Santa Rafaela María creía que el mundo era el hogar de los hijos de Dios, donde debían encontrarse como hermanos y servirse mutuamente. Su objetivo era servir a los hijos de Dios trabajando para que conocieran y amaran a Dios. Vivió lo suficiente para ver consolidada su obra de extender el amor de Cristo por todo el mundo y hacer del mundo la casa de los hijos de Dios.