Domitila Flores de Chungara fue una líder sindical minera que participó en la huelga de hambre de mujeres mineras que derrocó al gobierno dictatorial de Hugo Banzer en los años 70. Tras el cierre de las minas en 1985, se vio obligada a trasladarse a Cochabamba donde vendió comida para sustentar a sus siete hijos. Ahora, a sus 73 años y luchando contra el cáncer, continúa compartiendo su historia y lucha para mejorar las condiciones de vida de los bolivianos.
1. Ni el cáncer ni el abandono lograron quitarle a Domitila las ganas de luchar<br />Texto: Gisela Alcócer Caero (periodista Los Tiempos)<br />A sus 73 años y después de recibir el tratamiento médico que necesita para soportar el cáncer de pulmón que la aqueja, ella empieza a recordar con dulzura y nostalgia, cómo logró sacar adelante a sus siete hijos, vendiendo salteñas por las calles cochabambinas. <br />Domitila fue una de las principales protagonistas de la huelga de hambre de mujeres mineras, que derrocó al gobierno dictatorial de Hugo Banzer Suarez a fines de la década del 70, época en la que ni siquiera imaginaba que menos de 10 años después llegaría un proceso de relocalización que la expulsaría a ella y a todos sus compañeros y amigos de su hogar en Siglo XX.<br />En 1975 fue secretaria General del Comité de Amas de Casa en la mina, dos años antes de que concluya la dictadura banzerista. “Las minas fueron declaradas zonas militares, ahí estaban los tanques y no teníamos tranquilidad para nada”, recuerda Domitila y agrega que “habían tomado nuestras emisoras, nos habían congelado el salario y botaban al que querían. Todas las conquistas que habíamos logrado en el pasado nos estaban quitando, era una situación terriblemente desesperante”.<br />La ex dirigenta minera volvió la vista atrás para relatar como en mayo de 1976 los mineros en el Congreso de Coro Coro volvieron a organizar una entidad sindical denominada como Delegados de Base desconociendo a los Coordinadores de Conflictos, designados por el gobierno. “Ahí se hizo el pliego petitorio pidiendo el aumento de salario, que se nos dé más alimento. Teníamos un montón de peticiones con un plazo de un mes para que el Gobierno nos responda… pero nos respondió con una nueva intervención militar, con persecución, cárceles y crímenes”.<br />En medio de la crisis y sumido por una fuerte presión internacional, Banzer convocó a unas elecciones en las que sólo él era candidato. “Eso no era democracia, el era él único, y era la época en la que más había subido el mineral, porque el estaño casi llegó a costar 8 dólares la libra y en vez de tener un incremento en el salario de los obreros, los sueldos estaban congelados”, dijo y explicó que fue en ese complicado escenario que se organizó la huelga de hambre en la que presentaron cuatro puntos: la amnistía general irrestricta para todos los obreros y ciudadanos retirados por causas políticas sindicales; la vigencia de sus fuentes de trabajo; la vigencia de las organizaciones sindicales y políticas y el retiro del Ejército de los campamentos mineros. Los primeros tres puntos fueron atendidos, el cuarto no. <br />“Al final… logramos ganar porque se unió todo el pueblo y no sólo aquí sino también fuera del país, fue un gran triunfo”.<br />En 1980 fue exiliada a Suecia. Después volvió a Bolivia y siguió viviendo en la mina hasta 1985, que fue el año en el que el gobierno de Víctor Paz Estenssoro (MNR) efectuó el proceso de relocalización del sector minero. “Nosotros habíamos nacido en la mina, habíamos crecido y envejecido allí, pensábamos que esa era nuestra casa y que nunca nadie nos iba a votar”.<br />Seis mil bolivianos fue la indemnización que recibió su marido después de 30 años de sacrificio dentro de un socavón. Ese dinero fue muy poco para las necesidades de una familia de nueve miembros, pero Domitila y sus hijos no pudieron utilizarlo debido a que el esposo decidió separarse de ella y se marchó llevándose con él ese pequeño patrimonio. <br />Ella recuerda que la separación evitó que corrieran la misma suerte que la mayoría de sus paisanos mineros, quienes al llegar a Cochabamba creyeron que las ofertas de las inmobiliarias como Finsa, eran un buen negocio, y en realidad sólo perdieron lo poco que tenían. “Esa época todos se quedaron en la calle, sin trabajo y sin dinero. Fue un doble castigo para las familias mineras, que terminaron destruyéndose porque padres y madres tuvieron que migrar a otros países para conseguir trabajos, dejando abandonados a los niños”.<br />Su llegada a la capital del valle, fue involuntaria. “Aquí (en Cochabamba) yo tenía a mis familiares y tuve que venirme porque nunca había programado salir de las minas, de la noche a la mañana nos han relocalizado y durante seis meses no nos han dado ni alimento ni sueldo, casi nos hemos muerto de hambre”, recuerda y explica que tras llegar a la Llajta salió adelante gracias a la ayuda de sus hermanos.<br />“Yo hacía salteñas y vendía comida. También daba talleres sobre derechos humanos y la situación de la mujer y después he podido crear mi escuela de formación política”, dijo y lamentó que sus hijos no hubieran podido llegar a la universidad, por la difícil situación que les tocó vivir. “Cuando llegamos a Cochabamba en las escuelas no habían espacios para los niños mineros y ninguno de mis hijos pudo estudiar y sacar una profesión”. <br />Ahora que está enferma, ninguno de sus hijos está en Bolivia con ella, pues cinco de sus hijos decidieron irse a Suecia para trabajar como obreros y los otros dos se fueron a España hace pocos años, debido a que no pudieron conseguir trabajo. “Hacen lo que pueden, trabajan como empleados, como sirvientes y ahora las cosas están más difíciles porque no hay trabajo. Mi hijo ahora está sin trabajo y sólo su mujer tiene dinero, él está buscando pero nadie tiene trabajo seguro allá”, asegura y explica que de los 13 nietos que tiene ella vive con dos, que tienen 18 y 15 años, a quienes hace estudiar en el colegio. <br />“Yo continuo dando el testimonio de nuestro país, sigo capacitando políticamente a la gente que desea conocer nuestra historia, esa es una obligación que tenemos todos porque tenemos que cuidar este cambio que tanto hemos buscado”, sostiene.<br />FICHA TÉCNICA<br />Domitila Flores de Chungara<br />Nació en la mina Siglo XX el 7 de mayo de 1937.<br />Se casó con René Chungara que era minero y ya falleció.<br />Tuvo 11 hijos. Cuatro murieron y sólo siete están vivos. Perdió a uno de sus niños cuando estaba embarazada, como resultado de la represión gubernamental y uno más por un fracaso. Otros dos murieron en medio de los enfrentamientos en las minas.<br />