Un gato hambriento se acercó cuidadosamente a una rata en la calle con la intención de comérsela. El gato atrapó y se comió a la rata, disfrutando de su cena. Más tarde, la madre rata buscaba a su hijo desaparecido, sin saber que el gato se lo había comido, enseñando la moraleja de no dejar a los hijos solos.