Pepito era un niño muy sensible que se reía sin parar cuando lo tocaban. Aunque trató de controlar sus cosquillas de varias formas, se sentía triste por ser diferente. Un día conoció a un anciano payaso que le enseñó que su risa podía alegrar a niños enfermos, por lo que Pepito decidió convertirse en payaso para sustituir al anciano y usar su don para hacer reír a los demás.