3. • Este cuadro (1818), que se encuentra en el Museo Nacional del Louvre, se basa en un suceso
real, el hundimiento del barco francés Medusa a causa de la negligencia de su capitán,
vinculado al gobierno conservador, tardando los náufragos varios días en ser rescatados.
• Géricault pintó este cuadro de casi cinco metros de alto y más de siete metros de ancho.
Hizo numerosos bocetos y estudios previos sobre los cadáveres y restos humanos sacados
de cementerios y ejecuciones públicas.
• La escena recoge el momento en que los náufragos avistan la fragata que no los recogerá.
Los personajes componen toda una galería de las expresiones posibles, desde la
desesperación más absoluta del anciano que da la espalda al barco, pasando por los
primeros atisbos de la esperanza, hasta llegar al entusiasmo desbordado de los hombres
que agitan sus camisas al horizonte.
• La visión es completamente dantesca, con la balsa medio deshecha por el oleaje, los
cuerpos de los muertos, putrefactos, mutilados, desperdigados por la balsa.
• Como dato curioso hay que señalar, que el joven hombre muerto que sostiene el anciano
del manto rojo es el retrato de Delacroix , íntimo amigo de Géricault. A su vez, Delacroix le
correspondió, retratando a Géricault como uno de los muertos en el infierno que cruza su
Barca de Dante.
• La pintura no tiene simetría, sino que presenta más bien un desorden intencionado acorde
con el tema representado. Varias líneas directrices (una de ellas la principal), dos planos
(primero la balsa y de fondo el paisaje), en definitiva, una estructura piramidal sobre una
base inestable (el mar).
• La paleta es muy reducida, va del beis al negro pasando por los tonos pardos claros y
oscuros. Consigue, de este modo, una atmósfera de tonos cálidos con colores armonizados
que produce una impresión dramática de angustia y desamparo.
5. • Estamos ante un acontecimiento histórico, la Revolución de 1830,
donde se enfrentan dos ideologías: el absolutismo frente al
liberalismo.
• En el cuadro aparecen jóvenes, adultos, clase obrera, burgueses y
soldados defendiendo a la Libertad que se identifica también con
Francia y es representada como una mujer empuñando un fusil de
la época y con el pecho al descubierto, hecho este último que
escandalizó a críticos y a parte de la sociedad de la época. Entre los
muertos del primer plano (abajo, a la derecha del espectador)
aparecen también soldados leales a Carlos X.
• El personaje del sombrero es un burgués, en el que se autorretrata
Delacroix a pesar de que no participó en los hechos.
• La composición del cuadro es claramente piramidal, presentando
muchas coincidencias con La Balsa de Medusa de Géricault
• La obra está impregnada de movimiento no solo por los gestos
dramáticos de los personajes, y por la composición en diagonales,
sino porque los del primer plano avanzan sobre la quietud de los
muertos que se encuentran en la base de la composición y todas las
formas muestran ondulaciones
6. TURNER
PAISAJES
• Joseph Mallord William Turner (1775-1851) es un paisajista
inglés representante de la pintura romántica.
• Cultivó el óleo pero sobre todo la acuarela ya que le permitía
un notable difuminado de las formas y esas típicas atmósferas
suyas tan vaporosas y evanescentes. Nadie como él ha sabido
reflejar el paisaje de las Islas Británicas con sus nieblas, sus
lluvias, nubes y costas, aunque también pintó paisajes de
Venecia, Alemania, Roma, etc.
• Turner solía salir con mal tiempo a observar el mar y el cielo,
fijaba sus impresiones en apuntes que posteriormente
convertía en cuadros en su taller. Su pintura es muy
innovadora para su época y resulta particularmente atrevido
al pintar las fuerzas abstractas de la naturaleza, fuerzas sin
forma como la niebla, la tormenta, la lluvia, etc
9. • El momento que marca el punto de partida del reconocimiento de la pintura realista
española puede situarse en la Exposición de París de 1889, habida cuenta de que,
siendo la primera ocasión en que se conceden premios a cuadros de alcance y
contenido social, entre los galardonados figura La visita al hospital (Sevilla, Museo de
Bellas Artes), del andaluz Luis Jiménez Aranda.
No obstante este reconocimiento, la prensa internacional, al hacerse eco de dicha
muestra, denunció el desfase que evidenciaba la pintura española; a tenor del
conjunto de obras enviadas para su exhibición. Todo ello resultaría un revulsivo en
los medios artísticos españoles, provocando que a partir de 1890 se multiplicara la
producción de obras representando temas como los premiados en París. Sin embargo,
esta apuesta por reflejar la realidad se bifurcó en dos vertientes claramente
diferenciadas. Una, de resultados suaves y agradables, y otra, de connotaciones más
críticas y comprometidas socialmente.
Esa primera vertiente es la que más éxito tuvo entre la sociedad burguesa de la época
y la que, al igual que hoy, estaría bien cotizada. Se trata de un realismo centrado en
asuntos cotidianos, donde prevalece la visión endulzada y anecdótica de la vida y
donde se evita lo feo y desagradable. Se trata, en definitiva, de una pintura que parte
de un realismo verdadero para acabar en un realismo falso y rayando en lo
costumbrista.
10. EDUARDO ROSALES
EL TESTAMENTO DE ISABEL LA CATÓLICA
Maestría en la
construcción de los
pesados ropajes y la
lencería del lecho real,
destacando las calidades
táctiles de cada una de
las telas, especialmente
la indumentaria del
joven cortesano que la
luz resalta compuesta
por un gabán de
terciopelo brocado con
ancho cuello en piel,
mangas de raso y medias
de seda, ejecutado con
una pincelada rápida e
imprecisa que aporta la
más exquisita calidad y
detallismo
12. IGNACIO ZULOAGA
Ignacio Zuloaga fue uno de los
más importantes pintores
españoles de finales del siglo XIX
y principios de XX,
fundamentalmente conocido por
sus cuadros costumbristas y
retratos. Por su estilo naturalista
de recio dibujo y colorido oscuro,
influido por Ribera y Goya, ha
sido tradicionalmente etiquetado
como «reverso» u oponente del
estilo luminoso y optimista de
Sorolla.
VISPERA DE LA CORRIDA. El cuadro muestra a 8 mujeres acompañadas de un
picador que se han reunido en un alto para observar antes de la corrida a los
toros que pastan tranquilamente. Van ataviadas con los atuendos propios de la
fiesta taurina.