Rosa de Lima nació en 1586 en Lima, Perú de padres españoles. Aunque fue bautizada como Isabel, prefirió el nombre de Rosa que le dio el arzobispo durante la Confirmación. Siguió el ejemplo de Santa Catalina de Siena a pesar de la oposición de sus padres y amigos. Rosa hacía penitencia clavándose horquillas en la cabeza y restregándose pimienta en la piel para desfigurarse y no tentar a otros con su belleza.