1. LA NOCHE
9-4-09
Éramos tres hermanos. Mi padre tenía actividades
que lo mantenían lejos de casa hasta entrada la
noche; mi madre prolongaba sus quehaceres hasta
su regreso.
En algún atardecer de los cálidos días de verano,
nos sentábamos en los nueve escalones de entrada,
prolijamente distribuidos, tres para cada uno.
Probablemente saboreábamos algún sándwich
preparado por mi madre, o algún racimo de uvas.
De pronto sentíamos apagarse el bullicio de la
ciudad, el raspar de las gomas sobre la curva del
asfalto y la impaciente bocina del conductor
rezagado.
Y…poco a poco, comenzaba a escucharse el
cristalino ruido del agua de la acequia, el primer
grillo nocturnal, el trino del último pájaro que
despedía al sol y nos obligaba a levantar la vista;
dónde estaba?.
Y allí, descubrir en el profundo lapislázuli del cielo,
el dorado titilar de las estrellas, allá, la Cruz del Sur
y arriba a la izquierda su minúsculo ojo estrellado
parecía mirarnos.
- Parece que esa estrellita brilla para mí, exclamó
Verónica.
- Daniel, muy serio agregó; y ésa que parece un
toro y me está mirando. Va a ser mi estrella.
Se hizo un silencio. Luego de un prolongado silencio
casi entre suspiros se oyó la voz de Camila:
- Entre aquellas que parecen una nube, al final, hay
una que brilla más, esa va a ser mi guía.
Y de pronto, ¡chicos, adentro!, a la cama
2. Todos se acostaron, por la ventana abierta, la luna
alumbra la cama de Verónica. Después de dar
muchas vueltas, despacito, se levantó.
Sobre el escritorio de madera de álamo, la luz era
intensa, encima, entre libros Verónica encontró su
diario; ¿cómo volcar en palabras lo que había en su
alma?.
Emocionada, por más de una hora, escribió; de
pronto, el ruido de las llaves en la puerta la
volvieron a la realidad. Rápidamente dejó todo y se
metió en la cama, su hermana dormía, ¡que suerte
que no había que ir al colegio todavía¡.
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A través de las cortinas, sobre la pantalla de la
computadora brillaba el sol; era viernes santo ya
Verónica terminaba un relato para sus hermanos y
amigos.
- ¡Veroo!, porque no venís, la urgió Fredy, ya es
tarde, vamos a almorzar.
Ya sobre la hora, puso el punto final y se dispuso a
enviarlo.
Sus hermanos se alegrarían con el recuerdo, sería
un buen regalo de Pascua para todos.