2. el cura sin cabeza
hace muchísimos años en los linderos de
yanacancha y chaupimarca camino a
pucayacu por donde transitaban los viajeros
que iban a huanuco había aparecido un
espectro terrible que tenía atemorizado a los
caminantes era un cura sin cabeza que
deambulaba por la zona desplasandose por los
aires aconsiderable
3. el cura sin cabeza
se inmovilizaban de terror. Cuando estos
quedaban atónitos, el cura cuya negra
sotana
ya
estaba
raída
y
desprendiéndose en flecos -no sabemos
cómo- la emprendía a grandes puñadas,
a manera de zarpazos desordenados y
fieros, destrozando la cara y cuerpo de
sus víctimas; cuando éstas, salvajemente
desjarretadas yacían muertas, se alejaba
emitiendo lúgubres ronquidos guturales.
Muy
pronto,
la
zona
dejó
de
ser
transitada por los peregrinos. Los pocos
que tuvieron la osadía de aventurarse,
fueron
Un día que por razones de trabajo,
un operario de los ingenios de
Carmen Chico, tuvo que pasar por
el fatídico lugar, apenas cerrada la
noche, fue acometido por el cura
sin cabeza que se ubicó a su
altura. El hombre, al sentir la
presencia del espectro, se armó de
valor y cogiendo con todas sus
fuerzas un crucifijo de plata que
siempre llevaba consigo, comenzó
a rezar, contrito, esperanzado y
lleno de fe:
4. Señor de los Señores. Rey de Reyes. Justo Juez Omnipotente que siempre reinas con el
Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, líbrame como libraste a Jonás de la ballena. Estas
grandes potencias, estas grandes reliquias y santa oración me sirvan para poder
defenderme de todo; de los vivos y de los muertos; para sacar los entierros por difíciles que
sean sin ser molestado por los espíritus o apariciones. Tú, Justo Juez que naciste en
Jerusalén; que fuiste sacrificado en medio de dos judíos, permite ¡Oh señor!, que si
vinieran mis enemigos –cuando sea perseguido- tengan ojos, no me vean; tengan boca no
me hablen, tengan manos no me toquen, tengan piernas no me alcancen. Con las armas de
San Jorge seré armado, con las llaves de San Pedro seré encerrado en la cueva del león,
metido en el Arca de Noé para salvarme; con la leche de la virgen María seré rociado; con
tu preciosísima sangre seré bautizado. El Santo Juez me ampare; la Virgen María me cubra
con su manto y la Santísima Trinidad sea mi constante escudo. Amén”. –Al terminar la
oración y armado de valor levantó la voz blandiendo el crucifijo y gritó:
5. ¿De esta vida o de la otra?!…¡Te ordeno que me lo digas! –al oír estas palabras, el cura sin cabeza que le
rodeaba con sus conocidas intenciones cayó de rodillas empalmando sus manos como pidiendo perdón. Entonces
el hombre comprendió que aquel era un cura condenado al que siguió hablando de esta suerte:
- ¡Comprendo que estás cumpliendo una condena. Pero como no puedes hablarme, sólo te ordeno que me
señales el lugar donde tienes enterrado u oculto tu pecado!.
Al oír esta orden, nuevamente el cura se elevó y con las manos le indicó que le siguiera. El caminante, armado
de valor siguió al espectro que llegando al cementerio colindante con la iglesia de Yanacancha, señaló un
montículo semejante a una tumba. El hombre cavó en el sitio señalado y en lugar de un ataúd halló un cofre
con monedas de oro, alhajas y otras joyas.
- Está bien dijo el hombre- mañana mismo te mandaré oficiar una misa en esta iglesia pidiéndole al señor que
te perdone, porque entiendo que estos tesoros, son los que amasaste robándoles a los fieles y creyentes.
Al oír la promesa, el cura sin cabeza, se alejó como un globo, perdiéndose en la oscuridad de la noche. Nunca
más molestó a los caminantes. El temerario obrero compró una mina, se hizo rico y vivió feliz el resto de sus
días, gracias a su empeñoso valor.