Si el autor tuviera un millón de dólares, compraría varias peceras grandes y viajaría a Irlanda, Japón, Grecia, Brasil y una granja de guanacos en Argentina. También compartiría parte del dinero con sus padres para que puedan viajar, y donaría a organizaciones benéficas pero no a otros grupos a menos que sea para una buena causa. Viviría en Alaska y tendría más peceras.