El documento discute cómo algunos gobiernos han tenido relaciones con grupos extremistas, incluido el tráfico de armas. Menciona que un traficante de armas argentino envió municiones de Irán a Ecuador a pesar de los vínculos de Irán con el terrorismo. También describe una carta de 1995 del ministro de defensa ecuatoriano a Gaddafi de Libia, presentando a alguien como un enviado para estrechar lazos entre los países a pesar de la reputación de Gaddafi como terrorista.