preocupación de querer hacer las cosas bien en aquella casa era algo que lo empezaba a desconcertar. Luego de esto, Fernando le se levantó a lavar los platos del desayuno, estaba en silencio pensando en todo esto, se sonrojó y la incomodidad se hizo patente en su entrecejo que frunció con fuerza. No era lógico que se estuviese comportando de esta manera. Cuando al poco tiempo se abrió la puerta del estudio privado de Arturo y éste, asomando la cabeza le dijo en tono amable: - ¿Te parece si vamos a almorzar afuera? Conozco un lugar interesante que de seguro te encantará. ¿Aceptas? - Eh… jeje… no se preocupe, no tiene por qué hacerlo. - No es nada, así que a las 12:30 estarás listo ¿entendido? - Bueno. Y cerró la puerta de nuevo quedando Fernando en silencio, hasta que continuó lavando los platos. ¿Un almuerzo? No quiero ir, por qué me pasa esto, no es justo. ¿Acaso estará usando una terapia psicológica para enseñarme moral o algo así? ¿Por qué me hace sentir tan mal? Yo nunca hice nada de esto con mi mamá, al menos no que yo recuerde. Y así pasó Fernando haciendo miles de cuestionamientos sobre la invitación a almorzar hecha por Arturo quien sólo lo hacía por simple cortesía. La verdad es que la misión de Arturo consistía más en poder cambiar las actitudes del rebelde y creído Fernando más que cualquier otra cosa. Esa era una de las recomendaciones que le había hecho Ana cuando le pidió el favor de cuidarlo mientras ella estaba en Medellín por cuestiones curriculares de su universidad. Arturo aprovecharía entonces al máximo todas las formas en las que pudiera demostrarle a Fernando otras facetas de la vida a ver si cuando regresara Ana pudiera implementar lo aprendido, con tal de que esta pobre mujer pudiera ser más feliz.
  • 10. TODO TIENE UN PRINCIPIO Llegó la hora del almuerzo, Arturo había salido desde hace unos minutos de su estudio en el que adelantaba trabajo para su próxima presentación. Fernando lo esperaba impacientemente y con algo de molestia en su rostro. - ¿Estás listo? - Si, desde hace rato. ¿A dónde iremos? - A un lugar muy especial. Ambos se dirigieron en el carro de alta gama que Arturo tenía recientemente pero que poco usaba. Fueron a un restaurante ubicado en la Batería de San Fernando, en la orilla del mar, un lugar exclusivo al que las personas iban para disfrutar de las cristalinas aguas del mar, para respirar aire puro, alejarse del ruido de la ciudad y entrar en un paraíso terrenal por unas horas. - ¿Por qué venimos a este lugar? No te parece que es mucho para un simple almuerzo. - Pues, decidí venir contigo aquí porque desde hace rato quería hacerlo, pero como no tenía con quién, aprovecho tu compañía para ello. - ¿Acaso no tienes amigos o amigas con quienes hacer esto? No me utilices para planear tu vida, no es correcto. - Oye, no te enojes, la verdad es que no tengo amigos con quienes compartir, la mayor parte de la gente que me rodea son de las galerías, museos y demás, nadie con quien me interese estar, esa es la verdad… - (¿Pero qué dice? ¿Acaso conmigo sí le gusta estar? Pero ¡si apenas me está tratando! ¡No lo puedo creer!). Pues ya es hora que te consigas amigos de verdad, la soledad no es buena y menos para alguien como tú que tiene mucho por compartir, no seas egoísta. - Gracias por tus consejos, ya los estoy poniendo en práctica. Justo ahora mismo. - ¿Qué quieres decir? ¿Acaso estás generando una amistad conmigo? No te confundas eh… - Eres muy problemático, ¿qué de malo tiene el que seamos amigos? De todas formas estaremos compartiendo durante este tiempo, no es bueno que viviendo bajo un mismo techo tengamos que andar peleados todos los días ¿no lo crees? - Eso es diferente, de todas formas deberías de tratarme con indiferencia, no estoy haciendo más que causarte gastos, además mi mamá es muy abusiva por dejarme en tu casa, yo como tú no hubiese aceptado, es una falta de respeto.
  • 11. - Oye, ya te expliqué el motivo. Yo aprecio mucho a tu madre, además no eres ningún gasto para mí, no digas cosas que no son. Más bien entremos, tenemos una mesa reservada. Era evidente la cara de sorpresa de Fernando por estar en aquel lugar, pero aun así estaba un poco incómodo por las acciones de Arturo quien ya se mostraba más paternalista con él, era un gesto desconocido para Fernando, al menos en gran medida. - ¡Arturo, todo esto se ve delicioso! ¿Puedo comer lo que quiera? - ¡Claro que sí! Puedes tomar todo lo que quieras, esta sección es sólo para nosotros. - Me parece que es demasiado, no deberías desperdiciar tu dinero en mí, y menos en comida. - Tú lo has dicho, se ve delicioso, si comes lo comprobarás y te darás cuenta que no es ninguna pérdida de dinero. Anda, disfruta. - ¡Mmmmmm! ¡Toda una delicia! ¡Riquísimo! ¡Exquisito! ¡Celestial! Arturo se sentía a gusto con la idea de dicho almuerzo, veía la cara de felicidad de Fernando mientras disfrutaba de aquellos postres, manjares y todo cuanto se podía deleitar en una sección de la terraza del restaurante que había reservado sólo para los dos. Era la primera vez que Arturo traía a alguien a este lugar, por lo general venía solo hasta que se aburrió, pero con la oportunidad que le presentaba Fernando, sobre todo en la compañía, no la podía dejar pasar, además que quería compartir un poco de sus excentricidades con alguien, así fuese una sola vez en la vida. - Arturo, ¿usted es de esta ciudad? - ¡Claro! Tanto como tú. Pero viví por muchos años en Miami, ya que mi madre solía llevarme allá por largas temporadas hasta que me quedé por cerca de 15 años. Volví para mi tierra con estudios en Artes Plásticas y Literatura. - Ah, qué bien. A mí me gustaría ir algún día al extranjero, siempre me ha llamado la atención conocer Europa. No lo he podido hacer aún, pero sé que más adelante será un sueño que se hará realidad. - Así es, todo depende del esfuerzo que coloques en cada cosa que haces, sobre todo si son acciones que te ayuden a progresar intelectual y humanamente. - Mi madre nunca me pregunta por nada de estas cosas, por eso creo que somos dos desconocidos bajo el mismo techo, ¿lo ves? Contigo ya hasta hablo de esto, toda mi vida al lado de mi mamá y a ella ni siquiera le interesa lo que me gustaría ser, lo que quiero hacer, a dónde quiero ir, nada. Ni siquiera conoce a mis amigos de la uni.
  • 12. - Lo siento. Pero debes saber que nadie es perfecto, a lo mejor ella necesita aprender todo esto de ti ¿no lo crees? ¿Por qué no te aventuras a enseñarle? - Tal vez, pero no la metamos en este tema, ya olvidémoslo. Sigamos disfrutando de este momento, y por cierto, muchas gracias de nuevo por haberme traído aquí, es hermoso. - No hay problema, es un placer que puedas disfrutar. ¿Qué te parece si hacemos un trato? - ¿Cuál trato? - Ven, trae tu mano izquierda, juntemos nuestros dedos índices y me prometerás que te portarás bien, que aprenderás de todo lo que te enseñe y que cuando vuelvas con tu madre podrás poner más de tu parte, sin importar si ella no coopera, lo que vale la pena es que seas tú quien tome la iniciativa ¿estás de acuerdo? - Pues, suena bien. ¡Está bien acepto! - ¡Perfecto! Así se hace, ahora terminemos, tengo otra cosa que enseñarte. - ¿Todavía más? ¿No te parece que con esto es suficiente? Luego del almuerzo, Arturo llevó a Fernando a la zona donde el Río desemboca con el mar, una panorámica increíble y fuera de lo común en la ciudad. Ya había avanzado la tarde, por eso era común que a esas horas las garzas hicieran su habitual volada de un lado del río hacia el otro lado, más verde y natural. El cielo empezaba a tornarse encendido por los colores naranja, rojo, azul celeste y gris que hacían un singular cuadro natural con el sol de fondo, como tratando de esconderse entre el mar. - ¡Wow! ¡Esto sí que es una sorpresa! - ¿Te gusta? - Sí Arturo, ¡me encanta! - Bueno, aquí tienes una buena idea para que la puedas realizar de nuevo, pero con tu mamá, sería bonito que la trajeras para que viera atardeceres como este. - ¿Te puedo pedir un favor? No metas a mi mamá en conversaciones, sobre todo cuando se presenten este tipo de momentos ¿Sí? Es que, déjame disfrutar de todo esto, ya luego implementaré cosas para hacer con ella. - Está bien, lo siento, no volveré a recordártela a menos que tú me lo permitas. Lo siento. - Bueno… oye Arturo, mil gracias por todo lo de hoy, ha sido genial y es inolvidable. ¡Muchas gracias!
  • 13. Luego de que el sol se hubo ocultado en el lejano horizonte del mar, Arturo y Fernando regresaron nuevamente a la ciudad, ya para descansar del día que había sido muy ajetreado y lleno de sorpresas para Fernando, quien a pesar de haber vivido toda su vida en aquel sitio, desconocía por completo todas las maravillas naturales y arquitectónicas de su ciudad, el resultado de ser apático a todo lo exterior. Ya empezaba a aprender de las cosas simples y hermosas de la vida y todo gracias a la tutoría desinteresada por parte de Arturo. - ¡Ah! ¡Ufs! Estoy cansado… pero feliz. - Qué bueno, me alegra. Es grato verte en esta faceta, así como estás no pareces aquel niño caprichoso y amargado que conocí ayer, tampoco te pareces al niño molestoso que me describió tu mamá. - Jajaja… no es chistoso. No soy como ella cree y usted apenas me estás conociendo. - ¿Sabes qué? No me vuelvas a tratar de usted, sé que soy mayor que tú por unos años, pero me haces sentir viejo tratándome tan formalmente. Tutéame por favor, así será mejor. - Bueno, como usted ordene. Perdón, como tú ordenes mi capitán. Jajaja. - No es para que lo tomes de broma, es en serio. - Ok, si, ya lo entendí. No te enojes. - ¿Tienes hambre? Podemos pedir algo a domicilio para comer, una pizza, ¿te suena? - No, no te molestes por mí, no tengo hambre, pero si tú quieres comer, puedes pedirla, delante. - No, mejor no, ¿sabes qué? ¿Te parece si tomamos algo en el balcón? Tengo un wisky escocés desde hace mucho tiempo, me parece buen momento para tomarlo… - ¿Qué? ¿Wisky? No sé… no es que tome, por cierto… - Dale, no te apures, además no te vas a embriagar. Pero todo pasó en un abrir y cerrar de ojos. Al final de cuentas Fernando aceptó y terminó tomando wisky con Arturo en la terraza del apartamento, pusieron música de fondo y empezaron a narrar historias graciosas que les habían sucedido en la escuela. El momento fue muy ameno y provechoso, la confianza empezaba a hacer presencia en aquellos dos que parecían ya viejos amigos de la infancia. Pero Fernando, al ser la primera vez que bebía “en exceso” para sus costumbres, se puso a hablar más de la cuenta. Parecía un perdido recién encontrado, mientras que Arturo lo escuchaba con atención, en cierta parte le recordaba su pasada infancia y juventud, hacía mucho que había dejado de hacer las cosas y travesuras que ahora con felicidad le contaba Fernando de su vida.
  • 14. EL CAMBIO ES NECESARIO, TE OBLIGA A SALIR DE TUS COMODIDADES “E-mail número 8965. Querido Hijo. Espero estés bien en casa de Arturo, te comento que hasta la fecha las cosas en la universidad están saliendo de mil maravillas. Perdóname por no haberte llamado en todo este tiempo, he estado muy ocupada y pues, al final del día termino rendida en casa. Espero que no tengas problema en perdonarme. Te pido que por favor saludes de mi parte a Arturo, dale un abrazo igualmente. Pórtate bien, te lo pido. No te preocupes por mí, estoy bien en todos los sentidos, pero estaré excelente si sé que tú estás bien. Con mucho amor, Ana.” - Lo que me faltaba, que se olvide de mí por dos meses y resucite con un mensaje electrónico disculpándose, como si nada. Ahí está pintada ella, pero ya qué. La verdad es que este tiempo ha pasado de volada, ya son dos meses y medio desde que vivo en esta casa, al menos Arturo me trata bien, no pensé que fuera tan buena persona. Habían transcurrido ya dos meses y medio desde que Arturo compartía apartamento con el hijo de su amiga Ana, todo por hacerle un favor. La relación entre los dos había dado un giro de 360 grados al ser más respetuosa, responsable, amistosa, como de dos hermanos que viven en la misma casa cada uno con sus propias obligaciones y vida privada a la perfección. Era la primera vez que Fernando experimentaba el pertenecer a lo que el ya consideraba una vida independiente de su madre, le había molestado un poco la ausencia prolongada de ella en su vida, pero lo contrarrestaba con la compañía de Arturo a quien empezaba a ver como un hermano mayor. - Arturo, mi madre me ha escrito un correo electrónico, se reporta, dice que está bien y pues, como siempre, me da recomendaciones para no causarte problemas. - ¿A sí? Qué bueno. Hace algunos días que no hablamos, pero me alegra que se haya podido comunicar contigo. - ¿Cómo dices? ¿Tú hablas con ella? ¿Por qué sí habla contigo y conmigo no? - Ah, lo siento, es que ella mantiene conversaciones conmigo, pues, todo siempre gira en torno tuyo, a tu bienestar, en cómo te encuentras, tú sabes, lo de siempre… - Si, pero me parece el colmo. Es que esto sí que es la tapa del problema. - Oye, no te alteres. Es normal que tu mamá me pida reportes continuos de ti, ¿no crees que eso sea síntoma de que de veras le importas? Al menos yo hubiese deseado que mi madre se preocupara un poco como lo hace la tuya.
  • 15. - De todas formas eso no me gusta. Debería de estar más en contacto conmigo, ¿por qué no me pregunta ella misma cómo me siento en vez de estar usando intermediarios? Y así dice que le importo… - Pues no sé tú, pero me parece que sí eres importante para Ana. Al menos eso me demuestra. Y a todas estas ¿por qué tienes que esperar a que sea ella quien inicie la correspondencia por correo? ¿Qué acaso tú también no puedes tomar la iniciativa de escribirle? A lo mejor con ese gesto la puedes sorprender y las cosas mejorarían. - Bueno sí tienes razón, de todas formas ya cambiemos de tema. Ya dejemos eso atrás. ¿Puedo hacerte una pregunta? - Sí, claro, dime. - ¿Dónde están tus padres? Es que en todo este tiempo nunca te he visto conversar con ellos, jamás los mencionas, es como si no… existieran. (Pero ¿qué estoy diciendo? A mí no me ha de interesar la vida de Arturo, soy un metiche, ahora tendré que cambiar de tema, tendré que retirar lo dicho, ¡soy un estúpido!) - Pues, mi querido Fernando, mis padres viven en el extranjero. Por lo general las diferencias de horarios hacen que no nos podamos comunicar. Bueno, suena como un pretexto y en verdad lo es, pero no es que hablemos con mucha frecuencia. Mi padre mantiene contacto conmigo vía electrónica, mi madre de vez en cuando me llama por teléfono y eso es como dos veces al año. - Lo siento, no quería entrometerme en tus asuntos privados. - No es problema alguno. De todas formas, siempre me dieron lo necesario para poder vivir más que cómodo, de hecho, me hicieron vivir muy bien. - (Sí, eso es visible, eres el típico niño rico de la ciudad que no se junta con los simples mortales, para colmo estás bien formado, eres inteligente, no te falta nada ni mucho menos envidias otras cosas. Eres la típica persona con la vida resuelta, ¡qué envidia!) Bueno, de todas formas pido que me disculpes. Fernando tenía este tipo de intromisiones en la vida de Arturo, ya desde hace algún tiempo veía que Arturo era una persona fuera de lo común, tal vez por su posición social, por su inteligencia y sabiduría a la hora de hacer y decir cosas, ya lo empezaba a admirar y a envidiar de la mejor forma. Incluso hasta habían ocasiones en las que Fernando se imaginaba un futuro no muy alejado siendo como Arturo, rico, famoso, libre de cualquier atadura sentimental o económica, era todo un modelo a seguir. “Riiinnggg” “rriiinnnggg”
  • 16. - Aló, buenas tardes. Un momento por favor. Arturo, esta llamada es para ti, es de la Galería 51, dicen que necesitan darte una noticia. - Diles que por favor te la pueden decir a ti, que no hay problema, que eres mi familia. - (Pero este ¿qué se ha creído? Me parece el colmo, es una llamada para él, por lo visto parece ser muy importante y como si nada me dice que me la pueden contar, es una falta de respeto para con la galería) ¿Sabes qué? Esta es una llamada para ti, así que si no vienes y la contestas, les diré que tú los llamarás después, pero no tienes por qué ponerme a mentir. - Está bien, ya contesto. ¿Aló? Sí, dígame… - (¿Qué pasará? Tal parece que la noticia que le están dando a Arturo es muy importante, y buena también. Tiene cara de felicidad, mejor me pondré a leer, no debo estar al pendiente de conversaciones ajenas, es de mala costumbre) - Bueno, ¡muchas gracias! Hasta luego. ¡Ufs! ¡Qué felicidad! - ¿Pasó algo importante? ¿Por qué estás feliz? - Es que la Galería 51 me ha llamado para hacerme saber que el Salón de Artistas de América me ha elegido como el Artista del Año, tal parece que harán pública la noticia mañana, pero me estaban avisando para estar listo, es un galardón de talla internacional. - ¿En serio? ¡Felicidades! Muy merecido premio para tu esfuerzo, felicidades… En ese preciso momento Fernando, por reacción ingenua se levantó del sofá donde trataba de leer algo que para él ni siquiera tenía importancia, se dirigió hacia Arturo y lo abrazó con tanta ternura que por un momento Arturo se sintió prisionero de aquellos brazos que por primera vez lo abrazaban. Era un momento fuera de lo común. - Gracias Fernando, muchas gracias. ¿Qué te parece si festejamos esta noche con una deliciosa cena en el balcón? Me gustaría celebrar contigo ya que, pues… no tengo con quién más hacerlo. Espero que no te moleste. - ¡Para nada! ¡Celebraremos por tu nuevo triunfo! Si quieres yo puedo preparar la cena. - ¡No! Cómo crees. Es mejor que pidamos algo en un restaurante y listo, sólo sería calentarla cuando vayamos a cenar, así no tienes que andar afanándote cocinando. Gracias, pero no, mejor terminaré de hacer el trabajo que tengo pendiente y hablamos en un rato, ¿te parece? Tú, por el momento, termina de adelantar trabajos de tu universidad también. No sería buena idea que al final del semestre me salgas con que perdiste una materia, o algo por el estilo, eso no te lo podría perdonar, y menos si sé que genero todos los espacios para que puedas estudiar a gusto.
  • 17. - (¿Acaso me está protegiendo? Suena como si le importara, no entiendo por qué se molesta si llegase a perder una materia en la uni, bueno, aunque tiene razón, sería muy descarado de mi parte el salirle con esas sabiendo que se ha esmerado porque yo sea un buen alumno) Bueno, no te preocupes que yo soy buen estudiante. Me iré entonces a mi habitación, nos vemos en un rato. Fernando se dirigió a la habitación y mientras iba de camino se le ocurrió la idea de poder averiguar más sobre el dichoso premio otorgado por el Salón de Artistas de América. Por eso se acostó en su cama y empezó a averiguar en internet sobre el dichoso premio del que nunca en su vida había escuchado nada. - Con que es uno de los premios más importantes entregado en el continente, no lo puedo creer. ¿Quién iba a pensar que este sujeto, solitario, inteligente, egoísta y hasta un poco egocéntrico sea el nuevo merecedor de tal grandioso reconocimiento? La vida sí que me da sorpresas inesperadas. Tendré que halagarlo por tan gran logro en su vida, de seguro lo volverá más famoso de lo que ya ha de ser. Fernando entonces se puso a cuestionarse sobre la suerte con que contaba Arturo, pero la verdad es que el merecimiento de tan gran premio sólo era el resultado de un gran esfuerzo artístico por el que Arturo estaba apostando mucho de su vida y de su carrera desde hacía ya varios meses. De hecho, la colección con la que pudo ganar estaría en exhibición dentro de poco en la ciudad, sería la primera vez, ya que antes tuvo que estar expuesta en muchos salones de arte de diferentes ciudades del continente. - La verdad es que no es mi obligación el darle un obsequio, además se vería mal. Contando con que no tengo ni un peso para comprarle algo, ya con eso estoy perdido. Con esta idea en la cabeza, Fernando salió a la cocina por agua. De pronto se encontró con que Arturo estaba anotando algo en la libreta, justo sobre el mesón de la cocina. - Hola, ¿qué haces? - Hola Fernando, estoy anotando unas ideas para hacer. Se me ocurrieron en este preciso momento y pues, no podía desaprovechar la oportunidad, no importa que esté en la cocina. - A, bueno, que le aproveche. Estaré en mi habitación por si me necesita. Justo en el momento en que terminaba de sacar el agua, al girar, su pie se dobló haciendo el gesto exagerado de caerse y hacer un reguero, pero en cuestión de segundos y como un acto de súper reflejo Arturo corrió a sujetarlo. Quedaron ambos abrazados para evitar un desastre. Parecían románticos en aquella posición. - Lo siento, casi me caigo. - Sí, has de tener más cuidado.
  • 18. Las manos de Arturo rozaron suavemente la piel de los brazos de Fernando mientras se soltaba de sus caderas. Fernando se sintió extraño, un pequeño temblor atravesó su cuerpo desde la nuca hasta las piernas. Se sonrojó y de inmediato se alejó de Arturo. Al llegar la noche, los dos estaban cenando en la terraza del apartamento, con una luna esplendorosa de fondo, una noche llena de estrellas, cielo despejado y mucho viento que batía las palmas de los cocos de la playa con un estrepitoso movimiento. - ¿Cómo está la cena Fernando? - Muy rica, ¡deliciosa! No sabía que en esta ciudad hubiese restaurantes tan buenos como este que nos hizo la cena. - Sí, hay muchas cosas en esta ciudad que al menos son desconocidas para la mayoría de los habitantes. ¿Qué te parece si hacemos uso de otro wisky que tengo en la reserva? Creo que es un buen momento, dado el caso, la compañía y el lugar. - (¿Acaso está diciendo que al estar yo aquí vale la pena que se gaste sus bebidas de colección? La cena no me parece oportuna para andar desperdiciando semejantes bebidas) Este… pero… ¿no crees que es un poco temprano para beber? - ¡Claro que no! He aprendido que cuando uno quiere algo sencillamente hay que hacerlo, claro, siempre y cuando no se le haga daño a nadie. Es ley de la vida que mientras puedas gozar, no te has de negar. - Pues, tú sí que tienes leyes raras. Pero bueno. Y… ¿es wisky escocés de nuevo? - No, esta vez la casa coloca uno de Estados Unidos. - Mmmmm, qué bien. Creo que contigo me volveré alcohólico. - Jajaja, no digas eso. Y entre chiste y chanza se fueron acabando no una, sino dos botellas de un wisky estadounidense que desde hacía tiempo tenía en la reserva personal Arturo, nunca había querido destaparlas pero en esta noche su arrebato así lo quiso. En cuestión de horas Fernando estaba fuera de sí, ya el alcohol había hecho estragos en su persona, empezando por su forma de hablar, de observar las cosas, de mantenerse en pie y con la mente en orden. - Arturo, ya no quiero más, me siento mareado, en extremo, ya veo doble. - Jajaja, eso es normal, estás embriagado. - Es raro, se siente raro, nunca había estado en estas.
  • 19. - No importa, de todas formas ya nos iremos a dormir. - ¿Hablas en serio? ¿Podré dormir contigo esta noche? - Pero ¿qué dices? Uy no, este chico ya está desvariando. Ya se emborrachó. - ¿Sabes qué? Mejor llévame a mi habitación, tengo sueño y siento que todo da vueltas y vueltas. Mientras Fernando le decía esto a Arturo, su mano la deslizaba suavemente por el cuello de Arturo y su voz, baja en tonalidad, era suave, romántica y su mirada, un poco loca por el alcohol, hacía como si estuviese mirando a Arturo con cierto deseo descomunal que no tardó en entender Arturo, quien empezaba a comprender el mensaje oculto que decían los labios y los ojos del inocente de Fernando. - (¿Acaso este niño está pensando que yo quiero dormir con él? Creo que el alcohol está mostrando una faceta muy oculta de Fernando, mejor lo llevaré a su cuarto para que descanse) Claro Fernando, vamos, ya es hora de dormir. Fue así como Arturo terminó cargando a Fernando prácticamente con una ligereza en el acto, ya que Arturo al medir 1,87 en comparación con los 1,73 de Fernando, lo pudo manipular con facilidad. Una vez estando en el cuarto, Arturo pudo ver la humanidad de Fernando en la ternura e infancia que este mostraba al estar completamente ebrio y sin poder tener fuerzas para nada. Lo cubrió con la sábana no sin antes haberle quitado los zapatos y la camisa que llevaba. Era la primera vez que Arturo entraba en aquella habitación luego de ya cerca de tres meses, a pesar de ser de su propiedad, siempre respetaba la privacidad de su huésped. Empezó a observar la habitación y pudo percatarse de que era la típica habitación de un chico universitario. Estaba llena de gráficas de trabajos pasados, de planos de ingeniería, notas, muchos cuadernos y libretas, libros de muchos tamaños, dibujos y una cantidad de cosas más que poco podía ver por la falta de luz. Le llamó la atención un dibujo que se encontraba sobre la mesa de dibujo al lado de la cama de Fernando. Reconoció una hélice de avión en aquellos trazos. Lo observó por un momento y luego lo dejó en su sitio. Pero sus ojos de detuvieron en una curiosa libreta de color azul oscuro con un diseño muy original que estaba justo en la esquina derecha del escritorio. Vaciló en tomarla, él no era de las personas que esculcan en las cosas ajenas para averiguar lo que no le importa, pero la curiosidad apremiaba y sus manos se apresuraron en tomar la libreta y abrirla de par en par. Observó por los escritos que era una especie de diario, no en el estricto sentido de la palabra, pero sí tenía anotaciones propias de un diario personal. Empezó a pasar las hojas con cierta delicadeza mientras sus ojos veían rápidamente, como en una radiografía a la
  • 20. carrera, todo lo escrito por Fernando. Hasta que observó una fecha que estaba resaltada con color rojo: “Mayo 7”. No dudó en leer aquel apartado de la libreta y mientras leía sus ojos se abrían más de lo normal, su boca empezó a moverse lentamente y su cuerpo empezaba a tomar una postura más erguida de lo que estaba. Leyó: “Mayo 7. Hoy he experimentado sentimientos encontrados en mi interior, sobre todo cuando estoy cerca de Arturo, es un poco confuso, para mí es indescriptible, pero creo que del odio que tenía al principio he dado paso a la admiración por esta persona. Lo que me preocupa es que esta admiración ya se está tornando en otra cosa. No sé qué voy a hacer, creo que se ha metido en mi corazón, ahora siento la necesidad de estar cerca de él, de poder compartir todas las locuras que sólo a él se le ocurren, de verlo reír, de estar siempre allí para que no se vuelva a sentir sólo. ¿Acaso esto es amor? ¡Imposible! ¿Acaso estoy confundido? Seguramente, pero si no logro poner en orden mis pensamientos, terminaré por hacer una que otra locura. Yo no soy así, no sé qué me pasa, esta es mi cruda verdad envuelta entre un mundo completamente nuevo, desconocido para mí, porque el que un hombre pueda enamorarse de otro hombre es raro, no está bien visto, no sé cómo hacerlo” Arturo se quedó atónito, sin palabras. Así que cerró la libreta y salió rápidamente de la habitación. Su mente había quedado en blanco total, no tenía ningún pensamiento, ninguna pregunta, nada que lo pudiese distraer o que generara en él algún sentimiento. Se dirigió rápidamente a su cuarto y se alistó para dormir, no dijo ni pensó nada. Simplemente se tiró en la cama tratando de conciliar un sueño que demoraría en llegar más de lo imaginado. SI NO APUESTAS, NO GANAS - (Con lo que leí anoche tengo bases suficientes para que mi plan funcione, no puedo dejar que esto pase como si nada, Fernando sabrá de mí). - ¡Buenos días Arturo! ¿Cómo amaneces hoy? Espero que bien, porque tengo una súper plan que me gustaría que hiciéramos… Aún no había terminado de contar la idea completa cuando Arturo se le lanzó encima y de un solo empujón lo tiró al sofá, quedo inmediatamente sobre él y de un arrebato amoroso lo besó apasionadamente. Fernando tenía los ojos más abiertos que de costumbre, el gris de sus ojos parecía azul celeste, tal vez debido a la impresión. - ¡Suéltame! ¿Qué crees que haces? - Sólo déjame, por favor. - ¿Cómo crees? ¡Suéltame! Pero las palabras de Fernando eran vanas para la furia de amor y pasión que en el momento le demostraba Arturo. Al final de cuentas era poco lo que Fernando podía hacer para
  • 21. librarse del cuerpo de Arturo ya que éste, al ser más grande, fornido y pesado que Fernando, lo dominaba con facilidad, como si de una personita frágil se tratara. - No puedo creer lo que acabas de hacer, ¿acaso estás jugando conmigo? - ¡Para nada! Creo… que me gustas… - ¡Eso es imposible! Además de que tú y yo somos hombres, ¡No se puede! - ¿Por qué no? Explícame… - Esto… porque… así es, así debe ser… - ¡Claro que no! En el corazón nadie manda, a mí eso me sucede en este momento. - Pues, tendrás que amarrar a tu corazón, pero no me metas en él, no quiero estar allí. - Lo siento, has entrado a escondidas, ahora no te puedo dejar salir. Poco a poco Fernando empezaba a sentirse acalorado, aparte de que la respiración se le dificultaba por el peso del cuerpo de Arturo sobre él. De repente Arturo empezó a acariciar a Fernando, sus manos empezaron a tocar sus costados, bajaron por las piernas y se introdujeron por el pantalón hacia la parte trasera. Los besos empezaron desde la boca, pasando por el cuello, los brazos, el pecho, el abdomen. La situación empezaba a ser muy excitante para ambos. - ¡Arturo! ¡No! ¡Tengo miedo! - No te preocupes, no te haré daño, te haré el amor. Precisamente eso era lo que temía Fernando, ya hacía algún tiempo que llevaba amando a Arturo en secreto que parecía casi imposible y más tan de repente, que el amor de su vida estuviese demostrando agradecido y con mucho placer a aquellas fantasías eróticas que algunas veces se habían pasado por la mente de Fernando. Con todo esto, Fernando se puso a llorar, fue un llanto silencioso pero muy tierno a la vez. - Aunque no lo quieras reconocer, sé que me quieres Fernando. ¿Por qué no me lo dices aquí mismo? - Todo esto es nuevo para mí, estoy muy nervioso y no sé qué hacer… - Con que me ames está bien. Fernando… te quiero… Y Fernando apretó fuertemente contra su propio cuerpo el cuerpo caliente y tenso de Arturo quien se movía con delicadeza y pasión por entre todos los lados. Sus manos envolvieron a Fernando en una pasión ardiente, ambos se hicieron un solo cuerpo allí, en el sofá de la sala del apartamento de Arturo. Era el momento más sublime dentro de la vida amorosa de Fernando, ahora se sentía distinto, amado, único. Apretaba con tanta fuerza a Arturo como tratando de decirle implícitamente que no se alejara, que lo siguiera amando hasta el cansancio. Arturo sabía que esto también era nuevo para él, pero se había sentido con fuerzas y valor para hacerlo una vez había leído el pequeño fragmento “declaratorio” en la libreta personal
  • 22. de Fernando. La verdad es que a Arturo no le era indiferente Fernando. Esta historia de amor se fue gestando poco a poco hasta convertirse, sin quererlo, en un verdadero amor. - No sabes lo feliz que me haces Fernando. - ¡Ah! ¡ah! ¡ah! ¡ah! - Te haré el amor de tal forma que nunca lo olvidarás… - Te amo Arturo, te amo… Por un instante Fernando se transformó y empezó a abrazar a Arturo que se encontraba sobre él, dominándolo, poseyéndolo. Fernando quería que ese momento durara por siempre, era la primera vez que se sentía tan bien que nada en su mundo tenía problemas. Las piernas se entrecruzaban, los cuerpos se agitaban uno contra otro, las manos se entrelazaban con amor y fuerza a la vez, las miradas eran de éxtasis y coquetería mientras las bocas tenían su propio lenguaje que decían palabras dulces y hasta gemidos de placer y dolor a la vez. El momento fue tan mágico y tan fuera de lo común que ninguno de los dos se lo hubiese imaginado así jamás. Ambos se introdujeron en un mar de pasión completamente desconocido, Fernando se sintió muy feliz de poder amar a Arturo mientras que éste estaba dichoso de haber hecho lo que hizo, en otros tiempos lo hubiese considerado imposible, pero este atrevimiento que tuvo con Fernando le había valido la gloriosa experiencia de haber sentido tocar las estrellas. Una vez que terminaron su faena desenfrenada de amor, los dos quedaron exhaustos en el suelo. Fernando acariciaba el cabello de Arturo mientras éste miraba perdidamente hacia el techo, como en un éxtasis permanente lleno de dicha y felicidad. - ¿Cómo es que te atreviste a hacerme todo lo que me hiciste? Pensé que no te gustaban los hombres… - Pues, tuve una ayuda extra que me animó a hacerla. Fernando… ¿por qué nunca me dijiste lo que estabas sintiendo por mí? ¿no lo ibas a hacer nunca? - Pues, la verdad es que no lo he hecho todavía, esto fue más como una violación, ante todo, tú fuiste el que comenzó… ¿se te olvida? - Claro que no. Pues, te debo confesar que anoche, cuando te llevé a tu habitación, estabas tan borracho que me tocó meterte en la cama, quitarte los zapatos, arroparte, estabas hecho un desastre. Cuando me iba, me llamó la atención tu escritorio, tan lleno de cosas, papeles, trabajos, dibujos, fue inevitable no acercarme. - ¿Esculcaste mis cosas Arturo?
  • 23. - ¡Claro que no! Lo que pasa es que vi una libreta sobre la mesa, discúlpame pero la curiosidad me llevó a hojearla sin querer. - ¡Ay no! ¿Qué leíste? - Un hermoso fragmento donde declarabas tu amor por mí a esa pobre libreta. Fernando se puso rojo como un tomate, pero de inmediato explotó en ira y le reclamó a Arturo por el acto de atrevimiento que había tenido. De todas formas Fernando no tenía planes de contarle eso a su amor escondido, al fin y al cabo se sentiría mal por ello. - ¡Te odio! ¡Te odio Arturo! ¡Tú sólo quieres usarme, te aprovechaste de mí! - Por favor no digas eso, esto no es aprovecharme de ti. - ¿A no? ¿Y entonces cómo se llama esto? Entras a mi cuarto, me revisas las cosas, y al enterarte de algo tan privado vienes y lo usas en mi contra para favorecer tus planes, ¿acaso no te das cuenta? ¡Esto no debió haber sucedido! Y yo… muy estúpido en permitirlo, me arrepiento… - ¡Oye, Fernando espera! Fernando se levantó de un brinco y se dirigió a su cuarto donde se vistió nuevamente, con otra ropa, tomó su morral de la universidad y salió corriendo hacia la calle. Salió tan rápido que Arturo no tuvo opción ni posibilidad de decirle algo, de hacerle una pregunta, de darle un consejo o de disculparse por haberlo hecho sentir mal. Fernando caminaba por la calle, con rumbo desconocido, y mientras caminaba se introdujo en sus pensamientos, de verdad se sentía mal por lo ocurrido. - (Esto no me puede estar pasando, esto no puede ser. ¿Cómo es posible que la persona que me ha llegado a gustar, aunque no es correcto sentir esto, termine por violarme? ¡Sí! Porque esto fue una violación. ¡No seas estúpido, si tú mismo permitiste, hubiese sido más difícil para él si hubiese puesto resistencia… ¿Por qué soy tan débil? ¡Ay no! ¡Me quiero morir!) PARA UNA RELACIÓN SE NECESITAN DOS PERSONAS - ¡Arturo! ¡Qué alegría saludarte! Estás muy guapo, cada vez eres más bello que antes… - Gracias Ariana, muchas gracias, por favor sigue… - Gracias cariño… y dime, ¿Ya estás listo? El carro nos está esperando abajo. Date prisa por favor. - Bien sabes Ariana que si fuera por mí no iría a esa premiación, esos eventos me aburren.
  • 24. - ¿Pero qué dices? No seas tontito, alístate que nos vamos. - Hola, buenas noches. - Hola, hasta que tengo el gusto de verte, con que tú eres el amigo de Arturo eh… mucho gusto, soy Ariana Fernández, de la Galería 51 de arte moderno. - ¡Encantado Ariana!, yo soy Fernando Conde. - ¿Te gustaría venir con nosotros a la ceremonia de premiación que le harán a Arturo el gran Salón de los Artistas de América? - No lo creo, pero muchas gracias por la invitación. Tengo que salir en este preciso momento, tengo un compromiso que no puedo dejar tirado, lo siento. (¿Pero qué estoy diciendo? No tengo ningún lugar al que ir a esta hora de la noche y menos para reunirme con alguien, soy un idiota. Pero la verdad no quiero ir a ese evento, no fui invitado con anterioridad, no conozco a nadie, me sentiría muy incómodo, y pues, con Arturo será la última persona con quien quiera estar en una fiesta de ese calibre. No, mejor no voy) - ¿A sí? ¿Tienes una cita? No pensé que ya a estas horas de la noche anduvieses por ahí en citas, ¿es de la universidad? - ¡Arturo! No tienes por qué meterte en mi vida, a ti no te ha de importar si tengo o no una cita… no te tengo que dar explicaciones… - ¡Cálmate! No es para que te pongas histérico. Mejor vámonos Ariana, se nos hizo tarde. Fernando creo que llegaré tarde, así que por favor, no me esperes para cenar, ¿está bien? Nos vemos, chao. Mientras Ariana y Arturo salían, Fernando tomó la mochila y guardó la cámara digital y una botella de agua, estaba resuelto a salir a caminar por el malecón para distraerse, de todas formas tenía que mantener la mentira de la reunión con un amigo de la universidad que se había inventado hace unos minutos atrás. No quería quedarse en el apartamento a esperar a Arturo y menos sabiendo que llegaría tarde. - A ver Arturo que hay algo que no entiendo, creo que a esta cuerda le hace falta un pedazo y tú tienes ese pedazo escondido, así que ve contándome de una buena vez ¿qué es lo que sucede con ese chico? ¿Quién es y qué hace en tu casa? - Es hijo de una amiga, se está quedando conmigo mientras su madre regresa de Medellín, se fue por un tiempo por cuestiones de su trabajo, eso es todo… no hay nada más que te pueda contar. - ¿Tú me crees idiota? ¡Sabes que me mientes! Eres un tonto al creer que no te conozco, sé que ese chico y tú tienen algo más que una amistad, ¿no es así? ¿Por qué no me cuentas?
  • 25. - Está bien, sí, no somos amigos, creo que lo amo y él a mí, pero desde hace más de una semana que me dejó de hablar, ahora creo que me odia, estos últimos días han sido muy difíciles para mí, sé que para él tampoco ha sido nada bueno el tenerme cerca. - ¡No te lo puedo creer! ¡Wow! ¿Cómo pasó? - Pues, me enteré a escondidas de que me amaba, así que tomé la iniciativa y lo besé una noche, a la fuerza, pero lo besé, luego hicimos el amor, desde aquella noche me odia, no me habla desde entonces… - ¿A la fuerza dices? ¿Por qué? - Porque él tenía miedo, así que decidí ayudarlo dándole un empujoncito. - ¡Ja! ¡Pero vaya qué empujoncito! Así sería ese “empujoncito” que le diste que ahora te odia. - No lo sé Ariana, pero cada día que pasa siento que lo amo más y más, ya no sé qué hacer. - ¿Y por qué no lo invitaste a este evento? Hubiese sido una buena oportunidad para que se manejaran en otro ambiente diferente del apartamento, además, se hubiesen divertido mucho. - No lo sé, no se me pasó por la cabeza el invitarlo, de todas formas no hubiese venido, no creo que le gusten estas actividades, él no es de este mundo del arte. Fernando se había pasado casi dos horas caminando por el malecón de la ciudad fotografiando las hermosas panorámicas de la cinta costera que se mostraba en todo su esplendor con las luces de los edificios del fondo y la luna con las estrellas en el cielo, sobre el mar, daba un aspecto indescriptible a aquella ciudad costera abrazada por el mar. Una vez se hubo aburrido de aquello, regresó al apartamento y se puso a ver tv, no tenía hambre pues había comido algo rápido en las playas. Estaba viendo un programa musical cuando apareció Arturo por la puerta algo sonrojado y con la corbata en las manos. - Hola, ¿qué estás viendo? - Un programa de musicales… no es nada interesante… - Fernando, necesito hablar contigo en este momento, por favor, ¿puedes? - No quiero, además nosotros no tenemos nada de qué hablar… - Por favor, es urgente. - ¡Está bien! Dime.
  • 26. - Fernando, yo sé que hace unos días actué mal contigo, no debí haberte besado a la fuerza y mucho menos obligarte a hacer lo que hiciste. Estoy arrepentido por eso y pues… quiero pedirte que me perdones, no debí haberlo hecho. Pero la otra verdad es que yo te quiero, no me importa pensar que está mal, no quiero que los prejuicios de la sociedad terminen por manejar mi vida privada, eso es algo que jamás permitiría. Así que quiero proponerte que seas mi novio, que estés a mi lado, que no te de vergüenza nuestro amor, que me ames como lo escribiste en aquella libreta, que seamos felices… - Arturo, por favor, no digas eso. Tengo miedo, no sé qué voy a hacer luego, ¿has pensado en mi madre? Ella no aceptará lo nuestro… jamás… - Pues, podemos intentarlo, además ¿qué te puede hacer? Si llegado el caso te corra de casa, sabes que esta es tu casa, lo es desde que vives aquí. - Arturo, y ¿qué vamos a hacer? Este amor es prohibido, sabes que no es aceptado, no es legal, no nos querrían en ningún lugar, no sé si pueda soportar este estilo de vida que me propones. - No me importa tener que sacrificar algunas cosas por ti, sabes que la sociedad no me importa, al fin de cuentas no hay nadie en la tierra que nos pueda juzgar, nadie tiene ese derecho. Si tú me quieres yo estoy dispuesto a hacer lo que quieras con tal de que seas feliz, por eso no tendrás que preocuparte. ¿Es que no lo ves? Estoy perdidamente enamorado de ti y tú, como si nada, hace ya más de una semana que me dejaste de hablar. - Arturo, perdóname. No quería hacerte sentir así. Pues, la verdad es que me molestó lo sucedido, no quería que las cosas sucedieran de esa forma, me sentí vulnerado, violado en casi todos los sentidos, además de saber que no te enteraste por mi propia boca sino que lo leíste, no tenía herramientas morales para estar bien, ¿lo entiendes? No es fácil, no me es fácil nada de esto. - Pues, no me importa nada, sólo quiero estar contigo, podemos pensar bien las cosas y actuar de la mejor manera, pero no nos separemos por favor. Te lo suplico. Podemos hablar con tu madre, yo estoy seguro que ella lo entenderá, la conozco desde hace tiempo y sé que tiene un gran corazón capaz de aceptarte, de aceptarme. ¿Qué dices? - No lo sé, pero no se puede llegar a conjeturas sobre esto, si vamos a hacer algo es mejor hacerlo y listo, luego veremos los resultados. Fue entonces en ese preciso momento cuando Fernando y Arturo se pusieron de pie y se besaron apasionadamente como si les estuviesen cobrando los segundos en que estaban juntos. Arturo besaba y acariciaba a Fernando a la vez que se iban desnudando, en amor se hacía patente en aquellas acciones fuertes que demostraron que para el amor no hay condiciones sociales, materiales, humanas y demás que puedan impedir el libre desarrollo de uno de los sentimientos más hermosos que el hombre pueda llegar a experimentar.