2. Una joven catequista le preguntó a su párroco: «Padre
José ¿cómo puedo saber si tengo buena formación
humana?». El sacerdote se pasó la mano por su amplia
calva. Era el signo de que le preguntaban algo
importante. Y respondió: «Buena, pero buena formación
humana, es imitar a Jesucristo en todo. Pero, si me lo
pides más fácil, trata de conseguir todo lo bueno de este
mundo con equilibrio. Recuérdalo bien: con equilibrio».
3. La catequista no quedó del todo satisfecha con la
respuesta. Aunque no dijo nada, el sacerdote lo intuyó.
Y añadió: «Mira, hija mía. La mala formación humana
es la que produce monstruos, es decir, personas que
tienen grandes cualidades junto a grandes lagunas en
su vida. ¿Te imaginas a una persona con una cabeza
grandísima, un corazón no más grande que un
cacahuate, una pierna de dos metros y la otra no más
grande que un palmo? Esta persona sería un monstruo
físico. Pues también puede haber monstruos bajo la
hermosa piel de una persona aparentemente normal.
La formación humana buena es desarrollar toda la
persona equilibradamente».
4.
5. En pocas palabras, nuestra meta cristiana es llegar a
ser como Jesucristo. Sonara imposible, y es verdad,
Dios es perfecto, Jesucristo es hombre perfecto y nadie
podrá alcanzar esa perfección al ciento por ciento….
Pero si en un 90%. Pero la conclusión es sencilla:
nuestra meta es parecernos lo más posible a la
hermosa personalidad de Jesucristo. Quien alcance
más parecido con El, habrá logrado una formación
humana mayor.
6.
7. Una persona con títulos formales recibidos en la
universidad. Leía mucho. Y había dirigido varias
investigaciones. Consideraba inferior a su inteligencia
su cargo en la parroquia.
Pero no reconocía su incapacidad para dirigir un
departamento, para coordinar a los catequistas ni para
conseguirlas metas que le correspondían. Tenía gran
inteligencia. Pero no había desarrollado las cualidades
de dirección, de trato y de hacer trabajar a las personas.
Por eso, no podía ocupar un cargo mayor. Era un
pequeño monstruo, muy a pesar de su buena voluntad.
8.
9. Metas concretas de la formación
humana
LOS VALORES
LAS MOTIVACIONES
LAS ACTITUDES
LOS PRINCIPIOS
LOS HABITOS
LOS CONOCIMIENTOS
LAS HABILIDADES
TRATO SOCIAL
10. LOS VALORES
Cada uno tiene unos valores. Es decir, cada uno sueña
con riquezas que le dibujan la sonrisa en los labios al
obtenerlas o le entrecierran los ojos de tristeza cuando
se alejan. Podemos agrupar los muchos valores que
existen en cuatro niveles………
11. VALORES VITALES
Son los que permiten subsistir al ser humano. Es decir,
si no se tienen, el hombre no puede vivir o se inicia la
destrucción de su vida física o psíquica. Podemos
hacer la siguiente lista de valores vitales….
12. VITALES FISICOS
salud
Higiene
Educación Sexual
Sentido ecológico
Alimentación
Casa
VITALES SIQUICOS
Equilibrio psíquico
Autonomía-decisión
Auto aceptación
Autovaloración
Control de imaginación
Control de sentimientos
Aceptar propios límites
13. VALORES HUMANOS
Son los propios de un ser humano. Es decir, los valores
vitales también deben mantenerlos los animales. Pero
los valores humanos sólo corresponden a los hombres.
La persona que los tiene es más humana que quien
carece de ellos. Podemos subdividirlos y presentar
algunos en este orden….
14. Humanos culturales:
Conocimientos
Habilidades
Espíritu crítico ante la TV
Modos sociales
Hábito de lectura
Humanos estéticos:
Sensibilidad a la belleza
Capacidad de admiración
Educación de los sentidos
Educación
Humanos de sociabilidad:
Lealtad
Servicio
Colaboración
Perdonar
Comprensión
Solidaridad
Aceptar límites de otros
Capacidad de diálogo
Compartir
Familia
Amistad
Respeto
Gratitud
Patria
15. Cualidades personales:
Orden
Economía-a austeridad
Puntualidad
La Generosidad
Fidelidad
Sacrificio
Autenticidad
Convicción
Auto exigencia
Reflexión
Silencio
Nobleza
Libertad
Sentido de iniciativa
16. VALORES MORALES
Son valores del espíritu que conservan la dignidad del
ser humano. Es decir, la persona que cuida los valores
morales vive como humano; la persona que los
descuida se rebaja al nivel del animal o del vegetal.
Podríamos anotar algunos…
17. Conocer las normas morales
Prudencia
Justicia
Rectitud de intención
Convicción de criterios
Fortaleza
Templanza-castidad
Formar hábitos
18. VALORES RELIGIOSOS
Son los que permiten al ser humano relacionarse con
Dios… ¡CONOCERLO! ¡SABER DE EL!
Podemos destacar los siguientes valores….
19. Conocer la propia fe
Ser dócil a Dios
Dar a Dios el primer lugar
Desprendimiento ante los demás
Sentido de comunidad eclesial
Superación constante
Sentido de compunción
Caridad
Creer profundamente
Entrega a Dios
Tener misericordia
Participación en ritos
Comunicación con Dios.
Agradecimiento a Dios.
Esperanza
Compromiso apostólico.
20.
21. El valor es un bien. Y un bien es lo que
mejora a la persona, como un mal es lo
que destruye a la persona. Por eso, la
salud, el arte o la honestidad nos
mejoran; y los virus, el mal gusto o la
mentira nos destruyen.
Pero hay un dato curioso en la vida de
los seres humanos: los valores no son
iguales para todos. Por ejemplo….
22. guardar la castidad será un bien para un católico
bien formado, pero no lo será para un libertino. O
el respeto a la vida del otro será un gran valor para
una persona honesta y no tendrá importancia para
un criminal a sueldo. ¿Por qué estas diferencias?
Porque los valores dependen de cómo cada
persona ve el bien.
Por eso, algunas personas consideran como, un
bien para ellas... ¡lo que es un mal! Es el caso del
alcohólico que considera un bien el alcohol,
aunque le destruye la salud, el trabajo y el hogar. Y
a esto lo llamamos……
ANTIVALOR
23. Es decir, un antivalor es un mal que se ve
como un bien.
La vida, pues, podemos definirla como un
tiempo para conseguir y vivir la mayor
cantidad de valores posible. Es decir,
vivimos para lograr los valores. Y fracasamos
cuando nuestra vida se llena de antivalores,
de males. Un cristiano es quien vive
tratando de lograr todos los valores que vivió
Jesucristo.
24. La jerarquía de los valores, pues, dirige
toda la vida de cada hombre. Por eso,
necesitamos tener una buena jerarquía. Si
un catequista da más valor al arte o a las
amistades que a la Iglesia, fácilmente
descuidará sus ocupaciones como ministro
extraordinario de la comunión. Si un
ministro extraordinario de la comunión
valora más la fe que el dinero, dejará
alguna ocasión de sacar más centavos para
dar tiempo a su labor evangelizadora.
25. Todo catequista, pues, debe conocer los valores de
Jesucristo para apropiárselos, para hacerlos suyos y
para poder transmitirlos a sus fieles. Es su norte para
orientar todas las situaciones y tomar todas las
decisiones en la vida. Pero este esfuerzo por adquirir
los valores del Evangelio no es sólo cuestión de estudio
y explicaciones…. TAMBIEN LA PRACTICA Y USO DE
ESTOS.
26. Porque si logramos presentar bien el mensaje del
Evangelio, lograremos que nuestros fieles valoren
mucho la fe. Y, si no lo conseguimos, la fe quedará
como un bien teórico, y no como un valor atractivo
para quienes educamos. Es decir, la mayoría de los
jóvenes admitirá que es un bien estudiar la doctrina de
la Iglesia o ir a Misa cada domingo. Pero puede ser una
respuesta teórica. Ya que, en la práctica, no a todos les
atrae el estudio o la práctica religiosa. Porque el valor
es un bien que la persona considera como un bien muy
atractivo y procura alcanzarlo, no sólo en teoría.
27. La educación de los valores, pues, no se
logra principalmente explicándolo. Es
necesario que la persona, además de
entenderlos, los estime, los quiera poseer. Es
decir, es necesario que pase del entender un
valor a desearlo. La educación de los valores
se logra, pues, más por el corazón que por la
inteligencia.
Para lograr que una persona adquiera un
valor necesitamos dar los siguientes pasos:
28. PERCENCION DEL VALOR
la persona necesita percibir un valor y apreciarlo como
bueno para ella. Es quizás el paso más difícil e
importante. Podemos sugerir estos medios para lograrlo:
La comparación de un valor con otro en conversaciones,
dinámicas, etc..
El testimonio personal de otra persona que nos platica
o lo vemos en ejemplos concretos.
Una experiencia personal que me permite percibir el
valor en modo atrayente e impactante.
Elegir libremente el valor entre otras posibilidades, sea
por una técnica de dinámicas o por una situación que
me lo provoca.
29. ASEPTACION CONCIENTE DEL
VALOR
que el sujeto caiga en la cuenta conscientemente de
que un determinado valor es importante para él.
Sugerimos estos medios:
El testimonio de otras personas narrado o presenciado.
La defensa o aceptación del propio valor ante otras
personas.
Comparación o evaluación de las ventajas y desventajas
del valor, como
puede ser con una lista o ejemplos de la vida real.
30. REFORZAR LA CONVIVENVIA
Dado que los antivalores también atraen, es preciso
reforzar la aceptación del valor. Este paso equivale a
formar la convicción sobre la importancia de los propios
valores.
Puede lograrse por medio de:
Fundamentar razonadamente los propios valores
dando explicaciones de
Su ventaja o dificultad.
Visualizarlos con casos, videos, historias, fotos...
Actuar conforme a los propios valores y no por
capricho.
Defender el valor ante quien lo rechace.
31. DESMONTAR ANTIVALORES
ADQUIRIDOS
Auto examinarse sobre las propias opiniones o acciones.
Puede ser muy útil presentar un problema a un grupo y que
cada persona precise su posición ante el caso planteado.
Intercambiar opiniones con otros sobre valores para
descubrir las diferentes valoraciones de cada uno. Debe
plantearse la posibilidad de error en las propias posiciones
para abrirse a un valor mejor.
Contraponer las valoraciones pesando sus fundamentos o
sus efectos y descubrir así el valor más puro y elevado.
Reformular el valor asimilado.
Evaluar el propio proceso de cambio experimentado para
reforzar el valor adquirido.
32. Estimular la vivencia práctica de
los propios valores.
Este paso se centra en el campo de la
motivación. Pero lo analizaremos en el siguiente
punto.
La educación de una buena y rica jerarquía de
valores es vital para el ministro extraordinario
de la comunión. Es una tarea amplia y costosa.
Pero también muy motivante. Porque la riqueza
de cada ser humano se mide por el número y
calidad de sus valores.
33. LAS MOTIVACIONES
Las motivaciones son el motor que
mueve a los seres humanos a luchar o
a rendirse. Un ministro motivado
cumplirá mejor su misión
evangelizadora que un ministro sin
motivaciones. Un elemento vital de la
formación humana son las
motivaciones de la persona.
34. Hay dos motivaciones esenciales en cada
ser humano: el egoísmo o el amor
verdadero. Las personas nos conducimos
según la regla de satisfacer nuestros
propios intereses o según la regla de
buscar el bien de los otros. Por eso, encon-
tramos personas siempre renuentes a
compartir y encontramos personas
siempre dispuestas a colaborar. Pero hay
muchas otras motivaciones que siguen a
estas dos.
35. Para comprender el mecanismo de las motivaciones,
debemos tener en cuenta que los valores son quienes
mueven a la persona. Dicho de otro modo: son los valores
quienes motivan. Por eso, quien tenga una jerarquía de
valores alterada puede dar demasiada importancia a cuidar
su cuerpo, gastar muchos recursos en objetos de vanidad o
emplear su tiempo en pasatiempos inútiles aunque le
arrastre a acciones inmorales. Quien tenga una jerarquía de
valores en buen orden podrá atender también a todas estas
cosas, pero nunca las subordinará a sus valores morales o
religiosos. Necesitamos, pues, purificar y reforzar nuestras
motivaciones. También hay que tener presente que la fuerza
de las motivaciones se puede desgastar con el tiempo, que
no son valores adquiridos y ya, también hay que
retroalimentarlos para que no pierdan su vigor.
36. Hay cuatro raíces de motivación:
El temor al castigo.
El ansia de lograr un premio.
El deseo de hacer felices a los demás.
El deseo de corresponder al amor de Dios.
Hemos anotado estos cuatro niveles desde el menos
importante hasta el mayor. No está mal temer al castigo
o buscar premios. Pero el amor a los demás y a Dios son
superiores.
Por eso, aunque es normal que se mezclen las cuatro
raíces, es conveniente luchar para que crezcan las dos
superiores. Es una meta vital fortalecerlos en nuestra
formación humana.
37. Las actitudes.
Su compañero hizo el saque. Y la bola, tras
pasarla red de la cancha, botó fuera. El
compañero dijo: «Buena». Luis no
respondió. Volvió a sacar su compañero. Y
Luis regresó la bola con un excelente revés.
Botó dentro por muy poco. Su compañero
no pudo alcanzarla. Y dijo: «Fuera». Luis
se quedó sorprendido. Su amigo no era
mentiroso. Más aún, era ejemplar por su
honestidad y rectitud. ¿ Por qué había
dicho lo contrario de lo que él vio las dos
veces?.
38. Los seres humanos acumulamos muchas
experiencias a lo largo de la vida. Y vamos
creando predisposiciones. Por eso, algunos
tienen especial predilección por los helados,
por un equipo deportivo o por el color azul. No
está mal tener preferencias. Son aportes de
nuestra personalidad. Pero las preferencias
nos predisponen a aceptar unas cosas y a
rechazar otras. Y el problema nace según las
preferencias que tengamos. Si son buenas,
estaremos preparados para hacer el bien
muchas veces. Pero, si son malas...
39. Las actitudes dependen fundamentalmente de
dos cosas: de los valores y de las experiencias.
Es decir, estamos predispuestos a aceptar lo
que va de acuerdo con nuestros valores y a
rechazar lo que va en contra de ellos. Y
también estamos predispuestos positiva o
negativamente según las experiencias vividas.
Por ejemplo, sí tuvimos hermosas experiencias
durante las misas de nuestra infancia, nos
inclinaremos fácilmente a participar en una
celebración. Pero si vivimos momentos
aburridos y amargos, tendremos una actitud de
rechazo ante ella.
40. El ministro debe reforzar sus actitudes positivas y tratar de
rectificar las negativas. Es una tarea difícil. Con los años,
crece la llamada resistencia al cambio. Es decir, cada vez nos
hacemos más rígidos. Y cambiar resulta más difícil. Y esta
dificultad aumenta cuando se trata de cosas internas, como
son las actitudes.
Quien más ayuda espiritualmente para el cambio de
actitudes es Dios. Porque cambiar el corazón de un ser
humano es una tarea que sólo la gracia de Dios puede lograr
exitosamente.
Y, desde el punto de vista humano, lo que más ayuda a
cambiar las actitudes son las experiencias.. Una oración
sincera y profunda facilita la cercanía con Dios más que mil
explicaciones. Y convivir con unos seminaristas puede
iluminarnos más sobre la vocación sacerdotal que hacer
muchos propósitos de respeto al sacerdocio durante un
retiro espiritual.
41. Todo ministro necesita, pues, analizar frecuentemente
sus actitudes para cambiarlas y mejorarlas. Porque
reaccionamos según las actitudes. Por ejemplo, si un
ministro tiene actitud de rechazo hacia quien coordina
a los ministro de la parroquia es obvio que tendrá
gestos y palabras negativas cuando reciba correcciones
de esta persona. Pero si tiene actitud de aceptación,
encajará mucho mejor las mismas correcciones.
La meta de la formación humana es cultivar sólo
actitudes positivas. Pero el pecado original lo dificulta.
Conviene, pues, reactivar el examen diario de la propia
conciencia y la decisión para cambiar internamente.
Como dice Tomás de Kempis, «si cada año nos
quitáramos una mala tendencia pronto seríamos
santos».
42. Los principios.
«¿ Qué importancia tiene llegar tarde a clase un día,
por desayunar con mis amigos, si siempre llego
puntual? No creo que sea muy difícil controlarla
disciplina de los fieles en mi capilla por un día». el
coordinador delos ministros de la parroquia miró al
joven ministro’. Juntó las manos y apoyó la barbilla
sobre el. Y, tras un breve silencio, le contestó: «Eres
uno de los ministros más puntuales. No me preocupa
tu retraso por las molestias de disciplina que nos
pueda causar. El problema nace del principio. Si te
retrasas el día de tu cumpleaños por desayunar con
tus amigos, cambia el principio: Ya no es «hay que
llegar puntual a la liturgia todos los días», sino «hay
que llegar puntual a la litugia algunos días».
43. Los principios están en nuestra conciencia y
en nuestra mente. Nos ayudan a tomar
decisiones, a protegernos y a organizarnos
mejor. Son como leyes generales que guían
nuestras actividades. Un ejemplo de
principio que ayuda a tomar decisiones es:
«la caridad es el mayor valor de la vida
cristiana». Un ejemplo de principio que nos
protege es: «la higiene conserva la salud. Y
un ejemplo de principio que nos ayuda a
organizarnos es: «hay que hacer primero las
actividades prioritarias».
44. Un ministro con mala formación humana no se
guía por principios, sino por sus impresiones,
por sus emociones o por sus gustos. Por eso, un
ministro sabio no-es el que conoce muchas
informaciones, sino el que tiene sólidos
principios.
Las personas no somos robots. Por eso, fallamos
aún cuando tenemos claros y firmes los
principios. Porque la debilidad nos puede vencer
y, entonces, traicionamos el principio. Pero
¡cuánto más fallará quien no tenga buenos
principios
45. Los principios se adquieren con el estudio y
la guía de orientadores prudentes. El estudio
nos ayuda a descubrir más principios o a
verlos con más claridad. Y un guía prudente
nos ayuda a superar nuestras actitudes
ciegas y nuestros estados de ánimo
caprichosos.
Obtener principios claros y sólidos
constituye una meta básica para todo ser
humano. Un ministro sin principios sería un
piloto de avión aterrizando en un aeropuerto
a oscuras durante la noche y sin radar.
Porque los principios son las luces que
indican cómo orientarnos en la vida.
46. Es muy importante no confundir las diversas
metas que hemos expuesto hasta ahora. Porque
los valores son como tesoros que nos estimulan
desde fuera; y, por eso, nos motivan y atraen.
Las actitudes son predisposiciones
almacenadas que nos influyen desde nuestro
interior. Y los principios son como pistas que
nos guían en el continuo avanzar del camino.
Necesitamos formar todas estas metas en
nuestra personalidad. Porque la falta de una de
ellas puede quitar la fuerza a las demás.
47. Los hábitos.
«Recuerdo que de joven trabajé toda una tarde
para diseñar un rótulo en mi cuaderno de
Historia del Arte. Se lo mostré orgulloso a mi
papá. Siendo él un gran pintor, me interesaba
su opinión. Me dijo que estaba muy bien. Y,
cuando le dije sinceramente que había tardado
casi tres horas en hacerlo, me respondió
irónicamente: «Eso sólo sucede los doce
primeros años». Al ver mi cara desconsolada,
se rio simpáticamente mientras me daba una
palmada en la espalda. Pero la lección era
clara: todo exige tiempo».
48. Un ministro necesita llegar puntual a
sus liturgias, necesita preparar la
reflexión evangélica cada semana,
necesita controlar sus reacciones
impulsivas, necesita paciencia, necesita
estudiar, necesita... hábitos. Los
hábitos son una forma constante de
comportarse siempre del mismo modo.
Y se adquieren por la repetición de
actos.
49. Es muy importante no confundir las diversas
metas que hemos expuesto hasta ahora. Porque
los valores son como tesoros que nos estimulan
desde fuera; y, por eso, nos motivan y atraen.
Las actitudes son predisposiciones
almacenadas que nos influyen desde nuestro
interior. Y los principios son como pistas que
nos guían en el continuo avanzar del camino.
Necesitamos formar todas estas metas en
nuestra personalidad. Porque la falta de una de
ellas puede quitar la fuerza a las demás.
50. La formación humana y cristiana tiene
su base fundamental en la constancia
para adquirir hábitos. Los éxitos se
adquieren con hábitos: desde el
aprender a caminar hasta ser fieles; a la
vocación recibida de Dios. El ministro,
pues, tendrá éxito en su labor si
mantiene la mano sobre el timón día
con día, hasta llegar con bien al puerto
de su misión evangelizadora.
51. Hay una aclaración útil: a un hábito
bueno lo llamamos virtud. Y a un
hábito malo lo llamamos vicio. El
ministro debe cultivar obviamente las
virtudes. Y debe trabajar seriamente
para evitar los vicios. Cuando
adquirimos un vicio, resulta muy
costoso superarlo, porque la
costumbre de seguirlo nos inclina a
repetir la acción negativa.
52. La formación de los hábitos, para concluir, no es
fruto sólo de esfuerzos esporádicos, aunque sean
muy intensos. La formación de los hábitos es la
gota del esfuerzo diario. Pero la gota debe calar
siempre en el mismo punto para lograr
resultados. Es decir, si tratamos de ser
ordenados y educados con las personas, pero
tenemos todas las cosas desordenadas y
rodeadas de suciedad en nuestra recámara, no
alcanzaremos nunca el hábito de una
presentación educada. Nuestro descuido de la
casa se manifestará tarde o temprano en la
liturgia en la capilla donde se realiza el culto
53. Los conocimientos.
Llevaba media hora hablando del
ejemplo conmovedor de Madre
Teresa de Calcuta. Cuando el
conferencista dijo que había nacido
en Albania, un ministro de pelo
blanco preguntó: « ¿En qué estado de
la República queda Albania?».
54. No todos podemos tener tanta cultura que
conozcamos hasta el día en que nació el rey
Nabucodonosor de Babilonia. Pero muchas
personas desconocen lo mínimo o
desconocen cosas importantes y necesarias
para su vida humana o cristiana. Por
ejemplo, hay católicos devotos de la Virgen
que no saben cuáles son los cuatro dogmas
que enseña la Iglesia sobre María o si están
obligados a la asistencia a Misa el primero
de Enero. Es decir, no siempre se tienen las
informaciones o conocimientos necesarios.
55. Un ministro necesita conocer los temas
que debe impartir en sus clases y otros que
completan su formación doctrinal como
evangelizador. Los puede recibir por la
lectura frecuente, por el estudio personal o
por cursos. Y necesita tener buenos
conocimientos para transmitir el mensaje
cristiano completo, sin decir inconscientes
herejías y para responder las preguntas que
los alumnos le puedan hacer.
56. Las habilidades.
Todos los gobiernos del mundo exigen a los
profesionistas completar sus estudios antes de
ejercer su carrera. Si un arquitecto no pasa los
exámenes, no puede construir casas. Ya todos
Nos parece muy bien porque nadie se
arriesga a vivir bajo un techo que, a la
primero..., nos convierta en carne fría. Pero
existe una profesión muy extendida a la que
ningún gobierno le exige estudios. Y es,
además, la más difícil. Se trata de ser esposo
o esposa.
57. No basta el corazón. No basta el estudio. No
basta abrir el corazón a Dios. Todo esto es
necesario. Pero no suple a la habilidad práctica.
Necesitamos ejercitarnos en el uso de las
herramientas y recursos prácticos. Pero no sólo
para el uso de aparatos o medios materiales. Por
ejemplo, necesitamos aprender a comunicarnos
correctamente. Podemos hablar con mucha
sinceridad y buena intención, y decir verdades
maravillosas.., pero hiriendo a los demás con
nuestra forma de expresión exigente y golpeada.
58. Necesitamos también aprender qué nos ayuda y
qué nos estorba en la oración. Necesitamos
aprender a dibujar, para que nuestras manos
transmitan mejor el mensaje de Dios; aunque no
lleguemos a ser un pintor de primera.
Las habilidades se obtienen con la ayuda de un
guía experto y adquiriendo el hábito
correspondiente. El esfuerzo por adquirirlas
tiene mucho éxito cuando hay dedicación. Hay
personas que nunca habían cantado o preparado
un cartelón... y descubrieron que podían hacerlo
con un poco de atención y entrenamiento.
59. Trato social.
«Cuando le pregunté a una adolescente qué
le ayudaba más en sus momentos de
dificultad, en el trato con sus amigos o en las
exigencias de la escuela, me respondió
lacónicamente: «Las conversaciones con mi
mamá». Me interesó mucho la respuesta de
la joven y me puse en comunicación con la
mamá. Le comenté lo que me había dicho su
hija y me contó una pequeña pero reveladora
historia.
60. La niña, a los once años, había tenido un grave
problema en la escuela. Tenía unos lentes muy
gruesos. Y todas sus compañeras le tomaban el
pelo. Pero no sólo eran palabras. De hecho, la
niña casi no tenía amistades en el salón. Desde
hacía años se había ido quedando aislada en sus
relaciones humanas. La solución no se reducía a
comprarle unos lentes de contacto. Había que
tejer, desde abajo, esa dimensión de la vida tan
importante como son las relaciones de amistad.
La mamá me dijo que había buscado la solución.
Y concluyó con la clave: «Me he convertido, dijo,
en la mejor amiga de mi hija».
61. Todos hemos sufrido cuando nos dan la
espalda los amigos. Y todos gozamos ante
una sonrisa de quien nos estima. Pero, del
mismo modo, hacemos sufrir y gozar a
quienes nos rodean. Por eso, el ministro
debe cultivar todos los aspectos de la
personalidad que repercuten en el trato con
los demás. Al inicio de este capítulo,
expusimos una larga lista de valores
humanos de sociabilidad. Es un buen reflejo
de la variada formación social necesaria para
un ministro.
62. Para cultivar las relaciones humanas,
el trato social, es necesario que se
acrecienten los valores
verdaderamente humanos, teniendo
siempre presente la unidad y la
integridad de la persona humana, de
forma que quede a salvo y se consolide
en armonía y equilibrio.
63. Pero no se trata sólo de trabajar en virtudes
interiores y de buenas disposiciones. El trato
social se concreta en muchos gestos
exteriores: hablar con claridad y precisión,
no sólo con modismos y frases de moda;
saludar y atender a los demás con gentileza y
cordialidad; cuidar nuestra limpieza,
nuestro afeitado, nuestro peinado; vestirnos
con la conciencia de que nuestro exterior
también es un lenguaje que refleja la
hermosura del mensaje que transmitimos...
64. El ministro es un evangelizador. Y debe ofrecer
un trato social a todos como el mismo que
Jesucristo ofreció a sus discípulos. Las frases
medidas a la Samaritana, la paciencia con los
apóstoles, la serenidad en el rostro durante la
pasión, la firmeza de carácter ante los fariseos..,
son ejemplos que el ministro debe vivir para
transmitir con su vida los valores del evangelio
que desea educar en sus alumnos. Debe
formarse con disciplina y mucho autocontrol
para lograrlo. Pero será un gran triunfo para su
propia formación humana y su tarea
evangelizadora.