1. Castillo de Chapultepec
El museo Nacional de Historia es un instituto
cuyo fin primordial es la conservación, estudio,
y exhibición de elementos de la cultura que el
pueblo mexicano produjo durante el periodo
histórico durante la caída de Tenochtitlan y la
Revolución Mexicana. Está ubicado en el
Castillo de Chapultepec, lugar que tiene un
pasado histórico muy representativo en la
historia de nuestro país, ya que Chapultepec sirvió de morada a los toltecas y a los
mexicas en la época prehispánica. Luego, en la conquista de México fue parte de las
propiedades adjudicadas a Hernán Cortés, pero en 1530, por decreto real, fue donado a
la ciudad para recreo de sus habitantes.
Historia del Castillo a través de los AñosDurante la colonia, se realizaron varias
construcciones, la más importante, fue el castillo, que por órdenes del virrey Bernardo
de Gálvez se edificó entre 1785 y 1787. Pero nunca lo habitó.
Guerra contra EE.UU. El castillo fue ocupado como Colegio Militar en 1840, el cual fue
un escenario de la heroica batalla efectuada contra el ejército invasor de EE.UU. en
1847. Esta batalla empezó en 1846 y duró dos años, fue una guerra injusta, pues EE.UU.
sólo quería obtener territorio de nuestro país.
Bloquearon el Golfo de México hasta llegar a Puebla, donde se estableció la primera
negociación de paz, pera Estados Unidos propuso cosas inaceptables, así que la guerra
continuó. Se dirigieron al Valle de México y fueron desde Padierna hasta llegar al
Castillo de Chapultepec. El castillo no era una fortaleza apropiada para resistir una
batalla, sino una residencia; algunas piezas de artillería le dieron fuerza.
El director en ese entonces, José Mariano Monterde, cubrió muros para disminuir los
desastres por el bombardeo, cuando terminaron esto, las clases se suspendieron y los
alumnos se unieron a las campañas. Se contaban con 832 hombres y cien alumnos, el
general era Nicolás Bravo. El 13 de septiembre inició la batalla, en la cual las fuerzas
mexicanas fueron vencidas. Se batieron gloriosamente el general Nicolás Bravo, y
Santiago Felipe Xicoténcatl, que murió en el cumplimiento de su deber. También
perdieron la vida seis cadetes que estudiaban en el Colegio Militar. Se venera la
memoria de esa defensa en la figura de los niños héroes: Juan de la Barrera, Francisco
Márquez, Juan Escutia, Agustín Melgar, Fernando Montes de Oca y Vicente Suárez.
Los sacrificios del pueblo mexicano fueron inútiles, el 14 de septiembre de 1847 la toma
fue total, y ese mismo día la bandera mexicana fue suplantada y se vió hondear la
bandera enemiga en Palacio Nacional, La ocupación duró nueve meses, y el dos de
febrero se firmó el Tratado de Guadalupe Hidalgo, donde México cedió más de la mitad
del territorio: Nuevo México, Alta California, Texas y una parte de Tamaulipas. El país
recibió quince millones de pesos.
Porfirio Díaz
Porfirio Díaz era de familia humilde, se alistó en el ejército en 1849 para combatir la
invasión estadounidense y llegó a general de división. Destacó en la lucha contra el
emperador Maximiliano: ocupación de Oaxaca, Puebla y México.
2. Se retiró momentáneamente de la política, pero en 1871 intentó un levantamiento contra
Juárez, que fracasó. En 1876 organizó un nuevo pronunciamiento y las fuerzas rebeldes
derrotaron al presidente Lerdo de Tejada en Tecoac, bajo el principio de “sufragio libre,
Constitución de 1857”. Poco después ocupó provisionalmente la presidencia de la
República y en 1877 legalizó la situación presentándose como candidato único. Poco a
poco, olvidó sus ideales antirreeleccionistas, y con sucesivas modificaciones a la
Constitución, de 1876 a 1911 gobernó dictatorialmente, aunque de 1880 a 1884 sólo tuvo
la secretaría de Fomento.
Estableció un régimen de paz, se congració con la iglesia católica, obtuvo el
reconocimiento internacional de su gobierno y combatió las rebeliones de sus
adversarios.
Su programa se basaba en el fortalecimiento de la economía y en el mantenimiento del
orden social.
El programa económico del porfiriato, denominado: “orden y progreso”, buscaba
integrar a México en la senda del crecimiento industrial, combinado con un moderno
sistema de comunicaciones y transportes. Desarrolló una política de «conciliación»,
que hizo prosperar al país y dio grandes facilidades a las compañías extranjeras, lo que
permitió ampliar extraordinariamente la red ferroviaria, organizar el sistema bancario,
etc. Al propio tiempo las clases populares estaban en la mayor miseria y cualquier tipo
de movimiento reivindicativo provocaba las más duras represalias: estaba prohibida la
huelga y toda acción que «impidiese el libre ejercicio de la industria».
Al interior de su residencia en el Castillo de Chapultepec, Díaz hizo gala de modernidad
en la instalación de dos elevadores, uno eléctrico, fabricado en Francia, con caja de
acero y vidrio, que comunicaba los sótanos con las dos plantas de habitaciones y
salones; el segundo, impulsado mediante energía hidráulica, comunicó desde 1896 la
base del cerro con el primer piso y el jardín del alcázar.
Como corresponde a todo gobierno plutocrático, la política agraria del porfirismo se
basó en entregar grandes extensiones de tierras a individuos y entidades extranjeras y
en favorecer enormemente las propiedades de los grandes latifundistas, todo lo cual
desembocó en la Revolución Mexicana. Díaz anunció en 1907 que el país ya estaba
maduro para acceder a un régimen democrático. A pesar de ello, en 1910, se dedicó a
preparar una nueva reelección. Las fuerzas de la oposición, agrupadas en torno al
partido antirreeleccionista que encabezaba Francisco Madero, iniciaron un
levantamiento (20 noviembre 1910). Cuando los sublevados lograron ocupar Ciudad
Juárez (25 mayo 1911), Díaz renunció al poder, huyó de México y se refugió en Francia,
donde murió. Pero su salida no evitó la prolongación de la Revolución, que dio origen al
estado mexicano moderno.
Durante la estancia de Díaz, los salones del Castillo recibieron a los diplomáticos de
otras naciones, donde gozaban de la hospitalidad de la familia presidencial, uno de
esos salones, era el salón de embajadores.
Al establecerse el Observatorio Nacional en el castillo, 1878, uno de sus cuartos fue
ocupado por instalaciones telegráficas que mantenían en comunicación a Díaz con el
resto del país.
Después de revolución de 1910, siguió siendo la residencia de los presidentes.
Hasta que Lázaro Cárdenas destinó al castillo para que fuera sede del museo Nacional
de Historia, al mismo tiempo, determinó que los presidentes irían a vivir a los Pinos