El documento presenta una biografía del Dr. Paul Gibier, un médico y científico francés que estudió el espiritismo. Describe su trayectoria académica y sus logros científicos. Explica que Gibier dedicó su atención al espiritismo a pesar de que en ese momento podía comprometer su reputación, manteniendo un enfoque basado en la experimentación y la precaución. Resume que Gibier escribió varios libros sobre el espiritismo y temas relacionados con la psicología.
Presentación de Ignacio del Villar en el Seminario del Grupo Ciencia, Razón y Fe del 20 de febrero de 2018.
Resumen:
Personalidades de prestigio como el sociólogo norteamericano Rodney Stark reconocen que la revolución científica que ha acontecido en los últimos siglos en Europa ha sido fruto del cristianismo. ¿Por qué precisamente en este continente y en el marco de esta religión? Para responder a esta pregunta se analizarán los antecedentes históricos y se presentarán cinco ilustres ejemplos de científicos católicos de los siglos XVI al XX como son Galileo Galilei, Alessandro Volta, Maria Gaetana Agnesi, Louis Pasteur y Jérôme Lejeune, recogidos en el libro “Ciencia y fe católica: de Galileo a Lejeune”. A ellos debemos inventos increíbles como el péndulo, el termómetro, las baterías o las vacunas, descubrimientos asombrosos como la presencia de un cromosoma extra en los individuos con síndrome de Down o la explicación del movimiento de los cuerpos mediante leyes matemáticas.
Artículo de mi autoría publicado en el año 2011 en el volumen 6, número 1, de la Revista de Bioética Latinoamericana, adscrita a la Universidad de los Andes, Mérida, Venezuela.
Instrucciones del procedimiento para la oferta y la gestión conjunta del proceso de admisión a los centros públicos de primer ciclo de educación infantil de Pamplona para el curso 2024-2025.
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7. DR. PAUL GIBIER _
ESPIRITISMO
(FAQUIRISMO OCCIDENTAL)
HISTORIA, DOCTRINA Y
HECHOS
TRADUCCIÓN Y NOTAS DE
E N E D I E L S H A Í A H
B I B L I O T E C A D E L MÁS A L L Í .
L I S T A 66. MADRID
I922
9. PAUL GIBIER
El doctor Pablo Gibier, personalidad de la ciencia
médica muy conocida, y una verdadera autoridad
en cuestiones de bacteriología, fué, en tiempos,
alumno interno de los hospitales de París, teniendo
a su cargo el Laboratorio de Patología experimental.
En su larga vida científica, ha realizado labores
de gran importancia. Se le deben varios descubrimientos,
y la Facultad de Medicina, premió con la
más alta recompensa destinada a las memorias, la
presentada por el doctor Gibier, acerca de la rabia y
su tratamiento.
También ha desempeñado diversas comisiones
científico-profesionales, por mandato del gobierno
francés, demostrando en todas sus excepcionales
condiciones de observador y de hombre de ciencia.
Se le deben interesantísimos trabajos, entre los
cuales mencionaremos los siguientes:
Note sur un cas de persistance du trou de Botal.
Note sur un cas de tuberculose testiculaire. Note sur
un cas de kyste ovarique. Du siège insolite des ulceres
syphilitiques primitifs. Des accidents secondaires tardifs
de la syphilis. Des blessures du poumon par fracture
de la clavicule. Des causes et du traitement de la
— 5 —
10. P A B L O G I B I E R
fièvre typhoïde. Mémoire sur les accidents nerveux
produits par la foudre. La bactérie du pemphigus. De
l'enteroclysme. De la possibilité de faire contracter le
charbon aux animaux a sang froid en élevant leur
température. Recherches sur la rage et sur son traitement.
Recherches sur la rage nés oiseaux. Etude sur
le choléra. Atténuation du virus rabique. Rapport sur
une mission scientifique en Allemagne. Rapport sur
•une mission scientifique en Espagne. Nouveau traitement
de la phtisie. Y últimamente Analyse des choses.
Tal es el hombre que, co'mo declara en la obra que
hoy presentamos, consagra su ilustrada atención a
los fenómenos del espiritismo, en tiempos en que
esto equivalía a comprometer seriamente la reputación
mejor adquirida, y con una franqueza que le
honra, exhibe, desnudo de atenuaciones, un criterio
fundado en la más severa experimentación, manteniendo,
desde el primer día, todas las prudentes reservas
que ha de establecer el sabio cuando se trata
de estos tenebrosos misterios que parecen surgir de
las regiones del más allá.
En su otro libro, Análisis de las cosas, que próximamente
traduciremos, generaliza el concepto adquirido
a la luz de los estudios psiquistas, y valientemente
penetra en los dominios que constituirán el
campo de la psicología del mañana. Sus coincidencias,
en más de un punto, con las doctrinas esoteri-cistas,
es uno de los aspectos más interesantes de
este ilustre autor, cuyo nombre ya es una indiscutible
gloria del movimiento psiquista en Francia.
— 6 —
11. PREFACIO
No hay labor tan ingrata como la de presentar a los
contemporáneos un. conjunto de hechos que ignoran,
o sobre los cuales oyeron hablar de modo que había de
prevenirles contra los mismos. Y sin embargo, ésta es
la misión que nos hemos impuesto.
Haremos constar con relación a nuestros lectores
que no lo sepan,~que el tema de que vamos a ocuparnos,
casi desconocido entre nosotros, está puesto a la orden
del día desde hace tiempo entre nuestros vecinos, particularmente
en Inglaterra, donde no transcurre. el mes
sin que las revistas y los diarios filosóficos más serios
dejen de tratarlo con idéntica atención que la acordada
a los problemas oficialmente científicos.
En vista del silencio por regla general observado entre
nosotros los franceses, creemos realizar una obra
útil al hacer que sea conocido el estado presente actual
de lo que se denomina el ESPIRITISMO, asunto que no
sólo hemos estudiado en los 'libros, sino que además
hemos investigado en multiplicadas experiencias y observaciones.
Rogamos al lector que al hojear esta obra, le conceda
la atención y paciencia necesaria para formular
respecto de ella un juicio definitivo cuando haya llega-
— 7 —
12. P R E F A C I O
do a la tercera parte, consagrada a nuestros experimentos
personales.
Este linaje de experimentaciones que pocos sabios
han querido acometer, nos autorizan para decir, desde
ahora, que el asunto merece sobradamente la atención
que se le conceda, y que de él hablamos con perfecta
seriedad.
No desconocemos que semejante actitud está rodeada
de peligros. Sin duda nos fuera más fácil, sin descubrirnos,
llamar la atención del público y de los sabios,
acerca de determinados hechos—hechos naturales según
opinamos, pero que resultan gobernados por leyes que
aún desconoce la ciencia moderna—describiéndolos en
tono agridulce y chancero; mas ni un solo instante hemos
acariciado la idea de seguir tal_proceder. Eso hubiera
sido indigno del verdadero filósofo, y, además,
creemos que es una cobardía. He aquí por qué preje-rimos
ir, franca y noblemente, a nuestro fin (i).
París-Octubre, 1886.
(1) Desde que Gibier escribió lo que antecede hasta ta fecha
actual, han cambiado mucho las circunstancias en todo el mundo.
Hoy es Francia una de las naciones donde más se ha escrito
y experimentado acerca de los fenómenos espiritistas, y en Francia
y en todas partes se puede ya hablar en serio de tales
cosas.—(N. DEL T).
~8 —
13. «...Debemos declarar que somos
enemigos de lo místico y de lo maravilloso,
y que no aceptamos que
nada pueda producirse fuera del
dominio de las leyes naturales».—
Paul Gibier. («Introducción» a la
1.a Edición).
14.
15. PRIMERA PARTE
CAPÍTULO PRIMERO
R E S U M E N D E LA F I S I O L O G Í A D E L ESPIRITISMO
Un día, en las primeras épocas de nuestros estudios
de medicina, vimos entrar en la tienda de un
modesto librero de la margen derecha del Sena,
donde por casualidad nos hallábamos, un hombre de
gesto original, de cara pálida y huesosa, en la que
lucían unos ojos de mirar febril.
Llevaba en la mano un manuscrito que ofreció al
editor, diciendo con tono misterioso: —Aquí hay
cosas de la más alta importancia; pero debo advertir
a usted que no soy su verdadero autor, porque
me han sido dictadas por los espíritus.
Como es natural, nuestro autor fué despedido con
todos los honores correspondientes a su categoría
de colaborador de las entidades invisibles. Pero la
expresión de aquella rara fisonomía no se ha borrado
aún de nuestra memoria, y en estos últimos tiempos,
cuando obligados por el estudio o por el hecho
de seguir ciertas observaciones en el seno de las sociedades
espiritistas, acudimos a ellas, pudimos notar
nuevamente la expresión de aquel individuo en-
— 11 —
16. P A B L O O I B I B R
tre los fanáticos adeptos. En los primeros cristianos
debióse encontrar el propio aspecto entre los que
iban a ofrecerse espontáneamente para ser pasto de
las fieras del circo. Por lo demás, creemos que si
fuera preciso en testimonio de su fe, muchos espiritistas
afrontarían igualmente la persecución, cosa
que, por otra parte, nada prueba.
Sin embargo, si un cierto número de espíritus—
terrestres, bien entendido—se dejan entusiasmar
por las prácticas espiritualistas, hasta el punto
de permitir que su razón desvaríe^ es justo declarar
que constituyen escasa minoría; en París, por lo
menos. En cambio, conocemos muchas personas sinceras
e ilustradas, que estudian fríamente esta cuestión,
con esperanza de sorprender en ella el misterio,
el por qué de la vida.
Es cosa que generalmente se ignora en el mundo
científico y entre el público, que los adeptos del espiritismo
están diseminados en gran número por
todos los pueblos del globo, y en todas las clases sociales.
Poseen sus asociaciones de estudio, de socorros
mutuos, y sin llegar a constituir una confabulación
secreta, cuyas vastas ramificaciones socaven el
mundo—como los topos socavan la tierra, según
dice un periódico clerical—, es necesario reconocer
que el espiritismo conquista, de día en día, tal importancia
por el número creciente de sus neófitos, que
pronto habrá imperiosa necesidad de ocuparse de él
en las esferas oficiales, así en las de la ciencia como
en las de la política. El espiritismo se ha organizado
en forma de creencia y constituye una verdadera religión.
i_ ; i
— 12 —
17. E L E S P I R I T I S M O
En Francia, el número de los espiritistas es menor
que en Inglaterra y América; pero de todas suertes
no es exagerado afirmar que en París llegan a cerca
de cien mil.
En todos los países se publican diarios espirititás,
revistas y hojas periódicas, y se tendrá una idea más
exacta de la importancia adquirida por la nueva doctrina,
considerando la cantidad a que ascienden las
principales publicaciones que son órgano de la misma,
y cuyo número aumenta incesantemente.
Trece revistas y diarios se publican en francés (La
Revue spirite, la Pensee, el Spiritisme, y la Lumiere,
en París, la Religión laique, en Nantes, etc.), veintisiete
en inglés, treinta y seis en español, qinco en
alemán, tres en portugués, una en ruso, dos en italiano.
Un diario espiritista franco-español, aparece
en Buenos Aires y otro franco-flamenco, en Os-tehde.
En el número de estas publicaciones, se destacan
dos redactadas por personas a. quienes distingue su
científico carácter: tal sucede con los Proceedings de
la Sociedad de investigaciones psíquicas de Londres, en
tre cuyos miembros hallamos los nombres de Gladstone,
primer ministro, que fué, en Inglaterra,
W. Crookes y Alf. Russel Wallace. Los dos últimos,
pertenecen también a la Sociedad Real de Londres,
corporación similar al Instituto de Francia. El presidente,
profesor Ballfour-Stevart, es también miembro
de la Sociedad Real. Actualmente la Sociedad
de investigaciones, psíquicas, cuenta con doscientos
treinta y cuatro miembros efectivos, vientiún honorarios
y doscientos cincuenta y cinco asociados. Al-
— 15 —
18. P A B L O O I B I ñ R
gunos sabios franceses, forman parte de dicha sociedad,
a título de miembros correspondientes de ella.
Recordemos a los doctores Bernheim y Liébeault
de Nancy y Carlos Richet, profesor agregado a la
Facultad de Medicina de París, y director de la Re-vue
scientífique
La Sphynx, periódico espiritista alemán, está también
redactado por hombres de ciencia.
Uao de los más ardientes propagandistas del espiritismo
en Petrogrado es M. Alejandro Aksakoff,
consejero secreto del Czar Alejandro III (i).
(i) Los datos recogidos por Gibier respecto de la difusión
y desarrollo del espiritismo en todos los países, no pueden
servir hoy para dar idea cabal de su estado, a causa de
las notables variaciones que, en todas partes, experimentó
desde la fecha en que fué escrita la obra que hoy traducimos.
Comenzando por España, hay que advertir que si hubo
época en que el movimiento espiritista, desde Barcelona y
Madrid, principalmente se extendió a casi todas las provincias
españolas, creándose, en muchas de ellas, importantes
centros de experimentación y fundándose en varias, revistas
y periódicos de mayor o menor importancia, llegó el
momento de la desunión y los centros comenzaron a verse
abandonados por muchos investigadores.
Quedaron, no obstante, en ellos, eminentes excepciones,
hombres de ciencia que como a Paul Gibier, tampoco les
asustaba la burla de las gentes.
En este grupo de notables investigadores sobresalen figuras
como las del doctor Manuel Otero Acevedo, médico de
vastíma cultura, de conocimientos profundos en todo lo referente
a las ciencias biológicas y psicológicas: arrostando
mil dificultades, marchó a Italia, reunióse allí con los más
eminentes observadores del psiquismo italiano, experimentó
repetidas veces, sirviéndole de médium la célebre
Eusapia Palladino, estableció relaciones y cambio de ideas
- 14 -
19. CAPITULO II
LA D O C T R I N A E S P I R I T I S T A . LOS MÉDIUMS
El fundamento de la doctrina profesada por los
espiritistas, radica en un axioma que constituye el
apoyo de su fe, y respecto del cual todos se mues-y
hechos con hombres de tan reconocida importancia en estos
estudios como Richet, Ochorowicz, Ghaia, Lombroso,
Zoelnér de Rochas, Encausse, etc., y producto, tanto d'e sus
lecturas e investigaciones, cuanto de esta luminosa correlación
con los psiquistas de otros países, fueron sus obras
Lo?nbroso y el Espiritismo y Los Espíritus. Quintín López, el
director de la revista Lumen, que continúa publicándose, es
otra de las figuras que han conseguido la más merecida fama
como hombre de vasto saber y de sana opinión dentro de
las ideas espiritistas. En Barcelona reside un hombre de
ciencia, el ilustre astrónomo señor Comas y Sola, que ha
realizado importantísimas investigaciones y la poco grata, y
muy necesaria labor, de desenmascarar los fraudes de los
médiums. Merece también ser citado el doctor Melcior y Farro,
por sus investigaciones y por sus escritos. Es el traductor
de la notable obra de Rochas titulada La Exterio-rización
de la Motilidad.
En Francia, el espiritismo, después de conseguir una enorme
difusión, empezó a decaer.
En Inglaterra, Italia y Alemania, permanece estacionario.
En la América del Norte y en la del Sur, es donde existe
mayor námero de sociedades espiritistas, y donde gozan de
una vida más floreciente.
- 15 -
20. P A B L O O I B I E R
tran conformes: Poaemos —según dicen— comunicar
con los espíritus, o sea con las almas de las personas
fallecidas. Más adelante, se evidenciará que
las opiniones se muestran separadas acerca de otros
muchos puntos de vista, y que el espiritismo, aunque
protesta de que se le: considere como idea religiosa,
no por eso ha dejado de sufrir idéntica suerte
que la de todas las religiones: los creyentes se dividieron
en varias sectas.
Pero ¿en qué forma los espíritus admiten la posibilidad
de relaciones entre muertos y vivos? Según
ellos, estas relaciones, o comunicación, se establecen
con el auxilio de personas dotadas de un poder especial,
no definido todavía, y por tal medio, los espíritus
llegan a adquirir la fuerza necesaria para poder
actuar sobre la materia que cae bajo el dominio
de nuestros sentidos corporales. Los sujetos poseedores
de esta cualidad particular, que sirven de enlace,
de medio de comunicación, de intermediarios
entre los dos mundos, son los llamados médiums.
Todos lo somos —en este instante hablamos según
enseña la teoría espiritista— en mayor o menor
medida; pero sólo un reducido número de personas
disponen del poder mediumnímico (otro neologismo
más) o medianímico, en grado suficiente para producir
fenómenos de carácter indudable.
Sin pretender dar aquí un vocabulario completo
Sin embargo, el movimiento de expansión hace tiempo
está detenido y parece que hoy deja franco el paso a otras
manifestaciones del pensamiento esotérico, a las que acude
la gente, quizá por razón de novedad antes que por otros
más serios motivos de preferencia.—(N.DELT),
- 16 -
21. b L E S P I R I T I S M O
del lenguaje espiritista, nos vemos obligados si queremos
ser bien comprendidos por los que totalmente
ignoran esta cuestión, a dar algunas explicaciones
respecto de los términos que forzasamente habremos
de usar. Por lo demás, la mayoría de dichos términos
se comprenden sin tener que interpretarlos, y es
justo advertir que si generalmente resultan adecuados,
cierto número no constituye una feliz invención.
Con frecuencia tienen un carácter fúnebre, y el
sello sepulcral que distingue á'algunos, no ha contribuido
poco a rodear con cierto velo de vaga tristeza
los misterios del credo espiritista: determinados profanos
podrían inclinarse a considerarle como una
especie de vampirismo. En los escritos doctrinales
se menciona con frecuencia la vida de ultratumba,
las comunicaciones de ultratumba: nosotros somos
espíritus encarnados: Si un hombre abandona la
vida, es que ha desencarnado, y así sucesivamente.
Si fuéramos espiritistas, nos preocuparíamos de
hacer desaparecer todo lo que pueda llenar de sombras
la doctrina que tiene por una de sus principales
aspiraciones la de poder consolar a los vivos de
la pérdida de sus muertos, y la de hacerles concebir
la muerte como la concebían nuestros padres, los
galos; como un despertar lleno de delicias, y la vida
futura como un ñn deseable.
Después nos ocuparemos de las diferentes clases
de médiums. ~~
22.
23. CAPITULO III
O R Í G E N E S D E L ESPIRITISMO
Como pronto hemos de demostrar, si el término
espiritismo es de fecha reciente, la doctrina que se
le aplica y que quiere definir, en una palabra, es tan
antigua como el mundo. De todas suertes, en nuestra
moderna civilización europeo-americana, la aparición
de los fenómenos espiritistas, su clasificación,
su determinación metódica, datan de ayer, por decirlo
así. La historia de estas manifestaciones extensamente
referidas por los creyentes de los primeros
momentos, tiene un sabor sui géneris, tan especial,
que nos creemos en el deber de referirla siquiera sea
brevemente.
En Diciembre de 1847, según la autora americana
Emma Hardinge (History of modern american spiritualism),
una familia de origen alemán, los señores
Fox—cuyo nombre primitivo (Voss) fué americanizado—
fué a establecerse en el lugar de Hydesville,
pueblo perteneciente al condado de Wayne, circunscripción
de Arcadia, en Norteamérica.
La familia Fox se componía del padre, John Fox,
su esposa y tres hijas. Si el espiritismo llega a ser
(como lo pretende) la religión del porvenir, el nombre
de las dos últimas hermanas Fox se hará célebre
24. P A B L O , O I B I E R
en la historia. La una, Margaret, contaba quince años
de edad; la otra, Kate, no tenía más que doce.
Todos los individuos de esta familia, pertenecían a
la Iglesia episcopal metodista, en la cual alcanzaron
fama, dice la escritora Hardinge, «de personas
ejemplares e incapaces de ser objeto de ninguna
sospecha de fraude o de duplicidad.»
Algunos días después de su instalación en su nueva
morada de Hydesville, ciertos hechos extraños y
cuya intensidad iba en aumento, se desarrollaron en
la vivienda que ocupaban.
Cuenta Emma Hardinge que se oyeron golpes repetidos
en las paredes, en el techo, en las habitaciones
inmediatas, etc. Ocurría también que cuando los
de la casa se reunían en el momento de la cena, producíase
un gran estrépito en la alcoba de las muchachas.
Levantábanse todos para correr al lugar de los
ruidos y averiguar su origen; pero no obstante estar
herméticamente cerradas ventanas y puertas, a nadie
encontraban dentro, y los muebles aparecían
desplazados y puestos patas arriba, o reunidos en
confuso montón. Aun en presencia de la familia, se
movían en cadencia oscilatoria como si sobrenadasen
en las olas del mar. Particularmente ocurría esto
a la cama de lea jóvenes. La familia Fox contemplaba
atónita los movimientos de sus muebles, que parecían
dotados de una vitalidad extraña. También
oían pasos y las muchachas notaban el contacto
de tinas manos invisibles. 1 '
Les sucedió igualmente experimentar la sensación
"de urí perro que sé restregase contra el lecho;
Frecuentemente, por las noches, seguidos de las
— 20 —
25. E L E S P I R I T I S M O
jóvenes, el padre y la madre, vigilaban alrededor
de su vivienda, para sorprender en acción a los bro-mistas
vecinos, a quienes suponían autores de todo
aquel ruidoso y desagradable desconcierto que no les
daba punto de reposo. Pero ni el menor indicio hallaron
que revelase la intervención de persona viviente.
En fin, en Febrero de 1848, la existencia llegó a
ser un insoportable tormento en la morada de la familia
Fox: las noches pasaban sin que nadie pudiese
dormir y aun durante el día.tampoco se gozaba de
tranquilidad. En el transcurso de Marzo, los ruidos siguieron
oyéndose con varia energía, y el 31 del mes,
resultaron más fuertes que de costumbre. Por centésima
vez el señor Fox y su esposa inspeccionaron el
cierre y movimientos de puertas y ventanas, inquiriendo
dónde podría esconderse la causa de los ruidos,
y notaron un nuevo fenómeno que inesperadamente,
entonces, se dio a conocer: escucharon una
serie de sonidos especiales que, como por burla, imitaban
los chirridos de puertas y ventanas al abrirse
y cerrarse. Con tales cosas sobraban motivos para
que los Fox perdiesen la cabeza;
La más joven de las muchachas, la pequeña Kate,
notando que los ruidos no le causaban ningún mal,
• había acabado por familiarizarse con ellos, y como
quiera que lógicamente se atribuían al diablo* la
chiquilla, no teniendo nada que tetaer,.se había acostumbrado
a bromear con el invisible autor, a quien
denominaba señor Pata-Ganchuda. r
! i
Cierta noche haciendo sonar sus dedos cierto número
de veces, dijo al. misterioso escandalizador—.
Señor Pata-Ganchuda, haz cOmo.yo— ..En e} acto fué
21 -
26. P A B L O O I B I E R
obedecida, repitiéndose el ruido idénticamente y el
mismo número de veces. La niña después hizo sólo
el ademán con sus dedos; mas con no poco asombro,
vio que su leve indicación tuvo por respuesta un
número igual de golpes al de movimientos señalados
silenciosamente:
—¡Mamál^-exclamó la niña—|Lo mismo oye
que vé!
La señora Fox, tan maravillada como su hija, dijo
al misterioso visitante: —Cuenta hasta diez—y diez
golpes repercutieron. A varias cuestiones formuladas,
respondió con notable exactitud y sí a la pregunta:
—¿Eres un hombre?— nada contestó, en cambio,
daba señales de asentimiento con sus rápidos y
destacados golpes, cuando se le dijo: —¿Eres un espíritu?
Previo el consentimiento del invisible interlocutor,
varios vecinos fueron llamados y una gran parte de
lcj noche se pasó haciendo estos experimentos, siempre
con el propio resultado.
Tal es el origen, el punto de partida del modern
spiritualism; «la primera comunicación—dice M. Eugenio
Ñus, en una obra a la que tendremos ocasión
de referirnos repetidas veces—establecida por una
criatura de doce años con el prodigio que en breve
había de conquistar la América y la Europa, negado
por la ciencia, ridiculizado por los periódicos, anatematizado
por las religiones, condenado por la justicia,
teniendo en contra suya a todo el mundo oficial,
pero a su favor esa fuerza que todo lo puede:
la atracción de lo maravilloso. (Eugenio Ñus.— Ckoses
de l'autre monde, 3.a ed. París).
- 22 -
27. E L E S P I R I T I S M O
De esta suerte llegóse a comprobar que los ruidos
eran obra de un agente invisible, y que este invisible
agente se hacía pasar por un espíritu. Quedaba
por hallar la manera de comunicarse con él, y no
se tardó mucho en conseguirlo. Como si los fundamentos
del espiritismo hubieran de establecerse al
propio tiempo, en pocos días se descubrió la me-diumnidad
y la forma de establecer la comunicación
entre el mundo de la materia y el invisible, mediante
el concurso del spiritual télegraph, o sea por los
rappings o golpes dados, que corresponden a las letras
del alfabeto.
El descubrimiento de la me diumnidad resultó de
haber observado que las manifestaciones de los espíritus
se efectuaban más frecuentemente a presencia
de las señoritas Fox, y, sobre todo, por medio de
Kate, la más joven.
Los modern spiritualist opinarán, sin duda, que
referimos el caso con un acento menos respetuoso
del que ellos pedirían para hablar de los comienzos
de su fe; pero advirtámosles que nosotros todavía
no compartimos las creencias que tanto adoran. Nos
limitamos a relatar, imparcialmente, los hechos según
están descritos, sin comentarios, lo propio que
sin discusión expondremos los que hemos llegado a
ver, teniendo, sí, el cuidado de indicar minuciosamente
todas las precauciones, también-poco respetuosas,
de que nos hemos rodeado en cada uno de
nuestros experimentos.
Pero volvamos a la historia de la familia Fox. Según
la escritora Hardinge, resultó comprobado que,
gracias a ciertas fuerzas magnéticas, algunos indivi-
— 25 —
28. P A B L O O I B 1 B R
dúos poseen aptitudes de médiums de las que carecen
la generalidad de los mortales, y que este poder,
o mejor, esta fuerza especial, difiere extremadamente
según la clase de individuos que la demuestran,
y que es muy sensible a las diversas emociones
morales, de forma que éstas la hacen variar de energía
en el propio individuo, según el momento dado.
Resulta también de las observaciones recogidas
en las primeras épocas, por medio de las comunicaciones
o mensajes, que el movimiento espiritista, es
decir, la inauguración de estas comunicaciones entre
los habitantes del mundo visible y. del invisible, ha
sido dispuesto por los espíritus científicos y filosóficos
que, durante su permanencia en la vida terrestre,
se consagraron con especialidad a trabajos de
investigación respecto de la electricidad y otros diversos
fluidos imponderables. Al frente de estos espíritus
hallábase Benjamín Franklin, quien, según se
dice, daba instrucciones para explicar el fenómeno,
e indicó la manera de favorecer y perfeccionar los
modos de comunicación entre vivos y muertos.
Igualmente, numerosos espíritus, tanto para dar una
nueva manifestación del fenómeno, cuanto por ceder
a la atracción de los afectos familiares, acudieron a
traer irrefutables pruebas de su identidad, y a anunciar
que continuaban viviendo, pero bajo otra forma
de vivir: que continuaban queriendo a sus amigos
terrestres, y que desde la esfera, más dichosa, donde
moraban, seguían velando por los que aquí lloraron
su fallecimiento, de forma que suplían,.en cierto
modo, las veces de los ángeles guardianes.
Los círculos, los armoniosos meetings recoxnenda-
— 24 —
29. E L E S P I R I T I S M O
dos por espíritus, se constituyeron pronto, y numerosos
médiums se revelaron. Las prácticas espiritistas
se difundieron como un reguero de pólvora; mas
no dejaron de ocurrir algunos incidentes desagradables,
y no todo fueron dichas para los médiums y
sus gentes. Con frecuencia los spiritual circles eran
invadidos por los fanáticos de diferentes sectas, desarrollándose
brutales episodios en estas irrupciones,
en los que hubo que deplorar videncias y desmanes
de toda especie (i).
Reinó entonces una confusión indescriptible. Unos
decían que este movimiento anunciaba la próxima
vuelta del Mesías, que el millenium había llegado, y
que el fin de este mundo de perversiones estaba próximo,
etc..
Naturalmente, muchos clérigos de las numerosísimas
sectas existentes, trataron del asunto. Los curas
católicos, creyéndose en la situación más ventajosa,
(i) El espíritu de intransigencia de los protestantes que
miraban con horror las manifestaciones del espiritismo,
atribuyéndolas unas veces a pura farsa de los mediumi y
sus secuaces, y otras a peligrosas argucias del diablo y de los
poderes infernales, engendró un deseo tal de cohibir el creciente
aumento de los partidarios del espiritismo, que todas
las formas de salirle al paso, les parecían buenas. En repetidas
ocasiones se asaltaron los centros de propaganda,
pistola en mano; se cometían toda suerte de violencias con
las mujeres, se amenazaba de muerte a los hombres, se disparaban
tiros dentro del local, se perseguía a los espiritistas
en la calle, y, ciertamente, fué necesario todo el valor y entusiasmo
que animaba a los propagadores de la nueva doctrina,
para llegar a sobreponerse a la bestial repulsión que en
todas partes se les demostraba.—(N. DEL T.) •
- 25 -
30. P A B L O O I B I E R
acudieron llenos de confianza, con gran lujo de hiso-pazos,
a exorcizar a los espíritus y a las diabólicas
mesitas; pero los endemoniados veladores hacían
coro a las palabras del ritual y contestaban con un
«amén» a las oraciones de los exorcistas. El efecto,
p ues,resultó fracasado: ¡El agua bendita de la Edad
Media, había perdido su eficacia!
La familia Fox, que no quiso someterse y que se
consideró encargada de la misión de difundir el conocimiento
de tales fenómenos, fué proscripta de la
Iglesia episcopal metodista. Los Fox se refugiaron en
Rochester, a consecuencia de las persecuciones del
espíritu golpeador que continuó, con más desenvoltura
todavía, su cometido de no dejarles vivir en paz.
Pero en Rochester, cuya población, de mojigata índole,
como todas las ciudades de América, está
repartida en una multitud de sectas, las persecuciones
adquirieron otro carácter, siendo entonces debidas,
no a los muertos, sino a la perversidad de los vivos.
La multitud se amotinó contra los predicadores
del espiritismo; los Fox ofrecieron dar pública prueba
de los fenómenos, ante las gentes de Rochester
congregadas en un amplio local, en Corynthian hall.
La primera sesión fué coreada con gritos y silbidos.
A pesar de todo, y después de soportar uno de esos
magníficos escándalos que se supondrían» de la exclusiva
pertenencia de las reuniones anarquistas, se
nombró una comisión, y después del examen más
minucioso, contra lo que esperaban los espectadores,
contra lo que esperaba la propia comisión, ésta
tuvo que declarar la certidumbre de los fenómenos
enunciados.
— 26 —
31. E L E S P I R I T I S M O
Poco satisfechos los vecinos de Rochester, eligieron
otra que procedió más desconsideradamente
(perdónesenos la frase) que la primera. Los médiums,
es decir, las señoritas Fox, fueron registradas
y desnudadas por comisionados femeninos; la
segunda comisión dio su informe, resultando todavía
más favorable que el de la primera. La indignación
de los habitantes de Rochester iba llegando al colmo,
y acto seguido, fué nombrada una tercera comisión
para la que se escogieron los individuos más caracterizados
por su incredulidad y espíritu de burla.
El proceso de las investigaciones resultó esta tercera
vez aún más ultrajante para las pobres muchachas,
y sin embargo, al final la comisión se vio obligada
a decir que en Rochester, la gente no estaba en
lo cierto. La exasperación de la multitud fué entonces
indescriptible; se hablaba nada menos que de
linchar a las médiums y sus comisarios, y cuando
fué dada lectura del informe en el estrado de Coryn-thian
hall tanto la familia Fox, como sus amigos y
los comisionados, salvaron la vida, según refiere
Madame Hindarge, gracias a la intervención de un
quákero llamado George Willets, que en virtud del
carácter pacifista de la religión por él profesada, gozaba
en aquellos dramáticos momentos de un prestigio
especial. George Willets se puso valientemente
en lo alto del estrado afrontando a la multitud que
iba a invadirle y «declaró, que la tropa de rufianes
que pretendía linchar a las jóvenes, no llegaría hasta
ellas sino pasando sobre su cuerpo». Efectivamente,
en poco estuvo el que el espiritismo en sus comienzos
tuviera por mártires a sus primeros apóstoles.
— 27 -
32. P A B L O O I B I B R
• Es lógico presumir cómo la curiosidad ayudada
por la atracción de lo maravilloso, despertó en la
gente el deseo de ver. Todo el mundo en América
se preocupó entonces de la nueva doctrina, los unos
para impugnarla, los otros para defenderla, y en tanto
que los hombres serios, especialmente los sabios
de todos los órdenes, no daban su parecer, muchas
personas que ignoran el modo de constituir una opinión
por sí mismas, se abstuvieron de opinar. Cuando
llegó el día en que la discusión hubo de elevarse
a las alturas de un debate científico, ya fué cosa distinta,
y puede decirse que en muy poco tiempo
Norteamérica se vio completamente sumergida en
las corrientes del espiritismo.
Pronto el juez Edmonds, publicó una obra (The
Amer spiritualism) a propósito de las investigaciones
que había acometido con la intención de demostrar
la falsedad de los fenómenos espiritistas; pero
las conclusiones finales fueron diametralmente lo
contrario de lo que al principio se propuso el autor.
Luego el sabio Mapes, profesor de Química de la
Universidad, después «de haber desdeñosamente
rechazado estas cosas», no tuvo más remedio que
convenir en que «nada tenían de común con la casualidad,
con la superchería o con la ilusión».
El doctor Roberto Haré, profesor de la Universidad
de Pensilvania, publicó un libro que tuvo considerable
repercusión (Experimental investigation of
the spirit manifestations.—(Filadelfia, 1856). El doctor
Haré, preparó una serie de experimentos muy
ingeniosos para demostrar que, fuera de toda presión
efectiva, por el sólo contacto de los dedos del
- 28 —
33. E L E S P I R I T I S M O
médium, el instrumento usado en.las experimentaciones
acusaba un aumento de peso de varias libras.
Como veremos más adelante, el profesor Crookes
repitió esta observación, reconociendo su rigurosa
exactitud.
El sabio y original escritor, que lleva un nombre
bien conocido entre cuantos se ocupan de cuestiones
sociales, M. Roberto Dale Owen, hijo del famoso
Roberto Owen, de Inglaterra, ha publicado una
obra respecto del propio asunto, donde el lector
hallará una gran suma de hechos, positivamente sobrado
curiosos para que no se pueda emplear el calificativo
de extraordinarios (Footfalls on the boun-dary
of anpther World.—Filadelfia, 1877). Pero este
estudio es de fecha casi reciente, y ha sido escrito
en momentos en que una calma relativa se adueñaba
de las mentes. Es necesario, pues, volver un
poco tiempo atrás para tener idea de las proporciones
adquiridas por la agitación provocada en los comienzos
del asunto modern spiritualism en la libre
América.
De 1850 a 1860, no se hablaba de otra cosa en
todas partes. Los centros sabios examinaban; el clero
discutía; los hombres cultos, los letrados, todo el
mundo, por decirlo así, disputaba, se movía y... se
injuriaba. A tal punto llegaron las cosas que el Consejo
legislativo de Alabama, para echar un poco de
agua fría en la epidémica efervescencia que se había
apoderado de los cerebros1 americanos, dio un bilí,
decretando que toda persona que fuese convicta de
entregarse a las manifestaciones espiritualistas, sería
•condenada a pagar una multa de quinientos dpllars,
- 29 - '
34. P A B L O O I B I E R
¿No recuerda esto la famosa inscripción
De part le Roy déjense a Dieu
De faire miracle en ce Ueul
de los convulsionarios de San Medardo? (i).
Es sensible que el gobernador se negara a sancio-
(i) La inscripción, oportunamente rememorada por Gi-bier
De orden del Rey, se prohibe a Dios
Hacer milagro en este lugar.
tiene un origen que merece consignarse.
Muerto Franeisco de París en 1727 en la capital de Francia
y enterrado en el cementerio de San Medardo, al lugar
de su sepultura comenzaron a acudir los muchos que le tenían
por frombre de santidad bien probada y que esperaban
resultase, una vez muerto, de condición, milagrera. Efectivamente,
a poco comenzó a extenderse la fama de las curaciones
obtenidas al contacto de la losa sepulcral, y creciendo
el fanatismo de las gentes, el cementerio se convirtió en el
lugar donde se desarrollaban las escenas de exaltación ofrecidas
por los convulsionarios de San Medardo.
Mientras vivió el Cardenal de Noailles que se mostraba
favorable a la llamada causa de los apelantes, los prestigios
del milagrero París iban de triunfo en triunfo, y tanto, que
mientras esperaba la decisión eclesiástica acerca de las
anormalidades ocurridas ante la tumba, se acordó, con carácter
provisional, la autorización para elevar una magnífica
estatua en mármol que anticipara el testimonio de admiración
de las gentes crédulas; pero ocurrió que al suceder al
Cardenal de Noailles el Obispo Vintimille, quien por pertenecer
a los Jesuítas resultaba enemigo de las opiniones de
su antecesor, este prelado sólo vio en los convulsionarios
una taifa de impostores, y sin perder tiempo publicó una
— 30 —
35. E L E S P I R I T I S M O
nar el bilí adoptado en Alabancia: así carecemos de
este botón de muestra para señalar el magnífico enloquecimiento
que marcaría un punto de la historia
del modern spiritualism. De todas maneras ya constituye
un detalle curioso que una Asamblea, compuesta
por personas respetables, dictara un acuerdo
de un draconismo tan cómico (i).
Si hubiésemos de seguir la marcha del espiritismo
desde 1860 hasta el día de hoy, entraríamos seguidamente
en la exposición de investigaciones llevadas
a efecto por distintos hombres de ciencia; mas como
quiera que hemos prometido demostrar que el espi-terminante
condenación contra los milagros de la iglesia de
San Medardo. Los veintidós curas de París que, por ser
agradables al Cardenal, habían firmado la petición de que
se hiciera informe respecto de las milagrerías de los convulsionarios,
se guardaron muy bien de protestar. El cementerio
fué cerrado para impedir la reproducción de los famosos
hechos, y un bromista tuvo la ocurrencia de escribir en
la pared, en grandes y negros caracteres, el letrero antes
copiado.
El cementerio ha desaparecido, como otros de su época,
hace bastante tiempo; pero según Wilfrid de Fonvielle
(Comment se font les miracles en dehor de l'église) la tumba de
Francisco de París, se ha conservado; según parece, existe
dentro del recinto de un pequeño jardín que pertenece al
presbiterio del curato.—(N. DEL T.)
(I) Como detalle complementario, merece recordarse
que el movimiento espiritista ofreció tal intensificación en
1854, que hubo de redactarse una instancia dirigida al congreso
de Washington apoyada en-quince mil firmas, pidiendo
que se nombrara una comisión encargada de estudiar los
fenómenos y de descubrir sus leyes. El escrito no fué tomado
en consideración, pero no por eso lo espiritistas cejaron
en sus propagandas.—(N. DEL T.)
- 31 -
36. P A B L O O 1 B 1 E R
ritismó es tan viejo como el mundo, necesario
es volver los ojos al pasado para hacer nuestra demostración,
que quizás nos conduzca a probar de
paso, qué el mundo es mucho más viejo de lo qué
suele imaginarse.
37. CAPITULO IV
E L E S P I R I T I S M O ENTRE LOS INDIOS DE LA AMÉRICA DEL
N O R T E . LA K.ÁFALA HEBRAICA
La mayoría de los autores que han escrito en defensa
del espiritismo prestan singular atención a antiguas
leyendas de casas encantadas, a relatos de
apariciones, de visiones, etc., todo ello con el propósito
de demostrar que las manifestaciones de los
que denominan los espíritus, se han verificado en todos
los lugares y en todos los tiempos: lo que probaría,
según dichos escritores, que las relaciones
existentes entre vivos y muertos, son perfectamente
auténticas, dado que resultan evidenciadas y observadas
en épocas en que se desconocía hasta el nombre
del espiritismo.
Por nuestra parte, ignoramos si tal argumentación
tiene valor ante determinadas personas: por lo que se
refiere a nosotros, diremos que no podríamos aceptar
dichos relatos más que como documentos de provisional
importancia, e, igualmente, creemos que, en
su mayor parte, es imposible invocarlos a título de
pruebas decisivas de la existencia del alma humana.
Sea como fuere, y con el objeto de quitar a este
volumen lo que pudiese tener en su lectura de excesivamente
árido, si se limitase a presentar una serie
— 35 - 8
38. P A B L O O I B ,1 B R
de hechos puramente experimentales, opinamos que
es conveniente reproducir algunas de las aludidas
narraciones, que damos pura y simplemente, como
mera curiosidad.
Puesto que ya hemos narrado el nacimiento del espiritismo
en Norteamérica no abandonaremos estos
países sin haber hecho una corta excursión a los lugares
que ocupan las razas autóctonas del Nuevo
Mundo. Se verá que los médiums están notablemente
dotados de especiales facultades entre los pieles
rojas, quienes posiblemente, representan, según datos
modernísimos de la historia del hombre, los restos
de una raza muy antigua y que goza, hace muchísimo
tiempo, de preponderancia en la tierra (i).
(i) Efectivamente, los modernos estudios de Antropología,
confirman que lo que hoy existe en las regiones de
la América del Norte de la raza roj a, es degenerada porción
de antiquísimos pobladores, pertenecientes a pueblos cuyo
período de esplendor, ni siquiera es alcanzado por los más
lejanos recuerdos de la Historia. Hoy es casi una verdad
adquirida la existencia de la Atlántida a que alude Platón y
que tan elocuentemente defendió el sabio Bailly. Dicho continente
sumergido bajo las aguas del Atlántico, del que
quedan, como restos más próximos a nosotros, las islas Canarias
y las Azores, hubo de ser asiento de una poderosísima
civilización alcanzada por los hombres de color rojo.
Porciones de esta raza perduraron en la América del Norte
y América Central, y los pieles rojas actuales] serían los degenerados
descendientes de la raza Atlante, que aún conserva
vagas reminiscencias de un estado de cultura antiquísimo,
que sólo de esta forma se pueden explicar.
Es notable y muy significativo el hecho de que la expresada
teoría constituya una de, las más terminantes afirmaciones
del ocultismo oriental, y es de justicia reconocer que
- 54 —
39. E L E S P I R I T I S M O
¿Será la proximidad de los pieles rojas la que
haya determinado la aparición de los fenómenos antes
descritos? Tal origen nos parece que sería ocioso
averiguarlo.
De una interesante obra de Eugenio Ñus recogemos
los siguientes detalles (i):
Veamos ante todo la narración escrita por un tal
Alejandro Henri, a quien cogieron los indios en la
guerra de 1759- Sir Willians Johnson dirigió un
mensaje a los pieles rojas al efecto de invitar a sus
jefes, instalados en Sant-Sainte Marie, a acudir para
firmar la paz en el fuerte del Niágara.
«Era cosa de demasiada transcendencia para someterla
simplemente a la decisión de la sabiduría humana.
Se hicieron, pues, los preparativos necesarios
con el objeto de evocar solemnemente y consultar a
la gran tortuga. Se comenzó por construir una casa
grande o wigwan, en cuyo interior fué puesta una
especie de tienda de campaña para uso del sacerdo-la
expresada afirmación esotérica, ni ha sido añadida, ni tomada
en tiempos modernos, sino que, por el contrario, resulta
pertenecer a épocas en que la ciencia occidental ni
siquiera existía.—(N. DELT.)
(I) Recomendamos con especial interés la lectura Cho-ses
de Pautre monde, a los que se dedican a los estudios psicológicos.
Aunque el autor declara no aceptar íntegramente
las teorías de los espiritistas, resulta ser, sin embargo, convencido
defensor de la existencia del espíritu, y para probarlo
ahí está todo su libro. Cuando más, podría reprochársele
haber confundido a la totalidad de los sabios bajo idéntica
reprobación, y de censurarles demasiado acremente;
pero es cierto que lo efectúa con tanto ingenio y gracia, que
resulta imposible al hombre de ciencia más laureado que
pueda guardarle rencor por mucho tiempo.—(N. DEL A.)
— 35 —
40. P A B L O O I B 1 E R
te y recepción del espíritu. Esta tienda, próximamente
de unos cuatro pies de diámetro, estaba construida
con pieles de alce, recubriendo un armazón,
construida por puntales hundidos a dos pies de profundidad
en el suelo, de diez de altura, y ocho pulgadas
de grueso, fuertemente enlazados entre sí por
medio de traviesas. Las pieles estaban sólidamente
unidas al armazón con correas de cuero, todo alrededor
de la tienda, excepto por el lado donde se
dejó una pequeña abertura para que el sacerdote
pudiese entrar.
«Este llegó a poco tiempo, presentándose en un
estado de completa desuudez. Se aproximó a la tienda,
en la que se introdujo arrastrándose a gatas sobre
manos y rodillas. Apenas había desaparecido su
cabeza por la abertura, cuando la armazón sólida y
firme de la tienda comenzó a oscilar, fuertemente
sacudida; tan pronto como hubo caído el trozo de
piel que cerraba la entrada, se escucharon dentro
ruidos y voces distintas, todo un discordante conjunto
de gritos salvajes, unas veces de ladridos y de
aullidos, otras imitando al perro y al lobo.
«Mezclábase a este horrible desconcierto, el de voces,
quejas y llantos de desesperación, de angustia y
de dolor intenso. Oíanse también ruidos articulados
como emitidos por bocas humanas, pero siempre
en una lengua desconocida para todos los allí presentes.
«Al cabo de cierto tiempo, un silencio absoluto
sucedió a la horrible algarabía de antes. Luego una
voz, hasta entonces no oída, anunció el desarrollo de
un nuevo prodigio dentro de la tienda. La voz resul-
— 56 —
41. E L E S P I R I T I S M O
taba de entonación débil y queda, semejante al chillido
de un perro de cría.
«Tan pronto como fué oída por los indios, comenzaron
a palmotear llenos de júbilo, exclamando que
ya había llegado el jefe de los espíritus, la Tortuga,
el espíritu que no miente jamás. Precedentemente
recibieron a silbidos las otras voces que se oían de
vez en cuando, y que reconocían por ser la de ciertos
espíritus malos y embusteros que engañan a los hombres.
Nuevos sonidos se escucharon dentro de la
tienda, y durante hora y media, no cesó de producirse
una sucesión de ruidos, en los que se destacaban
a veces distintas voces.
«Desde el momento en que el sacerdote penetró en
la tienda hasta el de cesar todo este estrépito no se
le oyó pronunciar palabra; pero cuando cesaron los
ruidos, habló a la multitud anunciando la presencia
de la Gran Tortuga y el consentimiento del espíritu
a responder a las preguntas que se le dirigieran.
Las preguntas fueron hechas por el jefe del poblado,
quien preliminarmente metió por la abertura de la
tienda una gran cantidad de tabaco.
«Hacíale tal oferta al espíritu, porque los indios
suponen que ama el tabaco tanto como ellos. Aceptado
que fué, pidió al sacerdote que preguntara si
los ingleses irían a hacer la guerra a los indios, y sí
en el fuerte del Niágara estaba concentrada mucha
cantidad de «uniformes rojos».
«Al punto que estas preguntas fueron hechas por
el sacerdote, la tienda comenzó a estremecerse, y
minutos después sus conmociones eran tales, que
ya se creía verla derrumbada.
— 37 —
42. P A B L O O I B 1 B R
«Supúsose que esto era el preludio de la contestación;
pero un grito espantoso anunció claramente
que la Gran Tortuga acababa de partir. Un cuarto
de hora transcurrió quedando todo en silencio. En
tanto me consumía de impaciencia, pensando cuál
sería el nuevo incidente de este episodio. Consistió
en el regreso del espíritu, cuya voz fué oida en un
largo discurso. El idioma de la Tortuga, resultaba
ininteligible, como ya queda advertido, para todos
los presentes, excepto el sacerdote. Hubimos de
esperar a que el espíritu terminara, y a que el sacerdote
tradujese la respuesta, para enterarnos del contenido
de esta extraordinaria comunicación. El espíritu,
según la frase de su traductor, durante la ausencia,
había atravesado el lago Husón, había ido al
fuerte del Niágara, y desde allí a Montreal. En el
fuerte del Niágara observó que había pocos soldados;
pero descendiendo desde Saint-Laurent hasta
Montreal, había visto cubiertas las aguas del río de
barcos llenos de tropa tan numerosa como las hojas
de los árboles. Cuando llegó hasta ellos, navegaban
para venir a combatir a los indios. El jefe preguntó
entonces, si en el caso de que los indios fueran a
visitar a sir Willeams Johnson, les recibiría como
amigos. El espíritu respondió, siempre traduciendo
el sacerdote, que sir Willeams Johnson llenaría
sus canoas de presentes; que tanto como pudieran
contener, las traerían llenas de mantas, calderos,
fusiles, pólvora, balas y amplios toneles de ron,
y que todos volverían sanos, y salvos, a sus moradas.
«Entonces el desbordamiento de la alegría fué ge-
— 38 — v
43. E L E S P I R I T I S M O
neral y entre aplausos cada uno exclamaba: —Yo
también iré.
«En el transcurso de los hechos, me mantuve alerta
desconfiando tenazmente de los compadrajes que
hubieran podido existir, pero es positivo que no pude
descubrir indicio alguno de superchería.
tEl resultado de la expedición que está relatado en
la historia de Drake, confirma por completo las promesas
del espíritu que jamás mintió-».
En la historia de la Nueva Francia, de Charles
Boix, está escrita por M. de Champlin la descripción
de una escena semejante, realizada entre los al-godonquinos
y los hurones.
He aquí otro relato más moderno que tomamos
del propio libro y que está sacado de una carta escrita
por M. Larrabíe, juez de Wisconsin, al gobernador
Taillmage: «He conversado la semana pasada,
con L. John du Bay, a quien trato algo. Ha pasado
toda su vida entre los indios y fué, durante varios
años, agente de la Compañía Americana de pieles. Me
ha contado varios hechos que prueban que la comunicación
con los habitantes del otro mundo, es cosa
corriente para los indios. Dijo que, en diferentes ocasiones,
vio construir a uno de sus médicos tres chozas
cuyos puntales clavaba en la tierra y los recubría
con pieles de gamo, formando pequeñas tiendas de
campaña, cuya capacidad sólo permitía estar dentro
a una persona sentada. Estas tiendas estaban separadas
entre sí por una distancia de dos pies próximamente.
En una el evocador colocaba sus mocasines,
en la otra sus polainas, y él se metía en la de enme-dio.
Entonces, cualquier indio que quisiera conversar
— 59 —
44. P A B L O O I B I E R
con un bravo difunto, formulaba sus preguntas. Inmediatamente
las chocitas comenzaban a balancearse de
uno a otro lado, como si fuesen sacudidas por
alguien que estuviese en su interior, y se oían voces
que salían de una o de otra y a veces de las tres al
propio tiempo.
«Estas voces sólo eran inteligibles para el médico
indio que se encargaba de traducirlas. Du Bay, añade
que, frecuentemente, cogió la cubierta de estas
tiendecitas empleando toda su fuerza para detener
el balanceo sin conseguirlo, y que entonces, levantando
las pieles, se cercioraba de que, dentro no había
nadie que pudiera causar los movimientos.
«También me ha referido algunos casos del clarividente
poder de estos médicos. Hace años fué a parar
a un puesto comercial situado en las vertientes del
Wisconsin. Allí esperaba a otro comerciante que venía
de otro puerto situado más al Norte, sobre el
Lago Superior. Ya habían transcurrido varios días
en vano, cuando el indio propuso revelarle el momento
en que su amigo llegaría. La proposición fué
admitida, aunque no con mucha confianza. El médico
se sentó sobre el césped, y cubriéndose la cabeza
con sus ropas, al cabo de pocos minutos se levantó
y dijo: —Mañana las nubes cubrirán el cielo; pero
cuando el sol se ponga, habrá un trozo de cielo despejado
y en ese trozo, el sol. Entonces, si miras hacia
allá abajo, a la punta de tierra que avanza sobre el
lado opuesto de los lagos, verás llegar a tu amigo.
Al día siguiente, como se había predicho, el cielo
estuvo cubierto de nubes hasta la caída de la tarde;
entonces las nubes se abrieron y el sol apareció. Du
- 40 -
45. E L E S P I R I T I S M O
Bay dirigió la vista al punto señalado; mas no vio
llegar a la persona esperada, y volviéndose hacia el
indio comenzó a gastarle bromas referentes a su profecía.
El piel roja, respondió sobriamente: —Voy a
ver—. Se sentó en la forma antes descrita: levantóse
al cabo de un instante y dijo: —Dentro de cinco minutos
le verás. Al cabo de este tiempo, añade Du <
Bay, mi hombre apareció llegando enseguida donde
estábamos...»
Según el doctor Fizgibbon, último gobernador
de Bay Island, un gran número de pieles rojas
resultan ser médiums espontáneamente, y por tal
motivo, obtienen efectos más poderosos y más extraños
que los conseguidos por cualquier médium
de raza blanca. Los espíritus que se manifiestan mediante
la intervención de aquellos, se distinguen, los
unos por el nombre de Españoles Americanos; otros,
pretenden pertenecer a razas más antiguas que construyeron
las ciudades cuyos restos maravillosos se
encuentran bajo el suelo de los bosques «supuestamente
vírgenes» de América; otros, según los médiums
rojos, que traducen su descorocido lenguaje,
se tienen por más remotos todavía y se hacen pasar
por antiguos fenicios, japoneses, tártaros y árabes,
llegados hasta aquí en distintas ocasiones en tribus
y en tiempos en que, no existiendo aún el estrecho
de Bering, Asia y América, constituían un sólo continente.
Pero dejemos ya la América para trasladarnos a
otros países.
- 41 -
46. P A B L O O I B I E R
§ II
En la actualidad tenemos pruebas de que entre los
antiguos hebreos, ni el texto vulgar de los Libros
de Ley (cuya lectura Moisés recomienda a todos),
ni el Génesis, lo propio xme las otras partes del
Pentaténco, estaban consideradas por los iniciados
del Templo y de las Sinagogas, como la manifestación
completa de la verdad. Un reducido número de personas,
formando parte de lo que se llamaba la fiábala,
tenían su Génisis particular y también su Teología
y su Filosofía, que el vulgo no llegaba a conocer.
Si los documentos que poseemos acerca de la fiábala
resultan muy deficientes, - consiste en la forma
de la iniciación hecha a la sombra de los tabernáculos
y constituida, casi exclusivamente, por la
enseñanza oral. Es posible que ocurriese otro tanto
en la mayoría de las iniciaciones. Cada religión tiene
su esoterismo simbólico, más o menos grosero,
destinado a la multitud, y su esoterismo en el cual
solamente los sacerdotes estaban iniciados bajo la
salvaguardia del más temible juramento. «No olvides
hijo mío, —decían los brahamas hindos al neófito—
que no hay más que un solo Dios, dueño soberano
y principio de todas las cosas, a quien todo
brahma ha de adorar en secreto. Pero sabe también
que esto es un arcano que jamás ha de revelarse a la
estupidez del vulgo. Si tu quebrantases el secreto,
te sobrevendrían grandes desgracias» [La Bible daus
linde.—L. Jacolliot).
— 42 -
47. t L E S P I R I T I S M O
La quinta esencia de la doctrina o hermetismo,
estaba reservada para un número muy corto de iniciados.
§ III
Los que consideran la Biblia como la palabra de
Dios, no pueden oponer ninguna dificultad para admitir
las apariciones de los muertos: el relato de la
evocación de la sombra de Samuel, a presencia de
Saúl, realizada por la pitonisa de Endor, les obliga
a creer en ellas. Por lo que se refiere a nosotros,
que exclusivamente nos atenemos a los hechos, nos
limitamos a testimoniar que la pretendida comunicación
de los vivos con los muertos y las prácticas
conducentes a provocarla, constituían un conocimiento
vulgar entre los hebreos, recogido ciertamente
de los egipcios.
Es lo curioso, que esta clase de necromancia era,
en alguna forma, una de las bases de la doctrina ka-balística,
como lo prueban los escasos escritos que
hasta nosotros han llegado que tratan de esta
teo-cosmogonía secreta. En el siguiente extracto de
las leyendas kabalistas, queda demostrada la práctica
de las evocaciones.
«Un día, nuestro maestro Jochanan ben Zachai,
se puso en viaje, jinete sobre un asno y seguido del
rabí Eleazar ben Aroch. Este le rogó que le enseñara
un capítulo de la Mercaba. ¿No te he dicho,—respondió
el maestro—, que está prohibido explicar la
Mercaba a alguien, salvo el caso que su sabiduría y
su propia inteligencia, no pueda bastar? Al menos
— 45 —
48. P A B L O Q I B I E R
replicó Eleazar, permite que repita delante de ti lo
que me has enseñado de esta ciencia.
—Pues bien, habla, respondió el maestro, y diciendo
asi, se apeó de su cabalgadura, se cubrió la
cabeza y fué a sentarse en una piedra a la sombra
de un olivo... Apenas Eleazar, hijo de Aroch, comenzó
a hablar de la Mercaba, descendió un fuego
del cielo que envolvía todos los árboles de la campiña,
que parecían cantar himnos, y en medio del
fuego se oía un espíritu que expresaba su gozo al escuchar
estos arcanos...
...El cielo se cubrió de pronto de espesas nubes:
un meteoro muy parecido al arco iris, brilló en el
horizonte, y se vio acudir a los espíritus para escucharles
(a los que recitaban un capítulo de la Mercaba),
como los curiosos que se agolpan para ver pasar
una boda» (Thal. Bab. Traü.—Chaginga, fol. 14
y Jacolliot ob cit).
«Los espíritus, las almas de los justos, dice el
Zohar, obra kabalística, pueblan los espacios infinitos
».
Los descubrimientos modernos nos han suministrado
detalles de gran valor respecto de la antigua
civilización egipcia y de la doctrina isotérica de los
sacerdotes de Isis. Pero como estos últimos evidentemente
proceden de la India, podemos afirmar, sin
temor de incurrir en grave error, que los misterios
de Isis debían ser, con muy poca diferencia, los de
los templos donde era adorado Brahma, algunos millares
de años antes de que los valles del Nilo y las
llanuras de Memphis, hubiesen sido dominadas por
las primeras dinastías de los Faraones.
— 44 —
49. E L E S P I R I T I S M O
Nos dedicaremos, pues, a buscar, especialmente
en la India, el origen de las prácticas espiritualistas,
tema de estudio a que estará consagrado el capítulo
que sigue; pero antes de terminar éste, recordaremos
de pasada, que la costumbre de hacer girar diversos
objetos, tales como mesas, vasos y con espcialidad
los arneros, era conocida en Grecia, y ciertos escritores
satíricos, tales como Teócrito, Luciano, etcétera,
etc., se burlan de tales manejos supersticiosos
(i).
(i) Gibier hace referencia, en lo que antecede, a las doctrinas
de la Kábala, y creemos no ha de ser inoportuno ocuparse
un momento de esta forma de opinar, que constituye
la doctrina isotérica de los hebreos. La Kábala hebraica fué
importada a Israel por los judíos del cautiverio de Babilonia,
y también cuenta con partidarios otra opinión, según la
cual la Kábala fué enseñada por el propio Moisés, que la
recibió con las enseñanzas de la iniciación egipcia. Sea como
fuere, es lo cierto que, desde remota fecha, transmitíase de
uno en otro entre los doctores hebreos, la doctrina kabalís-tica,
siempre en forma oral, siempre bajo la condición de
secreto, y siempre comunicada al reducido número de los
recién admitidos que se distinguían por sus dotes de prudencia,
de talento y de jaber. Ad Franck, la denomina ciencia
misteriosa, terrible para las inteligencias débiles, puesto
que puede conducirlas a la locura o a la extravagancias
de ia impiedad.
En el período comprendido entre los siglos x y xm, de
nuestra Era, es cuando aparece mayor número de obras ka-balísticas,
distinguiéndose en esta labor los hebreos españoles.
De los textos que tratan de la Kábala son los más importantes
la Historia del Génesis y la Santa Mercaba. Ocúpase
aquélla de la cosmología, y ésta de Dios, de los espíritus
y del alma humana.
La metafísica. Cabalística sostiene la doctrina de la pre-
- 45 -
50. CAPÍTULO V
UNA PALABRA A C E R C A DE LA INDIA
§ I
Persistamos en que no compartimos las ideas de
la escuela espiritista, y que rechazamos, por prematura
e insuficientemente demostrada, la teoría de la
existencia y la de la emanación. Admite la creencia en la
transmigración de las almas, y además de profesarla a la
manera de los hindos, los kabalistas defienden otra forma
llamada ibbur, que consiste en la reunión de varias almas
en un solo cuerpo, cosa que se realiza cuando el alma tiene
necesidad de cierto auxilio para llegar a determinado objeto.
No vaya a creerse—dice el Zohar—que el hombre es únicamente
de carne y de hueso: lo que le constituye positivamente
es su alma, y la materia no es más que un velo que
la esconde, pero nunca el hombre mismo. Cuando el ser
humano muere, se despoja de todas sus envolturas.
Los kabalistas afirman la existencia de ángeles y de demonios;
éstos, según ellos, constituyen las formas más groseras
y más imperfectas; todo cuanto representa ausencia
de vida, de inteligencia y de orden. El universo está poblado
de espíritus, habitando los más puros el mundo de Be-riah,
superior al mundo de las esferas o Fetzirah.
Las apuntadas indicaciones sólo pueden dar una idea
muy imperfecta de la doctrina kabalística; pero bastan para
evidenciar que los hebreos en su enseñanza secreta o ini-
- 46 —
51. E L E S P I R I T I S M O
intervención de las almas de los fallecidos, para producir
fenómenos especiales con el auxilio de cierto
número de personas a las que se denominan médiums.
Pero lo que sí afirmamos una vez más, y lo probaremos,
es que existe toda una categoría de fenómenos,
en apariencia contrarios a las leyes conocidas de la
naturaleza e inexplicables hasta el presente; lo que no
quiere decir que se haya de renunciar a descubrir la
explicación. Hagamos notar también, que la familia
Fox, «perteneciente a la Iglesia episcopal metodista
», es posible que jamás hubiese oído hablar de la
religión de Brahma —acaso sólo de su simbolismo
trivial—, y que, no obstante, la doctrina espiritista
ciática, resultan unos perfectísimos precursores de las doctrinas
predicadas por el espiritismo, y que estas enseñanzas
se mantenían tan en secreto, que en los primeros libros de
la Biblia ni se alude a la inmortalidad del alma, ni cuando
Dios premia o castiga lo hace más que dentro de los límites
de la vida humana, sin mencionar ninguna especie de pena
futura.
En tiempos bastante avanzados de la historia de los judíos,
como por ejemplo en los de Salomón, puede verse expresado
el materialismo de las creencias externas hebraicas,
en textos de estructura tan perfecta como el Eclesiás-iés,
y precisamente la deliberada abstención de los doctores
hebreos de publicar el verdadero concepto que tenían de
Dios y de la inmortalidad del alma, ha servido de base para
que se haya opinado que determinadas doctrinas metafísicas
las recogieron los hebreos en Babilonia y en Egipto
Repetimos que la Kábala es la mejor prueba de la índole
espiritualista de la filosofía isotérica de los hebreos, como
también de que estaban en posesión de las más altas doctrinas
ocultas, y de que les eran perfectamente conocidos los
arcanos de la magia y de las evocaciones nicrománticas
(mediunurnismo).—(N. DEL T.)
- 47 -
52. P A B L O O I B I E R
actual en la que poco han cambiado sus creencias
del primer instante, resulta estar de completo acuerdo
con la religión isotérica de los brahmas. Y como
quiera que esta religión se enseñó a los iniciados de
las categorías inferiores én los templos del Hima-laya,
hace más de cien mil años, la coincidencia advertida
es, por lo menos curiosa, y permite afirmar,
sin incurrir en lo paradógico, que el espiritismo no
es más que el brahmanismo isotérico sacado a la publicidad.
Lo expuesto no permite deducir que de
esta comparación se pueda extraer argumentaciones,
ni en favor ni en contra, de las doctrinas del esplritualismo
moderno; pero aun sin llegar a esta forma
de argumentación, el hecho no resulta menos interesante.
La India sin duda nos dará la clave de los misterios
que nos colman de inquietud: ella nos dirá algún
día, cuáles son los frutos de este árbol del que un
inesperado brote acaba de surgir en tierra americana
para lanzar sus gérmenes en todas direcciones
y en todos los países civilizados, como un reto dirigido
a ese saber de que los hombres de hoy se muestran
tan ufanos. ¿Será este árbol el de la ciencia del
bien y. del mal; de la vida y de la muerte?
[Quién lo sabe!
De aquí a pocos años, los que componen la intelectual
aristocracia de la científica cultura, puede ser
que busquen en los experimentos psíquicos los últimos
misterios de la fisiología transcendental. Es seguro
que no serán los que ya llegaron quienes sirvan
de instrumento a tal renovación: más bien corresponderá
a los jóvenes del mañana, a los del por-
- 48 —
53. E L E S P I R I T I S M O
venir, a aquellos cuyas arteriolas cerebrales no están
incrustadas por el ateroma de los conocimientos adquiridos
y de las teorías filosóficas completamente
hechas. Los hombres del presente, somos ya demasiado
viejos. Y no exceptuamos tampoco a los de la
escuela positivista, cuyo jefe lo era del modo más definitivo,
cuando afirmó que eran absurdos, rechazándolos
como imposibles, una serie de fenómenos que
no había examinado. Somos muy viejos, repitámoslo,
porque hemos recibido una deplorable educación.
Estamos moldeados en la Edad Media; nos han atiborrado
de historia apoyada en el exoterismo bíblico,
historia que de tal sólo tiene el nombre. (Cómo
ha de serl Dentro de poco sabremos lo bastante de
la verdad para distinguir el error, y cuando la evidencia
nos deslumbre con la intensidad de sus resplandores,
nos veremos forzados a rendirnos a discreción.
Entonces será cuando rechazaremos en
bloque todas las inservibles antiguallas, todas nuestras
manidas creencias, para apagar nuestra sed, bebiendo
a grandes sorbos en la fuente de la verdad.
¡Feliz juventudl ¡Dichosa infancia! Sin embargo,
más dichosos han de ser lo que han de venir: ¡Ellos
sabránl Sus inteligencias no han de estar obscurecidas
por los errores, que se han infiltrado en nuestra
sangre con los jugos de la leche ..maternal. Podemos
repetirlo con plena persuasión, porque sabemos que
los hechos no nos desmentirán. ¡Los tiempos se
avecinanl
Dentro de.poco la luz aparecerá como un globo
en ignición, proyectando por doquier sus rayos
deslumbradores. No es del Norte, de donde vendrá,
- 49. ~ 4
54. P A B L O O I B I B R
sino del Oriente, cuna del género humano, y natural
guardador de sus conocimientos. Allí es donde las
diversas razas, que sucesivamente predominaron sobre
la superficie terrestre, han vuelto a hallar, después
de varios milenios de reconstitución y de barbarie,
la historia de la humanidad y el hilo mil veces
roto, de la ciencia imperecedera.
¡Nuestro siglo del saberl
|Tan orgullosos como nos mostramos de los descubrimientos
de estos últimos tiempos! Y es el caso
que -aunque no falte motivo para envanecerse en
muchas ocasiones, no hemos hecho más que descubrir
lo que ya había sido descubierto. Seamos más
humildes y hagamos justicia más completa a nuestros
antepasados.
En vuestros futuros libros, señores autores clásicos
que tratáis de la historia del mundo, tened la
comodidad de no hacerla principiar hace seis mil
años. De no hacerlo así, los jóvenes lectores sonreirán
ante vuestros libros que les han de inspirar lástima.
Porque nosotros les diremos muy alto lo que el
estudio de la India nos enseña a cada instante. A
saber: que no conoceremos la época en que el hombre
comenzó a vivir en sociedad; tal es su lejanía,
que se pierde en la noche de los tiempos.
Por lo demás: ¿no sabemos ya que las huellas del
hombre y de su industria, se hallan en lo que provisionalmente
denominamos capas geológicas, del período,
o mejor, de los períodos glaciales? ¿No se han
hallado estas huellas muy recientemente hasta en los
depósitos de una de las tapas terciarias? ¿Y no indica
esto que los que dejaron esos vestigios, vivieron
- 50 —
55. E L E S P I R I T I S M O
en épocas de tal modo distantes de la nuestra qué
la imaginación apenas puede abarcarlas, y que nos
sentimos ante ellas casi dominados por el terror?
Pero ¿por qué sondear así profundamente en las
entrañas de nuestra madre común? Para arrancar sus
secretos a los hijos que en su seno duermen millares
de centurias, meciendo en un gigantesco vaivén
su eterno reposo en el espacio infinitó; este balanceo
gigantesco que emplea veinticinco mil años para
completarse, ¿no tendrá algo que ver con los cataclismos
periódicos de que nos hablan los libros hin-dos?
¿Será cierto que durante estos veinticinco mil
años, el sol iluminó alternadamente los continentes y
el Océano sobre los mismos puntos del mismo hemisferio?
¿Será verdad que dentro de algunos siglos, las
aguas, arrastrando enormes hielos provinentes de
los mares australes, destruirán toda nuestra labor
penosamente realizada, y nos han de cubrir bajo sus
ondas por espacio de centenares de siglos? ¿Qué pensarán
de nuestros cráneos fósiles los sabios geólogos
y antropologistas de las academias del siglo trescientos
veinte de nuestra era, si practican escavacio-nes
en el lodazal donde esté enterrada lo que fué la
Europa de hoy, cuando las aguas se hayan retirado
otra vez del hemisferio boreal... |Oh! ¡Estos son problemas
enloquecedores!
' Pero volvamos a la India, porque solo por ella nos
será permitido ver claro el camino que, con esfuerzo,
sigue nuestra raza. Aún estamos lejos de saberlo
todo; los sacerdotes de Brahma, guardan sobrado
celosamente sus científicos tesoros. Sus templos contienen
inestimables riquezas, que, sin embargo, no
- 51 -
56. P A B L O O I B 1 E R
afrontan la comparación con las que están cuidadosamente
ocultas en ciertos subterráneos, santuarios
del Asia, situados fuera del alcance periódico de las
aguas diluvianas, en las pocas altitudes donde no se
pueden encontrar conchas fosilizadas, indicios de
una sumersión anterior (i).
(i) Los más acreditados escritores de la escuela teosófi-ca
y particularmente la inmortal creadora del moderno movimiento
teosófico occidental, H. P. Blavastky, menciona de
modo preciso y terminante, la existencia de verdaderos
pueblos subterráneos en las altas mesetas de la cordillera
himaláyica y en el interior de las regiones del Thibet. En
estas vastísimas galerías a modo de inmensos salones que
están bajo tierra, se conservan curiosos documentos de la
historia del hombre, escritos ignorados que se remontan
a la época del mundo atlante, y obras de las que se habla
entre eruditos, deplorando su desaparición. Existen allí
también, detalles de asombrosos descubrimientos, de raras
perfecciones alcanzadas en épocas de las que'ya ni se tiene
memoria y, en suma, todo un incalculable tesoro de recuerdos
y de obras humanas que, según dicen los que de esto hablan,
si fuesen dados a la publicidad, transformarían en absoluto
la historia de la civilización y de las ciencias.
Claro es, que de estas maravillas no tenemos otro testimonio
que el aportado por dichos escritores, quienes se
apoyan en antecedentes facilitados por los misteriosos iniciadores
de la India; pero ofrecen muy chocantes coincidencias
con varias cosas que se han ido sabiendo y que resultan
de acuerdo de manera sorprendente con las afirmaciones
de Madame Blavastky y otros teosofistas.
En anteriores párrafos habla Gibier de descubrimientos
hechos ahora y que fueron conocidos en muy vieja fecha.
Esto es tan exacto que en los comienzos del SIGLO XIX publicó
Dutens una obra, en dos volúmenes, titulada Origine
des Découvertes attribués aux Modernes, en la que el autor
pasa revista a cuanto era conocido en su época (1825) y
— 52 —
57. E L E S P I R I T I S M O
En todas partes se traducen y se estudian los libros
sánscritos que la casualidad, o las pacientes investigaciones,
han puesto a nuestra disposición. Con
tal objeto, nuestros vecinos los ingleses han constituido
escuelas especiales. Una sociedad que se
impone la obligación de difundir en el mundo entero
las doctrinas altamente altruísticas de Buddha,
y las obras escritas en la India, se ha constituido,
hace pocos años, y cuenta ya por centenares el número
de sus «Ramas» y de sus publicaciones. Esta
sociedad ha tomado el título de «Sociedad Teosófi-ca
»¡ cuenta con una gran cantidad de socios, divididos
en agrupaciones desigualmente distribuidas en la
India, Europa, América y Australia. Existe un centro
de esta clase en París, y el presidencial de dicha aso-halla
pocas cosas que no tengan una antigüedad de muchos
siglos. Podría consultarse también lo que dicen Fabre 'dOli-vet
y Saint Ivés d'Alveydre, como igualmente curiosas y
muy bien documentadas observaciones de Baylli. Leyendo
las obras de estos escritores y de otros varios, sin olvidar
una moderna, muy notable, publicada por Albert de Rochas,
se llega a la persuasión de que, efectivamente, más allá de
las tenebrosidades de la protohistoria, ha existidc todo un
mundo anterior de poderosas civilizaciones y de prodigiosos
adelantos y que nosotros los hombres actuales no tan
solo no hemos llegado a igualar, sino que nos quedan por
volver a descubrir prodigios y realidades que parecerían
hoy solo propias del mundo de la fantasía y de las
fábulas.
No se nos oculta lo atrevida que resultará semejante afirmación;
pero repitamos, que no somos los primeros en formularla;
que cada vez es mayor el número de sus partidarios,
y que de momento en momento, cada vez son mejor
acogidas las afirmaciones que a este propósito hallamos en
los más célebres textos del ocultismo.—N. DEL T.
- 53 -
58. P A B L O O I B I E R
ciación reside en Adyar (la India), donde posee una
importante instalación que contiene riquísima biblioteca,
salones de conferencias, etc„ etc. Los teosoñs-tas,
que es como se llaman los miembros de dicha
sociedad, dicen que reciben sus instrucciones de una
«fraternidad» de hombres extraordinarios, especie
de taumaturgos, que moran en las soledades del Thi-bet.
Inversamente a comí* actúan los propagandistas
de las religiones, tienen por precepto no acudir a las
multitudes, sino a las personas más distinguidas de
cada país. Por lo demás, declaran que no les reúne
ningún dogma, y que buscan y enseñan la verdad,
que está «por encima de todos los credos religiosos
», según consta en su lema (i).
(i) Estos detalles relativos a la Sociedad Teosófica resultan
hoy muy por debajo de la actual extensión e importancia
de dicha sociedad. Téngase en cuenta que Gibier se
refiere a cómo estaban las cosas en 1886, y que desde entonces
hasta la fecha presente, la asociación fundada por
Mme. Blavastky ha recorrido un enorme camino. El número
de «Ramas,» de «Grupos» y de colectividades con que
cuenta la Sociedad Teosófica en todo el mundo, es grandísimo.
La cantidad de obras publicadas respecto de la Teosofía
y de la literatura y ciencia hinda, constituye un riquísimo
caudal de conocimientos, escrito en casi todos los idiomas.
El movimiento teosófico está hoy dividido en tres
grandes tendencias: una la representada por los que pudiéramos
llamar herederos del movimiento inicial, aunque no
muy legítimamente, que preside Annie Bessent; otra que
comprende el teosofismo norteamericano, y que ha establecido
ciertas diferencias con el de la India, regentado por la
teosofista C. Tingley, sucesora de William G. Judje, y otra
que contiene el movimiento separatista germánico, creado
por Rodolfo Steiner, No nos detendremos aquí a detallar las
— 54 —
59. E L E S P I R I T I S M O
No queremos anticipar nada que no podamos probar.
Hemos hablado de la antigüedad de la India, y
nos resta ofrecer las pruebas que la establecen. Para
dar una noción de lo remoto de la ciencia indiana,
recordaremos, lo primero, el parecer de un autor clerical,
que no se distingue ciertamente 'por su afecto
al pueblo indio. Este autor que no repara en adaptar
los cálculos astronómicos a las exigencias del
Génesis bíblico, siguiendo el método tan usado por
su émulo Loriquet, dice:
«Los indios aplicaban el álgebra a la geometría:
discutían en sus escuelas respecto de la cuestión del
movimiento de la tierra, provinente de la rotación
diurna sobre su eje, en el seno del espacio: estudiaban
la causa de la caída de los graves, comparando
a la tierra como un imán: calculaban senos y cosenos
y construían tablas: obtenían, como cosa vulgar
y sencilla, la suma del cuadrado de cada uno de
los lados de un ángulo recto, en un triángulo igual
al cuadrado de la hipotenusa (Astronomie ináienne,
según la doctrina y los libros antiguos de los brah-mas,
por el cura M. Guerin).
Diodoro de Sicilia, historiador griego del siglo de
Augusto, citado por Ammiano Marcellín, ¿no afirma
que los caldeos aprendieron la astronomía de los sabios
de la India? Y según Eusebio, los etiopes, de
quien los egipcios extrajeron su saber, ¿no eran una
diferencias que separan a las enumeradas manifestaciones
del teosofismo. De todas maneras, no tienen ninguna importancia
doctrinal, y más bien han nacido en las disparidades
de criterio referentes al modo de entender la organización
y desarrollo de la propaganda teosófica.—(N. DBL T.)
- 55 —
60. colonia de dicho país? Pero acerca de este asunto
también puede que la ciencia moderna iluminada por
la luz de Oriente venga a rectificar los escritos de los
historiadores griegos.
Con relación al tema indicado, se hallarán todos
los desarrollos deseables en el notable librito del ingeniero
Tremeschini, (La Cosmographie vulgarisée,
par la méthode plastique de Pingenieur Tremeschini),
del cual tomamos una parte de lo que en esta obra
se refiere a la astronomía indostánica.
Uno de los más antiguos textos de la literatura indiana
contiene innegables pruebas de antiguos conocimientos
de astronomía, y son testimonio de ello los
párrafos siguientes de los escritos famosos del legislador
Donu, Monou o Manou:
«Los Pitris (dioses manes antepasados del género
humano) residen eu la Luna. Como la Luna sólo da
una vuelta sobre sí misma (con relación al Sol), en
un mes, los Pitris, situados en su ecuador, no tienen
más que un día y una noche, mientras que nosotros
contamos en la zona ecuatorial treinta noches y treinta
días, a causa de las treinta revoluciones de la Tierra
ante el Sol, que hace el día y la noche para los
hombres y para los Pitris». (Manou, cap, I, versículo
65-66).
«Pero los Debtas, que están situados en el polo
Norte de la Tierra, cuentan aún menos días y noches
que nosotros y los Pitris en igual período de tiempo,
porque ellos no tienen más que un día y una noche,
durante los doce días y las doce noches de los
Pitris del Ecuador de la Luna y los trescientos sesenta
días y trescientas sesenta noches de los habi-
- 56 —
61. E L E S P I R I T I S M O
tantes de Lanka (Ceilán) en el ecuador terrestre (Ma-nou,
cap. I, vers. 67) (i).
A continuación reproducimos un cuadro indicador
de la diferencia que existe entre el lugar que
ocupaban algunas estrellas, escogidas al azar en el
catálogo de Souryo-Shiddhanto, y la posición que
en el cielo ocupan actualmente:
(1) Antecedentes comunicados a Paul Gibier, por M. Tre-meschini.—(
N. DEL A.)
— 87 -
62. CUADRO
QUE I N D I C A L A D I F E R E N C I A E X I S T E N T E E N T R E LA P O S I C I Ó N O C U P A D A P O R O C H O E S T R E L L A S F I J A S , T O M A D
A S A L A C A S U A L I D A D E N E L C A T A L O G O D E SL'RYO-SHIDDHANTO, Y LA P O S I C I ÓM A C T U A L D E ESAS
MISMAS ESTRELLAS
NOMBRE EN ESPAÑOL
Diferencia Diferencia
NOMBRE SANSCRITO DE LA ESTRELLA de posición en de posición en
ascensión recta declinación
Delta d°
Beta d°
Delta d° .
Psi 1) d°
23
2u
23
22 V.
20 1/4
22 3 / 4
19 v4
21 3U
1 3 7 .
- 2 v4 s
+ 2/ 3N
+ 1 N
+ «/4N
+ 38 / 4 N
+ ' V . s
— 1 s
NOTA.—Teniendo en cuenta estas diferencias, estas.desviaciones considerables en todos sentidos, el
cálculo IMPARCIAL demuestra que las observaciones de Suryo-Shiddhanto se remontan a los 58.000 años.
(1) En la actualidad, esta estrella no e s visible a simple vista.
63. E L E S P I R I T I S M O
El catálogo de Suryo-Shiddhanto es una recopilación
análoga al anuario metereológico de nuestras
modernas observaciones, y en aquél, el astrónomo
hindo registraba sus observaciones celestes y anotaba
lo posición de las estrellas fijas.
Nunca llamaremos lo bastante la atención del lector,
respecto de este documento, verdaderamente
magnífico, de la historia de la humanidad. Se verá
que, aparte de las diferencias debidas a la precesión,
este cuadro acusa desvíos considerables en todas las
direcciones, entre la posición de las estrellas anotadas
por el astrónomo hindo, y las que ocupan actualmente.
Estos desvíos originánse necesariamente, en
el movimiento propio de las estrellas.
El cálculo imparcial hecho según los documentos
hindos, y basados sobre estas diferencias de posición
de estrellas fijas, prueba que las observaciones de
Souryo-Shiddhanto se remontan a los ¡cinc uenta y
ocho mil años!
Y, en sus escritos, Suryo-Shiddhanto, habla de
libros sagrados (los Vedas), en concepto de escritos
ya muy venerables por su antigüedad.
También es interesante observar, según lo consignado
en los libros de Suryo-Shiddhanto, que este
astrónomo se servía para sus observaciones de una
ecuatorial perfectamente instalada, cuyo tubo, provisto
de pínulas, estaba movido por una clepsidra
en la cual el agua era sustituida por el mercurio.
Estos detalles, lo propio que el cuadro reproducido,
nos fueron facilitados por M. Tremeschini. Ningún
testimonio permite opinar que los tubos astro-
- 59 -
64. P A B L O O I B I E R
nómicos estuviesen provistos de cristales de aumento
(i).
Hasta la fecha presente, si se admitía la gran antigüedad
de la civilización de la India, a justo título se
consideraba fabulosa la división dada por los hindos,
a la duración del mundo.
Recordemos ahora cómo está detallada dicha división,
según los traductores que toman al pie de la
letra los documentos hindos.
Para estos, la duración del mundo abarca cuatro
períodos, edades, yugos o yugas.
I.° El Krita-Yuga, que ha durado un millón setecientos
ventiocho mil años años. Durante este perío-
(i) Indudablemente no queda vestigio de que los tubos
usados para las observaciones astronómicas, tanto en la India,
como en la Persia y el Egipto, estuviesen dotados de
lentes convexas o biconvexas; pero es también un hecho
averiguado, que en las escavaciones practicadas en las ruinas
de Babilonia y Ninivé, se encontraron trozos de vidrio
de forma lenticular cuyas ópticas aplicaciones no ofrecen
duda. Además, la propiedad de los cristales de aumento
la vemos bien conocida en tiempo de los romanos. Nerón
usaba cierta especie de monóculo tallado en una enorme
esmeralda, que por su limpided y tamaño debía tener un
casi incalculable valor. El uso de los cristales lenticulares,
tiene en la China una antigüedad que no se conoce exactamente.
Todos estos detalles hacen suponer que las observaciones
astronómicas de antiquísimos tiempos debieron realizarse
con el auxilio de aparatos que de modo detallado
desconocemos; pero que debieron existir, toda vez que
hasta nosotros han llegado indicios de investigaciones, alguna
de las cuales no pudieron realizarse a simple vista.—
N. DEL T.
— 60 —
65. E L E S P I R I T I S M O
do, el hombre vivía cien mil años y su estatura era
de ventiún codos.
2° El Treta-Yuga, cuya duración ha sido un millón
doscientos noventa y seis mil años. Durante esta
edad los hombres vivían diez mil años.
3.0 El Devapara-Yuga, su duración ha sido de
ochocientos sesenta y cuatro mil años. La vida
humana en él, no excedía de los mil años.
4.0 El Kali-Yuga, o sea la edad actual, que no
debe subsistir por más tiempo que cuatrocientos
treinta y dos mil años, y durante el cual la vida humana
está reducida a ciento. Según los documentos
astronómicos, dicha edad habrá comenzado un viernes,
día 28 de Febrero, tres mil ciento un años,
(Prinsep), antes de nuestra Era.
Pero después de los trabajos de Wiliam Jones que
especialmente nos dio a conocer los Vedas, de Wil-kins,
Forster, Wilson, Prinsep y otros sabios ingleses
a quienes debemos la iniciación en los estudios
sánscritos, de Hipólito Fauche, que tradujo el Ra-mayana,
los estudios de la literatura hinda han adelantado
bastante, y pronto es indudable que conoceremos
la realidad que se oculta detrás de este conjunto
fabuloso de siglos, acerca de los cuales sólo el
conocimiento de una exacta manera de interpretarlos
puede reducirlos a sus verdaderas proporciones.
Ya es tiempo de que detalles más precisos nos
pongan en lo justo respecto de la manera de apreciar
los escritos brahmánicos, pues su exacta significación
hasta el presente la desconocen los mlecchas
(paganos, infieles, extranjeros impuros) como queda
— 61 -
66. P A B L O O I B I B R
evidenciado leyendo la obra del general Biorsterna
(Tableaupolitique et statistique de VEmpire brüanique
dans l'Inde), de donde copiamos las siguientes líneas,
que resumen el criterio general de casi todos
los autores que han hablado de la India antigua.
«En la cronología hinda, el mundo se desarrolla en
cuatro períodos; en cada uno de estos cuatro períodos,
hubo un diluvio universal que contribuyó a dar
la forma ulterior al muudo; ¿no resulta ésto enteramente
confirmado por los descubrimientos recientes
de los geólogos? ¿Y de dónde pudo provenir
este sorprendente conocimiento? Atribuirlo a una revelación
en un pueblo idólatra, sería ponerse en contra
de nuestras ideas religiosas (i) e imputarlas a una
tradición popular es aún menos posible, puesto que
el origen de la especie humana, al menos según los
principios de la geología, no corresponde a los primeros
períodos de la formación de la tierra y sí solamente
al último de ellos.
¿Qué otro partido podría tomarse si no es el de
admitir que los indios en estas remotas épocas, aunque
no poseyesen la ciencia de los Cuvier, de los
Werner, de los Buckland, de los Berzelius, tenían
ya el presentimiento filosófico, presentimiento acerca
del cual las admirables investigaciones de los
grandes naturalistas modernos han probado su positivo
valor?
Es cosa admirable, y muy cómoda, atribuir un
(i) ¡Oh nefasta influencia del exoterismo bíblico! ¿No es
esta la ocasión de decir con el Apóstol «la letra mata»?.—
(N.DBLA).
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presentimiento, una intuición de lo que sucede a las
personas a quienes se quiere negar que hayan tenido
en determinada ocasión el exacto saber de las
cosas. Pero no nos maravillará tanto como le maravilla
al bravo general Biorsterna, y él mismo no pensará,
sin duda, alabar tan calurosamente las cualidades
intuitivas de los pueblos idólatras, que no
han tenido como nosotros la revelación de las cosas
estupendas que se sabe, cuando ía Sociedad Atmica
haya publicado los comentarios del Sómodsevo de
Gótomo, de los cuales ya se dio a la publicidad el
prefacio (i).
El Sómodcevo, escrito por Gótomo, hace próximamente
treinta mil años, contiene datos precisos,
irrefutables, según se nos dice, acerca de la periodicidad
de los cataclismos diluvianos a que está supeditada
la tierra, desde tiempo inmemorial. De este
documento resulta que los diluvios no concuerdan
en manera alguna, con los períodos señalados antes
(los yugas) a que hace alusión el general Biornstier-na,
sino a otras fases cronológicas que coinciden con
fenómenos bien caracterizados, todos de orden físico,
astronómico y meteorológico, respecto de los
cuales da Gótomo las explicaciones más exactas.
Deseamos vivamente que la Sociedad Atmica nos
dé pronto a conocer esta importante obra, escrita,
(i) Préface des commentaires sur le Sómodcevo, de Gótomo,
imprenta Champon. París, 1885.
Desgraciadamente hay que temer que la publicación del
prefacio no sea seguida por la de la obra. Hace ya algunos
años que se espera el anunciado trabajo.—(N. DEL A.)
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68. P A B L O O I B 1 £ R
según queda dicho, hace unas trescientas centurias
próximamente.
§ II
Quisiéramos finalizar aquí esta digresión histórica;
pero al tratar de poner de relieve la antigüedad
del espiritismo, no podemos realizarlo si no es
demostrando paralelamente la antigüedad de las sociedades
humanas y de sus religiones. Pedimos al
lector que aún nos escuche un momento en lo relativo
a la remota civilización de la India.
Los documentos astronómicos son para nosotros
pruebas rigurosamente matemáticas; pero una prueba
más no estorba. Los estudios filológicos demuestran
que la cultura india es muy anterior a la de los
griegos, y que ha dejado huellas en todos los países
de la antigüedad. Algunos nombres de la mitología
helénica, resultan ser sánscrito casi puro. Los ejemplos
siguientes tomados de un conocido autor que
residió en la India más de veinte años, son más elocuentes
que puedari serlo los mejores discursos.
HÉRCULES.—En sánscrito: Harakala, héroe de las
batallas. Manera comunmente adoptada en la poesía
india para nombrar a Siva, dios de los combates.
THESEO.—En sánscrito: TAa-saka, el compañero
asociado de Siva entre los hindos.
EAQUE.—Juez de los infiernos en la mitología griega.
En sánscrito: Aka-ka, juez severo, adjetivo calificativo
que acompaña ordinariamente al nombre de
Yama, juez de los infiernos páralos indios (L. Jaco-lliot-
Loc. Cit).
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ARIANA.—La desgraciada princesa abandonada por
Theseo y que tuvo la desdicha de someterse a un
enemigo de su familia. En sánscrito: Ari-ano, seducido
por un enemigo.
REHADAMANTO.—Otro juez de los infiernos según
la mitología, En sánscrito: Rhada-manta, que castiga
el crimen.
ANDRÓMEDA.—Sacrificada a Neptuno y socorrida
por Perseo. En sánscrito: Andha-ra-medha, sacrificio
a la pasión del dios de las aguas.
PERSEO.—En sánscrito: Para-sha, socorro llegado
a tiempo.
CRESTES.—Célebre por sus furores. En sánscrito:
O-rahsatea, entregado a la desgracia.
PÍLADES—El amigo de Orestes. En sánscrito: Pillada,
que consuela con su amistad.
IFIGENIA.—La virgen sacrificada. En sánscrito:
Apha-gano, que acaba sin posteridad.
CENTAURO.—Personaje de la fábula, mitad hombre
mitad caballo. En sánscrito: Ken-tura, hombre caballo.
Las divinidades del Olimpo, tienen el mismo orí-gen.
JÚPITER.—En sánscrito: Zu-pitri, padre del cielo
o Zeus-pitri, de que los griegos formaron la palabra
Ze-us y los hebreos Jeovah (i).
PALLAS.—La sabia diosa En sánscrito: Pala-sa,
sabiduría que protege.
(i) La consonante 2 no existe en sánscrito y es reemplazada
por la ( o la s. Su significa: dueño, procurador.—NOTA
DEL AUTOR.
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ATHENAIA.—Diosa de la castidad entre los griegos.
En sánscrito: A-tanaia, sin hijos.
MINERVA.—Es la misma diosa entre los romanos,
pero revestida además de los atributos del valor. En
sánscrito: Ma-nara-va, que sostiene a los fuertes.
BELLONA.—Diosa de la guerra. En sánscrito: Bala-
Ka, fuerza guerrera.
NEPTUNO.—En sánscrito: Na-pata-na, que domina
el furor de las olas.
POSEÍDON.—Otro nombre griego de Neptuno. En
sánscrito: Pasa-iida, que calma las aguas.
MARTE.—Dios de la guerra. En sánscrito: Mri,
que da la muerte.
PLUTON.—Dios de los infiernos. En sánscrito:
Plushta, que hiere con el fuego.
Daremos algunos ejemplos tomados de diversos
países. De ninguna manera se prueban mejor las
emigraciones que por medio de la etimología de los
nombres.
Los PELASGOS.—En sánscrito: Palaca-ga, que
combate sin piedad.
Los LELEGES —En sánscrito: Lala-ga, que camina
esparciendo el temor.
¡De qué modo la significación de estas palabras
corresponde al gusto de los pueblos jóvenes y guerreros,
que aman los calificativos en relación con sus
costumbres!
Los HELOS.—En sánscrito: Hela-na, guerreros adoradores
de Hela, o sea la Luna. Recuérdese que
a Grecia también se la nombra Hélade.
Los ESPARTANOS.—En sánscrito: Spardhta, los rivales.
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71. E L E S P I R I T I S M O
Y las siguientes palabras sánscritas que pasando a
Grecia, constituyen nombres de célebres personas.
PITÁGORAS.—En sánscrito: Pitha-guru, maestro de
escuela.
ANAXÁGORAS.—En sánscrito: Ananga-gurn, maestro
del espíritu.
PROTAGORAS.—En sánscrito: Prata-guru, el maestro
distinguido en todas las ciencias.
Si de la Grecia pasamos a Italia, Galia, Germania y
Escandinávia, hallamos las mismas correlaciones, los
mismos orígenes sánscritos.
Los ITALIANOS.—Nombre que proviene de ítalo,
hijo del héroe troyano. En sánscrito, ítala, hombre
de las castas inferiores.
Los BRETONES.—En sánscrito: Bharata, pueblo, de
la casta de los artesanos.
Los TIRRENOS.—En sánscrito: Tyrana; guerreros
rápidos.
Los SABINOS.—En sánscrito: Sabka-fta, casta de los
guerreros.
Los SAMNITAS.—En sánscrito: Samnata, los desterrados.
Los CELTAS.—En sánscrito, Kalla-ta los jefes inva-:
sores.
Los GALOS.—En sánscrito: Ga-lata, pueblo que
avanza conquistando.
Los BELGAS.—En sánscrito Bala-ja, hijos de los
fuertes. ' .' . *
Los SECÜANOS.—En sánscrito: Saka-na, los guerreros
por excelencia.
Los SICAMBROS.—En sánscritos: Su-kam-bri, ;los
buenos jefes de la tierra.
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72. P A B L O O I B I B P
Los ESCANDINAVOS.—En sánscrito: Skanda-nava,
adoradores de Skanda, dios de los combates.
ODIN.—El jefe de las tribus emigrantes por las mesetas
del Norte. En sánscrito Yodin, el jefe de los
guerreros.
Los SUECOS.—En sánscrito: Su-yodka, los buenos
combatientes.
LA NORUEGA.—En sánscrito: Nara-vaja, país de los
hombres de mar.
EL BÁLTICO.—En sánscrito: Bala-taka, el agua de
los poderosos conquistadores.
Los ALEMANES.—En sánscrito: Alamanú, los hombres
libres.
Los VALACOS.—En sánscrito: Va-la-ka, de la clase
de los servidores.
Los MOLDAVOS.—En sánscritos: Mal-dha-va, hombres
de la última casta.
LA IRLANDA.—Llamada por los poetas la verde Erin.
En sánscrito: Erin, rocadas rodeadas de agua salada.
ELTHANE.—Nombre de los antiguos jefes del clan
escocés. En sánscrito: Tka-na, jefe de los guerreros.
En Asía todas las dinastías de Jerjes y de Artajer-jes,
son de origen indio. Todos los nombres de plazas
fuertes, villas y localidades, resultan denominadas
en sánscrito, casi puro. Véanse algunos ejemplos.
MA.—Deidad lunar de las tribus de Asia y de todo
el Extremo Oriente. En sánscrito: Ma, la luna.
ARTAJERJES.—En sánscrito: Artha-Xatrías, el gran
rey. Y así le calificaban los griegos.
LA MESOPOTAMIA.—Región muy rica en ríos y
corrientes de agua. En sánscrito: Madyapotama, tierra
en medio de ríos.
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CASTABALA.—Plaza fuerte. En sánscrito: Kastha-ba-la,
la fuerza impenetrable.
ZOROASTRO.—Instauró en Asia el culto del sol. En
sánscrito: Surya-stara, que difunde el culto del Sol.
§ ni
Añadiremos que los antiguos poemas sánscritos
parecen ser los inspiradores del «divino Homero».
Efectivamente se encuentran en ellos asuntos que recuerdan,
en más de una ocasión, al de la Iliada. Pudiera
ocurrir que esto sólo fuese mera coincidencia;
pero, de todas suertes, opinamos que estamos en vísperas
de ver deshecha otra ilusión más, dado que un
sabio conferenciante francés, se ha consagrado a hacer
ver cómo el sitio de Troya es suceso acaecido en
Inglaterra; y que Ulisis, rey de Itaca, «en Andalucía»
fué a la Habana, mientras que Menelao, prototipo del
infortunio conyugal, marchaba a París (Isla de los
Pharos), para consultar al oráculo acerca de sus desgracias,
que no podían ser mayores. Y ciertamente
habremos de decir que los argumentos aducidos por
Teófilo Cailleux en apoyo de su tesis, dan que pensar;
aunque no nos sintamos inclinados a suponer,
como afirma, que los druidas fueron los antecesores
de los brahmas, (Theorie nouvelle sur les orígenes
humaines, por Theophile Cailleux) (i).
(i) Lo anteriormente copiado por Gibier, es una de
tantas originalidades de cierta especie de eruditos que manejando
hechos y nombres a su gusto, llegan a las más peregrinas
consecuencias. Hace tiempo que del modo más grave
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74. P A B L O O I B I C R
§ IV
. Una digresión más.
Puesto que hablamos de ilusiones que se pierden
y de historia que cambia, ocupémonos un instante
del transformismo relacionado con las ideas espiritistas.
En la presente ocasión, cuando se discute el valor
de la teoría de Lamarck, recogida por Darwin y
Russel Wallace, en lo concerniente al hombre, he
aquí que se presenta un inesperado argumento, argumento
viviente bajo la forma de uua raza de hombres
monos que acaba de descubrirse en las selvas
pantanosas de Laos. Estos hombres ictiófagos y vegetarianos,
aparecen cubiertos completamente de
pelo, tienen una cola rudimentaria, carecen de cartílago
nasal y de músculos opuestos a los pulgares,
o al menos no están más pronunciados que en el
mono, y parecen estar provistos de bolsas bucales
donde retienen los alimentos. Su inteligencia está
y documentado se trata de negar la personalidad real y efectiva
de Homero. Con independencia de ciertos trabajos
dignos, de toda atención existen otros varios que llegan a
tocar los límites de lo fantástico y lo ridículo. En la misma
Francia un ingenioso escritor se ha burlado de estas manías
interpretativas publicando un ingeniosísimo estudio en
el que se demuestra, apoyándose en razones biográficas,
filológicas y mitológicas, que Napoleón I no existió nunca y
que es, sencillamente, una leyenda basada en el mito solar.
No será necesario advertir que el doctor Gibier está muy
lejos de conceder ninguna importancia a los descubrimientos
de su compatriota Cailleux.—(N. DEL T.)
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