Si tuviera un millón de dólares, la autora gastaría parte del dinero en sí misma, como mascotas, una casa y ropa, pero también compartiría gran parte con organizaciones benéficas y personas necesitadas, como niños enfermos, animales maltratados y familias pobres. Además, usaría el dinero para viajar y vivir sin preocupaciones financieras, aunque no en una casa muy grande, y para continuar sus estudios con el objetivo de ser doctora y ayudar al mundo.