Dios creó las frutas y verduras desde el principio para que los humanos las consumieran. Según la Biblia, Dios creó las plantas que dan semilla y los árboles que dan fruto para que los humanos los comieran. Las frutas proporcionan energía, vitaminas y minerales necesarios para vivir y algunas tienen propiedades curativas. Dios creó los frutos especialmente para el paladar humano y vio que eran buenos, por lo que deberían incluirse en la alimentación diaria con moderación.