Marisa le da a su amigo Alfredo, quien se siente deprimido, un billete de 100 dólares para demostrarle que aunque la vida pueda arrugarlo o pisotearlo, él sigue teniendo el mismo valor. Aunque el billete quede sucio y arrugado, conserva su valor monetario al igual que Alfredo conserva su valor como persona a pesar de los problemas. Esto lo ayuda a recuperar su energía y perspectiva sobre la vida.