El maestro les pidió a los estudiantes llevar papas en una bolsa de plástico con el nombre de personas a las que guardaban resentimiento durante una semana para demostrarles el peso que cargaban debido al resentimiento. Este ejercicio les enseñó que el perdón beneficia más a uno mismo que a los demás y que la falta de perdón envenena como un veneno tomado gota a gota. El perdón libera de ataduras que amargan el alma.