El documento discute el caso de una empresa tabacalera como Marlboro que vende un producto dañino para la salud aunque no obliga a las personas a consumirlo. Mientras la venta de tales productos puede considerarse poco ética, la empresa argumenta que el consumidor tiene la última decisión y que no puede ser responsabilizada por los daños a la salud causados por el consumo voluntario. El documento concluye que la empresa usa este argumento para evadir la responsabilidad ante grupos de protección ambiental u organizaciones benéficas.