Un granjero debía dinero a un prestamista feo y antipático. El prestamista propuso cancelar la deuda si el granjero le daba a su hija en matrimonio. La hija se dio cuenta que el prestamista había puesto dos piedras negras en una bolsa para hacerla elegir una y casarse con él. Sin embargo, la hija dejó caer la piedra que sacó de la bolsa entre las del camino para no mostrar su color. Luego propuso determinar el color de la piedra que sacó comparándolo con el
1. Razonamiento lateral
Había una vez, en un pequeño pueblo, un granjero a quien no le alcanzaba
la plata para devolver una importante suma de dinero que le había sido prestada
por un viejo muy feo y muy antipático.
Como el granjero tenía una hija muy linda que despertaba todas las ansias del
prestamista, éste último le propuso un trato: Le dijo que le perdonaba su deuda si él le
daba a su hija en matrimonio.
Tanto el granjero como su hija quedaron horrorizados con esta propuesta.
Entonces el viejo prestamista y para no quedar en evidencia, varió un poco su
propuesta sugiriendo que fuera el azar quien lo determinara.
Les dijo que iba a colocar una piedra blanca y una piedra negra dentro de una bolsa
vacía. La chica debía sacar una de las piedras de la bolsa sin mirar el interior.
Si sacaba la piedra negra, se casaría con el viejo prestamista y la deuda de su padre se
consideraría pagada.
Si sacaba la piedra blanca, no tendría que casarse con el viejo y la deuda de su padre
quedaría perdonada.
Pero si ella rehusaba entrar en este juego, su padre sería inmediatamente enviado a la
cárcel. Mientras iba diciendo esto, el viejo prestamista se agachó para recoger las dos
piedras.
La chica, que tenía el ojo rápido, se dio cuenta de que las dos piedras que había
recogido eran ambas negras y las había puesto rápidamente dentro de la bolsa. Pero ella
no dijo nada. A continuación, el viejo prestamista le pidió a la chica que metiera la
mano dentro de la bolsa y tomara una de las piedras.
Todo ello había tenido lugar en el pequeño camino que lleva a la puerta de la casa del
granjero, que estaba recubierto por piedras blancas y negras.
La pobre chica estaba desesperada pues parecía que no tenía escapatoria a un infausto
futuro: cualquier piedra que eligiese sería negra, lo que la obligaba al casamiento, si se
negaba al acuerdo, denunciando la trampa, su padre iría inevitablemente a la cárcel.
Luego de un momento de meditación, la joven metió la mano en la bolsa y cogió una
cualquiera de las piedras, pero al sacar la mano de la bolsa la dejó caer al suelo sin que
nadie hubiera tenido tiempo de verla, y se disculpó asustada.
2. Esta piedra se confundió inmediatamente con los cientos de piedras negras y blancas
que formaban el camino de entrada a la casa.
-.¡Ay, qué torpe soy!, exclamó la chica. ¿Cómo puede pasarme algo así? Pero, no
importa, prosiguió rápidamente. Todo tiene solución.
-.Se puede saber cuál es la primera piedra que saqué, sacando la que queda en la bolsa.
Porque si la que queda es blanca, había sacado la negra y si la que queda es negra, yo
había sacado la blanca. ¿No es así?
Le pidió al viejo prestamista que sacara la que quedaba y, por supuesto, era negra. El
padre abrazó a su hija llorando de emoción exclamando: Has sacado la blanca, has
sacado la blanca!
Y como el viejo prestamista no se atrevió a confesar su trampa, la joven pudo salvar a
su padre de la cárcel y a sí misma de un casamiento por conveniencia.