Este documento discute si los anuncios de McDonald's engañan a los niños sobre la comida rápida. Argumenta que aunque los anuncios son atractivos, la comida no es saludable. Sin embargo, también señala que McDonald's se comporta como cualquier otra empresa que vende productos, y que los padres tienen la responsabilidad de educar a los niños para que tomen buenas decisiones. Al final, concluye que la educación, no la prohibición, es la mejor solución para abordar este problema complejo.