El documento habla sobre un terrateniente acaudalado que compró todos los terrenos de un pueblo excepto una pequeña parcela propiedad de un campesino testarudo que se negó a venderla. A pesar de que el terrateniente pensó que ahora el pueblo le pertenecía, en realidad le pertenecía a ambos debido a que no pudo comprar toda la tierra. De forma similar, aunque Dios es dueño de nuestras vidas, el Diablo puede reclamar parte de nosotros si no nos entregamos por completo a D
2. Había un acaudalado terrateniente que deseaba comprar todo un pueblo. Por fin adquirió todos los lotes y terrenos... mejor dicho, ¡todos menos una parcelita!
3. ¡Pues resulta que había un campesino testarudo que se negó tajantemente a vender su pequeño lote de tierra, y nada lo hacía cambiar de parecer! El hacendado hasta llegó a ofrecerle mucho más dinero del que valía en realidad la parcelita; ¡pero el viejo campesino, muy encariñado con su terrenito, se negó rotundamente a venderlo!
4. El hacendado por fin se dio por vencido, pero se confortó diciendo: «¡Bah, qué importa! ¡Si no es más que una parcelita! Como he adquirido todos los demás terrenos, ¡Huddersfield es mio! ¡Me pertenece!»
5. Nada de eso! ¡Ambos somos dueños de Huddersfield! Por casualidad, el viejo campesino testarudo lo oyó y le recordó: ¡Nos pertenece a los dos!
6. No permitas que el Diablo le diga a Dios eso de ti: «¡Ajá! ¡Mira, Dios! ¡Este lo ha entregado todo menos esta cosita! Así, aunque mayormente te pertenece a Ti, ¡una partecita todavía me pertenece a mí!»
7. pero sólo obtendrás bendiciones y paz si te entregas entero al Señor. Anhelaste tener más reposo y más fe, y has rezado con todo fervor;