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R~':'lsl6B biblio~<:a por Joaquim Romllguerai Rami6
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Índice
1. La percepción visual 1
Mitologías y cosmogomas de la visión........................................... 1
La visión en el sistema sensorial :.............. 4
El proceso vjsual humano 9
La visión y la inteligencia en ia psicologfa gen6tica 15
La percepción de la profundidad y eI'relieve 20
La exploración visual del espacio 22
Naturaleza de la percepción viSual 27
Anomalías no orgánicas de la vjsión y perversiones de la mirada 36
2. Las repr~entncionell ie6niCllS 44
Estatuto antropológico del ..homo pictor» 44
Representación icónica y lenguaje verbal 49
Imagen y palabra en las escrituras'pictográficas 56
La representación icónica, entre la imitación y el doble mágico 59
Los componentes de la imagen icónica: imitación, simbolismo y arbitra-
riedad 67
Los componentes miméticos de las representaciones icónicas 72
Los componentes simbólicos de las representaciones icónicas 86
Los componentes arbitrarios de las representaciones icónicas 97
El significado simbólico de los colores 102
Estatuto semiótico y funcional de las representaciones icónicas .. 108
Imagen icónica y conteno(s) cultural(es). La convención occidental de
encuadre 125
HiperformaIización, hipoformalización y aberración. Definición prag-
mática de las representacione:; icónicas 131
Esta obra ha recibido la ayuda a la Edición del Patrimonio Literario y CientíficoEspañol
del Ministeriode Cultura.
1.' edición,1987
2.' ediciónrevisada, 1992
Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseno de la cubierta, puede reproducirse,
almacenarse o traosmime en forma alll1lna,ni tampoco por medio alguno, sea 6ste el&:.
trico, qufmico.mecánico, óptico, de grabación o de fotocopia, ~..ll la previa autorización
escrita por parte de la Editorilll.
© Editorial Gustavo Gili, S.A., Barcelona, 1987
y para la presente edición
Ediciones G. Gili, S.A. de C.V .• M6xico, 1992
Prin!~d in Spain
ISBN: 968·887·197-4
Fotocomposici6n:Tecfao& • Unea Fotocomposición,S.A. - Barcelona
Impre~6n: Gráficas92, S.A. - Sao Adrián del Besós
, • ~,l;~;~"
~n,,:t' rlA 1 ~r.neiem'Dlaresmás sobrantes para reposición
3. La revolución fotográfica 145
Estatuto sociocultural de la fotografía en el siglo XIX 145
La fotografía y las artes quirográficllS 150
Realismo, invención y co¡¡vención cultural en la imagen fotográfica 153
Del fotoperiodismo a la fotografia carismática 162
El fotomontaje 169
La imagen estereoscópica y el holograma 173
4. Esplendor y m15erln del cartel......... 180
Los orlgenes del cartel ;.................. 180
El cartel, entre el arte, el diseño y.el comercio ,.......... 184
1
,
El cartel en la sociodinámica del espacio urbano 195
Estrategia y táctica de la persuasión cartelistica 203
5. Lanarraclónicónkacon~ienesfijas 213
La configuración de los comics en la industria cultural 213
El sistema semiótico del comic 219
Comics, negocio e ideología ~.................. 233
Comics y cinematognfia 246
La fotonovela 253 .
Ó. Lar~presentaclón ICODocinética (1): la imagen cinematográfica 255
Génesis y sigDificación de la imagen cin~tica 255
Herencia t6cnica y cultural de la imagen cinematográfica: la fotografía 263
Herencia t6cnica y cultural de la imagen cinematográfica: las prácticas
teatrales 277
El montaje cinematográfico: los puntos de vista ópticos y los puntos de
vista narrativos :.......... 292
El montaje pinematográfico: temporalidad y narración 313
G~neros cinematográficos, industria e ideología :................. 319
M.itologfl'.lSy cosmogonías de laooón
A diferer.cia de otros mamíferos, para los que el olfato o el oído ocupan un
lugar más ele, _jo en la jeraíquia informativa de los sentidos,@ ser h~llllo_es
primordialmente un animal visua!. Dodwell ha estimado que el noventa por ciento
~4 información de un hombre normal procede de sus canales ópticOJ.l Antes
que él, otros cálculos mp.s groseros imlicaban también que el ~enta y cinco por
:ciento. de nuestra información procede de 1a~ta, el veinticinco po. ciente se ob-
time a trav6s del..QÍ~ y el restante diez por cientOIiÍediante los otros sentidos.
Tan fundamental es li función de la vista en la vjda humana, que ha moldeado
profundamente nu~stro lenguaje· y decimos con escaso rigor, por ejemplo, "fui a
ver tal ópera», o «he visto tal ópera», en lugar de utilizar el más pertinente, en
este caso, verbo oCr.
La importancia de! aparato ocular y de la visión ha sido reconocida por el
ser humano desde tiempos muy remotos, .mediante la acuñación de numerosos
mitos que no eran más que formulaciones' precientfficas o intuitivas de su prota-
gonismo sensorial.~.mitolºgfa d~ ant!.,cruo
Egipto, por ejemplo, ~l Ouadza es
el «ojo creadoI» u «ojo dmno», símbolo sagrado de carácteuola,r, fuente de fluido
vital, de fecundidad y de conocimiento. ~-cosmog9nía el mundo-surge del
0)0 creador, pues el ojo nos lo µemúte ver y, con ello, adquiere realidad, La di-
erenma con el Lagos creador de la cultura hebrea es notable, pues Jehová crea
al mundo nombrando sus elementos, mediante el poder demiúrgico de la palabra
sagrada, propio de la cultura aicónica hebrea y de una cosmogonfa que se funda,
en expresión del evangelista, en la siguiente proposición: «Al principio existía el
Verbo, y el Verbo era Dios.» De este modo Jehová crea el mundo nombrándolo,
cosmogonía logocéntrica del mundo occidental y que implica que los nombres pree-
:risten a las cosas, o las palabras a las imágenes, subvirtiendo así nuestras evidencias
psicológicas, como sólo lo puede hacer un ser omnipotente.
En la mitología egipcia está implicada, en cambio, la idea de que el estatuto
d-elo rcal es su ·visibilidad. Acaso Antonio :/-I.fachado
peDS~ en este hermoso mito
cuando escribió en su Juan de Mairena:2
Dijo Dios: «Brote la Nada»
y alzó su mano derecha
hasta oCl/ltar su mirada.
y quedó la Nada hecha.
7. La repr~l!lltaclón iconociJlética (ll); la imngl!ll electrónica................... 333
Orig~n' de la t~levjsió!l: la herencia de la radio y del periodismo 338
Convergencias y divergencias entre el cine y la televisión 346
La identidad de la televisión ;....... 350
La empresa t~levisiva 354
Efectos socioculturales de la televisión 3ÓO
Celebridad, telegenia e iconocracia 371
Las extensiones tecnológicas de la televisión 377
Del vjdeograma a la imagen sintetizada por ordenador 384
3. Mirada crítica a la iconosfem conumporánea .: ; 399
Indice analítico _.......... 407
Inclice onomástico 418
1. El ct!rebro, de C. Smith, Aliama Editorial S_~., Madrid, 19"i2, pp. 31í-318.
2. Obras Completas, de rdanuel y Antonio Machado, Editorial Plenitud, Madrid,
,O.~? ,.. 11m
Rec;uérdese también Que en el sistema zoolátrico egipcio el halcón fue di-
vUtizado, en la figura del dio-sHoros, sin duda en razón déI"extraordinario poder
de su·visión sobrehumana. Encarnación de la agudeza de la mirada justiciera, fue
representado significativamente por un ojo o por un disco solar con alas.
En la mitología griega los mitos relacionados con el poder de la visión son
nu¡¡¡~rosos. Recordemos en primer lugar al pIÚlcipe Argos (Argos panoptes: el que
10ve todo), cuyo cuerpo estaba cubierto de ojos -un centenar según algunas fuen-
tes-, ro que le convertía ~n el sfulbolo de la vigilancia perpetua, ya que cuando
dormía no los cerraba todos. A este poder sobrehumano hay que atribuir sus nu-
merosas hazañas (la liberación de Arcadia, la destrucción de la monstruosa
Equidna, etc.) y su reconocimento con la jerarquia de príncipe. Zeus decidió ma-
tarle y envió a Hermes 'Dara que con el sonido de su mágica flauta le durmiera
cerrándole todos sus ojos·. Así se hizo, en un epiSodio que asocia significativamente
los estados del sueño, la ceguera y la muerte. El mito de Argos se ha leído taIllbién
como un slmbolo del cielo cubierto de estrellas que· vjgi1an a los hombres. .
Ejemplar acerca del poder de la mirada es tambi6n el mito helénico de la
Medusa, la más L'1lportante de las tres Gorgonas, cuya terrible mirada convertía a
los hombres en estatuas de piedra. Mientras el fabuloso basilisco -mitad gallo y
mitad serpiente-, que menckna la Biblia, era capaz de matar con su m1"ada. Estas
elocuentes metáforas fantásticas acerca del poder de la IIrirada instituyeron el mal
de ojo en el acervo de la cultura nigromáD.tica occidental. El vestigio amenazador
o dañino de la mirada ha pernvjdo en nuestra cultura moderna y pos~tológica,
en la que mirar fijamente a una persona es considerado un acto de insolencia o de
mala educación. También el único ojo frontal de los Cíclopes era signo de su poder
sobrehumano, pues más que una. carencia, su ubicación en el centro de la frente
y ante el cerebro lo vincula a toda la mitologia oriental del tucer ojo, capaz de ver
el aura de las personas, popularizada en Occidente desde 1956 por elIama tibetano
T. Lobsang Rampa.3
Los Oclopes forjaron las armas de los dioses (el rayo de
Zeus, el tridente de Poseidón y el casco de Hades), por lo que se han asociado al
recu.:rdo de los forjadores de bronce de la Hélade primitiva, explicándose así su
único ojo por el parche con que a menudo se protegen los herreros un ojo de las
clllspas que brotan del yunque.4
El ojo frontal mitológico remite, desde el punto de vista filogenético, al «ojo
parietal» u «ojo pineaI» que lOS paleont610gos han descubierto como tercer ojo
ceuital en casi todos los vertell !ldos del triásico, ubicado sobre el cráneo para que
aquellos lejanos reptiles y anfibios pudieran observar su entorno desde sus escon-
drijos en el lodo. El hombre actual conserva un vestigio de aquel órgano.atrofiado,
la glándula pineal (o epIfisis) del cerebro, a la que ya la antigua literatura india
atribuia la facultad de regular la clarivjdencia y la meditación, mientras que· Des-
cartes la consideró como sede del alma humana. Hoy sabemos que esta glándula
produce una hormona que controla muchas funciones del organismo, entre ellas
la actividad sexual y el sueño. No es demasiado extraño que el ojo.pineal de aque-
llos antepasados del hombre reapareciera en algunas viejas mitologías, desplazado
3. El terca ojo, de Thuesday Lobsllllg Rampa,'Ediciones Destino, S.L., Barce-
lona, 1958.
4. Diccionario de mitolo::(a c1dsica~, de Constantino Falcón jylartinez,Emilio Fer-
nández-Galiano y Raquel López Melero, Alianza Editorial, S.A., Madrid, 1930, p. 143.
desde lo alto del cráD.eo hasta el rostro, sede de la expresivjdad humana. Así, el
ojo frontal del CIclope con connotaciones belicosas reaparece, como ya adelan-
tamos, en Siva, la divinidad hindú representada siempre con un tercer ojo frontal
colocado verticalmente. En la mitología brahmánica en que se inscribe, este tercer
ojo está asociado a la idea de destrucción según la triada hindú creación-conser-
vación-destrucción. El poder de esta divinidad fue creciendo, hasta que en una
modalidad del brahmanismo se convjrti6 en el dios supremo, dando nacimiento a
la seéta del sivaismo. Desde el punto de vista de la simbologia, el Lingam hindú
(signo del falo), cargado de connotaciones de poder, representa a Siva.
Tambi6n la cosmogonía judeo~a ha estado habitada por la obsesi6n
de la mirada y de supoder. Recordemos que en el Génesis, Jehová inicia su obra
de Creación con la luz, condición necesaria de toda vjda. En este mito primigenio
la In:hace posibl~ visi6n>-que_vjene a seuequisito previo. de vida. Este juicio
que a corroborado por la condena dedos ángeles rebeldes ala pena má.'tima de
la oscuridad, que es un elemento dramático esencial en El parafso peraiáo, de
Milton.~ Asimismo en el Avesta persa, Mitra, deidad central, es presentada como
el genio de la luz celeste. También en el Antiguo Testamento la omnivisión de
Jehová es utilizada como sinónimo de omnisapiencia: «cuyos ojos estáD. abiertos
para ver todos los caminos de los hombres» (JerelIÚas, 32-: 19). Acorde con esta
tradición, el ojo del Dios de los cristianos es un ojo omnisciente, y en la pintura
renacentista, inscrito en un triángulo, se utilizará como slmbolo de la Santísima
Trinidad. Asimismo, el ojo es sfulbolo del Sol (fuente de vida) en las mitologías
bretona y ga~liea, desde donde se desplazará a la francmasonería, y resumiendo
la genealogía del símbolo, Cheyalier y Gheerbrant concluyen: «El ojo 'Ónico sin
párpado, como símbolo de la esencia y del conocimiento divino, inscrito en un
triángulo es un simbolo tanto cristiano como masón.,.6 En la cultura islámica tam-
bién Dios fue denominado EI-Barfi' (el que todo lo ve) y Er-Raqfb (el que todo lo
observa).
~~tos mitos y slm1?2.10~,
culturas mUl alejadas entre sí.J:xpre~aroE
en lenguaje fabulador y precientífico la importancia fundamental de la vista para
fa esencia y la supernvencia hümañas. Esta coñViccl6n penetrarla tamb~én en la
cultura popular moderna, cristalizando en numerosos aforismo, refranes y pro-
verbios. Efectivamente, la sabiduría popular castellana ha g~nerado dichos tan elo-
cuentes como «El ojo del amo engorda al caballo» (o la vista como instrumento
de vigilancia eficaz, acorde con el mito de Argos); «Ojos que no ven, corazón que
no siente» (la visión del ser amado como condición para el estímulo de la afecti-
vidad) ; «Ver para creer» (la vjsta como sistema de conocimiento y de certificación
auténtica) y «Y¡vjr para ver»- (expresión del protagonismo de la visión en el co-
nocimento y en la experiencia humanas).
No es por lo tanto un azar que Sófocles eligiese precisamente la mutilaci6n
de los ojos como la más espantosa amputación imaginable, al infligir a Edipo esta
terrible autopunición por sus crímenes de parricidio e incesto. Es evidente, por
otra parte, que Luis Buñuel conocía el significado y las implicaciones de la muti-
lación visual cuando rodó Un perro andaluz (Un chien andalou) en 1929.
·s. El dngel caldo, de J. Jim~ne2,Editorial Anagrama, Barcelona, 1982, pp.1B-19.
6. Dictio7l1'lairt des Symbol •• , dI: Jean Chevnli~r y Alain Gheerbrant, Robert Lat-
tont Éditeur, Pans, 1982, p. 687. ,
1...  ~
1
La món en el sistema SI!DSOrJal i=C:t::m;Tl2.ci6n ('('TIl~aY'ld~_mm.plemeTltaria del tacto o del ofdo_9Po~ otr. !='".rt'!,
lalntegra-::ión de la información vi..sual y de la táctil en la percepción de e:rtel!sio~ss
y de superlicies hace muy razonable la hipótesis de Merleau-Ponty de que la «tac.
tilidad pura» de los ciegos congénitos sea un fenómeno muy pa..-ticular y diverso
de la tactilidad integrada del vidente.
De todo lo dicho se desprende que el sentido de la vista se integra en un
sistema o equipamiento sensorial complejo del ser humano. Analizando este sis-
tema sensoriai es posible establecer una jerarqufa d-!:los diferentes s¿;ntidos en
función de su a) complejidad informativa, y b) capacidad de autonomia de sus -
representaciones o respuestas- con respecto a eStados emocionales. Siguiendo así
la terminología de Heacfpodemos habl2r de sensaciones protopáticas (o primitivas)
yepicrlticas (o complejas), que corr~ponden además a fase:; consecutivas de la
evolución biológica de los sistemas sensoriales. El gusto 'j el Qlfato son así sentidos
primitivos, poco complejos y de acción emocional, siendo el olfato el más arcaico
de los sentidos capaces de detettar cambios del medio a distancia. Por ello el olfato
desempeña para mucJ¡os marnfferos un rol esencial en el reconocimiento del te-
rritorio, en la sexualidad y en la detección ~mo agresor o como presa- en la
operación de la caza. Tal importancia pers13te en los llamados «niños salvajes»
(hamo fzrus), como descubrió asombrado el doctor Jean Itard, al Qbsen~ que
'lictor mostr.aba «un hábito obstinado a olfatear todo 10 que se le presenta, incluso
los cuerpos que nosotros consideramos inodoros». 10 La importmt:ia de esta foJ!lci6n
se ya modificando con la evolución de 183 especies 'j, en el caso dl!l hOffib.e, 3'~
devaluación estuvo asociada a la adqcisici6n de la estación erecta, que lo alejó dé
los lugares interesantes para oliatear-.
Volviendo a la importancia relativa del sentido de la "lista, se observa sin
dificultad que la extensión en el córte;¡ del área de proyecci6n visual de los ma-
mfferos tiende a aumentar en relación con la entera superficie cerebral a medida
que se asciende en la escala evolutiva, mientras otras áreas sensoriales tienden a
reducirse. En el caso del ser humano, la a.dquisici6n del lenguaje a..-ticulado fue
un factor tu'.damental e irreversible en la nueva rejerarquizaci6n de los sentidos,
desfavoreci~ndo a los menos complejos y más emocionales en favor de los más
complejos y con mayor potencialidad intelectual.
El tema de la transformación de la función y de la jerarqufa de los s!ntidos
nos conduce de un modo natural aJ. de la evolución- del órgano de la visión, que
ha sido uno de los ~emas centrales de la reflexión evolucionista. Ya Dmwin S~
QCUPÓ de este ¡u¡unto en El orig~n de las especies por medio de la selección Ilatural
y advirtió toda su complejidad al evacuarlo escribiendo que «el saber como UD
nervio ha llegado a ser sensible a la luz, apenas nos concierne más que saber cómo
se ha originado la vida misma». Pero dos párrafos más abajo diseña el principio
de la evolución visual a partir de organismos inferiores que, sin presencia d,~n·!r-
vios, son capaces de percibir la luz (aunque no imágenes) a trav~ de pigmentos
fotosensitivos. El desarrollo de-un nema 6ptico rodeado por células pigmentarias
y recubierto por piel tr¡u¡lúcida, pero sin cristalino ni otro cuerpo refringente, cons-
Las vjvencias que la psicologia denomina sensacione;r son la fuente principal
de información y de conocimiento del mundo exterior y de nuestro propio cuerpo,
y hacen posible además su interrelación mutua. Se denoininan senSaciones e.-rte-
i roceptivas aquellas que comunican al hombre, por medio de circuitos nerviosos,
con el mundo exterior. ~-este grupo-pertel:ecen dos sentidos que actúan por con-
tacto físico, que son el tacto y el gusto, JAres que actúan a distancia, el oído, la
vista y el olfato, cuyas te~aciones_nerviosas son estimuladas por moléculas emi-
tidas por el objeto oloroso-:-EstOsUltimos sentidos transespaciales y por ello anti-
cipatorios permiten la teledetecci6n, con toda su estela de consecuencia biosociales
(previsión, autoprotección. etc.). Cada sentido es fuente de vivencias muy di-..:ersas
y dificilmente (o muy convencionalmente) traducibles al lenguaje verbal. Com-
parando los diversos sentidos, Aristóteles, en De Anima, era víctima de un em-
pirismo ingenuo cuando consideraba al tacto COiIlO el sentido fundamental del
hombre y de los animales, porque los otros sentidos perciben a través de un medio
transIIÜsor y pueden por ello ser engañadOS.' Obvjamente, en tiempos de Alis-
tótele3 se sabia muy poco acerca de las alucinaciones táctiles y de las parestesias.
Se sabia ya en cambio que las vjvencias suministradas por cada sentido son espe-
cíficas y diferenciadas, conocimiento perfeccionado modernamente a través de la
e:x.periencia de los ciegos congénitos operados de cataratas, que muy raramente
pueden reconocer por la visión objetos que les son muy familiares por el tacto y
admiten maravillados, por ello, que la e;tperie.ncia táctil no era suficiente para su-
ministrarles un verdadero conocimiento de las formas en el espl!Cio. Como señala
Merleau-Ponty, «cada órgano de los sentidos interroga al objeto a su manera».B
OHooós' moaos';en deséarglnreADSt6teles debe señalarse qu'c''joséijiéIfiñe'ñtos
de laboratorio han demostrado que el sentido del tacto es el más poderoso auxiliar
y complemento (corrector) de la vista, junto con el ofdo, auxiliar en la determi-
nación de distancias y direcciones a través de la información acústica. Su correcta
coordinación integra al hombre normal en un espacio homogéneo y coherente y,
empleando UD símil cibernético, podrla añadirse que el cuerpo humano está for-
mado por un conjunto de servomecanismos coordinados entre sí y autorregulados
por órganos de control e información tales como los ojos, los oldos, etcétera, que
le gulan en sus activIdades en el ~pacio y en el tiempo.
Para orientarse en el espacio resulta también esencial la información su-
ministrada por las sensaciones propioceptivas (o sensaciones del propio cuerp,o)
procedentes del s13tema muscular y de los aparatos de la sensibilidad vestibular
ubicados en el oído interno y responsables del equilibrio corporal, que se hallan
estrechamente relacionados con la vista, para i!!formar al indivjduo de su situación
en el espacio. Pero esta compleja coordinación de informaciones sensoriales está
jerarquizada, otorgando el sujeto normal la ~ayor fiabilidad a la vista, en contra
de la opinión sustentada por Aristótele3 y por Berkeley. Sólo cuando la infor-
mación visual es ambigua, equívoca o insuficiente, el sujeto trata de resolver su
7. Obras, de Aristóteles, Agcilar, S.A. de Ediciones, Madrid, 1964, p. 374.
B. Fmomenologla de la percepción, óe Maurice Iv.Ierieau-Ponty, Ediciones Penin-
sula, Barcelona, 1975, p. 238.
9.• Visión and Touch», de Irving Rock y Charles S. Ha.."Iis, en Perception: M~-
chaJlisms and l,.Jodels, W. H. Freeman and Ce., San Frimcizco, 1972, p. 269.
10. Les En¡anls sauyuges, ¡¡'Iythe ei rtalilé, de Lucien Malsan, Unian G~lléT!'-J~
~'~rH~l'n~ 'PQ"l"'fe- ,o~ 1"1 ''l.«¡
tituyó un gran progreso estructural.u Bergson dedicó también unas páginas me-
morables a este status lIascens del ojo en el infusorio, en donde la vjsi6n «se reduce
.a ia simple impresionabilidaJ (casi puramente química) d~una mancha pigmen-
taria a la luz», estadio arcaico desde el que evoluciona hacia la progresiva com-
plicación del órgano y de su función. u ..
Atinque es muy dificil reconstruir el proceso evolutivo del órgano de· la vi-
sión, es razonable aceptar que el fotorreceptor primitivo, acaso una mácula foto-
sensible en el ectodermo, fue evolucionando funcionalmente ante los retos· suce-
sivos de la selección natural. Puesto que la detección de la luz era relevante para
la supervivencia de organismos en varias etapas de la evolución :filogenética, puede.
admitirse que al principio el órgano de visión debió de proporcionar info¡;mación
únicamente acerca de la orientación de la fuente de luz y luego par~ reaccionar
ante la presencia de una sombra que indicaba la presencia de un depredador, tanto
.más cercano cuanto mayor y más intensa fuese la sombra, lo que consti~yó el
inicio de la percepción de la distancia. Desde este estadio arcaico, cada mutación
del órgano de vjsión respondió a una adecuación más funcional para la supervi-
vencia del organismo, evolución que condujo desde la información de luz y de
sombra, capaz de revelar to~=ente distancias, a la detección del color, de las
Íormas y a la estereovjsión. h.lejándonos de estas zambullidas en los ongenes del
órgano de la visión señalemos un dato bien conocido por la embriología, a saber,
que en los vertebrados el ójo comienza a desarrollarse en el embrión ant~s que
ningún orro órgano, en rl!Zón de su superior complejidad morfol610gica.
La evolución del sistema visual se produjo, como se ha dicho, en función
de las necesidades que le planteaba el medio, en relación con la supervivenc.ia del
individuo. No es casual, por ejemplo, que ante los cambios de luz la pupila humana
se contraiga más rápidamente que se dilate, favoreciendo al mecanismo de pro~
tecció;:¡ urgente desarrollado para defender alojo ·de la agre:Jión de una lUz ex-
cesiva. Del mismo moda, es plausible que muchas propiedades de las percepciones
visuales que eran irrelevantes para la supervivencia durante la evolución animal,
fueran inhibidas por las especies durante su prolongado proceso de interacción
adaptativa con el medio. Esto explicaría, por ejemplo, que los felinos no pOsean
,isi6n de los colOres, porque no la necesitan, pero que gocen en c~bio de una
gran agudeza en la oscuridadlJ
y posean una gran sensibilidad vjsual para de~ectar
los menores movimientos, muy funcional para la caza. AnálogameDt~,los trabajos
de los et6logos nos ban demostrado cumplidamente que el reconodmiento de las
Íormas en las especies animales es función de su relevancia biológica. Más con-
cretamente, nos han demostrado el reconocimiento innato en casi todos los ver-
tebrados de estímulos ópticos especfficos para su supervivencia biológica, en ám-
11. El orig~n d~ /as t.rpe~ por nudio de la selección natural, de CharlesDarwin,
Editorial Calpe, Madrid, 1921, tomo n, pp. 27 y ss.
12. L' ÉvollJtioll crlarrice, de Henri Bergsori,Presses Universitaires de France, Pa-
ns, 1981, pp. 61 Yss.; versi6n castellana, La evolución creadora, Editorial Espasa-Calpe,
S.A., Madrid, 1973.
13. Entre los simuJ¡icrosofrecidos por los medios audiovisuales de comunicaci6n
de masas de la visión animal, retengamos por reciente y curiosa una escena de El beso de
lapantera (Cal Ptople), film de 1931 en el que Paul Schracler:fingi6lassensiblesalteraciones
o::ro!!látic!!.!
de la visión de la pantera respecto a la humena mntipulan~o electr6nicamente
los colorescon un magnetoscopio.
bitos tales como la nutrición, la caza y la elecci6n de hábitat. Los et610gos llEUDan
a tales estímulos desencadenantes perceptivos de respuestas neurológicas innatas .
Asi, el calamar sólo ataca a los cangrejos que nadan ~ente a él y de los que se
nutre, pero no repara en los que se Irrastran por el suelo; o la rana sólo percibe
los insectos que constituyen su a,limento cuando están en movimiento, pero no los
percibe en estado de inmovilidad, pudiendo perecer de hambre ante ellos. Este
car~cter tan especffico de los estímulos vjsualcs capaces de activar las respuestas
del l!IÚIllal conducentes a SIl s'lpemvencia implica severas incapacidades percep-
tivas. Como la ÍIlcapacidad, mencionada por Lorenz, que tienen ciertos animales
para reconocer objetos ÍIlvertidos,14 que coincide con la incapa<;idad, señalada por
Piaget, que tiene el bebé para reconocer la tetina del biberón invertida. u O la
incapacidad de ciertos animales para establecer una distinción entre el objeto y su
fondo, por lo que perciben como un objeto distinto a un mismo estímulo situado
sobre fondos diferentes.16 En otras ocasiones, la dependencia grosera de un es-
tereotipo visual muy primario puede conducir a errores tan divertidos como la
confusión que el bañador negro que· Lorenz lle'laba en su mano produjo en sus
grajillas, que 10 percibieron como el cadáver de un cómdo y reaccionaron de modo
especffico.17 Es interesante observar que esta confusión por indiferenciación es
usual también en la etapa preverbal de los niDos, antes de los dos años, que pueden
sustituir fácilmente al osito de felpa por una bayeta de felpa, en vjrtud del carácter
definitorio otorgado selectivamente a la que para ellos es la cualidad más relevante
y reconocible de aquel juguete. la
El tema de las respuestas innatas a estímulos visuales especfficos, relevantes
para la supervivencia, ha merecido también una amplia reflexión gracias al lla-
mativo experimento del precipicio visual, realizado con niDos de corta edad. Este
experimento demuestra hasta qu6 punto un niDo pequeño es capaz de reconocer
precozmente mediante la vista el peligro de profundidad de un abismo, detenién-
dose en su borde, aunque sea llamado por su madre desde el otro borde. Concre-
tamente, desde que es capaz de gatear, en tomo a los seis meses, el niño es capaz
de reconocer tal peligro, gracias a la interpretación de la información visual acerca
de la profundidad espacial y aunque no haya visto nunca un precipicio antes,19Este
experimento incide de lleno en la po16mica entre nativismo y empirismo, de la que
nos ocuparemos luego.
Los datos aportados hasta aquí acerca de la estimulación visual en muchas
especies animales conduce al tema del relativjsmo de la .imagen del mundo, sin
necesidad de caer en la falacia antropocéntrica, que consagrarla la visión humana
como la correcta, sobre la que se medirían las otras visiones desviantes. Pero pién-
sese s610 en la extraordinaria agudeza visual de las aves rapaces que cazan desde
14. El comportamiento animal y hltmN10, de Konrad Lorenz, Plaza de Janés, S.A.
de Editores, Esplugues de Llobregat (Barcelona), 1972, p. 143.
15. La percepción, de Paul Fraise y lean Piaget, Editorial Paidós, S.A.I.C.F.,
Buenos Aires, 1979, 132.
16. El comportamimto cmimal y h¡¡;nano, cit., p. 203.
17. El comportamitllto animal y humano, dt., pp. 25 Y133.
18. Sensación y percepción, de A. R. Luria, Editorial Fontaoella, S.A., Barce·
lona, 1978, p. 108. .
19.• The visual Clifi., de Eleanor J. Gibson y Richard D. waJk, en P:rc:ptÍOl!:
Mechanisms and Modeu, cit., pp. 341y ss.
T
.
:.rancie~alrur8S, y prouul,,;iua Pu! wl&. t:Jc'f&d1oimc. dan:;ic:¡d, d~ ::::=.c: ~~ ~l! I~~J
ara deslizarse por el vértigo de les m=do,; ·,i.;;¡ales posibles. O r:cuérdese b
-.¡ovilidad del globo ocular que permite a ciertos saurios la retrovjsión negada al
lombre. O pi~nsese en la abeja, que no distingue el color rojo, pero si las radia-
:ones ultravjoletas, invjsibles para el hombre, radiaciones que también son de-
,:ctadas por los ojos del águila. Por no mencionar a las serpientes dotadas de ter-
'lorreceptQres, sentidos ubicados en dos fosetas deb.ajo de los orificios nasales y
.lya función es la de percibir y localizar las fuentes de calor, de modo que aun en
' oscuridad total pueden detectar y localizar a cualquier animal que emane calor.
.a imagen térmica que del mundo perciben estos animales nos es literalmente ini-
laginable. Pero sin necesidad de recurrir a otras especies ya ejemplos tan e:ró-
';cos, pensemos en los interesantísimos «niños salvajes» habituados a vivir en la
ombra o en la nocturnidad, como el Victor estudiado por el doctor Itard, que han
dquirido capacidades fisiológicas propias de la especie animal que les prohijó y
·tenten su vista herida por la luz demasiado intensa, a la vez que demuestran gran
.gudeza en la oscuridad.lO Este ejemplo adaptativo ofrecería un interesante con-
¡aejemplo a la tesis nativista inducida por el experimento de} precipio vjsual efec-
-uado con niños pequeños.
Si hay muchas maneras de ver el mundo, e incluso muchos medios de reacn /
ionar de forma refleja y específica ante ciertas estimulaciones visuales, será bueno J/í
'reguntarse por qu~ el ser :humano ve al mundo en la fo=a en que lo ve. y la ~ {'
espuesta a esta pregunta vuelve a suministrárnosla la evolución. Muchos men:úc-l .J,
"ros que eran presas de carnívoros habían desarrollado un mecanismo especffico
~e vigilancia visUal, con ojos laterales, cada uno con moYlmiento independiente,
. con un campo de visión panórámica de casi 360°. Pero la necesidad de la visión
,anorámica protectora dism41uyó en el curso de la evolución para aquellos am-
"lal!lScapaces de encaramarse a los árboles, como los primates, o para aquellos
..anvertidos en depredadores, como los felinos. En los animales de ojos laterales
visión panorámica, el área visual solapada por ambos ojos (área binocular) es
'luy pequeña o inexistente, por lo que carecen de visión estereoscópica, mientras
.¡ue los primates, monos antropoides y seres humanos, con ojos frontales y un
ampo de visión de unos 180°, cuyos movimientos oculares están además coordi-
~ados, poseen un amplio campo de convergencia binocular favorecido adem'ás por
.4 pequeñez de su nariz. El origen arborícola del hombre hizo que tuvjera qle
'esarrollar para su supernvencia un control preciso de los moYlmientos de sus
·'razos y manos, para sus tareas de sustentación, de recolección de alimentos y
Jtras manipulaciones. Los ojos frontales y la visión binocular optimizan por tanto
s condiciones estereoscópicas para el cálculo de distancias y para la ubicación
)recisa de objetos en el espacio. La prueba de esta capacidad la ofrecen a sel'.su
.ontrariolos hemianópsicos, pacientes que disponen tan sólo de la mitad del campo
isual, y que por ello cometen errores y no atinan al ir a coger un objeto. En
esumen, los ojos frontales son tipicos del animal cazador y del hombre, mientras
os ojos laterales y la vjsión panorániica son más funcionales para la vjgilancia de
)s herbívoros que son presa de bestias carmvoras. y de este dispositivo óptico se
lerivan dos modos de percepción visual radicalmente distintos: el de la precisión
~5t!:reosc6pi::a y telcm6trica de los amos y el d~ la extensión difusa de las vfctima3.
El prQoCe5o
visual hum!l.llQ
Incluso ia aproximación má.; superficial z.l s~::¡ne. yiS""..lal
~:.=:.n:- ~~'/:la s":!
extraordina..-ia complejidad y sus más aparentes paradojas. En efecto, al sentido
común vulgar sorprende en g¡-anmanera que las d,.· imágenes cóncavas Íormadas
en ambas retinas, bidimensionales, invertidas y de :amaño minúsculo, den como
resultado perceptivo una única imagen, tridimeDSional, enderezada, de· «tamaño
natural» y e:rterior a los ojos. Es decir, entre la imagen retinal y la percepción del
sujeto parecerlan abrirse unas diferencias, y por tanto unos procesos de elabora-
ción, extraordinariamente complejos. Para con¡enzar a aclarar estas diferencias
observemos que la imagen retiniana es un fenómeno óptico, mientras que la visión
es un proceso fisiológico, que desemboca en un percepto (vivencia), aunque este
proceso, que a continuación describiremos, no puede desarrollarse sin el estimulo
previo y necesario de aquel fenómeno óptico.
Comencemos por recordar que los sentidos humanos son aparatos recep-
tores altamente especia1i:zados, sensibles por ello a un tipo de estimulo (a '.IDa
fuente de energía incidente) y no a otros. La vista, que tiene su sede en la retina
del ojo, está especializada en reaccionar a las ¡:adiaciones electromagnéticas lla-
madas luminosas, es decir, a aquellas cuya longitud de onda está comprendida
entre 7.800 angstroms (que corresponden a la sensación delrojo) y 3.600 angstrom3
(que corresponden al vjoleta). Los psicólogos asum"ln que esta porción vjsible del
espectro -que cubre sólo lfTO de la e;rtell3Í6n total del espectro electromagné·
tico- es la que tiene importancia biológica y adaptativa para la especie humane.,
la cual no registra ópticamente en caIIl;bioradiaciones de longitudes de onda ma-
yores (detectadas por la piel como sensaciones térmicas), ni las iníeriores (los rayos
:Xj. Pero podría especularse con las eventuales ventajas de ver el calor o el intetior
del cuerpo humano, características sensoriales que podrían fundamentar una an-
tropología y una cu1~a muy diversas de las actuales. Algunos fenómenos atípicos
nos ofrecen pistas para esbozar lo que podrlan ser estas visiones alternativas, como
los casos conocidos de fotosensibilidat:/. Cíomática de la piel, fenómeno de fotos en-
sibilidad inespecffica que permite a la epidermis la percepción de matices del CD-
lorido, o aquellos pacientes operados de cataratas y a los que se les ha reemplazado
el cristalino amarillento (que actúa por lo tanto como filtro cromático) por una
lente artificial corregida que permite el paso de las radiaciones ultravioletás, in-
visibles pata el ojo normal.
La energía que activa a los fotorreceptores de la retina ha sido d~nominad::l
1~IZ. y el hombre ha denominado blanca a aquella luz, dominante en su entorno
físico, cuyo espectro se parece al solar. La elección de este patrón, fruto de una
dependencia natural, se llevó a cabo muchos siglos antes de que se descubriese
que la sensibilidad cromática del ojo humano coincide precisamente con el espectro
de la luz solar, coincidencia que no se puede considerar azarosa (fig. 1).
Aclaremos que no existen objetivamente objetos coloreados, sino supero-
cies de objetos que absorben ciertas radiaciones lumlnosas y reflejan otras en di-
rección al ojo del observador, siendo precisamente la longitud de onda de la luz
reflejada la del color al que se atribuye como cualidad característica de la superficie
reflectante. No hay en realidad objetos rojos, sino objetos que r~flejan la luz roja.
La inve ,tigación de la naturaleza de la luz cubre varios siglos de perplejidad
en la historia Je la Física. Newton la deñnió como un flujo de corpúsculos que se
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.ibilide.d del ojo y al e:¡pc= dc la
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desplazan en el vacio a 300.000 kilómetros por segundo, corpuscular.",dad que le
permitia explicar los fenómenos de la reflexión, la refracción y la disp·:rsión de la
luz. Enfrentándose a esta hipótesis, Huygens de:;arrolló su teona de la 1m con-
cebida como onda, lo que le permitía e:xplicar en cambio su propagación rectilinea
en un medio hOn;logéneo. Esta dicotomía bloqueó los avances en este terrenO,
hasta que Ma.nvell, en 1855, definió a la luz como una ollda de naturaleza elec-
tromagn~tica, y al insertar así a la luz en un espectro muy vasto de' ramaciones
electromagnéticas vjsibles e invjsibles, cambió su anterior estatuto. Como escribe
B~rnard Maitte, «de objeto científico se convjcrte en sensación».21 o/Iaxwell de-
mostró también que todos los colores se pueden obtener a partir de' mezclas de
aZul, verde y rojo, y que el daltonismo consiste por t~to en la falta de percepción
de uno o dos de e~tos colores. Tras los hallazgos fundament3.J.es de Mairwell, Eins-
tein postuló en 1905 la e:ristencia de partículas de energía para explicar el qecto
fotoeléctrico. En 1923 estas partículas de luz, que parecenan dar la razó~ a Newton,
SOnbautizadas como fotones. Con esta formulación, ·si los fenómenos de p~opa-
gación de la luz a través del espacio y el tiempo quedaban bien explicados por el
modelo ondulatorio, los procesos de su absorción y emisión por la materia encon-
. traban su mejor e;ocplicaciónen el modelo corpuscular. Ante la renacida dicotomía
de la luz concebida como onda o como corpúsculo terció Louj:¡ De Bro~e. De
Broglie observó que el efecto fotoeléctrico había conducido a desarrollar la teona
corpuscular de la luz, pero que la teona de los fotones no explicaba en cambio los
fenómenos de la interferencia ni de la difracción; por ello propuso armonizar am-
bas teorias y definir al fotón como una partícula de luz que posee 3 la vez las
propiedades de los corpúsculos (unidades materiales discretas dotadas de movi-
miento) y de las ondas (radiaciones ondulatorias), propuesta que rompfa con todas
las premisas de la mecánica clá!ica y cuyo estudio es el objeto de la mec4nlca .
O.'ldl!/aIQiia.22
21. La Lumit7~, de Bemard Maitte, Éditions du Scuil, Pam, 1981, p. 296.
22. OnlÍ!!.!, ccrpll:;cuIo.s y mecdnica ondulator'.a, por Louis De Broglie, Editorial
ESl'asa·Call'~, S.;'.. , Madrid"] :BUCIlOS Añes, 1949, pp. 76-79.
El aparato orgánico que la naturaleza ha desarrollado para detectar esta
mod1ilidad d~~.ü~rg1a electi"o¡n¿¡¡¡:ttica ~4 :1 ojo. El eje !:~~O ~~ü.L ór-gQ.¡¡G d~
forma esférica debido a la presióo delliqcido que contiene, de ur¡os 25 milimetros
de diámetro .. Está formado por tres membranas: la esclerótica, la coroideJ y la
retina (ñg. 2). La esclerótica, que es la más externa, es una membrana semirrígida
de función protectora, cuya parte frontal (córnea) es transparente, para permitir
el paso de la luz al interior del ojo. La coroides es una membrana vascularizada
cuya función es la de nutrir la retina. Y la retina, a la que dedicaremos luego mayor
atención, es la membrana interna fotosensible, que recubre la parte posterior del
ojo, y que recibe la luz incidente que ha atravesado la córnea a trav6s de la apertura
variable de su pupila. Desde el punto de vista estructural-funcional, el ojo está
compuesto por dos partes: 1) el elemento fotosensible o retina, que es su parte
esencial, pues transformá la energía luminosa incidente en energía nerviosa elee:-
troquimica transmitida al nervio óptico, y 2) los mecanismos ¡nuiliares de carácter
motor, como la lente dilatable y refringente denominada cristalino, responsable de
la acomodaCión de la visión a la dist~cia, y el iris, que situado entre la córnea y
el cristalino actúa como diafragma, regul~do la intensidad de la luz admitida (con
un diámetro entre 2 y 8 =), así como Jos músculos oculares responsables de la
movilidad del aparato ..
El aparato descrito abarca un campo vjsual de forma más o menos ovalada
de unos 170· en su horizontal y unos 150· en su vertical, debiendo entenderse por
campo vi,,-¡JaZla
zona de espacio exterior en la cual el ojo puede ver objetos cuando
se encuentra fijo y no Iota en su órbita. Esta selectivjdad o limitación espacial del
aparato visual hace que cada observad.or inmóvil pueda ver un panorama acotado
CEJA
PARPAOO l~
MUSCULO
CILIAR
COR~IEA3II(
CAMARA ANTER 10R
IHUMOR ACUOSO' .. ,,_
CRISTALINO ...,
11115 ~
l. Di~JI1IlILl del ojo humano, segün James J. GibsOll (LD percepción dll mundo visual)
situado ante sus ojos, pero no a su espalda, o demasiado lejos, u oculto, que son
campos visuales potenciales a Jos que, según ia terminoiogía cinematogniñca, se
les puede considerar off (o fuera óe cuadroj, en donde la vjda sigue fuera dei
alcance visual de tal observador, constituyéndose en un· mUndo que puede ser co-
nocido, pero no vjsto.
r.etina, como ya se ha visto, es el elemento fotorreceptor y,.por ello, l~
parte esencial del órgano de la visión. Está formada por unos 130 millones de
células. que actúan como minúsculos elementos fotorreceptores, los conos y los
bastoncillos. Los conos, cuyo número asciende a unos 6'5 millones en cada retina
y que se hallan concentrados en una depresión de 1=1formada en su.parte
central (fovea centralis), son activados por la luz intensa y son responsables de la
i ·1 percepción cromática y detallada de la visión diurna. Los bastoncillos, en número
; de unos 125 millones en cada retina, se activen en la penumbra, pero aunque son
¡ ) 500 veces más sensibles que los conos son insensibles al color y proporcionan una
I~ imagen menos detallada, por lo que operan sólo en la visión nocturna o crepus-
I cnIar, de carácter acromático. Lo que en realidad la luz impresiona en este proceso
¡ son las moléculas de pigmento existentes en sus membranas. Además de la ro-

dopsina, sustancia fotosensible a bajos niveles de luz y que se halla en los baston-
cillos, existen sólo tres tipos de fotopigmentos en los conos, sensibles respectiva-
mente el azul, el verde y al rojo, sin que tan bajo número de transconductores
bioquímicos sea obstáculo para permitir la percepción de todos los colores y sus
matices de la gama cromática. Es digno de señalarse que los fotopigml!l'.!os son los
mismos en todos los animales dotados de visión, Íormados por moléculas de vi-
tamina A y proteínas (llamadas opstnas). La energía absorbida de la.luz por estos
fotopigmentos genera una <l6bilcorriente bioeléctrica que es transmitida al nemo
óptico, cuya integración con la retina e5 tan grande, que este fotorreceptor ha sido
juzgado en numerosas ocasiones como una verdadera e;rtensión histológica del te-
jido nervioso del cerebro.
Antes de seguir adelante con la conducción de la energía bioe16ctrica desde
el nervio óptico al cerebro, detengámonos brevemente en la función del ojo !m~l
proceso de visión. ~ luz que penetra en el interior del ojo se de~;eiil..m va
riables: por su long¡.tud de onda o frecuencia y por su intensidad o , carac-
tenmcas que determinan reacciones fotoqufmicas en las c6lulas retinianas en las
que incide. La heterogeneidad de caracteósticas de las.radiaciones de luz -refle-
jadas por los objetos del campo visual-, configura en la retina una imagen que
es el correlato, y más precisamente la proyección bidimensional, invertida y re-
ducida, de las formas visibles del campo (de sus superficies y de sus bordes). Dicho
campo está definido por la heterogeneidad de texturas, luminosidades, etc6tera,
que hacen posible su visión, ya que lo que percibimos, en realidad, son diferencias,
transiciones o contrastes adyacentes en el seno del campo visual o, con termino-
logía de Gibscn, gradientes o estimulaciones ordinales.'2J Recordemos que valores
como la agudeza visual o elpoder de resolución definen precisamentC?la capacidad
de discriminar las heterogeneidades o diferenciacione:; en el seno de una imag~n
(de forma, distancia, iluminación, color, etc.). Cuando ante este esquema se es-
~~!::~~~0!!~!~cipitaci6n 'Jn p;a.!al~Jj.cs!!lc)
entr~ ~.1ftJn6.ona!ni~r.t~ d~ !~':~"7!!;r= ::.=.
ru.~!l1:Sdel ojo, q'.le acabamos de describir: y la cáinara fotogr!fi-::a CO!!l'~!l,!:.ay :pe
hacer muchas salvedades, entre ellas: que la realidad que registra el ojo está en
movimiento, cientraS que la cámara fotográfica inmoviliza instantes visuales; que
la emulsión fctoqufurica que la cámara impresiona es una super:5cie autónoma,
mientras que la retina vjene a ser un terminal del nervio óptico, que la COnecta al
cerebro; que la sensibilidad y labilidad del ojo humano son muy superiores a los
de cualquier artefacto óptico o fotoqufmico, ya que puede aumentar o clisminuir
automáticam.ente hasta 20.000 veces para adaptarse a la luminosidad ambiental y
está continuamente acomodando su cristalino a la distancia en cada momento ade-
cuada. Volveremos sobre este tema en el capítulo dedicado a la imagen fotográfica.
Hechas estas importantes salvedades, avancemos desde la retina hacia su
conexión COnel nervio óptico. El proceso fisicoquimico· mediante el cual la energia.
luminosa incidente se convjerte en impulsos neurales, proceso~e se cumple en
unos tres milisegundos, se denomina trClT'.sdllcción de la energf~e al:ú que pueda
decirse genéricamente que los sentidos son aparatos orgánicos ~uctores, que
transforman la energía incidente que les estimula en energía nerviosa TI este pro-
ceso neurorretinal se produce tambi6n la llamada codificaci6n vis¡uu, es decir, la
conversión de las imágenes que impresionan la retina en secuenciss de seiiales
electroqufmicas neurales de determinada frecuencia, que preservan la info1Dlación
óptica recibida en otro código pertinente para ~el ,lescifrado por el ~!cb¡o. Est3S
señale~son la:; que son transmitidas por el nemo óptico hacia el c~r~brD.
~l nervio óptico está f01Dlado por cerca de un millón de fibras nerviosas,
reunidas en un haz compactg que son los axones de las c6lulas ganglionares de la
retina. Debido a esta integraci6n tan íntima ha podid'j !!fumarse que la retina es
una mero extensión del tejido cerebral. Por este nervio se transmiten desde la
retina breves impulsos bioe16ctricos (de una a dos milésimas de segundo) ql1c se
desplazan a la velocidad de unos diez metros por segundo. H. Jacobson estimó
hace años que la capacidad de información del ojo humano es de 4,3 millones de
bits por segundo aunque, naturalmente, la capacidad neurológica del sist~m:apara
procesar esta información es infinitamente menor.24
Más concretamente, la ca-
pacidad del cerebro humano para asimilar información procedente de los sentidos
no excede de los 25 bits por segundo, selectMdad que retiene la información per-
tinente y elimina redundancia, ruido y estímulos irrelevantes o no pertinentes.
La información transmitida por el nervio óptico ell forma de simpl.:;s im-
pu];¡os electroqufmicos se diversifica en formas mucho más complejas al alcar>.,.a¡
las redes neuronales del córtex cerebral. En efecto, Hubel y Wiesel descubrieron
que las neuronas del córtex visual primario están altamente especializadas, ya que
sus respuestas dependen de propi~dades concretas d~ la imagen, tales como la
posición, forma, movimiento, color o contrastes: unas reaccionan a las lfuea. Ct!r-
vas, otras a las agudas, otras a los movimientos del centro a la periferia, otras de
la periferia al centro, etcétera. En pocas palabras: se produce un fraccionamiento
de la detección en rasgos fnfimOli, que se volverán a asociar en estructuras neurales
superiores.

23. La percepción del mundo visual, de James J. Gibson, EdicionesInfinito, Bue-
nos Aires, 1714, pp. 9.5-109. Gibsondefine al gradiente como el aumento o disminuciónd"
alguna cualidad a lo largo de un eje o dimensión dados (p. 107). 24. «TheIniormational Capacityoí the Human Eye>t,de H. jacobson, :n Scienc~,
_ o 11'2 1JZ...l ... _ ... _ ... ..:l ... 1n ..., ....... "'1m ..,1'":1
El trayecto y proceso neural de la vjsión recorre varias etaJ"'asbásicas (figu-
ra 3). Los impulsos electroquímicos generados en las dos retinas :ecorren los neT-
'vios ópticos, encontrándose ambos en una conexión cerebral llamada quiasma,
desde donde la mitad de las fibras de cada nerno ópticq deriva bacia sus hemis-
ferios opuestos, en dirección hacia los cuerpos geniculados laterales, que reciben
así señales procedentes de ambos ojos cada uno de ellos. Desde estos «mezcladores
de señales retinianas», nuevas fibras conducen la información hacia ellirta vis.ua1
en el <:órtex occipital (área 17 de Broclmann). En cada una de las etapas sucesi:"33
de este recorrido neural se produce un complejo proceso de decodificación espe-
cializada y escalonada de las señales recibidas, hasta convertir a la imagen i'etiniána
en significación y vivencia articulada, es decir, en producto psíquico (percepto).
Para valorar cabalmente la importancia de los procesos neurológicos vjsua-
les en el cerebro indiquemos que la super.fi.cie del córtex visual primario del hom-
bre, situado en el lóbulo occipital, cubre unos 15 cm1,siendo con ello la mayor: de
sus zonas sensoriales y un reflejo del protagonismo vjsual en el hombre ya señalado
al comienzo del capitulo. Pero llegados a este punto final de un proceso fisiol~gico,
se abre un interrogante filosófico profundo: ¿por qué y cómo el hombre ve el
mundo circundante? La falacia del cerebro entendido como un terminal neuro16-
gico se deIl1llliba cuando comprendemos que el cerebro no es pro,iamente un
terminal de los circuitos nernosos, ya que en la teona y en la práctica de la ~o-
municación los terminales suponen un sujeto humano observador de los mensajes
que llegan hasta ellos, circunstancia que no se da en el cerebro, que es el sujeto
o destinata¡io final de la información, sin ningún observador posterior. En este
punto deben callar los fisiólogos y los psicólogos, para ceder la palabra a los fi-
lósofos, invitándole:; a e:tplicar cómo una excitación e16ctrica se convierte en !ID
escenario visual, externo y tridimensional.
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3. Trayecto neural de lA illIonnac!6n sum!ol.mad.a por el Cllmpo vi-
sual desde las dos TetinB~r a ambos nervics 6pticos y n la cortez!
vi$ual del cerebro
La visión y la int~llgencia eDla psicología genética
a percepción visual no es un fen6meno estático ni estable, sino una vi-
vencia sensorial evolutiva, sobre todo en la edad infantil. Detrás de este hecho
bien conocido, que aquf examinaremos a la luz de las aportaciones de la psicología
gen6tica, se abre un debate prevjo acerca de cuáles son los elementos innatos, y
por lo tanto naturales y permanentes, y cuáles son los adquiridos, y por lo tanto
empíricos y contmgentes, en el proceso de la percepción visual. La polémica entre
nativistas y empiristas difícilmente se acallará alg¡ll¡ cUa,pues no pasa año sin que
uno y otro bando científico obtengan hallazgos importantes que parecen confumar
y robustecer sus hipótesis. Por ejemplo, la demostrada existencia de algunas ilu-
siones ópticas id~nticas en lo~ humanos y en los animales, incluso situados en es-
tadios bastante bajos en la escala evolutiva, tiende a confirmar la existencia de
ciertas estructuras perceptivas gen6ticas, al margen de cualquier factor cultural.l$
Sin embargo, 105 conocidos e;tperimentos de Hubel y Wiesel COngatitos desplazan
el acento desde el capital genético a la e:tperiencia perceptiva. En efecto, si se
priva a un gatito de la percepción en su entorno de Un~as·orientadas de un modo
determinado (horizontal, vertical u oblicuo), disminuye su agudeza para percibir
en el futuro este tipo de orientación, ya que afecta a la maduración de sus estruc-
turas neurales. Una privación severa de tales patrones durante tres meses produce
una atrofia que afecta de modo irreversible a las conexiones neuronales heredadas
del gatito y modifiCll selectivamente su capacidad (o provoca su ceguera) per<:ep-
tiva. La primera conclusión que puede obtenerse d~ e:tperimentos de este tipo es
que toda estrol:ura biológica heredada posibilita una función, así como también
que toda función efectivamente ejercida condiciona la consolidación o transfor-
mación de una estructura. En el capital biológico que es expulsado del útero las
estructuras anatómicas e histológicas preexisten a su funcionamiento pleno, aun-
que sin un funcionamiento adecuado tales estructuras degeneran o se atrofian en
el proceso vjtal extrauterino. La evolución de tales estructuras, con verdaderos
saltos cualitativos, es producto de la continua interacción entre el sujeto y el medio,
que contribuye a precisar muchas caracterlsticas de cada función. En pocas pala-
braslla prOgramaciÓ~nétiCa del individuo involuciona si no hay una interacción
adecuada con el medio. , para decirlo con palabras de Piaget, «la madui'ación
del sistema nernoso a re simplemente una serie d~osibilidades (y la no madu-
ración lleva consigo una serie de imposibilidades)>>:
Terciando en la polémica entre nativistas y empiristas se ha invocado un
razonamiento que juzgamos ine::pugnable. Si la capacidad para la percepción de
las formas fuera totalmente innata no se verla afectada -lo que es falso-- por la
privación sensorial después del nacimiento; si dependiera sólo de la experiencia,
se requeriría el mismo. periodo de aprel)dizaje a cualquier edad del sujeto y sin
afectarle la extensión de su privación sensorial previa (lo que tambj~n es falso).
Por consiguiente, la percepción es el fruto de una combinación entre las capaci-
dades innatas, la maduración del sistema nervioso y el aprendizaje, siendo este
...
f
25. Psicología dei processi visiv~ de Franco Purgh6 y Antonio Imbasciati, TIPen-
siero Scientifico, Roma, 1981, p. 225.
26. Seis estudios d. psicologta, de JeaD Piaget, Editorial Seu Barra!, S.A., Bar-
celona, 1981, p. 149.
üItim.v reg¡¡i.;i!v ¡¡¡t::: d~~~i"/~p=:: el bc!:!t-!~ gu~;'!L'r?1o~fe~t~..nte., ~nimale.q:me ...
jo. equipados d~ facultades innatas y n:!lCS dependientes del aprendizaje.
Cerramos pues por el momento esta polémica entre netivjsmo y empirismo
.con los atinados juicios ¡le Roy M. Pritchard, quien tras efectuar diversos expe-
rimentos perceptivos con imágenes estabilizadas a..-ti:ficialmente en la retina, con·
cluyó que la teoría según la cual la percepción está determinada de modo innato
por estructuras neurales (fundamento de la Gestalt) y aquella opuesta, según la
cual la experiencia es necesaria para desarrollar los modelo~ de percepción, no son
contradictorias, sino complementarias. Y concluye: «Como en el choque histórico
entre los conceptos físicos de onda y de particula, la aparente oposición puede
surgir solamente de una diferencia on el diverso planteo del mismo problema.»Z7
La psicología gen6tica ha estudiado con particular atenci6n, precisamente,
las Íases sucesivas que atravie3a la evolución de la percepciÓn y di: la inteligencia
de los seres humanos desde su nacimiento, arrojando bastante luz acerca del dipolo
congénito-adquirido. De sus hallazgos puede deducirse, en primer lugar, que la
evolución de los estadios de la percepción y de la inteligencia es universal, pasa
por las mismas fases consecutivas en todas las culturas estudiadas, aunque con
algunos desfases de edad, que muestran retardos en los niños de cUltury.s-primi-
tivas, como las zonas rurales y los medios analfabetos.28 Es decir, queJ.t¡¡nto el
dete:rminismo de la naturaleza como e1fj>rrectivo de cada ambiente cultural mo-
delan nuestros modos de ver el mund2J
En el bebé existe una imilier:mClación o con..fusi6nentre el yo y el mUDdo
exterior, caracterizada por la falta de una conciencia del yo diferenciado de su
entorno y por unas vivencias somato-psíquicas en las que los estímulos de origen
endógeno y e:;¡;ógenose confunden. Según la descripci6n de la psicología gen~tica,
.el universo inicial del beb6 «es un mundo sin objetos, que sólo consiste en cuadros
móviles e inconsistentes, que aparecen y luego se reabsorben por completo, bien
para no retornar, bien para reaparecer en forma modificada o análoga».19 Una
descripción aproximativa de este !lStadio perceptivo, en su dimensión visual, se
obtiene de los ciegos de nacimiento operados de cataratas en edad adulta, que son
vjctimas de una gran confusión producida por el flujo excesivamente denso y con-
tinuamente cambiante de sus impresiones ópticas, hasta el punto de resultarles
abrumadoras y desconcertante:;, Esta es una pista indicativa para apro::rimarse a la
visión del bebé, quien ni siquiera posee la educación sensorial (táctil, acústica, etc.)
que al adulto operado ayuda a imponer cierto orden y sentido en su nueva y caótica
. visión, ni posee tampoco una conciencia del yo diferenciado de su entorno, que
existe en cambio en el adulto ciego.
Pese a estar inmerso en tan confusa nebulosa somato-psíq~ca, la imagen
retiniana del bebé es igual que la del adulto COI! una mión muy educada. Su di-
ferencia radica no en la estructura o cantidad de información recibida en sus ojos,
sino en las diferenciaciones o discriminaciones que percibe el adulto, gracias a su
27. «Stabilizedlmages in lhe Retina", de Roy M. Pritchard, en Perceplioll: Me-
chanisms CllId ModelJ, cit., p. 180..
28. Conversaciones COIl Piaget, de rean·Claude Bringuer, Gedisa, Barcelona,
1977, pp. 67-66.
29. Psicología d~l niño, de lean Piagety Barbellnhelder, Edidones Monta, S.A.,
.... " ....... _... ... .......
i
.
aprendizaje y experimentación visual. El desarrollo de la percepción, en la evo-
lución del bebé, se desarrolla desde la áistinl.:ión de grllwl<;;;s ililexc:.acias Il ia cie
diferencias sutiles, pues aprender tl ver sólo quiere decir aprender a identificar y
a difere'llciar los rasgos del campo visual, lo que constituye más una operación
intelectual que estrictamente sensorial. Este proceso atravjesa fases muy diferen-
ciadas, aunque emten discrepancias acerca de en qué momento se inicia cada fase.
Los experimentos de correspondencia visual y táctil efectuados por T. G. R. Bo-
wer, por ejemplo, tienden a demostrar que la atribución de carácter sólido a los
objetos vjsualmente percibidos se produce ya de un modo elemental a las dos se-
manas de vida, antes de lo que generalmente se admitía.JO
Entre los cuatro y los
seis meses un niño normal adquiere la visión estereoscópica, reconociendo la pro-
fundidad y el relieve (reconocimiento que está en la base del citado experimento
del pT/!cipicio visual). Y entre los nueve y los dieciocho meses el niño consolida
sus mecanismos psicológicos de reconocimiento de las formas del espacio exterior.
Concretamente, la c07'.staJ:lcia de tamaño y la constancia de la forma de los objetos
comienzan a formarSe en la segunda mitad del primer año, en conexión cOll.el
proceso de construcción del objeto por parte del niño, y pueden afumarse hasta
los diez o doce añoS.
31
A partir de estas adquisiciones, la construcción del objeto
se consuma alrededor de los doce a dieciocho meses. Esta construcción conlleva
el descubrimiento de la pe777U!1le71ciadel objeto, es decir, la convicción de que ~l
objeto sigue existiendo aun cuando desaparezca del campo perceptivo del sujeto.
En e, primer año y medio de la 'lida del niño su inteligencia sensorio-motriz
coordina )<'.S percepciones y los movimientos, haciendo posible que agarre un 00-
jeto, que lo agite, etcétera. Pero esta fase primitiva acaba por desembocar, a través
del proceso quo acabamos de describir, en la construcción del objeto pennanente
y de las constancias perceptivas de las ÍO~as y dimensiones. En est~ estadio, que
es anterior al lenguaje, el niño acaba por «situarse como un objeto entre otros,. en
un universo Íormado por objetos permanentes, estructurado de manera espacio-
temporal y sede de una causalidad a la vez espacializada y objetivada en las co-
sas".31 Pero en e:;te estadio no existe todavía pensamiento ni afectividad ligada a
representaciones, ya que la lógica del niño se desarrollará en función de la socia-
lización del pensamiento.
La construcción definitiva del espacio visual, hacia el final del segundo año,
ha sido caIiñcada por Piaget como «revolución perceptiva copernicana». En este
estadio el espacio es percibido como un todo continuo y como un marco general
y estable de relaciones. Es· una fase perceptiva que precede, como hemos dicho,
a la formació!l delleng'.laje verbal y al d!lSarIollo del pensamiento, que será su-
cesivamente preverbal -basado en representac)nnes sensorio-motrices--, proto-
verbal y practicista, y por fin verbal.
y este recorrido desde el estadio sensorio-motriz a los umbrales de la vida
30. «Th:: o'b)ect in the World of the Infan!», de T. G. R. Bower, en Recen! Pro·
gresó in Perception, W. H. Freeman and Co., San Francisco, 1976, pp. 222·223.
31. Se denomina COnsÚlllcia del tamaf¡o a la percepción del tamaño real de Ull
objeto, con independencia de su disminución aparente producida por la distancia. Y se
denominaconstancia de lafonna a la percepción de la forma habitual del objeto, indepen.
dientemente de su presentación perspectiva.
32. Psicolog(a cid niño, cit., p. 24.
1telectual nos siroa ante :.. w..:l::! ~~~-ició!l ¡:le las representaciones en la vjda
..áantil. En ei último estadio ce 110 CQ~tit'icjón de la inteligencia sensorio-motriz
'l el niño, a pa.'1:ir de los diecis6is meses (sexto estadio, según la terminología de
~iaget) aparecen las primeras imitacionts diferidas, es decir, :reproducciones de:
.Jlodelos de conducta y de objetos en ausencia de éstos y depués de un tiempo más
, menos largo de su percepci6n, alcanzando así esta imitaci6n el nivel de repre-.
'entaciÓn. Analizando este fenómeno clave de la vjda intelectual, Piaget se ha re-
.erido a una ir.teriorización de la imitación,33 por lo que será bueno clarificar el·
ignificado de este concepto. La imitación diferida del niño no es espontánea, sino
:¡ue requiere un aprendizaje, y es producida precisamente por el niño porque ce-'
Lloce ia sig:ni:ficaci6nde aquella conducta u objeto, es decir, es la primera mani-
:estación o signo de su inteligencia simbólica naciente.
En sentido amplio, en psicología se llama representación al pensanriento no
oasado simplemente en las percepciones y los movimientos (que constituyen la
~sencia de la inteligencia sensorio-motriz), sino en un sistema de conceptos o es~
quemas mentales. Pero en sentido más estricto, se entiende pOi representación a
In imagen mental o recuerdo-imagen, es decir, a la evocaciÓn simbólica de reali-
dades ausentes. Esta segunda modalidad de representaci6n constituye el prerre~
quisito para la reproducci6n física del modelo o simbolo evocado, repf"ducción
que puede ·ser oral, gestual, escrita, gráfica, etcétera. Y tales imágene~ mentales
pueden ser, a su vez, inufger.z.r reproductoras (que se limitan a evocar e!..)ectácuIos
ya conocidos y percibidos anterio=ente), o l~.smás elaboradas y tardías jmág~nes
anticipadoras (que imaginan movimientos o transformaciones, sin que el sujeto
haya asistido anteriOI1llente a su realización). Estas llamadas imágt'lts de repTe-
serltlJción son, por otra parte, polimodales, es decir, incluyen elementos tanto de
las pautas motoras, como de las visuales, táctiles y auditivas, y no huellas de u'n
solo tipo de percepción. lo! A partir de este incipiente caudal de vivencias psíquicas,
el niño inicia la producción de representaciones (gestual es , orales, gráficas, lúdi-
cas), que constituyen el contenido de su naciente función semiótica, ejercida por
mediación de sEmbolos (motivados) y de signos (arbitrarios pero socializados). A
partir de estas realidades, podriamos definir el concepto no mentalista de repre-
sentación como toda actuación de origen imitativo, en ausencia del modelo a imitar,
en la que el sujeto inviste voluntariamente una significación detenninada con :fina-
lidad c:urmmicútiva. Esta caracterización excluirla por 10 tanto a los actos involun-
tarios revestidos de significaci6n (como muchas formas de llanto), a aquellos sin
finalidad comunicativa (como rascnrse para aplacar una comezón), y todas las eco-
praxias (como la eeocinesis) del niño que repite una conducta que se realiza ante
éL
La relación neurológica entre imagen mental y actuaci6n física ha sido per-
Íectamente estabiecida y cuantificada por las mediciones electrofisiológicas. La
evocación interior de un movimiento genera, en efecto, las mismas ondas eléctri-
cas, corticales (EEO) o musculares (EMO), que la ejecución material del movi-
miento, 10 que significa que su evocación mental supone un esbozo de ese móvj-
33. La formación dd símbolo ~n el niño, de lean Piaget, FODdode Cultura Eco-
nómica, México, D.F. 1977, ]:l. 90.
~~. ArtnciÓn y mtmoria, de A. R. L¡¡rla, Editorial Fontaoella, S.A., Ilarc::loD!,
i
.,
,
~ miento. Por otra parte, la tardía aparición de la imagen menta! en el niño, que no
aparece antes aei se¡¡!lü.do w1v, z¡;,::e~:!e !!'::' 1="!cdll ser considerada como una mera
prolongación mecánica de la perc=pci~!l, ni a efectos neurológicos ni a efectos psi-
quicos. La aparición de la imagen mental supone un verdadero salto cualitativo,
de los muchos que ofrece la evolución de la naturaleza, en la incipiente vjdi! in-
telectual del sujeto, ya que tal imagen es integrada en la inteligencia conceptual
.como significante. y retomando a la función comunicativa del niño, observemos
que si ciertas imágenes mentales son privadas e insustituibles, como producto de
experiencias o fantasías particulares del sujeto, los símbolos de valor colectivo in-
teriorizado (como el lenguaje verbal) son de carácter comunitario y compartido,
constituyendo el fundamento de la comunicación interpersonal. La formación del
símbolo en el niño precede a la del preconcepto (transicci6n ligada todavía a la
imagen imitativa, que permite asociaciones mentales prel6gicas) y a la del concepto
(generalización abstracta liberada ya de la imagen). .
En este penodo crucial, de los dos a los siete-ocho años, se desarrolla por
tanto el lenguaje verbal, el pensamiento con lenguaje, la imagen mental, la función
simbólica y el juego. También el juego infantil, por supuesto, nace de la imitación
diferida, imitación ritualizada como simulacro o sfmbolo (JEmbolo lddico), empa-
rentada a otras formas de representación. El dibujo o imagen gráfica es, en sus
comienzos, un intermedio entre el juego y la imagen mental, que no aparece antes
de los dos o dos años y medio. Comparte el dibujo dos elementos esenciales con
el juego Í!ÚantiI: 1) su placer funcional (convertir' la actividad motora en produc-
ción gráfica) y su autotelismo, y 2) su esfuerzOodeimitación de lo real. La evolución
del dibujo infan,:l desde el ÍDicialgarabmo asignificantt ha sido muy bien estudiada
y descrita por G. H. Luquet (1913) y comprende cuatro fases:
Primera fase: la del r~alismo fortuito de los garabatos, con signi:ficaciones
descubiertas a posteriori (de los dos a dos años y medio).
Segunda fase: de incapacidad sintética o realismo frustrado, en la que los
elementos copiados están yuxtapuestos en vez de coordinados según las leyes del
mundo físico y de la percepción humana.
Tercera fase: la del realismo intelectual, entre los cuatro y los siete años, en
la que el niño reproduce lo que sabe del tema representado, aunque no concuerde
con la forma en que lo ve (pluralidad de puntos de vjsta, etc.). A partir de los siete
años el niño estructura una noción de espacio racional, susceptible de representarse
desde cualquier punto de vista, y en la que quedan bien fijadas las nocione:l de
orden, secuencia, distancia, longitud, medida, etcétera. Esta estructuración com-
porta también la adquisición capital de la noción y de la representación de las
perspectivlJs, lo que se refleja en la fase siguiente.
Cuarta fase: la del realismo visual (a los ocho-nueve años), en la que se
incorpora la perspectiva y se representan los cambios de tamaño o de forma seg11n
el punto de vista y la distancia. Esta maduración gráfica halla su equilibrio a los
nueve-diez años.
Esta evolución de las representaciones iconográficas es reveladora de la evo-
luci6n intelectual y psíquica del niño en todos los planos. Por ejemplo, hasta los
siete-ocho año., en congruencia con su incapacidad para diferenciar vjsi6n y co-
nocimiento en sus dibuj03, el Diñe tampoco sabe distinguir claramente entre la
p'!ll'.'.br!y h! cosa d~signad,,-, ~s d<:,r.iJ,~s "fc1:1m!'.
de la I:<"'UDls;.ón entre ~igno y ohjeto
que Piag'!t ha n~ado r~!llfsmonomi..
~d.35 De !!hi deriva la famosa cmn1potencia
mágica del lenguaje/pensamiento infantil, ya señalada por Freud, al que se le cree
capaz de manipular el mundo a voluntad, como le ocurre a.la Ana de Crfa cuer-
vos ... (1975), de Carlos Saura. También los niños de seis años estudiados por Pia-
get creen que se piensa con la boca o con la lengua (y a vece~ con las orejas),
confundiendo as! toscamente pensamiento y lenguaje o voz.36
Mientras que algu-
nos niñós (incluso hasta los diez años) creen que los ojos anojan luz sobre los
objetos para así hacerlos visibles, cayendo en una confusión entre ver e iluminar
que recuerda la teorla de Empédocles acerca de la vjsi6n.J7 Tambi6n los sueños
se interpretan como una escenificación exterior al sujeto (cinco-seis años), o como
una emanación hacia el exterior desde la cabeza del soñador (siete-ocho años), an-
tes dc ser reconocidos como vivencia mental e interna (nueve~diez añoS).38
Los procesos evolutivos aquí descritos, siguiendo hallazgos de la psicología
genética, culminan hacia los once-doce año~, cuando el pensamiento del niño su-
pera su sumisión a lo concreto para alcanzar la capacidad hipotético-deductiva,
base del pensamiento lógico-conceptual y no sólo en el plano verbal. Es decir, el
niño pasa de efectuar mentalmente operaciones sobre objetos para poder refle-
xioDar sobre estas operaciones independientemente de los objetos, lo que para
nosotros revjste gran interés desde el punto de vjsta de la producción icónica sim-
bólica, desligada dc la sumisión a lo concreto. De ~te modo se cierra una gran
etapa de transición del ser sensitivo al ser r?cional, definido por la capacidad para
el pensamiento abstracto y la comunicación lógico-verbal, con toda su estela de
consecuencias intelectuales y sociales.
--tema sobre el que volveremos en el pró;rimo capítulo-- demuestra que algunos
fndices óptic 's de la profundioad eran bien conociáos y utilizados en esta epoca.
El primero ~,eellos es la perspectiva lineal, nacida de la ooservación y en COntra-
dicción C()lJlOSpostulados geom6tricos admitidos en la 6poca. En efecto, en la
geometrfa de Euclides las paralelas son siempre equidistantes y por mucho que se
prolonguen nunca se encuentran. Pero en la geometria no euclidÜma, generada
como abstracción de la experiencia del campo visual, aquel postulado se revelaba
falso, pues vemos como 13s paralelas conYergen en un punto de fuga situado en el
horizonte y, por lo tanto, aparecen más pró;rimas entre sí cuanto más se alejan d.e
nosotros, proporcionando una medida eficaz de su distancia. En cuanto a la lla-
mada perspectiva aérea, fue descubierta y as! bautizada por Leonardo da Vinci y
se trata en realidad de un gradiente de tonalidad cromática en función de la dis-
tancia, mientras la perspectiva geométrica es un grandient~ lineal y de tamaño.
Años más tarde, Berkeley (1709) postuló las claves primarias de la pro-
fundidad, que eran en realidad de naturaleza fisiológica. Berkeley estableció que
los datos sensoriales para el cálculo de distancias proceden de las sensaciones de
los músculos oculares que acompañan a la cOilvergencia rilayor o menor de ambos
ojos, según se fijen en puntos próximos o lejanos. Tal convergencia ocular esté. eD
relación inver.a con la distancia al objeto observado; es má.'cima para el objeto
pró;rimo y mfnima para ellejwo. El segundo factor citado por Berlceley era la
sensación derivada de la acomodación del cristalino a la distancia, nara ajustar el
enfoque de la imagen sobre la retina. Pero hoy sabemos que la estimación de la.
distancia por eÍecto de la acomodación del cristalino es muy diñcil para los objetos
cercanos e imposible para los lejanos,'ya que a partir de una distancia de ó metros
la acomodación es prácticamente invariable.
Después de señaladas estas matizaciones, concluyamos que. tanto la aco-
modación del cristalino como la convergencia ocular son ajustes reflejos para op-
timizar la vjsión intencional. Es decir, a partir de un impulso voluntario o inten-
cional (el de mirar un objeto), se produce: 1) la convergencia ocular para encua-
drarlo correctamente en la fovea centralis de la retina, y 2) la acomodación del
cristalino para convertir la borrosidad del deseIlÍoque en nitidez del enfoque. Estos
movimientos fisiológicos se denominan clayes o señales oOl/omotoras. .
Dicho esto, estamos en condiciones de inventariar el conjunto de indice,
que nos permiten percibir mediante la vista la profundidad y el relieve. Son indi-
ces primarios la disparidad retiniana y la convergencia ocular -ambos fenómellos
binoculares-, y en escasa medida la acomodación del cristalino a la distancia. Y
entre los incEces secundarios, todos ellos producto del aprendizaje visual y de na-
tu.-aleza mOllocular, citemos:
La percepción de la profundidad y el relien
Se denomina percepción batoscópica o percepción estereoscópica al reco-
nocimiento visual de la profundidad del espacio, que constituye una información
fundamental para el individuo. Los estudios neurológicos parecen indicar que el
hemisferio derecho del cerebro está. má.s especializado en el procesamiento de la
información visual relativa a la profundidad de una escena y a las ·localizaciones
en el espacio,39 mientras que en el izquierdo se alojan las sedes del habla, la es-
critura y la lectura. Desde Wheastone (1833) es bien sabido que. esta percepción
batoscópica es en gran medida una consecuencia de la disparidad de las dos imá-
genes retinianas, debido a la distancia que separa a ambas pupilas, que es de unos
60 milímetros. y la magnitud de esta disparidad retiniana es inversamente pro-
porcional a la distancia que separa el objeto contemplado de su observador.
El invento de la perspectiva PO! parte de los pintores renacentistas italianos 1. Si un objeto parece cubrir u ocultar total o parcialmente a otro, está más cerc~.
del observador. .
2. Si parecen converger bordes qu~ se saben parakl05, ~s que retro::eden (fu!]-
damento de la perspectiva lineal o geométrica).
3. Si objetos de tamaño similar parecen más pequeños es que están más alejados,
siendo su distancia proporcional a la reducción de su tamaf¡o.
4. Si una cosa parece estar encima de otra, puede indicar que está en el mismo
plano, pero a mayor distancia.
35. La representnción del mundo en el niño, de Jean Piaget, Ediciones MOl'ata,
S.A., Madrid, 1978, pp. 60-83.
36. La representación del mundo en el niño, cit., pp. 42-43.
37. La representación del mundo en el nmo, cit., pp. 49-50.
38, La r!presentación del mundo en el niño, cit., p. fJ7.
39. "The Asymmetry oí tile Human Brain», de Doreen Ximura, eü Recent Pro-
C':"#:cfn P,w,"',.nti,ru1 .-.;~ n'" '0
5. Si un objeto parece azulado y borroso puede ser debido a su granlejania (fun-
damento de la perspectiva a~rea). .
ó. .si los contrastes entre las partes claras y las sombreadas de ':1D ob¡. ;0 aparecen
atenuadas, es porque el objeto está alejado. . .
7. Si un objeto es en parte claro y en parte sombreado bajo una lu;: homogénea,
su superficie no puede ser plana.
8. Si un objeto aparece sombreado, puede indicar que se halla detrás de otr'o que
se interpone entre él y la fuente de luz. .
9. Si un objeto parece desplazarse más extensamente que otro cuando el obser-
vador mueve la cabeza lateralmente, el primero está más cerca que el segundo
(fenómeno de paralaje de moviménto).
La suma coordinada de todas estas informaciones vjsuales -añadida a los
factores extraópticos acústicos, táctiles y cinestéticos- suministra al observador
una p~rcepci6n segura del mundo trictimensional, un mundo fisko que, en térÍIrlnos
generales, se torna visualmente más denso, con detalles más diminutos y menos
.nítidos (y por lo tanto de peor legibilidad) cuanto más se aleja del observador, si
bien con tal alejamiento se amplia también la extensión del paisaje visual y crece
correlativamente el mosaico de estímulos y de información.
La e;:::plorllci6n
"lst1Dl d~l espoclo
Al describrir la estructura del ojo humano mencionamos la existencia, en
el centro de la retina, de una leve depresión circular, de un radio de unos 0'4 mm,
compuesta por una densa concentración de conos. Esta área fotorreceptora, na-
mada fovea centralis, constituye el centro de la visión n!tida y subtiende un arco
d~ aproximadaillente 10, en comparación con los 240° del ángulo visual que sub-
tiende toda la retina. Cuando miramos un objeto, para verlo con claridad auto-
máticamente movemos el globo ocular para que la imagen se sitúe en la fovea,
denominándose a este movimiento reflejo de fijación. Los continuos desplaza-
mientos de la mirada nacen de movimientos musculares de alta pr~cisión, para
orientar el globo ocular, y tienen por tanto la misión de fijar durante una fracción
de segundo en la fovea ciertas porciones muy concretas de la.imagen, llamadas
punlOs de fijación. Por eso Colin Cherry ha podido escribir que el barrido.o ex-
ploración visual de las escenas, mediante movimientos bruscos de los ojos -entre
puntos de .fijación de los que obtienen información, convierte a la información
espacial en una percepción secuencial y, por lo tanto, temporal. ~o La visión peri-
férica de la retina, aunque no es mtida, proporciona información suficiente al ce-
rebro acerca del destino de cada siguiente punto dI!fijación.
Se llaman movimientos oculares sacádicof a las trayectorias oculares rápidas
y breves, que barriondo porciones del campo visual separan a dos puntos pe fi-
jación coo;¡ecutivos. Su función, como ha quedado dicho, es la de establecer; n1!e-
vos puntos de fijación, y en eso se distinguen claramente de los movimientos de
seguimiento, para mantener en la fovea la imagen de un móvil en su desplaza-
40. 011Humall CommWlicatioll, de Colin Cherry, The M. 1. T. Press, Cambridge
(}tlassachusetu),1971, p. 126.
miento. El tiempo percepti'lamente improductivo empleado .por los ojos en re-
core!!r la.; di;'taileli1.J q~;: ü:¡:;o.rn:¡ roles ?;;;::~J de fij;;d.ó;¡, 4ep¡~~nt4 .;610 ej cti~z
por ciento del tiempo total d~ ,,.lsión, ya que cada desplaza:::r:i.eiltosuele dura¡ me-
nOSde 1120 de segundo. Pero como la prolongada excitación de la retina por parte
de un mismo estimulo estabilizado conduce al agotamiento de la pigmentación re-
tiniana, por lo que se produce una desconexión funcional y el estímulo deja de ser
visto al cabo de un rato, el ojo evita esta fijación estática con otra categoría de
movimientos, unos rápidos micromovimientos oscilatorios de los globos oculares,
namada nistagmo fisiológico, que desplazan ligeramente la imagen en la retina (con
unos 1.50 ciclos por segundo), permitiendo que los fotorreceptores· regeneren las
sustancias fotosensibles necesarias para la conducción nemosa. Los experimentos
de fijación inmóvil de la imagen en la retina evidencian que esta estabilidad hace
desaparecer la transmisión bioeléctrica y ciega su percepción.
Multitud de experimentos efectuados sobre las trayecto'rias oculares han re-
velado que los itinerarios de la mirada son escasamente capr;ichosos, como ocurre
con casi todos los procesos naturales, y sí altamente funcionales. Se puede afirmar,
en l!neas muy generales, que el ojo es escasamente libre en sus trayectorias, pues
casi siempre acaba por seguir un itinerario guiado, según la 'feliz expresión de,Rug-
gero Pierantoni.41
En efecto, los experimentos de laboratorio concurren en de-
mostrar que las trayectorias oculares, de gran complejidad y estructuración, no
aparecen guiadas por el azar, sino que obedecen a factores determinantes de orden
cognitivo y motivacional, que evidellcian su finalidad biológica y la estreCha ÍD-
teraependenc:íaentre acnvjdad perceptiva y actividad motora. Al igual que el tacto
ante las superficies, ante imágenes complejas el ojo recorre, selecciona y desglosa
el conjunto en dato" informativos elementales y relevantes, que recompone luego
por SÚltesis. Concretamente, la trayectoria de la mirada recorre la escena y se de-
tiene en los puntos de mayor densidad de información visual, tal como hace el
tacto con las protuberancias y hendiduras. En este sentido, los estudios sobre mo-
vimientos oculares coinciden con las exploraciones electrofisiológicas del cerebro
en indicar que los ángulos y las curvas pronunciadas de un dibujo o fotografía (es
decir, las rupturas oruscas de dirección) son los rasgos más altamente informativos
de las formas, o de mayor pregnancia, empleando la terminologia de la Gestalt.
42
Este principio se ha aplicado con provecho a la cibern6tica, como es bien sabido,
para clasificar los estímulos visual~s en categorías unitarias, de modo que el re-
concimiento de fOmIas por parte de computadoras digitales de alta velocidad se
basa en la detecci6n de unas mínimas categorías constantes de cada categoría de
formas, basadas en inflexiones básicas de sus líneas.
Para demostrar el interés de la mirada hacia lo más complejo e informativo,
en detrimento de lo simple y poco informativo, se han efectu,ado experiencias con
menores de corta edad acerca de la llamada mirada preferencial, que demuestran:43
41. L'occhio e /'idea. Fisiclogiae sloriadelIavisione, de Ruggero Pierantoni, Paolo
Borioghieri Editore, Turln, 19B1,p. 190.
42. «Eye Movements and V-lSllal Perception,., de David Noton y Lamence Starlc,
en Perception: Mechanisms and ModelJ, cit., p. 22I.
43. o<EIdesarrollo de la visiónen elniño», de James E. Gwiuda, Eilecn E. Birch
y Rir.hardHeld, en ,l'rlwu1o cientCfico, n.· n, febrero de 1982, pp. 122-123; La percepción,
de 1rvin Rock, Ed. Labor, S.A., Barcelona, 1985,p. 143.
'
"
.y.
1. Si se presentan a un niño dos imágenes, una de las cuales es compleja y la otra
simple, el menor prcñere mirar la compleja.
2. Si se presenta a un niño un objeto triáimensional y ULa repre5entación equi-
valente bidimensional, el menor prefiere mirar al objeto.
~
En coherencia con lo que llevam~s expuesto, no d~berá sorprender la com-
probación de que las formas complejas o inhabituales para un observador dado
provoquen un mayor número de pausas de fijación de la mirada, para ayudar a
identificarlas, en comparación con las suscitadas por formas familiares al obser-
vador. Esto demuestra que el observador, durante la acción de mirar, está com-
parando lo que ve con los modelos perceptivos adquiridos en su anterior expe-
I~encia cultural, prestando más atención a lo nuevo y desconocido que a lo obvio
U familiar. Completando esta observación, experimentos etectuados en laborato-
rios de percepción han mostrado que generalmente los sujetos tardaD.más tiempo
en reconocer un objeto, en relación con un referente tomado como modelo e in-
teriorizado, que en rechazarlo como no ajustado a tal modelo. Esto se explicaría,
en aparente contradicción con los principios de la Ger.alt, porque el reconoci-
nllento del objeto se ha producido como consecuencia de una exploración de todos
(o de sus principales) detalles, nllentras que el rechazo se producirla al observar
las primeras discrepancias entre algún detalle del objeto y el modelo interiorizado
por el sujeto. 401 ~~ caso, este experimento parece enfrentar el recono-
cimiento secuencial o anailllcO"déláKfOmlaS'i:iSüáféS-con e1 reconoci:riri¿ütogIobal
oSiíÍtétil,o P.9sMildópoifli' Gestalt, aúÍi:q1!-é·.es
c.:i~rró.qüe·
cilañto más ·simples sean
,xa;formas máSCíerti·cs Tá segunda forma de reconocimiento. Aparentemente nos
hallamos de nuevo ante un antagonismo científico simiIar Id del corpúsculo Y. la
onda en la naturaleza de la luz, sobre el que volveremos en el próximo capítulo
cuando analicemos el estatuto semiótico de las imágenes. .
A incidir en este antagonismo entre visiÓn analitica y visión sint~tica com-
parece el descubrimiento de que cada persona tiene un modo característico, tra-
ducido en unas trayectorias oculares estables, de mirar un objeto que le es familiar
y que le es mostrado desde un punto de vista familiar. La regularidad de tal tra-
yectoria ocular revela la e;óstencia de una' jerarqufa informativa (de los detalles
sucesivamente explorados para tal sujeto, y i'Cve:Iilprobal:ifemente -fambi6n los ras-
gos que privilegia en su imagen mental y en su memoria de tal objeto. Digamos,
ñna1mente, que la actividad exploratoria visual se hace por lo general más siste-
mática y activa con el aumento de la edad, procurando el adulto obtener ante un
estimulo el máximo de información óptica con el mínimo de p6rdidas. La actividad
perceptiva se desarrolla y perfecciona, por lo tanto, con el transcurso de la edad,
si bien el adulto es lógicamente más vulnerable a las ilusiones ópticas «culturales»,
consolidadas por hábitos y prácticas de relación estereotipadas con el entorno vi-
sual:" Por todo ello algunos gestaltistas, como Arnheim, piensan que ver (analizar
con la mirada) no es un fenómeno meramente sensorial, sino que es ya U!). acto de .
la inteligencia.o4.
44. «Eye Movcments aod Visual Perception», cit., pAgo
220.
45. Psicología del niño, cit., pp. 48-51.
46. El pensamiento visuai, de Rudoll Aroheim, Editorial Univcrsita."i¡¡ de·Bueno.
Aires, 1971, pp. 13 Y ss.
T ~ ,."nfrn!2t,!r.i.ón entre la teoría analltica de la visión. basad'! en T)llT)t.m el ..
5jaci6;~o~;tivos, '! la teona sint~tica de la Gestalt enc~entra su primer· ~i~~
mento de reconciliación cuando conslderamos que las sucesivas imágenes retinia-
nas, producidas por las trayectorias oculares, nO están aisladas entre si, como lo
están las viñetas sucesivas de un cómic, sino que se superponen, traduciéndose así
la exploración visual en un encadenamiento de centros de interés, que son inte-
grados por la memoria visual iIlmediata.~7 De este modo la percepción secuencial
genera en el ooservadqr una L.-nagende conjunto, aCOi:decon los postulados si:o-
t~ticos de la Gestalt. Y en este punto debemos matizar la divergencia fundamental
entre los sentidos de la vista y del tacto, que antes hemos comparado, pues a di-
ferencia ·del reconocimiento secuencial basado en asociaciones progresivas que su-
ministra el tacto, la vista percibe por integración, de un modo súbito y slm'.lltáneo,
las formas complejas de 1m objeto en su conjunto unitario. 043.
Ya partir de este punto estamos en condiciones de examinár someramente
las E!9pucstas p,; la teoDa de la Gestalt en relaciÓn con la percepción visual. Re-
cordemos que esta teoria, desarrollada por un grupo de psicólogos alemanes en el
periodo de entreguerras, se basa en el principio de la autorrealización di4~U
espontánea d':. los procesQs or~ánic.Q2.,.
y este determinismo o automatismo bioló'
gico, aplicadc a la percepción, postula que las formas son perci~iE.~~~mo ~ta·
lidades o co.:2tE.tos_:~¡¿_t<:d~.inlnec!iatezt superiores a la suma de sus partes, sol-
a:añaoerSuJeto laS relaciones entre sus part":s o entre los eleme!!tos de los esti·
mulos que las establecen: Tales formas nacen de la organización, ordenación c-
agrupación por el sujeto de los estfmulos presentes, según el principio biol~~o
gel mfnimo esfuerzo perce¡:tivo. Una tey de pregnancia de la forma rige este pro-
ceso, estableciendo que la organización de la percepción por el sujeto será tan
excelente como las condiciones del estimulo (regularidad, simetria, armonia, ho-
mogeneidad, equilibrio, sencillez, concisión) lo permitan, eSLructurando por sus
caracterlsticas una buena forma. A partir de Max Wertheimer (1923) se han ido
enunciando las leyes de la forma, que rigen la percepción unitaria o sintética de
'los estlmulos según este principio. Las principales leyes que gobiernan su estruc·
turación son:49
1. Ley de la proximidad: la unión de las partes que constituyen la totalidad de un
estimulo tiene lugar, en igualdad de condiciones, en el sentido de la mínima
distancia (fig. 4).
4. nustraci6n de la I~y d~ la pro:rimidad, s~gün David Kal>: (1'3i-
colo:Úlde la 10,"1I3): lo. pare! de ifDeu más cercanas .e agrupan
entre si y los puntos se reúnen en sentido vertical, según el principio
de la mínima distancia
47. La percepción d.l mundo viSllal, cit., pp. 217-128.
43. Se7l.iaCiÓil y perctpción, cit., p. 80.
49. Psicologro de laforma, de David Katz, Espasa-Calpe, S.A., Madrid, 1967, pp.
?R_"'¿- P-:i,...,,!n~;11 r!.¡ n:-nr,.-:-:t ln"n",·j n~ r'I~ Qt'.-Q?
.2.. ~ey de tu ~'~J't1:!jlJ¡lZ.:z: .;i sü:ü"',a...-i03 les ~l::m~=t::o c..:ti""C!i ~~ dif:I:~t:clase, !!~
tiende a agrüpaIlos eleme:iltos de igu31 clase o m~ semejantes. De modo que
lo idéntico o parecido tiende a asociarse, mientras que la diversidad tiende a
disociar (fig. 5).
• CI • o •
• o • o •
• o • o •
• o • o •
• a e O e
o o o O $
l1li o lit o •
• o • o •
5. nustraci6n de la ley de la semejanza, según David Katz (psI-
cologia tú la forma): lu Jfneas se agrupan entre IÍ, los puntos ne-
gros entre sí y los blancos entre sí, pero no las Uneas y los puntos
negros vecinos ni los pUDtoa negros y lós blancos
3. Ley del cerramiento: las lineas que circundan una superficie son captadas fácil-
mente como una unidad. Esta ley permite aislar unos objetos de otros, estruc-
turando el campo visual en configuraciones independientes (fig. 6).
6. nustnci6n de In ley del cerramiento, seg1Ín David Katz
(Ps/cologfJJ de la forma): las Uneu verticales se rel1nen con-
figunndo bandas que acotan un espacio
4. Ley de la buena continuidad o del destino común: aquellas partes de una figura
que forman una buena continUidad o tienen un destino .común forman con fa-
cilidad unidades (fig. 7).
- ._y-r---
.._~'._,-
QJ
..1.
~
7. nustracióD de la ley de l.buena continuidad o del des·
tino común, según David KalZ (Psicologio de 10forma): los
segmentos oblicuos parecen formar parte de liIIa Une. recta
com.da por tres paralelu; el circulo y el hexqODO le des-
compoDen como dos unidades distintu; lns lineas 1·2 y 3·
4 "parecen reunidas
5'. L~}' del movimiento común: se tiende a agrupar aquellos ~1ementos que con-
junt~ente se mueven del mismo modo o que se mueyen l'eposad!UIlente en
.""T'I"C', ....,,.<,..., .... ,.,t~,..,.
6. Ley de pregnancia: tienden a imponerse como unidad aquellos elementos que
presentan el mayor grado de simplicidad, simetría, regularidad y tstabilldau
(formas buenas). La cualidad de una «buena formli» se ha medido posterior-
mente como inversa a la complejidad paramétrica del código requerido para
generarla.
7. Ley de la e:cperiencia: la experiencia previa del sujeto observador coopera junto
con los factores citados en la constitución de la forma.
Con la excepción de la última de las leyes enunciadas, que constituye una
inevjtable concesión al empirismo y al reconocimiento del peso de los factores cul-
turales en la percepción, las restantes leyes presuponen UIl. determinismo y UIl. au-
tomatismo biológico (es decir, innativista) en la organización perceptiva de las for-
mas por parte del sujeto. Cesare Musatti ha resumido todas estas leyes como la
imposición unitaria en la percepción visual de los elementos dé máxima homoge-
neidad o mfniI¡¡a heterogeneidad,so Pero dicho esto' pasemos a las críticas vertidas
hacia esta teoría.
Piaget considera a la teoría de la Gestalt sólo como una buena descripción
de estructuras de la percepción sin ir más allá, es decir, ignorando ~ompletamente
su proceso genético. Por eso la califica como UIl. cestructuralismó sin génesis,.. 51
El neuropsicólogo soviético A. R. Luria, consecuente con su posición empirista y
antinativjsta, se pregunta si las leyes de la Gestalt son en verdad leyes perceptivas
innatas y universales 0, .por el contrario, determinadas por factores culturales y
propias de sociedades que han desarrollado el pensamiento abstracto en el que se
asientan sus estructuraciones de las formas.52
En otro libro, Luria responde cum-
plidamente a este interrogante, basándose en las investigaciones llevadas a cabo
por W. H. R. Rivers en 19055'3acerca de la no vigencia de ciertas ilusiones óptico-
geométricas en culturas primitivas africanas. Basándose en trabajos etnoculturaIes
de esta naturaleza, Luria afinna el condicionamiento histórico-cultural de las es-
tructuras de la percepción, de tal modo que algunas leyes óptico-geométricas de
la Gestalt serian sólo vjgentes y aplicables para quienes vjven en el mundo geo-
m6trico de la sociedad industrial (el llamado carpenttrtd world), pero no en las
chozas selváticas. 54 Volyeremos sobre esta cuestión crucial cuando nos refiramos
más adelante a las ilusiones ópticas.
El tema de la naturaleza de la percepción, como un estado de conciencia
distinto de lo que la psicología tradicional llama sensación, ha sido fuente de in-
terminables debates que, entre o~as cosas, indican a"Ias c1araslas limitaciones de
SO. Pslcologia cúi proc~s/ vis/vi, cit., p. 92.
51. Sl!is ~tudios cú psicología, cit., p. 182.
52. Sensación y percepci6n, cit., pp. 92-93.
53. «Observation of the Senses of the Todas", de W. H. R. Rivers, en British
JOUJ7l/ll01 Psychology, n.o 1, 1905,p. 321-
54. Los proclSo3 cognitivo!. A1!d!iJissocio-histórico, de A. R. Luna, Editori~
Fontmella, S.A., Barcelona, 1980,p. 70.
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Unidad 2 la_mirada_opulenta_roman_gubern

  • 2. rtEque! do: Mo!"!.gas i Spa R~':'lsl6B biblio~<:a por Joaquim Romllguerai Rami6 ._---_._------_. __._-- Índice 1. La percepción visual 1 Mitologías y cosmogomas de la visión........................................... 1 La visión en el sistema sensorial :.............. 4 El proceso vjsual humano 9 La visión y la inteligencia en ia psicologfa gen6tica 15 La percepción de la profundidad y eI'relieve 20 La exploración visual del espacio 22 Naturaleza de la percepción viSual 27 Anomalías no orgánicas de la vjsión y perversiones de la mirada 36 2. Las repr~entncionell ie6niCllS 44 Estatuto antropológico del ..homo pictor» 44 Representación icónica y lenguaje verbal 49 Imagen y palabra en las escrituras'pictográficas 56 La representación icónica, entre la imitación y el doble mágico 59 Los componentes de la imagen icónica: imitación, simbolismo y arbitra- riedad 67 Los componentes miméticos de las representaciones icónicas 72 Los componentes simbólicos de las representaciones icónicas 86 Los componentes arbitrarios de las representaciones icónicas 97 El significado simbólico de los colores 102 Estatuto semiótico y funcional de las representaciones icónicas .. 108 Imagen icónica y conteno(s) cultural(es). La convención occidental de encuadre 125 HiperformaIización, hipoformalización y aberración. Definición prag- mática de las representacione:; icónicas 131 Esta obra ha recibido la ayuda a la Edición del Patrimonio Literario y CientíficoEspañol del Ministeriode Cultura. 1.' edición,1987 2.' ediciónrevisada, 1992 Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseno de la cubierta, puede reproducirse, almacenarse o traosmime en forma alll1lna,ni tampoco por medio alguno, sea 6ste el&:. trico, qufmico.mecánico, óptico, de grabación o de fotocopia, ~..ll la previa autorización escrita por parte de la Editorilll. © Editorial Gustavo Gili, S.A., Barcelona, 1987 y para la presente edición Ediciones G. Gili, S.A. de C.V .• M6xico, 1992 Prin!~d in Spain ISBN: 968·887·197-4 Fotocomposici6n:Tecfao& • Unea Fotocomposición,S.A. - Barcelona Impre~6n: Gráficas92, S.A. - Sao Adrián del Besós , • ~,l;~;~" ~n,,:t' rlA 1 ~r.neiem'Dlaresmás sobrantes para reposición 3. La revolución fotográfica 145 Estatuto sociocultural de la fotografía en el siglo XIX 145 La fotografía y las artes quirográficllS 150 Realismo, invención y co¡¡vención cultural en la imagen fotográfica 153 Del fotoperiodismo a la fotografia carismática 162 El fotomontaje 169 La imagen estereoscópica y el holograma 173 4. Esplendor y m15erln del cartel......... 180 Los orlgenes del cartel ;.................. 180 El cartel, entre el arte, el diseño y.el comercio ,.......... 184
  • 3. 1 , El cartel en la sociodinámica del espacio urbano 195 Estrategia y táctica de la persuasión cartelistica 203 5. Lanarraclónicónkacon~ienesfijas 213 La configuración de los comics en la industria cultural 213 El sistema semiótico del comic 219 Comics, negocio e ideología ~.................. 233 Comics y cinematognfia 246 La fotonovela 253 . Ó. Lar~presentaclón ICODocinética (1): la imagen cinematográfica 255 Génesis y sigDificación de la imagen cin~tica 255 Herencia t6cnica y cultural de la imagen cinematográfica: la fotografía 263 Herencia t6cnica y cultural de la imagen cinematográfica: las prácticas teatrales 277 El montaje cinematográfico: los puntos de vista ópticos y los puntos de vista narrativos :.......... 292 El montaje pinematográfico: temporalidad y narración 313 G~neros cinematográficos, industria e ideología :................. 319 M.itologfl'.lSy cosmogonías de laooón A diferer.cia de otros mamíferos, para los que el olfato o el oído ocupan un lugar más ele, _jo en la jeraíquia informativa de los sentidos,@ ser h~llllo_es primordialmente un animal visua!. Dodwell ha estimado que el noventa por ciento ~4 información de un hombre normal procede de sus canales ópticOJ.l Antes que él, otros cálculos mp.s groseros imlicaban también que el ~enta y cinco por :ciento. de nuestra información procede de 1a~ta, el veinticinco po. ciente se ob- time a trav6s del..QÍ~ y el restante diez por cientOIiÍediante los otros sentidos. Tan fundamental es li función de la vista en la vjda humana, que ha moldeado profundamente nu~stro lenguaje· y decimos con escaso rigor, por ejemplo, "fui a ver tal ópera», o «he visto tal ópera», en lugar de utilizar el más pertinente, en este caso, verbo oCr. La importancia de! aparato ocular y de la visión ha sido reconocida por el ser humano desde tiempos muy remotos, .mediante la acuñación de numerosos mitos que no eran más que formulaciones' precientfficas o intuitivas de su prota- gonismo sensorial.~.mitolºgfa d~ ant!.,cruo Egipto, por ejemplo, ~l Ouadza es el «ojo creadoI» u «ojo dmno», símbolo sagrado de carácteuola,r, fuente de fluido vital, de fecundidad y de conocimiento. ~-cosmog9nía el mundo-surge del 0)0 creador, pues el ojo nos lo µemúte ver y, con ello, adquiere realidad, La di- erenma con el Lagos creador de la cultura hebrea es notable, pues Jehová crea al mundo nombrando sus elementos, mediante el poder demiúrgico de la palabra sagrada, propio de la cultura aicónica hebrea y de una cosmogonfa que se funda, en expresión del evangelista, en la siguiente proposición: «Al principio existía el Verbo, y el Verbo era Dios.» De este modo Jehová crea el mundo nombrándolo, cosmogonía logocéntrica del mundo occidental y que implica que los nombres pree- :risten a las cosas, o las palabras a las imágenes, subvirtiendo así nuestras evidencias psicológicas, como sólo lo puede hacer un ser omnipotente. En la mitología egipcia está implicada, en cambio, la idea de que el estatuto d-elo rcal es su ·visibilidad. Acaso Antonio :/-I.fachado peDS~ en este hermoso mito cuando escribió en su Juan de Mairena:2 Dijo Dios: «Brote la Nada» y alzó su mano derecha hasta oCl/ltar su mirada. y quedó la Nada hecha. 7. La repr~l!lltaclón iconociJlética (ll); la imngl!ll electrónica................... 333 Orig~n' de la t~levjsió!l: la herencia de la radio y del periodismo 338 Convergencias y divergencias entre el cine y la televisión 346 La identidad de la televisión ;....... 350 La empresa t~levisiva 354 Efectos socioculturales de la televisión 3ÓO Celebridad, telegenia e iconocracia 371 Las extensiones tecnológicas de la televisión 377 Del vjdeograma a la imagen sintetizada por ordenador 384 3. Mirada crítica a la iconosfem conumporánea .: ; 399 Indice analítico _.......... 407 Inclice onomástico 418 1. El ct!rebro, de C. Smith, Aliama Editorial S_~., Madrid, 19"i2, pp. 31í-318. 2. Obras Completas, de rdanuel y Antonio Machado, Editorial Plenitud, Madrid, ,O.~? ,.. 11m
  • 4. Rec;uérdese también Que en el sistema zoolátrico egipcio el halcón fue di- vUtizado, en la figura del dio-sHoros, sin duda en razón déI"extraordinario poder de su·visión sobrehumana. Encarnación de la agudeza de la mirada justiciera, fue representado significativamente por un ojo o por un disco solar con alas. En la mitología griega los mitos relacionados con el poder de la visión son nu¡¡¡~rosos. Recordemos en primer lugar al pIÚlcipe Argos (Argos panoptes: el que 10ve todo), cuyo cuerpo estaba cubierto de ojos -un centenar según algunas fuen- tes-, ro que le convertía ~n el sfulbolo de la vigilancia perpetua, ya que cuando dormía no los cerraba todos. A este poder sobrehumano hay que atribuir sus nu- merosas hazañas (la liberación de Arcadia, la destrucción de la monstruosa Equidna, etc.) y su reconocimento con la jerarquia de príncipe. Zeus decidió ma- tarle y envió a Hermes 'Dara que con el sonido de su mágica flauta le durmiera cerrándole todos sus ojos·. Así se hizo, en un epiSodio que asocia significativamente los estados del sueño, la ceguera y la muerte. El mito de Argos se ha leído taIllbién como un slmbolo del cielo cubierto de estrellas que· vjgi1an a los hombres. . Ejemplar acerca del poder de la mirada es tambi6n el mito helénico de la Medusa, la más L'1lportante de las tres Gorgonas, cuya terrible mirada convertía a los hombres en estatuas de piedra. Mientras el fabuloso basilisco -mitad gallo y mitad serpiente-, que menckna la Biblia, era capaz de matar con su m1"ada. Estas elocuentes metáforas fantásticas acerca del poder de la IIrirada instituyeron el mal de ojo en el acervo de la cultura nigromáD.tica occidental. El vestigio amenazador o dañino de la mirada ha pernvjdo en nuestra cultura moderna y pos~tológica, en la que mirar fijamente a una persona es considerado un acto de insolencia o de mala educación. También el único ojo frontal de los Cíclopes era signo de su poder sobrehumano, pues más que una. carencia, su ubicación en el centro de la frente y ante el cerebro lo vincula a toda la mitologia oriental del tucer ojo, capaz de ver el aura de las personas, popularizada en Occidente desde 1956 por elIama tibetano T. Lobsang Rampa.3 Los Oclopes forjaron las armas de los dioses (el rayo de Zeus, el tridente de Poseidón y el casco de Hades), por lo que se han asociado al recu.:rdo de los forjadores de bronce de la Hélade primitiva, explicándose así su único ojo por el parche con que a menudo se protegen los herreros un ojo de las clllspas que brotan del yunque.4 El ojo frontal mitológico remite, desde el punto de vista filogenético, al «ojo parietal» u «ojo pineaI» que lOS paleont610gos han descubierto como tercer ojo ceuital en casi todos los vertell !ldos del triásico, ubicado sobre el cráneo para que aquellos lejanos reptiles y anfibios pudieran observar su entorno desde sus escon- drijos en el lodo. El hombre actual conserva un vestigio de aquel órgano.atrofiado, la glándula pineal (o epIfisis) del cerebro, a la que ya la antigua literatura india atribuia la facultad de regular la clarivjdencia y la meditación, mientras que· Des- cartes la consideró como sede del alma humana. Hoy sabemos que esta glándula produce una hormona que controla muchas funciones del organismo, entre ellas la actividad sexual y el sueño. No es demasiado extraño que el ojo.pineal de aque- llos antepasados del hombre reapareciera en algunas viejas mitologías, desplazado 3. El terca ojo, de Thuesday Lobsllllg Rampa,'Ediciones Destino, S.L., Barce- lona, 1958. 4. Diccionario de mitolo::(a c1dsica~, de Constantino Falcón jylartinez,Emilio Fer- nández-Galiano y Raquel López Melero, Alianza Editorial, S.A., Madrid, 1930, p. 143. desde lo alto del cráD.eo hasta el rostro, sede de la expresivjdad humana. Así, el ojo frontal del CIclope con connotaciones belicosas reaparece, como ya adelan- tamos, en Siva, la divinidad hindú representada siempre con un tercer ojo frontal colocado verticalmente. En la mitología brahmánica en que se inscribe, este tercer ojo está asociado a la idea de destrucción según la triada hindú creación-conser- vación-destrucción. El poder de esta divinidad fue creciendo, hasta que en una modalidad del brahmanismo se convjrti6 en el dios supremo, dando nacimiento a la seéta del sivaismo. Desde el punto de vista de la simbologia, el Lingam hindú (signo del falo), cargado de connotaciones de poder, representa a Siva. Tambi6n la cosmogonía judeo~a ha estado habitada por la obsesi6n de la mirada y de supoder. Recordemos que en el Génesis, Jehová inicia su obra de Creación con la luz, condición necesaria de toda vjda. En este mito primigenio la In:hace posibl~ visi6n>-que_vjene a seuequisito previo. de vida. Este juicio que a corroborado por la condena dedos ángeles rebeldes ala pena má.'tima de la oscuridad, que es un elemento dramático esencial en El parafso peraiáo, de Milton.~ Asimismo en el Avesta persa, Mitra, deidad central, es presentada como el genio de la luz celeste. También en el Antiguo Testamento la omnivisión de Jehová es utilizada como sinónimo de omnisapiencia: «cuyos ojos estáD. abiertos para ver todos los caminos de los hombres» (JerelIÚas, 32-: 19). Acorde con esta tradición, el ojo del Dios de los cristianos es un ojo omnisciente, y en la pintura renacentista, inscrito en un triángulo, se utilizará como slmbolo de la Santísima Trinidad. Asimismo, el ojo es sfulbolo del Sol (fuente de vida) en las mitologías bretona y ga~liea, desde donde se desplazará a la francmasonería, y resumiendo la genealogía del símbolo, Cheyalier y Gheerbrant concluyen: «El ojo 'Ónico sin párpado, como símbolo de la esencia y del conocimiento divino, inscrito en un triángulo es un simbolo tanto cristiano como masón.,.6 En la cultura islámica tam- bién Dios fue denominado EI-Barfi' (el que todo lo ve) y Er-Raqfb (el que todo lo observa). ~~tos mitos y slm1?2.10~, culturas mUl alejadas entre sí.J:xpre~aroE en lenguaje fabulador y precientífico la importancia fundamental de la vista para fa esencia y la supernvencia hümañas. Esta coñViccl6n penetrarla tamb~én en la cultura popular moderna, cristalizando en numerosos aforismo, refranes y pro- verbios. Efectivamente, la sabiduría popular castellana ha g~nerado dichos tan elo- cuentes como «El ojo del amo engorda al caballo» (o la vista como instrumento de vigilancia eficaz, acorde con el mito de Argos); «Ojos que no ven, corazón que no siente» (la visión del ser amado como condición para el estímulo de la afecti- vidad) ; «Ver para creer» (la vjsta como sistema de conocimiento y de certificación auténtica) y «Y¡vjr para ver»- (expresión del protagonismo de la visión en el co- nocimento y en la experiencia humanas). No es por lo tanto un azar que Sófocles eligiese precisamente la mutilaci6n de los ojos como la más espantosa amputación imaginable, al infligir a Edipo esta terrible autopunición por sus crímenes de parricidio e incesto. Es evidente, por otra parte, que Luis Buñuel conocía el significado y las implicaciones de la muti- lación visual cuando rodó Un perro andaluz (Un chien andalou) en 1929. ·s. El dngel caldo, de J. Jim~ne2,Editorial Anagrama, Barcelona, 1982, pp.1B-19. 6. Dictio7l1'lairt des Symbol •• , dI: Jean Chevnli~r y Alain Gheerbrant, Robert Lat- tont Éditeur, Pans, 1982, p. 687. , 1... ~
  • 5. 1 La món en el sistema SI!DSOrJal i=C:t::m;Tl2.ci6n ('('TIl~aY'ld~_mm.plemeTltaria del tacto o del ofdo_9Po~ otr. !='".rt'!, lalntegra-::ión de la información vi..sual y de la táctil en la percepción de e:rtel!sio~ss y de superlicies hace muy razonable la hipótesis de Merleau-Ponty de que la «tac. tilidad pura» de los ciegos congénitos sea un fenómeno muy pa..-ticular y diverso de la tactilidad integrada del vidente. De todo lo dicho se desprende que el sentido de la vista se integra en un sistema o equipamiento sensorial complejo del ser humano. Analizando este sis- tema sensoriai es posible establecer una jerarqufa d-!:los diferentes s¿;ntidos en función de su a) complejidad informativa, y b) capacidad de autonomia de sus - representaciones o respuestas- con respecto a eStados emocionales. Siguiendo así la terminología de Heacfpodemos habl2r de sensaciones protopáticas (o primitivas) yepicrlticas (o complejas), que corr~ponden además a fase:; consecutivas de la evolución biológica de los sistemas sensoriales. El gusto 'j el Qlfato son así sentidos primitivos, poco complejos y de acción emocional, siendo el olfato el más arcaico de los sentidos capaces de detettar cambios del medio a distancia. Por ello el olfato desempeña para mucJ¡os marnfferos un rol esencial en el reconocimiento del te- rritorio, en la sexualidad y en la detección ~mo agresor o como presa- en la operación de la caza. Tal importancia pers13te en los llamados «niños salvajes» (hamo fzrus), como descubrió asombrado el doctor Jean Itard, al Qbsen~ que 'lictor mostr.aba «un hábito obstinado a olfatear todo 10 que se le presenta, incluso los cuerpos que nosotros consideramos inodoros». 10 La importmt:ia de esta foJ!lci6n se ya modificando con la evolución de 183 especies 'j, en el caso dl!l hOffib.e, 3'~ devaluación estuvo asociada a la adqcisici6n de la estación erecta, que lo alejó dé los lugares interesantes para oliatear-. Volviendo a la importancia relativa del sentido de la "lista, se observa sin dificultad que la extensión en el córte;¡ del área de proyecci6n visual de los ma- mfferos tiende a aumentar en relación con la entera superficie cerebral a medida que se asciende en la escala evolutiva, mientras otras áreas sensoriales tienden a reducirse. En el caso del ser humano, la a.dquisici6n del lenguaje a..-ticulado fue un factor tu'.damental e irreversible en la nueva rejerarquizaci6n de los sentidos, desfavoreci~ndo a los menos complejos y más emocionales en favor de los más complejos y con mayor potencialidad intelectual. El tema de la transformación de la función y de la jerarqufa de los s!ntidos nos conduce de un modo natural aJ. de la evolución- del órgano de la visión, que ha sido uno de los ~emas centrales de la reflexión evolucionista. Ya Dmwin S~ QCUPÓ de este ¡u¡unto en El orig~n de las especies por medio de la selección Ilatural y advirtió toda su complejidad al evacuarlo escribiendo que «el saber como UD nervio ha llegado a ser sensible a la luz, apenas nos concierne más que saber cómo se ha originado la vida misma». Pero dos párrafos más abajo diseña el principio de la evolución visual a partir de organismos inferiores que, sin presencia d,~n·!r- vios, son capaces de percibir la luz (aunque no imágenes) a trav~ de pigmentos fotosensitivos. El desarrollo de-un nema 6ptico rodeado por células pigmentarias y recubierto por piel tr¡u¡lúcida, pero sin cristalino ni otro cuerpo refringente, cons- Las vjvencias que la psicologia denomina sensacione;r son la fuente principal de información y de conocimiento del mundo exterior y de nuestro propio cuerpo, y hacen posible además su interrelación mutua. Se denoininan senSaciones e.-rte- i roceptivas aquellas que comunican al hombre, por medio de circuitos nerviosos, con el mundo exterior. ~-este grupo-pertel:ecen dos sentidos que actúan por con- tacto físico, que son el tacto y el gusto, JAres que actúan a distancia, el oído, la vista y el olfato, cuyas te~aciones_nerviosas son estimuladas por moléculas emi- tidas por el objeto oloroso-:-EstOsUltimos sentidos transespaciales y por ello anti- cipatorios permiten la teledetecci6n, con toda su estela de consecuencia biosociales (previsión, autoprotección. etc.). Cada sentido es fuente de vivencias muy di-..:ersas y dificilmente (o muy convencionalmente) traducibles al lenguaje verbal. Com- parando los diversos sentidos, Aristóteles, en De Anima, era víctima de un em- pirismo ingenuo cuando consideraba al tacto COiIlO el sentido fundamental del hombre y de los animales, porque los otros sentidos perciben a través de un medio transIIÜsor y pueden por ello ser engañadOS.' Obvjamente, en tiempos de Alis- tótele3 se sabia muy poco acerca de las alucinaciones táctiles y de las parestesias. Se sabia ya en cambio que las vjvencias suministradas por cada sentido son espe- cíficas y diferenciadas, conocimiento perfeccionado modernamente a través de la e:x.periencia de los ciegos congénitos operados de cataratas, que muy raramente pueden reconocer por la visión objetos que les son muy familiares por el tacto y admiten maravillados, por ello, que la e;tperie.ncia táctil no era suficiente para su- ministrarles un verdadero conocimiento de las formas en el espl!Cio. Como señala Merleau-Ponty, «cada órgano de los sentidos interroga al objeto a su manera».B OHooós' moaos';en deséarglnreADSt6teles debe señalarse qu'c''joséijiéIfiñe'ñtos de laboratorio han demostrado que el sentido del tacto es el más poderoso auxiliar y complemento (corrector) de la vista, junto con el ofdo, auxiliar en la determi- nación de distancias y direcciones a través de la información acústica. Su correcta coordinación integra al hombre normal en un espacio homogéneo y coherente y, empleando UD símil cibernético, podrla añadirse que el cuerpo humano está for- mado por un conjunto de servomecanismos coordinados entre sí y autorregulados por órganos de control e información tales como los ojos, los oldos, etcétera, que le gulan en sus activIdades en el ~pacio y en el tiempo. Para orientarse en el espacio resulta también esencial la información su- ministrada por las sensaciones propioceptivas (o sensaciones del propio cuerp,o) procedentes del s13tema muscular y de los aparatos de la sensibilidad vestibular ubicados en el oído interno y responsables del equilibrio corporal, que se hallan estrechamente relacionados con la vista, para i!!formar al indivjduo de su situación en el espacio. Pero esta compleja coordinación de informaciones sensoriales está jerarquizada, otorgando el sujeto normal la ~ayor fiabilidad a la vista, en contra de la opinión sustentada por Aristótele3 y por Berkeley. Sólo cuando la infor- mación visual es ambigua, equívoca o insuficiente, el sujeto trata de resolver su 7. Obras, de Aristóteles, Agcilar, S.A. de Ediciones, Madrid, 1964, p. 374. B. Fmomenologla de la percepción, óe Maurice Iv.Ierieau-Ponty, Ediciones Penin- sula, Barcelona, 1975, p. 238. 9.• Visión and Touch», de Irving Rock y Charles S. Ha.."Iis, en Perception: M~- chaJlisms and l,.Jodels, W. H. Freeman and Ce., San Frimcizco, 1972, p. 269. 10. Les En¡anls sauyuges, ¡¡'Iythe ei rtalilé, de Lucien Malsan, Unian G~lléT!'-J~ ~'~rH~l'n~ 'PQ"l"'fe- ,o~ 1"1 ''l.«¡
  • 6. tituyó un gran progreso estructural.u Bergson dedicó también unas páginas me- morables a este status lIascens del ojo en el infusorio, en donde la vjsi6n «se reduce .a ia simple impresionabilidaJ (casi puramente química) d~una mancha pigmen- taria a la luz», estadio arcaico desde el que evoluciona hacia la progresiva com- plicación del órgano y de su función. u .. Atinque es muy dificil reconstruir el proceso evolutivo del órgano de· la vi- sión, es razonable aceptar que el fotorreceptor primitivo, acaso una mácula foto- sensible en el ectodermo, fue evolucionando funcionalmente ante los retos· suce- sivos de la selección natural. Puesto que la detección de la luz era relevante para la supervivencia de organismos en varias etapas de la evolución :filogenética, puede. admitirse que al principio el órgano de visión debió de proporcionar info¡;mación únicamente acerca de la orientación de la fuente de luz y luego par~ reaccionar ante la presencia de una sombra que indicaba la presencia de un depredador, tanto .más cercano cuanto mayor y más intensa fuese la sombra, lo que consti~yó el inicio de la percepción de la distancia. Desde este estadio arcaico, cada mutación del órgano de vjsión respondió a una adecuación más funcional para la supervi- vencia del organismo, evolución que condujo desde la información de luz y de sombra, capaz de revelar to~=ente distancias, a la detección del color, de las Íormas y a la estereovjsión. h.lejándonos de estas zambullidas en los ongenes del órgano de la visión señalemos un dato bien conocido por la embriología, a saber, que en los vertebrados el ójo comienza a desarrollarse en el embrión ant~s que ningún orro órgano, en rl!Zón de su superior complejidad morfol610gica. La evolución del sistema visual se produjo, como se ha dicho, en función de las necesidades que le planteaba el medio, en relación con la supervivenc.ia del individuo. No es casual, por ejemplo, que ante los cambios de luz la pupila humana se contraiga más rápidamente que se dilate, favoreciendo al mecanismo de pro~ tecció;:¡ urgente desarrollado para defender alojo ·de la agre:Jión de una lUz ex- cesiva. Del mismo moda, es plausible que muchas propiedades de las percepciones visuales que eran irrelevantes para la supervivencia durante la evolución animal, fueran inhibidas por las especies durante su prolongado proceso de interacción adaptativa con el medio. Esto explicaría, por ejemplo, que los felinos no pOsean ,isi6n de los colOres, porque no la necesitan, pero que gocen en c~bio de una gran agudeza en la oscuridadlJ y posean una gran sensibilidad vjsual para de~ectar los menores movimientos, muy funcional para la caza. AnálogameDt~,los trabajos de los et6logos nos ban demostrado cumplidamente que el reconodmiento de las Íormas en las especies animales es función de su relevancia biológica. Más con- cretamente, nos han demostrado el reconocimiento innato en casi todos los ver- tebrados de estímulos ópticos especfficos para su supervivencia biológica, en ám- 11. El orig~n d~ /as t.rpe~ por nudio de la selección natural, de CharlesDarwin, Editorial Calpe, Madrid, 1921, tomo n, pp. 27 y ss. 12. L' ÉvollJtioll crlarrice, de Henri Bergsori,Presses Universitaires de France, Pa- ns, 1981, pp. 61 Yss.; versi6n castellana, La evolución creadora, Editorial Espasa-Calpe, S.A., Madrid, 1973. 13. Entre los simuJ¡icrosofrecidos por los medios audiovisuales de comunicaci6n de masas de la visión animal, retengamos por reciente y curiosa una escena de El beso de lapantera (Cal Ptople), film de 1931 en el que Paul Schracler:fingi6lassensiblesalteraciones o::ro!!látic!!.! de la visión de la pantera respecto a la humena mntipulan~o electr6nicamente los colorescon un magnetoscopio. bitos tales como la nutrición, la caza y la elecci6n de hábitat. Los et610gos llEUDan a tales estímulos desencadenantes perceptivos de respuestas neurológicas innatas . Asi, el calamar sólo ataca a los cangrejos que nadan ~ente a él y de los que se nutre, pero no repara en los que se Irrastran por el suelo; o la rana sólo percibe los insectos que constituyen su a,limento cuando están en movimiento, pero no los percibe en estado de inmovilidad, pudiendo perecer de hambre ante ellos. Este car~cter tan especffico de los estímulos vjsualcs capaces de activar las respuestas del l!IÚIllal conducentes a SIl s'lpemvencia implica severas incapacidades percep- tivas. Como la ÍIlcapacidad, mencionada por Lorenz, que tienen ciertos animales para reconocer objetos ÍIlvertidos,14 que coincide con la incapa<;idad, señalada por Piaget, que tiene el bebé para reconocer la tetina del biberón invertida. u O la incapacidad de ciertos animales para establecer una distinción entre el objeto y su fondo, por lo que perciben como un objeto distinto a un mismo estímulo situado sobre fondos diferentes.16 En otras ocasiones, la dependencia grosera de un es- tereotipo visual muy primario puede conducir a errores tan divertidos como la confusión que el bañador negro que· Lorenz lle'laba en su mano produjo en sus grajillas, que 10 percibieron como el cadáver de un cómdo y reaccionaron de modo especffico.17 Es interesante observar que esta confusión por indiferenciación es usual también en la etapa preverbal de los niDos, antes de los dos años, que pueden sustituir fácilmente al osito de felpa por una bayeta de felpa, en vjrtud del carácter definitorio otorgado selectivamente a la que para ellos es la cualidad más relevante y reconocible de aquel juguete. la El tema de las respuestas innatas a estímulos visuales especfficos, relevantes para la supervivencia, ha merecido también una amplia reflexión gracias al lla- mativo experimento del precipicio visual, realizado con niDos de corta edad. Este experimento demuestra hasta qu6 punto un niDo pequeño es capaz de reconocer precozmente mediante la vista el peligro de profundidad de un abismo, detenién- dose en su borde, aunque sea llamado por su madre desde el otro borde. Concre- tamente, desde que es capaz de gatear, en tomo a los seis meses, el niño es capaz de reconocer tal peligro, gracias a la interpretación de la información visual acerca de la profundidad espacial y aunque no haya visto nunca un precipicio antes,19Este experimento incide de lleno en la po16mica entre nativismo y empirismo, de la que nos ocuparemos luego. Los datos aportados hasta aquí acerca de la estimulación visual en muchas especies animales conduce al tema del relativjsmo de la .imagen del mundo, sin necesidad de caer en la falacia antropocéntrica, que consagrarla la visión humana como la correcta, sobre la que se medirían las otras visiones desviantes. Pero pién- sese s610 en la extraordinaria agudeza visual de las aves rapaces que cazan desde 14. El comportamiento animal y hltmN10, de Konrad Lorenz, Plaza de Janés, S.A. de Editores, Esplugues de Llobregat (Barcelona), 1972, p. 143. 15. La percepción, de Paul Fraise y lean Piaget, Editorial Paidós, S.A.I.C.F., Buenos Aires, 1979, 132. 16. El comportamimto cmimal y h¡¡;nano, cit., p. 203. 17. El comportamitllto animal y humano, dt., pp. 25 Y133. 18. Sensación y percepción, de A. R. Luria, Editorial Fontaoella, S.A., Barce· lona, 1978, p. 108. . 19.• The visual Clifi., de Eleanor J. Gibson y Richard D. waJk, en P:rc:ptÍOl!: Mechanisms and Modeu, cit., pp. 341y ss.
  • 7. T . :.rancie~alrur8S, y prouul,,;iua Pu! wl&. t:Jc'f&d1oimc. dan:;ic:¡d, d~ ::::=.c: ~~ ~l! I~~J ara deslizarse por el vértigo de les m=do,; ·,i.;;¡ales posibles. O r:cuérdese b -.¡ovilidad del globo ocular que permite a ciertos saurios la retrovjsión negada al lombre. O pi~nsese en la abeja, que no distingue el color rojo, pero si las radia- :ones ultravjoletas, invjsibles para el hombre, radiaciones que también son de- ,:ctadas por los ojos del águila. Por no mencionar a las serpientes dotadas de ter- 'lorreceptQres, sentidos ubicados en dos fosetas deb.ajo de los orificios nasales y .lya función es la de percibir y localizar las fuentes de calor, de modo que aun en ' oscuridad total pueden detectar y localizar a cualquier animal que emane calor. .a imagen térmica que del mundo perciben estos animales nos es literalmente ini- laginable. Pero sin necesidad de recurrir a otras especies ya ejemplos tan e:ró- ';cos, pensemos en los interesantísimos «niños salvajes» habituados a vivir en la ombra o en la nocturnidad, como el Victor estudiado por el doctor Itard, que han dquirido capacidades fisiológicas propias de la especie animal que les prohijó y ·tenten su vista herida por la luz demasiado intensa, a la vez que demuestran gran .gudeza en la oscuridad.lO Este ejemplo adaptativo ofrecería un interesante con- ¡aejemplo a la tesis nativista inducida por el experimento de} precipio vjsual efec- -uado con niños pequeños. Si hay muchas maneras de ver el mundo, e incluso muchos medios de reacn / ionar de forma refleja y específica ante ciertas estimulaciones visuales, será bueno J/í 'reguntarse por qu~ el ser :humano ve al mundo en la fo=a en que lo ve. y la ~ {' espuesta a esta pregunta vuelve a suministrárnosla la evolución. Muchos men:úc-l .J, "ros que eran presas de carnívoros habían desarrollado un mecanismo especffico ~e vigilancia visUal, con ojos laterales, cada uno con moYlmiento independiente, . con un campo de visión panórámica de casi 360°. Pero la necesidad de la visión ,anorámica protectora dism41uyó en el curso de la evolución para aquellos am- "lal!lScapaces de encaramarse a los árboles, como los primates, o para aquellos ..anvertidos en depredadores, como los felinos. En los animales de ojos laterales visión panorámica, el área visual solapada por ambos ojos (área binocular) es 'luy pequeña o inexistente, por lo que carecen de visión estereoscópica, mientras .¡ue los primates, monos antropoides y seres humanos, con ojos frontales y un ampo de visión de unos 180°, cuyos movimientos oculares están además coordi- ~ados, poseen un amplio campo de convergencia binocular favorecido adem'ás por .4 pequeñez de su nariz. El origen arborícola del hombre hizo que tuvjera qle 'esarrollar para su supernvencia un control preciso de los moYlmientos de sus ·'razos y manos, para sus tareas de sustentación, de recolección de alimentos y Jtras manipulaciones. Los ojos frontales y la visión binocular optimizan por tanto s condiciones estereoscópicas para el cálculo de distancias y para la ubicación )recisa de objetos en el espacio. La prueba de esta capacidad la ofrecen a sel'.su .ontrariolos hemianópsicos, pacientes que disponen tan sólo de la mitad del campo isual, y que por ello cometen errores y no atinan al ir a coger un objeto. En esumen, los ojos frontales son tipicos del animal cazador y del hombre, mientras os ojos laterales y la vjsión panorániica son más funcionales para la vjgilancia de )s herbívoros que son presa de bestias carmvoras. y de este dispositivo óptico se lerivan dos modos de percepción visual radicalmente distintos: el de la precisión ~5t!:reosc6pi::a y telcm6trica de los amos y el d~ la extensión difusa de las vfctima3. El prQoCe5o visual hum!l.llQ Incluso ia aproximación má.; superficial z.l s~::¡ne. yiS""..lal ~:.=:.n:- ~~'/:la s":! extraordina..-ia complejidad y sus más aparentes paradojas. En efecto, al sentido común vulgar sorprende en g¡-anmanera que las d,.· imágenes cóncavas Íormadas en ambas retinas, bidimensionales, invertidas y de :amaño minúsculo, den como resultado perceptivo una única imagen, tridimeDSional, enderezada, de· «tamaño natural» y e:rterior a los ojos. Es decir, entre la imagen retinal y la percepción del sujeto parecerlan abrirse unas diferencias, y por tanto unos procesos de elabora- ción, extraordinariamente complejos. Para con¡enzar a aclarar estas diferencias observemos que la imagen retiniana es un fenómeno óptico, mientras que la visión es un proceso fisiológico, que desemboca en un percepto (vivencia), aunque este proceso, que a continuación describiremos, no puede desarrollarse sin el estimulo previo y necesario de aquel fenómeno óptico. Comencemos por recordar que los sentidos humanos son aparatos recep- tores altamente especia1i:zados, sensibles por ello a un tipo de estimulo (a '.IDa fuente de energía incidente) y no a otros. La vista, que tiene su sede en la retina del ojo, está especializada en reaccionar a las ¡:adiaciones electromagnéticas lla- madas luminosas, es decir, a aquellas cuya longitud de onda está comprendida entre 7.800 angstroms (que corresponden a la sensación delrojo) y 3.600 angstrom3 (que corresponden al vjoleta). Los psicólogos asum"ln que esta porción vjsible del espectro -que cubre sólo lfTO de la e;rtell3Í6n total del espectro electromagné· tico- es la que tiene importancia biológica y adaptativa para la especie humane., la cual no registra ópticamente en caIIl;bioradiaciones de longitudes de onda ma- yores (detectadas por la piel como sensaciones térmicas), ni las iníeriores (los rayos :Xj. Pero podría especularse con las eventuales ventajas de ver el calor o el intetior del cuerpo humano, características sensoriales que podrían fundamentar una an- tropología y una cu1~a muy diversas de las actuales. Algunos fenómenos atípicos nos ofrecen pistas para esbozar lo que podrlan ser estas visiones alternativas, como los casos conocidos de fotosensibilidat:/. Cíomática de la piel, fenómeno de fotos en- sibilidad inespecffica que permite a la epidermis la percepción de matices del CD- lorido, o aquellos pacientes operados de cataratas y a los que se les ha reemplazado el cristalino amarillento (que actúa por lo tanto como filtro cromático) por una lente artificial corregida que permite el paso de las radiaciones ultravioletás, in- visibles pata el ojo normal. La energía que activa a los fotorreceptores de la retina ha sido d~nominad::l 1~IZ. y el hombre ha denominado blanca a aquella luz, dominante en su entorno físico, cuyo espectro se parece al solar. La elección de este patrón, fruto de una dependencia natural, se llevó a cabo muchos siglos antes de que se descubriese que la sensibilidad cromática del ojo humano coincide precisamente con el espectro de la luz solar, coincidencia que no se puede considerar azarosa (fig. 1). Aclaremos que no existen objetivamente objetos coloreados, sino supero- cies de objetos que absorben ciertas radiaciones lumlnosas y reflejan otras en di- rección al ojo del observador, siendo precisamente la longitud de onda de la luz reflejada la del color al que se atribuye como cualidad característica de la superficie reflectante. No hay en realidad objetos rojos, sino objetos que r~flejan la luz roja. La inve ,tigación de la naturaleza de la luz cubre varios siglos de perplejidad en la historia Je la Física. Newton la deñnió como un flujo de corpúsculos que se
  • 8. I I , I I I I , , I ". ~ !I : !! I !to , '_. 1I ! O : ! 1.' ,/.....i...-b Q,~ 0,7 '.. / ~"', , ', I ,,,, I (Jl 'O ,- , , , -'- l. Curvas co,ITespondicnt~ a la sen- .ibilide.d del ojo y al e:¡pc= dc la luz solar I visibla ............... - ..- .._--a.& Q desplazan en el vacio a 300.000 kilómetros por segundo, corpuscular.",dad que le permitia explicar los fenómenos de la reflexión, la refracción y la disp·:rsión de la luz. Enfrentándose a esta hipótesis, Huygens de:;arrolló su teona de la 1m con- cebida como onda, lo que le permitía e:xplicar en cambio su propagación rectilinea en un medio hOn;logéneo. Esta dicotomía bloqueó los avances en este terrenO, hasta que Ma.nvell, en 1855, definió a la luz como una ollda de naturaleza elec- tromagn~tica, y al insertar así a la luz en un espectro muy vasto de' ramaciones electromagnéticas vjsibles e invjsibles, cambió su anterior estatuto. Como escribe B~rnard Maitte, «de objeto científico se convjcrte en sensación».21 o/Iaxwell de- mostró también que todos los colores se pueden obtener a partir de' mezclas de aZul, verde y rojo, y que el daltonismo consiste por t~to en la falta de percepción de uno o dos de e~tos colores. Tras los hallazgos fundament3.J.es de Mairwell, Eins- tein postuló en 1905 la e:ristencia de partículas de energía para explicar el qecto fotoeléctrico. En 1923 estas partículas de luz, que parecenan dar la razó~ a Newton, SOnbautizadas como fotones. Con esta formulación, ·si los fenómenos de p~opa- gación de la luz a través del espacio y el tiempo quedaban bien explicados por el modelo ondulatorio, los procesos de su absorción y emisión por la materia encon- . traban su mejor e;ocplicaciónen el modelo corpuscular. Ante la renacida dicotomía de la luz concebida como onda o como corpúsculo terció Louj:¡ De Bro~e. De Broglie observó que el efecto fotoeléctrico había conducido a desarrollar la teona corpuscular de la luz, pero que la teona de los fotones no explicaba en cambio los fenómenos de la interferencia ni de la difracción; por ello propuso armonizar am- bas teorias y definir al fotón como una partícula de luz que posee 3 la vez las propiedades de los corpúsculos (unidades materiales discretas dotadas de movi- miento) y de las ondas (radiaciones ondulatorias), propuesta que rompfa con todas las premisas de la mecánica clá!ica y cuyo estudio es el objeto de la mec4nlca . O.'ldl!/aIQiia.22 21. La Lumit7~, de Bemard Maitte, Éditions du Scuil, Pam, 1981, p. 296. 22. OnlÍ!!.!, ccrpll:;cuIo.s y mecdnica ondulator'.a, por Louis De Broglie, Editorial ESl'asa·Call'~, S.;'.. , Madrid"] :BUCIlOS Añes, 1949, pp. 76-79. El aparato orgánico que la naturaleza ha desarrollado para detectar esta mod1ilidad d~~.ü~rg1a electi"o¡n¿¡¡¡:ttica ~4 :1 ojo. El eje !:~~O ~~ü.L ór-gQ.¡¡G d~ forma esférica debido a la presióo delliqcido que contiene, de ur¡os 25 milimetros de diámetro .. Está formado por tres membranas: la esclerótica, la coroideJ y la retina (ñg. 2). La esclerótica, que es la más externa, es una membrana semirrígida de función protectora, cuya parte frontal (córnea) es transparente, para permitir el paso de la luz al interior del ojo. La coroides es una membrana vascularizada cuya función es la de nutrir la retina. Y la retina, a la que dedicaremos luego mayor atención, es la membrana interna fotosensible, que recubre la parte posterior del ojo, y que recibe la luz incidente que ha atravesado la córnea a trav6s de la apertura variable de su pupila. Desde el punto de vista estructural-funcional, el ojo está compuesto por dos partes: 1) el elemento fotosensible o retina, que es su parte esencial, pues transformá la energía luminosa incidente en energía nerviosa elee:- troquimica transmitida al nervio óptico, y 2) los mecanismos ¡nuiliares de carácter motor, como la lente dilatable y refringente denominada cristalino, responsable de la acomodaCión de la visión a la dist~cia, y el iris, que situado entre la córnea y el cristalino actúa como diafragma, regul~do la intensidad de la luz admitida (con un diámetro entre 2 y 8 =), así como Jos músculos oculares responsables de la movilidad del aparato .. El aparato descrito abarca un campo vjsual de forma más o menos ovalada de unos 170· en su horizontal y unos 150· en su vertical, debiendo entenderse por campo vi,,-¡JaZla zona de espacio exterior en la cual el ojo puede ver objetos cuando se encuentra fijo y no Iota en su órbita. Esta selectivjdad o limitación espacial del aparato visual hace que cada observad.or inmóvil pueda ver un panorama acotado CEJA PARPAOO l~ MUSCULO CILIAR COR~IEA3II( CAMARA ANTER 10R IHUMOR ACUOSO' .. ,,_ CRISTALINO ..., 11115 ~ l. Di~JI1IlILl del ojo humano, segün James J. GibsOll (LD percepción dll mundo visual)
  • 9. situado ante sus ojos, pero no a su espalda, o demasiado lejos, u oculto, que son campos visuales potenciales a Jos que, según ia terminoiogía cinematogniñca, se les puede considerar off (o fuera óe cuadroj, en donde la vjda sigue fuera dei alcance visual de tal observador, constituyéndose en un· mUndo que puede ser co- nocido, pero no vjsto. r.etina, como ya se ha visto, es el elemento fotorreceptor y,.por ello, l~ parte esencial del órgano de la visión. Está formada por unos 130 millones de células. que actúan como minúsculos elementos fotorreceptores, los conos y los bastoncillos. Los conos, cuyo número asciende a unos 6'5 millones en cada retina y que se hallan concentrados en una depresión de 1=1formada en su.parte central (fovea centralis), son activados por la luz intensa y son responsables de la i ·1 percepción cromática y detallada de la visión diurna. Los bastoncillos, en número ; de unos 125 millones en cada retina, se activen en la penumbra, pero aunque son ¡ ) 500 veces más sensibles que los conos son insensibles al color y proporcionan una I~ imagen menos detallada, por lo que operan sólo en la visión nocturna o crepus- I cnIar, de carácter acromático. Lo que en realidad la luz impresiona en este proceso ¡ son las moléculas de pigmento existentes en sus membranas. Además de la ro- dopsina, sustancia fotosensible a bajos niveles de luz y que se halla en los baston- cillos, existen sólo tres tipos de fotopigmentos en los conos, sensibles respectiva- mente el azul, el verde y al rojo, sin que tan bajo número de transconductores bioquímicos sea obstáculo para permitir la percepción de todos los colores y sus matices de la gama cromática. Es digno de señalarse que los fotopigml!l'.!os son los mismos en todos los animales dotados de visión, Íormados por moléculas de vi- tamina A y proteínas (llamadas opstnas). La energía absorbida de la.luz por estos fotopigmentos genera una <l6bilcorriente bioeléctrica que es transmitida al nemo óptico, cuya integración con la retina e5 tan grande, que este fotorreceptor ha sido juzgado en numerosas ocasiones como una verdadera e;rtensión histológica del te- jido nervioso del cerebro. Antes de seguir adelante con la conducción de la energía bioe16ctrica desde el nervio óptico al cerebro, detengámonos brevemente en la función del ojo !m~l proceso de visión. ~ luz que penetra en el interior del ojo se de~;eiil..m va riables: por su long¡.tud de onda o frecuencia y por su intensidad o , carac- tenmcas que determinan reacciones fotoqufmicas en las c6lulas retinianas en las que incide. La heterogeneidad de caracteósticas de las.radiaciones de luz -refle- jadas por los objetos del campo visual-, configura en la retina una imagen que es el correlato, y más precisamente la proyección bidimensional, invertida y re- ducida, de las formas visibles del campo (de sus superficies y de sus bordes). Dicho campo está definido por la heterogeneidad de texturas, luminosidades, etc6tera, que hacen posible su visión, ya que lo que percibimos, en realidad, son diferencias, transiciones o contrastes adyacentes en el seno del campo visual o, con termino- logía de Gibscn, gradientes o estimulaciones ordinales.'2J Recordemos que valores como la agudeza visual o elpoder de resolución definen precisamentC?la capacidad de discriminar las heterogeneidades o diferenciacione:; en el seno de una imag~n (de forma, distancia, iluminación, color, etc.). Cuando ante este esquema se es- ~~!::~~~0!!~!~cipitaci6n 'Jn p;a.!al~Jj.cs!!lc) entr~ ~.1ftJn6.ona!ni~r.t~ d~ !~':~"7!!;r= ::.=. ru.~!l1:Sdel ojo, q'.le acabamos de describir: y la cáinara fotogr!fi-::a CO!!l'~!l,!:.ay :pe hacer muchas salvedades, entre ellas: que la realidad que registra el ojo está en movimiento, cientraS que la cámara fotográfica inmoviliza instantes visuales; que la emulsión fctoqufurica que la cámara impresiona es una super:5cie autónoma, mientras que la retina vjene a ser un terminal del nervio óptico, que la COnecta al cerebro; que la sensibilidad y labilidad del ojo humano son muy superiores a los de cualquier artefacto óptico o fotoqufmico, ya que puede aumentar o clisminuir automáticam.ente hasta 20.000 veces para adaptarse a la luminosidad ambiental y está continuamente acomodando su cristalino a la distancia en cada momento ade- cuada. Volveremos sobre este tema en el capítulo dedicado a la imagen fotográfica. Hechas estas importantes salvedades, avancemos desde la retina hacia su conexión COnel nervio óptico. El proceso fisicoquimico· mediante el cual la energia. luminosa incidente se convjerte en impulsos neurales, proceso~e se cumple en unos tres milisegundos, se denomina trClT'.sdllcción de la energf~e al:ú que pueda decirse genéricamente que los sentidos son aparatos orgánicos ~uctores, que transforman la energía incidente que les estimula en energía nerviosa TI este pro- ceso neurorretinal se produce tambi6n la llamada codificaci6n vis¡uu, es decir, la conversión de las imágenes que impresionan la retina en secuenciss de seiiales electroqufmicas neurales de determinada frecuencia, que preservan la info1Dlación óptica recibida en otro código pertinente para ~el ,lescifrado por el ~!cb¡o. Est3S señale~son la:; que son transmitidas por el nemo óptico hacia el c~r~brD. ~l nervio óptico está f01Dlado por cerca de un millón de fibras nerviosas, reunidas en un haz compactg que son los axones de las c6lulas ganglionares de la retina. Debido a esta integraci6n tan íntima ha podid'j !!fumarse que la retina es una mero extensión del tejido cerebral. Por este nervio se transmiten desde la retina breves impulsos bioe16ctricos (de una a dos milésimas de segundo) ql1c se desplazan a la velocidad de unos diez metros por segundo. H. Jacobson estimó hace años que la capacidad de información del ojo humano es de 4,3 millones de bits por segundo aunque, naturalmente, la capacidad neurológica del sist~m:apara procesar esta información es infinitamente menor.24 Más concretamente, la ca- pacidad del cerebro humano para asimilar información procedente de los sentidos no excede de los 25 bits por segundo, selectMdad que retiene la información per- tinente y elimina redundancia, ruido y estímulos irrelevantes o no pertinentes. La información transmitida por el nervio óptico ell forma de simpl.:;s im- pu];¡os electroqufmicos se diversifica en formas mucho más complejas al alcar>.,.a¡ las redes neuronales del córtex cerebral. En efecto, Hubel y Wiesel descubrieron que las neuronas del córtex visual primario están altamente especializadas, ya que sus respuestas dependen de propi~dades concretas d~ la imagen, tales como la posición, forma, movimiento, color o contrastes: unas reaccionan a las lfuea. Ct!r- vas, otras a las agudas, otras a los movimientos del centro a la periferia, otras de la periferia al centro, etcétera. En pocas palabras: se produce un fraccionamiento de la detección en rasgos fnfimOli, que se volverán a asociar en estructuras neurales superiores. 23. La percepción del mundo visual, de James J. Gibson, EdicionesInfinito, Bue- nos Aires, 1714, pp. 9.5-109. Gibsondefine al gradiente como el aumento o disminuciónd" alguna cualidad a lo largo de un eje o dimensión dados (p. 107). 24. «TheIniormational Capacityoí the Human Eye>t,de H. jacobson, :n Scienc~, _ o 11'2 1JZ...l ... _ ... _ ... ..:l ... 1n ..., ....... "'1m ..,1'":1
  • 10. El trayecto y proceso neural de la vjsión recorre varias etaJ"'asbásicas (figu- ra 3). Los impulsos electroquímicos generados en las dos retinas :ecorren los neT- 'vios ópticos, encontrándose ambos en una conexión cerebral llamada quiasma, desde donde la mitad de las fibras de cada nerno ópticq deriva bacia sus hemis- ferios opuestos, en dirección hacia los cuerpos geniculados laterales, que reciben así señales procedentes de ambos ojos cada uno de ellos. Desde estos «mezcladores de señales retinianas», nuevas fibras conducen la información hacia ellirta vis.ua1 en el <:órtex occipital (área 17 de Broclmann). En cada una de las etapas sucesi:"33 de este recorrido neural se produce un complejo proceso de decodificación espe- cializada y escalonada de las señales recibidas, hasta convertir a la imagen i'etiniána en significación y vivencia articulada, es decir, en producto psíquico (percepto). Para valorar cabalmente la importancia de los procesos neurológicos vjsua- les en el cerebro indiquemos que la super.fi.cie del córtex visual primario del hom- bre, situado en el lóbulo occipital, cubre unos 15 cm1,siendo con ello la mayor: de sus zonas sensoriales y un reflejo del protagonismo vjsual en el hombre ya señalado al comienzo del capitulo. Pero llegados a este punto final de un proceso fisiol~gico, se abre un interrogante filosófico profundo: ¿por qué y cómo el hombre ve el mundo circundante? La falacia del cerebro entendido como un terminal neuro16- gico se deIl1llliba cuando comprendemos que el cerebro no es pro,iamente un terminal de los circuitos nernosos, ya que en la teona y en la práctica de la ~o- municación los terminales suponen un sujeto humano observador de los mensajes que llegan hasta ellos, circunstancia que no se da en el cerebro, que es el sujeto o destinata¡io final de la información, sin ningún observador posterior. En este punto deben callar los fisiólogos y los psicólogos, para ceder la palabra a los fi- lósofos, invitándole:; a e:tplicar cómo una excitación e16ctrica se convierte en !ID escenario visual, externo y tridimensional. l', 1 , , 1 ' 1 1 , '. 1 ' , I 1 • 1 I 3. Trayecto neural de lA illIonnac!6n sum!ol.mad.a por el Cllmpo vi- sual desde las dos TetinB~r a ambos nervics 6pticos y n la cortez! vi$ual del cerebro La visión y la int~llgencia eDla psicología genética a percepción visual no es un fen6meno estático ni estable, sino una vi- vencia sensorial evolutiva, sobre todo en la edad infantil. Detrás de este hecho bien conocido, que aquf examinaremos a la luz de las aportaciones de la psicología gen6tica, se abre un debate prevjo acerca de cuáles son los elementos innatos, y por lo tanto naturales y permanentes, y cuáles son los adquiridos, y por lo tanto empíricos y contmgentes, en el proceso de la percepción visual. La polémica entre nativistas y empiristas difícilmente se acallará alg¡ll¡ cUa,pues no pasa año sin que uno y otro bando científico obtengan hallazgos importantes que parecen confumar y robustecer sus hipótesis. Por ejemplo, la demostrada existencia de algunas ilu- siones ópticas id~nticas en lo~ humanos y en los animales, incluso situados en es- tadios bastante bajos en la escala evolutiva, tiende a confirmar la existencia de ciertas estructuras perceptivas gen6ticas, al margen de cualquier factor cultural.l$ Sin embargo, 105 conocidos e;tperimentos de Hubel y Wiesel COngatitos desplazan el acento desde el capital genético a la e:tperiencia perceptiva. En efecto, si se priva a un gatito de la percepción en su entorno de Un~as·orientadas de un modo determinado (horizontal, vertical u oblicuo), disminuye su agudeza para percibir en el futuro este tipo de orientación, ya que afecta a la maduración de sus estruc- turas neurales. Una privación severa de tales patrones durante tres meses produce una atrofia que afecta de modo irreversible a las conexiones neuronales heredadas del gatito y modifiCll selectivamente su capacidad (o provoca su ceguera) per<:ep- tiva. La primera conclusión que puede obtenerse d~ e:tperimentos de este tipo es que toda estrol:ura biológica heredada posibilita una función, así como también que toda función efectivamente ejercida condiciona la consolidación o transfor- mación de una estructura. En el capital biológico que es expulsado del útero las estructuras anatómicas e histológicas preexisten a su funcionamiento pleno, aun- que sin un funcionamiento adecuado tales estructuras degeneran o se atrofian en el proceso vjtal extrauterino. La evolución de tales estructuras, con verdaderos saltos cualitativos, es producto de la continua interacción entre el sujeto y el medio, que contribuye a precisar muchas caracterlsticas de cada función. En pocas pala- braslla prOgramaciÓ~nétiCa del individuo involuciona si no hay una interacción adecuada con el medio. , para decirlo con palabras de Piaget, «la madui'ación del sistema nernoso a re simplemente una serie d~osibilidades (y la no madu- ración lleva consigo una serie de imposibilidades)>>: Terciando en la polémica entre nativistas y empiristas se ha invocado un razonamiento que juzgamos ine::pugnable. Si la capacidad para la percepción de las formas fuera totalmente innata no se verla afectada -lo que es falso-- por la privación sensorial después del nacimiento; si dependiera sólo de la experiencia, se requeriría el mismo. periodo de aprel)dizaje a cualquier edad del sujeto y sin afectarle la extensión de su privación sensorial previa (lo que tambj~n es falso). Por consiguiente, la percepción es el fruto de una combinación entre las capaci- dades innatas, la maduración del sistema nervioso y el aprendizaje, siendo este ... f 25. Psicología dei processi visiv~ de Franco Purgh6 y Antonio Imbasciati, TIPen- siero Scientifico, Roma, 1981, p. 225. 26. Seis estudios d. psicologta, de JeaD Piaget, Editorial Seu Barra!, S.A., Bar- celona, 1981, p. 149.
  • 11. üItim.v reg¡¡i.;i!v ¡¡¡t::: d~~~i"/~p=:: el bc!:!t-!~ gu~;'!L'r?1o~fe~t~..nte., ~nimale.q:me ... jo. equipados d~ facultades innatas y n:!lCS dependientes del aprendizaje. Cerramos pues por el momento esta polémica entre netivjsmo y empirismo .con los atinados juicios ¡le Roy M. Pritchard, quien tras efectuar diversos expe- rimentos perceptivos con imágenes estabilizadas a..-ti:ficialmente en la retina, con· cluyó que la teoría según la cual la percepción está determinada de modo innato por estructuras neurales (fundamento de la Gestalt) y aquella opuesta, según la cual la experiencia es necesaria para desarrollar los modelo~ de percepción, no son contradictorias, sino complementarias. Y concluye: «Como en el choque histórico entre los conceptos físicos de onda y de particula, la aparente oposición puede surgir solamente de una diferencia on el diverso planteo del mismo problema.»Z7 La psicología gen6tica ha estudiado con particular atenci6n, precisamente, las Íases sucesivas que atravie3a la evolución de la percepciÓn y di: la inteligencia de los seres humanos desde su nacimiento, arrojando bastante luz acerca del dipolo congénito-adquirido. De sus hallazgos puede deducirse, en primer lugar, que la evolución de los estadios de la percepción y de la inteligencia es universal, pasa por las mismas fases consecutivas en todas las culturas estudiadas, aunque con algunos desfases de edad, que muestran retardos en los niños de cUltury.s-primi- tivas, como las zonas rurales y los medios analfabetos.28 Es decir, queJ.t¡¡nto el dete:rminismo de la naturaleza como e1fj>rrectivo de cada ambiente cultural mo- delan nuestros modos de ver el mund2J En el bebé existe una imilier:mClación o con..fusi6nentre el yo y el mUDdo exterior, caracterizada por la falta de una conciencia del yo diferenciado de su entorno y por unas vivencias somato-psíquicas en las que los estímulos de origen endógeno y e:;¡;ógenose confunden. Según la descripci6n de la psicología gen~tica, .el universo inicial del beb6 «es un mundo sin objetos, que sólo consiste en cuadros móviles e inconsistentes, que aparecen y luego se reabsorben por completo, bien para no retornar, bien para reaparecer en forma modificada o análoga».19 Una descripción aproximativa de este !lStadio perceptivo, en su dimensión visual, se obtiene de los ciegos de nacimiento operados de cataratas en edad adulta, que son vjctimas de una gran confusión producida por el flujo excesivamente denso y con- tinuamente cambiante de sus impresiones ópticas, hasta el punto de resultarles abrumadoras y desconcertante:;, Esta es una pista indicativa para apro::rimarse a la visión del bebé, quien ni siquiera posee la educación sensorial (táctil, acústica, etc.) que al adulto operado ayuda a imponer cierto orden y sentido en su nueva y caótica . visión, ni posee tampoco una conciencia del yo diferenciado de su entorno, que existe en cambio en el adulto ciego. Pese a estar inmerso en tan confusa nebulosa somato-psíq~ca, la imagen retiniana del bebé es igual que la del adulto COI! una mión muy educada. Su di- ferencia radica no en la estructura o cantidad de información recibida en sus ojos, sino en las diferenciaciones o discriminaciones que percibe el adulto, gracias a su 27. «Stabilizedlmages in lhe Retina", de Roy M. Pritchard, en Perceplioll: Me- chanisms CllId ModelJ, cit., p. 180.. 28. Conversaciones COIl Piaget, de rean·Claude Bringuer, Gedisa, Barcelona, 1977, pp. 67-66. 29. Psicología d~l niño, de lean Piagety Barbellnhelder, Edidones Monta, S.A., .... " ....... _... ... ....... i . aprendizaje y experimentación visual. El desarrollo de la percepción, en la evo- lución del bebé, se desarrolla desde la áistinl.:ión de grllwl<;;;s ililexc:.acias Il ia cie diferencias sutiles, pues aprender tl ver sólo quiere decir aprender a identificar y a difere'llciar los rasgos del campo visual, lo que constituye más una operación intelectual que estrictamente sensorial. Este proceso atravjesa fases muy diferen- ciadas, aunque emten discrepancias acerca de en qué momento se inicia cada fase. Los experimentos de correspondencia visual y táctil efectuados por T. G. R. Bo- wer, por ejemplo, tienden a demostrar que la atribución de carácter sólido a los objetos vjsualmente percibidos se produce ya de un modo elemental a las dos se- manas de vida, antes de lo que generalmente se admitía.JO Entre los cuatro y los seis meses un niño normal adquiere la visión estereoscópica, reconociendo la pro- fundidad y el relieve (reconocimiento que está en la base del citado experimento del pT/!cipicio visual). Y entre los nueve y los dieciocho meses el niño consolida sus mecanismos psicológicos de reconocimiento de las formas del espacio exterior. Concretamente, la c07'.staJ:lcia de tamaño y la constancia de la forma de los objetos comienzan a formarSe en la segunda mitad del primer año, en conexión cOll.el proceso de construcción del objeto por parte del niño, y pueden afumarse hasta los diez o doce añoS. 31 A partir de estas adquisiciones, la construcción del objeto se consuma alrededor de los doce a dieciocho meses. Esta construcción conlleva el descubrimiento de la pe777U!1le71ciadel objeto, es decir, la convicción de que ~l objeto sigue existiendo aun cuando desaparezca del campo perceptivo del sujeto. En e, primer año y medio de la 'lida del niño su inteligencia sensorio-motriz coordina )<'.S percepciones y los movimientos, haciendo posible que agarre un 00- jeto, que lo agite, etcétera. Pero esta fase primitiva acaba por desembocar, a través del proceso quo acabamos de describir, en la construcción del objeto pennanente y de las constancias perceptivas de las ÍO~as y dimensiones. En est~ estadio, que es anterior al lenguaje, el niño acaba por «situarse como un objeto entre otros,. en un universo Íormado por objetos permanentes, estructurado de manera espacio- temporal y sede de una causalidad a la vez espacializada y objetivada en las co- sas".31 Pero en e:;te estadio no existe todavía pensamiento ni afectividad ligada a representaciones, ya que la lógica del niño se desarrollará en función de la socia- lización del pensamiento. La construcción definitiva del espacio visual, hacia el final del segundo año, ha sido caIiñcada por Piaget como «revolución perceptiva copernicana». En este estadio el espacio es percibido como un todo continuo y como un marco general y estable de relaciones. Es· una fase perceptiva que precede, como hemos dicho, a la formació!l delleng'.laje verbal y al d!lSarIollo del pensamiento, que será su- cesivamente preverbal -basado en representac)nnes sensorio-motrices--, proto- verbal y practicista, y por fin verbal. y este recorrido desde el estadio sensorio-motriz a los umbrales de la vida 30. «Th:: o'b)ect in the World of the Infan!», de T. G. R. Bower, en Recen! Pro· gresó in Perception, W. H. Freeman and Co., San Francisco, 1976, pp. 222·223. 31. Se denomina COnsÚlllcia del tamaf¡o a la percepción del tamaño real de Ull objeto, con independencia de su disminución aparente producida por la distancia. Y se denominaconstancia de lafonna a la percepción de la forma habitual del objeto, indepen. dientemente de su presentación perspectiva. 32. Psicolog(a cid niño, cit., p. 24.
  • 12. 1telectual nos siroa ante :.. w..:l::! ~~~-ició!l ¡:le las representaciones en la vjda ..áantil. En ei último estadio ce 110 CQ~tit'icjón de la inteligencia sensorio-motriz 'l el niño, a pa.'1:ir de los diecis6is meses (sexto estadio, según la terminología de ~iaget) aparecen las primeras imitacionts diferidas, es decir, :reproducciones de: .Jlodelos de conducta y de objetos en ausencia de éstos y depués de un tiempo más , menos largo de su percepci6n, alcanzando así esta imitaci6n el nivel de repre-. 'entaciÓn. Analizando este fenómeno clave de la vjda intelectual, Piaget se ha re- .erido a una ir.teriorización de la imitación,33 por lo que será bueno clarificar el· ignificado de este concepto. La imitación diferida del niño no es espontánea, sino :¡ue requiere un aprendizaje, y es producida precisamente por el niño porque ce-' Lloce ia sig:ni:ficaci6nde aquella conducta u objeto, es decir, es la primera mani- :estación o signo de su inteligencia simbólica naciente. En sentido amplio, en psicología se llama representación al pensanriento no oasado simplemente en las percepciones y los movimientos (que constituyen la ~sencia de la inteligencia sensorio-motriz), sino en un sistema de conceptos o es~ quemas mentales. Pero en sentido más estricto, se entiende pOi representación a In imagen mental o recuerdo-imagen, es decir, a la evocaciÓn simbólica de reali- dades ausentes. Esta segunda modalidad de representaci6n constituye el prerre~ quisito para la reproducci6n física del modelo o simbolo evocado, repf"ducción que puede ·ser oral, gestual, escrita, gráfica, etcétera. Y tales imágene~ mentales pueden ser, a su vez, inufger.z.r reproductoras (que se limitan a evocar e!..)ectácuIos ya conocidos y percibidos anterio=ente), o l~.smás elaboradas y tardías jmág~nes anticipadoras (que imaginan movimientos o transformaciones, sin que el sujeto haya asistido anteriOI1llente a su realización). Estas llamadas imágt'lts de repTe- serltlJción son, por otra parte, polimodales, es decir, incluyen elementos tanto de las pautas motoras, como de las visuales, táctiles y auditivas, y no huellas de u'n solo tipo de percepción. lo! A partir de este incipiente caudal de vivencias psíquicas, el niño inicia la producción de representaciones (gestual es , orales, gráficas, lúdi- cas), que constituyen el contenido de su naciente función semiótica, ejercida por mediación de sEmbolos (motivados) y de signos (arbitrarios pero socializados). A partir de estas realidades, podriamos definir el concepto no mentalista de repre- sentación como toda actuación de origen imitativo, en ausencia del modelo a imitar, en la que el sujeto inviste voluntariamente una significación detenninada con :fina- lidad c:urmmicútiva. Esta caracterización excluirla por 10 tanto a los actos involun- tarios revestidos de significaci6n (como muchas formas de llanto), a aquellos sin finalidad comunicativa (como rascnrse para aplacar una comezón), y todas las eco- praxias (como la eeocinesis) del niño que repite una conducta que se realiza ante éL La relación neurológica entre imagen mental y actuaci6n física ha sido per- Íectamente estabiecida y cuantificada por las mediciones electrofisiológicas. La evocación interior de un movimiento genera, en efecto, las mismas ondas eléctri- cas, corticales (EEO) o musculares (EMO), que la ejecución material del movi- miento, 10 que significa que su evocación mental supone un esbozo de ese móvj- 33. La formación dd símbolo ~n el niño, de lean Piaget, FODdode Cultura Eco- nómica, México, D.F. 1977, ]:l. 90. ~~. ArtnciÓn y mtmoria, de A. R. L¡¡rla, Editorial Fontaoella, S.A., Ilarc::loD!, i ., , ~ miento. Por otra parte, la tardía aparición de la imagen menta! en el niño, que no aparece antes aei se¡¡!lü.do w1v, z¡;,::e~:!e !!'::' 1="!cdll ser considerada como una mera prolongación mecánica de la perc=pci~!l, ni a efectos neurológicos ni a efectos psi- quicos. La aparición de la imagen mental supone un verdadero salto cualitativo, de los muchos que ofrece la evolución de la naturaleza, en la incipiente vjdi! in- telectual del sujeto, ya que tal imagen es integrada en la inteligencia conceptual .como significante. y retomando a la función comunicativa del niño, observemos que si ciertas imágenes mentales son privadas e insustituibles, como producto de experiencias o fantasías particulares del sujeto, los símbolos de valor colectivo in- teriorizado (como el lenguaje verbal) son de carácter comunitario y compartido, constituyendo el fundamento de la comunicación interpersonal. La formación del símbolo en el niño precede a la del preconcepto (transicci6n ligada todavía a la imagen imitativa, que permite asociaciones mentales prel6gicas) y a la del concepto (generalización abstracta liberada ya de la imagen). . En este penodo crucial, de los dos a los siete-ocho años, se desarrolla por tanto el lenguaje verbal, el pensamiento con lenguaje, la imagen mental, la función simbólica y el juego. También el juego infantil, por supuesto, nace de la imitación diferida, imitación ritualizada como simulacro o sfmbolo (JEmbolo lddico), empa- rentada a otras formas de representación. El dibujo o imagen gráfica es, en sus comienzos, un intermedio entre el juego y la imagen mental, que no aparece antes de los dos o dos años y medio. Comparte el dibujo dos elementos esenciales con el juego Í!ÚantiI: 1) su placer funcional (convertir' la actividad motora en produc- ción gráfica) y su autotelismo, y 2) su esfuerzOodeimitación de lo real. La evolución del dibujo infan,:l desde el ÍDicialgarabmo asignificantt ha sido muy bien estudiada y descrita por G. H. Luquet (1913) y comprende cuatro fases: Primera fase: la del r~alismo fortuito de los garabatos, con signi:ficaciones descubiertas a posteriori (de los dos a dos años y medio). Segunda fase: de incapacidad sintética o realismo frustrado, en la que los elementos copiados están yuxtapuestos en vez de coordinados según las leyes del mundo físico y de la percepción humana. Tercera fase: la del realismo intelectual, entre los cuatro y los siete años, en la que el niño reproduce lo que sabe del tema representado, aunque no concuerde con la forma en que lo ve (pluralidad de puntos de vjsta, etc.). A partir de los siete años el niño estructura una noción de espacio racional, susceptible de representarse desde cualquier punto de vista, y en la que quedan bien fijadas las nocione:l de orden, secuencia, distancia, longitud, medida, etcétera. Esta estructuración com- porta también la adquisición capital de la noción y de la representación de las perspectivlJs, lo que se refleja en la fase siguiente. Cuarta fase: la del realismo visual (a los ocho-nueve años), en la que se incorpora la perspectiva y se representan los cambios de tamaño o de forma seg11n el punto de vista y la distancia. Esta maduración gráfica halla su equilibrio a los nueve-diez años. Esta evolución de las representaciones iconográficas es reveladora de la evo- luci6n intelectual y psíquica del niño en todos los planos. Por ejemplo, hasta los siete-ocho año., en congruencia con su incapacidad para diferenciar vjsi6n y co- nocimiento en sus dibuj03, el Diñe tampoco sabe distinguir claramente entre la
  • 13. p'!ll'.'.br!y h! cosa d~signad,,-, ~s d<:,r.iJ,~s "fc1:1m!'. de la I:<"'UDls;.ón entre ~igno y ohjeto que Piag'!t ha n~ado r~!llfsmonomi.. ~d.35 De !!hi deriva la famosa cmn1potencia mágica del lenguaje/pensamiento infantil, ya señalada por Freud, al que se le cree capaz de manipular el mundo a voluntad, como le ocurre a.la Ana de Crfa cuer- vos ... (1975), de Carlos Saura. También los niños de seis años estudiados por Pia- get creen que se piensa con la boca o con la lengua (y a vece~ con las orejas), confundiendo as! toscamente pensamiento y lenguaje o voz.36 Mientras que algu- nos niñós (incluso hasta los diez años) creen que los ojos anojan luz sobre los objetos para así hacerlos visibles, cayendo en una confusión entre ver e iluminar que recuerda la teorla de Empédocles acerca de la vjsi6n.J7 Tambi6n los sueños se interpretan como una escenificación exterior al sujeto (cinco-seis años), o como una emanación hacia el exterior desde la cabeza del soñador (siete-ocho años), an- tes dc ser reconocidos como vivencia mental e interna (nueve~diez añoS).38 Los procesos evolutivos aquí descritos, siguiendo hallazgos de la psicología genética, culminan hacia los once-doce año~, cuando el pensamiento del niño su- pera su sumisión a lo concreto para alcanzar la capacidad hipotético-deductiva, base del pensamiento lógico-conceptual y no sólo en el plano verbal. Es decir, el niño pasa de efectuar mentalmente operaciones sobre objetos para poder refle- xioDar sobre estas operaciones independientemente de los objetos, lo que para nosotros revjste gran interés desde el punto de vjsta de la producción icónica sim- bólica, desligada dc la sumisión a lo concreto. De ~te modo se cierra una gran etapa de transición del ser sensitivo al ser r?cional, definido por la capacidad para el pensamiento abstracto y la comunicación lógico-verbal, con toda su estela de consecuencias intelectuales y sociales. --tema sobre el que volveremos en el pró;rimo capítulo-- demuestra que algunos fndices óptic 's de la profundioad eran bien conociáos y utilizados en esta epoca. El primero ~,eellos es la perspectiva lineal, nacida de la ooservación y en COntra- dicción C()lJlOSpostulados geom6tricos admitidos en la 6poca. En efecto, en la geometrfa de Euclides las paralelas son siempre equidistantes y por mucho que se prolonguen nunca se encuentran. Pero en la geometria no euclidÜma, generada como abstracción de la experiencia del campo visual, aquel postulado se revelaba falso, pues vemos como 13s paralelas conYergen en un punto de fuga situado en el horizonte y, por lo tanto, aparecen más pró;rimas entre sí cuanto más se alejan d.e nosotros, proporcionando una medida eficaz de su distancia. En cuanto a la lla- mada perspectiva aérea, fue descubierta y as! bautizada por Leonardo da Vinci y se trata en realidad de un gradiente de tonalidad cromática en función de la dis- tancia, mientras la perspectiva geométrica es un grandient~ lineal y de tamaño. Años más tarde, Berkeley (1709) postuló las claves primarias de la pro- fundidad, que eran en realidad de naturaleza fisiológica. Berkeley estableció que los datos sensoriales para el cálculo de distancias proceden de las sensaciones de los músculos oculares que acompañan a la cOilvergencia rilayor o menor de ambos ojos, según se fijen en puntos próximos o lejanos. Tal convergencia ocular esté. eD relación inver.a con la distancia al objeto observado; es má.'cima para el objeto pró;rimo y mfnima para ellejwo. El segundo factor citado por Berlceley era la sensación derivada de la acomodación del cristalino a la distancia, nara ajustar el enfoque de la imagen sobre la retina. Pero hoy sabemos que la estimación de la. distancia por eÍecto de la acomodación del cristalino es muy diñcil para los objetos cercanos e imposible para los lejanos,'ya que a partir de una distancia de ó metros la acomodación es prácticamente invariable. Después de señaladas estas matizaciones, concluyamos que. tanto la aco- modación del cristalino como la convergencia ocular son ajustes reflejos para op- timizar la vjsión intencional. Es decir, a partir de un impulso voluntario o inten- cional (el de mirar un objeto), se produce: 1) la convergencia ocular para encua- drarlo correctamente en la fovea centralis de la retina, y 2) la acomodación del cristalino para convertir la borrosidad del deseIlÍoque en nitidez del enfoque. Estos movimientos fisiológicos se denominan clayes o señales oOl/omotoras. . Dicho esto, estamos en condiciones de inventariar el conjunto de indice, que nos permiten percibir mediante la vista la profundidad y el relieve. Son indi- ces primarios la disparidad retiniana y la convergencia ocular -ambos fenómellos binoculares-, y en escasa medida la acomodación del cristalino a la distancia. Y entre los incEces secundarios, todos ellos producto del aprendizaje visual y de na- tu.-aleza mOllocular, citemos: La percepción de la profundidad y el relien Se denomina percepción batoscópica o percepción estereoscópica al reco- nocimiento visual de la profundidad del espacio, que constituye una información fundamental para el individuo. Los estudios neurológicos parecen indicar que el hemisferio derecho del cerebro está. má.s especializado en el procesamiento de la información visual relativa a la profundidad de una escena y a las ·localizaciones en el espacio,39 mientras que en el izquierdo se alojan las sedes del habla, la es- critura y la lectura. Desde Wheastone (1833) es bien sabido que. esta percepción batoscópica es en gran medida una consecuencia de la disparidad de las dos imá- genes retinianas, debido a la distancia que separa a ambas pupilas, que es de unos 60 milímetros. y la magnitud de esta disparidad retiniana es inversamente pro- porcional a la distancia que separa el objeto contemplado de su observador. El invento de la perspectiva PO! parte de los pintores renacentistas italianos 1. Si un objeto parece cubrir u ocultar total o parcialmente a otro, está más cerc~. del observador. . 2. Si parecen converger bordes qu~ se saben parakl05, ~s que retro::eden (fu!]- damento de la perspectiva lineal o geométrica). 3. Si objetos de tamaño similar parecen más pequeños es que están más alejados, siendo su distancia proporcional a la reducción de su tamaf¡o. 4. Si una cosa parece estar encima de otra, puede indicar que está en el mismo plano, pero a mayor distancia. 35. La representnción del mundo en el niño, de Jean Piaget, Ediciones MOl'ata, S.A., Madrid, 1978, pp. 60-83. 36. La representación del mundo en el niño, cit., pp. 42-43. 37. La representación del mundo en el nmo, cit., pp. 49-50. 38, La r!presentación del mundo en el niño, cit., p. fJ7. 39. "The Asymmetry oí tile Human Brain», de Doreen Ximura, eü Recent Pro- C':"#:cfn P,w,"',.nti,ru1 .-.;~ n'" '0
  • 14. 5. Si un objeto parece azulado y borroso puede ser debido a su granlejania (fun- damento de la perspectiva a~rea). . ó. .si los contrastes entre las partes claras y las sombreadas de ':1D ob¡. ;0 aparecen atenuadas, es porque el objeto está alejado. . . 7. Si un objeto es en parte claro y en parte sombreado bajo una lu;: homogénea, su superficie no puede ser plana. 8. Si un objeto aparece sombreado, puede indicar que se halla detrás de otr'o que se interpone entre él y la fuente de luz. . 9. Si un objeto parece desplazarse más extensamente que otro cuando el obser- vador mueve la cabeza lateralmente, el primero está más cerca que el segundo (fenómeno de paralaje de moviménto). La suma coordinada de todas estas informaciones vjsuales -añadida a los factores extraópticos acústicos, táctiles y cinestéticos- suministra al observador una p~rcepci6n segura del mundo trictimensional, un mundo fisko que, en térÍIrlnos generales, se torna visualmente más denso, con detalles más diminutos y menos .nítidos (y por lo tanto de peor legibilidad) cuanto más se aleja del observador, si bien con tal alejamiento se amplia también la extensión del paisaje visual y crece correlativamente el mosaico de estímulos y de información. La e;:::plorllci6n "lst1Dl d~l espoclo Al describrir la estructura del ojo humano mencionamos la existencia, en el centro de la retina, de una leve depresión circular, de un radio de unos 0'4 mm, compuesta por una densa concentración de conos. Esta área fotorreceptora, na- mada fovea centralis, constituye el centro de la visión n!tida y subtiende un arco d~ aproximadaillente 10, en comparación con los 240° del ángulo visual que sub- tiende toda la retina. Cuando miramos un objeto, para verlo con claridad auto- máticamente movemos el globo ocular para que la imagen se sitúe en la fovea, denominándose a este movimiento reflejo de fijación. Los continuos desplaza- mientos de la mirada nacen de movimientos musculares de alta pr~cisión, para orientar el globo ocular, y tienen por tanto la misión de fijar durante una fracción de segundo en la fovea ciertas porciones muy concretas de la.imagen, llamadas punlOs de fijación. Por eso Colin Cherry ha podido escribir que el barrido.o ex- ploración visual de las escenas, mediante movimientos bruscos de los ojos -entre puntos de .fijación de los que obtienen información, convierte a la información espacial en una percepción secuencial y, por lo tanto, temporal. ~o La visión peri- férica de la retina, aunque no es mtida, proporciona información suficiente al ce- rebro acerca del destino de cada siguiente punto dI!fijación. Se llaman movimientos oculares sacádicof a las trayectorias oculares rápidas y breves, que barriondo porciones del campo visual separan a dos puntos pe fi- jación coo;¡ecutivos. Su función, como ha quedado dicho, es la de establecer; n1!e- vos puntos de fijación, y en eso se distinguen claramente de los movimientos de seguimiento, para mantener en la fovea la imagen de un móvil en su desplaza- 40. 011Humall CommWlicatioll, de Colin Cherry, The M. 1. T. Press, Cambridge (}tlassachusetu),1971, p. 126. miento. El tiempo percepti'lamente improductivo empleado .por los ojos en re- core!!r la.; di;'taileli1.J q~;: ü:¡:;o.rn:¡ roles ?;;;::~J de fij;;d.ó;¡, 4ep¡~~nt4 .;610 ej cti~z por ciento del tiempo total d~ ,,.lsión, ya que cada desplaza:::r:i.eiltosuele dura¡ me- nOSde 1120 de segundo. Pero como la prolongada excitación de la retina por parte de un mismo estimulo estabilizado conduce al agotamiento de la pigmentación re- tiniana, por lo que se produce una desconexión funcional y el estímulo deja de ser visto al cabo de un rato, el ojo evita esta fijación estática con otra categoría de movimientos, unos rápidos micromovimientos oscilatorios de los globos oculares, namada nistagmo fisiológico, que desplazan ligeramente la imagen en la retina (con unos 1.50 ciclos por segundo), permitiendo que los fotorreceptores· regeneren las sustancias fotosensibles necesarias para la conducción nemosa. Los experimentos de fijación inmóvil de la imagen en la retina evidencian que esta estabilidad hace desaparecer la transmisión bioeléctrica y ciega su percepción. Multitud de experimentos efectuados sobre las trayecto'rias oculares han re- velado que los itinerarios de la mirada son escasamente capr;ichosos, como ocurre con casi todos los procesos naturales, y sí altamente funcionales. Se puede afirmar, en l!neas muy generales, que el ojo es escasamente libre en sus trayectorias, pues casi siempre acaba por seguir un itinerario guiado, según la 'feliz expresión de,Rug- gero Pierantoni.41 En efecto, los experimentos de laboratorio concurren en de- mostrar que las trayectorias oculares, de gran complejidad y estructuración, no aparecen guiadas por el azar, sino que obedecen a factores determinantes de orden cognitivo y motivacional, que evidellcian su finalidad biológica y la estreCha ÍD- teraependenc:íaentre acnvjdad perceptiva y actividad motora. Al igual que el tacto ante las superficies, ante imágenes complejas el ojo recorre, selecciona y desglosa el conjunto en dato" informativos elementales y relevantes, que recompone luego por SÚltesis. Concretamente, la trayectoria de la mirada recorre la escena y se de- tiene en los puntos de mayor densidad de información visual, tal como hace el tacto con las protuberancias y hendiduras. En este sentido, los estudios sobre mo- vimientos oculares coinciden con las exploraciones electrofisiológicas del cerebro en indicar que los ángulos y las curvas pronunciadas de un dibujo o fotografía (es decir, las rupturas oruscas de dirección) son los rasgos más altamente informativos de las formas, o de mayor pregnancia, empleando la terminologia de la Gestalt. 42 Este principio se ha aplicado con provecho a la cibern6tica, como es bien sabido, para clasificar los estímulos visual~s en categorías unitarias, de modo que el re- concimiento de fOmIas por parte de computadoras digitales de alta velocidad se basa en la detecci6n de unas mínimas categorías constantes de cada categoría de formas, basadas en inflexiones básicas de sus líneas. Para demostrar el interés de la mirada hacia lo más complejo e informativo, en detrimento de lo simple y poco informativo, se han efectu,ado experiencias con menores de corta edad acerca de la llamada mirada preferencial, que demuestran:43 41. L'occhio e /'idea. Fisiclogiae sloriadelIavisione, de Ruggero Pierantoni, Paolo Borioghieri Editore, Turln, 19B1,p. 190. 42. «Eye Movements and V-lSllal Perception,., de David Noton y Lamence Starlc, en Perception: Mechanisms and ModelJ, cit., p. 22I. 43. o<EIdesarrollo de la visiónen elniño», de James E. Gwiuda, Eilecn E. Birch y Rir.hardHeld, en ,l'rlwu1o cientCfico, n.· n, febrero de 1982, pp. 122-123; La percepción, de 1rvin Rock, Ed. Labor, S.A., Barcelona, 1985,p. 143.
  • 15. ' " .y. 1. Si se presentan a un niño dos imágenes, una de las cuales es compleja y la otra simple, el menor prcñere mirar la compleja. 2. Si se presenta a un niño un objeto triáimensional y ULa repre5entación equi- valente bidimensional, el menor prefiere mirar al objeto. ~ En coherencia con lo que llevam~s expuesto, no d~berá sorprender la com- probación de que las formas complejas o inhabituales para un observador dado provoquen un mayor número de pausas de fijación de la mirada, para ayudar a identificarlas, en comparación con las suscitadas por formas familiares al obser- vador. Esto demuestra que el observador, durante la acción de mirar, está com- parando lo que ve con los modelos perceptivos adquiridos en su anterior expe- I~encia cultural, prestando más atención a lo nuevo y desconocido que a lo obvio U familiar. Completando esta observación, experimentos etectuados en laborato- rios de percepción han mostrado que generalmente los sujetos tardaD.más tiempo en reconocer un objeto, en relación con un referente tomado como modelo e in- teriorizado, que en rechazarlo como no ajustado a tal modelo. Esto se explicaría, en aparente contradicción con los principios de la Ger.alt, porque el reconoci- nllento del objeto se ha producido como consecuencia de una exploración de todos (o de sus principales) detalles, nllentras que el rechazo se producirla al observar las primeras discrepancias entre algún detalle del objeto y el modelo interiorizado por el sujeto. 401 ~~ caso, este experimento parece enfrentar el recono- cimiento secuencial o anailllcO"déláKfOmlaS'i:iSüáféS-con e1 reconoci:riri¿ütogIobal oSiíÍtétil,o P.9sMildópoifli' Gestalt, aúÍi:q1!-é·.es c.:i~rró.qüe· cilañto más ·simples sean ,xa;formas máSCíerti·cs Tá segunda forma de reconocimiento. Aparentemente nos hallamos de nuevo ante un antagonismo científico simiIar Id del corpúsculo Y. la onda en la naturaleza de la luz, sobre el que volveremos en el próximo capítulo cuando analicemos el estatuto semiótico de las imágenes. . A incidir en este antagonismo entre visiÓn analitica y visión sint~tica com- parece el descubrimiento de que cada persona tiene un modo característico, tra- ducido en unas trayectorias oculares estables, de mirar un objeto que le es familiar y que le es mostrado desde un punto de vista familiar. La regularidad de tal tra- yectoria ocular revela la e;óstencia de una' jerarqufa informativa (de los detalles sucesivamente explorados para tal sujeto, y i'Cve:Iilprobal:ifemente -fambi6n los ras- gos que privilegia en su imagen mental y en su memoria de tal objeto. Digamos, ñna1mente, que la actividad exploratoria visual se hace por lo general más siste- mática y activa con el aumento de la edad, procurando el adulto obtener ante un estimulo el máximo de información óptica con el mínimo de p6rdidas. La actividad perceptiva se desarrolla y perfecciona, por lo tanto, con el transcurso de la edad, si bien el adulto es lógicamente más vulnerable a las ilusiones ópticas «culturales», consolidadas por hábitos y prácticas de relación estereotipadas con el entorno vi- sual:" Por todo ello algunos gestaltistas, como Arnheim, piensan que ver (analizar con la mirada) no es un fenómeno meramente sensorial, sino que es ya U!). acto de . la inteligencia.o4. 44. «Eye Movcments aod Visual Perception», cit., pAgo 220. 45. Psicología del niño, cit., pp. 48-51. 46. El pensamiento visuai, de Rudoll Aroheim, Editorial Univcrsita."i¡¡ de·Bueno. Aires, 1971, pp. 13 Y ss. T ~ ,."nfrn!2t,!r.i.ón entre la teoría analltica de la visión. basad'! en T)llT)t.m el .. 5jaci6;~o~;tivos, '! la teona sint~tica de la Gestalt enc~entra su primer· ~i~~ mento de reconciliación cuando conslderamos que las sucesivas imágenes retinia- nas, producidas por las trayectorias oculares, nO están aisladas entre si, como lo están las viñetas sucesivas de un cómic, sino que se superponen, traduciéndose así la exploración visual en un encadenamiento de centros de interés, que son inte- grados por la memoria visual iIlmediata.~7 De este modo la percepción secuencial genera en el ooservadqr una L.-nagende conjunto, aCOi:decon los postulados si:o- t~ticos de la Gestalt. Y en este punto debemos matizar la divergencia fundamental entre los sentidos de la vista y del tacto, que antes hemos comparado, pues a di- ferencia ·del reconocimiento secuencial basado en asociaciones progresivas que su- ministra el tacto, la vista percibe por integración, de un modo súbito y slm'.lltáneo, las formas complejas de 1m objeto en su conjunto unitario. 043. Ya partir de este punto estamos en condiciones de examinár someramente las E!9pucstas p,; la teoDa de la Gestalt en relaciÓn con la percepción visual. Re- cordemos que esta teoria, desarrollada por un grupo de psicólogos alemanes en el periodo de entreguerras, se basa en el principio de la autorrealización di4~U espontánea d':. los procesQs or~ánic.Q2.,. y este determinismo o automatismo bioló' gico, aplicadc a la percepción, postula que las formas son perci~iE.~~~mo ~ta· lidades o co.:2tE.tos_:~¡¿_t<:d~.inlnec!iatezt superiores a la suma de sus partes, sol- a:añaoerSuJeto laS relaciones entre sus part":s o entre los eleme!!tos de los esti· mulos que las establecen: Tales formas nacen de la organización, ordenación c- agrupación por el sujeto de los estfmulos presentes, según el principio biol~~o gel mfnimo esfuerzo perce¡:tivo. Una tey de pregnancia de la forma rige este pro- ceso, estableciendo que la organización de la percepción por el sujeto será tan excelente como las condiciones del estimulo (regularidad, simetria, armonia, ho- mogeneidad, equilibrio, sencillez, concisión) lo permitan, eSLructurando por sus caracterlsticas una buena forma. A partir de Max Wertheimer (1923) se han ido enunciando las leyes de la forma, que rigen la percepción unitaria o sintética de 'los estlmulos según este principio. Las principales leyes que gobiernan su estruc· turación son:49 1. Ley de la proximidad: la unión de las partes que constituyen la totalidad de un estimulo tiene lugar, en igualdad de condiciones, en el sentido de la mínima distancia (fig. 4). 4. nustraci6n de la I~y d~ la pro:rimidad, s~gün David Kal>: (1'3i- colo:Úlde la 10,"1I3): lo. pare! de ifDeu más cercanas .e agrupan entre si y los puntos se reúnen en sentido vertical, según el principio de la mínima distancia 47. La percepción d.l mundo viSllal, cit., pp. 217-128. 43. Se7l.iaCiÓil y perctpción, cit., p. 80. 49. Psicologro de laforma, de David Katz, Espasa-Calpe, S.A., Madrid, 1967, pp. ?R_"'¿- P-:i,...,,!n~;11 r!.¡ n:-nr,.-:-:t ln"n",·j n~ r'I~ Qt'.-Q?
  • 16. .2.. ~ey de tu ~'~J't1:!jlJ¡lZ.:z: .;i sü:ü"',a...-i03 les ~l::m~=t::o c..:ti""C!i ~~ dif:I:~t:clase, !!~ tiende a agrüpaIlos eleme:iltos de igu31 clase o m~ semejantes. De modo que lo idéntico o parecido tiende a asociarse, mientras que la diversidad tiende a disociar (fig. 5). • CI • o • • o • o • • o • o • • o • o • • a e O e o o o O $ l1li o lit o • • o • o • 5. nustraci6n de la ley de la semejanza, según David Katz (psI- cologia tú la forma): lu Jfneas se agrupan entre IÍ, los puntos ne- gros entre sí y los blancos entre sí, pero no las Uneas y los puntos negros vecinos ni los pUDtoa negros y lós blancos 3. Ley del cerramiento: las lineas que circundan una superficie son captadas fácil- mente como una unidad. Esta ley permite aislar unos objetos de otros, estruc- turando el campo visual en configuraciones independientes (fig. 6). 6. nustnci6n de In ley del cerramiento, seg1Ín David Katz (Ps/cologfJJ de la forma): las Uneu verticales se rel1nen con- figunndo bandas que acotan un espacio 4. Ley de la buena continuidad o del destino común: aquellas partes de una figura que forman una buena continUidad o tienen un destino .común forman con fa- cilidad unidades (fig. 7). - ._y-r--- .._~'._,- QJ ..1. ~ 7. nustracióD de la ley de l.buena continuidad o del des· tino común, según David KalZ (Psicologio de 10forma): los segmentos oblicuos parecen formar parte de liIIa Une. recta com.da por tres paralelu; el circulo y el hexqODO le des- compoDen como dos unidades distintu; lns lineas 1·2 y 3· 4 "parecen reunidas 5'. L~}' del movimiento común: se tiende a agrupar aquellos ~1ementos que con- junt~ente se mueven del mismo modo o que se mueyen l'eposad!UIlente en .""T'I"C', ....,,.<,..., .... ,.,t~,..,. 6. Ley de pregnancia: tienden a imponerse como unidad aquellos elementos que presentan el mayor grado de simplicidad, simetría, regularidad y tstabilldau (formas buenas). La cualidad de una «buena formli» se ha medido posterior- mente como inversa a la complejidad paramétrica del código requerido para generarla. 7. Ley de la e:cperiencia: la experiencia previa del sujeto observador coopera junto con los factores citados en la constitución de la forma. Con la excepción de la última de las leyes enunciadas, que constituye una inevjtable concesión al empirismo y al reconocimiento del peso de los factores cul- turales en la percepción, las restantes leyes presuponen UIl. determinismo y UIl. au- tomatismo biológico (es decir, innativista) en la organización perceptiva de las for- mas por parte del sujeto. Cesare Musatti ha resumido todas estas leyes como la imposición unitaria en la percepción visual de los elementos dé máxima homoge- neidad o mfniI¡¡a heterogeneidad,so Pero dicho esto' pasemos a las críticas vertidas hacia esta teoría. Piaget considera a la teoría de la Gestalt sólo como una buena descripción de estructuras de la percepción sin ir más allá, es decir, ignorando ~ompletamente su proceso genético. Por eso la califica como UIl. cestructuralismó sin génesis,.. 51 El neuropsicólogo soviético A. R. Luria, consecuente con su posición empirista y antinativjsta, se pregunta si las leyes de la Gestalt son en verdad leyes perceptivas innatas y universales 0, .por el contrario, determinadas por factores culturales y propias de sociedades que han desarrollado el pensamiento abstracto en el que se asientan sus estructuraciones de las formas.52 En otro libro, Luria responde cum- plidamente a este interrogante, basándose en las investigaciones llevadas a cabo por W. H. R. Rivers en 19055'3acerca de la no vigencia de ciertas ilusiones óptico- geométricas en culturas primitivas africanas. Basándose en trabajos etnoculturaIes de esta naturaleza, Luria afinna el condicionamiento histórico-cultural de las es- tructuras de la percepción, de tal modo que algunas leyes óptico-geométricas de la Gestalt serian sólo vjgentes y aplicables para quienes vjven en el mundo geo- m6trico de la sociedad industrial (el llamado carpenttrtd world), pero no en las chozas selváticas. 54 Volyeremos sobre esta cuestión crucial cuando nos refiramos más adelante a las ilusiones ópticas. El tema de la naturaleza de la percepción, como un estado de conciencia distinto de lo que la psicología tradicional llama sensación, ha sido fuente de in- terminables debates que, entre o~as cosas, indican a"Ias c1araslas limitaciones de SO. Pslcologia cúi proc~s/ vis/vi, cit., p. 92. 51. Sl!is ~tudios cú psicología, cit., p. 182. 52. Sensación y percepci6n, cit., pp. 92-93. 53. «Observation of the Senses of the Todas", de W. H. R. Rivers, en British JOUJ7l/ll01 Psychology, n.o 1, 1905,p. 321- 54. Los proclSo3 cognitivo!. A1!d!iJissocio-histórico, de A. R. Luna, Editori~ Fontmella, S.A., Barcelona, 1980,p. 70.