Yo, Aspirante a la Excelencia Dijo el Apóstol Pablo: “Prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.” Filipenses 3:14. ¿Cuál es mi meta? Responder al supremo llamamiento de Dios. Entregándole mi vida entera, y procurando cumplir su voluntad. Deseo servir al Señor en la mejor manera que sea posible. Anhelo hacer lo mejor para Él. Desarrollarme como cristiana en la vida intelectual; aprender de mis responsabilidades y oportunidades al procurar cumplir con el cometido que Cristo me dejó, capacitarme para poder servir a mi prójimo en nombre de Cristo; orar, ofrendar, educar con el fin de sostener la obra cristiana realizada por otras personas en otras partes del mundo. ¡Soy una aspirante a la excelencia! Las Socias de la Sociedad Femenil Misionera se unen para aprender acerca de las misiones, participar en las misiones y apoyar a las misiones. Estas metas generales no se llevan a cabo si no se fijan metas específicas por las cuales es posible medir la eficacia de su trabajo. Sin estas metas no puede haber progreso sólido porque no es posible saber exactamente hacia dónde va. El “metro” que mide el alcance del trabajo de la Sociedad Femenil Misionera es la serie de normas delineadas en las Metas por Excelencia. Se dividen en cuatro categorías. Cada categoría delinea ciertas actividades que la Sociedad debe cumplir para ser eficiente y hacer un trabajo aceptable. Se refiere a éstas actividades como METAS BÁSICAS. La Sociedad que en el curso del año cumple con 18 de éstas metas, recibe la calificación de SOCIEDAD APROBADA. La Sociedad puede hacer más que lo mínimo escogiendo otras actividades que aumentan el alcance de su trabajo y la excelencia del resultado logrado. Se refiere a éstas como METAS ELECTIVAS. La Sociedad que cumple con 18 de la METAS BÁSICAS y 9 de las METAS ELECTIVAS en el año se califica SOCIEDAD DISTINGUIDA. Al cumplir con 18 de las METAS BÁSICAS y 18 de las METAS ELECTIVAS en el mismo periodo, puede llegar a ser reconocida como SOCIEDAD DE HONOR