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O rt
e ga y
Gasset
Realizado por: Pablo Román-Naranjo Varela 2º
B

1. Contexto histórico, cultural y filosófico del autor

1.1 Contexto histórico


La situación de la España de finales del siglo XIX y comienzos del XX es de retraso en lo
económico, de agitación en lo social y de agotamiento en lo político. Esta es la situación que
influye en el pensamiento de Ortega, que al ser periodista, estuvo muy atento a los fenómenos
políticos y sociales. La revolución industrial llegó a España tardíamente y limitada a dos
regiones, como son Cataluña y el País Vasco. Sólo a partir de la segunda mitad del siglo XX
se puede hablar de una generalización de la revolución industrial (1970). Hasta entonces lo que
predomina es una economía agraria en manos de una oligarquía terrateniente, más preocupada
por aumentar la extensión de la propiedad que por la productividad de las fincas.

En lo social la época de Ortega se caracterizó por el desarrollo de las organizaciones obreras.
Esto provocó el aumento de la conflictividad social con la reivindicación de mejores
condiciones de trabajo, seguido por un sector minoritario del anarquismo con prácticas
terroristas.

Por lo que se refiere a la política, la España de Ortega y Gasset se caracterizó por la
restauración de la monarquía constitucional, tomando como modelo la monarquía inglesa, pero
con gravísimos errores, que falsearon su carácter democrático, que al final impidieron su
reforma. El turno en el poder de los dos partidos gobernantes, el conservador y el liberal (a esto
se le llamó turnismo) quedaba adulterado por unas elecciones dominadas por el caciquismo. La
presencia de representantes de las organizaciones obreras en el Parlamento fue muy escasa y
tardía, debida en gran parte a los obstáculos puestos por la clase política, y en parte también al
anarquismo, que pretendía la abolición del poder político. La primera mitad del siglo XX
conoce la búsqueda fracasada de un modelo estable de Estado. Ni la dictadura de Primo de
Rivera, ni la II a República fueron capaces de conseguirlo. Y su fracaso dio origen a la guerra
civil y a la posterior dictadura del general Franco, que tampoco resolvió el problema. Para
colmo, las dificultades de vertebración que tuvo España fueron potenciadas por el desarrollo de
los nacionalismos, como el vasco y el catalán. La invertebración de España (la no consistencia)
fue un problema que preocupo mucho a Ortega, hasta el punto de dedicarle una de sus obras, La
España invertebrada.
1.2. Contexto cultural
Hay una característica común en todas las manifestaciones culturales, ya sean artísticas,
literarias o científicas, en todas ellas se percibe la visión realista de las cosas por otra más
subjetivista.

Desde finales del siglo XIX el mundo artístico vive momentos de grandes cambios, cuya
característica general es el abandono de la representación realista. Pero este abandono no da
origen a otra forma distinta de representación que la sustituya, sino a muchas y muy diferentes.
Las primeras manifestaciones se sitúan todavía en el XIX. Son el impresionismo y el
postimpresionismo. El primero se preocupa por la captación del momento, del instante.
Destacan en este movimiento Monet, Renoir o Degas. En el segundo, la forma se adapta al
sentimiento particular del artista. En este segundo movimiento destacan Cézanne y Gauguin. En
las primeras décadas del siglo XX el cambio se convierte en ruptura, aparecen los
vanguardismos. Entre los movimientos vanguardistas cabe destacar el fauvismo (Matisse), el
expresionismo (Van Gogh, Munch, Kokoschka, Gutiérrez Solana, etc.), el cubismo (Picasso,
Gris, Braque) y el surrealismo (Dalí). La forma más radical de ruptura se manifiesta en el arte
abstracto, donde la figura desaparece por completo. Si toda representación artística pide
interpretación, en el arte abstracto la interpretación se vuelve imprescindible, pero no se trata de
una interpretación general, sino de la interpretación particular del sujeto que la ve.

Algo semejante sucede en la literatura. Frente a la novela realista o naturalista de la segunda
mitad del siglo XIX, en la que destacaban Balzac, Zola, Flaubert o Stendhal en Francia,
Dickens en Inglaterra, Dostoievski en Rusia o Pérez Galdós en España, aparecerá otra manera
de hacer literatura. En la literatura francesa aparece el simbolismo con los poetas Baudelaire,
Mallarmé, Rimbaud o Verlaine. En la literatura española aparece el modernismo, que afecta
tanto a poesía como a novela y teatro. Entre sus representantes están Rubén Darío, Valle-Inclán
y Juan Ramón Jiménez. El modernismo cultiva la belleza sensorial, se interesa por expresar lo
subjetivo y busca el arte por el arte.

Ya entrado el siglo XX aparecen las vanguardias literarias. Entre los movimientos literarios de
vanguardia cabe destacar el futurismo (Marinetti), el cubismo literario (Apollinaire), el
dadaísmo, y el surrealismo (André Bretón). En España esos movimientos de vanguardia
adquieren personalidad propia. El futurismo es introducido por medio de Ramón Gómez de la
Serna. Pero hay movimientos originales, como el ultraísmo, con su preferencia exclusiva por la
metáfora, o el creacionismo, con su defensa de una poesía dedicada a la creación de mundos
imaginarios. Sin embargo, el movimiento de mayor influencia fue el surrealismo, sobre todo
entre los poetas de la generación del 27, aunque no siguiera la ortodoxia de A. Bretón.

Por lo que se refiere a las ciencias hay que decir que durante las últimas décadas del siglo XIX
conocen un momento de crisis, especialmente la física. No se trata de una decadencia, sino de
un cambio de concepción. El modelo de física estaba representado hasta entonces por la física
newtoniana. A partir de ahora la situación va a cambiar, la física va a ampliar
extraordinariamente su campo de explicación. La física newtoniana, modelo de referencia para
Kant, se basa en la geometría de Euclides, que utiliza una concepción tridimensional del
espacio (longitud, altura y profundidad), que es la que vulgarmente tenemos. Sin embargo, a
partir de la segunda mitad del XIX, empiezan a desarrollarse las geometrías no euclídeas, para
las que el espacio puede tener más de tres dimensiones. Más tarde, ya en el siglo XX, Albert
Einstein formula la teoría de la relatividad, que pone en crisis la concepción absoluta
(newtoniana) del espacio y el tiempo. Con la teoría de la relatividad la situación cambia: el
espacio y el tiempo se modifican dependiendo de lavelocidad del sistema en que se encuentra el
objeto. No existe un sistema de referencia absoluto. Por último, en 1920, W. Heisenberg
formula el principio de indeterminación. Según éste, no podemos conocer al mismo tiempo la
posición y la velocidad de un electrón. Sólo puedo tener un conocimiento probable.

Las investigaciones anteriores cambian la concepción de la física, que se convierte en
indeterminista, probabilística y antiintuitiva.

Ortega encontró una fuerte relación entre su doctrina de la perspectiva y la teoría de la
relatividad de Einstein, al que le unía una amistad personal.


1.3 Contexto filosófico
Ortega y Gasset se licenció en la Universidad de Madrid y continuó sus estudios en varias
universidades alemanas, donde recibe formación neokantiana. Sin embargo pronto abandonará
el neokantianismo por participar en el idealismo, al que considera causa de la crisis de la
modernidad. Su superación es “el tema de nuestro tiempo”, la solución a los problemas de
España y Europa.
De vuelta a Madrid, ocupa de 1911 a 1936 la cátedra de Metafísica de la Universidad Central,
creando una escuela filosófica entre cuyos discípulos están Julián Marías y María Zambrano.
En 1923 funda la Revista de Occidente y, además de su cátedra y numerosos libros, participará
en prensa, revistas especializadas y en conferencias.
La filosofía de Ortega y Gasset tiene clara influencia de la corriente vitalista e historicista. El
vitalismo surge en Europa a mediados del siglo XIX y Nietzsche es uno de sus representantes.
El vitalismo defiende la vida, los instintos, las pasiones, lo inconsciente…
Ortega niega la exclusividad de la razón para definir al hombre (idealismo), ya que éste también
es instinto, intuición, inspiración… ?l asume de Nietzsche su concepción perspectivista de la
verdad y la defensa de los valores vitales, pero evita su irracionalismo y propone el
raciovitalismo.
Por otra parte, el historicismo de Dilthey fue decisivo en su concepción de razón histórica. El
historicismo surgió en Alemania y sostiene que en los acontecimientos humanos lo principal no
es la naturaleza sino la historia. El hombre es dinámico, se hace a cada instante, con el paso del
tiempo. El hombre es histórico.
Finalmente, la fenomenología de Husserl, la filosofía de Heidegger y Sartre y la generación del
14 (la suya), forman su contexto filosófico más cercano.


2. Pensamiento filosófico del autor

2.1 El Objetivismo
Los primeros pasos de Ortega en la filosofía están dominados por su preocupacion por el
desarrollo de España, lo que le llevará a un planteamiento "objetivista" de su pensamiento. Tras
la contrastación del desfase de la vida intelectual y científica española con respecto a la europea
los intelectuales españoles adoptan dos actitudes contrapuestas: la vuelta a métodos arcaicos o
la busqueda de nuevos métodos para salir de la situación en la que se encontraba España.
Ortega pertenece a este segundo grupo; y su análisis le conduce a ver el desfase de España en la
ausencia de método, de sistema, de rigor científico en su pensamiento. El español, sumido en el
individualismo y la subjetividad, pierde la noción del mundo, de lo real, y se refugia en sus
sueños fantásticos y literarios. Es necesario sacarle de esa pesadilla mediante la exigencia de
objetividad. Esta primera fase durará hasta 1914 fecha en que, con las "Meditaciones del
Quijote" (el primer libro del filósofo español) se abre la fase perspectivista de su pensamiento,
en la que comienza a desarrollar los principales elementos de su filosofía de madurez que,
paradójicamente, se opondrá a este objetivismo, oposición que se continuará en su fase
raciovitalista.
El significado del objetivismo en Ortega supone la valoración extrema de la ciencia, que es lo
que diferencia a los europeos de los españoles. La consecuencia es el enfrentamiento de Ortega
a cualquier forma de subjetivismo. La crítica del subjetivismo personalista de los españoles,
que les llevó a perderse en disputas intelectualmente baldías, llegará a adquirir tintes de
antihumanismo, que le llevará a afirmar que tiene más valor un teorema matemático que "todos
los empleados de un Ministerio". No son, pues, las cuestiones individuales las que pueden
interesar al intelectual, sino su contraste con las cosas; pero para poder apreciar el significado
de "las cosas" es necesario adoptar una cierta distancia, y esa distancia es la que da el
pensamiento abstracto, la teoría.
Según Ortega esta teoria tiene que ser la expresión de un pensamiento sistemático, un
pensamiento en el que todos los elementos se encuentren en su lugar, desde el que se ven
dotados de un pleno significado. De ahí la insistencia de Ortega a lo largo de este período en la
necesidad de un pensamiento sistemático y en la identificación de la teoría filosófica con el
sistema filosófico o, cuando menos, con la voluntad de construir un sistema



2.2 El Perspectivismo
El perspectivismo es una doctrina filosófica que sostiene que toda percepción e ideación es
subjetiva. El individuo mira desde un punto de vista concreto, en una dirección propia. Para
Ortega, la perspectiva es la forma que adopta la realidad para el individuo. Esto no le hace caer
en el subjetivismo, pues para él cada sujeto tiene su propia forma de acceder a la realidad, su
propia parte de verdad, que puede ser incluso contradictoria con la de los demás. La verdad
absoluta, omnímoda, puede ser la suma de las perspectivas individuales o de éstas más una
parte fuera de la perspectiva (no vista), que, por eso mismo, son verdaderas parcialmente. Esta
verdad absoluta residiría en lo que llamamos Dios.
Con este perspectivismo Ortega supera al realismo y al idealismo: La originalidad de Ortega
consiste en afirmar que la realidad no es una sino múltiple.
A partir de esta idea, Ortega criticará a otros movimientos como puede ser el idealismo y el
realismo...


l2.2.1 Crítica al realismo y al idealismo
Ortega hace una critica al realismo y al idealismo, al uno por conceder prioridad a las cosas
sobre el yo, y al otro por dar prioridad al yo sobre las cosas...
El realismo pone la realidad en el objeto. La realidad existe con independencia del sujeto y ha
de existir una verdad única.
En cambio, el idealismo pone la verdad de las cosas en el yo, en el sujeto. Las cosas existen,
pero en nuestro pensamiento y, además no es posible una verdad única. Es parecido al
relativismo.
En su critica al realismo, Ortega dice que la ciencia esta en peligro porque el hombre no cree
tanto como creía antes. La razón realista solo sirve si su objeto de estudio es una cosa; y la vida
humana no es una cosa.
Ortega también critica al idealismo, al que considera un movimiento que cae en el mismo error
que el realismo, tratar las cosas o las ideas como identidades, es decir, como si se tratara de una
naturaleza determinada perennemente constituida.
Ortega pretende una tercera vía que no es ni el realismo ni el idealismo: no hay prioridad del
sujeto respecto del objeto ni al contrario. Lo que tiene prioridad es la relación entre los 2. Sin
objeto no hay sujeto. No existe el yo sin las cosas, sin el mundo. Yo soy inseparable del mundo.
Por tanto, el dato fundamental no puede ser el pensamiento –como decía el idealismo- sino el
pensamiento y las cosas. El pensamiento es una relación: un sujeto que piensa una cosa. El
lugar en el que se ofrecen juntos el yo y el mundo es la vida: las cosas y el sujeto coexisten, se
da un yo en y con sus circunstancias.
Entonces resulta que cada vida es un punto de vista sobre el universo; la realidad solo se nos
ofrece en forma de perspectiva.
No hay que entender la tesis de Ortega como relativismo. El perspectivismo niega la existencia
de esa realidad oculta que estaría mas allá de las distintas perspectivas.
Este perspectivismo tendrá unas consecuencias sociales, tanto a nivel personal como a nivel
social. A nivel personal o individual debemos aceptar que además de nuestra visión de las cosas
hay otras visiones igualmente validas. A nivel social, debido a esta diversidad de visiones
debemos poner en practica la “tolerancia”, que nos hace aceptar la posición que otra persona
tome acerca de un tema determinado.




3. La vida y el Raciovitalismo
Ortega no abandonará sus ideales durante su período de madurez filosófica, conocido como
período raciovitalista. El raciovitalismo consiste en el intento de unir la razón con la vida,
superando sus diferencias. Ortega se enfrentará tanto a vitalismo como a racionalismo para ver
lo “bueno” de cada ideología.
Para Ortega la vida es la realidad primordial, y hay que ponerla como base de todo
conocimiento, debido a esto se opone al racionalismo. Esta vida implica la coexistencia del
sujeto y las cosas, y esto supone una crítica a la filosofía anterior.
 Así pues, la crítica de ambas perspectivas filosóficas será una de las necesidades de mayor
impotancia para Ortega, a fin de ver lo que de positivo puede haber en ellas y lograr esa
complementariedad que las supere en el raciovitalismo.




3.1 Critica al racionalismo y al vitalismo
El análisis orteguiano del vitalismo y del racionalismo se realiza en el artículo "Ni vitalismo ni
racionalismo", publicado en 1924 en la Revista de Occidente.

En su crítica al vitalismo, Ortega, opina que la razón es útil para la vida. La razón es un
instrumento de la vida y no una facultad ajena a la misma. Toda razón es vital, porque da cuenta
de los hechos vitales. Ortega crítica el vitalismo porque menosprecia la razón y critica el
racionalismo porque no admite zonas de irracionalidad. Para Ortega la vida no puede concebirse
sin razón y la razón está al servicio de la vida, pero esta razon no es ilimitada como algunos
filósofos pensaban.
Por todo esto es por lo que Ortega pretende convertir la “razón pura” en razón vital: razonar,
pensar es poner en relación algo con la vida. Por eso, la vida misma funciona como razón: “yo
soy yo y mi circunstancia”

Esta frase aparece en Meditaciones del Quijote y quiere expresar la absoluta interrelación del
yo con el mundo, formando un todo, indivisible, del cual hay que partir para entender al
hombre y al mundo. El hombre ha de ser uno mismo, tiene que ser fiel a sus ideales, pero tiene
que aceptar que la vida no es solo el, sino todo lo que le rodea.



Como resumen, las principales caracteristicas del raciovitalismo son:

La vida es quehacer, proyecto, programa y aspiración.La finalidad esprecisamente el desarrollo
de la existencia del YO, que no será nunca completo. De ahí que la felicidad absoluta no exista
y que la vida se a la vez felicidad e infelicidad .

El hombre no se encuentra solo en la realidad, sino que tiene que existir en unacircunstancia;
esta circunstancia es producto de la historia. En el desarrollo de lavida humana hay que ser
conscientes pues de los condicionamientos históricos.

El hombre es en la medida que realiza proyectos y en la medida en que leocurren cosas. El ser
del hombre es desarrollo vital, donde se realiza su razón. Esta unión de la razón y de la vida es
la culminación del raciovitalismo de Ortega.



4. El Hombre como ser histórico
Ortega recopila en sus teorías los planteamientos de:
Kierkegaard, para el que la vida es elección libre de posibilidades, la negación y limitación de
ciertos caminos, los cuales confluyen todos en la muerte.
Heidegger, para el que el hombre es un ser para la muerte. El hombre concreto se encuentra en
la angustia, en la pérdida del sentido de la existencia y ante esta pérdida tiene que proyectar su
propia vida.
La vida humana no está hecha, el hombre tiene que determinar permanentemente lo que va a
ser; por tanto, la vida es quehacer, es una faena histórica. Este quehacer histórico lleva consigo
la necesidad de elegir, porque nos encontramos con una serie de posibilidades ante las que
forzosamente hemos de optar por ellas. Es una libertad "a la fuerza", forzosa: hay que elegir,
aunque se elija mal. Pero esa elección humana ha de contar con un proyecto vital: la vida
humana es, además de historia, proyecto de historia. Cuando éste falta la vida pierde todo
sentido para él. Esta visión heracliteana de la vida y de la realidad humana deja bien claro que
el hombre no tiene sustancia, sino que su sustancia es el propio cambio.



5. La política de Ortega
La gran importancia política de Ortega radica en que sus conferencias y ensayos sobre temas
filosóficos y políticos contribuyeron al renacer intelectual español de las primeras décadas del
siglo XX y a la caída de la monarquía española en 1931.
Los escritos de Ortega tienen un punto de vista menos subjetivista y están más orientados a
analizar los comportamientos de las masas sociales contemporáneas, siendo esta etapa conocida
como perspectivista. En 1921 publica España invertebrada, uno de sus libros fundamentales, y
en 1923 aparece El tema de nuestro tiempo, donde elabora uno de sus conceptos básicos, el
raciovitalismo, reflejado en obras como En torno a Galileo, Ideas y creencias e Historia como
sistema.
En 1923 aparece la Revista de Occidente, que sirvió para difundir las tendencias filosóficas y
culturales que florecían en el primer cuarto del siglo XX, y para dar auge a jóvenes poetas que
formarían la llamada generación del 27.
Como dijimos anteriormente, Ortega tuvo muy claro que "la vida española nos obliga,
queramos o no a la acción política". Por ello, publicó una serie de artículos acerca de
acontecimientos destacados de la política española, entre los que destacan: "Bajo el arco en
ruina" (1917) frente a la aparición de las juntas militares, y "El error Berenguer" (1929) ante el
fracaso de la dictadura de Primo de Rivera y el posterior hundimiento de la monarquía.
Ortega se opuso a la dictadura del general Primo de Rivera de 1923, colaborando en la caída de
la monarquía de Alfonso XIII y el advenimiento de la II República.



6. Comparación con otra posición filosófica y actualidad del
autor

La relación más significativa con otra posición filosófica que podemos elaborar es con
Nietzsche.

La crítica del idealismo y su defensa del vitalismo permiten crear esta relación de la obra de
Ortega con Nietzsche. A ambos autores podemos considerarlos como vitalistas. La vida es para
los dos la esencia última de la realidad aunque entendida de manera distinta. Para Nietzsche la
vida está valorada desde una perspectiva biológica como un impulso instintivo, mientras que
para Ortega, más influenciado por el historicismo, la considera como la suma de vivencias
personales.

La diferencia básica entre ambos filósofos se puede encontrar atendiendo a la consideración que
hace cada uno con respecto a la razón. Para Ortega, la razón es una facultad humana
indispensable ya que es necesaria para analizar las circunstancias que nos rodean a cada uno y
dar sentido a nuestra vida. Mientras tanto, para Nietzsche la facultad racional no puede influir a
la esencia básica de la vida caracterizada como devenir, desarrollo y cambio puesto que, al
dejarnos guiar por la razón y despreciar los instintos, estamos despreciando, a su vez, la vida.
Es por esto por lo que Nieztsche debe ser considerado vitalista y Ortega raciovitalista.

 Tanto para Ortega como para Nietzsche la vida se caracteriza por el cambio, el devenir y la
evolución. La realidad está sometida a la historia. A pesar de esto, los dos tienen una idea
diferente del tiempo. Mientras que para Ortega el tiempo solo puede ser entendido linealmente
(vivencias pasadas irrepetibles), para Nietzsche el tiempo es entendido de una forma cíclica
como eterno retorno (todos los acontecimientos pasados, presentes y futuros están condenados a
repetirse eternamente).
Aunque Nietzsche vivió en la Alemania de la segunda mitad del siglo XX y Ortega en la
España de la primera mitad del XX, ambos elaboraron un análisis adecuado de las épocas en las
que vivieron (Ortega de la crisis que sufría España y Nietzsche de la decadencia de la cultura
occidental).

Por otro lado, desde la misma perspectiva que Nietzsche, Ortega afirmará que el ser humano es
un proyecto inacabado, y en este proyecto vital, la historia está al servicio de la vida y no la
vida al servicio de la historia.

La vigencia de un pensador actual es siempre patente. Teniendo en cuenta que Ortega murió en
1955, podemos decir que su pensamiento sigue estando de plena actualidad. El final del siglo
XX y el comienzo del XXI se ha distinguido por una preocupación por lo vital o lo existencial,
y ahí, la influencia de Ortega es decisiva. Basta con pasearse por una librería o ver los catálogos
especializados en publicaciones para comprobar como hay un interés enorme sobre las
cuestiones del vivir cotidiano.
        El interés de Ortega en relacionar la cultura y la vida han influido de manera decisiva en
la valoración actual de la cultura. En un mundo que cada vez está más globalizado y donde se
hace más necesario el diálogo intercultural, el perspectivismo orteguiano se constituye como
un claro referente para combatir el relativismo cultural. El perspectivismo orteguiano permite
una integración de formas culturales sin caer en el menosprecio ni en la sobrevaloración pueril
que permite comprender otras formas de cultura, y en definitiva la vida.

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  • 1. O rt e ga y Gasset
  • 2. Realizado por: Pablo Román-Naranjo Varela 2º B 1. Contexto histórico, cultural y filosófico del autor 1.1 Contexto histórico La situación de la España de finales del siglo XIX y comienzos del XX es de retraso en lo económico, de agitación en lo social y de agotamiento en lo político. Esta es la situación que influye en el pensamiento de Ortega, que al ser periodista, estuvo muy atento a los fenómenos políticos y sociales. La revolución industrial llegó a España tardíamente y limitada a dos regiones, como son Cataluña y el País Vasco. Sólo a partir de la segunda mitad del siglo XX se puede hablar de una generalización de la revolución industrial (1970). Hasta entonces lo que predomina es una economía agraria en manos de una oligarquía terrateniente, más preocupada por aumentar la extensión de la propiedad que por la productividad de las fincas. En lo social la época de Ortega se caracterizó por el desarrollo de las organizaciones obreras. Esto provocó el aumento de la conflictividad social con la reivindicación de mejores condiciones de trabajo, seguido por un sector minoritario del anarquismo con prácticas terroristas. Por lo que se refiere a la política, la España de Ortega y Gasset se caracterizó por la restauración de la monarquía constitucional, tomando como modelo la monarquía inglesa, pero con gravísimos errores, que falsearon su carácter democrático, que al final impidieron su reforma. El turno en el poder de los dos partidos gobernantes, el conservador y el liberal (a esto se le llamó turnismo) quedaba adulterado por unas elecciones dominadas por el caciquismo. La presencia de representantes de las organizaciones obreras en el Parlamento fue muy escasa y tardía, debida en gran parte a los obstáculos puestos por la clase política, y en parte también al anarquismo, que pretendía la abolición del poder político. La primera mitad del siglo XX conoce la búsqueda fracasada de un modelo estable de Estado. Ni la dictadura de Primo de Rivera, ni la II a República fueron capaces de conseguirlo. Y su fracaso dio origen a la guerra civil y a la posterior dictadura del general Franco, que tampoco resolvió el problema. Para colmo, las dificultades de vertebración que tuvo España fueron potenciadas por el desarrollo de los nacionalismos, como el vasco y el catalán. La invertebración de España (la no consistencia) fue un problema que preocupo mucho a Ortega, hasta el punto de dedicarle una de sus obras, La España invertebrada.
  • 3. 1.2. Contexto cultural Hay una característica común en todas las manifestaciones culturales, ya sean artísticas, literarias o científicas, en todas ellas se percibe la visión realista de las cosas por otra más subjetivista. Desde finales del siglo XIX el mundo artístico vive momentos de grandes cambios, cuya característica general es el abandono de la representación realista. Pero este abandono no da origen a otra forma distinta de representación que la sustituya, sino a muchas y muy diferentes. Las primeras manifestaciones se sitúan todavía en el XIX. Son el impresionismo y el postimpresionismo. El primero se preocupa por la captación del momento, del instante. Destacan en este movimiento Monet, Renoir o Degas. En el segundo, la forma se adapta al sentimiento particular del artista. En este segundo movimiento destacan Cézanne y Gauguin. En las primeras décadas del siglo XX el cambio se convierte en ruptura, aparecen los vanguardismos. Entre los movimientos vanguardistas cabe destacar el fauvismo (Matisse), el expresionismo (Van Gogh, Munch, Kokoschka, Gutiérrez Solana, etc.), el cubismo (Picasso, Gris, Braque) y el surrealismo (Dalí). La forma más radical de ruptura se manifiesta en el arte abstracto, donde la figura desaparece por completo. Si toda representación artística pide interpretación, en el arte abstracto la interpretación se vuelve imprescindible, pero no se trata de una interpretación general, sino de la interpretación particular del sujeto que la ve. Algo semejante sucede en la literatura. Frente a la novela realista o naturalista de la segunda mitad del siglo XIX, en la que destacaban Balzac, Zola, Flaubert o Stendhal en Francia, Dickens en Inglaterra, Dostoievski en Rusia o Pérez Galdós en España, aparecerá otra manera de hacer literatura. En la literatura francesa aparece el simbolismo con los poetas Baudelaire, Mallarmé, Rimbaud o Verlaine. En la literatura española aparece el modernismo, que afecta tanto a poesía como a novela y teatro. Entre sus representantes están Rubén Darío, Valle-Inclán y Juan Ramón Jiménez. El modernismo cultiva la belleza sensorial, se interesa por expresar lo subjetivo y busca el arte por el arte. Ya entrado el siglo XX aparecen las vanguardias literarias. Entre los movimientos literarios de vanguardia cabe destacar el futurismo (Marinetti), el cubismo literario (Apollinaire), el dadaísmo, y el surrealismo (André Bretón). En España esos movimientos de vanguardia adquieren personalidad propia. El futurismo es introducido por medio de Ramón Gómez de la Serna. Pero hay movimientos originales, como el ultraísmo, con su preferencia exclusiva por la metáfora, o el creacionismo, con su defensa de una poesía dedicada a la creación de mundos imaginarios. Sin embargo, el movimiento de mayor influencia fue el surrealismo, sobre todo entre los poetas de la generación del 27, aunque no siguiera la ortodoxia de A. Bretón. Por lo que se refiere a las ciencias hay que decir que durante las últimas décadas del siglo XIX conocen un momento de crisis, especialmente la física. No se trata de una decadencia, sino de un cambio de concepción. El modelo de física estaba representado hasta entonces por la física newtoniana. A partir de ahora la situación va a cambiar, la física va a ampliar extraordinariamente su campo de explicación. La física newtoniana, modelo de referencia para Kant, se basa en la geometría de Euclides, que utiliza una concepción tridimensional del espacio (longitud, altura y profundidad), que es la que vulgarmente tenemos. Sin embargo, a partir de la segunda mitad del XIX, empiezan a desarrollarse las geometrías no euclídeas, para las que el espacio puede tener más de tres dimensiones. Más tarde, ya en el siglo XX, Albert Einstein formula la teoría de la relatividad, que pone en crisis la concepción absoluta (newtoniana) del espacio y el tiempo. Con la teoría de la relatividad la situación cambia: el espacio y el tiempo se modifican dependiendo de lavelocidad del sistema en que se encuentra el
  • 4. objeto. No existe un sistema de referencia absoluto. Por último, en 1920, W. Heisenberg formula el principio de indeterminación. Según éste, no podemos conocer al mismo tiempo la posición y la velocidad de un electrón. Sólo puedo tener un conocimiento probable. Las investigaciones anteriores cambian la concepción de la física, que se convierte en indeterminista, probabilística y antiintuitiva. Ortega encontró una fuerte relación entre su doctrina de la perspectiva y la teoría de la relatividad de Einstein, al que le unía una amistad personal. 1.3 Contexto filosófico Ortega y Gasset se licenció en la Universidad de Madrid y continuó sus estudios en varias universidades alemanas, donde recibe formación neokantiana. Sin embargo pronto abandonará el neokantianismo por participar en el idealismo, al que considera causa de la crisis de la modernidad. Su superación es “el tema de nuestro tiempo”, la solución a los problemas de España y Europa. De vuelta a Madrid, ocupa de 1911 a 1936 la cátedra de Metafísica de la Universidad Central, creando una escuela filosófica entre cuyos discípulos están Julián Marías y María Zambrano. En 1923 funda la Revista de Occidente y, además de su cátedra y numerosos libros, participará en prensa, revistas especializadas y en conferencias. La filosofía de Ortega y Gasset tiene clara influencia de la corriente vitalista e historicista. El vitalismo surge en Europa a mediados del siglo XIX y Nietzsche es uno de sus representantes. El vitalismo defiende la vida, los instintos, las pasiones, lo inconsciente… Ortega niega la exclusividad de la razón para definir al hombre (idealismo), ya que éste también es instinto, intuición, inspiración… ?l asume de Nietzsche su concepción perspectivista de la verdad y la defensa de los valores vitales, pero evita su irracionalismo y propone el raciovitalismo. Por otra parte, el historicismo de Dilthey fue decisivo en su concepción de razón histórica. El historicismo surgió en Alemania y sostiene que en los acontecimientos humanos lo principal no es la naturaleza sino la historia. El hombre es dinámico, se hace a cada instante, con el paso del tiempo. El hombre es histórico. Finalmente, la fenomenología de Husserl, la filosofía de Heidegger y Sartre y la generación del 14 (la suya), forman su contexto filosófico más cercano. 2. Pensamiento filosófico del autor 2.1 El Objetivismo Los primeros pasos de Ortega en la filosofía están dominados por su preocupacion por el desarrollo de España, lo que le llevará a un planteamiento "objetivista" de su pensamiento. Tras la contrastación del desfase de la vida intelectual y científica española con respecto a la europea los intelectuales españoles adoptan dos actitudes contrapuestas: la vuelta a métodos arcaicos o la busqueda de nuevos métodos para salir de la situación en la que se encontraba España. Ortega pertenece a este segundo grupo; y su análisis le conduce a ver el desfase de España en la ausencia de método, de sistema, de rigor científico en su pensamiento. El español, sumido en el individualismo y la subjetividad, pierde la noción del mundo, de lo real, y se refugia en sus sueños fantásticos y literarios. Es necesario sacarle de esa pesadilla mediante la exigencia de objetividad. Esta primera fase durará hasta 1914 fecha en que, con las "Meditaciones del
  • 5. Quijote" (el primer libro del filósofo español) se abre la fase perspectivista de su pensamiento, en la que comienza a desarrollar los principales elementos de su filosofía de madurez que, paradójicamente, se opondrá a este objetivismo, oposición que se continuará en su fase raciovitalista. El significado del objetivismo en Ortega supone la valoración extrema de la ciencia, que es lo que diferencia a los europeos de los españoles. La consecuencia es el enfrentamiento de Ortega a cualquier forma de subjetivismo. La crítica del subjetivismo personalista de los españoles, que les llevó a perderse en disputas intelectualmente baldías, llegará a adquirir tintes de antihumanismo, que le llevará a afirmar que tiene más valor un teorema matemático que "todos los empleados de un Ministerio". No son, pues, las cuestiones individuales las que pueden interesar al intelectual, sino su contraste con las cosas; pero para poder apreciar el significado de "las cosas" es necesario adoptar una cierta distancia, y esa distancia es la que da el pensamiento abstracto, la teoría. Según Ortega esta teoria tiene que ser la expresión de un pensamiento sistemático, un pensamiento en el que todos los elementos se encuentren en su lugar, desde el que se ven dotados de un pleno significado. De ahí la insistencia de Ortega a lo largo de este período en la necesidad de un pensamiento sistemático y en la identificación de la teoría filosófica con el sistema filosófico o, cuando menos, con la voluntad de construir un sistema 2.2 El Perspectivismo El perspectivismo es una doctrina filosófica que sostiene que toda percepción e ideación es subjetiva. El individuo mira desde un punto de vista concreto, en una dirección propia. Para Ortega, la perspectiva es la forma que adopta la realidad para el individuo. Esto no le hace caer en el subjetivismo, pues para él cada sujeto tiene su propia forma de acceder a la realidad, su propia parte de verdad, que puede ser incluso contradictoria con la de los demás. La verdad absoluta, omnímoda, puede ser la suma de las perspectivas individuales o de éstas más una parte fuera de la perspectiva (no vista), que, por eso mismo, son verdaderas parcialmente. Esta verdad absoluta residiría en lo que llamamos Dios. Con este perspectivismo Ortega supera al realismo y al idealismo: La originalidad de Ortega consiste en afirmar que la realidad no es una sino múltiple. A partir de esta idea, Ortega criticará a otros movimientos como puede ser el idealismo y el realismo... l2.2.1 Crítica al realismo y al idealismo Ortega hace una critica al realismo y al idealismo, al uno por conceder prioridad a las cosas sobre el yo, y al otro por dar prioridad al yo sobre las cosas... El realismo pone la realidad en el objeto. La realidad existe con independencia del sujeto y ha de existir una verdad única. En cambio, el idealismo pone la verdad de las cosas en el yo, en el sujeto. Las cosas existen, pero en nuestro pensamiento y, además no es posible una verdad única. Es parecido al relativismo. En su critica al realismo, Ortega dice que la ciencia esta en peligro porque el hombre no cree tanto como creía antes. La razón realista solo sirve si su objeto de estudio es una cosa; y la vida humana no es una cosa.
  • 6. Ortega también critica al idealismo, al que considera un movimiento que cae en el mismo error que el realismo, tratar las cosas o las ideas como identidades, es decir, como si se tratara de una naturaleza determinada perennemente constituida. Ortega pretende una tercera vía que no es ni el realismo ni el idealismo: no hay prioridad del sujeto respecto del objeto ni al contrario. Lo que tiene prioridad es la relación entre los 2. Sin objeto no hay sujeto. No existe el yo sin las cosas, sin el mundo. Yo soy inseparable del mundo. Por tanto, el dato fundamental no puede ser el pensamiento –como decía el idealismo- sino el pensamiento y las cosas. El pensamiento es una relación: un sujeto que piensa una cosa. El lugar en el que se ofrecen juntos el yo y el mundo es la vida: las cosas y el sujeto coexisten, se da un yo en y con sus circunstancias. Entonces resulta que cada vida es un punto de vista sobre el universo; la realidad solo se nos ofrece en forma de perspectiva. No hay que entender la tesis de Ortega como relativismo. El perspectivismo niega la existencia de esa realidad oculta que estaría mas allá de las distintas perspectivas. Este perspectivismo tendrá unas consecuencias sociales, tanto a nivel personal como a nivel social. A nivel personal o individual debemos aceptar que además de nuestra visión de las cosas hay otras visiones igualmente validas. A nivel social, debido a esta diversidad de visiones debemos poner en practica la “tolerancia”, que nos hace aceptar la posición que otra persona tome acerca de un tema determinado. 3. La vida y el Raciovitalismo Ortega no abandonará sus ideales durante su período de madurez filosófica, conocido como período raciovitalista. El raciovitalismo consiste en el intento de unir la razón con la vida, superando sus diferencias. Ortega se enfrentará tanto a vitalismo como a racionalismo para ver lo “bueno” de cada ideología. Para Ortega la vida es la realidad primordial, y hay que ponerla como base de todo conocimiento, debido a esto se opone al racionalismo. Esta vida implica la coexistencia del sujeto y las cosas, y esto supone una crítica a la filosofía anterior. Así pues, la crítica de ambas perspectivas filosóficas será una de las necesidades de mayor impotancia para Ortega, a fin de ver lo que de positivo puede haber en ellas y lograr esa complementariedad que las supere en el raciovitalismo. 3.1 Critica al racionalismo y al vitalismo El análisis orteguiano del vitalismo y del racionalismo se realiza en el artículo "Ni vitalismo ni racionalismo", publicado en 1924 en la Revista de Occidente. En su crítica al vitalismo, Ortega, opina que la razón es útil para la vida. La razón es un instrumento de la vida y no una facultad ajena a la misma. Toda razón es vital, porque da cuenta de los hechos vitales. Ortega crítica el vitalismo porque menosprecia la razón y critica el racionalismo porque no admite zonas de irracionalidad. Para Ortega la vida no puede concebirse sin razón y la razón está al servicio de la vida, pero esta razon no es ilimitada como algunos filósofos pensaban.
  • 7. Por todo esto es por lo que Ortega pretende convertir la “razón pura” en razón vital: razonar, pensar es poner en relación algo con la vida. Por eso, la vida misma funciona como razón: “yo soy yo y mi circunstancia” Esta frase aparece en Meditaciones del Quijote y quiere expresar la absoluta interrelación del yo con el mundo, formando un todo, indivisible, del cual hay que partir para entender al hombre y al mundo. El hombre ha de ser uno mismo, tiene que ser fiel a sus ideales, pero tiene que aceptar que la vida no es solo el, sino todo lo que le rodea. Como resumen, las principales caracteristicas del raciovitalismo son: La vida es quehacer, proyecto, programa y aspiración.La finalidad esprecisamente el desarrollo de la existencia del YO, que no será nunca completo. De ahí que la felicidad absoluta no exista y que la vida se a la vez felicidad e infelicidad . El hombre no se encuentra solo en la realidad, sino que tiene que existir en unacircunstancia; esta circunstancia es producto de la historia. En el desarrollo de lavida humana hay que ser conscientes pues de los condicionamientos históricos. El hombre es en la medida que realiza proyectos y en la medida en que leocurren cosas. El ser del hombre es desarrollo vital, donde se realiza su razón. Esta unión de la razón y de la vida es la culminación del raciovitalismo de Ortega. 4. El Hombre como ser histórico Ortega recopila en sus teorías los planteamientos de: Kierkegaard, para el que la vida es elección libre de posibilidades, la negación y limitación de ciertos caminos, los cuales confluyen todos en la muerte. Heidegger, para el que el hombre es un ser para la muerte. El hombre concreto se encuentra en la angustia, en la pérdida del sentido de la existencia y ante esta pérdida tiene que proyectar su propia vida. La vida humana no está hecha, el hombre tiene que determinar permanentemente lo que va a ser; por tanto, la vida es quehacer, es una faena histórica. Este quehacer histórico lleva consigo la necesidad de elegir, porque nos encontramos con una serie de posibilidades ante las que forzosamente hemos de optar por ellas. Es una libertad "a la fuerza", forzosa: hay que elegir, aunque se elija mal. Pero esa elección humana ha de contar con un proyecto vital: la vida humana es, además de historia, proyecto de historia. Cuando éste falta la vida pierde todo sentido para él. Esta visión heracliteana de la vida y de la realidad humana deja bien claro que el hombre no tiene sustancia, sino que su sustancia es el propio cambio. 5. La política de Ortega La gran importancia política de Ortega radica en que sus conferencias y ensayos sobre temas filosóficos y políticos contribuyeron al renacer intelectual español de las primeras décadas del siglo XX y a la caída de la monarquía española en 1931.
  • 8. Los escritos de Ortega tienen un punto de vista menos subjetivista y están más orientados a analizar los comportamientos de las masas sociales contemporáneas, siendo esta etapa conocida como perspectivista. En 1921 publica España invertebrada, uno de sus libros fundamentales, y en 1923 aparece El tema de nuestro tiempo, donde elabora uno de sus conceptos básicos, el raciovitalismo, reflejado en obras como En torno a Galileo, Ideas y creencias e Historia como sistema. En 1923 aparece la Revista de Occidente, que sirvió para difundir las tendencias filosóficas y culturales que florecían en el primer cuarto del siglo XX, y para dar auge a jóvenes poetas que formarían la llamada generación del 27. Como dijimos anteriormente, Ortega tuvo muy claro que "la vida española nos obliga, queramos o no a la acción política". Por ello, publicó una serie de artículos acerca de acontecimientos destacados de la política española, entre los que destacan: "Bajo el arco en ruina" (1917) frente a la aparición de las juntas militares, y "El error Berenguer" (1929) ante el fracaso de la dictadura de Primo de Rivera y el posterior hundimiento de la monarquía. Ortega se opuso a la dictadura del general Primo de Rivera de 1923, colaborando en la caída de la monarquía de Alfonso XIII y el advenimiento de la II República. 6. Comparación con otra posición filosófica y actualidad del autor La relación más significativa con otra posición filosófica que podemos elaborar es con Nietzsche. La crítica del idealismo y su defensa del vitalismo permiten crear esta relación de la obra de Ortega con Nietzsche. A ambos autores podemos considerarlos como vitalistas. La vida es para los dos la esencia última de la realidad aunque entendida de manera distinta. Para Nietzsche la vida está valorada desde una perspectiva biológica como un impulso instintivo, mientras que para Ortega, más influenciado por el historicismo, la considera como la suma de vivencias personales. La diferencia básica entre ambos filósofos se puede encontrar atendiendo a la consideración que hace cada uno con respecto a la razón. Para Ortega, la razón es una facultad humana indispensable ya que es necesaria para analizar las circunstancias que nos rodean a cada uno y dar sentido a nuestra vida. Mientras tanto, para Nietzsche la facultad racional no puede influir a la esencia básica de la vida caracterizada como devenir, desarrollo y cambio puesto que, al dejarnos guiar por la razón y despreciar los instintos, estamos despreciando, a su vez, la vida. Es por esto por lo que Nieztsche debe ser considerado vitalista y Ortega raciovitalista. Tanto para Ortega como para Nietzsche la vida se caracteriza por el cambio, el devenir y la evolución. La realidad está sometida a la historia. A pesar de esto, los dos tienen una idea diferente del tiempo. Mientras que para Ortega el tiempo solo puede ser entendido linealmente (vivencias pasadas irrepetibles), para Nietzsche el tiempo es entendido de una forma cíclica como eterno retorno (todos los acontecimientos pasados, presentes y futuros están condenados a repetirse eternamente).
  • 9. Aunque Nietzsche vivió en la Alemania de la segunda mitad del siglo XX y Ortega en la España de la primera mitad del XX, ambos elaboraron un análisis adecuado de las épocas en las que vivieron (Ortega de la crisis que sufría España y Nietzsche de la decadencia de la cultura occidental). Por otro lado, desde la misma perspectiva que Nietzsche, Ortega afirmará que el ser humano es un proyecto inacabado, y en este proyecto vital, la historia está al servicio de la vida y no la vida al servicio de la historia. La vigencia de un pensador actual es siempre patente. Teniendo en cuenta que Ortega murió en 1955, podemos decir que su pensamiento sigue estando de plena actualidad. El final del siglo XX y el comienzo del XXI se ha distinguido por una preocupación por lo vital o lo existencial, y ahí, la influencia de Ortega es decisiva. Basta con pasearse por una librería o ver los catálogos especializados en publicaciones para comprobar como hay un interés enorme sobre las cuestiones del vivir cotidiano. El interés de Ortega en relacionar la cultura y la vida han influido de manera decisiva en la valoración actual de la cultura. En un mundo que cada vez está más globalizado y donde se hace más necesario el diálogo intercultural, el perspectivismo orteguiano se constituye como un claro referente para combatir el relativismo cultural. El perspectivismo orteguiano permite una integración de formas culturales sin caer en el menosprecio ni en la sobrevaloración pueril que permite comprender otras formas de cultura, y en definitiva la vida.