El nuevo rey de Egipto que no conocía a José temía que los israelitas se multiplicaran y se unieran a sus enemigos, por lo que impuso tributos para oprimirlos. Aunque los egipcios sometieron a los israelitas a una dura servidumbre para construir ciudades de almacenamiento, los israelitas continuaron multiplicándose. El rey ordenó a las parteras matar a los recién nacidos varones israelitas, pero ellas temieron a Dios y dejaron vivir a los niños.