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Resumen de la serie de artículos de The Lancet sobre la
supervivencia de los recién nacidos

El problema de la mortalidad neonatal1
Cada año mueren 4 millones de bebés durante las cuatro primeras semanas de vida, el
período neonatal, lo que representa más de 10.000 defunciones diarias. La mayoría de
ellas no quedan registradas y pasan inadvertidas para todos, a excepción de las familias,
que lloran su pérdida en lugar de celebrar una nueva vida. Prácticamente todas estas
muertes (99%) ocurren en países con ingresos medianos y bajos, no obstante, la mayor
parte de la investigación, publicaciones y recursos financieros se destinan a la atención de
alta tecnología para remediar el 1% de las defunciones que ocurren en los países ricos. La
serie de The Lancet sobre supervivencia neonatal proporciona estimaciones nuevas,
sistemáticas y de alcance mundial sobre las causas de estos 4 millones de muertes. Los
nuevos análisis demuestran que podrían evitarse anualmente casi 3 millones de muertes
de recién nacidos si se mejorara el acceso a intervenciones de tecnología sencilla y bajo
costo que actualmente no llegan a los más necesitados.
El cuarto Objetivo de Desarrollo del Milenio (ODM 4) se propone reducir en dos tercios
la tasa de mortalidad en niños menores de 5 años para 2015. Casi 40% de estas
defunciones ocurren en el período neonatal. El ODM 4 no se cumplirá sin una reducción
sustancial de la mortalidad neonatal, especialmente en África y Asia Meridional, donde
se producen dos tercios de todas las muertes de recién nacidos y donde ha habido el
menor progreso en su reducción.
El mayor riesgo de muerte coincide con el mismo comienzo de la vida: tres cuartas partes
de las muertes de recién nacidos (3 millones) se producen en la primera semana después
del parto, y al menos 1 millón de bebés mueren el primer día de vida. Muchos de los 4
millones de mortinatos y de las 500.000 defunciones maternas que se producen en el
mundo también ocurren cerca del momento del parto. Más de la mitad de estos bebés
mueren tras un parto domiciliario y sin asistencia sanitaria. Hasta la fecha, los programas
de supervivencia infantil en el mundo en desarrollo han tendido a centrarse en la
neumonía, la diarrea, la malaria y las enfermedades prevenibles mediante vacunación que
principalmente causan defunciones después del primer mes de vida. Además, los
programas para una maternidad sin riesgo se han centrado principalmente en las madres.
La prevención de las muertes de recién nacidos se ha perdido entre los programas para la
supervivencia infantil y para una maternidad sin riesgo. Esta serie es continuación de la
de Bellagio sobre supervivencia infantil, que señala la necesidad de más información y
actuaciones para preservar la salud del recién nacido como clave para la supervivencia de
los niños.
2
Recuadro 1: Mensajes clave de la serie de The Lancet sobre supervivencia de los recién
nacidos
Cada año mueren 4 millones de bebés durante el primer mes de vida, la mayoría en países
en desarrollo y por causas poco frecuentes en los países ricos. El Objetivo de Desarrollo del
Milenio de reducir la mortalidad de los niños no podrá alcanzarse a menos que hagamos
algo más para reducir las muertes de recién nacidos, especialmente en África y Asia
Meridional.
Casi 3 de los 4 millones de bebés que mueren cada año podrían salvarse con intervenciones
de tecnología sencilla y bajo costo, que también ayudarían a salvar las vidas de las madres
y evitarían la mortinatalidad, pero no llegan a los más necesitados.
El 90% de las mujeres y bebés de los países pobres podrían beneficiarse de estas
intervenciones sólo con el costo adicional de 1 dólar estadounidense por habitante y año.
Aproximadamente, 70% de este gasto también beneficiaría a las madres y los niños
mayores.
Es importante invertir en la atención prestada por personal capacitado, especialmente
durante el parto, aunque ello pueda requerir su tiempo. Se dispone de medidas
provisionales que salvarán vidas de recién nacidos en entornos comunitarios mientras se
refuerzan los sistemas de salud. Durante los años noventa algunos países con bajos ingresos
lograron reducir sus tasas de mortalidad neonatal a menos de la mitad.
Debe responsabilizarse a los líderes de los países pobres para que se comprometan a gastar
más y mejor en la protección de sus ciudadanos más vulnerables y también a los líderes de
los países ricos, los donantes y los organismos de las Naciones Unidas para que se
comprometan a aumentar el financiamiento y permitir el progreso en los lugares donde se
produce una mayor mortalidad.
Causas de muerte
El término “neonatal” describe un período, no una causa de muerte. Evitar las muertes de
recién nacidos requerirá una variedad de estrategias para abordar causas específicas de
defunción. Las tres causas principales de las defunciones de recién nacidos en todo el
mundo son las infecciones, incluidos el tétanos, la septicemia, la neumonía y la diarrea
(36%); la prematuridad (28%); y la asfixia perinatal o los problemas relacionados con
complicaciones del parto (23%) (véase la figura 1).
Las infecciones son la causa principal de muerte después de la primera semana de vida.
La mayoría de estas defunciones relacionadas con infecciones podrían evitarse si todas
las madres y sus bebés tuvieran acceso a medidas preventivas y tratamientos sencillos.
Un cuarto de millón de bebés sigue muriendo cada año por tétanos neonatal, que puede
evitarse con la administración a la embarazada de dos inyecciones de 20 centavos. La
vacunación con toxoide tetánico es una de las intervenciones de salud más económicas.
Es muy posible eliminar las muertes debidas a tétanos neonatal si existe voluntad política
3
para ello. Además, la mayoría de los bebés aquejados de septicemia y neumonía pueden
salvarse mediante el tratamiento con antibióticos.
Una elevada proporción de las defunciones de recién nacidos (60 a 80%) se produce en
bebés con bajo peso al nacer (menos de 2.500 g), muchos de ellos prematuros.
La mayoría de estas defunciones podría evitarse con sencillas medidas de atención
preventiva como la aplicación de calor y la lactancia materna, junto con el tratamiento
temprano de las infecciones. Sólo una pequeña minoría requiere cuidados intensivos
costosos.
Para evitar las defunciones por asfixia perinatal se requiere una mejor atención durante el
parto, incluida la atención obstétrica y por parteras capacitadas para la reanimación
neonatal.
Uno de los motivos del escaso progreso en la reducción de las defunciones de recién
nacidos a nivel mundial ha sido la idea equivocada de que se necesitan medidas costosas
y de alta tecnología. De hecho muchos países lograron tasas de mortalidad neonatal bajas
antes de que se contara con ese tipo de atención. En el Reino Unido, por ejemplo, cuando
se introdujeron los cuidados intensivos neonatales, la tasa de mortalidad neonatal ya se
había reducido a 15 por 1.000 nacidos vivos, es decir, un tercio de la actual tasa media de
mortalidad neonatal en África.

Aportar soluciones a los lugares con mayor mortalidad neonatal2
Se cuenta con intervenciones de bajo costo y tecnología sencilla que pueden salvar las
vidas de los recién nacidos, pero no llegan a los más necesitados. El trabajo analítico para
esta serie permitió seleccionar 16 intervenciones que reducen las muertes de recién
nacidos y que en ningún caso incluyen medicamentos costosos ni tecnología compleja.
La lactancia materna exclusiva, la atención adicional sencilla para los recién nacidos de
bajo peso y los antibióticos para tratar las infecciones neonatales son algunos ejemplos.
La figura 3 muestra el proceso continuado de atención a lo largo del embarazo, el parto,
el período posnatal y el primer año de vida. Todas estas intervenciones son sumamente
económicas y su aplicación conjunta y vinculada con otros programas del sistema de
salud permite una reducción adicional de los costos. Los resultados de los estudios
muestran que es más eficaz en función de los costos abordar la salud del recién nacido
dentro de los programas existentes de salud materna y de supervivencia infantil que
mediante otro programa “vertical” que se centre sólo en el recién nacido.
4
Recuadro 2. Pasos para elaborar y aplicar las estrategias de salud del recién nacido
dentro del proceso continuado de la salud materna, neonatal e infantil
Paso 1. Evaluar la situación y crear un entorno político conducente a mejorar la salud
del recién nacido
Evaluar la situación
Abogar por la acción
Paso 2. Lograr una atención óptima al recién nacido dentro de las limitaciones de la
situación vigente
Si no existe un sistema de salud eficaz, empezar con labores de extensión o de
atención familiar y comunitaria
Señalar y abordar las oportunidades desaprovechadas dentro del sistema de atención
de salud oficial
Coordinar los programas de importancia para la salud del recién nacido, incluidos los
de maternidad sin riesgo, supervivencia infantil, infección por el VIH/SIDA,
malaria, etc.
Paso 3. Extender sistemáticamente la atención al recién nacido
Reforzar la oferta
Mejorar la demanda
Paso 4. Vigilar la cobertura y determinar la repercusión y el costo

Cada año se podrían evitar entre 41 y 72% de las defunciones de recién nacidos si se
aplicaran estas intervenciones eficazmente donde más se necesitan. El número de bebés
que muere innecesariamente cada año alcanza los 3 millones; un número enorme de vidas
que podría y debe salvarse. Una gestión de aplicación escalonada podría salvar vidas
ahora, y promover simultáneamente la creación de un sistema de salud más eficaz con el
transcurso del tiempo. Lamentablemente, los ciclos de financiamiento a corto plazo no
promueven el desarrollo a más largo plazo. El refuerzo de los servicios de extensión y de
atención familiar y comunitaria, incluidos la educación sanitaria para mejorar las
prácticas de asistencia domiciliaria y los servicios preventivos como la vacunación
antitetánica, puede llevarse a cabo de una forma relativamente rápida y puede reducir 20
a 40% de las defunciones de recién nacidos. Para lograr la amplia reducción de la
mortalidad en la niñez, requerida para alcanzar el ODM 4, se necesita una alta cobertura
de la atención clínica, incluidas la atención materna e inmediata del recién nacido por
personal capacitado y la atención obstétrica y neonatal urgentes. Aunque los servicios de
extensión y de atención familiar y comunitaria tardarán más tiempo en lograr una alta
cobertura de la atención clínica, esta debe ser una meta primordial a largo plazo.
5

La atención posnatal y la intraparto pueden salvar entre ambas de 20 a 40% de las vidas
de recién nacidos, pero la atención posnatal cuesta aproximadamente la mitad de lo que
cuesta la atención al parto por personal capacitado. Hasta la fecha, los programas de salud
pública se han interesado relativamente poco por la atención posnatal a las madres y
recién nacidos y, en entornos con mortalidad alta, sólo una pequeña minoría de madres y
bebés reciben atención posnatal. Aunque el efecto de la atención prenatal sobre la
mortalidad es inferior al de la atención intraparto y posnatal, su cobertura es
relativamente alta y más equitativa, con posibilidades de prestar una atención de mayor
calidad a las mujeres.
La atención al parto y en los primeros días de vida no sólo salva las vidas de parturientas
y recién nacidos sino que también reduce el número de complicaciones graves que
podrían tener efectos a largo plazo. Es más, el parto es un momento importante para
introducir comportamientos saludables, una oportunidad para salvar vidas y promover
una salud duradera.

El progreso es lento, especialmente para llegar a las familias pobres3
El progreso real en la reducción de muertes requerirá una cobertura mayor con
intervenciones clave que alcancen a las madres y sus bebés en el momento de mayor
riesgo en los países con mayor mortalidad. En la actualidad, sólo aproximadamente la
mitad de las mujeres del mundo dan a luz atendidas por personal capacitado. La variación
entre países es extrema, abarcando de 5 a 99%. Las tasas de partos atendidos en
establecimientos médicos y asistidos por personal capacitado son más bajas en los países
con tasas de mortalidad neonatal más elevadas. En África subsahariana menos de 40% de
las mujeres dan a luz asistidas por personal capacitado; en Asia Meridional la cifra es
inferior a 30%. América Latina y Asia Sudoriental están avanzando rápidamente en el
aumento de la cobertura, pero, con el ritmo actual de progreso en África, la cobertura
media de atención al parto por personal capacitado en el año 2015 todavía será inferior a
50%.
Incluso en los países pobres, las personas más pobres tienen un riesgo de muerte mucho
mayor y menores perspectivas de recibir atención. En los países subsaharianos y del Asia
Meridional las mujeres ricas tienen muchas más probabilidades de recibir atención del
parto por personal capacitado que las mujeres pobres. Por ejemplo, en Etiopía una cuarta
parte de las embarazadas del grupo con mayores ingresos son asistidas en el parto por
personal capacitado, en comparación con 1% de las más pobres. Si todos los bebés del
África subsahariana y de tres países del Asia Meridional (India, Bangladesh y Nepal)
tuvieran el mismo riesgo de muerte que sus conciudadanos más ricos, se salvarían
750.000 bebés cada año.1

Programas exitosos en algunos países3
El éxito de algunos países con bajos ingresos en la reducción de la mortalidad neonatal
muestra que las defunciones de recién nacidos pueden reducirse, aun con recursos
limitados. Por ejemplo, Sri Lanka, Indonesia, Honduras y Botswana redujeron su
mortalidad neonatal aproximadamente a la mitad durante los años noventa, a pesar de sus
6
bajos productos nacionales brutos per cápita. Una característica clave de su éxito fue el
compromiso político sostenido en las esferas gubernamentales más altas, lo que
proporcionó servicios primarios de atención materna y al recién nacido de alta calidad.
Aunque la reducción de la mortalidad neonatal constituye tanto un imperativo de
derechos humanos como un paso esencial para cumplir los compromisos de los Objetivos
de Desarrollo del Milenio, son pocos los países con gran mortalidad neonatal que tienen
una estrategia de salud para los recién nacidos. El progreso de los países dirigido por
ellos mismos es crucial y requiere la formulación, puesta en práctica y seguimiento de
planes de acción nacional para la supervivencia neonatal, dentro del contexto de la salud
maternoinfantil y la planificación sectorial. El gobierno de Nepal elaboró recientemente
un plan nacional de estrategia de salud del recién nacido mediante un proceso consultivo
que incluía a representantes de diferentes procedencias como la neonatología, la
maternidad sin riesgo y la movilización comunitaria. En la India, la planificación de la
salud del recién nacido se abordó como una parte integrante de la planificación de la
salud materna, del recién nacido, del niño y del adolescente, en la segunda fase del
programa nacional de salud reproductiva e infantil. En Etiopía, las estrategias de atención
al recién nacido están integrándose en los planes de un nuevo programa de atención de
salud comunitaria. En Madagascar, la asistencia al recién nacido está recibiendo atención
e importantes aportaciones económicas adicionales en el contexto de un análisis regular
de los gastos sanitarios y las reformas sectoriales.
No hay una solución única para todos los casos. Existen diferencias entre países e incluso
dentro de estos. Difieren las cifras y las causas de mortalidad neonatal, la capacidad del
sistema de salud y los obstáculos que hay que superar, así como el grado de apoyo de los
responsables políticos y la disponibilidad de recursos. Para extender la atención al recién
nacido y lograr una cobertura universal se requieren dos procesos entrelazados: un
proceso sistemático de toma de decisiones basada en los datos y un proceso participativo
con una política basada en los derechos que asegure el apoyo a los interesados directos
(véase el recuadro2).
Cada año sesenta millones de mujeres dan a luz sin ser asistidas por personal capacitado.
La reducción de los riesgos que afrontan estas madres y sus hijos recién nacidos requiere
medidas que puedan ejecutarse ahora. Incluso con un sistema de salud frágil es posible
lograr una reducción cuantificable de la mortalidad si se aplica un abordaje escalonado
que empiece por la atención familiar y comunitaria, al tiempo que se invierte en el
fortalecimiento a más largo plazo de los servicios de atención clínica. Para que los
servicios lleguen a las familias y comunidades pobres a menudo es preciso llevarlos hasta
su entorno, un método usado en las campañas de vacunación contra el tétanos y el
tratamiento comunitario de la neumonía con antibióticos orales.
Existen oportunidades desaprovechadas en los sistemas de salud actuales. En África
subsahariana, por ejemplo, casi 60% de las mujeres acuden al menos a dos visitas de
consulta prenatal, sin embargo, sólo 42% reciben las dos inyecciones de toxoide tetánico
necesarias; con un pequeño costo adicional podría lograrse un gran beneficio. La atención
al recién nacido debe integrarse en los programas existentes, en particular los de
7
maternidad sin riesgo y los de supervivencia infantil. Hasta hace poco, las directrices
mundiales para la atención integrada a las enfermedades prevalentes de la infancia
(AIEPI) no incluían la atención de los recién nacidos en la primera semana de vida. La
iniciativa para su inclusión ha surgido de las demandas de los países. La India le ha dado
un nuevo nombre a la AIEPI: atención integrada a las enfermedades prevalentes de la
infancia y neonatales (AIEPIN), agregando la ‘N’ de neonatales. Asimismo, las
directrices para los servicios de atención obstétrica urgente pueden unirse a las de la
atención neonatal urgente puesto que ambas se producen simultáneamente, y con ello
aumenta la eficacia en función de los costos para las madres y sus bebés. En los países
donde se cuenta con personal asistencial capacitado, su adiestramiento debe incluir
competencias para la atención básica del recién nacido sano o enfermo. El costo adicional
del adiestramiento en reanimación neonatal, del equipamiento, de los cursos de
actualización y de la supervisión de las parteras se calcula en menos de 0,02 dólares
estadounidenses per cápita y año.
El refuerzo de la atención clínica de la madre y del recién nacido es una tarea ardua pero
necesaria para salvar más bebés y en particular más madres. Deben seleccionarse y
superarse de forma sistemática los obstáculos para la oferta y la demanda de atención,
invirtiendo significativamente para aumentar el número de parteras y mejorar el acceso a
la atención urgente obstétrica y neonatal. Es preciso proteger intencionadamente a los
pobres frente a las tarifas que pagan los usuarios. No sólo la proyección hacia la
comunidad sino también su inclusión y participación constituyen una piedra angular del
éxito. Los grupos de mujeres representan una vía para el cambio en gran parte no
utilizada. Para perfeccionar las estrategias y lograr la reducción de la brecha de
mortalidad y servicios para los pobres, es esencial el seguimiento de su progreso y
repercusión.

La etiqueta del precio2, 4
Se calcula que el costo adicional de mantener las intervenciones de salud recomendadas
para los recién nacidos con una cobertura de 90% en los 75 países con las tasas de
mortalidad más elevadas es de 4.100 millones de dólares estadounidenses al año, que se
añadirían al gasto actual de 2.000 millones de dólares. Aproximadamente, 30% del costo
es para intervenciones específicas destinadas a los recién nacidos, mientras que el
restante 70% es para intervenciones que también beneficiarían a las madres y los niños
mayores. El total del gasto adicional per cápita es sólo de 0,96 dólares. Este cálculo
incluye los gastos de personal y todos los costos específicos del programa como
medicamentos, suministros y mantenimiento de instalaciones, pero no incluye los costos
de inversiones para la construcción de nuevos hospitales ni el aumento del número de
parteras y médicos. La inversión necesaria varía extraordinariamente entre países. En los
países con sistemas de salud más frágiles, el fortalecimiento de los programas de salud
maternoinfantil costaría de 5 a10 dólares per cápita y año. Estos países sin duda
requerirían apoyo financiero externo. La inversión para salvar vidas de recién nacidos y
fortalecer el proceso continuo de atención a lo largo del embarazo, el parto y el período
posnatal también ayudará a reducir las 515.000 defunciones maternas y los 4 millones de
8
casos de mortinatalidad anuales estimados, y a sentar las bases para la salud del lactante y
el niño.

Responsabilización con respecto a los compromisos nacionales y
mundiales4, 5,6
El financiamiento de la salud materna, neonatal e infantil es vergonzosamente bajo dadas
las cifras de mortalidad, el imperativo de los derechos humanos y la disponibilidad de
intervenciones sumamente económicas. Debe responsabilizarse tanto a los donantes
internacionales como a los líderes de los países en desarrollo para que se comprometan a
aumentar los recursos. La mayoría de los países donantes aportan a la ayuda internacional
una proporción de su producto interno bruto mucho menor que la prometida. Por
ejemplo, la aportación de los Estados Unidos es de 0,14% del producto interno bruto (el
objetivo es de 0,7%), la más baja entre los países industrializados. La mayoría de los
países con bajos ingresos gastan en salud una proporción menor que la que prometieron
en la declaración de Abuja de 2000, con algunas excepciones.
El aumento de recursos es responsabilidad tanto de los países ricos como de los pobres.
Aunque los gobiernos de los países más pobres gasten más, se requerirá un importante
financiamiento adicional externo para salvar las vidas de madres, recién nacidos y niños.
Pero el financiamiento externo se enfrenta al importante reto de lograr un proceso de
apoyo, no de distorsión, de las prioridades nacionales. Otro reto es procurar que los
pobres se beneficien de mayores recursos. Los recursos de los donantes serán más
provechosos si se constituyen fondos comunes a nivel nacional, en lugar de aplicarse a
través de programas individuales. Esto requiere que los donantes, los responsables
nacionales de la toma de decisiones y otros interesados directos, como las organizaciones
profesionales y las organizaciones no gubernamentales (ONG) se unan para elaborar un
plan nacional. También requiere mecanismos simplificados de financiamiento y
seguimiento. La gran cantidad de informes que deben redactarse para los múltiples
organismos donantes y los fondos de financiamiento mundiales, a menudo incrementan el
ya excesivo volumen de trabajo de los gobiernos. La convergencia de los donantes, como
la promovida por las asociaciones para una maternidad sin riesgo, la salud del recién
nacido y la supervivencia infantil, permite aumentar la flexibilidad y mejorar la toma de
decisiones en cada país. La asociación integradora así como otros mecanismos como la
Rolling Conference on Child Survival (Conferencia escalonada sobre la supervivencia
infantil) (13 y 14 de diciembre de 2005, en Londres), pueden promover una mayor
asunción de responsabilidades ante las actuaciones necesarias a escala nacional e
internacional.7
El compromiso mundial para alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio ofrece una
oportunidad sin precedentes para reducir la mortalidad maternoinfantil (objetivos 4 y 5,
respectivamente). El aumento de la supervivencia de los recién nacidos es esencial para
alcanzar el ODM 4, pero está también estrechamente vinculado con el OMD 5, dado el
importante vínculo existente entre la salud de la madre y del recién nacido y la atención
sanitaria. Dado que las defunciones de recién nacidos representan entre 24 y 56% de las
defunciones de niños menores de 5 años en todo el mundo, ninguna región puede
permitirse pasarlas por alto. Una vez que las comunidades y los responsables de la toma
9
de decisiones contemplen las defunciones de madres y recién nacidos como un problema,
será más probable su asunción pública y el progreso en su solución. Es el momento de
generar la voluntad política y los recursos financieros necesarios para salvar las vidas de
3 millones de bebés que mueren simplemente porque nacen sin la atención de tecnología
sencilla y bajo costo que constituye su primer derecho. Es el momento de actuar. Es el
momento para un nuevo comienzo.
Recuadro 3. Acciones necesarias para salvar las vidas de recién nacidos

10

A nivel nacional
Establecer y publicar los objetivos nacionales de reducción de la mortalidad neonatal a fines de 2005, para que se
alcancen en 2015
Elaborar y publicar un plan de acción para alcanzar los objetivos de supervivencia neonatal establecidos para fines de
2007
Crear un plan basado en los datos probatorios y el análisis de la situación, incluida una tasa definida de referencia de
mortalidad neonatal y estrategias específicas para llegar a las familias más pobres
Aplicar el plan integrándolo en los programas de salud materna y supervivencia infantil, con objetivos y cronogramas
definidos
Financiar la aplicación mediante la selección y movilización de los recursos internos y la búsqueda de apoyo externo
complementario donde fuera necesario
Vigilar el progreso y publicar los resultados regularmente.

A nivel internacional
Incluir la tasa de mortalidad neonatal como un indicador para el ODM 4
Establecer como objetivo la reducción de la tasa de mortalidad neonatal en 50% entre 2000 y 2015
Movilizar influencias con objeto de satisfacer las necesidades complementarias seleccionadas (1,50 dólares per cápita)
para lograr una cobertura elevada de las intervenciones dirigidas a la supervivencia neonatal dentro de los programas
de salud materna y supervivencia infantil y promover la convergencia de donantes en cada país
Mejorar el financiamiento para el desarrollo y apoyo de los sistemas de salud, especialmente para intervenciones en
atención primaria y entornos comunitarios
Promover una mayor asunción de responsabilidades entre los gobiernos nacionales, los organismos internacionales y
las organizaciones no gubernamentales para que cumplan sus compromisos de actuación para la supervivencia de
recién nacidos, incluidas las asociaciones y la Rolling Conference on Child Survival (Conferencia escalonada sobre la
supervivencia infantil).
11
“Si seguimos incumpliendo nuestro deber con los niños amenazados,

emitiremos un veredicto de inhumanidad injustificada contra nosotros
mismos. Seremos cómplices informados de una destrucción masiva
de la vida humana totalmente evitable”.6
Richard Horton, Director. The Lancet

Recuadro 4. La serie de artículos de The Lancet sobre supervivencia
neonatal, información para la acción
El objetivo de la serie de artículos de The Lancet sobre supervivencia neonatal es
proporcionar información para fundamentar la política mundial y establecer un marco para la
acción práctica en los diferentes países al objeto de que las intervenciones acreditadas
lleguen a las familias más necesitadas.
La nueva información con respecto a las muertes en recién nacidos incluye datos sobre
dónde y por qué se producen y un análisis de la eficacia y los costos de las intervenciones de
atención al recién nacido. Tres estudios de casos calculan el costo y el efecto de diferentes
medidas para reducir las defunciones de recién nacidos en los sistemas nacionales de salud.
Se proponen las fases de actuación a escalas nacional e internacional.
Esta serie es continuación de la de Bellagio sobre supervivencia infantil e incluye los análisis
realizados a lo largo de un año de trabajo en equipo por un grupo diverso de académicos,
organismos y organizaciones no gubernamentales. Muchos organismos internacionales de
salud y desarrollo, incluidos la Organización Mundial de la Salud, el UNICEF, el Banco
Mundial y Save the Children, contribuyeron a la elaboración de la serie, junto con
participantes individuales del Reino Unido, Estados Unidos de América, Asia y África.
Los artículos completos pueden consultarse gratuitamente en www.thelancet.com.

Bibliografía (acceso libre en línea)
1. Lawn, J.E., Cousens, S., Zupan, J., “4 million neonatal deaths: When? Where? Why?” The Lancet. Publicado en línea,
3 de marzo de 2005.
2. Darmstadt, G.L., Bhutta, Z.A., Cousens, S., Adam, T., Walker, N., de Bernis, L., “Evidence based, cost-effective
interventions: how many newborn babies can we save?” The Lancet. Publicado en línea, 3 de marzo de 2005 por The
Lancet Neonatal Survival Steering Team.
3. Knippenberg, R., Lawn, J.E., Darmstadt, G.L., et al. “Systematic scaling up of neonatal care in countries,” The Lancet.
Publicado en línea, 3 de marzo de 2005.
4. Martines, J., Paul, V.K., Bhutta, Z.A., et al., “Neonatal survival: a call for action,” The Lancet. Publicado en línea, 3 de
marzo de 2005.
5. Tinker, A., ten Hoope-Bender, P., Azfar, S., Bustreo, F., Bell, R., “A continuum of care to save newborn lives,” The
Lancet. Publicado en línea, 3 de marzo de 2005.
6. Horton, R., “Newborn survival: putting children at the centre,“ The Lancet. Publicado en línea, 3 de marzo de 2005.
7. The Rolling Conference on Child Survival. Para obtener más detalles véase: www.childsurvivalpartnership.org.
Agradecimientos
Este resumen fue preparado por el equipo director de la serie: Joy Lawn (Saving Newborn Lives/Save the Children,
Estados Unidos de América y el Institute of Child Health), Simon Cousens (The London School of Hygiene and Tropical
Medicine), Gary Darmstadt (Johns Hopkins Bloomberg School of Public Health y Saving Newborn Lives/Save the
Children, Estados Unidos de América), José Martines (Salud y Desarrollo del Niño y del Adolescente de la OMS), Vinod
Paul (All India Institute of Medical Sciences), Zulfiqar Bhutta (Aga Khan University), Rudolf Knippenberg (UNICEF), y
Helga Fogstad (Reducir los Riesgos del Embarazo, OMS), con el apoyo editorial y las aportaciones de diseño de GMMB
(Washington, D.C.) y la aportación editorial de Julia Ruben (Saving Newborn Lives/Save the Children, Estados Unidos de
América). Otros autores de los artículos de la serie son (por orden alfabético): Rajiv Bahl (Salud y Desarrollo del Niño y
del Adolescente de la OMS), Genevieve Begkoyian (UNICEF), Anthony Costello (International Perinatal Care Unit,
12
Institute of Child Health), Marjorie Koblinsky (ICCDR, Bangladesh), Netsanet Walelign (Essential Services for Health
Project, Etiopía), Neff Walker (UNICEF) y Jelka Zupan (Reducir los Riesgos del Embarazo, OMS). El comentario es obra
de Anne Tinker y Robin Bell (Healthy Newborn Partnership), Petra ten Hoope-Bender (Partnership for Safe Motherhood
and Newborn Health), y Shahida Azfar y Flavia Bustreo (Child Survival Partnership). Tira de fotos de la portada, de
izquierda a derecha, Brian Moody, Jaime Cisneros, Ayesha Vellani y Michael Bisceglie. Las instituciones de los autores
apoyaron el trabajo para la serie mediante subvenciones de la Bill & Melinda Gates Foundation y USAID. Agradecemos a
Richard Horton y The Lancet su visión de futuro para reactivar el tema de la supervivencia infantil y su inteligente
aportación a esta serie.

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Resumen articulos neo lancet[1]

  • 1. 1 Resumen de la serie de artículos de The Lancet sobre la supervivencia de los recién nacidos El problema de la mortalidad neonatal1 Cada año mueren 4 millones de bebés durante las cuatro primeras semanas de vida, el período neonatal, lo que representa más de 10.000 defunciones diarias. La mayoría de ellas no quedan registradas y pasan inadvertidas para todos, a excepción de las familias, que lloran su pérdida en lugar de celebrar una nueva vida. Prácticamente todas estas muertes (99%) ocurren en países con ingresos medianos y bajos, no obstante, la mayor parte de la investigación, publicaciones y recursos financieros se destinan a la atención de alta tecnología para remediar el 1% de las defunciones que ocurren en los países ricos. La serie de The Lancet sobre supervivencia neonatal proporciona estimaciones nuevas, sistemáticas y de alcance mundial sobre las causas de estos 4 millones de muertes. Los nuevos análisis demuestran que podrían evitarse anualmente casi 3 millones de muertes de recién nacidos si se mejorara el acceso a intervenciones de tecnología sencilla y bajo costo que actualmente no llegan a los más necesitados. El cuarto Objetivo de Desarrollo del Milenio (ODM 4) se propone reducir en dos tercios la tasa de mortalidad en niños menores de 5 años para 2015. Casi 40% de estas defunciones ocurren en el período neonatal. El ODM 4 no se cumplirá sin una reducción sustancial de la mortalidad neonatal, especialmente en África y Asia Meridional, donde se producen dos tercios de todas las muertes de recién nacidos y donde ha habido el menor progreso en su reducción. El mayor riesgo de muerte coincide con el mismo comienzo de la vida: tres cuartas partes de las muertes de recién nacidos (3 millones) se producen en la primera semana después del parto, y al menos 1 millón de bebés mueren el primer día de vida. Muchos de los 4 millones de mortinatos y de las 500.000 defunciones maternas que se producen en el mundo también ocurren cerca del momento del parto. Más de la mitad de estos bebés mueren tras un parto domiciliario y sin asistencia sanitaria. Hasta la fecha, los programas de supervivencia infantil en el mundo en desarrollo han tendido a centrarse en la neumonía, la diarrea, la malaria y las enfermedades prevenibles mediante vacunación que principalmente causan defunciones después del primer mes de vida. Además, los programas para una maternidad sin riesgo se han centrado principalmente en las madres. La prevención de las muertes de recién nacidos se ha perdido entre los programas para la supervivencia infantil y para una maternidad sin riesgo. Esta serie es continuación de la de Bellagio sobre supervivencia infantil, que señala la necesidad de más información y actuaciones para preservar la salud del recién nacido como clave para la supervivencia de los niños.
  • 2. 2 Recuadro 1: Mensajes clave de la serie de The Lancet sobre supervivencia de los recién nacidos Cada año mueren 4 millones de bebés durante el primer mes de vida, la mayoría en países en desarrollo y por causas poco frecuentes en los países ricos. El Objetivo de Desarrollo del Milenio de reducir la mortalidad de los niños no podrá alcanzarse a menos que hagamos algo más para reducir las muertes de recién nacidos, especialmente en África y Asia Meridional. Casi 3 de los 4 millones de bebés que mueren cada año podrían salvarse con intervenciones de tecnología sencilla y bajo costo, que también ayudarían a salvar las vidas de las madres y evitarían la mortinatalidad, pero no llegan a los más necesitados. El 90% de las mujeres y bebés de los países pobres podrían beneficiarse de estas intervenciones sólo con el costo adicional de 1 dólar estadounidense por habitante y año. Aproximadamente, 70% de este gasto también beneficiaría a las madres y los niños mayores. Es importante invertir en la atención prestada por personal capacitado, especialmente durante el parto, aunque ello pueda requerir su tiempo. Se dispone de medidas provisionales que salvarán vidas de recién nacidos en entornos comunitarios mientras se refuerzan los sistemas de salud. Durante los años noventa algunos países con bajos ingresos lograron reducir sus tasas de mortalidad neonatal a menos de la mitad. Debe responsabilizarse a los líderes de los países pobres para que se comprometan a gastar más y mejor en la protección de sus ciudadanos más vulnerables y también a los líderes de los países ricos, los donantes y los organismos de las Naciones Unidas para que se comprometan a aumentar el financiamiento y permitir el progreso en los lugares donde se produce una mayor mortalidad. Causas de muerte El término “neonatal” describe un período, no una causa de muerte. Evitar las muertes de recién nacidos requerirá una variedad de estrategias para abordar causas específicas de defunción. Las tres causas principales de las defunciones de recién nacidos en todo el mundo son las infecciones, incluidos el tétanos, la septicemia, la neumonía y la diarrea (36%); la prematuridad (28%); y la asfixia perinatal o los problemas relacionados con complicaciones del parto (23%) (véase la figura 1). Las infecciones son la causa principal de muerte después de la primera semana de vida. La mayoría de estas defunciones relacionadas con infecciones podrían evitarse si todas las madres y sus bebés tuvieran acceso a medidas preventivas y tratamientos sencillos. Un cuarto de millón de bebés sigue muriendo cada año por tétanos neonatal, que puede evitarse con la administración a la embarazada de dos inyecciones de 20 centavos. La vacunación con toxoide tetánico es una de las intervenciones de salud más económicas. Es muy posible eliminar las muertes debidas a tétanos neonatal si existe voluntad política
  • 3. 3 para ello. Además, la mayoría de los bebés aquejados de septicemia y neumonía pueden salvarse mediante el tratamiento con antibióticos. Una elevada proporción de las defunciones de recién nacidos (60 a 80%) se produce en bebés con bajo peso al nacer (menos de 2.500 g), muchos de ellos prematuros. La mayoría de estas defunciones podría evitarse con sencillas medidas de atención preventiva como la aplicación de calor y la lactancia materna, junto con el tratamiento temprano de las infecciones. Sólo una pequeña minoría requiere cuidados intensivos costosos. Para evitar las defunciones por asfixia perinatal se requiere una mejor atención durante el parto, incluida la atención obstétrica y por parteras capacitadas para la reanimación neonatal. Uno de los motivos del escaso progreso en la reducción de las defunciones de recién nacidos a nivel mundial ha sido la idea equivocada de que se necesitan medidas costosas y de alta tecnología. De hecho muchos países lograron tasas de mortalidad neonatal bajas antes de que se contara con ese tipo de atención. En el Reino Unido, por ejemplo, cuando se introdujeron los cuidados intensivos neonatales, la tasa de mortalidad neonatal ya se había reducido a 15 por 1.000 nacidos vivos, es decir, un tercio de la actual tasa media de mortalidad neonatal en África. Aportar soluciones a los lugares con mayor mortalidad neonatal2 Se cuenta con intervenciones de bajo costo y tecnología sencilla que pueden salvar las vidas de los recién nacidos, pero no llegan a los más necesitados. El trabajo analítico para esta serie permitió seleccionar 16 intervenciones que reducen las muertes de recién nacidos y que en ningún caso incluyen medicamentos costosos ni tecnología compleja. La lactancia materna exclusiva, la atención adicional sencilla para los recién nacidos de bajo peso y los antibióticos para tratar las infecciones neonatales son algunos ejemplos. La figura 3 muestra el proceso continuado de atención a lo largo del embarazo, el parto, el período posnatal y el primer año de vida. Todas estas intervenciones son sumamente económicas y su aplicación conjunta y vinculada con otros programas del sistema de salud permite una reducción adicional de los costos. Los resultados de los estudios muestran que es más eficaz en función de los costos abordar la salud del recién nacido dentro de los programas existentes de salud materna y de supervivencia infantil que mediante otro programa “vertical” que se centre sólo en el recién nacido.
  • 4. 4 Recuadro 2. Pasos para elaborar y aplicar las estrategias de salud del recién nacido dentro del proceso continuado de la salud materna, neonatal e infantil Paso 1. Evaluar la situación y crear un entorno político conducente a mejorar la salud del recién nacido Evaluar la situación Abogar por la acción Paso 2. Lograr una atención óptima al recién nacido dentro de las limitaciones de la situación vigente Si no existe un sistema de salud eficaz, empezar con labores de extensión o de atención familiar y comunitaria Señalar y abordar las oportunidades desaprovechadas dentro del sistema de atención de salud oficial Coordinar los programas de importancia para la salud del recién nacido, incluidos los de maternidad sin riesgo, supervivencia infantil, infección por el VIH/SIDA, malaria, etc. Paso 3. Extender sistemáticamente la atención al recién nacido Reforzar la oferta Mejorar la demanda Paso 4. Vigilar la cobertura y determinar la repercusión y el costo Cada año se podrían evitar entre 41 y 72% de las defunciones de recién nacidos si se aplicaran estas intervenciones eficazmente donde más se necesitan. El número de bebés que muere innecesariamente cada año alcanza los 3 millones; un número enorme de vidas que podría y debe salvarse. Una gestión de aplicación escalonada podría salvar vidas ahora, y promover simultáneamente la creación de un sistema de salud más eficaz con el transcurso del tiempo. Lamentablemente, los ciclos de financiamiento a corto plazo no promueven el desarrollo a más largo plazo. El refuerzo de los servicios de extensión y de atención familiar y comunitaria, incluidos la educación sanitaria para mejorar las prácticas de asistencia domiciliaria y los servicios preventivos como la vacunación antitetánica, puede llevarse a cabo de una forma relativamente rápida y puede reducir 20 a 40% de las defunciones de recién nacidos. Para lograr la amplia reducción de la mortalidad en la niñez, requerida para alcanzar el ODM 4, se necesita una alta cobertura de la atención clínica, incluidas la atención materna e inmediata del recién nacido por personal capacitado y la atención obstétrica y neonatal urgentes. Aunque los servicios de extensión y de atención familiar y comunitaria tardarán más tiempo en lograr una alta cobertura de la atención clínica, esta debe ser una meta primordial a largo plazo.
  • 5. 5 La atención posnatal y la intraparto pueden salvar entre ambas de 20 a 40% de las vidas de recién nacidos, pero la atención posnatal cuesta aproximadamente la mitad de lo que cuesta la atención al parto por personal capacitado. Hasta la fecha, los programas de salud pública se han interesado relativamente poco por la atención posnatal a las madres y recién nacidos y, en entornos con mortalidad alta, sólo una pequeña minoría de madres y bebés reciben atención posnatal. Aunque el efecto de la atención prenatal sobre la mortalidad es inferior al de la atención intraparto y posnatal, su cobertura es relativamente alta y más equitativa, con posibilidades de prestar una atención de mayor calidad a las mujeres. La atención al parto y en los primeros días de vida no sólo salva las vidas de parturientas y recién nacidos sino que también reduce el número de complicaciones graves que podrían tener efectos a largo plazo. Es más, el parto es un momento importante para introducir comportamientos saludables, una oportunidad para salvar vidas y promover una salud duradera. El progreso es lento, especialmente para llegar a las familias pobres3 El progreso real en la reducción de muertes requerirá una cobertura mayor con intervenciones clave que alcancen a las madres y sus bebés en el momento de mayor riesgo en los países con mayor mortalidad. En la actualidad, sólo aproximadamente la mitad de las mujeres del mundo dan a luz atendidas por personal capacitado. La variación entre países es extrema, abarcando de 5 a 99%. Las tasas de partos atendidos en establecimientos médicos y asistidos por personal capacitado son más bajas en los países con tasas de mortalidad neonatal más elevadas. En África subsahariana menos de 40% de las mujeres dan a luz asistidas por personal capacitado; en Asia Meridional la cifra es inferior a 30%. América Latina y Asia Sudoriental están avanzando rápidamente en el aumento de la cobertura, pero, con el ritmo actual de progreso en África, la cobertura media de atención al parto por personal capacitado en el año 2015 todavía será inferior a 50%. Incluso en los países pobres, las personas más pobres tienen un riesgo de muerte mucho mayor y menores perspectivas de recibir atención. En los países subsaharianos y del Asia Meridional las mujeres ricas tienen muchas más probabilidades de recibir atención del parto por personal capacitado que las mujeres pobres. Por ejemplo, en Etiopía una cuarta parte de las embarazadas del grupo con mayores ingresos son asistidas en el parto por personal capacitado, en comparación con 1% de las más pobres. Si todos los bebés del África subsahariana y de tres países del Asia Meridional (India, Bangladesh y Nepal) tuvieran el mismo riesgo de muerte que sus conciudadanos más ricos, se salvarían 750.000 bebés cada año.1 Programas exitosos en algunos países3 El éxito de algunos países con bajos ingresos en la reducción de la mortalidad neonatal muestra que las defunciones de recién nacidos pueden reducirse, aun con recursos limitados. Por ejemplo, Sri Lanka, Indonesia, Honduras y Botswana redujeron su mortalidad neonatal aproximadamente a la mitad durante los años noventa, a pesar de sus
  • 6. 6 bajos productos nacionales brutos per cápita. Una característica clave de su éxito fue el compromiso político sostenido en las esferas gubernamentales más altas, lo que proporcionó servicios primarios de atención materna y al recién nacido de alta calidad. Aunque la reducción de la mortalidad neonatal constituye tanto un imperativo de derechos humanos como un paso esencial para cumplir los compromisos de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, son pocos los países con gran mortalidad neonatal que tienen una estrategia de salud para los recién nacidos. El progreso de los países dirigido por ellos mismos es crucial y requiere la formulación, puesta en práctica y seguimiento de planes de acción nacional para la supervivencia neonatal, dentro del contexto de la salud maternoinfantil y la planificación sectorial. El gobierno de Nepal elaboró recientemente un plan nacional de estrategia de salud del recién nacido mediante un proceso consultivo que incluía a representantes de diferentes procedencias como la neonatología, la maternidad sin riesgo y la movilización comunitaria. En la India, la planificación de la salud del recién nacido se abordó como una parte integrante de la planificación de la salud materna, del recién nacido, del niño y del adolescente, en la segunda fase del programa nacional de salud reproductiva e infantil. En Etiopía, las estrategias de atención al recién nacido están integrándose en los planes de un nuevo programa de atención de salud comunitaria. En Madagascar, la asistencia al recién nacido está recibiendo atención e importantes aportaciones económicas adicionales en el contexto de un análisis regular de los gastos sanitarios y las reformas sectoriales. No hay una solución única para todos los casos. Existen diferencias entre países e incluso dentro de estos. Difieren las cifras y las causas de mortalidad neonatal, la capacidad del sistema de salud y los obstáculos que hay que superar, así como el grado de apoyo de los responsables políticos y la disponibilidad de recursos. Para extender la atención al recién nacido y lograr una cobertura universal se requieren dos procesos entrelazados: un proceso sistemático de toma de decisiones basada en los datos y un proceso participativo con una política basada en los derechos que asegure el apoyo a los interesados directos (véase el recuadro2). Cada año sesenta millones de mujeres dan a luz sin ser asistidas por personal capacitado. La reducción de los riesgos que afrontan estas madres y sus hijos recién nacidos requiere medidas que puedan ejecutarse ahora. Incluso con un sistema de salud frágil es posible lograr una reducción cuantificable de la mortalidad si se aplica un abordaje escalonado que empiece por la atención familiar y comunitaria, al tiempo que se invierte en el fortalecimiento a más largo plazo de los servicios de atención clínica. Para que los servicios lleguen a las familias y comunidades pobres a menudo es preciso llevarlos hasta su entorno, un método usado en las campañas de vacunación contra el tétanos y el tratamiento comunitario de la neumonía con antibióticos orales. Existen oportunidades desaprovechadas en los sistemas de salud actuales. En África subsahariana, por ejemplo, casi 60% de las mujeres acuden al menos a dos visitas de consulta prenatal, sin embargo, sólo 42% reciben las dos inyecciones de toxoide tetánico necesarias; con un pequeño costo adicional podría lograrse un gran beneficio. La atención al recién nacido debe integrarse en los programas existentes, en particular los de
  • 7. 7 maternidad sin riesgo y los de supervivencia infantil. Hasta hace poco, las directrices mundiales para la atención integrada a las enfermedades prevalentes de la infancia (AIEPI) no incluían la atención de los recién nacidos en la primera semana de vida. La iniciativa para su inclusión ha surgido de las demandas de los países. La India le ha dado un nuevo nombre a la AIEPI: atención integrada a las enfermedades prevalentes de la infancia y neonatales (AIEPIN), agregando la ‘N’ de neonatales. Asimismo, las directrices para los servicios de atención obstétrica urgente pueden unirse a las de la atención neonatal urgente puesto que ambas se producen simultáneamente, y con ello aumenta la eficacia en función de los costos para las madres y sus bebés. En los países donde se cuenta con personal asistencial capacitado, su adiestramiento debe incluir competencias para la atención básica del recién nacido sano o enfermo. El costo adicional del adiestramiento en reanimación neonatal, del equipamiento, de los cursos de actualización y de la supervisión de las parteras se calcula en menos de 0,02 dólares estadounidenses per cápita y año. El refuerzo de la atención clínica de la madre y del recién nacido es una tarea ardua pero necesaria para salvar más bebés y en particular más madres. Deben seleccionarse y superarse de forma sistemática los obstáculos para la oferta y la demanda de atención, invirtiendo significativamente para aumentar el número de parteras y mejorar el acceso a la atención urgente obstétrica y neonatal. Es preciso proteger intencionadamente a los pobres frente a las tarifas que pagan los usuarios. No sólo la proyección hacia la comunidad sino también su inclusión y participación constituyen una piedra angular del éxito. Los grupos de mujeres representan una vía para el cambio en gran parte no utilizada. Para perfeccionar las estrategias y lograr la reducción de la brecha de mortalidad y servicios para los pobres, es esencial el seguimiento de su progreso y repercusión. La etiqueta del precio2, 4 Se calcula que el costo adicional de mantener las intervenciones de salud recomendadas para los recién nacidos con una cobertura de 90% en los 75 países con las tasas de mortalidad más elevadas es de 4.100 millones de dólares estadounidenses al año, que se añadirían al gasto actual de 2.000 millones de dólares. Aproximadamente, 30% del costo es para intervenciones específicas destinadas a los recién nacidos, mientras que el restante 70% es para intervenciones que también beneficiarían a las madres y los niños mayores. El total del gasto adicional per cápita es sólo de 0,96 dólares. Este cálculo incluye los gastos de personal y todos los costos específicos del programa como medicamentos, suministros y mantenimiento de instalaciones, pero no incluye los costos de inversiones para la construcción de nuevos hospitales ni el aumento del número de parteras y médicos. La inversión necesaria varía extraordinariamente entre países. En los países con sistemas de salud más frágiles, el fortalecimiento de los programas de salud maternoinfantil costaría de 5 a10 dólares per cápita y año. Estos países sin duda requerirían apoyo financiero externo. La inversión para salvar vidas de recién nacidos y fortalecer el proceso continuo de atención a lo largo del embarazo, el parto y el período posnatal también ayudará a reducir las 515.000 defunciones maternas y los 4 millones de
  • 8. 8 casos de mortinatalidad anuales estimados, y a sentar las bases para la salud del lactante y el niño. Responsabilización con respecto a los compromisos nacionales y mundiales4, 5,6 El financiamiento de la salud materna, neonatal e infantil es vergonzosamente bajo dadas las cifras de mortalidad, el imperativo de los derechos humanos y la disponibilidad de intervenciones sumamente económicas. Debe responsabilizarse tanto a los donantes internacionales como a los líderes de los países en desarrollo para que se comprometan a aumentar los recursos. La mayoría de los países donantes aportan a la ayuda internacional una proporción de su producto interno bruto mucho menor que la prometida. Por ejemplo, la aportación de los Estados Unidos es de 0,14% del producto interno bruto (el objetivo es de 0,7%), la más baja entre los países industrializados. La mayoría de los países con bajos ingresos gastan en salud una proporción menor que la que prometieron en la declaración de Abuja de 2000, con algunas excepciones. El aumento de recursos es responsabilidad tanto de los países ricos como de los pobres. Aunque los gobiernos de los países más pobres gasten más, se requerirá un importante financiamiento adicional externo para salvar las vidas de madres, recién nacidos y niños. Pero el financiamiento externo se enfrenta al importante reto de lograr un proceso de apoyo, no de distorsión, de las prioridades nacionales. Otro reto es procurar que los pobres se beneficien de mayores recursos. Los recursos de los donantes serán más provechosos si se constituyen fondos comunes a nivel nacional, en lugar de aplicarse a través de programas individuales. Esto requiere que los donantes, los responsables nacionales de la toma de decisiones y otros interesados directos, como las organizaciones profesionales y las organizaciones no gubernamentales (ONG) se unan para elaborar un plan nacional. También requiere mecanismos simplificados de financiamiento y seguimiento. La gran cantidad de informes que deben redactarse para los múltiples organismos donantes y los fondos de financiamiento mundiales, a menudo incrementan el ya excesivo volumen de trabajo de los gobiernos. La convergencia de los donantes, como la promovida por las asociaciones para una maternidad sin riesgo, la salud del recién nacido y la supervivencia infantil, permite aumentar la flexibilidad y mejorar la toma de decisiones en cada país. La asociación integradora así como otros mecanismos como la Rolling Conference on Child Survival (Conferencia escalonada sobre la supervivencia infantil) (13 y 14 de diciembre de 2005, en Londres), pueden promover una mayor asunción de responsabilidades ante las actuaciones necesarias a escala nacional e internacional.7 El compromiso mundial para alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio ofrece una oportunidad sin precedentes para reducir la mortalidad maternoinfantil (objetivos 4 y 5, respectivamente). El aumento de la supervivencia de los recién nacidos es esencial para alcanzar el ODM 4, pero está también estrechamente vinculado con el OMD 5, dado el importante vínculo existente entre la salud de la madre y del recién nacido y la atención sanitaria. Dado que las defunciones de recién nacidos representan entre 24 y 56% de las defunciones de niños menores de 5 años en todo el mundo, ninguna región puede permitirse pasarlas por alto. Una vez que las comunidades y los responsables de la toma
  • 9. 9 de decisiones contemplen las defunciones de madres y recién nacidos como un problema, será más probable su asunción pública y el progreso en su solución. Es el momento de generar la voluntad política y los recursos financieros necesarios para salvar las vidas de 3 millones de bebés que mueren simplemente porque nacen sin la atención de tecnología sencilla y bajo costo que constituye su primer derecho. Es el momento de actuar. Es el momento para un nuevo comienzo.
  • 10. Recuadro 3. Acciones necesarias para salvar las vidas de recién nacidos 10 A nivel nacional Establecer y publicar los objetivos nacionales de reducción de la mortalidad neonatal a fines de 2005, para que se alcancen en 2015 Elaborar y publicar un plan de acción para alcanzar los objetivos de supervivencia neonatal establecidos para fines de 2007 Crear un plan basado en los datos probatorios y el análisis de la situación, incluida una tasa definida de referencia de mortalidad neonatal y estrategias específicas para llegar a las familias más pobres Aplicar el plan integrándolo en los programas de salud materna y supervivencia infantil, con objetivos y cronogramas definidos Financiar la aplicación mediante la selección y movilización de los recursos internos y la búsqueda de apoyo externo complementario donde fuera necesario Vigilar el progreso y publicar los resultados regularmente. A nivel internacional Incluir la tasa de mortalidad neonatal como un indicador para el ODM 4 Establecer como objetivo la reducción de la tasa de mortalidad neonatal en 50% entre 2000 y 2015 Movilizar influencias con objeto de satisfacer las necesidades complementarias seleccionadas (1,50 dólares per cápita) para lograr una cobertura elevada de las intervenciones dirigidas a la supervivencia neonatal dentro de los programas de salud materna y supervivencia infantil y promover la convergencia de donantes en cada país Mejorar el financiamiento para el desarrollo y apoyo de los sistemas de salud, especialmente para intervenciones en atención primaria y entornos comunitarios Promover una mayor asunción de responsabilidades entre los gobiernos nacionales, los organismos internacionales y las organizaciones no gubernamentales para que cumplan sus compromisos de actuación para la supervivencia de recién nacidos, incluidas las asociaciones y la Rolling Conference on Child Survival (Conferencia escalonada sobre la supervivencia infantil).
  • 11. 11 “Si seguimos incumpliendo nuestro deber con los niños amenazados, emitiremos un veredicto de inhumanidad injustificada contra nosotros mismos. Seremos cómplices informados de una destrucción masiva de la vida humana totalmente evitable”.6 Richard Horton, Director. The Lancet Recuadro 4. La serie de artículos de The Lancet sobre supervivencia neonatal, información para la acción El objetivo de la serie de artículos de The Lancet sobre supervivencia neonatal es proporcionar información para fundamentar la política mundial y establecer un marco para la acción práctica en los diferentes países al objeto de que las intervenciones acreditadas lleguen a las familias más necesitadas. La nueva información con respecto a las muertes en recién nacidos incluye datos sobre dónde y por qué se producen y un análisis de la eficacia y los costos de las intervenciones de atención al recién nacido. Tres estudios de casos calculan el costo y el efecto de diferentes medidas para reducir las defunciones de recién nacidos en los sistemas nacionales de salud. Se proponen las fases de actuación a escalas nacional e internacional. Esta serie es continuación de la de Bellagio sobre supervivencia infantil e incluye los análisis realizados a lo largo de un año de trabajo en equipo por un grupo diverso de académicos, organismos y organizaciones no gubernamentales. Muchos organismos internacionales de salud y desarrollo, incluidos la Organización Mundial de la Salud, el UNICEF, el Banco Mundial y Save the Children, contribuyeron a la elaboración de la serie, junto con participantes individuales del Reino Unido, Estados Unidos de América, Asia y África. Los artículos completos pueden consultarse gratuitamente en www.thelancet.com. Bibliografía (acceso libre en línea) 1. Lawn, J.E., Cousens, S., Zupan, J., “4 million neonatal deaths: When? Where? Why?” The Lancet. Publicado en línea, 3 de marzo de 2005. 2. Darmstadt, G.L., Bhutta, Z.A., Cousens, S., Adam, T., Walker, N., de Bernis, L., “Evidence based, cost-effective interventions: how many newborn babies can we save?” The Lancet. Publicado en línea, 3 de marzo de 2005 por The Lancet Neonatal Survival Steering Team. 3. Knippenberg, R., Lawn, J.E., Darmstadt, G.L., et al. “Systematic scaling up of neonatal care in countries,” The Lancet. Publicado en línea, 3 de marzo de 2005. 4. Martines, J., Paul, V.K., Bhutta, Z.A., et al., “Neonatal survival: a call for action,” The Lancet. Publicado en línea, 3 de marzo de 2005. 5. Tinker, A., ten Hoope-Bender, P., Azfar, S., Bustreo, F., Bell, R., “A continuum of care to save newborn lives,” The Lancet. Publicado en línea, 3 de marzo de 2005. 6. Horton, R., “Newborn survival: putting children at the centre,“ The Lancet. Publicado en línea, 3 de marzo de 2005. 7. The Rolling Conference on Child Survival. Para obtener más detalles véase: www.childsurvivalpartnership.org. Agradecimientos Este resumen fue preparado por el equipo director de la serie: Joy Lawn (Saving Newborn Lives/Save the Children, Estados Unidos de América y el Institute of Child Health), Simon Cousens (The London School of Hygiene and Tropical Medicine), Gary Darmstadt (Johns Hopkins Bloomberg School of Public Health y Saving Newborn Lives/Save the Children, Estados Unidos de América), José Martines (Salud y Desarrollo del Niño y del Adolescente de la OMS), Vinod Paul (All India Institute of Medical Sciences), Zulfiqar Bhutta (Aga Khan University), Rudolf Knippenberg (UNICEF), y Helga Fogstad (Reducir los Riesgos del Embarazo, OMS), con el apoyo editorial y las aportaciones de diseño de GMMB (Washington, D.C.) y la aportación editorial de Julia Ruben (Saving Newborn Lives/Save the Children, Estados Unidos de América). Otros autores de los artículos de la serie son (por orden alfabético): Rajiv Bahl (Salud y Desarrollo del Niño y del Adolescente de la OMS), Genevieve Begkoyian (UNICEF), Anthony Costello (International Perinatal Care Unit,
  • 12. 12 Institute of Child Health), Marjorie Koblinsky (ICCDR, Bangladesh), Netsanet Walelign (Essential Services for Health Project, Etiopía), Neff Walker (UNICEF) y Jelka Zupan (Reducir los Riesgos del Embarazo, OMS). El comentario es obra de Anne Tinker y Robin Bell (Healthy Newborn Partnership), Petra ten Hoope-Bender (Partnership for Safe Motherhood and Newborn Health), y Shahida Azfar y Flavia Bustreo (Child Survival Partnership). Tira de fotos de la portada, de izquierda a derecha, Brian Moody, Jaime Cisneros, Ayesha Vellani y Michael Bisceglie. Las instituciones de los autores apoyaron el trabajo para la serie mediante subvenciones de la Bill & Melinda Gates Foundation y USAID. Agradecemos a Richard Horton y The Lancet su visión de futuro para reactivar el tema de la supervivencia infantil y su inteligente aportación a esta serie.