El poema describe una madrugada en la que el narrador sigue el canto de una alondra persuasiva a través de un paisaje que se despierta lentamente, donde la naturaleza se inquieta y hay un encantamiento de flores y hierba, aunque el cielo todavía no es claro. Finalmente, cuando el cielo se ilumina al mediodía, la alondra ya no regresa con su canto, habiendo alejado al narrador de su latido.