En los siglos XVIII y XIX, el gobierno inglés comenzó a preocuparse por las malas condiciones laborales en las fábricas luego de un incendio mortal. Se crearon inspecciones para promover la seguridad e higiene de los trabajadores y prevenir accidentes. A fines del siglo XIX, se estableció la Oficina Internacional del Trabajo para regular las condiciones laborales a nivel global.