Los cuerpos celestes no se chocan debido a que se atraen mutuamente mediante la fuerza de gravedad, lo que les permite orbitar en equilibrio alrededor de un punto común sin colisionar. Adicionalmente, el movimiento lateral y la rotación de los objetos les permite mantener distancias estables mientras giran debido a la atracción gravitatoria del cuerpo más masivo como el Sol.