Este documento presenta un prólogo y resumen de un libro de ficción. Explica que el propósito del documento es fomentar la lectura en regiones donde es difícil conseguir publicaciones en español de manera no oficial y sin fines de lucro. Alienta a los lectores a apoyar al escritor comprando el libro si es publicado en su región.
Luca y Carina son dos personas totalmente diferentes. Él nunca pensó que podría enamorarse de ella. A ella jamás se le pasó por la cabeza que pudiese fijarse en un chico como él. Mientras ella es una adolescente cabezota, mandona y seguidora de las normas, él es un transgresor de todo lo que le rodea. Sin embargo hay más cosas que les unen que cosas que les separen.
LA TRANSFORMACIÓN
Beth siempre ha sido “La Bestia”- así es como todos en la escuela le dicen, debido su incómoda estatura, sus cicatrices en el rostro y sus gruesos anteojos. Su único amigo es un nerd de cabello dorado, Scott. Pero eso era antes de ser seleccionada para el solo soprano de su coro, Beth recibe una transformación que cambiará su vida para siempre.
EL AMOR
Cuando el coro de Beth viaja a Suiza, conoce a Derek, pálido, pensativo y totalmente encantador. La pasión sin límite de Derek por la música, y por Beth, la deja sin aliento. Y es que a los ojos de Derek ella no es La Bestia, es Bella.
LA DECISIÓN IMPOSIBLE
Cuando Beth regresa a casa, Scott, su mejor amigo en todo el mundo, le hace una confesión que la deja completamente trastornada. ¿Debería quedarse al lado del dulce y estable Scott, o seguir los peligrosos e intensos nuevos sentimientos que tiene por Derek?
EL CORAZÓN ROMPIÉNDOSE
Entre más se acerca a Derek más lejano lo siente. Entonces Beth descubre que Derek le ha estado ocultando un oscuro secreto… uno que podría cambiarlo todo.
Luca y Carina son dos personas totalmente diferentes. Él nunca pensó que podría enamorarse de ella. A ella jamás se le pasó por la cabeza que pudiese fijarse en un chico como él. Mientras ella es una adolescente cabezota, mandona y seguidora de las normas, él es un transgresor de todo lo que le rodea. Sin embargo hay más cosas que les unen que cosas que les separen.
LA TRANSFORMACIÓN
Beth siempre ha sido “La Bestia”- así es como todos en la escuela le dicen, debido su incómoda estatura, sus cicatrices en el rostro y sus gruesos anteojos. Su único amigo es un nerd de cabello dorado, Scott. Pero eso era antes de ser seleccionada para el solo soprano de su coro, Beth recibe una transformación que cambiará su vida para siempre.
EL AMOR
Cuando el coro de Beth viaja a Suiza, conoce a Derek, pálido, pensativo y totalmente encantador. La pasión sin límite de Derek por la música, y por Beth, la deja sin aliento. Y es que a los ojos de Derek ella no es La Bestia, es Bella.
LA DECISIÓN IMPOSIBLE
Cuando Beth regresa a casa, Scott, su mejor amigo en todo el mundo, le hace una confesión que la deja completamente trastornada. ¿Debería quedarse al lado del dulce y estable Scott, o seguir los peligrosos e intensos nuevos sentimientos que tiene por Derek?
EL CORAZÓN ROMPIÉNDOSE
Entre más se acerca a Derek más lejano lo siente. Entonces Beth descubre que Derek le ha estado ocultando un oscuro secreto… uno que podría cambiarlo todo.
Una fantasía del fútbol. Un diamante gigante. Los modernos Romeo y Julieta están llevando su relación al próximo nivel... Jude y Lucy están felizmente comprometidos, pero eso no significa que la vida sea una cama de rosas.
Una vez más, la ardiente pareja es desgarrada, esta vez por los entrenamientos de fútbol y un trabajo de verano. Ahora es Jude quien tiene los problemas de confianza.
¿Los nuevos cambios en la vida de Lucy los volverá a juntar o será el fin de su relación para siempre? ¿El amor puede triunfar siempre?
Maryna es esa clase de chicas que se tiraría a alguien como Chace Harrows por el simple placer de sentir que puede conseguir a un tío que está con mujeres más buenas que ella.
Al empezar el nuevo curso, no se lo plantea dos veces y decide ponerse el objetivo de acostare con él antes que termine el año escolar. Pero no todo es tan sencillo, y así como tendrá fácilmente el respaldo de sus dos mejores amigas (Loren y Danna) también tendrá que obligarse a confiar en Jean Luc, un prototipo de gamberro imbécil y primo de Chace.
Al parecer, él no está muy dispuesto a echarle un clave para ligarse a su primo pero Maryna no es de las que se rinden fácilmente.
Tucker: Arrogante, brutalmente honesto, y amante de la esclavitud y la disciplina.
Lilliana: Terca, obstinada, e impaciente.
Cuando el magnate de bienes raíces que está acostumbrado a salirse con la suya en todos los órdenes conoce a la higienista dental de treinta y tantos años, quién heredó una gran extensión de tierra, la atracción física y química entre ellos, es innegable. Al darse cuenta de que Lilliana tiene un inmueble que vale una mina de oro, Tucker se enfoca en tratar de obtener sus tierras a cualquier precio… incluso si esto significa engatusarla abriéndose camino dentro de su corazón. Pero Lilliana no está interesada en el amor ni en ser perseguida por un indiscutiblemente atractivo pero arrogante macho alfa interesado en su propiedad, y no puede ser comprada.
Justo cuando las cosas se están calentando y Tucker comienza a enamorarse de Lilliana, ella descubre dónde radican sus verdaderas motivaciones, obligándola a buscar una dulce venganza de la única manera que conoce… rindiéndose a cada una de sus fantasías y jugando con sus emociones.
Una fantasía del fútbol. Un diamante gigante. Los modernos Romeo y Julieta están llevando su relación al próximo nivel... Jude y Lucy están felizmente comprometidos, pero eso no significa que la vida sea una cama de rosas.
Una vez más, la ardiente pareja es desgarrada, esta vez por los entrenamientos de fútbol y un trabajo de verano. Ahora es Jude quien tiene los problemas de confianza.
¿Los nuevos cambios en la vida de Lucy los volverá a juntar o será el fin de su relación para siempre? ¿El amor puede triunfar siempre?
Maryna es esa clase de chicas que se tiraría a alguien como Chace Harrows por el simple placer de sentir que puede conseguir a un tío que está con mujeres más buenas que ella.
Al empezar el nuevo curso, no se lo plantea dos veces y decide ponerse el objetivo de acostare con él antes que termine el año escolar. Pero no todo es tan sencillo, y así como tendrá fácilmente el respaldo de sus dos mejores amigas (Loren y Danna) también tendrá que obligarse a confiar en Jean Luc, un prototipo de gamberro imbécil y primo de Chace.
Al parecer, él no está muy dispuesto a echarle un clave para ligarse a su primo pero Maryna no es de las que se rinden fácilmente.
Tucker: Arrogante, brutalmente honesto, y amante de la esclavitud y la disciplina.
Lilliana: Terca, obstinada, e impaciente.
Cuando el magnate de bienes raíces que está acostumbrado a salirse con la suya en todos los órdenes conoce a la higienista dental de treinta y tantos años, quién heredó una gran extensión de tierra, la atracción física y química entre ellos, es innegable. Al darse cuenta de que Lilliana tiene un inmueble que vale una mina de oro, Tucker se enfoca en tratar de obtener sus tierras a cualquier precio… incluso si esto significa engatusarla abriéndose camino dentro de su corazón. Pero Lilliana no está interesada en el amor ni en ser perseguida por un indiscutiblemente atractivo pero arrogante macho alfa interesado en su propiedad, y no puede ser comprada.
Justo cuando las cosas se están calentando y Tucker comienza a enamorarse de Lilliana, ella descubre dónde radican sus verdaderas motivaciones, obligándola a buscar una dulce venganza de la única manera que conoce… rindiéndose a cada una de sus fantasías y jugando con sus emociones.
Es el relato apasionante y veraz de la vida de un joven medico en su primer año de internado en un hospital. Lleno de dudas y temores, en un estado constante de agotamiento físico y psíquico, se ve de pronto obligado a cargar con responsabilidades para las que no esta capacitado y a tomar rápidas decisiones que afectan vidas humanas. La dura experiencia, matizada de episodios tragicómicos, pone a prueba su vocación y sus ideales.
Letras, notas y literatura de la aburridaluisfe1995
Pues eso, desvaríos y tal que me salen. No pretendo ganar ningún premio (que también) ni siquiera que alguien lo lea; sin embargo si alguien lo hace decir tiene que se planteará el por qué el sistema educativo español es un fracaso.
Es una novela que narra los amoríos de tres amigos que se enredan con sus nuevos vecinos. Troy, Anne y Abba son los mejores amigos y se van a vivir juntos a Valencia siguiendo a Abba. Ella es una mujer triunfadora de 30 años que cuando llega a lo más alto en su carrera laboral decide dar un giro a su vida y trasladarse a vivir a Valencia, aunque sea a una agencia de publicidad más modesta.
¡Qué pena con ese señor! escrito por la humorista Carola Chávez, en el que se describen de maneja jocosa algunos “rituales y procedimientos de cierta clase media venezolana”
1. Requiem of the Soul: a Sovereign Sons NovelSara286169
I was born with noble blood in my veins.
Heir to a powerful dynasty.
Wealth. Power. Aristocracy.
Temptations too dangerous to resist.
Until someone tried to steal it all.
Scarred and broken, I emerged from the flames.
Now I’ve returned to take what’s mine.
Revenge.
The first item on my agenda? Make Ivy Moreno my wife.
Second? Bend her until she breaks.
I would say Dr. Cruz Costello is my archenemy.
But that would require acknowledging one another, which we haven’t done in over a decade.
He’s the town’s golden child. The beloved quarterback-turned-physician.
I’m the girl who got knocked up at sixteen and now works at a diner.
He is Fairhope royalty.
I get my monarch dose from tabloid gossip.
He’s well-off.
I’m…well, off.
When our siblings get engaged, Cruz’s parents invite both families to a pre-wedding cruise.
Except Cruz and I find ourselves stuck on a different ship from everyone else.
Cue ten horrible, insufferable days at sea with a man I cannot stand.
(My fault, of course.)
But when the alcohol pours in, the secrets spill out, and I’m left with one question:
Can I take another chance on love?
Libro editado por el editorial rayito de luz(1505)
El entremés del viejo celoso de Miguel de cervantes Saavedra.
Este libro es un Entremés: que es una Pieza teatral breve, en un solo acto, de tono humorístico, que originalmente se representaba en los entreactos de una comedia o un drama.
En este entremés se relata la historia de Lorenza quien es sumamente infeliz en su matrimonio porque ella es una muchacha joven y odia la manera de ser de su esposo, quien es mucho más mayor que ella. Cañizares(esposo de Lorenza) es exageradamente celoso hasta el extremo de dejarla encerrada todo el tiempo en su casa para que no salga. Lorenza tiene una criada que se llama Cristina, y una vecina que se llama Hortigosa.(Leer el entremés)
Si pudiéramos volver en el tiempo ¿Traeríamos al presente a las especies ya extintas? ¿Es ético siquiera? ¿Iríamos de safari al pasado? Cruzando el tiempo y los dilemas morales Kronos diversitas cuenta una historia de corte bradburiano de la mano de una chica impertinente y un cazador mal hablado.
Para la solitaria niña rica Olivia Prescott, el hijo de los
sirvientes, Reeves Talbot, había sido el único tesoro
auténtico en su opulento hogar familiar de Nueva
Orleáns. Pero el ambiciosos Reeves había mantenido
siempre un fuerte resentimiento contra los ricos y una
férrea contención ante aquella jovencita que lo adoraba
inocentemente.
Años después, los poderosos Prescott perdieron su
riqueza. Reeves Talbot ocupaba ahora la mansión
familiar y estaba dispuesto a algo más que admirar de
lejos a Olivia.
En otro tiempo, ella había amado a Reeves. Y seguía
amándolo, pero si se entregaba a él… ¿apreciaría su
amor… o simplemente se jactaría del trofeo que
finalmente había conseguido?
La sociedad literaria_y_el_pastel_de_pie_-_mary_anAngie M
Enero de 1946: Londres emerge de las sombras de la segunda guerra mundial. La escritora Juliet Ashton encuentra la carta de un desconocido, un nativo de la isla de Guernsey, a cuyas manos ha llegado un libro de Charles Lamb que perteneció a Juliet. A medida que Juliet y el desconocido intercambian cartas, ella se queda atrapada en el mundo de este hombre y sus amigos, que resulta ser un mundo maravillosamente excéntrico. Esta novela ostenta una galería de personajes profundamente peculiares, todos amantes de la literatura, que intentan sobrellevar la ocupación nazi organizando reuniones de lectura sobre novelas clásicas, alrededor de un pastel de patata.
2. Página2
El siguiente documento fue hecho sin fines de lucro,
siendo su propósito incentivar la lectura a esas regiones en
donde son casi imposibles conseguir las publicaciones en
habla hispana. Ninguna traductora, correctora, o diseñadora
de este foro recibe dinero por trabajar en el actual documento.
Es una traducción no oficial que fue realizada con afecto por
personas amantes a la lectura. Demuestra tu apoyo al escritor
comprando su libro, si el mismo llega a tu región.
¡Disfruta la lectura!
6. Página6
Resumen
Prólogo
Capítulo uno
Capítulo dos
Capitulo Tres
Capítulo Cuatro
Capítulo Cinco
Capítulo Seis
Capítulo Siete
Capítulo Ocho
Capítulo Nueve
Capítulo Diez
Capítulo Once
Capítulo Doce
Capítulo Trece
Capítulo Catorce
Capítulo Quince
Capítulo Dieciséis
Capítulo Diesiete
Sobre el Autor
7. Página7
He mentido.
He engañado.
He dado mi cuerpo y mi vida al hombre que destruyó a
mi familia y me dio por muerta.
He matado, he pecado, y lo peor de todo, he disfrutado
de la miseria de los demás.
He lamido las lágrimas saladas de un padre de luto por
su hijo primogénito, y nada que haya probado alguna vez fu
tan dulce.
He muerto y he resucitado, como un ave fénix de las
cenizas.
sé que ire al infierno. Me Voy a quemar en las fosas de
fuego junto a Dornan y sus hijos por las cosas que he hecho, y
por las cosas que voy a hacer.
Pero no me importa. Valdrá la pena cada lamida de las
llamas del diablo en mi carne culpable, contar de ser capaz de
destruir Dornan Ross.
Uno menos, faltan seis.
8. Página8
“Ser agraviado no es nada, a menos que continúes en
recordarlo”.
- Confucio –
Nunca olvidare. Y por eso, para mí, ser agraviado fue
todo.
9. Página9
Algunas personas me llamaban puta. Una chica que
vendió su alma al diablo. Quién lo dejó entrar, sin
remordimiento. Quién bailó con el monstruo que destruye
todo.
Para esas personas, digo sólo esto: No tengo que vender
mi alma a Dornan Ross. Él ya la posee. Y una vez que lo haya
matado, tal vez pueda recuperarla.
Cuando pienso en la vida antes de que Juliette Portland
supuestamente muriera, pienso en el sol del mediodía, y la
forma en que atrapó el agua, lo que hace un millón de
diminutos diamantes brillan en las olas de Venice Beach. Creo
en la risa y los primeros besos, el helado, la cerveza robada y
las ruedas de la fortuna.
Pienso en lo mucho que me amaba Jasón Ross, y cómo
peleó valientemente para protegerme cuando el resto de su
familia estaban golpeando y follando conmigo a un
centímetro de mi vida.
Pienso en mi padre, y cómo cada vez que estaba cerca,
me sentía segura, no importa qué.
10. Página10
Pienso en mi madre, y cómo era indiferente a mi
existencia, hasta el punto en que mi padre iba a llevarme lejos
de todo, incluso de ella, para que pudiéramos tener una vida
libre del peligro constante que un club como el Gypsy
Brothers significaba.
Pienso en cómo, si hubiera tenido éxito, lo maravillosa
que hubiera sido la vida.
Es cierto lo que dicen; Mantén a tus amigos cerca y a tus
enemigos más cerca. Sólo, se olvidaron de añadir; No
mantenga a sus enemigos tan cerca que pueden llegar sin
aviso. Ese fue el error de mi padre. Esa fue nuestra ruina fatal.
Cuando estaba planeando mi venganza, me prometí no
cometer los mismos errores que él cometió. Permitir que el
enemigo este demasiado cerca, Dornan fue vicepresidente del
club, mi padre había sido el presidente, pero él había estado
perdiendo rápidamente el control ya que Dornan y sus hijos
lo superaban en número.
Recuerdo mis últimos momentos, antes de desmayarme,
cuando Chad y Maxi me estaban cargando en la parte trasera
de una camioneta para llevarme al hospital.
-¿Por qué no acabamos con ella de una vez?- Chad pregunta a
su padre mientras luchaba con mi peso casi muerto.
11. Página11
Dormán golpeó la parte trasera de la cabeza de su hijo mayor y
me señaló, golpeada, cubierta de sangre, uno de mis ojos cerrados por
la hinchazón y el otro lo suficientemente abierto como para ver
dónde me llevaban.
-No podemos jodidamente matarla.- Dornan escupió. -Ella sabe
dónde está el dinero.-
-¿Qué dinero?- Preguntó Maxi.
Dornan suspiró. -¿Ustedes chicos no escuchan una mierda?
Los miles que su papá malversó de este club mientras yo estaba
ocupado con ustedes, muchachos y las putas de sus madres en estos
últimos años.-
Chad silbó, me pone en la parte trasera de la camioneta como
un saco de patatas que estaban pasadas. -Eso es un montón de
dinero.-
Gemí cuando mi cabeza conectaba con el piso duro.
-Así es, hijo.- Dornan estuvo de acuerdo. - Pero no se trata de
la cantidad. Se trata de los principios, ¿Entiendes?-
Chad asintió. -No robes de tu propio club.-
-Eso es correcto. Ahora consigan llevar esta perra al hospital
para que podamos saber qué carajo hizo con mi dinero.-
-¿Y luego?-
Me estremecí, observándolos desde mi lugar en el piso sucio de
la camioneta.
12. Página12
Dornan suspiró. -Y después terminamos con ella.-
Juré no cometer los mismos errores que hizo mi padre.
Pero aquí y ahora, acostada y atrapada bajo Dornan, con él
llenándome de su rabia y dolor, su hijo mayor, muerto por mi
mano y el funeral en tan sólo unas horas, tengo que
preguntarme si estoy yendo por el camino exacto que nos
llevó a la destrucción hace tantos años.
14. Página14
cadena y me desplazo. El patio es desordenado y poco
atractivo, con altas malezas, un edificio abandonado en el
medio del bloque completo con ventanas rotas. Justo como me
gusta por una reunión incógnita.
Se supone que debemos encontrarnos en el otro extremo
del edificio, un complejo de ladrillo que una vez albergó una
oficina de planta abierta. Ahora se encuentra vacío, hogar de
aves parásitas que pueden buscar a través de las ventanas
rotas para hacer sus nidos en las vigas de madera.
Al tiempo que doy vuelta a la esquina en el otro extremo
del edificio, lo veo.
-Elliot -, le digo, mostrando una sonrisa. Él sonríe, y mi
estómago da una voltereta. Ha pasado una semana desde que
lo he visto. Entre todas las cosas locas que sucedieron después
de que Chad murió, no he sido capaz de dejar el club durante
más de cinco minutos, mucho menos llegar al otro lado de la
ciudad para ir al estudio de tatuajes de Elliot o un teléfono
público .
Está bebiendo café, sus ojos agotados, y vestido con
pantalones vaqueros y una sudadera con capucha. -Hey,-
dice, una pequeña pausa después de que dice la palabra,
como si no puede decidir cómo llamarme. Bueno. Está
aprendiendo.
15. Página15
Al acercarme, abre los brazos, tirando de mí en un
abrazo de oso. Me estremezco al principio, no suelo tener
demostraciones repentinas de afecto genuino, antes de
derretirme en su pecho.
Él me da un beso fraternal en la frente y da pasos atrás
examinando mis ropas ordinarias. -¿Dónde está tu disfraz de
chica cachonda hoy?- Me pregunta, poniendo sus manos en
alto cuando voy a darle un puñetazo.
-Cállate -, le digo, le robo su café y tomo un trago. El
líquido es de color negro y amargo, sin una pizca de azúcar o
leche. Hago una mueca y se lo regreso de nuevo. -Amigo, eso
es asqueroso. -
Él sonríe y me guiña un ojo antes de que su rostro se
torne serio.
- Me enteré de lo de Chad.- Dice, una profunda arruga
grabada en la frente. -¿Estás bien?-
-Sí, estoy bien, - le digo. -¿Por qué no habría de estarlo?-
Elliot se cruza de brazos contra el viento vigorizante,
mirándome con aprensión. -Caray, no estoy seguro... ¿Tal vez
porque eres quien lo mató?-
-Elliot- protesto. -Jesucristo.-
Se encoge de hombros y sorbe su café. -Bueno, ¿De qué
vamos a hablar? ¿El clima?-
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-Es jodidamente frio.-
-Nunca maldecías cuando estábamos juntos, - dice. -Es
sexy. -
-Han pasado muchas cosas desde que me dejaste.- Le
digo, poniendo énfasis en la palabra dejaste.
-¿Por qué querías que nos encontráramos en este lugar,
de todos modos?- Elliot pregunta, aparentemente ignorando
mi pulla no tan sutil de él rompiendo conmigo. Estira el cuello
para mirar a su alrededor. -Seguro que hay lugares más
agradables para nuestra cita. -
Pongo los ojos en blanco. -¿Has traído las cosas que te
pedí?-
Suspira. - Todavía no estoy seguro de cómo me siento
acerca de la entrega de esta mierda para ti, Ju…- se detiene a
mitad de frase, mirándome. -¿De nuevo, cuál es tu nombre de
strippers?”
-Astrid Jewel, - le digo, -idiota.-
-¿Astrid Jewel Idiota?- Sus cejas se disparan. -Wow, de
acuerdo, eso es un nombre interesante- Él saca un pequeño
envase de plástico del bolsillo de sus pantalones vaqueros y lo
coloca en mi palma abierta.
-Jodete,- le digo, guardándome el paquete.
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Sonríe como un gato de Cheshire, mostrando los dientes,
antes de convertirse en serio una vez más.
-Estoy preocupado por ti. Jesús, Julz, eres todo en lo que
puedo pensar maldita sea. -
-Estoy bien, - le respondí con voz cortante.
-No estás bien, - argumenta, colocando de golpe el café
abajo en el alféizar de la ventana detrás de él. -¿Crees que no
sé lo que hace falta para entrar en la casa club de un hombre
como Dornan Ross?-
Toda su conducta cambia al igual que el toque de un
interruptor. Prácticamente puedo sentir la rabia que irradiaba
de él, la frustración.
El terror.
Y entiendo por qué está actuando así. Porque él me salvó
de Dornan una vez.
Los dos sabemos que no va a ser capaz de salvarme dos
veces.
-¿Crees que soy una niñita asustada, Elliot? Porque, no lo
soy. Crecí en esta vida, ¿recuerdas? Mi primer recuerdo de la
infancia es ver a mi mamá chupar la polla de Dornan, por el
amor de Cristo. Esta vida no es algo nuevo para mí, tanto
como desearía que fuera.-
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Se frota la mandíbula, agotado. De repente, me
arrepiento de haberle dicho eso.
-Elliot,- le imploro repentinamente cerca de las lágrimas.
-No puedo hacer esto contigo. No puedo. Si no puedes aceptar
lo que estoy haciendo, tal vez deberíamos dejar de vernos así.-
- Dejar de vernos,- murmura en voz baja en un tono
burlón. -No, eso no va a suceder.-
Seguimos mirando el uno al otro con dagas en los ojos.
Sus ojos son brillantes y sus manos se apretan en puños.
Muerdo mi labio para detener una avalancha de emociones
que se están derramando. No lo puedo perder, no ahora. Él es
la única persona en el mundo con quien puedo contar. Él es la
única persona que sabría vendría a buscarme si me perdiera
en un mar de traición, cuero y Harley Davidson.
Él es la única persona en el mundo que realmente se
preocupa por mí.
Mantengo los ojos muy abiertos y miro alrededor de
modo que las lágrimas que se forman en ellos no se derramen
en mi cara. Lo estúpido es, que ni siquiera estoy segura de lo
que quiero más en este momento. Conseguir mi venganza
contra los hermanos Ross.
O no estar tan jodidamente sola.
Una parte de mí quiere decirle cuánto me lastimo cuando
me dejó. Edificados mi alma destrozada, poco a poco, durante
19. Página19
tres largos años, sólo para romperlo todo cuando me dejó de
pie, descalza, en la calzada de su abuela.
Pero no lo haré. He estado viviendo en mi cabeza
durante mucho tiempo, ni siquiera sabría cómo decir esas
cosas.
Se merece algo mejor que yo, de todos modos.
Es Elliot quien finalmente rompe el silencio.
-Debes llamar a la abuela-, dice enfáticamente.
Nostalgia y emoción golpean nuevamente. Puedo odiar
Nebraska, pero amo a esa mujer con cada pedacito de mi
alma. La abuela de Elliot. Mis ángeles de la guarda, ella y
Elliot.
Trago bruscamente. -No puedo.-
-Sí, puedes. Simplemente no quieres.-
-Quiero,- sostengo obstinadamente. -No es tan fácil.-
Él se burla de mí. -Se llama maldito teléfono público,
Julz. No es como si ella fuera a ver tu cara-
Dice cara como si fuera la cosa más fea del mundo, y yo
le doy la espalda, la ira y el dolor arremolinándose en mi
pecho.
21. Página21
Yo estaba pasando por el periódico, tratando de pensar en una
manera creativa de matarme de una vez por todas.
Después de todo, él se había ido. La abuela trabajaba todo el día
en el restaurante. No habría nadie para encontrarme. Por supuesto,
el periódico local no informa demasiado los suicidios. Es más lo que
estaba hojeando a través del papel de brazos cruzados, mi cerebro se
extiende a pensar en maneras para una liberación sin dolor.
Yo había oído hablar de un medicamento que se podría obtener
en México. Algo que ayudaría a escapar, a caer en un estado de coma
y a la deriva en la muerte de forma espontánea. Pero México estaba
demasiado lejos y yo no tenía exactamente un pasaporte.
Yo no quería ahorcarme. Si fallaba, no quiero ser un vegetal. El
humo del automóvil había sido insoportable cuando había probado el
gas en el garaje. No iba a hacerlo otra vez. Y, por mucho que odiara
admitirlo, me había dolido condenadamente mucho cuando me corté
las venas. Yo quería una solución más indolora.
Pero la muerte por mi propia mano parecía dolorosa y difícil de
alcanzar, no importa lo creativa que fuera. Fue una comprensión
horrible, tratar de morir y ser demasiado miedosa y miserable para
vivir. También sentía culpa por haber sobrevivido. Estaba tan
avergonzada de que mi padre hubiera muerto mientras yo había sido
salvada, sólo para desear que la muerte me llevara.
Al leer ese periódico, mis ojos captaron un artículo, y algo
peligroso comenzó a revolotear en mi pecho mientras mi corazón
martilleaba.
22. Página22
No reconocí la sensación al principio. Había pasado tanto
tiempo.
Esperanza.
Delgada y temblorosa, sus brotes se extendieron y se
envolvieron alrededor de mi corazón ennegrecido, apretando
suavemente, haciéndome resollar. La piel de gallina se originó en mis
brazos desnudos espontáneamente, y algo duro e incómodo se
balanceaba en mi garganta.
Miedo. Emoción. Devastación. Anhelo.
A primera vista el artículo no mostraba nada especial.
Convención de un cirujano, que se celebra en Lincoln, sólo a unas
pocas horas en coche de la casa de la abuela. El artículo de fondo era
de un cirujano plástico, Elio Lee, cuya familia entera había sido
asesinada por un paciente psicótico. Había dedicado toda su carrera
a ayudar a los más desfavorecidos que necesitan cirugía para las
deformidades faciales y por accidentes horribles.
No puedo decir que en ese momento tuve la idea de cambiar mi
apariencia y de vengarse, porque en ese momento, mirando su
rostro, era como si alguien sembrara la semilla en mi mente. Y
mientras estaba sentada allí, trazando los ojos del doctor con mis
dedos temblorosos, que el thump-thump-thump en mi pecho era, por
una vez, un recordatorio reconfortante de que todavía estaba muy
viva.
Robe el coche de la abuela ese día y fui a través de una
tormenta masiva para llegar al hotel donde se celebraba la
23. Página23
conferencia. Casi di la vuelta muchas veces. ¿Qué iba a decir? ¿Qué
si le contaba a Dornan sobre mí, que estaba viva? Y sin embargo, yo
estaba en el final. No tenía nada más, pero la esperanza floreció bajo
el peso de lo que estaba a punto de hacer.
Cuando llegué al hotel, ya eran las tres, y la conferencia había
terminado.
Estaba devastada. Me había perdido mi oportunidad de ver al
médico y tratar de abogar a él para que me ayude. Yo ni siquiera sé
si lo haría, pero si hubiera perdido la oportunidad de incluso haber
tratado fue la gota final. Me salí del vestíbulo del hotel al
estacionamiento del frente. Mi plan final surgió, chocar el coche en
un pilar del puente de la autopista a gran velocidad y acabar con esto
y terminarlo.
Y entonces, como por arte de magia, como si el destino
quisiera, el médico estaba allí, esperando a la sombra de una parada
de taxis en el frente, su maleta en la mano.
Dudé, pero sólo por un segundo, antes de que me alejara más
de donde él se encontraba.
Podría decirte de que hablamos, pero no importaba. Todo lo que
importa es que él accedió a ayudarme, y que lo hizo.
Esa noche, regresé a casa de la abuela renovada, mi espíritu se
elevaba. Por fin había encontrado un motivo para vivir, no Elliot, no
la culpa ser la víctima, no las llanuras sin fin del desierto que me
asfixiaron cada vez que miraba por la ventana.
24. Página24
¡Venganza! , así de simple. Decidí, allí y entonces, para
destruir el club de Dornan y sistemáticamente acabar con su familia,
y yo sabía exactamente cómo meterme bajo su piel.
La abuela se sorprendió al verme. -Pensé que habías robado mi
coche- dijo ella, su cara se arruga en una sonrisa.
-Lo hice-, dije alegremente, dejando caer las llaves sobre la
mesa. -Llené el tanque de gas, sin embargo.-
Ella siempre fue una mujer astuta, inteligente y observadora
como su nieto. -Te ves diferente-, me dijo, su acento sureño
haciéndome colgar de cada palabra. –Hey-.
Sonreí, mi corazón palpitante con entusiasmo en mi pecho.
-He decidido que la vida es demasiado corta para mantenerme
abatida-, le contesté, enroscando mis manos temblorosas en puños
para mantenerlas quietos. -Es hora de empezar a vivir de nuevo.-
-Estoy tan feliz de escuchar eso-, dijo la abuela, cerrando la
brecha entre nosotros y poniendo sus brazos delgados alrededor de
mí.
-Debes llamar a Elliot,- dijo, dándome una palmada en la
espalda. Me quedé helada.
La abuela dio un paso atrás y me alborotó el pelo rubio. -Él va a
volver por ti, chica,- dijo en voz baja.
Pero nunca lo hizo.
25. Página25
-¿Qué piensas hacer con esas cosas, de todas formas?-
Elliot pregunto, cambiando de tema abruptamente. Dejo salir
una sonrisa maliciosa, que puedo sentir todo el camino hasta
mis ojos. -Es una sorpresa-, le conteste.
Él niega con la cabeza, pero una sonrisa tira de la
comisura de su boca, amenazando con convertirse en una
sonrisa completa.
-Eres la persona más fuerte que he conocido.-
Algo de eso me entristece mucho, mis ojos se llenan de
lágrimas. Vuelvo mi rostro, molesta de que tenga que verme
así.
-¿Qué te dije?-, Me pregunta, llegando a cepillar mi
mejilla con su dedo. Niego con la cabeza.
-Nada, es una estupidez. No importa-.
Él no me presiona; sabe cuándo no quiero hablar.
Es una tontería, en realidad. Eres la persona más fuerte que
conozco. Es todo una mentira, sin embargo. No estoy haciendo
esto porque soy fuerte. Estoy haciendo esto porque tengo
miedo del monstruo en mi cabeza.
El monstruo en mi cama, el que mató a mi padre. El
monstruo que me destruyó.
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Estoy haciendo esto porque sólo quiero ser capaz de
dormir por la noche sin ver su rostro. Eso no es fuerza. Eso es
desesperación.
Elliot deja caer su ira, su cara mortificada en cuestión. Y
eso es casi peor. Me atrae de nuevo a sus brazos, el lugar más
seguro que he conocido, y yo libro una batalla dentro de mí
misma.
-No necesito tu compasión-, le digo, me aferro a él, mis
lágrimas se filtran en su chaqueta.
-No es compasión-, murmura, con una mano me
acariciaba el pelo revuelto, la otra sujetaba firmemente
alrededor de mis hombros. -Es el amor.-
Se me acerca, hablando en voz baja en mi cabello. -Puede
que no hayamos funcionado juntos, pero no creas que voy a
renunciar a ti, chica. Eso nunca sucederá-.
Mi corazón se rompe en pequeños malditos pedazos.
Es como si alguien tomara un picahielos y lo introdujera
en mi caja torácica. Mi pecho se quema con el dolor del amor
no correspondido. Lo triste es - o tal vez no es en absoluto
triste - es que yo ame a Elliot. Todavía lo hago. Lo amo por
rescatarme. Lo amo por salvarme la vida. Yo lo quiero por
estar alrededor durante tres infernales años.
Pero yo no lo - puedo- amar de esa manera. La forma en
que amas a alguien cuando es todo tu mundo.
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Yo lo quería para todo, pero colgando en esa existencia
artificial donde fue mi todo, yo todavía no había sido capaz de
entregarme a él por completo.
Después de todo, mi corazón pertenecía a otra persona.
Alguien que hizo que mi aliento se atrapara en mi garganta.
Alguien que yo había amado con tanta fuerza desde el
momento en que había puesto los ojos sobre él, tanto que
hacía daño. Alguien que iluminó todo mi mundo, así como él
cree que la mía había terminado en las manos de su familia.
-Te tengo un presente- dice Elliot, alejándose de mí para
buscar en el bolsillo de nuevo. Él saca un iPhone de color rosa
brillante, con un conjunto de auriculares ergonómicos.
-No debiste-, le digo, tocando el teléfono con delicadeza.
Me encanta.
-Me figuro en la lista Chico Tatoo-, dice apuntando a la
pantalla. -Sólo en caso de que no estuviera claro.-
Me río, desplazándose a través de la música que ya está
cargada en el teléfono. Hay un montón de cosas. -¿Qué es esta
lista de reproducción?- Le pregunto, pulsando el botón
mientras leía cada título de la canción.
-¿Janie’s Got a Gun? ¿Red Right Hand? ¿Qué clase de
colección de música es esta?-
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-Bueno, ¿no es obvio?,- Elliot pregunta juguetonamente.
-Es la lista de reproducción venganza. Si insistes en hacer esto,
realmente necesitas una banda sonora”.
Niego con la cabeza y sonrió. -Ahora recuerdo por qué
me gustas tanto-, le digo, sonriendo mientras guardo el
teléfono en el bolsillo.
-¿Mi muy grande pene?- Elliot bromea mientras
comenzamos a caminar de regreso a la valla.
Lo empujo juguetonamente. -Porque no importa lo que
pase, siempre me puedes hacer reír.-
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-Dornan,- digo suavemente, trazando las líneas
profundas grabadas debajo de sus ojos con la punta de los
dedos. -Tenemos que vestirnos. El servicio se inicia pronto.-
Es sólo después de las ocho, el cortejo fúnebre y la
caravana de Chad va a empezar en unas pocas horas. Estoy
partes iguales emocionada y aterrorizada, una nueva
determinación surge para conseguir que esto termine,
asentado en mis entrañas como una capa de hormigón:
pesado, prensado, y siempre está ahí para recordarme lo que
necesito hacer.
Estoy cada vez más impaciente. Quedan seis hombres
para matar, y ya he estado aquí por casi un mes. Matar a uno
por uno va a convertirse en ineficaz en algún momento en un
futuro muy próximo, pero por ahora, estoy atascada con los
métodos que tengo y esto es lo mejor que puedo hacer.
Dornan abre los ojos, rastrillando su mirada sobre mí.
-¿Llevas ropa de gimnasia a un maldito funeral?- Me
pregunta, con voz ronca arañando mi piel desde adentro hacia
afuera.
-Fui a correr,- explico. -Voy a ir a la ducha ahora.-
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Él agarra mi muñeca, tirando de mí hacia su cara. -Te dije
que no podías salir.-
Pongo mi mano en su mejilla. -Acabo de correr alrededor
de la cuadra-, le digo, presionando mis labios contra su frente
brevemente. -Nunca estuve a más de un centenar de metros
de ti. Los chicos estaban contando mis vueltas para ti.-
Es una mentira, pero una que compra. Él libera mi mano
y cierra los ojos de nuevo, hundiéndose en la almohada. No
Estoy segura de lo que debo hacer en este punto. No puedo
soportar estar cerca de él, pero tengo que hacer mi parte.
Tengo que terminar esto.
Y todavía tengo que encontrar esa maldita cinta de
vídeo, al que se asegurará de que el mundo sepa lo que
Dornan Ross y sus hijos me hicieron y a la gente que amaba.
Me desnudo y camino desnuda al baño, mirando detrás
de mí. Es en este punto que Dornan normalmente me
arrastraría de vuelta a la cama, pero esta mañana es diferente.
Me paro en la puerta, apoyada contra el marco, observando
en silencio como Dornan tira de sus pantalones vaqueros y se
encoge de hombros en una camisa.
Está casi en la puerta cuando me agacho y tomo su
chaqueta de cuero.
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-Dornan-, le digo en voz baja. Se vuelve, lentamente, con
cansancio, y una pequeña emoción corre por mi espalda
cuando veo la devastación total grabada en su rostro.
Doy un paso hacia él y mantengo la chaqueta en el frente
de mi cuerpo desnudo.
-Hace frío fuera-, le digo.
Toma la chaqueta y me lanza una sonrisa cansada. Es el
gesto más tierno que jamás haya representado delante de mí.
-Lo siento,- miento a través de mis dientes. -Me gustaría
que hubiera algo que pudiera hacer para que te sientas mejor.-
Él asiente con la cabeza, lamiendo sus labios lentamente.
Él se coloca la chaqueta sobre el hombro y abre la puerta.
-Tú y yo, nena.-
Él cierra la puerta y entro de nuevo en el cuarto de baño,
apoyándome en el mostrador por un momento. La luz del sol
pasa a través de la pequeña ventana en lo alto de la pared del
baño, y golpea mis ojos, me deslumbra. Cierro los ojos, los
primeros rayos de sol del día besan mis pómulos, y tomo una
respiración profunda, saboreando el pequeño momento de
paz y la forma en que la brisa de la mañana acaricia mi cara.
Es casi imposible encontrar en este lugar un poco aire fresco y
soledad, pero aquí, hoy, siento una sensación de calma y
tranquilidad que hace que todo parezcas estar bien.
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Con el tiempo, el sol se mueve más alto en el cielo, la
brisa se vuelve más fría, y yo paso a la ducha, dejando caer el
agua caliente sobre mí. Me tomo mi tiempo masajeando
espuma en mi cabello antes de dejar que el flujo constante de
agua caliente corra por encima de mi cabeza y cara, como si
me limpieza de mis pecados.
Me visto lentamente, saboreando cada momento. Un
sencillo vestido negro que se detiene en la rodilla y a la
cintura, mangas y un escote modesto. Zapatos de tacón de
charol negro. Labios pintados de rojo y algo de rímel, y estoy
lista.
Lista para la actuación de mi vida.
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El sonido de las Harley Davidson en el aire es como
ametralladoras atrapadas en fuego automático.
Venice Beach, California. La familia de Ross es católica,
así que por supuesto que van a hacer una visualización del
ataúd abierto antes del funeral. No soy parte de la visión,
gracias a Dios. No quiero ver cómo el rostro hinchado de
Chad es, cómo el artista de maquillaje ha elegido tratar de
cubrir las manchas de enojo en su rostro por las drogas que,
sin saberlo, bebió. Así que estoy fuera de la funeraria,
luchando contra la necesidad de mover el pie con
impaciencia, mientras Dornan y el resto de la familia pasan
tiempo despidiéndose del cuerpo sin vida de Chad.
Me esfuerzo en mantener mi cara neutra, recordando el
momento en que Dornan encontró a Chad.
Jase y yo habíamos acabado con la cerveza que estábamos
compartiendo y fuimos abajo a la gran sala común que estaba en el
pasillo, al lado del garaje, por una partida de billar. Estaba en partes
iguales emocionada y nerviosa... acababa de matar a otro ser
humano, después de todo.
Mi primera muerte.
Apenas podía mantener la sonrisa en mi cara.
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Cuando era adolescente, había tenido el placer de patear el culo
de Jase en el billar casi cada vez que jugamos. No era que él no fuera
bueno en eso - yo era mejor.
Así que cuando llegó el momento de volver a jugar, no quiero
que haya ninguna posibilidad de que él sospechara de mis
habilidades.
-¿Quieres romper?-, Dijo, después de haber terminado
alineando el triángulo de bolas.
-¿Romper qué?- Le pregunté por ignorancia.
-Romper-, repitió Jase. -¿Has jugado billar antes, no?- Negué
con la cabeza. -No lo creo.-
Él se rio y me dio el taco de billar. -Pegas la bola blanca en las
bolas de colores. Eso se llama ruptura-.
Me puse de pie al final de la mesa de billar, agarró torpemente
el taco en mis manos, y él negó con la cabeza. –Aquí-, dijo,
cambiando de modo que él estaba de pie detrás de mí. Envolvió sus
brazos alrededor de los míos, sus manos cubriendo las mías, para
tomar el taco de billar al unísono.
La sensación de su cuerpo pegado al mío fue suficiente para
dejarme sin aliento. Respiré
Bruscamente, casi no se nota, pero sólo lo suficiente para que él
se diera cuenta. Se alejó como si se electrocutara, la nueva tensión en
el aire casi lo suficientemente gruesa como para verla.
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Me enderecé y lo mire, ninguno de los dos dijo nada durante
unos momentos.
-Tal vez deberíamos olvidar esto-, dijo, haciendo un gesto hacia
mí, luego a la mesa de billar. Pero ambos sabíamos que estaba
hablando de algo más que eso. Se refería, tal vez deberíamos olvidar
todo esto. El comienzo de fuegos artificiales, el ardor, la electricidad
que sacude cada vez que estábamos cerca del otro.
Sabía exactamente lo que quería decir.
Y yo no tenía intención de olvidarlo.
Mi cerebro racional gritó para que me cállese, que sería lo
mejor, si sólo manteníamos nuestra distancia, pero cuanto más me
acercaba a Jase, más probabilidades había que dejara de lado todo.
-No me quiero olvidar de esto,- dije, dando un paso para cerrar
la distancia entre nosotros. Me recosté sobre la mesa de billar, el taco
en la mano, e incline la cabeza hacia un lado.
-Ven aquí y ayúdame a romper estas bolas.-
Él se rio, frotándose la parte posterior de su cuello con la mano,
la forma en que a veces lo hacía cuando no estaba seguro o
avergonzado. -¿Y si yo no quiero?-, me preguntó, esta vez con la risa
iluminando sus ojos. Sonreí y me puse de pie, apuntando la punta
del taco a su entrepierna. -Entonces voy a romper tus bolas.-
Bromeó, dando vuelta de nuevo a la mesa.
Jase se rio de mi broma, volviendo de nuevo a la mesa de billar,
donde coloco la bola blanca en contra de la línea de ruptura.
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-Estás sosteniéndolo de manera equivocada-, dijo, y cuando
abrí mi boca para ofrecer otra respuesta inteligente del culo, un grito
desgarrador atravesó el silencio, haciéndome saltar.
-¿Qué diablos- Jase jadea, mientras caminaba hacia la puerta.
Miró hacia arriba y abajo del pasillo, probablemente tratando de
decidir de dónde el grito se había originador. Un segundo grito,
corta esta vez, le hizo girar bruscamente a la izquierda hasta el
garaje donde había dejado el cuerpo sin vida de Chad. Me arrastré
lentamente tras él, sin saber qué hacer. Yo no había pensado en las
consecuencias. ¿Retroceder, o seguir adelante?
A la mierda. Quería ver lo que pasaba. El conocimiento puede
ser poder y todo eso. Me apresuré al garaje y más allá de las pocas
motos que quedaban.
Justo en ese momento, comenzó el zumbido de una Harley, el
volumen aumenta rápidamente cuando docenas de motos entraron
en el recinto. La enorme puerta comenzó a abrirse y la luz del sol
inundó el espacio casi vacío. Jase corrió hacia la puerta, con los
brazos arriba, deteniendo las motos que iban a ocupar sus lugares.
El sonido de los motores era ensordecedor, reverberando en las
paredes por lo que sonaba como si estuviera dentro de un motor. Yo
quería agarrarme a mis oídos, pero no lo hice.
Yo no podía mostrar debilidad en torno a estas personas.
Dornan se quitó el casco y se encogió de hombros a Jase, como
diciendo, ¿qué coño estás haciendo en mi camino? Los brazos de Jase
se movieron, y apuntaron a lo que supuse era Chad. Dornan pateó
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el soporte de la moto y saltó de ella. Se volvió brevemente para
enfrentar la veintena de motociclistas que se habían acumulado en
una sola línea grande, esperando para entrar y aparcar sus
motocicletas. Hizo un movimiento de girar con el dedo índice y
luego señaló hacia el espacio abierto lejos de la puerta.
Las motocicletas comenzaron a moverse hacia atrás. Había todo
tipo de gritos y alboroto, pero una vez que las motos estaban delante
de la puerta, Jase pulsando un botón en la pared, y la cerró de nuevo
con un ruido sordo.
Inmediatamente, el ruido de las motos disminuyó a algo
manejable. Miré desde la puerta como Dornan y Jase se apresuraron
hacia donde Chad yacía muerto, la persona que había gritado aun
bloqueaba mi vista por una capa de motocicletas, estacionado en
frente del lugar donde había llevado su último aliento.
-No está respirando-, oí una voz llena de pánico decir, y me
quedé helada. Mi madre.
Me dirigí a ellos, la necesidad de saber lo que estaba pasando.
La lata de bebida que había acabado con la vida de Chad estaba
inocentemente en el mostrador, un trapo de limpieza posado junto a
él.
-Vine a limpiar los bancos y lo encontré así,- escuché a mi
madre llorando. Di un paso adelante para verla de rodillas en el
suelo delante del cuerpo sin vida de Chad, Dornan en el otro lado
con dos dedos apretados contra el cuello de Chad , la mano de Jase
libremente en el pecho de Chad como sintiendo la respiración.
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Di un grito ahogado.
No era una reacción falsa. De repente estaba aterrorizada. Yo
sólo había matado a alguien. Si se enteraron de que era yo, me
gustaría ser una mujer muerta. En primer lugar, una horrible mujer
dolorosamente torturada; pero en última instancia una mujer
muerta.
-¡Que alguien lo ayude!- Grité, corriendo hacia delante. Jase se
levantó y agarró mis hombros, sosteniéndome.
-¿Qué estás haciendo?- Exijo. -Sé la RCP. ¡Déjame ayudarle!-
Jase me agarró del codo de manera apretada, se sentía como si
fuera a romperlo. -Es demasiado tarde-, dijo, un aire de finalidad en
su voz. -Él está frío. Ha estado muerto desde hace tiempo-.
Fuimos a una funeraria en silencio, Jase al volante, yo sentada
a su lado, el cuerpo de Chad se encontraba en la parte trasera de la
camioneta, Dornan arrodillado a su lado todo el tiempo.
Era casi como si estuviera diciendo sus últimos adioses a su
hijo primogénito.
Cuando llegamos allí, Dornan preguntó a alguien por su
nombre. Él todavía estaba en calma, todavía en estado de shock. Me
acordé muy bien de cómo se siente.
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Lo elegí porque sabía, que en todo caso podría conducir
a ese hombre hasta las lágrimas, porque estaba perdiendo a su
hijo mayor y su Vicepresidente.
Fue una buena elección.
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La iglesia estaba completamente llena, con los hombres
en cueros que llevan parches del club, esparcidas por los
escalones de la entrada. Estoy sin mi acompañante habitual,
por una vez, ya que todo el clan Ross está ocupando las tres
primeras filas de la iglesia, y se me ha relegado a la última
fila, lejos de las miradas cortantes de todas las mujeres en la
familia.
El servicio es aburrido, la gente habla de la familia y de
la sangre siendo sagrado y toda esa mierda. Me desconecto en
su mayor parte y me sobresalté cuando todo el mundo se
levanta de repente. Al principio, yo creo que debe ser otra
vez, hasta que veo a todos en fila para recibir la comunión. Me
uno a la línea y soporto con paciencia el momento, el estudio
de las mujeres que han elegido para ser parte de la familia
Ross. Recuerdo algunos de ellos de cuando mi padre estaba
vivo. Otros son nuevos, pero se ven igual que el resto. Tengo
un momento de juicio en cuanto me pregunto qué clase de
perra estúpida elegiría una vida así, hasta que me detengo y
me recuerdo a mí misma que no podría haber sido su
elección.
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-El cuerpo de Cristo-, el sacerdote dice cuando llego al
frente de la fila, al presionar una oblea en mi lengua. Cierro
mi boca y saboreo la fina pieza de galleta que ya se disuelve
en mi paladar. Hacemos nuestro camino de regreso a nuestros
asientos, yo en la parte trasera y Jase se sienta en otra fila de
sus hermanos sobrevivientes.
Dornan está delante con su actual esposa, la madre de su
quinto y sexto hijo, del otro lado esta la madre de Chad.
Sostiene ambas manos con la resignación desesperada
reservado sólo para los padres que están de duelo por la
pérdida de su hijo.
Me pregunto, brevemente, cómo mi madre lloró por mí.
O bien, si ella se lamentaba por mí en absoluto.
Todo el mundo recita una oración al final antes de que el
ataúd sea cerrado. Observo con una sensación de satisfacción
como Dornan se desenreda a sí mismo de su actual esposa y
se para, y ayuda a la madre de Chad a parase. La mujer está
berreando, y en mi interior no siento nada, más que algo frío y
amargo. Tal vez si se hubiera esforzado más, su hijo no
hubiera crecido para ser un maldito idiota. No siento ningún
remordimiento. El mundo es un lugar mejor sin él.
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El entierro en el cementerio anexo a la iglesia es mucho
más corto que el servicio. Una gran multitud se reúne
alrededor, el sacerdote dice unas pocas palabras, todos los
embragues en sus cuentas del rosario y en la otra, y el ataúd
se baja en el agujero perfectamente rectangular que llega a los
seis metros en el suelo.
Uno por uno, la familia inmediata gira sacando una
pequeña palada de tierra del lado de la bodega y lo vacía ahí
abajo. Observo, mis ojos brillantes detrás de mis gafas de sol
oscuras, como la mujer de Chad, Dornan, y la madre de Chad
todos sueltan tierra en su tumba antes de dar un paso atrás.
Los brazos voluminosos de Dornan están alrededor de la
mujer de Chad ahora, mientras ella llora por su esposo.
Mi mano pica a tomar la pala, para presionarla en la
tierra fresca, recogerla y lanzarla por el agujero negro, donde
Chad descansará para siempre. Sólo que en mi fantasía, el
ataúd se abre y él todavía está vivo, gritando con la boca
abierta, como yo meto la suciedad en su garganta, le asfixia
hasta la muerte de nuevo.
Es un pensamiento escalofriante, sin embargo
extrañamente reconfortante.
Como la funeraria se hace cargo del relleno en el agujero,
la multitud se dispersa. Al otro lado de la multitud, veo a
Maxi, el tercer hermano, caminando lejos de todos los demás
y hacia la parte más antigua del cementerio.
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Alguien atrapa mi codo y me giro para ver a Jase con una
mirada de truenos en el rostro. –Vamos-, dice él, caminando
precipitadamente en dirección a Maxi, conmigo tropezando
con uno de mis talones tratando de mantener el ritmo.
-¿A dónde vamos?- Siseo, luchando mientras camina más
rápido.
-Mi coche-, dice él, tirando de mí a lo largo. Estamos a
poca distancia de la mayoría de la gente, que están ofreciendo
sus condolencias a Dornan y la esposa de Chad en la puerta
del cementerio.
A medida que pasan las lápidas más antiguas, veo a
Maxi, el tercer hermano, claramente borracho y meando en
una tumba.
Yo sigo caminando detrás de Jase, ligeramente
disgustada, hasta que veo el nombre impreso en la lápida.
Juliette Portland.
Miro a la cara de Maxi, y me doy cuenta al instante de
que no está tan borracho, y que él sabe exactamente lo que
está haciendo. Él se ríe cuando su chorro de orina golpea la
losa de piedra seca que cubre la tumba, el ruido del líquido
contra la piedra zumbando furiosamente en mis oídos.
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Mis rodillas se debilitan, y Jase se vuelve a cogerme. -
¿Estás bien?-, me pregunta. Arranco mi mirada de Maxi y
sonrió débilmente a Jase. –Sí-, le digo. -Estos tacones son una
perra para caminar.-
-Se ven jodidamente caliente, sin embargo,- una voz
empalagosa suena detrás de mí. Me vuelvo y veo Jazz, el
quinto hermano que me comía con los ojos, con las manos en
las caderas. Levanto mis cejas hacia él.
-Lo sé-, le respondo, mirándolo de arriba abajo antes de
estabilizarse mi mirada en la suya. -Es por eso que me los
pongo.-
-Sería mejor si fuera todo lo que llevaras, - él mira de
soslayo, desnudarme con sus ojos. Él no me asusta. Crecí con
mi padre el presidente de este club de motociclistas. He
estado tratando con mierda como él toda mi vida.
-Esa es la forma en que a tu papá le gusta-, le digo, con
una sonrisa maliciosa y un guiño.
Jase de repente se da cuenta de que hace Maxi con su
bragueta. Ve desde la zona húmeda en mi tumba a su
hermano, con las manos en puños apretados.
-Max-, dice, su voz apenas controlada, -¿Acabas de echar
una meada en esa tumba?- Maxi se carcajea y reordena sus
pantalones. -La perra se lo merece.-
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Jase chasquea, saltando a su hermano con tanta rapidez,
que apenas alcanzo la acción con los ojos. Fácilmente tira a su
más grande, pero más torpe hermano ebrio en el suelo, y le
que conecta una serie de golpes bien colocados. Miro al
principio, fascinada y extrañamente conmovida, hasta que
queda claro que no se quedaría arriba en cualquier momento
pronto. Salto con un sobresalto cuando Jazz aparece a mi lado,
lo suficientemente cerca como para que nuestros brazos se
rosasen juntos.
Yo lucho contra el impulso de alejarme,
instantáneamente me pongo pie firme.
-Esa es la primera vez que el pequeño Jasón deja ver su
lado durante todo el día-, dice el Jazz. -Puedes ser la chica de
Pop, pero parece que hay más de un Ross listo para meter su
polla dentro de ti.-
Yo lucho para mantener mi cara neutral. -¿Qué coño
quieres?- Dejo escapar, mis nervios deshilachados.
-Cariño-, dice con una sonrisa. -Sólo estoy diciendo lo
que veo. Mi hermano pequeño ha estado siguiéndote como un
cachorro perdido desde que apareciste. Y quise decir lo que
dije sobre esos malditos zapatos. Al minuto que Dornan
termine contigo, los llevaras puestos mientras te inclino en mi
motocicleta y te enseñare lo que es un buen momento-.
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Me río. -Sobre mi cadáver, amigo.-
Se encoge de hombros casualmente. -Eso se puede
arreglar, cariño.-
Yo sólo muevo la cabeza, mirando a Jase mientras él pasa
delante de nosotros. Sus manos están cubiertas de sangre, y la
camisa blanca está salpicada de rojo, también. Eché una
mirada asesina a Jazz mientras lo empujo y doy la vuelta
sobre mis talones.
Me hierve la sangre mientras caminamos de regreso al
coche, los ojos de Jazz haciendo un agujero en la parte de atrás
de mi cabeza. Maximiliano Ernesto Ross sólo a sí mismo se ha
ganado un lugar en la parte superior de mi lista negra. Y Jazz,
si no es cuidadoso, sólo podría encontrarse siendo el
siguiente...
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El velatorio se lleva a cabo, no en la casa club como yo
supuse que sería, sino en la casa real de Dornan. En el que su
actual esposa vive; la madre de su quinto y sexto hijos. No es
nada especial; es una casa de estilo bungalów de una sola
planta, monótona como vienen, para que coincida con la
expresión monótona en el rostro de su esposa cuando ella me
ve.
Mientras camino por la puerta con Jase, ella me da la
mirada más fulminante. -Lo siento por su pérdida-, le digo,
extendiendo la mano para agarrar la suya.
Ella suelta mi mano como si mi contacto le ha quemado.
No estoy ofendida. He estado follando a su marido por un
buen mes, y aquí todo el mundo lo sabe.
-Celia-, Jase dice bruscamente. Ella se vuelve hacia él, su
lenguaje corporal me despide como si yo no existiera, y tira de
él en un abrazo.
Cuando Jase finalmente se libera, tengo un vaso de vino
en la mano, que tome de una bandeja. No voy a beber
demasiado, no me gusta no estar en control de mí misma en
torno a esta bebida de la familia, pero uno para celebrar la
miseria colectiva no le hará daño. Me sorprende cuando Jase
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toma el vino de mí y se lo acaba en dos tragos, y me entrega el
vaso vacío.
No dijo una sola palabra para mí camino al velatorio,
haciendo el paseo en coche de quince minutos bastante
incómodo. Yo sé que le está haciendo daño. Y no creo que
tenga mucho que ver con la muerte hermano.
Estoy bastante seguro de que se trata de mí. Sobre la
tumba de Julieta Portland.
-Creo que deberías ir a buscar a mi padre,- Jase dice con
sorna. -Sé que, él está probablemente esperándote ya.-
Echo un vistazo a Jase. -No creo que su esposa lo
apreciaría. Voy a estar alrededor en el fondo y permanecer
fuera del camino-.
Agarro un nuevo vaso de vino y paseo por el pasillo,
pasando a Dormán, que está hablando con un grupo de chicos
que llevan la insignia del club y parches de todo el país. Hago
contacto visual con él y ofrezco una pequeña sonrisa, consigo
un guiño y una mirada resignada a cambio.
Una niña, de no más de cuatro viene corriendo, riéndose
como un chico mayor la persigue con una pistola de juguete
de plástico.
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Ella choca con mis rodillas y yo la sostengo para que no
se caiga. Ella es una pequeña cosa, preciosa, con rizos rubios y
los ojos más azules que jamás he visto.
Ella me mira con los ojos del tamaño de platos. -Lo
siento-, dice ella, su voz delicada y miro a mí alrededor,
preguntándose a quien pertenece.
-Está bien-, le digo, agachándose a su nivel. -¿Dónde está
tu mamá? -
Ella apunta a la mujer de Chad, cuyos grandes ojos
azules, están soltando lágrimas como una boca de incendios
sin control. Algo se muere dentro de mí cuando yo extiendo la
mano y meto un rizo suelto detrás de la oreja de la niña.
-Es triste-, dice la niña. -Mi papá se fue al cielo.
No creo que ahí sea donde se fue.
-Hey, niña bonita-, dice Dormán, recogiendo a su nieta.
-¿Has estado hablando con mi amiga Sammi?-
Me trago un nudo en la garganta y le doy una palmadita
en su cabeza, sonriéndole.
Quiero salvarla. Quiero salvar a todos los niños que van
a crecer en esta vida, llevarlos a algún lugar que pueda ser
seguro y amado sin el estigma de ser un Ross, sin la
imposición de ser la sangre de Dornan.
51. Página51
Pero no puedo. Soy egoísta y rota. Sólo puedo salvarme a
mí misma.
Sólo espero que una vez que Dornan y sus hijos estén
muertos, estos niños pueden tener algún tipo de oportunidad
en este mundo.
Dornan lleva a su nieta fuera y sigo por el pasillo,
bebiendo mi vino. Me parece una habitación vacía que tiene
puertas francesas que conducen a una pequeña zona de la
cubierta que envuelve el lado de la casa. Ha sido un largo día,
y el sol está empezando a hundirse ya.
Estoy apoyada en la barandilla, mirando hacia la nada,
cuando lo siento detrás de mí. -¿Te importa si me escondo
contigo?- Jase pide, agarrando la barandilla junto a mí.
Sonrío encogiéndome de hombros. -Bien por mí. ¿Estás
bien?-
Él se baja para que sus codos estén apoyados sobre la
barandilla y mira hacia el patio, lleno de árboles y arbustos,
oscureciendo a la vista. -No realmente-, dice, tomando un
sorbo de su bebida. Huele fuerte, como bourbon o whiskey, y
parece que se mezcla con unos cubitos de hielo y no mucho
más.
-Es el funeral de tu hermano,- le digo. -Por supuesto que
no estás bien. Lo siento.-
52. Página6
Resumen
Prólogo
Capítulo uno
Capítulo dos
Capitulo Tres
Capítulo Cuatro
Capítulo Cinco
Capítulo Seis
Capítulo Siete
Capítulo Ocho
Capítulo Nueve
Capítulo Diez
Capítulo Once
Capítulo Doce
Capítulo Trece
Capítulo Catorce
Capítulo Quince
Capítulo Dieciséis
Capítulo Diesiete
Sobre el Autor
53. Página53
cómo se romper en el interior bajo el peso de sus palabras.
-Ella era mi todo.-
Oh, Dios. Mi respiración se engancha cuando la palabra
todo sale de su boca y se envuelve a mí alrededor. Me dan
ganas de llorar, pero no puedo. No puedo dejar que me vea,
reacciono, no puedo darle ninguna razón para sospechar de
mí. A pesar de esto, mis ojos aún se llenan de lágrimas. Mi
boca puede mentir, pero mis ojos llorarán lágrimas de verdad,
para él, para mí, por todo lo que Dornan nos ha dañado.
-Lo siento-, le susurro, agarrándole la cabeza con las
palmas de mis manos. Me paro en puntillas y tiro de su
cabeza hacia abajo suavemente, rozando la frente con mis
labios temblorosos. Cuando me aparto, sus manos imitan las
mía, agarrando mí barbilla. Estamos tan cerca que nuestras
narices casi se tocan. Puedo sentir mi corazón martillando en
mi pecho como un colibrí atrapado en un frasco, sus alas
batiendo desesperadamente contra el cristal. Sólo, el colibrí
quiere salir, y yo no quería moverse un centímetro de donde
estoy en estos momentos.
Los ojos de Jase se clavan en mis labios y sé lo que él está
a punto de hacer. Mi cerebro grita en señal de protesta, por
que pudiéramos quedar atrapados, que no lo puedo besar y
seguir mintiéndole, que tengo que parar esto, pero mi cuerpo
tiene sus propias ideas. Nuestros labios se encuentran, un
54. Página54
pequeño suspiro que viene de la parte posterior de mi
garganta mientras su lengua se encuentra la mía.
Seis años, he estado soñando con este momento. Y ahora
que está aquí, no puedo dejar que eso suceda. -No podemos
hacer esto-, le digo mientras sus labios se devoran la mía. Me
aparto de él, presionando mis manos contra su duro pecho y
empujando hacia atrás. Él me libera de inmediato, sus ojos se
llenaron de vergüenza.
¿Remordimiento? Tan pronto como nuestros ojos se
encuentran, sé que lo he echado a perder todo entre nosotros.
-Espera-, le digo, agarrando su brazo. Él tira y se aleja,
sus cejas se fruncen, todo su cuerpo se tensa, apretado como
un resorte a punto de saltar suelto.
Arranca el brazo de mi agarre y se voltea caminando
hacia la noche.
No lo sigo. En cambio, me quedo de pie en silencio, una
creciente sensación de impotencia y alarma me envuelven.
Porque la próxima vez que me bese, yo no voy a ser
capaz de alejarlo.
55. Página55
El funeral se prolonga durante horas antes de que
Dornan me encuentre. Está borracho, así que nos conduce de
nuevo a la sede del club en el coche de su esposa.
El lugar está desierto cuando lo llevo a su habitación, el
aura de muerte que rodea el lugar, obviamente, demasiado
para la mayoría. Dejo caer las llaves del coche en la mesita de
noche y veo como Dornan se sienta en la silla de vinilo negro
en la esquina de la habitación, la luz de la luna desde la
ventana da la ilusión de largas barras de luz a través de su
rostro. Al igual que cicatrices, pienso mientras me acerco a él.
-Te puedes ir -, dice, mirando al vacío.
Una parte de mí se quiere ir. Para seguir de nuevo en el
coche, encontrar Jase, y decirle todo. Pero la otra parte de mí,
la puta vengativa que quiere quedarse y disfrutar hasta el
último latido de la pena y el dolor que viene de este diablo en
duelo.
-Permíteme tratar que dejes de pensar en cosas-, le
susurro, poniendo mis manos sobre sus hombros.
Coloco mis piernas sobre la silla, a horcajadas sobre él.
Tiene los ojos vidriosos y amenazan con desbordarse.
56. Página56
-Cierra los ojos -, le susurro, arrastrando besos húmedos
y calientes en la nuca. Está borracho, y me obedece, para mi
incredulidad.
Sonrío cuando mi acción tiene el efecto deseado.
Cerrando sus ojos, dos lágrimas se desprenden de sus ojos,
cayendo sobre sus mejillas rasposas.
Me inclino hacia abajo, tocando con mis labios su mejilla
derecha. Mi paladar vuelve a la vida, ahogado por el gusto
repentino de agua salada.
El sabor de la victoria.
Él tomó la vida mi padre, mi vida, y ahora he tomado a
su hijo mayor. El sabor de su dolor me atrae, y repito mis
acciones en la mejilla izquierda, esta vez lanzando mi lengua
para atrapar su desesperación y beberla, hasta la última gota.
Yo me mezo en su regazo, su erección creciente mientras
estoy a horcajadas sobre él. Con mi vestido negro del funeral
alrededor de mis muslos, sólo hay un trozo fino de encaje
negro y los pantalones de Dormán que nos separa. Abre los
ojos, y tengo la sensación de que él está sorprendido por la
forma tierna que yo lo estoy tocando. En cierto modo, yo
también, pero su tristeza, su devastación... es mejor que sí,
que atarlo y hacerlo sangrar para mí.
57. Página57
Llorando lágrimas en lugar de sangre, pero es todo lo
mismo al final. Tomaré cada lágrima que tiene, cada hijo, y
entonces voy a empezar a dejar la sangre.
-Sami...-, respira, clavando sus dedos en la suave carne
de mis caderas. Mi piel se vuelve de gallina, cautelosa una vez
más. Nunca me llama Sami.
Sólo nena
-Es tan duro por ti que duele como la mierda,- digo,
mirando hacia el con ardiente intensidad.
Reprimo una sonrisa mientras busco a tientas la
cremallera de su pantalón, el material estirado hasta el punto
de ruptura. Como tiro de la cremallera con cuidado, su
erección brota, una gota de líquido pre seminal que reluce en
la punta. Le agarro firmemente con una mano, deslizando el
dedo sobre la punta de su polla con mi mano libre. No rompo
nuestra mirada mientras llevo mi dedo a la boca y chupo el
líquido salado.
Tristeza. Devastación. Pérdida.
El cava sus dedos más profundo, el dolor se intensifica
pero aún es agradable. Es como si él se aferra a mí para salvar
su vida, y escapar.
Sonrío, y su mirada cambia, así como así, de la tristeza y
la sumisión, al hambre y la dominación.
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-¿Me estás tomando el pelo?-, dice, levantando mis
caderas con fuerza. Él deja una mano en la cadera y usa la otra
para arrancar mis bragas a un lado y guiar su polla a mi
entrada.
Estoy tan excitada. Un polvo de tristeza. Nunca una
persona es más vulnerable que cuando están debajo de ti,
desnudo, expuesto, y al borde de acabar.
Lo veo todo. Veo a través de su fachada, su control, la
negrura de su alma. Veo las cicatrices que quedan en su
corazón frío y muerto, en la pequeña parte que tiene la
capacidad para cuidar de su propia descendencia. Un instinto
primario, humano que vive dentro de él a pesar de su odio, a
pesar de su retorcida mente abyecta. Él me tira hacia abajo
sobre él, llenándome por completo hasta el punto de dolor, y
no puedo dejar de gemir.
Yo grito cuando él bombea con más fuerza, las uñas
amenazan con extraer sangre, está sosteniendo en mis caderas
tan duro. Ya no hay ningún amor por parte de ninguno de
nosotros. Somos dos animales en celo, golpeando
salvajemente, vivo con nuestra euforia y la desesperación.
Con cada golpe rudo que sale de mí por completo, luego me
cierra de golpe con tanta fuerza que veo estrellas. Me duele en
el interior, y es un dolor bueno y a la vez no. Cada pieza de la
piel expuesta está viva en piel de gallina, la respiración del
Dornan en mi cuello dispara pequeñas terminaciones
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nerviosas, sus hambrientos labios en mi boca en busca de
consuelo y liberación.
Su expresión se vuelve impaciente, desnudo, y en mi
interior se va duro como una piedra. -Me voy a...venir, - se las
arregla para decir, con los ojos cada vez más pesados.
Le agarro la barbilla y lo guio hasta que nuestros ojos
están fijos. -Mírame cuando lo haces-. Eso es suficiente para
mandarlo fuera del borde. Él gime en voz alta, empujando sus
caderas contra mí, liberando todo lo que tiene en mí.
Parece intenso, este orgasmo, y dura varios empujes
largos.
-Dámelo todo, nene-, le susurro en su boca, mis ojos
nunca dejaron los suyos. Como sangra hasta dejarlo seco.
Mientras tomo todo de él, hasta la última gota de tristeza.
Por último, cuando está terminado, se le cae la cabeza
contra mi pecho, jadeando, tomando mi pezón en su boca.
Cuando trato de levantarme, que aprieta sus dientes
alrededor de mi pezón, haciendo que me sacuda en la pizca
de dolor súbita. Me relajo de nuevo en él, sin atreverme a
moverme de nuevo, a la espera. Nos sentamos así durante
mucho tiempo, tal vez quince minutos, su polla suave, pero
aún dentro de mí.
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Con el tiempo, libera mi pezón y se sienta en la silla, me
mira con ojos cansados.
Los ojos de Jase. Ese pensamiento es devastador, así que lo
empujo lejos, muy abajo con todos mis otros secretos negros.
Delinea mis cejas con sus dedos, pasa las manos por mi
pelo suelto, antes de establecerse su agarre en mi garganta.
No es apretado, pero no hay duda de lo que significa. Yo
podría estar en la cima, pero él está a cargo. Me sorprende
cuando su voz áspera rompe el silencio.
-Te pareces tanto a ella-, dice, con la voz llena de
asombro. -¿Cómo?- Sé exactamente de quién está hablando,
pero no debería. Sami no debería. -¿Quién?- Pido
inocentemente.
Su agarre alrededor de mi garganta se aprieta. –Mariana-,
dice, y por dentro sonrío. Cinco estrellas al Dr. Lee y sus
increíbles habilidades quirúrgicas.
¿Quién es Mariana?- Le pregunto, luchando un poco
como su agarre, su otra mano ahora tirando con fuerza de mi
pelo. Su estado de ánimo ha cambiado definitivamente,
también. La máscara esta de nuevo y ya no está mostrando
ningún signo de vulnerabilidad. Ha vuelto a ser la serpiente
impredecible, dispuesta a atacar en cualquier momento.
Muevo mis caderas un poco cuando lo siento empezar a
endurecerse dentro de mí una vez más. ¿Cómo está duro otra
61. Página7
He mentido.
He engañado.
He dado mi cuerpo y mi vida al hombre que destruyó a
mi familia y me dio por muerta.
He matado, he pecado, y lo peor de todo, he disfrutado
de la miseria de los demás.
He lamido las lágrimas saladas de un padre de luto por
su hijo primogénito, y nada que haya probado alguna vez fu
tan dulce.
He muerto y he resucitado, como un ave fénix de las
cenizas.
sé que ire al infierno. Me Voy a quemar en las fosas de
fuego junto a Dornan y sus hijos por las cosas que he hecho, y
por las cosas que voy a hacer.
Pero no me importa. Valdrá la pena cada lamida de las
llamas del diablo en mi carne culpable, contar de ser capaz de
destruir Dornan Ross.
Uno menos, faltan seis.
62. Página62
-Uh –uh-, me regaña, tomando mis muñecas y fijándolas
a mis costados mientras continúa el empuje dentro mí. Él
sonríe misteriosamente, admirando mi cuello. -Quiero ver mis
manos impresas en ti.-
Sigo silbando, luchando por tomar una respiración
completa, todavía mareada.
-Envuelve tus piernas alrededor de mí,- él manda y yo
obedezco, apretando mis piernas alrededor de su cintura
mientras se para. Aún dentro de mí, toma tres pasos rápidos,
me estrella contra la pared, y me empala con su polla mientras
mi cabeza se conecta con el concreto y veo estrellas.
-Mira-, dice, empujando mi barbilla de modo que estoy
frente a su espejo. Me veo a mí misma, sonrojada, mirando
completamente fuera de mí, con dos huellas rojas de enojo en
mi cuello. Él sonríe, trazando las marcas con la uña, enviando
estremecimientos involuntarios a través de mí.
-Nunca me traiciones, Sammi-, dice, empujando más
profundamente con cada golpe demoledor, con los ojos
encendidos de deseo y recordado sus pecados.
-Nunca,- miento.
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Después, cuando Dornan está finalmente saciado, me
doy una ducha. Todo el jabón en el mundo no va a quitar la
sensación de su piel en la mía, pero me enjabono de todos
modos, el agua tan caliente como lo puedo soportar sin causar
quemaduras, reconfortante, ya que muerde en mi piel.
Cuando termino, vuelvo a entrar en el dormitorio para
ver Dornan vistiéndose. Me siento en el borde de la cama,
desnuda salvo por una toalla a mí alrededor, y me pongo a
observar.
Mientras sube sus pantalones vaqueros y cierra su
cinturón, él me mira pensativo.
-Maldita sea-, dice, como si el pensamiento no se le
hubiera ocurrido antes. -He estado llenándote de jugo por
semanas, nena. ¿Vas a quedar embarazada de mí?-
Sonrío, apoyada en los codos, la toalla delgada no
esconde nada sobre mi cuerpo desnudo. -Ya me he ocupado
de ello-, le digo, sonriendo.
-Bueno, bueno-, dice. -Pero, de nuevo, maldita sea, eres
tan guapa que podría necesitar darte una paliza para
mantenerte aquí.-
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La idea de llevar a otro niño en relación con esta familia
me llena de pavor frío, una sensación que se filtra en mis
huesos, y establece su residencia.
- No tienes que hacer eso-, le digo, riendo. -Voy a ser
siempre tu chica.-
Al parecer, está pensando en mí embarazo muy en serio.
-Se podría utilizar un poco de carne extra en tus huesos-, dice,
acariciando mis muslos bajo la toalla. Él tira de la toalla, me
expone al aire húmedo de la noche, y desliza un dedo a lo
largo de mi raja, ahuecando mi coño con su mano. Me
retuerzo un poco por debajo de su toque.
- Las tetas,- le digo, tomando su otra mano y ahuecando
mi pecho. -Un bebé podría arruinarlos.- Él retira su mano de
entre mis piernas y aprieta mis dos pechos en sus manos. -Yo
sólo podría comprar otras más -, dice.
-Dornan!- dije bruscamente, huyo de su agarre. No
puede estar hablando en serio pensando en conseguir
embarazarme tan sólo unas semanas después de que él me ha
conocido.
-Sami-, me imita, pone la mandíbula en ángulo recto y
agarra mi codo. Antes de que pueda luchar contra él, me ha
volteado sobre mi estómago, la rodilla da presión en mi
espalda, fijándome en su lugar.
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-¿Qué? - Le pregunto, antes de oír un golpe y siento un
escozor fuerte en mi oído.
-Cállate-, me instruye, presionando la parte superior de
mí, mientras me aplastaba con su peso. -Escúchame. Sigues
teniendo tus pastillitas por ahora, y cuando decida que estoy
listo para otro hijo, me darás esas pastillas y vamos a hacer un
bebé. Yo decido lo que pasa. ¿Entendido?-
Asiento con la cabeza minuciosamente, clavada e inútil.
Lo mataría antes de que yo dejara que me hagas eso de nuevo.
Prefiero morir.
Aparentemente satisfecho con mi respuesta, me libera, y
me siento, reuniendo las ropas a mí alrededor. Mi siguiente
pregunta se escapa de mis labios antes de que se me ocurra.
-¿Y si es una niña?- Le pregunto. Oh, Dios mío. ¿Por qué
acabo de decir eso? Sonríe una amplia sonrisa que se hace tan
brillante, que amenaza con romper su cara. -Siempre he
querido una niña-, dice. -Una hija que sea mía-
Sonrío, mientras trago grueso, porque si no lo hago, voy
a gritar.
Él tira una camiseta sobre su cabeza y se pone su
chaqueta de cuero. -Voy a volver con mi esposa-, dice con
desdén. -Pobre mujer amaba a Chad como si fuera su propio
hijo. Ella está devastada-.
Ella probablemente este follando contenta, pienso.
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- Te echaré de menos -, le digo, porque este es mi papel y
eso es lo que tengo que decir.
- Le diré a Jase que mantenga un ojo en ti -, dice.
- No tiene que hacer eso -, le digo de manera uniforme.
-Estoy bien. Voy a estar aquí, esperando por ti. -
Él ladea la cabeza hacia un lado, me estudia con una
mirada fría. El duelo lo ha dejado expuesto, aún más jodido
que antes. Tengo que empezar a ser más cuidadosa cuando
hablo de nuevo con él, porque es como una bomba de relojería
a punto de explotar en cualquier momento.
-Acuéstate-, dice, tomando sus ropas fúnebres que había
desechado. Lo observo mientras extrae la corbata de la pila, la
misma corbata que llevaba en el funeral de su hijo hace sólo
unas horas. Mi sonrisa se desvanece cuando me doy cuenta de
lo que va a hacer.
Él se me acerca con la gracia de un tigre acechando a su
presa, y de repente, estoy muy asustada. Me temo que su
repentina realización de a quién me parezco - Mariana, la
hermosa perra que lo jodio - ha encendido una vieja disputa
dentro de él, un deseo de venganza. Y, aunque yo no creo ni
por un segundo que su venganza contra la mujer muerta sea
justifica, puedo entender que le quema, agobiante deseo de
conseguir un buen ojo para un ojo que ya corría por sus venas.
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-No te estas acostando,- él dice, golpeándome de lleno en
la cara, haciendo contacto con mi pómulo. No perfora muy
duro, y por suerte su anillo de bodas está en su otro dedo, y
eso salva mi piel del corte. Duele como una perra sin
embargo, y como yo estoy agarrando mi mejilla, Dornan
agarra los tobillos, arrastrándome hacia abajo de modo que
mea coloca de espaldas. Me extiende a ambos lados, y cuando
pongo mis manos hacia adelante en un gesto defensivo, él los
atrapa y envuelve el lazo alrededor de ellas con fuerza.
-¿Qué estás haciendo? - Pregunto y peleo contra su
agarre, la preocupación en mi voz es tangible.
Él me ignora, tirando de la seda apretada y pasa como un
hilo a través de la cabecera de la cama de metal. Con un fuerte
tirón, me sujeta con eficacia en su lugar.
Lo primero que hago es luchar, tirando de los lazos que
ahora están alrededor de mis muñecas, el sólo aprieta con
más fuerza, cortándome la circulación.
Soy tan jodidamente estúpida. ¡Me he entrenado para
esto! Sé todas las maniobras de autodefensa que Elliot me
enseñó de memoria. ¿Y yo simplemente dejo que me ate sin
siquiera poner una pelea?
Soy un idiota...
Veo un destello de metal, y lo siguiente que sé, es
Dornan tiene una navaja en la mano. Mierda.
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Puedo mantener mi boca cerrada y mi cara pasiva,
porque si hay algo que he aprendido, es que las palabras y
expresiones tienden a firmar mi sentencia de muerte más
rápido que mi silencio.
Lo observo, jadeando ligeramente, mientras se acerca.
-Tienes razón listilla. -, dice. -No voy a decirle a Jase que
mantenga un ojo en ti. -Sólo voy a salir y tú te quedaras aquí
hasta que yo vuelva en unos días”.
No respondo. La ira arde dentro de mí. ¿Cómo se atreve
a atarme como un animal? Decido, aquí y ahora, que esto es
exactamente lo que le voy a hacer cuando sea su turno para
morir.
-Vas a aprender, Sami, que la mejor manera de ser, se
encuentra en estar de acuerdo con todo lo que digo. ¿Me
escuchas?- Asiento con la cabeza, mis brazos estirados
increíblemente por encima de mí.
-Ahora eres mía -, dice él, deslizándose sobre la cama. Él
agarra cada uno de mis tobillos y los destroza, seis años de
pesadillas estrellándose contra mí como un tren de carga.
Juega el papel, me digo. Representa ante él. Hazle creer la
mentira.
-Soy tuya ahora-, me hago eco, inmóvil, mientras que él
trae la navaja a la luz. ¿Qué coño es lo que va a hacer con eso?
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“Ser agraviado no es nada, a menos que continúes en
recordarlo”.
- Confucio –
Nunca olvidare. Y por eso, para mí, ser agraviado fue
todo.
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luchando contra la seda que me une, en busca de un escape
inútil. Me está amenazando con el cuchillo, pero yo realmente
no creo que va a hacerme daño por algo tan menor como
retarlo en una conversación.
Arqueo la espalda mientras su lengua se pone en
contacto con mi clítoris, círculos de poca profundidad en un
primer momento que se vuelven más rápidos y más
concentrados. Él no pone su lengua en otro sitio, sólo se centra
en mi clítoris, me retuerzo bajo su boca. Un sollozo muere en
mi garganta mientras se detiene y levanta a sí mismo lo
suficiente como para hacer contacto visual conmigo.
-¿Se siente bien?-, me pregunta, con los ojos todavía
llenos de dolor y de odio. Asiento con la cabeza. –Sí-, le
susurro. No llores. No llores.
Él se ríe, retomando su lamer y chupar entre mis piernas.
Mis caderas comienzan a molerse contra su cara
involuntariamente mientras subo hacia ese pico que su lengua
me está prometiendo.
Se siente tan increíblemente bueno, y al mismo tiempo,
como la palma abierta de Dormán se apoya contra mi muslo,
la parte plana de la hoja presionado mi carne, yo sé que él no
ha terminado de burlarse de mí con promesas de dolor. Me
trague mi vergüenza, rechazando todo lo que este hombre
despierta en mí, y mucho menos cuando me tiene atada y con
un cuchillo en la piel. Todo está mal, depravado, y no
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puedo evitar preguntarme si vivir aquí está haciendo a mi
cabeza más desordenada.
¿Cómo puede alguien tan cruel, tan horriblemente
desprovisto de bondad, hacerme sentir tan malditamente bien
físicamente? Mi cerebro sabe que lo que estoy sintiendo es
miedo, pero mi cuerpo lo confunde con emoción.
Supongo que es todo la misma sensación de temblores y
latidos frenéticos al final.
Mis piernas empiezan a temblar, a pesar de que estoy
tratando con todas mis esperanza detener lo que está a punto
de suceder. No te vengas, no te vengas...
-Ven a mí, nena,- dice Dornan, lamiendo mi clítoris
sensible cuando se aprieta contra mi núcleo y clamo. Me
vengo, y me siento divina. Entonces el dolor. Dolor al rojo
vivo.
Grito lo más fuerte que pude, mi pierna arde, cuando
Dornan apuñala su navaja con fuerza en mi muslo, se hunde
hasta la empuñadura. Me mira, claramente excitado, con esa
oscuridad sin dejar de bailar en sus ojos.
-Deja de gritar,- instruye. No puedo. El dolor es
insoportable, me rompe en mil pedazos ensangrentados.
Siento el cambio de peso cuando se retira de mi línea de
visión, entonces regresa con mis bragas.
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Todavía estoy gritando cuando intento cerrar mi boca,
pero él es más rápido que yo. De repente estoy gritando pero
ningún ruido está saliendo, un puñado de encaje negro
metido en mi boca, me provoca arcadas.
No hay nada peor que estar en dolor y no poder gritar y
gritar. El sonido de un grito, su misma vibración en el pecho,
es una pequeña distracción. El silencio sólo hace la agonía
peor.
-Si no se me hiciera tarde ya, me quedaría aquí y te
cogería en carne viva-, dice, y yo le creí.
-Nos vemos en un par de días-, dice con frialdad
mientras mira hacia abajo en el cuchillo en mi pierna. -Si
logras liberarte, limpia toda esta sangre de mierda.-
73. Página73
El dolor es aplastante, y puedo sentir cada pulso de mi
corazón cuando mi pierna sangra sobre la cama. Me acuesto
ahí por unos minutos; cada pensamiento consumido por el
dolor rojo que está despedazando mi pierna.
Hay una importante arteria en la pierna -¿la consiguió?
¿Voy a sangrar aquí, en estas sabanas rígidas, sola y atada?
Checo las ataduras que se une alrededor de mis
muñecas, tratando de ver si podría liberar las manos, pero es
inútil. Él me ha atado fuertemente. Aprieto mis entumecidas
manos en puños, tratando de mantener un poco de sangre que
circula por ellos.
¿Cuánto tiempo voy a estar aquí? ¿Y si alguien me
encuentra, desnuda y sangrante? Oh, mierda. ¿Qué pasa si Jase
me encuentra? Es casi demasiado horrible para comprender.
Porque entonces es la alternativa, ¿y si no me encuentra? ¿Qué
pasa si uno de los otros hermanos lo hace? me lo han hecho a
mí una vez, y es ahí cuando le podría dar la batalla. Ahora,
aquí tendida, desnuda, silenciosa, y completamente
vulnerable - No puedo dejar que mi mente vaya allí.
Miro a mi alrededor, tratando de ignorar el dolor
horrible en mi pierna, cuando me doy cuenta de que ahí esta
la respuesta que estoy buscando.
74. Página74
El cuchillo.
Tomo una respiración profunda por la nariz, aprieto mis
dientes en anticipación, utilizando los músculos abdominales
para levantar mis piernas hasta mi cara. Gracias a la mierda
que no me ato los tobillos también, o realmente no tendría
ninguna opción.
El dolor en mi pierna se intensifica ya que me estoy
moviendo, jadeo en silencio alrededor de mi mordaza
improvisada, veo mi sangre que brota de la herida de arma
blanca, el cuchillo todavía hundido hasta la empuñadura.
Ahora que mi pierna se eleva, la sangre comienza a deslizarse
por mi muslo y encharca mi vientre desnudo, haciéndome
temblar.
Vamos. Tienes tus manos atadas y un cuchillo en el muslo.
Esto es fácil.
No es fácil, incluso para alguien que era un gimnasta en
sus años de escuela primaria. Puede ser que sea ágil pero sólo
hasta donde pueda torcer y retorcer mi cuerpo cuando ha
sido apuñalado y atado con ataduras imposiblemente
estrechas. Sigo probando varias formas de patear la pierna
hacia la cara y las manos, esperando poder ser capaz de llegar
a mis dedos para agarrar el cuchillo y tirar de ella. Me canso
rápidamente, necesitando un descanso entre cada intento
desde que me estoy poniendo cada vez más mareada y con
náuseas.
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Por último, me doy cuenta de que puede ser que tenga
que cambiar la forma en que estoy, en paralelo a la cabecera
de la cama.
El lugar justo en el centro de la cama. Muevo mi cuerpo
lenta y torpemente y frunzo el ceño cuando veo la mancha de
sangre de color rojo oscuro que he dejado atrás.
Mierda tendré que comprar un nuevo colchón, me digo a mí
misma.
Me las arreglo para torcer los brazos lo suficiente para
llegar a una posición sentada, y tiro de inmediato la ropa
interior de mi boca. Estiro mi mandíbula dolorosamente y
tomo un profundo, soplo de aire. Pendejo de mierda.
No puedo jodidamente creer que me apuñaló mientras
me estaba comiendo. Me dan ganas de encontrarlo y poner seis
balas entre sus muertos ojos negros y un séptimo en su
corazón para la buena medida.
Muevo mis dedos para conseguir un poco de
sensibilidad en ellos y giro bruscamente para poder agarrar el
mango del cuchillo que sobresalía de mi pierna
ensangrentada. Hago una mueca al mirar la empuñadura del
cuchillo.
Va a ver mucho más sangre una vez que hago eso.
Aprieto los dientes, cuento hasta tres, y arranco el
cuchillo hacia arriba lo más fuerte que puedo. Sale con un
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silencio carnoso que me revuelve el estómago y hace que el
palpitante dolor en el muslo se vuelva diez veces peor de lo
que era.
La sangre brota de mi pierna mientras tomo el cuchillo y
lo maniobro entre mis dedos torpes, aserrado la delgada, pero
increíblemente fuerte seda que sostiene mis manos atadas.
Se siente como toda una vida antes de que el cuchillo
corte la seda, hago un descanso y mis brazos caen sobre mis
rodillas ligeramente, libre y entumecida. Inmediatamente
tomo una esquina de la sábana de la cama en mi mano y
presiono la herida de arma blanca para detener la hemorragia.
Por supuesto, es mi suerte que Jase elige ese preciso
momento para llamar a la puerta. -Vete -, digo en voz alta,
capturo mi aliento.
-¿Estás bien?- Jase me grita. -Escuché gritos, y no sonaba
como buenos gritos. Ohhhhh-.
Él abre la puerta, cuando lo está diciendo, asomando la
cabeza por la esquina, y cuando sus ojos se posaban sobre mí,
o más específicamente, mi sangre ensuciando las sabanas,
corre como un batallón.
-¿Qué diablos? -, Dice. Tiro de las sabanas alrededor de
mi cuerpo desnudo, súbitamente avergonzada por la forma en
que me debo ver.
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Algunas personas me llamaban puta. Una chica que
vendió su alma al diablo. Quién lo dejó entrar, sin
remordimiento. Quién bailó con el monstruo que destruye
todo.
Para esas personas, digo sólo esto: No tengo que vender
mi alma a Dornan Ross. Él ya la posee. Y una vez que lo haya
matado, tal vez pueda recuperarla.
Cuando pienso en la vida antes de que Juliette Portland
supuestamente muriera, pienso en el sol del mediodía, y la
forma en que atrapó el agua, lo que hace un millón de
diminutos diamantes brillan en las olas de Venice Beach. Creo
en la risa y los primeros besos, el helado, la cerveza robada y
las ruedas de la fortuna.
Pienso en lo mucho que me amaba Jasón Ross, y cómo
peleó valientemente para protegerme cuando el resto de su
familia estaban golpeando y follando conmigo a un
centímetro de mi vida.
Pienso en mi padre, y cómo cada vez que estaba cerca,
me sentía segura, no importa qué.
78. Página78
-¿Así que te apuñaló y te dejó aquí?- Jase pregunta, no
me sorprendió en absoluto. Asiento con la cabeza, riendo de
manera inapropiada. -Él me ató primero.-
Preocupación se muestra en sus oscuros ojos. -Debiste
haber corrido cuando tuviste la oportunidad-, dice.
No respondo. No voy a correr. No ahora, que he probado
las lágrimas y la tristeza de Dornan, no después que he visto
como Chad tomó su último aliento. No voy a dejar hasta que
esto termine.
Levanto la sábana de mi muslo para ver que el sangrado
se ha ralentizado. Jase se queda mirando con fascinación
enferma en mi pierna destrozada.
-Voy a buscar un botiquín de primeros auxilios -, dice.
Mira a su alrededor. -Vamos a llevarte al infierno fuera de esta
sala. -
Miro mi pierna, preguntándome si podre apoyarme en
ella para caminar, decido pararme y probarlo. –Mierda-,
murmuro en voz baja, mi pierna se dobla bajo de mí peso, las
lágrimas mordiendo en las esquinas de los ojos.
-Aquí-, dice Jase, y en un rápido movimiento me ha
cogido en sus brazos cuando él está a punto de traspasar el
umbral.
-Ahora es como la boda de rojo-, le digo, aturdida, con la
cabeza colgando hacia delante y golpeando su pecho.
79. Página79
Jase simplemente niega con la cabeza, y puedo ver el
comienzo de la forma pequeña de una sonrisa en las
comisuras de la boca. -Como si has leído A Game of Thrones -
dice, me lleva a través de la puerta abierta y a través por el
pasillo desierto.
-Vi el show-, le digo, escondiendo mi cara en su pecho.
-¿Eso cuenta?-
Él cruza por otra puerta, diez puertas más lejos de la
habitación de Dormán, y me deposita en una cama. -¿Esta es
su habitación?- Le pregunto, mirando alrededor. Me caigo
hacia atrás en la cama, con mareo, debilidad y sensación de
estar borracha. Mis ojos revolotean cerrándose por un
momento y Jase me sacude bruscamente. -Hey, Samantha?-
Su tono es cien por ciento serio.
Abro uno de los párpados, a pesar de que el esfuerzo es
casi imposible. -Estoy cansada-, le digo, cerrando mis ojos de
nuevo.
-Te voy a llevar al hospital-, dice, y al oír eso, mis ojos se
abren de golpe y me incorporo. - No, No hospitales. Sólo un
botiquín de primeros auxilios-.
Niega con la cabeza. -¡Samantha, te estás jodidamente
desangrado por todas partes! Un curita no va a funcionar-.
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Él me levanta y pongo mi mano en su antebrazo. -No
hospitales-, le digo rotundamente. -Sólo una aguja e hilo.-
Creo que en eso por un momento. -Y una botella de Jack.-
-Limpiarlo con alcohol va a ser mejor para desinfectarlo-,
me dice con recelo.
-Es para que yo beba -, le digo con los dientes apretados.
Desaparece y vuelve unos minutos más tarde con una
pequeña caja de plástico marcada con una cruz blanca sobre
un cuadrado rojo, una fresca botella sin abrir de Bourbon, una
botella de refresco de cola y un pequeño kit de costura.
Probé la cola mientras empuja mi vestido hasta mi
muslo, moviendo la funda de la almohada empapada de
sangre que he estado usando para detener el sangrado fuera
del camino. Abre el botiquín de primeros auxilios y saca un
paquete de toallitas estériles, y lo rompe con los dientes. Eso
probablemente no es estéril, pero no me quejo.
--¿Quién es Mariana?- Pregunto, mi cabeza llena de
algodón y mi pierna un dolor agudo y punzante, sordo.
-Ella era mi madrastra, supongo. Ella nunca se casó con
mi padre, pero ella estuvo con él durante mucho tiempo.-
-¡Jesús!- Juro mientras comienza a limpiar la pierna con
el alcohol. Agarro la botella de whisky que él tiró en la cama a
mi lado y giro la tapa, tomando un trago largo y profundo
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que me quema de manera simultánea la garganta y calma mis
nervios irregulares.
-Lo siento-, murmura Jase, terminando su limpieza. Se
pone de pie hacia atrás y examina mi herida. -Realmente
necesita puntos de sutura.- Él me dice suavemente. -¿A qué
profundidad lo puso ahí?-
Me dan ganas de reír, pero no lo hago. Hasta los cojones-
, le digo, tragándome la bilis y tomando más Bourbon.
-Necesitamos un médico-, dice. Aprieto los dientes y le
entrego el Bourbon, le arrebato el kit de costura y lo pongo en
la cama a mi lado y lo abro. Localizo una pequeña aguja y un
poco de hilo negro y torpemente trato de enhebrar el hilo por
el ojo.
-Aquí, déjame hacer eso-, dice. Toma la aguja y el hilo de
mi parte y saca un encendedor de su bolsillo trasero. Me
tumbo en la cama mientras él se ocupa de la aguja y el hilo.
-¿Estás lista?-, Me pregunta.
Me siento en el respaldo de la cama. -En realidad no.-
-A la cuenta de tres-, dice, con una sola mano para
empujar mi piel desgarrada entre sí y la otra para sujetar la
aguja. -Uno, dos...-
En dos aprieta la aguja contra mi carne. Dolor pasa por
todo mi cuerpo, cada terminación nerviosa chisporrotea con
punzante dolor.
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-¿Dónde quedo el tres?- Murmure entre dientes
apretados.
Él no respondió, sólo jura y mantiene la aguja dentro de
mí. -El hilo se sigue rompiendo-, dice.
Pongo los ojos en blanco. - hilo de pesca,- le escupo.
- Leal hilo de pesca funcionara.-
-Estaré de regreso-, dice él, saliendo de la habitación y
cerrando la puerta. No se fue por mucho, tal vez cinco
minutos, y cuando regresa, está jadeando. -¿Fuiste
corriendo?- Pregunto con sarcasmo.
Él sostiene un carrete de hilo de pescar nuevo en una
mano y una pequeña bolsa de polvo de color blanco en la otra.
Inmediatamente me volteo a la bolsa, intrigada.
-¿Heroína?- le preguntó.
Me entrega la bolsa, asintiendo con la cabeza. -Es
bastante pura-, dice. - Lo único que necesitas es un pequeño
pellizco.-
Tomo una pizca de polvo de la bolsa y lo sostengo entre
el índice y el pulgar, sosteniéndolo en mi nariz, cierro una
fosa nasal y respiro con fuerza.
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Casi de inmediato, una sensación de calma dichosa se
asienta sobre mis hombros, cuando me trago el sabor amargo
de la heroína que cubre la parte posterior de mi garganta.
-¿Estás bien?- Jase pide. Asiento con la cabeza. -Sí. Ve a
por ello-.
El clava la aguja en mi carne, y aunque el dolor es
todavía evidente, ahora es mucho más soportable.
- No sé cómo hacer un nudo-, dice. Agito la mano con
desdén. -No importa -.
-Te va a dejar cicatrices-, continúa.
¿Qué...es otra cicatriz?
-Eso no importa.-
Él se ríe. -Nada importa cuando estás en las alturas. -
-No estoy en las alturas-, le digo, mirando las formas
extrañas que el ventilador de techo está creando en las
paredes.
-Está bien-, dice él, de pie para admirar su obra. Estiro el
cuello, tratando de obtener una visión de mi herida de guerra
sin sentarme.
-¿Te sientes bien?-, me pregunta.
Me encojo de hombros perezosamente, flotando en una
nube de malvaviscos suaves. -Tan bien como puede alguien
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estar cuando ha sido apuñalado.- Un pensamiento entra en mi
cabeza borrosa, frunzo el ceño.
-¿Cómo es que sabes coser las heridas, de todos modos?-
Su rostro aparece directamente encima de la mía, un
toque de diversión en su boca ligeramente curvándose hacia
arriba.
- Te lo diré en otra ocasión -, dice. -Vamos. Vamos a salir
de aquí. Te voy a llevar a mi casa-.
Me siento y miro alrededor de la habitación no descrita.
-¿No es este el lugar?-
- Samantha-, dice, la insinuación de una sonrisa tirando
de su boca. -¿Realmente crees que vivo en un club de
moteros?
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Estamos rugiendo por la carretera cuando se me ocurre
que he conducido esta ruta antes.
-¿A dónde vamos? -, Le pregunté. Hacía calor, el aire que sopla
en el coche era sofocante. Jase y yo nos sentamos en el asiento
trasero, Mariana y mi padre delante.
-Ya verás-, dijo Mariana, su acento colombiano recortado y
ansioso.
Miré a Jase, que estaba mirando entre Mariana y mi padre
antes de posar su mirada en mí, una expresión de preocupación en
su rostro. Puse la mano en el asiento de cuero caliente entre nosotros
y coloque la palma hacia arriba, moviendo los dedos. Jase sonrió, sus
ojos oscuros se arruga en las esquinas, agarrando mi mano y
apretándola.
Mi padre detuvo el coche al llegar a la casa de Mariana, el
aparcamiento en la parte trasera, oculto a la vista. Mi estómago se
revolvió cuando hizo eso. Yo había madurado en la vida y sabía que
cuando mi padre comenzaba a esconderse y actuar en secreto, las
cosas estaban a punto de empeorar, muy rápido.
En el interior del apartamento de Mariana, aquel en el que
vivió Jase, se nos dijo que nos sentáramos en el sofá, Mariana y mi
padre sentado frente a nosotros. -Papá,- le dije con voz ronca.
- ¿Qué está pasando?-
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Pienso en mi madre, y cómo era indiferente a mi
existencia, hasta el punto en que mi padre iba a llevarme lejos
de todo, incluso de ella, para que pudiéramos tener una vida
libre del peligro constante que un club como el Gypsy
Brothers significaba.
Pienso en cómo, si hubiera tenido éxito, lo maravillosa
que hubiera sido la vida.
Es cierto lo que dicen; Mantén a tus amigos cerca y a tus
enemigos más cerca. Sólo, se olvidaron de añadir; No
mantenga a sus enemigos tan cerca que pueden llegar sin
aviso. Ese fue el error de mi padre. Esa fue nuestra ruina fatal.
Cuando estaba planeando mi venganza, me prometí no
cometer los mismos errores que él cometió. Permitir que el
enemigo este demasiado cerca, Dornan fue vicepresidente del
club, mi padre había sido el presidente, pero él había estado
perdiendo rápidamente el control ya que Dornan y sus hijos
lo superaban en número.
Recuerdo mis últimos momentos, antes de desmayarme,
cuando Chad y Maxi me estaban cargando en la parte trasera
de una camioneta para llevarme al hospital.
-¿Por qué no acabamos con ella de una vez?- Chad pregunta a
su padre mientras luchaba con mi peso casi muerto.
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Se formó un nudo en la garganta cuando vi lo que habían
estado tratando de ocultar por mucho tiempo. –No,- dijo mi padre
con dificultad, y prácticamente lo que podía probar la culpabilidad
en sus palabras.
No deje caer su mirada, algo poderoso pasaba entre nosotros.
Yo necesitaba saber que
Estaba entendido. ¿Por qué iba a dejar a su esposa, la madre de
su hija, a los lobos?
Debido a que ella era una de ellas.
- Bueno -, le dije con firmeza. - Ella sólo nos habría delatado al
tiempo-
En ese momento, mi padre bajó la cabeza, con alivio o tristeza,
nunca lo sabré.
-Eres una buena chica, Juliette,- me dijo, sus palabras me
golpean fuerte en el pecho. Unas semanas más tarde, todos
estábamos muertos, o deseándolo estar.
Antes de darme cuenta, estamos en casa de Jase. Nunca
se movió, incluso después de que Mariana fue asesinada
aquí.
Estoy sorprendida, pensando en todas las veces que mi
mano picaba para arrebatarle el teléfono y llamarlo para
decirle que estaba a salvo, para decirle que fui amada por
alguien, incluso si ese alguien no podía ser él. Me pregunto lo
que le obligó a quedarse aquí, y me doy cuenta de que desde
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que su propia madre murió, es probablemente este sea el
único lugar que alguna vez se sentía como un hogar para él.
Él me ayudo a entrar y más allá del mismo sofá de mis
recuerdos, el recuerdo y mi dolor amenazaron con rasgar y
exponer todos mis secretos. Cuando Jase me ayuda hasta su
cama y coloco las cubiertas sobre mí, me trague las lágrimas, y
los restos polvorientos de heroína inhalada que recubren mi
garganta.
-Duerme-, dice él, suave y firme a la vez. Abro la boca
para protestar, pero él ya ha salido de la habitación.
Horas más tarde me despierto con un sobresalto. ¿Dónde
diablos estoy? Puedo oler el café y tocino, mi estómago se
queja, ya que me recuerda que no se ha alimentado en un
tiempo muy largo.
Mi boca sabe horrible, amargo y rancio, y anhelo el café
como un adicto que necesita una solución. Lanzo las mantas y
apoyo mi peso con cautela en la pierna, para ver si se puede
sostener. Duele, pero menos que antes, y puedo ir cojeando a
la cocina sosteniéndome en las paredes y colocando la mayor
parte de mi peso en la pierna ilesa.
Jase está ocupado, rompiendo huevos en una sartén y
volteando trozos de tocino que chisporrotean. Mi estómago se
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aprieta de nuevo. Estoy positivamente muriendo de hambre.
Me dejo caer en un taburete en la barra de desayuno,
arrastrando la pierna en la posición menos dolorosa. Mirando
a dos tazas de café en frente de mí, agarro el mango de la más
cercana y la arrastro a través de la banca hacia mí. Es caliente
y amargo, una fuerte mezcla colombina como Mariana solía
hacer, y me pregunto qué más Jase sigue haciendo igual que
ella.
Me pregunto si él ¿piensa que me parezco a ella
también? Si él ha estado tratando de recordarme desde que
puso sus ojos en mí, o si él me había imaginado más alta, más
pálida una doble todo el tiempo.
-¿Cómo está la pierna?- Jase me pregunta
enmantequillando las tostada en dos platos. Asiento con la
cabeza. -Está bien. Gracias-.
Se ríe y me guardo un suspiro.
-No vas a darme las gracias cuando veas el trabajo de
carnicero que te hice al cocerte,- dice él, deslizando un huevo
frito en cada pedazo de pan tostado.
Me encojo de hombros, bebiendo mi café. -No importa -.
Él me examina con atención mientras termina añadiendo
trozos de tocino a las placas, entregándome uno a mí. -Podría
hacer que sea difícil conseguir un empleo en tu línea de
trabajo-, dice, apuntando a informal pero con una pregunta
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clara detrás de sus palabras. -Después de que te vayas, quiero
decir.-
Casi me ahogo con el trozo de tocino que he tomado de
mi plato, mi boca llena de deliciosa grasa
Y carne salada.
-Vamos a comer en el balcón -, dice, tomando mi plato y
caminando hacia el banco de ventanas de vidrio que dan a la
bahía de Santa Mónica.
Patea una puerta corrediza con el pie a pasos de la
terraza, lo suficientemente grande para contener una mesa
redonda, dos sillas, y un par de plantas en maceta.
Agarro los dos cafés y salgo detrás, el dolor punzan en
mi pierna. Jase se apresura de nuevo a mí, y toma los cafés,
poniéndolos sobre la mesa con la comida y vuelve de nuevo
para a ayudarme a cojear a la mesa. Con su ayuda, Tomo
asiento y respiro el aire fresco del mar que se desplaza desde
debajo de nosotros.
Jase come rápidamente, casi devorando su plato antes de
que yo haya recogido mi tenedor, y luego bebe su café,
mirando con esmero hacia el horizonte y el agua turquesa
debajo de ella.
-Te gusta la vista, - digo, las palabras saliendo de mi boca
antes de poder editarlas o detenerme a mí misma. -El techo, el
balcón. Parece que siempre busca algo más.-
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Una sonrisa tira de la comisura de su boca ancha y
sensual, y arrastra la mirada lejos del agua para mirarme. -Me
gusta ver las cosas hermosas -, dice, su mirada persistente en
mí por lo que sonrojo y miro hacia otro lado. -Me ayuda a
olvidar la fealdad de mi vida.-
-¿Es tu vida realmente tan fea?- Le pregunto, y más que
nada en el mundo, quería que él dijera que no. Quiero que
diga que es feliz. Pero puedo ver en su rostro y oír en sus
palabras que él no lo es.
Él elige no contestar, en lugar haciendo un gesto hacia el
apartamento detrás de nosotros. -Este lugar solía pertenecer a
la última obsesión de Dornan,- dice, sus ojos oscuros y con
problemas.
Yo no dije nada; sólo lo miro, esperando a que él diera
más detalles.
Él pone su taza de café hacia abajo y rasca la uña del
pulgar a través del borde distraídamente. -Ahora está
muerta,- termina, su voz llena de determinación.
-¿Qué pasó?- Le pregunto, con miedo de escuchar su
versión.
-Ella fue fiel a él, y el club, durante diez años. Y entonces
trató de salir,- se le quiebra la voz a Jase, -y él la mató.-
Me trago el enorme nudo en la garganta, no dejándome
imaginar cómo hubiera sido la vida que podríamos haber
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tenido si hubiéramos tenido éxito. Si hubiéramos salido.
Hubiera sido glorioso.
- Ella era de Colombia,- dice Jase. -Había estado aquí
durante años en el momento en que llegué aquí, pero todavía
tenía este acento muy espeso. Al principio casi no podía
entender lo que estaba diciendo.- Él se ríe sin hacer ruido,
pero su historia no es feliz. Por un momento me pregunto si
estaba viva cuando Dornan cortó su cabeza. Yo pondría todo
mi dinero a que Sí.
De repente se me ocurre, ya que estoy mirando los
movimientos de sus labios, que no hemos hablado de lo que
pasó anoche en el velatorio. Ese beso, tan breve, pero llena de
tanto sentimiento, mi corazón da un vuelco sólo de
recordarlo.
Quiero presionarlo sobre ello, pero me da miedo que
vaya a correr de nuevo, así que lo dejo.
-¿Sabe tu padre que estoy aquí? -
La expresión de Jase cambia, sus dientes apretados y la
mandíbula obstinadamente dura. -No lo sé. No he hablado
con él-.
Asiento con la cabeza. -Deberías llamarlo. Él va a estar
enojado si vuelve y no estoy allí.- Jase me mira con
incredulidad, con las cejas arqueadas tan alto como pueden.
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- Tenía que limpiar toda la sangre-, añado a modo de
explicación.
Su boca se abre cuando me escucha hablar. -¿Estás
jodidamente bromeando? Me pregunta, con las manos en
puños de nuevo. Mierda.
-Por favor, no seas así-, le digo. -No entiendes.- Tú no lo
entiendes, no lo entiendes. Joder, yo todavía te amo, después
de todos estos años y simplemente no entiendo.
Se pasa la mano por su pelo corto, con una mirada de
exasperación en su rostro.
-Lo entiendo perfectamente-, dice en un tono mesurado. -
Entiendo que estás loca-.
Trago saliva con dificultad. Quiero responder, pero mi
cerebro de repente se siente como sopa blanda. Mi pierna está
tarareando positivamente, y aunque estoy acostumbrado al
dolor, la sensación de que se extiende con rapidez por encima
de mi cuerpo es algo completamente distinto. Tengo los
nervios destrozados, silbando y gritando cada vez que tomo
una respiración entrecortada. Puedo sentir la recolección de
sudor en mi frente y me siento un poco mareada.
Abro la boca para decir algo, pero estoy confundida y las
palabras no salen. Cierro de nuevo. Tengo sed. Extiendo la
mano para coger el vaso de agua que se ha materializado
milagrosamente delante de mí. Está en mis manos por dos
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segundos antes de que se desliza de mis dedos y se hace
añicos en el suelo, el agua y los fragmentos de vidrio que
chapotean alrededor de mis pies. Yo sólo miro. No estoy
segura de lo que debo hacer. Todo se siente turbio y espeso,
como si estuviera tratando de caminar a lo largo de la parte
inferior de un río fangoso.
Jase me está hablando a, pero yo no le puede oír por
encima del zumbido enojado en mis oídos. Tengo que cerrar
los ojos, sólo por un momento, y luego voy a estar bien.
Entonces todo estará bien.
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Dormán golpeó la parte trasera de la cabeza de su hijo mayor y
me señaló, golpeada, cubierta de sangre, uno de mis ojos cerrados por
la hinchazón y el otro lo suficientemente abierto como para ver
dónde me llevaban.
-No podemos jodidamente matarla.- Dornan escupió. -Ella sabe
dónde está el dinero.-
-¿Qué dinero?- Preguntó Maxi.
Dornan suspiró. -¿Ustedes chicos no escuchan una mierda?
Los miles que su papá malversó de este club mientras yo estaba
ocupado con ustedes, muchachos y las putas de sus madres en estos
últimos años.-
Chad silbó, me pone en la parte trasera de la camioneta como
un saco de patatas que estaban pasadas. -Eso es un montón de
dinero.-
Gemí cuando mi cabeza conectaba con el piso duro.
-Así es, hijo.- Dornan estuvo de acuerdo. - Pero no se trata de
la cantidad. Se trata de los principios, ¿Entiendes?-
Chad asintió. -No robes de tu propio club.-
-Eso es correcto. Ahora consigan llevar esta perra al hospital
para que podamos saber qué carajo hizo con mi dinero.-
-¿Y luego?-
Me estremecí, observándolos desde mi lugar en el piso sucio de
la camioneta.
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-De la noche -, aclara.
-¿Dormí todo el día?- Le pregunto, tirando de las sábanas
encima de mí. –Sí-, dice lentamente, como si yo fuera
estúpida.
-¿Por qué me siento como si me hubieran inyectado un
montón de heroína?- Le pregunto, demasiado cansada para
salir de la cama. En cambio, me recargue atrás contra las
almohadas blandas.
-El médico te dio un poco de morfina-, dijo.
-¿Qué?- Estoy tratando de recordar el dolor. Fue malo,
pero no fue tan malo. Partes de mi tatuaje duelen más que la
puñalada en el muslo. -¿Por qué?-
Jase levanta las cejas y puedo verle luchando contra una
sonrisa. -Le dije que estabas tratando de hacerte la fuerte esta
mañana. Cómo no se te puede detener, ni siquiera por un
minuto. Así que te dio algo para que puedas descansar un
poco-.
Ahora soy yo la que está enojada. – ¿Dejaste que alguien
me drogara?- pregunto con incredulidad. -¿Me sedaste? ¿Qué
soy, un perro?-
-Esa es la forma en que él te trata,- Jase murmura por lo
bajo.
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Me incorporo de nuevo y balanceando las piernas fuera
de la cama. Echo un vistazo a la bolsa casi vacía de sangre
sentado en la parte superior de la cabecera de la cama de
caoba por encima de mí, la gravedad aseguraba un flujo
constante de las cosas en mis venas. Alzo mi mano sobre la
línea de IV y tiro de ella y la mano de Jase vuela, cubriendo la
cánula. –Detente-, dice. -Deja que el resto ingrese, has perdido
mucha sangre.-
Quito mi mano de mala gana.
-¿Qué pasa?, Me pregunta. -Sólo estoy tratando de
ayudar. Dijiste que no a los hospitales, por lo que traje al
médico de mi papá para que te checara-.
Me puse rígida, preguntándome si el doctor me desnudó.
Mirando los calzoncillos y camiseta, entro en pánico. El
tatuaje es bueno, Elliot hizo un trabajo increíble, pero si la luz
es apropiada... si alguien está mirando lo suficiente... las
cicatrices aún permanecen.
- Había sangre y vidrio sobre ti -, dice Jase. -Yo no vi, lo
juro. -
Me relajo un poco, escuchando su voz sin nada
animosidad o sospecha. Entonces oigo un golpe en la puerta y
salto sobre mis pies, la habitación dando vueltas al instante a
mí alrededor. Agarro la cabecera de la cama para no perder el
equilibrio, mirando hacia abajo a lo que llevo puesto. Si
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Dornan me ve en la ropa interior de su hijo...-¿Es él?- Le
pregunto con preocupación.
Jase suspira. -Sammi, por el amor de Dios, acuéstate, ¿de
acuerdo? Es sólo el tipo de la pizza que trae la cenar. Dornan
estará de vuelta en un par de horas.- Apunta hacia la cama y
espera a que me acueste de nuevo antes de abandonar la sala.
Aliso las cubiertas sobre mi regazo mientras espero,
jugueteando con un solo hilo suelto del algodón. Un día entero
con Jase, y sin Dornan. El pensamiento me hace sentir ansiosa,
y encantada, y agotada todos a la vez...
Vuelve unos momentos más tarde balanceando cajas de
pizza en una mano y un puñado de billetes de dólar con la
otra. Mete el dinero en el bolsillo de los pantalones vaqueros
y lleva las pizzas a la cama, organiza las cajas en el lado vacío
de donde yo estaba. El olor de la salsa de tomate y el ajo
invade mis fosas nasales y puedo sentir mi boca agua.
-¿Pepperoni o queso? - Pregunta.
-Pepperoni, por favor-, le respondo, y él me entrega una
servilleta con una gran porción de la mejor pizza que he visto
jamás. Tomo un gran bocado y lucho para masticar, mi boca
está tan llena. Su sabor es divino.
Jase come poco a poco; él claramente comió desde el
desayuno. No hablamos hasta que se han terminado cuatro
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rebanadas y estoy considerando quinta. Jase ha terminado y
está sentado pacientemente en la silla junto a mí. Puedo
sentirlo observándome, esperando abordar algo conmigo.
-¿Qué?- Le pregunto.
-¿Qué, qué? -, responde, con una expresión de diversión
en su rostro. Sonrío, sintiéndome mucho mejor después de
comer.
-Te ves como si tuvieras una pregunta candente para mí-,
le digo, mirando a mi alrededor por un poco de agua.
- Tengo un montón de preguntas candentes para ti, - dice
Jase, encorvado en su asiento, con los pies descansando sobre
el borde de la estructura de la cama. -Yo simplemente no creo
que te gusten ninguno de ellas.-
Me siento habladora, a pesar de mis secretos. -Adelante.
Pregúntame algo-.
Preguntarme si mi nombre es Juliette y yo podría decir
que sí. Pídeme que te bese otra vez y lo voy a hacer. Pídeme
huir contigo y yo tal vez lo piense.
-¿Dónde está tu familia?-, me pregunta, sentado en el
sillón.
Predecible. –Muertos-, le contesto. Técnicamente, no es
una mentira. Papá está muerto. Mamá también podría ser.
-¿Cómo?-