1. Vedruna en el mundo
Las Hermanas Carmelitas de la Caridad Vedruna, fueron fundadas el 26 de febrero de 1826 en la ciudad
de Vic, provincia de Barcelona (España), por Santa Joaquina de Vedruna y de Mas. El
proyecto iniciado ayer por Joaquina y sus primeras compañeras sigue vivo hoy en nuevas generaciones
de mujeres que, "con la luz de Dios en sus pupilas y la compasión de Jesús en sus entrañas", se encarnan
en nuevos lugares del mundo para irradiar esperanza y amor sin fronteras. Hoy están en:
Europa
América
Albania
Argentina -Bolivia
España-Italia
Brasil - Colombia
África
Cuba - EEUU
Eritrea-Gabón
Paraguay - Perú
Guinea Ecuatorial
Puerto Rico - Chile
Togo - R. D. del Congo
Rep. Dominicana
Asia
Uruguay - Venezuela
Filipinas-Índia
Haití
Japón-Taiwan
Ella fue la fundadora de la Congregación de Hermanas Carmelitas de la Caridad Vedruna,
que comenzó su andadura en Vic (Barcelona) (España) el 26 de febrero de 1826.
Natural de Barcelona y educada en un ambiente familiar muy cristiano, se sintió siempre atraída por Dios. Casada con un
joven de Vic, Teodoro de Mas, se amaron profundamente y se entregaron ilusionados a la tarea de educar a sus nueve hijos.
Prematuramente viuda, Joaquina dedicó lo mejor de sí misma a sus hijos y a los enfermos pobres de la ciudad de Vic,
decidida entonces a acabar sus días como religiosa, en la pobreza y la oración.
Cuando, ya mayores sus hijos, parecía llegado el momento del retiro a la vida monástica, el Señor le mostró, a través de
circunstancias providenciales, el camino hacia una meta nueva: poner en marcha una congregación religiosa “para abrazar
las necesidades de los pueblos, ya para cuidar enfermos, ya para la enseñanza de las niñas”, como ella misma decía.
Deseosa únicamente de “emprender lo que el Señor quiera”, “dispuesta para hacer su voluntad”, reunió hermanas e inició
con ellas un nuevo modo de vida religiosa al servicio de las clases populares del país. La infancia y la juventud, los
marginados y los enfermos… encontraron en ella acogida y respuesta a sus necesidades.
2. Murió en Barcelona, víctima del cólera, en el verano de 1854, dejando tras sí numerosas comunidades, que, herederas de su
Carisma, son hasta hoy las continuadoras de su obra en la Iglesia.
“Madre de nueve hijos –dijo de ella Juan XXIII– se convertirá en madre de innumerables pobres”. Él mismo, en 1959,
añadía el nombre de Joaquina de Vedruna a la lista de los testigos ejemplares del Señor, a la lista de sus santos.
Sta. Joaquina de Vedruna - Hnas. Carmelitas de la Caridad
26 de febrero 1826-2012:
186 ANIVERSARIO DE LA FUNDACIÓN
Un año más celebramos que el 26 de febrero de 1826 Joaquina de
Vedruna fundó la congregación de las Hermanas Carmelitas de la Caridad. Han
pasado ya 186 años de aquella fundación en Vic donde un grupo de jóvenes decidió
hacer algo para atender las necesidades de los demás y que así la luz de la Buena
Noticia pudiera seguir iluminando una parte del mundo.
Como Santa Joaquina quería, su obra está presente hoy en todos los continentes
anunciando el mensaje de Jesús: "AMAOS LOS UNOS A LOS OTROS COMO YO OS
HE AMADO". Ayudando y acompañando a los jóvenes, emigrantes, ancianos,
enfermos, encarcelados, marginados... que están recibiendo hoy en día la hermosa
herencia que Joaquina nos dejó: "EL AMOR NUNCA DICE BASTA"
Ahora, 186 años después, ya somos una gran familia, la familia Vedruna.
Hermanas, profesores y, por supuesto, también vosotros, nuestros alumnos y
alumnas, padres y madres, antiguos alumnos...., formamos parte de esta gran
familia.
Todos somos necesarios para continuar la obra que JOAQUINA DE
VEDRUNA comenzó.
Santa Joaquina de Vedruna
3. Su Vida
Joaquina de Vedruna, una mujer que recorrió los caminos de
su mundo con una carga de humanidad hecha transparencia
de Dios, por este vivir suyo de cara El, aún en las
circunstancias más extrañas de su vida.
Nació en Barcelona el 16 de abril de 1783. La quinta entre
ocho hermanos, compartió con ellos una educación austera,
rica en aquellos valores que dan garantía a una personalidad
destacada. Desde niña amó la vida, la naturaleza, el trabajo.
Observando las cosas pequeñas y tratando con ellas,
aprendió a hablar con Dios.
A los doce años pidió el ingreso en un convento de Carmelitas
Calzadas. Mientras esperaba el plazo para ser admitida,
obedeciendo a sus padres y creyendo cumplir la voluntad
divina, casó con Teodoro de Mas, con quien convivió en
perfecta sintonía de ideales.
Tenía entonces 16 años. Tras un primer momento de
angustia, halló una nueva manera de entregarse a Dios
viviendo con toda lealtad su condición de esposa y llegando a
ser madre de nueve hijos.
Asumió la plena responsabilidad de su hogar cuando a los 33 años quedó
viuda con escasos medios económicos y seis hijos que situar en la vida. Sus
deberes familiares y la situación política de España en aquel entonces, le
dieron no pocas preocupaciones y sufrimientos: la educación y colocación de
sus hijos, estrecheces económicas, juicios por cuestiones de herencia,
persecuciones políticas, destierro, separaciones... Todo lo vivió a la luz de una
experiencia divina abandonada siempre al querer del Padre. "Penas nunca me
faltarán, gracias a Dios", escribía, convencida hasta el extremo de que "aquel
Padre de Misericordias todo lo hace bien".
Cuando crecieron sus hijos juzgó ser el momento de entrar en el claustro, pero
el encuentro providencial con el apóstol capuchino P. Esteban de Olot, orientó
sus aspiraciones hacia la fundación de un Instituto con fines apostólicos:
educación y salud.
4. El 26 de febrero de 1826, asociada a nueve compañeras, fundaba en Vic, en su
casa del Manso Escorial, el Instituto de Hermanas Carmelitas de la Caridad.
Las Hijas de la Madre Vedruna entraron muy pronto como personal sanitario y
asistencial en los hospitales y casa de caridad y fueron las primeras maestras
rurales religiosas con las que contó la Iglesia española.
El mapa de Cataluña se abrió ante ella como una primera invitación. Los
pueblos e incluso la capital, son testigos de la expansión de su obra. Joaquina
percibe tanta necesidad de presencia y servicio en el mundo que que vive,
que "quisiera remediar las necesidades de todos los pueblos".
Este primer impulso expansivo quedó frenado por la guerra. En julio de 1840 la
Fundadora con algunas hermanas tuvo que emprender el amargo camino del
destierro hacia Francia. Permaneció en Perpignan hasta septiembre de 1843
en que pudo volver a pasar la frontera española. Encontró su obra sacudida
por la guerra y la dificultad pero fiel. Reorganizó el noviciado, rehizo las
comunidades y alentó a cada religiosa. Cada día se le van uniendo nuevos
miembros para consolidar su obra. Con mirada sobrenatural y entrañable
ternura escribió luego: "Aunque ha pasado un tiempo muy malo Dios ha
cuidado de nosotras como se cuida de los pájaros... Todo esto nos da a todas
nueva vida y fuerzas para continuar con lo comenzado".
Joaquina de Vedruna asistió lúcidamente al declive de su vida. Sus dos
últimos años sobre un sillón de ruedas, con dificultad de expresión y aparente
pérdida de facultades manifiestan y significan la fecundidad del grano de trigo
que muere. El 28 de agosto de 1854 alcanzada por la epidemia de cólera
moría en Barcelona. Dejaba el Instituto extendido por siete diócesis, con 26
establecimientos y unas 150 religiosas; un noviciado en marcha, una
legislación completa con la aprobación diocesana y un espíritu bien definido y
luminoso.
5. FRASES DE SANTA JOAQUINA
- Ojala estuviéramos todos abrasados en el amor de Jesús, de manera
que pudiéramos encender todo el mundo.
- A todas os lo digo: tengamos grandes deseos, y el Señor nos otorgará lo
que más nos convenga.
- Procuremos desechar de nuestros corazones todo cuanto pueda impedir
el puro amor .
- El buen Jesús nos llama sin cesar, y ¿nosotras nos haremos siempre las
sordas? Procuremos tener nuestros corazones muy bien dispuestos: que
nuestra voluntad sea toda para Jesús, todas nuestras potencias y
sentidos sean para el Señor.
- No ha de haber en nuestro corazón apego alguno, sino amor y mas
amor, porque el amor nunca dice basta ni sosiega hasta abrasar, y
abrasando nuestro corazón el puro amor de Jesús, arrojara de el cuanto
de opone a que todo sea amor.
- No durmamos; amemos a Dios sin cesar. Solamente al Señor, creador
de cielos y tierra, ha de ser nuestro descanso y nuestro consuelo. Solo
el amor de Dios se encuentra siempre; lo demás todo pasa.
- Amor, amor y más amor, que nunca dice basta.
- Se consigue más con una gota de miel que con un barril de hiel.
- No dejéis que ningún niño se vaya a casa triste por no haber hablado
con él y solucionado el problema.