La educación debe desarrollar personas capaces de crear cosas nuevas y no solo repetir lo hecho por generaciones pasadas, formando mentes críticas que verifiquen la información en lugar de aceptarla sin cuestionar. El estudiante debe ser el centro del proceso educativo, participando activamente y siendo el protagonista de su aprendizaje a través de la creación, el diseño y la propuesta de ideas, así como el desarrollo de habilidades de lectura crítica.