Isabel Flores de Oliva fue una religiosa peruana de la orden de los dominicos que vivió entre 1586 y 1617 en Lima, Perú. Fue la primera santa de América y dedicó su vida a atender a los enfermos y niños mientras practicaba ascetismo. Durante su vida, fue venerada por sus visiones místicas y milagros atribuidos, y fue canonizada por la Iglesia Católica como patrona de Lima y Perú, y luego de América, Filipinas e Indias Orientales.