ACERTIJO EL NÚMERO PI COLOREA EMBLEMA OLÍMPICO DE PARÍS. Por JAVIER SOLIS NOYOLA
Un cachorrito muy especial
1. Un cachorrito muy especial
Había una vez un perrito llamado Toby.
A Toby le gustaba mucho jugar en el parque a la pelota con sus amigos perritos.
Un día en el parque después del cole, se les acercó un perrito muy raro. Era muy delgado
y con uno ojos verdes muy bonitos. Este perrito no hacía “guau” sino que su sonido era:
“miaaaaaaau” “miaaaaaaaau”.
Toby y su grupo siguieron jugando a la pelota. El perrito nuevo quería jugar con el grupo
de Toby, pero ellos no querían jugar con él porque no era igual.
Llegó la hora de volver a casa. Por el camino, Toby le contaba a su papá su día en el parque
y su aventura con el misterioso perrito:
-Papá. Ha aparecido en el parque un perrito muy raro. Tenía el pelo muy corto y con rayas
y unos grandes ojos verdes diferentes a los nuestros y también hacía “miau”- Contaba
Toby sonriendo
2. -¡Toby cariño! ¡No era un perrito! ¡Era un gatito! ¿Y habéis jugado todos juntos?- Preguntó
su padre
-No, porque no era como nosotros - Contestó Toby.
-¡Pero Toby! ¡Eso está mal! Imagina si tus amigos no quisieran jugar contigo.
Tienes que jugar con todos los animalitos del parque, porque ser diferente no es
algo malo, sino algo bueno.
-¿Cómo que algo bueno?- Preguntó Toby, que no entendía muy bien lo que su
papá le estaba explicando.
- Es bueno porque todos somos diferentes en algo y esas diferencias hacen que
seamos especiales. A ti, por ejemplo, se te da muy bien dibujar y tu amiga Tika es
muy buena jugando al fútbol ¡Si todos fuéramos iguales sería muy aburrido!
-¡Si mañana me encuentro al gatito jugaré con él!- Respondió Toby
3. Al día siguiente. Toby le explicó a sus amigos lo que había hablado con su padre y
todos estuvieron de acuerdo: había que invitarle al gatito a jugar.
Cuando vieron al gatito gritaron -¡Gatito! ¡Ven a jugar!
El gatito, que se llamaba Teo empezó a sonreír y a correr hacia ellos. Después
empezaron a jugar a la pelota. Pero cuando llevaban un rato, Cosmi, uno de los
perritos, le dio muy fuerte y la pelota acabó en lo alto de un árbol.
-¡Vaya! ¡No podemos jugar! – Dijeron tristes los perritos.
Pero Teo dijo –Los gatitos podemos subir a los árboles. Subiré y recuperaré
nuestra pelota- Y así, Teo subió al árbol y cogió la pelota.
-¡Viva! ¡Teo ha conseguido la pelota! ¡Eres el mejor Teo! –dijeron todos felices.
Y así todos los animalitos que jugaban en el parque entendieron que cada uno tiene
sus cualidades y todos somos diferentes, pero precisamente por eso, todos somos
especiales.
FIN