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PROGRAMA DE UNIDAD NACIONAL PARA
LA GOBERNACIÓN DE LA PAZ 2015
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I. Nuestra ideología................................................................................................................................................................................................................................................5
I.1. Un sueño y sus cinco enemigos...................................................................................................................................................................................................5
II. Diagnóstico................................................................................................................................................................................................................................................................9
II.1. Las gobernaciones en el Estado autonomista..............................................................................................................................................................9
II.2. La necesidad de un pacto fiscal (que el MAS no quiere)........................................................................................................................... 12
II.3. Las gobernaciones que tenemos y las que necesitamos............................................................................................................................... 15
II.4. La Paz ha perdido el liderazgo............................................................................................................................................................................................... 16
III. Propuesta................................................................................................................................................................................................................................................................ 19
III.1. Área política............................................................................................................................................................................................................................................ 19
III.1.1. Relaciones con el Gobierno central y los gobiernos locales,
derechos humanos y no discriminación............................................................................................................................................................................ 19
III.1.2. Un gobierno paceñista autónomo y fuerte................................................................................................................................................ 20
III.1.2.1. Trasladar la gobernación a la ciudad de El Alto................................................................................................................ 20
III.2. Área económica: Traducir el crecimiento en oportunidades económicas para la gente............................................ 21
III.2.1. CITES departamentales................................................................................................................................................................................................ 21
III.2.2. Oportunidades económicas para la región y para los paceños.......................................................................................... 24
III.2.2.1 Desplegar el potencial industrial de El Alto.............................................................................................................................. 24
III.2.2.2. Transformación productiva del agro paceño............................................................................................................................ 25
III.2.2.2.1. Reforzar los modelos productivos exitosos................................................................................................................. 26
III.2.2.2.2. Revolucionar la producción de quinua............................................................................................................................. 32
III.2.2.2.3. Lechería en el Altiplano................................................................................................................................................................... 33
III.2.2.2.4. Riego para La Paz.................................................................................................................................................................................. 33
III.2.2.2.5. Conquistar mercados externos cercanos......................................................................................................................... 34
III.2.2.2.6. Ciudades intermedias.......................................................................................................................................................................... 35
III.2.2.2.7. Financiamiento especializado para la transformación productiva........................................................ 35
III.2.3. El Altiplano Marítimo: la proyección al Pacífico............................................................................................................................. 35
III.2.4. La Marcha al Norte: una nueva frontera productiva..................................................................................................................... 36
III.2.4.1. La tropicalización de la agricultura.................................................................................................................................................... 36
III.3. Área de infraestructura: Agua, electricidad, saneamiento y caminos para todos............................................................. 38
III.4. Área social: Aprovechar el crecimiento para mejorar la educación y la salud................................................................... 39
III.5. Área de género: empoderamiento y protección de las mujeres.......................................................................................................... 41
III.6. Área de seguridad ciudadana: creación y expansión de los “serenazgos” y potenciamiento policial........ 42
III.7. Área de desarrollo urbano: enfrentar los nuevos problemas del crecimiento...................................................................... 44
III.8. Área ambiental: el desafío del cambio climático.............................................................................................................................................. 44
SUMARIO
I.1. Un sueño y sus cinco enemigos
Tenemos un sueño: que en 2025, año del
bicentenario de la creación de Bolivia, nos
dotemos de una misma visión sobre lo que el
país debe ser y hacer.
Para contribuir a que este sueño se con-
vierta en realidad, hemos propuesto las
bases de un “consenso del bicentenario”. Lo
hemos llamado “Reconciliación nacional,
continuidad e innovación para construir un
país para todos”.
En este docu-
mento criticamos el
comportamiento
nacional que se ha
repetido a lo largo
de estos doscientos
años, y que, en lugar
de resolver nuestros problemas, nos han
puesto en la cola del mundo. Este comporta-
miento parte de la creencia en que la solución
para los problemas del país es una ideología
o un modelo económico (ayer privatista, hoy
estatista y mañana, probablemente, privatista
otra vez). Esto da lugar a un círculo vicioso
de luchas políticas en el que los privatistas y
los estatistas se suceden en el poder, y en
cada etapa destruyen las instituciones creadas
por sus adversarios.
I. NUESTRA IDEOLOGÍA
Por esta razón no contamos con una red
consolidada de instituciones públicas ni con
una fuerte empresa privada. No logramos
activar un proceso de acumulación de avan-
ces, el cual constituye la condición básica del
desarrollo (en realidad, la condición que defi-
ne al desarrollo).
Nuestra ansiedad por los “milagros” (las
revoluciones y “refundaciones”) se debe a la
forma extrema en que la economía, la actividad
política y la mentalidad colectiva del país
dependen de la extracción de recursos natura-
les, que es la única
actividad altamente
rentable que ha habi-
do jamás en nuestro
territorio (“extracti-
vismo”).Suponemos,
entonces, que un
cambio en este nivel (el descubrimiento de nue-
vos yacimientos o una nueva forma de propie-
dad de la industria extractiva) nos ofrecerá la
clave de la transformación completa del país.
Las revoluciones y las “refundaciones”
también son formas de redistribuir las rentas
de los recursos naturales entre distintas élites
políticas, que se han sucedido en el poder a lo
largo de las diversas etapas de la historia.
Cuando, como es lógico, el milagro no se
realiza, fingimos que éste está ocurriendo de
Tenemos un sueño: que en 2025, año del
bicentenario de la creación de Bolivia,
nos dotemos de una misma visión sobre
lo que el país debe ser y hacer.
6
Programa de Unidad Nacional para la Gobernación de La Paz
todas maneras. Para ello recurrimos a un
truco que se emplea con éxito desde los tiem-
pos de la Colonia: redactamos una gran can-
tidad de leyes que, en el papel, crean las ins-
tituciones que no existen en la realidad, y
hacemos “tabla rasa” con el pasado, creando
la ilusión del cambio.
Los resultados de esta forma de actuar se
hallan a la vista: aún somos el país más
pobre, aislado y uno de los más extractivistas
de Sudamérica. Es necesario que cambiemos.
Para comenzar a hacer las cosas de otra
forma, tenemos que salir del círculo vicioso y
dejar de lado la ilusión en que un milagro
ideológico y un caudillo providencial serán el
“remedio-para-todo”.
Para actuar de otra manera, la palabra
fundamental de nuestra propuesta es reconci-
liación:
•	 Reconciliación entre las ideologías y
modelos, que nos permita “sintetizarlos”,
es decir, tomar lo mejor de cada uno de
ellos. Necesitamos una adecuada combi-
nación de Estado y mercado, fuertes
empresas estatales y fuertes empresas pri-
vadas que se ocupen de distintas áreas de
la economía. Otra síntesis: las empresas
públicas deben poseer legitimidad política
y, al mismo tiempo, eficiencia técnica.
Otra síntesis: la burocracia gubernamental
de todos los niveles del Estado debe poder
adquirir experiencia y gozar de estabili-
dad, pero al mismo tiempo es necesario
que mejore e innove continuamente. Otra
síntesis: el empoderamiento simbólico de
los indígenas debe combinarse con su
acceso a nuevas oportunidades económi-
cas en el campo y las ciudades. Otra sínte-
sis: el uso de los recursos estatales en
programas que pongan la riqueza en
manos de las personas, las pequeñas y
medianas empresas, los emprendedores.
•	 Reconciliación entre las regiones, de
modo que por primera vez en nuestra his-
toria el poder político se reparta efectiva-
mente a cada municipio y departamento
autónomos.
•	 Reconciliación entre las diversas posicio-
nes que existen sobre la diversidad étnica
del país, a fin de construir un Estado que
refleje el carácter plurinacional de la
población (entendiendo a las naciones
indígenas como naciones “culturales”) y
al mismo tiempo garantice la unidad de
ésta en una sola nación “política o estatal”
boliviana.
Esta reconciliación implica al mismo tiempo
una lucha sin cuartel contra algunas formas
de hacer y pensar, que son contrarias a la
visión que hemos señalado. Estas formas de
hacer y pensar se encarnan, en este documen-
to, en algunos caracteres o “tipos”, que es
necesario identificar claramente y tratar de
eliminar, al mismo tiempo que se promueve
los “tipos” contrarios. Éstos son los cinco
grandes enemigos de nuestra visión del desa-
rrollo boliviano:
•	 El rentista, es decir, el boliviano que cree
que el Estado tiene la obligación de man-
tenerlo, ya sea dándole una “pega” por su
militancia política y no por su capacidad o
rendimiento en el trabajo, o dándole bene-
ficios especiales, de los que en cambio no
gozan igualmente todos los demás. En
esta categoría están los empresarios priva-
dos que venden productos y prestan servi-
cios al Estado por relaciones y “favores”,
y no por la calidad de su oferta. Frente al
rentista debemos poner al emprendedor,
que es el boliviano que busca crear rique-
za, y que se une con otros bolivianos para
cooperar en actividades de todo tipo, y no
exclusivamente para presionar a las auto-
ridades o a otros grupos sociales.
•	 El extractivista, es decir, el boliviano
que contribuye a la dependencia del país
de la explotación de recursos no renova-
bles, y debilita la diversificación de la
economía y las actividades no tradiciona-
7
Unidad Nacional
les. Ante él oponemos el industrioso,
que en la artesanía, en la industria y la
agropecuaria, añaden valor a los bienes
naturales, tanto para exportar como para
el mercado interno.
•	 El discriminador, es decir, el boliviano
que no respetan la dignidad de los demás,
que son diferentes de él por razones étni-
cas, políticas, económicas, sexuales o de
cualquier otro tipo. Frente a él, queremos
generalizar el tipo del tolerante, que
admite la diversidad de identidades y el
derecho de éstas a ser y expresarse, aun-
que esto le resulte molesto en determina-
das circunstancias.
•	 El antiboliviano, es decir, el boliviano
que desprecia al país, su realidad econó-
mica, su diversidad demográfica y cultu-
ral, su historia, y, en cambio, quisiera que
Bolivia fuera “otro país”, tomando como
modelo a cualquier otro Estado extranjero.
Frente a él, postulamos al patriota, el
boliviano que concibe su propia vida y la
actividad que realiza como formas de
aporte al mejoramiento del país. El patrio-
ta tiene un sentimiento de deber con el
país. Critica los errores nacionales, pero
sin desprecio ni arrogancia, para ayudar a
cambiarlos y no para negar su propia iden-
tidad.
•	 El utopista, es decir, el boliviano que des-
carta todo lo que ha logrado el país, las
instituciones y políticas existentes, y se
propone resolver sus problemas mediante
un rediseño global de la sociedad. Es el
que considera la ideología y la estrategia
política –no el trabajo creador y la suce-
sión de avances parciales– como una
“panacea” para el país. A él se opone el
reconciliador, el boliviano que piensa
que por encima de la virtud o defecto de
una política, lo más importante es que el
país no retorne al círculo vicioso al que lo
conduce la lucha entre modelos. El recon-
ciliador evalúa cada posibilidad para el
país, no desde el punto de vista de la
“ortodoxia” política, sino de su eficiencia
en la práctica.
mías. En algunos casos esta distribución es
exclusiva, lo que quiere decir que una mate-
ria “pertenece” solamente a una autonomía y
excluye a las demás. Pero las autonomías
también tienen competencias “compartidas”
sobre determinadas materias. Esto quiere
decir que el nivel central, esto es, laAsamblea
Legislativa Plurinacional, debe establecer
una “ley básica” sobre la cual la autonomía
en cuestión debería aprobar una “ley de desa-
rrollo” que aplique los lineamientos de la
“ley básica” a sus propias necesidades y par-
ticularidades.
Desgraciadamente, la definición por
parte de la Constitución como de la Ley
Marco de las competencias exclusivas y
compartidas de las autonomías no se ha
hecho de manera consistente. Y esta contra-
dicción no es el único obstáculo que está
atravesando el proceso autonomista, por la
mala fe y la negligencia del Gobierno central
para avanzar en el proceso de descentraliza-
ción. Por razones ideológicas, el Estado ha
reducido el régimen autonómico aprobado
hace cinco años a la letra muerta de las nor-
mas. No le ha entregado a las gobernaciones
las nuevas atribuciones que les concede la
Constitución, y mucho menos ha permitido
que se financien de otra manera, mediante un
nuevo pacto fiscal. El Estado sigue esperan-
II. DIAGNÓSTICO
II.1. Las gobernaciones
en el Estado autonomista
Tanto la Constitución como la Ley Marco de
Autonomías definen la constitución de las
autonomías departamentales, municipales,
regionales e indígena-originario-campesinas,
así como su coordinación y articulación, a fin
de crear y mantener un sistema de órganos
públicos territoriales que satisfaga la deman-
da de bienes y servicios públicos de la pobla-
ción. La expectativa era que las autonomías
fueran el remedio de los grandes problemas
del país: la pobreza, la exclusión, la no verte-
bración y la fragmentación del territorio
nacional.
Constitucionalmente, las autonomías
departamentales, municipales, regionales e
indígena-originario-campesinas tienen, todas,
el mismo rango y no se subordinan unas a
otras. Una autonomía se caracteriza por tener
la facultad de legislar, es decir, de aprobar
normas, sobre las materias que les correspon-
den. Además, pueden elegir –con distintos
procedimientos– a los representantes que
legislarán, así como a los funcionarios que se
ocuparan de ejecutar estas normas; es decir,
pueden formar sus propios gobiernos.
Las “materias” o problemas públicos se
han distribuido entre las distintas autono-
10
Programa de Unidad Nacional para la Gobernación de La Paz
do que las gobernaciones “califiquen” para
sus nuevas competencias, lo que en los
hechos ha detenido el curso autonomista.
Desarrolla así el sesgo centralista que
posee la propia Constitución. Por ejemplo,
ésta siempre entrega competencias exclusi-
vas a los municipios “en el marco de” alguna
política o ley nacional (art. 302.I, por ejem-
plo). Como estas políticas o leyes todavía no
están aprobadas, en los hechos los munici-
pios no pueden normar estas competencias,
ni siquiera con la obligación de, después,
adecuar sus normas a la legislación nacional
que se apruebe ulteriormente.
En otros casos, la Constitución establece
que procedimientos que debieran ser compe-
tencias exclusivas de las gobernaciones serán
normados por leyes nacionales. Por supuesto,
estos “envíos a ley” debilitan la autonomía
departamental.
Además, la Constitución concede exacta-
mente las mismas competencias exclusivas
(planes de ordenamiento territorial, turismo)
a diferentes autonomías, quizá porque los
constituyentes pensaron que era necesario
asignar las mismas responsabilidades a cada
nivel de gobierno. El problema está en que en
algunos casos estas competencias se solapan.
Por ejemplo, si la autonomía departamental
se encarga del ordenamiento territorial, es
obvio que las autonomías subdepartamenta-
les ya no tienen que hacerlo. Hasta ahora no
se ha negociado detalladamente los catálogos
de competencias de cada tipo de autonomía.
Por otra parte, la Asamblea Legislativa tiene
facultades para asignar a los municipios com-
petencias adicionales, cosa que hasta ahora
no ha hecho ni piensa hacer. La tendencia ha
sido, por el contrario, la aprobación de leyes
nacionales destinadas a que las normas auto-
nómicas sobre competencias exclusivas cum-
plan, todas, los mismos parámetros y con-
templen los mismos procedimientos. Este
tipo de leyes no son compatibles con un
Estado autonómico. Para uniformar las polí-
ticas sobre determinadas materias, las auto-
nomías deberían llegar a acuerdos volunta-
rios entre sí, que sean auspiciados por el nivel
nacional del Estado.
Como resultado de lo señalado, no hay
leyes “básicas”, es decir, generales y abiertas,
que realmente admitan “leyes de desarrollo”.
Se ha reducido la facultad legislativa de las
autonomías, y entre ellas de las gobernacio-
nes, a una simple actividad de reglamenta-
ción de políticas ya especificadas por el nivel
nacional.
El artículo 302 de la Constitución da a
las autonomías la potestad de crear y admi-
nistrar impuestos, pero esto se ha visto res-
tringido y bloqueado, por lo que las goberna-
ciones son tan dependientes hoy como ayer
de las transferencias del nivel central, algu-
nas de las cuales –y cada vez más– no son de
libre disponibilidad, es decir, no se pueden
gastar en lo que los departamentos creen que
es mejor (aunque sea respetando los linea-
mientos generales del país).
Hasta hora tampoco se han establecido
las bases del endeudamiento de las autono-
mías, ni se ha pensado en una ley de respon-
sabilidad fiscal. Los lineamientos deberían
conjugar las necesidades de sostenibilidad
financiera del país y el respeto a la autonomía
de cada unidad territorial. Por ejemplo, se
tendría que establecer mecanismos de pago
automático de los créditos, por medio de des-
cuentos de las transferencias de recursos del
nivel nacional a las autonomías. Pero la incli-
nación recentralizadora del Gobierno central
ha conducido a la aprobación de “leyes finan-
ciales”, es decir, presupuestos nacionales,
que impiden que las gobernaciones obtengan
recursos propios y las conciben como depen-
dientes de las fuentes de financiamiento con
que cuentan actualmente.
Tampoco se ha trabajado a fin de crear
espacios en el mercado financiero en los cua-
les las autonomías pudieran emitir papeles de
deuda e invertir sus excesos de liquidez (fon-
11
Unidad Nacional
dos fiduciarios y de inversión municipales).
En lugar de una construcción flexible,
adaptable y plural, al que contribuyan en
igualdad de condiciones todas las unidades a
las que la Constitución reconoce igual rango
legal, el proceso autonomista está derivando
en la construcción de un complejo aparato
burocrático de control de lo que hacen los
niveles subnacionales, en especial en el terre-
no financiero.
Otro elemento que no se está cumplien-
do, aunque se halle establecido en la
Constitución, es la creación de “regiones”, es
decir, territorios –mayores a los municipios y
menores a los departamentos– que constitu-
yen una unidad histórica, económica y cultu-
ral. En teoría, las regiones pueden convertirse
en “autonomías regionales” con el acuerdo
del gobierno departamental al que pertene-
cen. Pero solo en la teoría, lo que constituye
una importante falta, ya que las regiones son
los espacios más adecuados para atender pro-
blemas que los municipios no pueden resol-
ver actuando por separado, como la conser-
vación de cuencas, la ejecución de proyectos
productivos basado en recursos naturales,
etc. (no debe confundirse a las autonomías
regionales con las mancomunidades, que son
entidades tanto públicas como privadas, y
que deberían seguir funcionando de forma
paralela y complementaria con las primeras).
Las autonomías municipales no tienen
diferencias con las autonomías indígena-ori-
ginario-campesinas, excepto por la forma de
organización de sus gobiernos. Por lo demás,
la gestión del territorio, la promoción del
desarrollo, la participación ciudadana y el
control social en ambos tipos de autonomía
son iguales. Por tanto, el nacimiento de las
autonomías indígenas constituye en realidad
una transferencia horizontal de competen-
cias, desde los municipios a ellas. Pese a ello,
las autonomías indígenas tampoco se han
materializado, aunque existen algunos terri-
torios interesados en formarlas.
Esta situación muestra el centralismo
objetivo del país. El Estado boliviano enfren-
ta una dificultad estructural y crónica: la
carencia de ingresos a consecuencia de la
limitada actividad económica, lo que se tra-
duce en recaudaciones tributarias escasas. A
lo largo de lo historia, esta deficiencia ha
causado que la principal preocupación estatal
sea la propia supervivencia. Al mismo tiem-
po, y de una manera compensatoria, Bolivia
ha contado casi siempre con rentas prove-
nientes de la explotación de recursos natura-
les, que el Estado ha intentado capturar de
una u otra manera, lográndolo plenamente en
los periodos nacionalistas como el actual.
De las dos fuentes señaladas, la más
importante es la segunda, tanto porque en
ciertos momentos (como el actual) provee
una gran cantidad de fondos al Estado, como
porque debido a su carácter suele orientarse a
la inversión pública, antes que al simple sos-
tenimiento de la planilla de empleados públi-
cos. Como se comprenderá fácilmente, la
necesidad de controlar esta fuente extraordi-
naria de recursos, sumada a la precariedad de
las fuentes locales de ingresos, impregna al
Estado boliviano de centralismo. El país
mismo tiene una diversidad de regiones y de
poblaciones, por lo que la idea de adminis-
trarlo descentralizada y aun federalmente no
ha sido ajena al pensamiento de sus poblado-
res. Además de por motivaciones culturales e
ideológicas, éstos plantearon su lucha contra
el centralismo por el lógico deseo de aprove-
char más directamente la riqueza manejada
por el gobierno. Sin embargo, el centralismo
perduró y perdura hasta ahora, pues ha
encontrado siempre la forma de “reinventar-
se” luego de las sucesivas reformas que la
lucha regional logró arrancar a las autorida-
des. Así lo determina el carácter centralizado
de los ingresos estatales, es decir, que pro-
vengan principalmente de la industria extrac-
tiva, que es una sola, y no de las demás acti-
vidades económicas que se encuentran dis-
12
Programa de Unidad Nacional para la Gobernación de La Paz
departamentos productores (Tarija,
Chuquisaca, Santa Cruz y Cochabamba),
lo que demanda el 12,5% del IDH total.
•	 2% de la producción nacional de hidrocar-
buros para cada uno de los cinco departa-
mentos no productores (La Paz, Oruro
Potosí, Beni y Pando), lo que representa
un 31,3% de lo recaudado por IDH.
•	 4,5% del valor de la producción total de
hidrocarburos (14,1% del IDH) al fondo
de compensación para los departamentos
que se encuentren por debajo del IDH
nacional promedio (que se calcula toman-
do en cuenta a todos los departamentos
excepto Tarija).
•	 7% del IDH nacional para el fondo de
compensación para La Paz, Cochabamba
y Santa Cruz, por ser éstos los departa-
mentos de mayor población. El 80% de
este fondo es distribuido entre los munici-
pios de estos tres departamentos, de acuer-
do a la población de cada uno de éstos, y
20% a las universidades.
•	 De los recursos que percibe el Tesoro, un
5% va al Fondo Indígena para financiar
proyectos de desarrollo productivo y
social, y el restante 30,2% se queda en el
Tesoro, aunque no sin antes haber sido
mermado por las participaciones de las
Fuerzas Armadas, la Policía Nacional y
otras instituciones.
Gracias a este complicado mecanismo, ape-
nas aprobada la Ley de Hidrocarburos, los
departamentos recibían el 64,8% del IDH y el
Tesoro, el 35,2%. De los recursos por IDH
que iban los departamentos, las prefecturas
de entonces recibían 32,8%, los municipios
25,6% y las universidad el 6,4%. Si se calcu-
la lo que le tocaba a cada departamento, tene-
mos que la cuota es homogénea. El criterio
básico de la ley había sido distribuir los
recursos entre nueve partes iguales. Por eso,
restando el 7% del IDH que va al fondo com-
pensatorio para La Paz, Cochabamba y Santa
persas por todo el país. El centralismo tiene,
como hemos dicho, un carácter objetivo. Por
otra parte, coincide con la ideología predomi-
nante en el país, que pretende usar el Estado
(en concreto, las rentas de los recursos natu-
rales que el Estado posee) para desarrollar la
sociedad en un sentido u otro. Esta ideología
(“nacionalista revolucionaria”) demanda un
Estado fuertemente cohesionado, que se
mueva al unísono detrás de los mismos obje-
tivos, y que sirva como un ariete en contra de
los enemigos del proyecto social que se pre-
tende construir. De ahí que las concesiones
que se hacen a los departamentos (por ejem-
plo, las incluidas en la Ley de Hidrocarburos,
o las realizadas por el actual Gobierno y que
permitieron la conformación de las autono-
mías departamentales y otras) sean casi siem-
pre provocadas por circunstancias políticas
desfavorables para el centro. De ahí también
que, una vez hechas, éste trate de socavar su
efecto sobre las finanzas públicas con medi-
das re-centralizadoras, al mismo tiempo que
trata de reconcentrar el poder político.
II.2. La necesidad de un pacto fiscal
(que el MAS no quiere)
La necesidad del pacto fiscal surge de la Ley
3058 o de Hidrocarburos, cuya gran novedad
fue la creación de un impuesto a la produc-
ción de gas y petróleo de 32%, para sumarlo
a las regalías del 18% que hasta ese momento
el Estado cobraba a esta actividad (11% de
estas regalías iban a los departamentos pro-
ductores, 1% a Pando y Beni, como una com-
pensación por su apoyo a Santa Cruz en la
obtención de las regalías, y 6% a la empresa
estatal del petróleo, YPFB). El nuevo impues-
to de 32% se llamó Impuesto Directo a los
Hidrocarburos (IDH) y se decidió distribuirlo
de la siguiente manera:
•	 4% de la producción departamental de
hidrocarburos para cada uno de los cuatro
13
Unidad Nacional
Cruz, todos los departamentos perciben 6,3%
del IDH total, con excepción de Tarija que
recibe 7,8%, por ser el con mayor producción
de hidrocarburos.
Esta repartija en partes iguales del prin-
cipal ingreso del país refleja la correlación
de fuerzas que había en el momento de apro-
bación de la Ley 3058, es decir, en el
momento en el que el Estado, acosado desde
2003 por una enorme actividad de masas,
había perdido su tradicional capacidad para
neutralizar las iniciativas descentralizadoras
de las regiones.
Aparentemente repartir por igual es lo
más equitativo, pero sólo es así cuando los
beneficiarios son iguales entre sí. Si no lo
son, como en este caso, los resultados son
confusos: los departamentos más poblados
son los que menos recursos reciben, a pesar
de la compensación del 7% adicional recibi-
do por estas regiones. En el otro extremo, los
departamentos menos poblados son los que
más recursos reciben en términos per cápita.
Estas disparidades también se dan en la dis-
tribución del IDH por habitante pobre y la
injusticia se replica si consideramos la densi-
dad poblacional (habitantes por km2): los
departamentos con mayores superficies,
como es el caso de Santa Cruz, La Paz, Beni,
Cochabamba y Potosí, son los que menos
recursos de IDH reciben por habitante/km2.
En suma, el régimen fiscal que resultó
del proceso de nacionalización del gas es
errático, amén de complicado. No responde
ni a la justicia (a todos por igual) ni a la razón
instrumental (el logro de los mejores resulta-
dos al menor costo posible), sino a la posi-
ción que ocupan los departamentos respecto
a los yacimientos, es decir, a un criterio ren-
tista. La creación del fondo de compensación
para departamentos más poblados no resolvió
esta cuestión.
En el periodo que va desde 2005-6 hasta
ahora el intrincado panorama que estamos
describiendo se complicó todavía más porque
el gobierno central no sólo recuperó la fuerza
perdida por la crisis política, sino que la
incrementó gracias a la gran popularidad y el
indudable autoritarismo del presidente Evo
Morales. En consonancia con esto, el
Ministerio de Economía planeó y ejecutó una
serie de medidas de recentralización de los
ingresos. La principal de ellas fue un des-
cuento general del 30% del IDH total, el cual
se usa para pagar la Renta Dignidad, es decir,
la pensión no contributiva que entrega el
Estado a los mayores de 60 años. Además, el
Gobierno ha incrementado su uso de notas de
crédito fiscal (es decir, de pagos que se hacen
por medio de la exención de impuestos por el
valor del que se trata), pues la coparticipa-
ción de los municipios y universidades sobre
la masa tributaria no petrolera sólo se aplica
a los montos efectivamente pagados por los
contribuyentes. Y, lo que es más grave, ha
empleado una serie de triquiñuelas burocráti-
cas (plazos imposibles de cumplir, falta de
información) para impedir que las regiones
gasten la suma completa del IDH que les
corresponde.
Tenemos entonces, operando al mismo
tiempo, la distribución “departamentalista”
de la Ley 3058, y las maniobras re-centraliza-
doras de los ingresos que práctica el Gobierno.
El resultado final es un desorden que debería
resolver un nuevo pacto fiscal.
Sin embargo, el hecho de que la Ley
Marco de Autonomías señale un plazo para la
realización de un pacto fiscal no significa que
éste vaya a concretarse realmente. La dispo-
sición transitoria décimo séptima de la ley
dice que:
“1. El Servicio Estatal de Autonomías en
coordinaciónconelMinisteriodeAutonomías
y el Ministerio de Economía y Finanzas
Públicas, elaborarán una propuesta técnica de
diálogo para un pacto fiscal...
“2. En un plazo no mayor a seis meses
después de publicados lo resultados oficiales
del próximo Censo Nacional de Población y
14
Programa de Unidad Nacional para la Gobernación de La Paz
Vivienda, la propuesta técnica sobre el pacto
fiscal deberá ser presentada al Consejo
Nacional de Autonomías a fin de desarrollar
un proceso de concertación nacional y regio-
nal como paso previo a cualquier tratamiento
por las vías legislativas que corresponden.”
En otras palabras, la ley dispone que
haya un debate, pero no que éste concluya
en algo concreto, esto es, en un cambio defi-
nitivo y significativo del sistema de finan-
ciamiento fiscal. La cláusula de la Ley de
Autonomías que acabamos de citar parece
haber sido redactada para dar a las autorida-
des la posibilidad de transformar su pro-
puesta de pacto fiscal en una iniciativa
legislativa, o de no hacerlo, dependiendo de
las posibilidades que tenga de imponerla sin
consecuencias políticas serias. Pero esto no
resulta fácil, porque los cambios solo pue-
den ser tres: en el sentido de la equidad
(concebida como la concesión de lo mismo
a todos), en el sentido de la razón instru-
mental (para lograr el mayor desarrollo o la
mayor cantidad de servicios estatales entre-
gados con el menor esfuerzo y la menor
inversión de recursos invertidos), o en un
sentido abiertamente centralista, para borrar
el sesgo “departamentalista” de la distribu-
ción, principalmente del IDH. Estos tres
posibles resultados del debate del pacto fis-
cal implican que ganen algunos departa-
mentos (gobernaciones y municipios) y
otros pierdan respecto a la distribución
actual y a las expectativas. Si el criterio
fuera entregar a cada ciudadano un monto
más o menos igual de dinero o, en cambio,
una cantidad igual de bienes y servicios
estatales con el mismo valor, ganarían los
departamentos con más población y perde-
rían los despoblados y los productores de
baja población. Si el criterio consistiría en
lograr que cada ciudadano recibiera al
menos un mínimo de bienes y servicios esta-
tales, esto exigiría dar más dinero a los
departamentos más poblados, más extensos,
con mayor cantidad de pobres, etc., enton-
ces perderían los departamentos con menos
población y más pequeños, especialmente si
son productores. Pero estas posibilidades
son teóricas. En los hechos, lo que se opon-
drá al pacto fiscal será la política fiscal re-
centralizadora del Gobierno central, en con-
tra de todos los departamentos. El Gobierno
quiere dejar las cosas como están (y de ahí
las chicanas a las que ha recurrido para no
discutir el pacto fiscal hasta ahora), es decir,
seguir su estrategia de sustracción de los
recursos regionales por medio de trucos
burocráticos y forzando a las gobernaciones
y los municipios a financiar inversiones de
alcance nacional, gran popularidad y difíci-
les de rechazar, como ahora ocurre con el
pago de la Renta Dignidad.
Por eso concurrimos a estas elecciones
con la demanda de convertir la oferta de
autonomía que hace la Constitución en una
realidad, es decir, de radicalizar la transfe-
rencia de responsabilidades y recursos del
centro del Estado a los demás gobiernos. Sin
embargo, al mismo tiempo sabemos que esta
demanda encontrará el gran escollo de un
gobierno centralista que cuenta con dos ter-
cios de votos en las instituciones representa-
tivas del país.
Aun así, es necesario denunciar la inefi-
ciencia y arbitrariedad de un sistema que
depende para todo de La Paz, y reactualizar
el proyecto de las autonomías, a fin de redis-
tribuir las competencias (responsabilidades)
de los distintos niveles del Estado de modo
que se eliminen las actuales iniquidades y se
logre que cada autonomía departamental y
municipal pueda ocuparse directamente de
regular y animar la vida de la población. Se
debe reformar la Ley Marco de Autonomías
y establecer un pacto fiscal que permita
financiar el cumplimiento de las nuevas com-
petencias. Se debe calcular el costo de las
competencias que se asignen y construir un
sistema de transferencias y compensaciones
15
Unidad Nacional
II.3. Las gobernaciones que tenemos
y las que necesitamos
En 2001 se realizó un estudio para evaluar las
capacidades de planificación, administración y
funcionamiento de las nueve prefecturas del
país.1
Los principales problemas de gestión que
el estudio detectó en las prefecturas eran los
siguientes:
•	 Alta partidización y “cuoteo” de los car-
gos.
•	 Baja aplicación de las normas de funcio-
namiento y poco respeto a la estructura
organizativa fijada legalmente.
•	 Inexistencia de sistemas completos de
monitoreo y evaluación del trabajo. Los
que había se referían exclusivamente a
cuestiones presupuestarias o a proyectos
específicos, y habían sido impuestos por
el gobierno nacional. Por tanto, no eran
una fuente de información para la detec-
ción y la sanción de las fallas individuales
ni para la reorientación de la gestión pre-
fectural.
•	 Poca transparencia interna: falta de infor-
mación y de rendición de cuentas.
•	 Como las prefecturas no habían podido
absorber adecuadamente a las desapareci-
das corporaciones regionales de desarro-
llo, los balances prefecturales tenían
muchas lagunas y no eran confiables.
•	 El estudio encontró que la capacidad pro-
ductiva no estaba presente en las prefectu-
ras del país. El sistema prefectural era un
proveedor mecánico de servicios públicos,
se despreocupaba de su calidad y era indi-
ferente a la satisfacción o insatisfacción
que ellos provocaban en la población.
Una pregunta álgida es cuánto ha cambiado
esta situación casi 15 años después, y luego
de la elección de gobernadores y otras autori-
1	 Franz Barrios S. et. al, Estudio de evaluación de capacidades
institucionales y de gestión prefectural, La Paz, PAP-Holanda,
2002.
que permita financiar este costo, de modo
que cada ciudadano reciba más o menos lo
mismo (o de modo que se logren determina-
das metas de desarrollo, que se medirán con
determinados indicadores).
Obviamente, la implementación de esta
propuesta dependerá de los resultados elec-
torales. Si la oposición no logra suficientes
gobernaciones y municipios, se dará una
ratificación de facto de la Ley Marco de
Autonomías y, por tanto, del status quo fis-
cal. En cambio, el empoderamiento opositor
podría presionar para una reforma autonó-
mica y un pacto fiscal en un escenario com-
pletamente distinto.
Es cierto que la posibilidad de una redis-
tribución hará que cada departamento y cada
municipio pretendan una nueva forma que
los favorezca. La única manera de evitar que
esto degenere en un conflicto sería insertar la
discusión fiscal en la celebración de un
nuevo pacto autonómico, esto es, canjear
concesiones fiscales a cambio de la entrega
de mayores obligaciones para proveer bienes
y servicios. En otras palabras, el pacto fiscal
sólo será viable como parte de un reordena-
miento integral de las competencias, las
facultades y los poderes territoriales del país,
esto es, como parte de un proceso de plena
realización del “Estado de las autonomías”,
que hasta ahora se encuentra larvado por el
peso centro estatal, el cual ha encontrado
cómo mutilar la descentralización departa-
mental y cómo estancar la expansión de las
responsabilidades municipales.
El pacto fiscal, en suma, debe convertir-
se en un nuevo pacto autonómico (el pacto
del Estado autonómico) mucho más radical,
pero también más equilibrado, que el que
existe ahora. Más allá y más acá de la siem-
pre necesaria operación técnica de cálculo
de cuánto le debe tocar a cada quien, la
cuestión del pacto fiscal es un problema de
índole política que, por eso, sólo puede
resolverse en este plano.
16
Programa de Unidad Nacional para la Gobernación de La Paz
dades, y los cambios (formales) de las nor-
mas de descentralización. Al parecer no
mucho. No hemos tomado en cuenta las lec-
ciones del proceso histórico. Seguimos con-
fundiendolarealidadconlasleyes.Olvidamos
que, sin importar cuál sea el modelo de admi-
nistración departamental que haya, el éxito
de las gobernaciones requiere de medidas
que las vuelvan eficientes, sensibles y capa-
ces de evaluar su propio trabajo y de debatir
sus logros y fracasos con la población.
Como resultado de esto, hoy las goberna-
ciones se encuentran en muchos casos:
•	 Sin legitimidad política propia, sin inde-
pendencia del partido oficialista y, por
tanto, sin capacidad de acción.
•	 Sin poder respecto al gobierno nacional.
•	 Sin visión de largo plazo.
•	 Sin transparencia (ni información ni ren-
dición de cuentas).
•	 Sin sanciones a los funcionarios que se
equivocan.
•	 Sin preocupación por los resultados fina-
les del trabajo.
•	 Sin contacto con sus “clientes”, los ciuda-
danos, y despreocupadas de la satisfacción
que les causa su trabajo.
•	 Sin lógica de emprendimiento económico.
•	 Sin relaciones de cooperación con los
municipios.
•	 Sin flexibilidad para adaptarse a las pecu-
liaridades regionales.
En Unidad Nacional creemos que, primero
que nada, la descentralización autonómica
debe mejorar la vida de la gente. Sostenemos
que es necesario diferenciar los cambios for-
males y los cambios reales. No hay que pen-
sar que el mejoramiento de las normas signi-
fica ya la solución de los problemas en la
realidad. Hay que recordar que toda transfor-
mación legal o conceptual tiene que enfren-
tarse a los comportamientos informales, a la
cultura de gestión, a los hábitos efectivos de
las instituciones, las cuales generalmente son
resistentes al cambio. Es necesario permitir
la innovación y la competencia entre regio-
nes, territorios indígenas originarios campe-
sinos y municipios. Si en cada territorio se
pudiera aplicar medidas y procedimientos
exitosos que pusieran a unas autonomías por
delante de las otras, se estimularía el esfuerzo
del conjunto, pondría a unos a imitar las
mejores prácticas de los otros y en general se
implantaría una gestión pública competitiva
y “por resultados”. De la misma manera, que-
remos que nuestro departamento compita con
todos los demás para entregar más y mejores
bienes y servicios estatales.
II.4. La Paz ha perdido el liderazgo
Hay evidencias de que el departamento de La
Paz ha perdido el liderazgo. Una situación
que contrasta con el dinamismo de otros
departamentos, principalmente Santa Cruz
que se muestra como una región en constante
ascenso económico y cuyos indicadores
sociales registran progresos. La Paz ha perdi-
do posiciones en el contexto nacional, en
varios aspectos.
Desde principios de este siglo, e incluso
ante, La Paz crece menos que el promedio
nacional, lo que determina que pierde peso en
la economía nacional. La economía departa-
mental soporta también una creciente tercia-
rización. En efecto, la mayor parte del PIB de
La Paz se concentra en el sector de servicios
y de actividades no transables, siendo el sec-
tor financiero el de mayor dinamismo y el
relegamiento del sector productivo regional.
Entretanto, el sector productivo ha quedado
relegado, reflejando su pérdida de competiti-
vidad y resintiendo fuertemente el contraban-
do de importación.
Asimismo, la contribución de La Paz a
las exportaciones nacionales ha ido cayendo
persistentemente. La oferta exportadora
paceña está concentrada en muy pocos pro-
17
Unidad Nacional
ductos, principalmente minerales, joyería,
textiles, madera, café, cacao y productos de
cueros.Además, la participación de las expor-
taciones locales en el producto departamental
es de tan solo 9%, muy lejos de la relación
que se da en otros departamentos.
Los indicadores anteriores correspon-
den a una economía paceña muy desvincula-
da del comercio internacional, sobre todo
por el lado de las exportaciones. Por ello, el
desenvolvimiento económico de La Paz
tiene un grado de dependencia mucho mayor
del mercado interno, comparando con la
situación de otras regiones del país. He aquí
una pista significativa para comprender la
debilidad y el discreto desempeño de la eco-
nomía paceña.
Como es lógico, una economía que con
menos oportunidades genera un nivel bajo de
ingresos para su población. Y si bien el PIB
per cápita de La Paz ha registrado una recu-
peración, a lo largo de las últimas dos déca-
das el ingreso promedio de los paceños ha
sido menor al ingreso promedio nacional. El
rezago del ingreso por habitante en La Paz se
correlaciona con otros indicadores (pobreza,
mortalidad infantil, mortalidad materna y
desnutrición de menores) que refuerzan la
impresión de que La Paz, como departamen-
to, se mantiene socialmente atrasada o que
avanza muy lentamente.
La situación del departamento de La Paz
puede resumirse así:
•	 Menor dinamismo económico y social.
•	 Rezago frente al ascenso de otras regiones.
•	 Reducida capacidad exportadora y débil
inserción internacional.
•	 Terciarización prematura: el empleo se
localiza en servicios sin valor agregado,
de baja productividad y mayormente de
subsistencia.
•	 La estructura productiva es precaria: se
concentra en pocos productos y pocas
empresas modernas, con baja inversión y
escasa innovación y progreso tecnológico.
•	 El sector productivo carece de integración
entre el sector agropecuario y la industria
de transformación.
•	 La pobreza es elevada y declina lentamente.
•	 La desigualdad social se mantiene alta
porque los ingresos son generados por
unidades y actividades con productivida-
des muy desiguales, propias de una estruc-
tura económica muy heterogénea.
No obstante, y a pesar de esos problemas y
carencias, es indudable que La Paz es y será
un departamento de gran importancia nacio-
nal y absolutamente vital para el progreso
integral de Bolivia. Su centralidad política ha
sido cuestionada y contestada pero no soca-
vada. Sus potenciales de desarrollo permane-
cen latentes, y a la espera de oportunidades
para activarse y desplegarse.
Precisamente, el desafío departamental
es detectar y sacar provecho de esas oportu-
nidades y poder revertir su trayectoria decli-
nante, de tal manera de reencaminar a la
región de La Paz por la senda de la prosperi-
dad y una mejor calidad de vida.
III.1. Área política:
III.1.1. Relaciones con el Gobierno
central y los gobiernos locales, derechos
humanos y no discriminación
La primera prioridad de Unidad Nacional en
la Gobernación será el cumplimiento de su
programa de gobierno y la satisfacción de las
necesidades de las familias bolivianas. Esto
requiere la coordinación y el trabajo conjunto
con el Gobierno central y los gobiernos loca-
les, a la que estaremos abiertos y proclives.
Reconocemos plenamente el veredicto popu-
lar del pasado 12 de octubre. Creemos que la
forma de acumular apoyo político y de prepa-
rar las condiciones para que la oposición
retorne al poder en el futuro pasa por desarro-
llar una óptima gestión en los gobiernos sub-
nacionales que logremos ocupar. Nuestros
principios políticos nos impelen a respetar a
las autoridades que resultan de la práctica
democrática, y nuestro deber para con los
ciudadanos nos exige trabajar con ellas, aun-
que nos separen diferencias políticas. No
creemos en el bloqueo de las iniciativas aje-
nas como vía para el potenciamiento propio.
Todo lo contrario: no creemos en la exclusi-
vidad ni el monopolio, sino en la conjunción
de esfuerzos como único medio para obtener
resultados realmente importantes. Por esta
razón nos esforzaremos por hacer alianzas
intradepartamentales, por llegar a acuerdos
con el presidente Evo Morales, y por impul-
sar procesos de articulación y negociación,
en primer lugar para definir las jurisdicciones
municipales que se hallan en disputa, para
impulsar la metropolización de los munici-
pios relacionados con la capital, y para desa-
rrollar una política de Estado en materia de
seguridad ciudadana.
Los bolivianos somos hermanos. La diver-
sidad de nuestra población no es un obstáculo,
sino una oportunidad y una riqueza. Sólo tra-
bajando juntos podremos salir de la pobreza y
construir una sociedad de iguales. No caiga-
mos en el juego de los ataques y la agresión, y
optemos por construir una casa común, una
casa en la que todos nos sintamos protegidos,
que nos enorgullezca a todos, en la que todos
tengamos oportunidades de vivir mejor.
Bajo nuestro gobierno, en el departamen-
to se respetarán escrupulosamente los dere-
chos humanos de todos los ciudadanos, y las
normas y principios de no discriminación a
los indígenas y las minorías sexuales. En
nuestra gestión se luchará efectiva y ejem-
plarmente contra el racismo y no se persegui-
rá judicialmente a nadie por razones políti-
cas. Crearemos un ambiente político de tole-
III. PROPUESTA
20
Programa de Unidad Nacional para la Gobernación de La Paz
rancia a la crítica y de respeto a la pluralidad
de iniciativas políticas en la Asamblea
Departamental y en los demás espacios de
gobierno en los que interactuemos con la
oposición regional.
III.1.2. Un gobierno paceñista
autónomo y fuerte
El resurgimiento de La Paz en el liderazgo
nacional y con un papel protagónico en el
ámbito sudamericano, proyectándose tanto al
Pacífico como a la Amazonía, presupone que
La Paz pueda mirarse a sí misma como
región y no solo como el centro político y de
gobierno de Bolivia, que es. En tanto “depar-
tamento”, La Paz puede y debe reencontrar el
camino del crecimiento y su consolidación
como una región vigorosa, pujante y capaz de
construir un mejor futuro. Si lo consigue,
será sin duda una gran contribución al pro-
greso de toda Bolivia, porque se estará afian-
zando un sano equilibrio entre oriente y
occidente.
No obstante, nada de ello ha de ser posible
si La Paz no logra vencer lo que ha sido en el
pasado –y lo es aún hoy en día–, una de sus
mayores debilidades: la carencia de un gobier-
no propio, autónomo, fuerte y eficaz; un
gobierno departamental con sentido estratégi-
co y visión de futuro y enarbolando un proyec-
to regional que sea capaz de integrar y movili-
zar a los distintos estratos de la sociedad
paceña; a las provincias y a la capital, a la
ciudad y el campo, a La Paz ciudad y El Alto.
Paradójicamente, La Paz departamento es
una víctima del centralismo que ha sofocado
el progreso de las regiones de Bolivia. Y si
bien ser sede de gobierno ha supuesto ciertas
ventajas de desarrollo urbano y modernización
de la ciudad de La Paz, como departamento,
en cambio, La Paz se ha visto perjudicada por
la concentración del poder político, adminis-
trativo y económico, puesto que ello ha incidi-
do en la postergación de las provincias pace-
ñas y el abandono de extensas zonas territoria-
les, además de fuertes fracturas y asimetrías
entre la ciudad y el campo y entre el área
metropolitana y el resto departamental; todo lo
cual ha hecho que el departamento paceño sea
una sociedad fragmentada, con escasa cohe-
sión social y a menudo tensionada por com-
plejas contradicciones internas.
Lo insólito es que La Paz permanezca
anclada en el centralismo cuando otras regio-
nes bolivianas luchan por superar este ana-
crónico modelo de organización estatal y
avanzar en una descentralización política,
administrativa y fiscal, vía un régimen de
autonomías territoriales que abra nuevas
perspectivas de desarrollo regional y local.
Por todo ello, nuestra propuesta política
central es afianzar un gobierno departamental
autónomo, institucionalmente fuerte y com-
prometido con un proyecto paceño, en el que
se articulen los distintos intereses sociales,
políticos y territoriales y se reconozcan los
componentes de la sociedad paceña, bajo una
visión compartida de desarrollo. Dicho de
otro modo, consolidar el gobierno de los
paceños y robustecer el aparato institucional
que debe liderar el proceso de desarrollo del
departamento de La Paz.
De cara a este gran objetivo encararemos
una reforma institucional clave:
III.1.2.1. Trasladar la gobernación
a la ciudad de El Alto
A pesar de la puesta en marcha del régimen
de autonomías, el paso de la prefectura al
gobierno departamental en La Paz, ha sido
hasta ahora más nominal y discursivo que
real. Lo que hoy en día conocemos como
gobernación casi no se diferencia de la vieja
prefectura. Carente de verdadera autonomía
política y de gestión, esta gobernación, como
lo era antes la prefectura, sigue siendo la
quinta rueda del carro; irrelevante en su fun-
ción de gobierno departamental y completa-
mente supeditada a los designios de un
21
Unidad Nacional
gobierno central autoritario y sofocante en el
ejercicio del poder.
Mucho tiene que ver en ello el hecho de
que la gobernación paceña viva a la sombra
del Palacio de Gobierno y no disponga de un
ámbito espacial propio, distante y diferente
del que ocupa aquel. Consecuentemente, la
primera reforma institucional que nuestra
candidatura pretende llevar a cabo es trasla-
dar las oficinas de la gobernación a la ciu-
dad de El Alto. Para ello construiremos un
edificio adecuado y funcional, ubicado den-
tro de la jurisdicción del municipio alteño, y
ajustado a las posibilidades económicas
existentes.
Gobernar el departamento desde la altura
de El Alto será la mejor manera de trabajar
con una perspectiva de articulación de la
compleja realidad socioeconómica y territo-
rial paceña, y aprovechando las ventajas de la
localización del municipio alteño. Asimismo,
la nueva edificación que pretendemos levan-
tar en esa ciudad, para albergar las oficinas
del Gobierno Departamental, permitirá darle
un fuerte impulso al desarrollo urbanístico de
la que ya es hoy la ciudad más poblada del
departamento y a su conexión con los otros
municipios, especialmente los que confor-
man el área metropolitana, y provincias.
III.2. Área económica: Traducir
el crecimiento en oportunidades
económicas para la gente
III.2.1. CITES departamentales
En Bolivia cada punto porcentual de creci-
miento del PIB se convierte en apenas de 0,3
a 0,5% menos de pobreza (es decir, cantidad
de personas que no pueden pagarse una canas-
ta básica de alimentos y bienes). Los más
optimistas hablan de una relación 1-0,7%.
Este rezago del ritmo de superación de la
pobreza respecto al del crecimiento muestra
que aquella responde a desigualdades estruc-
turales que una mayor abundancia general de
recursos no puede resolver. En otras palabras,
que haya más recursos no sirve de mucho si
estos no se distribuyen específicamente a
favor de los pobres. Al revés, la abundancia
de recursos, sin una adecuada política social,
causa nuevas desigualdades que no existían
en el pasado.
Por eso no se trata de esperar que el cre-
cimiento se traduzca automáticamente en
igualdad social y disminución de la pobreza,
esto debe ser buscado consciente y delibera-
damente. Y es en esta materia donde más se
ha fallado en los últimos años Bolivia. El país
no ha sabido convertir la prosperidad expor-
tadora y el aceleramiento del conjunto de la
economía en una disminución de la desigual-
dad que sea comparable. Al contrario, ha
mantenido la relación entre “crecimiento” y
“menor pobreza” en un nivel bajo, y ha deja-
do que nuevas desigualdades aparezcan.
¿Cuáles son las causas de esta grave
falla? Por un lado, las políticas distributivas
son ciegas, es decir, no diferencian a quienes
tienen más y tienen menos; es más, son
regresivas, o sea favorecen más a quienes
tienen más; y no son políticas sostenibles,
pues no toman en cuenta la cuestión clave de
la productividad.
Hasta aquí el crecimiento ha sido jalado
por el gasto público, que equivale a alrededor
del 40% del PIB. Un uso óptimo de los recur-
sos de la economía boliviana, entonces, exi-
giría que el Estado gastara de forma sabia,
convirtiendo cada centavo en bienes de capi-
tal o en servicios que mejoren los recursos
humanos. Pero, ¿qué ocurre en la realidad?
La inversión en bienes de capital, como
carreteras, fábricas, etc. representa un 11%
del PIB. Y mucho de este dinero se desperdi-
cia por la realización de procesos no compe-
titivos de licitación que dan lugar a sobrepre-
cios, por un diseño caprichoso de los proyec-
tos y por la falta de complementariedad entre
22
Programa de Unidad Nacional para la Gobernación de La Paz
unos proyectos y otros.2
Es decir, no se
emplea de forma óptima, lo que debilita el
crecimiento de la economía.
Una parte del gasto público (alrededor
del 15% del PIB, una tasa sólo ligeramente
mayor a la de los años 90) se destina a la
política social, se supone que para favorecer
a los más pobres. Sin embargo ésta no ha sido
suficientemente “pro-igualdad”. Una política
social del pasado que el Gobierno ha conti-
nuado y ampliado es la de “reparto en efecti-
vo” de una parte de las rentas del gas a dife-
rentes grupos poblacionales: el de la tercera
edad (Renta Dignidad), el de los estudiantes
de primaria y dos cursos de secundaria (Bono
Juancito Pinto) y el de las mujeres parturien-
tas y los niños recién nacidos (Bono Juana
Azurduy). Los bonos son mejores que otros
programas sociales, porque al ser “universa-
les” evitan la discriminación política que
marca la política social.
Sin embargo, no es posible decir que el
mecanismo de reparto en efectivo nos libra
de la necesidad de orientar mejor los recursos
con que contamos para resolver los proble-
mas de pobreza del país.
Como el Gobierno ha reconocido, la
política de bonos durará “mientras tengamos
gas”.3
Lo mismo podría decirse del conjunto
de las políticas redistributivas actuales, en
especial el constante incremento del gasto
público. Todas ellas tienen fecha de expira-
ción. Además, serán muy difíciles de finan-
ciar incluso antes de que el gas se acabe
completamente, si los precios no son tan
buenos como fueron, disminuye la demanda
2	 Investigaciones “La verdad sobre el programa Evo Cumple” y
“La verdad sobre la corrupción”, realizadas por Unidad Nacio-
nal en 2013.
3	 Luis Arce, ministro de Economía, en La Razón, “Un tercio de
los bolivianos recibe dinero a través de los bonos sociales”, 2
de enero de 2014.
estatal y esto contagia a la baja el nivel de
consumo de los hogares. Por tanto son insos-
tenibles.
Esto hace tan importante que aproveche-
mos este momento de gran abundancia de
recursos para pasar del asistencialismo (la
entrega de beneficios por razones principal-
mente electorales) a la creación de nuevas
capacidades en la población, de modo que
ésta pueda sostener y mejorar su tren de vida
por su propia cuenta, sin depender del apoyo
del Estado. Se trata de aprender a pescar en
lugar de recibir pescados de manera insoste-
nible, como ocurre ahora. Dicho de otro
modo, se trata de pasar a una política social
que apunte a resolver las inequidades históri-
cas del país.
El mayor peso de la transformación que
necesitamos debe recaer sobre la redistribu-
ción del capital más fácil de difundir y demo-
cratizar, que es el capital humano. Se trata
especialmente de la educación y formación
productiva de las personas, de modo que
éstas adquieran capacidades que les permitan
sistematizar, tecnificar y hacer más rentables
sus actividades actuales, así como desarrollar
ideas innovadoras.
Así responderemos a la preocupación de
los hogares populares por la subida de los bie-
nes que consumen, porque sus ingresos son
insuficientes para enfrentar esta constante alza.
La siguiente tabla, realizada con precios
oficiales explica por qué se ha hecho tan difí-
cil ir al mercado para la gente común y
corriente, especialmente si tiene empleos
precarios.
23
Unidad Nacional
COMPARACIÓN DE PRECIOS AL CONSUMIDOR (LA PAZ)
Artículo de consumo Precio 2008 (abril, en Bs) Precio 2014 (febrero, en Bs) Variación
Pan corriente 1 unidad 0,40 0,40 0%
Harina de trigo 1 libra 2,49 3,69 48%
Arroz 1 libra 3,88 4,45 14%
Fideo 1 libra 3,40 4,77 40%
Carne de res con hueso
1 kilo
18,82 25,42 35%
Carne de res sin hueso
1 kilo
26,62 34,57 29%
Azúcar 1 libra 2,01 2,50 24%
Papa imilla 1 arroba 29,57 46,42 56%
Leche natural 1 litro 6,14 9,50 54%
Aceite 900 CM3 14,19 12,16 -14%
Alquiler vivienda 1 mes 237,04 369,23 55%
Transporte minibús 1,54 1,58 2,6%
Transporte microbús 1,13 1,20 6,19%
Transporte taxi 8,04 12,55 56%
Transporte interdepartamental 66,21 93,39 41%
Consulta médica general 33,27 36,43 9,9%
Servicio dental 46,94 75,70 61%
Laboratorio clínico (hemograma) 26,11 29,78 14%
Servicio de hospitalización 1 día 102,78 125,48 22%
Servicio de parto 2 días 1,534,20 1,984,08 29%
Pensión primaria mes 275,13 355,23 29%
Pensión secundaria mes 377,73 457,40 21%
Pensión educación superior mes 487,38 689,77 41%
Pensión institutos de informática mes 99,19 163,75 65%
Fuente: INE
Como se ve, comprar alimentos básicos
puede ser entre 14 y 56% más caro; el alqui-
ler de una vivienda es 55% más alto; y se
necesita gastar entre 21 y 65% más que en
2008 para tener un hijo y educarlo hasta el
nivel universitario en instituciones privadas
(que en muchos casos son las únicas que
ofrecen un nivel mínimo de calidad).
Este cuadro muestra por qué los bolivia-
nos están preocupados por la falta de empleos
dignos que ofrezcan remuneraciones sufi-
cientes para enfrentar el alza de los precios.
En efecto, millones de bolivianas y bolivia-
nos informales trabajan 10 y 12 horas al día,
sin descanso, pero aun así no obtienen un
producto y luego un pago que corresponda
con este trabajo. Aunque lo que trabajan les
sirve para sobrevivir, en el fondo lo hacen “a
pérdida”, si se compara lo que obtienen con
lo que deberían recibir.
¿Por qué entonces tantas personas (el
80% de la población laboral) tienen que tra-
bajar en el sector informal? Porque no tie-
nen alternativa. Porque cada vez es más
difícil conseguir empleos en los que se
paguen bien.
Para crear este tipo de empleos, debe-
mos encontrar la forma de pasar a más perso-
nas de actividades muy simples y repetitivas,
como el comercio minorista, a actividades
más complejas, que sean más productivas y
rentables. Para ello debemos introducir tec-
24
Programa de Unidad Nacional para la Gobernación de La Paz
nología, capital de trabajo y una gestión
moderna en los negocios populares.
Nuestra propuesta no es teoría, está pro-
bada en la práctica. Se basa en la experien-
ciadelosCentrosdeInnovaciónyTecnología
(CITES), que se dedican a capacitar a los
trabajadores menos calificados de modo
que, luego del aprendizaje, puedan abrir
negocios individuales o cooperativos, que
sean más productivos y por tanto les ofrez-
can mayores ingresos. Nosotros propone-
mos que la Gobernación inicie un programa
para la instalación y financiamiento de
CITES en las áreas más necesarias y sensi-
bles del departamento, tomando en cuenta
de que éstos ofrecen excelentes resultados
en sectores de la economía tales como:
•	 La pequeña industria (confección, cuero,
carpintería, zapatería, metalmecánica).
•	 La agropecuaria: la transformación de la
quinua, la producción de productos orgá-
nicos y el cultivo de llamas.
•	 El desarrollo del turismo: la capacitación
de guías, la gastronomía, etc.
•	 Tareas especializadas, como por ejemplo
para que las cooperativas mejoren su pro-
ductividad y respeten las normas de segu-
ridad industrial, ambiental, etc.
•	 La reinserción de los reos en la sociedad:
CITES en las cárceles.
III.2.2. Oportunidades económicas
para la región y para los paceños
Postulamos cuatro grandes objetivos de una
política que busca impulsar y potenciar eco-
nómicamente el departamento de La Paz y, a
partir de ello, generar oportunidades de crea-
ción de puestos de trabajo y de mejores
ingresos para las familias paceñas:
a.	 Internacionalizar la economía paceña
como estrategia para dinamizar su creci-
miento e impulsar su desarrollo producti-
vo y competitividad, respondiendo a la
demanda mundial de alimentos, energía,
productos orgánicos y diferenciados así
como de servicios ambientales. Esto supo-
ne desarrollar su potencial alimentario,
agroindustrial y energético para construir
una economía diversificada y orientada a
la industrialización y exportación.
b.	 Posicionar a La Paz como el gran centro
industrial, comercial y de servicios del
occidente boliviano y de la Macroregión
del Pacífico.
c.	 Transformar y diversificar la producción
del área rural, impulsando el desarrollo de
modelos productivos de agronegocios,
integrados competitivamente al mercado,
a la exportación y a la agroindustria.
d.	 Afianzar a La Paz como un departamento
Andino-Amazónico, articulado alrededor
de su región metropolitana y con una tri-
ple proyección geoeconómica y política.
Vale decir, consolidando su influencia
altiplánica, gravitando en el Pacífico y
avanzando hacia la cuenca amazónica.
Con la mirada puesta en estos grandes objeti-
vos, proponemos organizar la gestión del
Gobierno Departamental de La Paz, alrede-
dor de los siguientes programas económicos:
III.2.2.1 Desplegar el potencial
industrial de El Alto
La población asentada en el área metropolita-
na de La Paz supera los dos millones de habi-
tantes, y es una de las concentraciones urbanas
más grades del país. Este crecimiento pobla-
cional alrededor de las ciudades de La Paz y El
Alto, configura lo que se conoce como una
economía de aglomeración, que no solo es
prominente por el tamaño del mercado que
representa sino también por la economía de
escala que favorece la localización industrial.
La economía de aglomeración del área metro-
politana de La Paz, tiene varias ventajas:
•	 La concentración de una masa de trabaja-
dores, producto de la localización de un
importante número de empresas.
25
Unidad Nacional
•	 La provisión de infraestructura de servi-
cios de energía, agua y alcantarillado, con
un costo unitario más bajo, debido a la
concentración urbana, así como de servi-
cios tales como educación, sanidad, capa-
citación laboral, asistencia técnica, etc.,
que se favorecen por economía de escala.
•	 La concentración industrial determina que
los flujos de información sean más rápidos
y que el progreso técnico que puede dise-
minarse por efecto de imitación.
En ese contexto, la ciudad de El Alto se dis-
tingue por su fuerte dinamismo demográfico,
pero también por su potencial industrial, que
deriva de las siguientes condiciones:
•	 Mano de obra abundante y barata, sobre
todo si se compara con los costos labora-
les en los países vecinos.
•	 Uno de cada cuatro alteños se emplea en
actividades manufactureras; el porcentaje
más alto en las ciudades del eje troncal.
•	 Las plantas industriales tiende a localizar-
se en la jurisdicción alteña.
•	 Disponibilidad relativa de agua, energía
barata y otras infraestructuras (aunque en
los últimos años se percibe mayor preca-
riedad y escasez de estos servicios).
•	 Su clima frío y seco es apto para el almace-
namiento y la conservación de productos
•	 Suelos firmes y terrenos baratos para las
industrias.
•	 Su posición geográfica favorece la cone-
xión con los mercados: es el punto de
salida y llegada del departamento de La
Paz.
•	 Su cercanía a las fronteras con Perú y Chile.
•	 Su vecindad e interdependencia con la
“hoyada” paceña le permite acceder a una
amplia gama de servicios financieros,
empresariales y administrativos.
Entre los rubros industriales más promisorios
están los siguientes:
•	 La industria de muebles de madera.
•	 La industria alimentaria: quinua, frutas,
carnes, derivados de granos.
•	 La industria de medicamentos, muchos de
ellos a base de productos nativos.
•	 La metalmecánica.
•	 La industria textil, de fuerte crecimiento
en años anteriores.
En consecuencia, la perspectiva de un desa-
rrollo industrial localizado en El Alto, y
respaldado por un moderno sector de servi-
cios empresariales asentado en la hoyada
(ciudad de La Paz), tiene mucho asidero.
Para ello, sin embargo, es preciso resolver
algunos de botellas, como son: i) mejorar la
productividad laboral, a través de la innova-
ción, la capacidad emprendedora y la forma-
ción técnica de los trabajadores y producto-
res; ii) el acceso a los mercados externos,
libre de aranceles; ii) asegurar la provisión
de materia prima para la industria, originada
principalmente en la producción agrícola
nacional, de manera que pueda darse la
deseada integración del sector primario con
la industrial.
Las políticas y programas que presenta-
mos en este documento se orientan, precisa-
mente, a encarar estos desafíos y así crear las
condiciones para el desarrollo industrial del
departamento, centrado en la ciudad de El
Alto. Uno de estos programas es conformar
una red de Centros de InnovaciónTecnológica
para el Emprendimiento (CITEs), vinculados
al proceso productivo y a los servicios empre-
sariales.
III.2.2.2. Transformación
productiva del agro paceño
Nuestra propuesta busca lograr que los pro-
ductores campesinos e indígenas de las dis-
tintas zonas rurales del departamento se
inserten de forma permanente y eficiente al
mercado, y la mejor manera de lograrlo es
que los productores rurales estén articulados
a cadena de ganadores en la producción agrí-
26
Programa de Unidad Nacional para la Gobernación de La Paz
cola e industrial. Los lineamientos de la polí-
tica son los siguientes:
•	 Alianzas estratégicas en el mercado, entre
los pequeños productores encargados de la
producción primara y las empresas agroin-
dustriales de acopio y transformación.
•	 Mayor especialización productiva de los
productores primarios.
•	 Inversión pública de apoyo a los producto-
res primarios, tomando en cuentan que
son los actores más débiles de la alianza,
priorizando las obras de riego, energía y
caminos.
•	 Promoción de una asociatividad por pro-
ducto, voluntaria y auto selectiva de los
pequeños productores campesinos.
III.2.2.2.1. Reforzar los modelos
productivos exitosos
En la realidad del campo paceño encontramos
distintos modelos productivos, varios de los
cuales han demostrado que pueden funcionar
exitosamente, y en la medida en que cuenten
con el apoyo estatal que les ayude a superar
ciertas limitaciones que frenan su mejor des-
envolvimiento. La política que llevaremos a
cabo desde el Gobierno Departamental con-
siste esencialmente en brindar apoyo y asis-
tencia técnica para que esas experiencias exi-
tosas se repliquen y multipliquen en todo el
territorio departamental, de acuerdo a sus
características geográficas, productivas y eco-
lógicas y culturales.
a. Modelo para unidades extensivas
Este modelo se aplica para aquellos pequeños
productores que por alguna razón (mayor
disponibilidad de tierras o articulación a una
empresa agroindustrial) permanecen en la
actividad agropecuaria, la misma que consti-
tuye su fuente principal de ingresos. Sus
supuestos y requerimientos son:
•	 Requiere una alianza entre dos actores
económicos centrales: por un lado la
empresa agroindustrial o de acopio y
beneficiado y, por otro, el pequeño pro-
ductor campesino, cada uno con sus cuali-
dades y potencialidades, pero también con
limitaciones que es preciso ayudar a supe-
rar. Esta alianza requiere seguridades y
confianza por ambas partes.
•	 La empresa debe fidelizar a sus proveedo-
res mediante el único camino posible:
precio a cambio de la mejor calidad de la
materia prima, de manera tal que la misma
facilite su procesamiento u obtenga valo-
res de exportación. Esta calidad, a su vez,
solamente será lograble si la empresa pro-
cesadora brinda la asistencia técnica nece-
saria a sus proveedores campesinos, meca-
nismo que ha demostrado ser más eficaz y
eficiente que los servicios estatales o de
proyectos de cooperación. Al fin y al cabo
la empresa es la que mejor conoce su mer-
cado y las mejoras productivas que son
necesarias para satisfacerlo.
•	 Si se avanza la relación de confianza con
los proveedores campesinos -como ya lo
hace una industrializadora de leche en el
país- la empresa compradora puede inclu-
so facilitarles el acceso al financiamiento
para la compra de sus insumos (p.e, ali-
mentos balanceados para su ganado) con
la garantía del débito automático del cré-
dito al momento del pago por la entrega
del producto.
La creación de nuevas empresas agroindus-
triales y la ampliación y fortalecimiento de
las existentes, constituye pues un factor deci-
sivo para el desarrollo productivo de las uni-
dades agropecuarias extensivas, como lo
demuestran las pocas experiencias existentes,
y para ampliarles el estrecho mercado interno
del que hoy disponen.
•	 La existencia de mecanismos especializa-
dos de financiamiento de largo plazo –
diferentes del crédito - constituye una
condición necesaria para dotar de capital
al sector agroindustrial existente o por
27
Unidad Nacional
crearse, en un país como Bolivia, donde la
inversión externa no fluye ni fluirá con
facilidad. El financiamiento crediticio es
una herramienta útil para las empresas
plenamente consolidadas en el mercado,
pero resulta asfixiante para aquellas que
están emergiendo o aun no alcanzaron el
punto de equilibrio. En ese sentido, el
BDP debería desarrollar productos finan-
cieros tales como el capital de riesgo y el
capital semilla, para ser operados por las
entidades financieras especializadas en
este tipo de servicios.
•	 El desincentivo tributario de tener que
asumir la no facturación de sus proveedo-
res debe ser eliminado mediante la genera-
lización del RUA a favor de estos últimos
no solamente a favor campesinos indivi-
duales, sino también de sus asociaciones.
Este modo las empresas se verán liberadas
de su contingencia impositiva y los pro-
ductores campesinos no tendrán la presión
tener que negociar pro ella sus precios
hacia abajo.
•	 Dentro de esta alianza, los productores
campesinos ampliarán y/o consolidarán
un mercado seguro, convirtiéndose en
proveedores permanentes de materia
prima para la agroindustria, contando ade-
más con la asistencia técnica de sus com-
pradores. Sin embargo, con objeto de
facilitar esta articulación es deseable su
organización en asociaciones de producto-
res capaces de administrar bienes colecti-
vos (como centros de acopio), llevar el
control de la calidad de las entregas de
cada socio y organizar la canalización de
la asistencia técnica.
•	 Dado que los productores primarios cons-
tituyen el eslabón más débil de la cadena
y son parte de un sector en el que no se
han realizado inversiones, es imprescindi-
ble que el Estado comprometa niveles de
inversión pública que posibiliten saltos
productivos que de otra manera no podrían
darse. Esta inversión pública está princi-
palmente referida a:
-- Construcción de sistemas de riego
mayor en el Altiplano Norte, con objeto
de beneficiar principalmente a la gana-
dería lechera, pero también a los culti-
vos de haba de exportación y cebolla.
Estos sistemas deberían replicar el
modelo aplicado por el Perú en su alti-
plano, donde se construyeron varias
represas de tierra a lo largo de la
Cordillera Real y donde la ganadería
lechera se desarrolló de manera signifi-
cativa. Este trabajo debería iniciarse
con la rehabilitación de los 2 únicos
sistemas existentes: KaraCota y
Taipichaca. En total, el potencial exis-
tente permitiría regar 30.000 ha.
-- Identificación-construcción y/o mejo-
ramiento de los sistemas de riego para
los valles frutícolas de Sapaqui,
Caracato y Lurivay y de los sistemas
para hortalizas y flores de los Valles de
Mecapaca y Palca.
-- Identificación de las fuentes de agua
para microriego existentes en el
Altiplano Central de La Paz.
-- Control de cuencas en los valles frutí-
colas de La Paz con objeto de proteger-
los de las mazamorras y riadas que
durante cada temporada de lluvias eli-
minan cientos de hectáreas de superfi-
cies cultivadas, afectando la produc-
ción.
-- Relanzamiento masivo del Programa
de Control de la Mosca de La Fruta en
beneficio de los valles frutícolas y
Yungas, debido a que esa plaga merma
la producción en más del 30% e impo-
sibilita la entrada de la oferta boliviana
a los mercados externos, principalmen-
te a los países vecinos.
-- Titulación y registro familiar de la
propiedad campesina, de modo que
los productores que encontraron opor-
28
Programa de Unidad Nacional para la Gobernación de La Paz
tunidades y se quedaron, tengan la
posibilidad de adquirir con seguridad
jurídica las tierras de los que se mar-
charon, contar con activos valorables
y por tanto de apalancar recursos de
crédito para realizar inversiones. Ello
se traducirá en un reagrupamiento
voluntario de la hoy extremadamente
parcelada propiedad rural y permitirá
que las unidades viables logren econo-
mías de escala.
-- Ampliar el radio de acción del Programa
de Alianzas Rurales (PAR) o un mode-
lo similar a Yungas y todo el altiplano,
con objeto de apoyar la realización de
inversiones de los productores de Café
en la renovación y mantenimiento de
los cafetales y a Alto Beni con objeto
de facilitar y expandir la producción y
acopio de Cacao y en general a todas
las regiones del departamento, con
objeto de que las asociaciones de pro-
ductores puedan dotarse de centros de
acopio y medios mecanizados.
b. Modelo para unidades intensivas o
semi-intensivas
Son unidades que se encaminan a un aprove-
chamiento más intenso de pequeñas superfi-
cies de tierra mediante la aplicación de tecno-
logía accesible y a veces rústica con inver-
sión de pequeños capitales. Para ellas se
propone el modelo que parte también del
ejemplo de algunas unidades exitosas exis-
tentes y supone:
•	 Una alianza de largo plazo entre el peque-
ño productor que en este caso es muy
especializado en determinados productos
a partir de su inversión en carpas solares y
el acopiador que normalmente es comer-
cializador mayorista o distribuidor deta-
llista (supermercados, p.e).
•	 El acopiador logrará garantía de abasteci-
miento periódico y el mantenimiento de
calidades estandar para su mercado, el
mismo que en todos los casos es interno,
pues se trata de productos de consumo
masivo altamente perecibles, como las
hortalizas del altiplano y las flores de
Mecapaca. Al mismo tiempo, en la medi-
da que su proveedor logre mejoras en
productividad, tendrá la posibilidad de
comprar a precios más competitivos. En
esta relación es importante que el pago a
los proveedores sea a lo sumo quincenal,
pues el flujo de caja de estos últimos no
puede sostenerse con plazos mayores.
•	 Por su parte, el pequeño productor logrará
mercado asegurado de manera permanen-
te, podrá planificar su producción en fun-
ción de una demanda segura y contará con
un flujo de caja adecuado gracias a pagos
relativamente rápidos. Para lograr avances
en productividad que le permitan mayor
competitividad, este productor innovador
requiere:
-- Acceso a un sistema de riego que sea
producto de inversión pública y a partir
del cual pueda realizar inversiones en
su finca para aplicar algún sistema de
riego tecnificado (goteo o aspersión).
-- Posibilidad de titulación y registro de
la pequeña propiedad familiar no sola-
mente con objeto de lograr seguridad
jurídica sobre las inversiones realiza-
das, sino para las que realice en el futu-
ro y para adquirir legalmente las tierras
de los que migraron mediante acceso a
crédito hipotecario de mayor plazo,
monto y costo de mercado para compra
de tierras, construcción de nueva y
mejor infraestructura e incorporación
de riego tecnificado a nivel de finca.
Esta posibilidad de expansión es impor-
tante para que estas unidades logren
economías de escala y reduzcan sus
costos unitarios.
-- Posibilidad de contar con RUA que les
genere una mejor y más transparente
relación tributaria con sus compradores.
29
Unidad Nacional
•	 Dado que el mercado interno de este tipo de
oferta es acotado, debería buscarse acceder
con esta y otra oferta agropecuaria a los mer-
cados externos representados por las áreas
de frontera de los países vecinos, a partir de
acuerdos comerciales suscritos con ellos.
c. Modelo para las unidades rurales de
transformación
Se trata de pequeñas unidades agropecuarias,
generalmente ganaderas en el Altiplano y de
procesamiento de fruta en los valles, donde
algunos campesinos innovadores vienen rea-
lizando procesos de transformación básica y
tratan con dificultad de ganar mercados. El
modelo para estas unidades requiere las
siguientes condiciones:
•	 Una doble articulación: i) una empresa
acopiadora de la producción para su venta
o transformación ligada a un proveedor
propietario de una pequeña planta rural de
procesamiento; ii) el propietario de esta
planta tiene, a su vez, una producción
intensiva de materia prima (fruta) y está
ligado a otros productores extensivos que
a su turno son sus proveedores. Es decir,
se trata de algo similar al modelo agrope-
cuario cruceño que empieza a asomar
tímidamente en el agro paceño y que
correspondería impulsar con el apoyo de
instituciones de desarrollo (ONG).
•	 Dentro de la primera alianza, el acopiador
mayorista (mermeladas p.e) o el industria-
lizador (néctares p.e) debe lograr abasteci-
miento seguro de manera permanente y
calidad uniforme de producción en volú-
menes relativamente importantes. A su
vez, al tratarse de una industria que cuenta
con la presencia de abundante competen-
cia (en buena parte extranjera) requiere
productos de elevada calidad e higiene por
una parte, y de precio menor que sus simi-
lares, por otra.
•	 El pequeño transformador básico, que es
un habitante rural tiene la característica de
ser: i) un productor primario que destina
su producto de primera calidad a los mer-
cados más sofisticados de Bolivia (Fruta a
Santa Cruz y La Paz y leche a las empre-
sas industrializadoras de La Paz) y la de
calidades inferiores a la elaboración (fruta
seca, mermelada o queso); ii) un acopia-
dor de la fruta de calidades inferiores de
sus vecinos para destinarla al procesa-
miento señalado. Para el desempeño más
competitivo de su actividad transformado-
ra estas unidades requieren:
-- Apoyo de inversión pública para la lle-
gada a la zona de energía estable y de
calidad adecuada para el correcto y
seguro funcionamiento de los equipos.
-- Caminos transitables todo el año para
la llegada de la producción al mercado.
-- Financiamiento de incubación para
acompañar la paulatina transformación
del emprendimiento en empresa, con
recursos de fondos especiales –diferen-
tes del crédito.
-- Reducir sus costos de acopio a partir de
una mejora de la productividad de sus
proveedores y del incremento de la
producción de la zona, con objeto de
lograr economías de escala. Es decir,
en gran parte su suerte está ligada a la
de los otros pequeños productores de la
zona.
-- Acuerdos comerciales firmados por el
gobierno nacional para exportar los
artículos procesados a las principales
poblaciones de frontera de los países
vecinos, que al presente son atendidas
por una producción que debe recorrer
grandes distancias (desde Lima, Buenos
Aires o Santiago)
•	 Finalmente, los pequeños proveedores
extensivos requieren mejorar su producti-
vidad y lograr economías de escala como
todos los que se tienen sus mismas carac-
terísticas; es decir, requieren: inversión
pública en riego, titulación y registro de
30
Programa de Unidad Nacional para la Gobernación de La Paz
sus propiedades familiares con objeto de
acceder a los mecanismos de intermedia-
ción financiera existentes (crédito hipote-
cario p.e.) para compra de tierras y aplica-
ción de riego tecnificado en la finca.
Solamente así logrará saltos en volúmenes
de producción y rendimientos que le per-
mitirán convertirse en proveedores com-
petitivos. En los valles y yungas es preciso
combatir la mosca de las fruta que con su
sola presencia reduce la producción en un
30%.
d. Modelo para el aprovechamiento de
madera
En este caso es difícil de hablar de unidades
específicas, puesto que se trata de un rubro
complejo y conflictivo. Sin embargo, son
también necesarias alianzas e intervenciones
públicas.
•	 Es preciso poner énfasis en la racionaliza-
ción del manejo del bosque, recurso prima-
rio que es preciso proteger de las interven-
ciones descontroladas y depredadoras a
través de un manejo sostenible, es decir de
una forma de aprovechamiento en la que los
actores se conviertan en actores interesados
en la preservación del recurso. Para ello:
-- Se debe promover la conformación de
organizaciones forestales comunitarias
(OFC) como grupos específicos dentro
de las TCO, verdaderamente interesa-
dos en trabajar de manera permanente
en el aprovechamiento de la madera
(por lo menos en la estación seca). Para
ello, requieren contar con i) autoriza-
ción de la TCO y compromiso de retri-
bución a ella con parte del producto de
las ventas (a la manera de un impues-
to); ii) personería jurídica para suscri-
bir contratos con sus compradores; iii)
dotarse de equipamiento mínimo para
llegada a los árboles con autorización
de aprovechamiento, el mismo que
puede ser financiado por la empresa
compradora con cargo a los pagos; iv)
capacitación en temas técnicos para el
manejo del recurso y de gestión.
-- Se debe promover la alianza de las
OFC con empresas de procesamiento
de la madera o de agregación de valor
en general (fabricantes de muebles de
exportación, p.e), pues a diferencia del
exportador de madera en bruto, estos
industriales tienen interés en la perdu-
rabilidad de la materia prima que
requieren. Los patrocinadores de estas
alianzas deberían ser ONG que traba-
jan en la actividad ambiental y en la
generación de ingresos para las pobla-
ciones indígenas.
-- Se debe evitar otorgar concesiones a
TCO artificiales, conformadas por
migrantes que buscan acceder gratui-
tamente a la tierra, pues a la larga ellos
se convertirán en parte de la cadena de
explotación ilegal de los recursos
forestales.
-- Se debe otorgar nuevas concesiones a
privados, priorizando a empresas indus-
triales de agregación de valor, es decir,
integradas verticalmente y por tanto
interesadas en la preservación del
recurso primario. Estas concesiones
deben ser de largo plazo y contar con
seguridad jurídica.
-- El Estado debe incentivar a los conce-
sionarios a la plantación de bosques
con objeto de contar en el corto plazo
con 100.000 plantadas en el
Departamento de La Paz. El incentivo
debe consistir en la devolución de parte
de sus costos o en la reducción o elimi-
nación de las patentes.
-- El Estado debe buscar la reducción de
las patentes con objeto de reducir los
costos de acceso al recurso y hacer más
competitivo al sector forestal nacional,
pero además con objeto de desincenti-
var el manejo ilegal.
31
Unidad Nacional
-- El Estado, las universidades y las ONG
deben investigar los usos de las varie-
dades maderables actualmente no apro-
vechadas, con objeto de incrementar la
capacidad de remoción de los actuales
3 m3/ha a por lo menos10 m3/ha. Ello
hará más competitiva y rentable a la
industria nacional.
•	 Con objeto de no dejar desabastecido al
mercado nacional no ligado a las empresas
integradas verticalmente, es necesario
apoyar el desarrollo del sector de procesa-
miento primario de la madera (aserrado y
cortado). Este trabajo debería ser fortale-
cido en las mismas zonas productoras con
objeto de evitar el tráfico ilegal y el trans-
porte de peso muerto y de esta manera
reducir costos. Para que ello sea posible,
es necesario que este nivel de procesa-
miento se beneficie de inversión pública
que permita la llegada de energía más
barata a las zonas productoras que ahora
utilizan el diesel a precios de mercado, es
decir, que tienen los costos más altos de
todo el país. Asimismo es necesario contar
con carreteras transitables todo el año.
•	 El sector manufacturero integrado verti-
calmente e incluso el que es exclusiva-
mente transformador, requiere el desarro-
llo de dos servicios fundamentales: i)
financiamiento especializado de largo
plazo, preferentemente diferente del credi-
ticio; ii) infraestructura de secado.
•	 Es necesario promover en el mercado
internacional, tanto los bosques certifica-
dos de Bolivia con objeto de lograr mejo-
res precios por la madera aprovechada
como los usos de las variedades actual-
mente no aprovechadas.
e. Modelo para empresas comunitarias
Este modelo aplica a los grupos indígenas
que con el apoyo de ONG ambientalistas
buscan aprovechar el eco-turismo y/o recur-
sos de la biodiversidad. Consiste en dotarles,
paulatinamente, de una estructura empresa-
rial y articularlos en una alianza con las
empresas operadoras de turismo o que trans-
forman y comercializan productos del bosque
como achiote; pieles de capibara, taitetú, peni
y yacaré; mariposas, frutos como copoasú,
achachairú, cacao, y palmito; palma como
cusi, copaibo, majo, motacú y palqui; mieles
de abeja nativa y otros productos.
Son rubros que tienen desarrollo inci-
piente en el país, pero que existen natural-
mente en los bosques paceños, que se
encuentran entre los más bio-diversos del
mundo y constituyen productos de la
denominada “otra frontera” que empiezan
a tener demanda creciente en nichos de
mercado externo caracterizados por los
altos ingresos de sus componentes y por
su interés en la calidad natural y el origen
de los bienes que consumen. El modelo de
organización de las empresas comunita-
rias que trabajan con ellos, debería tener
características como estas.
•	 Empresas comunales conformadas por
aquellos miembros de las comunidades
indígenas que están verdaderamente inte-
resados y con posibilidad de dedicarse al
aprovechamiento de estos recursos. La
comunidad, por su parte debe autorizar su
funcionamiento y recibir parte de los
beneficios a manera de impuestos destina-
dos a inversiones sociales locales. Estas
empresas requieren asistencia en organi-
zación y gestión así como asistencia técni-
ca en el aprovechamiento de los recursos
por parte de instituciones de desarrollo
(ONG). Finalmente, deben contar con
RUA para no sobrecargar los pagos tribu-
tarios de sus compradores o aliados.
•	 Los aliados de negocios de estas empresas
comunitarias son las empresas de transfor-
mación, si se trata de productos de la bio-
diversidad y operadoras de turismo si se
trata de ecoturismo. Ello por cuanto cons-
tituyen un error los intentos de convertir a
32
Programa de Unidad Nacional para la Gobernación de La Paz
los indígenas en procesadores, operado-
res, comercializadores e incluso exporta-
dores de ofertas tan pequeñas que carecen
de economías de escala y por lo tanto no
son sostenibles sin una permanente sub-
vención. En una alianza, en cambio, se
benefician del conocimiento técnico y de
mercado de las empresas y en muchos
casos pueden recibir asistencia técnica de
ellas. En el caso del ecoturismo, es evi-
dente que todas las iniciativas deben ade-
más articularse al destino turístico ya
configurado de Rurrenabaque.
III.2.2.2.2. Revolucionar la
producción de quinua
Actualmente el altiplano boliviano es el centro
de un inusitado auge en la producción de la
quinua tradicional, cuyos atributos nutritivos
está descubriendo el mundo. Las tierras en
producción, principalmente en los departa-
mentos de Oruro y Potosí, se estiman en
60.000 has. Pero la superficie apta para este
tipo de cultivo puede llegar a un cuarto de
millón de hectáreas en todo el Altiplano. Son
tierras semi-áridas en las cuales la humedad
viene de acuíferos. Los cultivos de quinua
absorben los nutrientes, desertificando la tierra
y desplazando al ganado camélido que produ-
ce un abono natural. Debido a ello muchos
consideran que estos cultivos resultan depre-
datorios y, por ello, hay dudas sobre la soste-
nibilidad ambiental de la producción quinuera
a largo plazo. Felizmente esta preocupación
está motivando la búsqueda de alternativas al
cultivo tradicional de quinua, mediante inno-
vaciones tecnológicas sostenibles.
Una de estas alternativas es sembrar qui-
nua en las tierras áridas del Altiplano, hoy
convertidas en pampas desiertas y sin ningún
uso agrícola, que suman varios millones de
hectáreas. Se estima en ocho millones de hec-
táreas el potencial de tierras áridas que
podrían ser reconvertidas para la producción
de quinua.
El proyecto más avanzado es el que
viene trabajando el Centro de Producción de
Tecnologías Sostenibles (CPTS), desarro-
llando una tecnología para cultivos de qui-
nua en tierras áridas. Su propuesta tecnoló-
gica consiste en un compost de nutrientes
orgánicos suministrados a las plantas de
quinua a través de las hojas regadas, con
máquinas fumigadoras, lo que permitiría
retener la humedad (una especie de gel). El
proyecto, en etapa de validación, prevé
incorporar dos millones de has al cultivo de
quinua en tierras del altiplano centro y sur
(departamentos de La Paz, Oruro y Potosí),
para la producción de un millón de tn de
quinua orgánica, en un plazo de 10 a 15
años. De confirmarse las posibilidades de
esta tecnología, su aplicación comercial
estaría disponible en 4 a 5 años. El paquete
tecnológico del CPTS comprende un siste-
ma de beneficiado (desde el grano de culti-
vo hasta el grano comestible), además del
diseño de la maquinaria y equipos especiali-
zados. Desde ya, son varias las empresas
que ya aplican este tipo de innovación en el
beneficiado de la quinua, con rendimientos
de mayor productividad y una mejor calidad
del producto exportado.
El proyecto de producción de quinua en
tierras áridas puede, asimismo, complemen-
tarse con el diseño de un modelo de negocio
de asociación entre productores campesinos
y empresarios privados; los primeros apor-
tando sus tierras comunales y su propio tra-
bajo y los segundos aportando capital y
capacidad empresarial para el procesamien-
to del producto, su comercialización y
exportación. De este modo, serían creadas
numerosas “empresas comunitarias” en uni-
dades agrícolas con miles de hectáreas de
cultivos y de producción mecanizada. Se
estima que la población campesinos benefi-
ciaria sería de aproximadamente 350.000
personas, si se trabajara dos millones de
nuevas hectáreas.
33
Unidad Nacional
Un gran incentivo para los productores y
los empresarios privados son los altos precios
de la quinua y la creciente demanda interna-
cional de este producto, que asegura una
perspectiva favorable y de largo plazo, aun
si, como está ocurriendo, otros países pro-
ductores entran al mercados. Precisamente,
una mayor competencia y las oscilaciones de
los precios de la quinua en el mercado inter-
nacional, hacen necesario dar un salto pro-
ductivo en el eslabón primario que dé paso a
la transformación industrial de la quinua; un
proceso que ya ha comenzado en forma
embrionaria. En nuestra propuesta, por sus
ventajas comparativas, la ciudad de El Alto
debe transformarse en el gran centro de pro-
cesamiento industrial de la quinua.
III.2.2.2.3. Lechería en el Altiplano
El altiplano en general carece de potencial
agrícola (salvo para la quinua en determina-
das regiones), debido precisamente a condi-
ciones de clima; ello hace que la papa, siendo
el cultivo más difundido tenga el rendimiento
más bajo del país (5 toneladas/ha) y del con-
tinente y por tanto no pueda soportar la eco-
nomía familiar campesina. Su mayor poten-
cial radica, en cambio, en el cultivo de forra-
jes adaptados al eco-sistema y ligados a la
ganadería lechera; como lo demuestran los
siguientes datos:
•	 Los productos forrajeros, como la cebada y
el alfalfa tienen 135.000 ha de cultivos, es
decir son ahora los principales del altiplano.
•	 La demanda nacional de leche se vino
incrementando de manera sostenida en el
país, lo que significa que el mercado de la
leche está en crecimiento.
•	 La Paz, a pesar de ser todavía un produc-
tor menor en relación a Santa Cruz y
Cochabamba, es quien ha más crecido en
volumen de producción.
•	 Existen técnicos y paratécnicos formados
con capacidad de apoyar el trabajo de los
productores primarios.
•	 Los productores campesinos de leche se
encuentran organizados en módulos leche-
ros, muchos de ellos dotados de tanques
de almacenamiento refrigerado, lo que
facilita la recolección de las empresas aco-
piadoras y la canalización de asistencia
técnica y el control de calidad.
•	 Hay cerca de 15 empresas de diverso
tamaño que acopian y transforman la
leche, dos de las cuales tienen tecnología
de punta. Todas tienen una importante
capacidad instalada ociosa.
•	 Las vacas del altiplano tienen más días de
producción (285) que las de Santa Cruz y
Cochabamba.
•	 Existen variedades forrajeras adaptadas a
heladas y sequía y constituyen un cultivo
perenne.
•	 Hay muchos años de experiencia en inse-
minación artificial.
•	 Los campesinos del altiplano quieren ser
ganaderos porque la lechería les asegura
un ingreso semanal o quincenal, que suele
ser mayor que en otros rubros.
III.2.2.2.4. Riego para La Paz
El suministro de riego tiene dos componen-
tes: i) la fuente del agua, que suele provenir
de un sistema desarrollado por los mecanis-
mos de inversión pública (represa y canales
de distribución primaria), pues la captura de
aguas subterráneas es localizada, cara tanto
en la perforación como en su operación y
mantenimiento ya que requiere de energía,
ambientalmente peligrosa y solamente se jus-
tifica con cultivos de alta rentabilidad; ii) la
técnica de riego a nivel de finca que general-
mente es por inundación, pues pocos cultivos
justifican la inversión en aspersión o goteo.
El Departamento de La Paz requiere
desarrollar sus fuentes de agua antes de pen-
sar en una masiva utilización de riego tecni-
ficado en la fincas. Sus posibilidades según
tipo de riego y disponibilidad de recursos
hídricos son las siguientes:
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Programa UN para la Gobernacion de La Paz

  • 1. con seguridad y oportunidades productivas La Paz primero, PROGRAMA DE UNIDAD NACIONAL PARA LA GOBERNACIÓN DE LA PAZ 2015
  • 2.
  • 3.
  • 4.
  • 5. con seguridad y oportunidades productivas La Paz primero,
  • 6.
  • 7. I. Nuestra ideología................................................................................................................................................................................................................................................5 I.1. Un sueño y sus cinco enemigos...................................................................................................................................................................................................5 II. Diagnóstico................................................................................................................................................................................................................................................................9 II.1. Las gobernaciones en el Estado autonomista..............................................................................................................................................................9 II.2. La necesidad de un pacto fiscal (que el MAS no quiere)........................................................................................................................... 12 II.3. Las gobernaciones que tenemos y las que necesitamos............................................................................................................................... 15 II.4. La Paz ha perdido el liderazgo............................................................................................................................................................................................... 16 III. Propuesta................................................................................................................................................................................................................................................................ 19 III.1. Área política............................................................................................................................................................................................................................................ 19 III.1.1. Relaciones con el Gobierno central y los gobiernos locales, derechos humanos y no discriminación............................................................................................................................................................................ 19 III.1.2. Un gobierno paceñista autónomo y fuerte................................................................................................................................................ 20 III.1.2.1. Trasladar la gobernación a la ciudad de El Alto................................................................................................................ 20 III.2. Área económica: Traducir el crecimiento en oportunidades económicas para la gente............................................ 21 III.2.1. CITES departamentales................................................................................................................................................................................................ 21 III.2.2. Oportunidades económicas para la región y para los paceños.......................................................................................... 24 III.2.2.1 Desplegar el potencial industrial de El Alto.............................................................................................................................. 24 III.2.2.2. Transformación productiva del agro paceño............................................................................................................................ 25 III.2.2.2.1. Reforzar los modelos productivos exitosos................................................................................................................. 26 III.2.2.2.2. Revolucionar la producción de quinua............................................................................................................................. 32 III.2.2.2.3. Lechería en el Altiplano................................................................................................................................................................... 33 III.2.2.2.4. Riego para La Paz.................................................................................................................................................................................. 33 III.2.2.2.5. Conquistar mercados externos cercanos......................................................................................................................... 34 III.2.2.2.6. Ciudades intermedias.......................................................................................................................................................................... 35 III.2.2.2.7. Financiamiento especializado para la transformación productiva........................................................ 35 III.2.3. El Altiplano Marítimo: la proyección al Pacífico............................................................................................................................. 35 III.2.4. La Marcha al Norte: una nueva frontera productiva..................................................................................................................... 36 III.2.4.1. La tropicalización de la agricultura.................................................................................................................................................... 36 III.3. Área de infraestructura: Agua, electricidad, saneamiento y caminos para todos............................................................. 38 III.4. Área social: Aprovechar el crecimiento para mejorar la educación y la salud................................................................... 39 III.5. Área de género: empoderamiento y protección de las mujeres.......................................................................................................... 41 III.6. Área de seguridad ciudadana: creación y expansión de los “serenazgos” y potenciamiento policial........ 42 III.7. Área de desarrollo urbano: enfrentar los nuevos problemas del crecimiento...................................................................... 44 III.8. Área ambiental: el desafío del cambio climático.............................................................................................................................................. 44 SUMARIO
  • 8.
  • 9. I.1. Un sueño y sus cinco enemigos Tenemos un sueño: que en 2025, año del bicentenario de la creación de Bolivia, nos dotemos de una misma visión sobre lo que el país debe ser y hacer. Para contribuir a que este sueño se con- vierta en realidad, hemos propuesto las bases de un “consenso del bicentenario”. Lo hemos llamado “Reconciliación nacional, continuidad e innovación para construir un país para todos”. En este docu- mento criticamos el comportamiento nacional que se ha repetido a lo largo de estos doscientos años, y que, en lugar de resolver nuestros problemas, nos han puesto en la cola del mundo. Este comporta- miento parte de la creencia en que la solución para los problemas del país es una ideología o un modelo económico (ayer privatista, hoy estatista y mañana, probablemente, privatista otra vez). Esto da lugar a un círculo vicioso de luchas políticas en el que los privatistas y los estatistas se suceden en el poder, y en cada etapa destruyen las instituciones creadas por sus adversarios. I. NUESTRA IDEOLOGÍA Por esta razón no contamos con una red consolidada de instituciones públicas ni con una fuerte empresa privada. No logramos activar un proceso de acumulación de avan- ces, el cual constituye la condición básica del desarrollo (en realidad, la condición que defi- ne al desarrollo). Nuestra ansiedad por los “milagros” (las revoluciones y “refundaciones”) se debe a la forma extrema en que la economía, la actividad política y la mentalidad colectiva del país dependen de la extracción de recursos natura- les, que es la única actividad altamente rentable que ha habi- do jamás en nuestro territorio (“extracti- vismo”).Suponemos, entonces, que un cambio en este nivel (el descubrimiento de nue- vos yacimientos o una nueva forma de propie- dad de la industria extractiva) nos ofrecerá la clave de la transformación completa del país. Las revoluciones y las “refundaciones” también son formas de redistribuir las rentas de los recursos naturales entre distintas élites políticas, que se han sucedido en el poder a lo largo de las diversas etapas de la historia. Cuando, como es lógico, el milagro no se realiza, fingimos que éste está ocurriendo de Tenemos un sueño: que en 2025, año del bicentenario de la creación de Bolivia, nos dotemos de una misma visión sobre lo que el país debe ser y hacer.
  • 10. 6 Programa de Unidad Nacional para la Gobernación de La Paz todas maneras. Para ello recurrimos a un truco que se emplea con éxito desde los tiem- pos de la Colonia: redactamos una gran can- tidad de leyes que, en el papel, crean las ins- tituciones que no existen en la realidad, y hacemos “tabla rasa” con el pasado, creando la ilusión del cambio. Los resultados de esta forma de actuar se hallan a la vista: aún somos el país más pobre, aislado y uno de los más extractivistas de Sudamérica. Es necesario que cambiemos. Para comenzar a hacer las cosas de otra forma, tenemos que salir del círculo vicioso y dejar de lado la ilusión en que un milagro ideológico y un caudillo providencial serán el “remedio-para-todo”. Para actuar de otra manera, la palabra fundamental de nuestra propuesta es reconci- liación: • Reconciliación entre las ideologías y modelos, que nos permita “sintetizarlos”, es decir, tomar lo mejor de cada uno de ellos. Necesitamos una adecuada combi- nación de Estado y mercado, fuertes empresas estatales y fuertes empresas pri- vadas que se ocupen de distintas áreas de la economía. Otra síntesis: las empresas públicas deben poseer legitimidad política y, al mismo tiempo, eficiencia técnica. Otra síntesis: la burocracia gubernamental de todos los niveles del Estado debe poder adquirir experiencia y gozar de estabili- dad, pero al mismo tiempo es necesario que mejore e innove continuamente. Otra síntesis: el empoderamiento simbólico de los indígenas debe combinarse con su acceso a nuevas oportunidades económi- cas en el campo y las ciudades. Otra sínte- sis: el uso de los recursos estatales en programas que pongan la riqueza en manos de las personas, las pequeñas y medianas empresas, los emprendedores. • Reconciliación entre las regiones, de modo que por primera vez en nuestra his- toria el poder político se reparta efectiva- mente a cada municipio y departamento autónomos. • Reconciliación entre las diversas posicio- nes que existen sobre la diversidad étnica del país, a fin de construir un Estado que refleje el carácter plurinacional de la población (entendiendo a las naciones indígenas como naciones “culturales”) y al mismo tiempo garantice la unidad de ésta en una sola nación “política o estatal” boliviana. Esta reconciliación implica al mismo tiempo una lucha sin cuartel contra algunas formas de hacer y pensar, que son contrarias a la visión que hemos señalado. Estas formas de hacer y pensar se encarnan, en este documen- to, en algunos caracteres o “tipos”, que es necesario identificar claramente y tratar de eliminar, al mismo tiempo que se promueve los “tipos” contrarios. Éstos son los cinco grandes enemigos de nuestra visión del desa- rrollo boliviano: • El rentista, es decir, el boliviano que cree que el Estado tiene la obligación de man- tenerlo, ya sea dándole una “pega” por su militancia política y no por su capacidad o rendimiento en el trabajo, o dándole bene- ficios especiales, de los que en cambio no gozan igualmente todos los demás. En esta categoría están los empresarios priva- dos que venden productos y prestan servi- cios al Estado por relaciones y “favores”, y no por la calidad de su oferta. Frente al rentista debemos poner al emprendedor, que es el boliviano que busca crear rique- za, y que se une con otros bolivianos para cooperar en actividades de todo tipo, y no exclusivamente para presionar a las auto- ridades o a otros grupos sociales. • El extractivista, es decir, el boliviano que contribuye a la dependencia del país de la explotación de recursos no renova- bles, y debilita la diversificación de la economía y las actividades no tradiciona-
  • 11. 7 Unidad Nacional les. Ante él oponemos el industrioso, que en la artesanía, en la industria y la agropecuaria, añaden valor a los bienes naturales, tanto para exportar como para el mercado interno. • El discriminador, es decir, el boliviano que no respetan la dignidad de los demás, que son diferentes de él por razones étni- cas, políticas, económicas, sexuales o de cualquier otro tipo. Frente a él, queremos generalizar el tipo del tolerante, que admite la diversidad de identidades y el derecho de éstas a ser y expresarse, aun- que esto le resulte molesto en determina- das circunstancias. • El antiboliviano, es decir, el boliviano que desprecia al país, su realidad econó- mica, su diversidad demográfica y cultu- ral, su historia, y, en cambio, quisiera que Bolivia fuera “otro país”, tomando como modelo a cualquier otro Estado extranjero. Frente a él, postulamos al patriota, el boliviano que concibe su propia vida y la actividad que realiza como formas de aporte al mejoramiento del país. El patrio- ta tiene un sentimiento de deber con el país. Critica los errores nacionales, pero sin desprecio ni arrogancia, para ayudar a cambiarlos y no para negar su propia iden- tidad. • El utopista, es decir, el boliviano que des- carta todo lo que ha logrado el país, las instituciones y políticas existentes, y se propone resolver sus problemas mediante un rediseño global de la sociedad. Es el que considera la ideología y la estrategia política –no el trabajo creador y la suce- sión de avances parciales– como una “panacea” para el país. A él se opone el reconciliador, el boliviano que piensa que por encima de la virtud o defecto de una política, lo más importante es que el país no retorne al círculo vicioso al que lo conduce la lucha entre modelos. El recon- ciliador evalúa cada posibilidad para el país, no desde el punto de vista de la “ortodoxia” política, sino de su eficiencia en la práctica.
  • 12.
  • 13. mías. En algunos casos esta distribución es exclusiva, lo que quiere decir que una mate- ria “pertenece” solamente a una autonomía y excluye a las demás. Pero las autonomías también tienen competencias “compartidas” sobre determinadas materias. Esto quiere decir que el nivel central, esto es, laAsamblea Legislativa Plurinacional, debe establecer una “ley básica” sobre la cual la autonomía en cuestión debería aprobar una “ley de desa- rrollo” que aplique los lineamientos de la “ley básica” a sus propias necesidades y par- ticularidades. Desgraciadamente, la definición por parte de la Constitución como de la Ley Marco de las competencias exclusivas y compartidas de las autonomías no se ha hecho de manera consistente. Y esta contra- dicción no es el único obstáculo que está atravesando el proceso autonomista, por la mala fe y la negligencia del Gobierno central para avanzar en el proceso de descentraliza- ción. Por razones ideológicas, el Estado ha reducido el régimen autonómico aprobado hace cinco años a la letra muerta de las nor- mas. No le ha entregado a las gobernaciones las nuevas atribuciones que les concede la Constitución, y mucho menos ha permitido que se financien de otra manera, mediante un nuevo pacto fiscal. El Estado sigue esperan- II. DIAGNÓSTICO II.1. Las gobernaciones en el Estado autonomista Tanto la Constitución como la Ley Marco de Autonomías definen la constitución de las autonomías departamentales, municipales, regionales e indígena-originario-campesinas, así como su coordinación y articulación, a fin de crear y mantener un sistema de órganos públicos territoriales que satisfaga la deman- da de bienes y servicios públicos de la pobla- ción. La expectativa era que las autonomías fueran el remedio de los grandes problemas del país: la pobreza, la exclusión, la no verte- bración y la fragmentación del territorio nacional. Constitucionalmente, las autonomías departamentales, municipales, regionales e indígena-originario-campesinas tienen, todas, el mismo rango y no se subordinan unas a otras. Una autonomía se caracteriza por tener la facultad de legislar, es decir, de aprobar normas, sobre las materias que les correspon- den. Además, pueden elegir –con distintos procedimientos– a los representantes que legislarán, así como a los funcionarios que se ocuparan de ejecutar estas normas; es decir, pueden formar sus propios gobiernos. Las “materias” o problemas públicos se han distribuido entre las distintas autono-
  • 14. 10 Programa de Unidad Nacional para la Gobernación de La Paz do que las gobernaciones “califiquen” para sus nuevas competencias, lo que en los hechos ha detenido el curso autonomista. Desarrolla así el sesgo centralista que posee la propia Constitución. Por ejemplo, ésta siempre entrega competencias exclusi- vas a los municipios “en el marco de” alguna política o ley nacional (art. 302.I, por ejem- plo). Como estas políticas o leyes todavía no están aprobadas, en los hechos los munici- pios no pueden normar estas competencias, ni siquiera con la obligación de, después, adecuar sus normas a la legislación nacional que se apruebe ulteriormente. En otros casos, la Constitución establece que procedimientos que debieran ser compe- tencias exclusivas de las gobernaciones serán normados por leyes nacionales. Por supuesto, estos “envíos a ley” debilitan la autonomía departamental. Además, la Constitución concede exacta- mente las mismas competencias exclusivas (planes de ordenamiento territorial, turismo) a diferentes autonomías, quizá porque los constituyentes pensaron que era necesario asignar las mismas responsabilidades a cada nivel de gobierno. El problema está en que en algunos casos estas competencias se solapan. Por ejemplo, si la autonomía departamental se encarga del ordenamiento territorial, es obvio que las autonomías subdepartamenta- les ya no tienen que hacerlo. Hasta ahora no se ha negociado detalladamente los catálogos de competencias de cada tipo de autonomía. Por otra parte, la Asamblea Legislativa tiene facultades para asignar a los municipios com- petencias adicionales, cosa que hasta ahora no ha hecho ni piensa hacer. La tendencia ha sido, por el contrario, la aprobación de leyes nacionales destinadas a que las normas auto- nómicas sobre competencias exclusivas cum- plan, todas, los mismos parámetros y con- templen los mismos procedimientos. Este tipo de leyes no son compatibles con un Estado autonómico. Para uniformar las polí- ticas sobre determinadas materias, las auto- nomías deberían llegar a acuerdos volunta- rios entre sí, que sean auspiciados por el nivel nacional del Estado. Como resultado de lo señalado, no hay leyes “básicas”, es decir, generales y abiertas, que realmente admitan “leyes de desarrollo”. Se ha reducido la facultad legislativa de las autonomías, y entre ellas de las gobernacio- nes, a una simple actividad de reglamenta- ción de políticas ya especificadas por el nivel nacional. El artículo 302 de la Constitución da a las autonomías la potestad de crear y admi- nistrar impuestos, pero esto se ha visto res- tringido y bloqueado, por lo que las goberna- ciones son tan dependientes hoy como ayer de las transferencias del nivel central, algu- nas de las cuales –y cada vez más– no son de libre disponibilidad, es decir, no se pueden gastar en lo que los departamentos creen que es mejor (aunque sea respetando los linea- mientos generales del país). Hasta hora tampoco se han establecido las bases del endeudamiento de las autono- mías, ni se ha pensado en una ley de respon- sabilidad fiscal. Los lineamientos deberían conjugar las necesidades de sostenibilidad financiera del país y el respeto a la autonomía de cada unidad territorial. Por ejemplo, se tendría que establecer mecanismos de pago automático de los créditos, por medio de des- cuentos de las transferencias de recursos del nivel nacional a las autonomías. Pero la incli- nación recentralizadora del Gobierno central ha conducido a la aprobación de “leyes finan- ciales”, es decir, presupuestos nacionales, que impiden que las gobernaciones obtengan recursos propios y las conciben como depen- dientes de las fuentes de financiamiento con que cuentan actualmente. Tampoco se ha trabajado a fin de crear espacios en el mercado financiero en los cua- les las autonomías pudieran emitir papeles de deuda e invertir sus excesos de liquidez (fon-
  • 15. 11 Unidad Nacional dos fiduciarios y de inversión municipales). En lugar de una construcción flexible, adaptable y plural, al que contribuyan en igualdad de condiciones todas las unidades a las que la Constitución reconoce igual rango legal, el proceso autonomista está derivando en la construcción de un complejo aparato burocrático de control de lo que hacen los niveles subnacionales, en especial en el terre- no financiero. Otro elemento que no se está cumplien- do, aunque se halle establecido en la Constitución, es la creación de “regiones”, es decir, territorios –mayores a los municipios y menores a los departamentos– que constitu- yen una unidad histórica, económica y cultu- ral. En teoría, las regiones pueden convertirse en “autonomías regionales” con el acuerdo del gobierno departamental al que pertene- cen. Pero solo en la teoría, lo que constituye una importante falta, ya que las regiones son los espacios más adecuados para atender pro- blemas que los municipios no pueden resol- ver actuando por separado, como la conser- vación de cuencas, la ejecución de proyectos productivos basado en recursos naturales, etc. (no debe confundirse a las autonomías regionales con las mancomunidades, que son entidades tanto públicas como privadas, y que deberían seguir funcionando de forma paralela y complementaria con las primeras). Las autonomías municipales no tienen diferencias con las autonomías indígena-ori- ginario-campesinas, excepto por la forma de organización de sus gobiernos. Por lo demás, la gestión del territorio, la promoción del desarrollo, la participación ciudadana y el control social en ambos tipos de autonomía son iguales. Por tanto, el nacimiento de las autonomías indígenas constituye en realidad una transferencia horizontal de competen- cias, desde los municipios a ellas. Pese a ello, las autonomías indígenas tampoco se han materializado, aunque existen algunos terri- torios interesados en formarlas. Esta situación muestra el centralismo objetivo del país. El Estado boliviano enfren- ta una dificultad estructural y crónica: la carencia de ingresos a consecuencia de la limitada actividad económica, lo que se tra- duce en recaudaciones tributarias escasas. A lo largo de lo historia, esta deficiencia ha causado que la principal preocupación estatal sea la propia supervivencia. Al mismo tiem- po, y de una manera compensatoria, Bolivia ha contado casi siempre con rentas prove- nientes de la explotación de recursos natura- les, que el Estado ha intentado capturar de una u otra manera, lográndolo plenamente en los periodos nacionalistas como el actual. De las dos fuentes señaladas, la más importante es la segunda, tanto porque en ciertos momentos (como el actual) provee una gran cantidad de fondos al Estado, como porque debido a su carácter suele orientarse a la inversión pública, antes que al simple sos- tenimiento de la planilla de empleados públi- cos. Como se comprenderá fácilmente, la necesidad de controlar esta fuente extraordi- naria de recursos, sumada a la precariedad de las fuentes locales de ingresos, impregna al Estado boliviano de centralismo. El país mismo tiene una diversidad de regiones y de poblaciones, por lo que la idea de adminis- trarlo descentralizada y aun federalmente no ha sido ajena al pensamiento de sus poblado- res. Además de por motivaciones culturales e ideológicas, éstos plantearon su lucha contra el centralismo por el lógico deseo de aprove- char más directamente la riqueza manejada por el gobierno. Sin embargo, el centralismo perduró y perdura hasta ahora, pues ha encontrado siempre la forma de “reinventar- se” luego de las sucesivas reformas que la lucha regional logró arrancar a las autorida- des. Así lo determina el carácter centralizado de los ingresos estatales, es decir, que pro- vengan principalmente de la industria extrac- tiva, que es una sola, y no de las demás acti- vidades económicas que se encuentran dis-
  • 16. 12 Programa de Unidad Nacional para la Gobernación de La Paz departamentos productores (Tarija, Chuquisaca, Santa Cruz y Cochabamba), lo que demanda el 12,5% del IDH total. • 2% de la producción nacional de hidrocar- buros para cada uno de los cinco departa- mentos no productores (La Paz, Oruro Potosí, Beni y Pando), lo que representa un 31,3% de lo recaudado por IDH. • 4,5% del valor de la producción total de hidrocarburos (14,1% del IDH) al fondo de compensación para los departamentos que se encuentren por debajo del IDH nacional promedio (que se calcula toman- do en cuenta a todos los departamentos excepto Tarija). • 7% del IDH nacional para el fondo de compensación para La Paz, Cochabamba y Santa Cruz, por ser éstos los departa- mentos de mayor población. El 80% de este fondo es distribuido entre los munici- pios de estos tres departamentos, de acuer- do a la población de cada uno de éstos, y 20% a las universidades. • De los recursos que percibe el Tesoro, un 5% va al Fondo Indígena para financiar proyectos de desarrollo productivo y social, y el restante 30,2% se queda en el Tesoro, aunque no sin antes haber sido mermado por las participaciones de las Fuerzas Armadas, la Policía Nacional y otras instituciones. Gracias a este complicado mecanismo, ape- nas aprobada la Ley de Hidrocarburos, los departamentos recibían el 64,8% del IDH y el Tesoro, el 35,2%. De los recursos por IDH que iban los departamentos, las prefecturas de entonces recibían 32,8%, los municipios 25,6% y las universidad el 6,4%. Si se calcu- la lo que le tocaba a cada departamento, tene- mos que la cuota es homogénea. El criterio básico de la ley había sido distribuir los recursos entre nueve partes iguales. Por eso, restando el 7% del IDH que va al fondo com- pensatorio para La Paz, Cochabamba y Santa persas por todo el país. El centralismo tiene, como hemos dicho, un carácter objetivo. Por otra parte, coincide con la ideología predomi- nante en el país, que pretende usar el Estado (en concreto, las rentas de los recursos natu- rales que el Estado posee) para desarrollar la sociedad en un sentido u otro. Esta ideología (“nacionalista revolucionaria”) demanda un Estado fuertemente cohesionado, que se mueva al unísono detrás de los mismos obje- tivos, y que sirva como un ariete en contra de los enemigos del proyecto social que se pre- tende construir. De ahí que las concesiones que se hacen a los departamentos (por ejem- plo, las incluidas en la Ley de Hidrocarburos, o las realizadas por el actual Gobierno y que permitieron la conformación de las autono- mías departamentales y otras) sean casi siem- pre provocadas por circunstancias políticas desfavorables para el centro. De ahí también que, una vez hechas, éste trate de socavar su efecto sobre las finanzas públicas con medi- das re-centralizadoras, al mismo tiempo que trata de reconcentrar el poder político. II.2. La necesidad de un pacto fiscal (que el MAS no quiere) La necesidad del pacto fiscal surge de la Ley 3058 o de Hidrocarburos, cuya gran novedad fue la creación de un impuesto a la produc- ción de gas y petróleo de 32%, para sumarlo a las regalías del 18% que hasta ese momento el Estado cobraba a esta actividad (11% de estas regalías iban a los departamentos pro- ductores, 1% a Pando y Beni, como una com- pensación por su apoyo a Santa Cruz en la obtención de las regalías, y 6% a la empresa estatal del petróleo, YPFB). El nuevo impues- to de 32% se llamó Impuesto Directo a los Hidrocarburos (IDH) y se decidió distribuirlo de la siguiente manera: • 4% de la producción departamental de hidrocarburos para cada uno de los cuatro
  • 17. 13 Unidad Nacional Cruz, todos los departamentos perciben 6,3% del IDH total, con excepción de Tarija que recibe 7,8%, por ser el con mayor producción de hidrocarburos. Esta repartija en partes iguales del prin- cipal ingreso del país refleja la correlación de fuerzas que había en el momento de apro- bación de la Ley 3058, es decir, en el momento en el que el Estado, acosado desde 2003 por una enorme actividad de masas, había perdido su tradicional capacidad para neutralizar las iniciativas descentralizadoras de las regiones. Aparentemente repartir por igual es lo más equitativo, pero sólo es así cuando los beneficiarios son iguales entre sí. Si no lo son, como en este caso, los resultados son confusos: los departamentos más poblados son los que menos recursos reciben, a pesar de la compensación del 7% adicional recibi- do por estas regiones. En el otro extremo, los departamentos menos poblados son los que más recursos reciben en términos per cápita. Estas disparidades también se dan en la dis- tribución del IDH por habitante pobre y la injusticia se replica si consideramos la densi- dad poblacional (habitantes por km2): los departamentos con mayores superficies, como es el caso de Santa Cruz, La Paz, Beni, Cochabamba y Potosí, son los que menos recursos de IDH reciben por habitante/km2. En suma, el régimen fiscal que resultó del proceso de nacionalización del gas es errático, amén de complicado. No responde ni a la justicia (a todos por igual) ni a la razón instrumental (el logro de los mejores resulta- dos al menor costo posible), sino a la posi- ción que ocupan los departamentos respecto a los yacimientos, es decir, a un criterio ren- tista. La creación del fondo de compensación para departamentos más poblados no resolvió esta cuestión. En el periodo que va desde 2005-6 hasta ahora el intrincado panorama que estamos describiendo se complicó todavía más porque el gobierno central no sólo recuperó la fuerza perdida por la crisis política, sino que la incrementó gracias a la gran popularidad y el indudable autoritarismo del presidente Evo Morales. En consonancia con esto, el Ministerio de Economía planeó y ejecutó una serie de medidas de recentralización de los ingresos. La principal de ellas fue un des- cuento general del 30% del IDH total, el cual se usa para pagar la Renta Dignidad, es decir, la pensión no contributiva que entrega el Estado a los mayores de 60 años. Además, el Gobierno ha incrementado su uso de notas de crédito fiscal (es decir, de pagos que se hacen por medio de la exención de impuestos por el valor del que se trata), pues la coparticipa- ción de los municipios y universidades sobre la masa tributaria no petrolera sólo se aplica a los montos efectivamente pagados por los contribuyentes. Y, lo que es más grave, ha empleado una serie de triquiñuelas burocráti- cas (plazos imposibles de cumplir, falta de información) para impedir que las regiones gasten la suma completa del IDH que les corresponde. Tenemos entonces, operando al mismo tiempo, la distribución “departamentalista” de la Ley 3058, y las maniobras re-centraliza- doras de los ingresos que práctica el Gobierno. El resultado final es un desorden que debería resolver un nuevo pacto fiscal. Sin embargo, el hecho de que la Ley Marco de Autonomías señale un plazo para la realización de un pacto fiscal no significa que éste vaya a concretarse realmente. La dispo- sición transitoria décimo séptima de la ley dice que: “1. El Servicio Estatal de Autonomías en coordinaciónconelMinisteriodeAutonomías y el Ministerio de Economía y Finanzas Públicas, elaborarán una propuesta técnica de diálogo para un pacto fiscal... “2. En un plazo no mayor a seis meses después de publicados lo resultados oficiales del próximo Censo Nacional de Población y
  • 18. 14 Programa de Unidad Nacional para la Gobernación de La Paz Vivienda, la propuesta técnica sobre el pacto fiscal deberá ser presentada al Consejo Nacional de Autonomías a fin de desarrollar un proceso de concertación nacional y regio- nal como paso previo a cualquier tratamiento por las vías legislativas que corresponden.” En otras palabras, la ley dispone que haya un debate, pero no que éste concluya en algo concreto, esto es, en un cambio defi- nitivo y significativo del sistema de finan- ciamiento fiscal. La cláusula de la Ley de Autonomías que acabamos de citar parece haber sido redactada para dar a las autorida- des la posibilidad de transformar su pro- puesta de pacto fiscal en una iniciativa legislativa, o de no hacerlo, dependiendo de las posibilidades que tenga de imponerla sin consecuencias políticas serias. Pero esto no resulta fácil, porque los cambios solo pue- den ser tres: en el sentido de la equidad (concebida como la concesión de lo mismo a todos), en el sentido de la razón instru- mental (para lograr el mayor desarrollo o la mayor cantidad de servicios estatales entre- gados con el menor esfuerzo y la menor inversión de recursos invertidos), o en un sentido abiertamente centralista, para borrar el sesgo “departamentalista” de la distribu- ción, principalmente del IDH. Estos tres posibles resultados del debate del pacto fis- cal implican que ganen algunos departa- mentos (gobernaciones y municipios) y otros pierdan respecto a la distribución actual y a las expectativas. Si el criterio fuera entregar a cada ciudadano un monto más o menos igual de dinero o, en cambio, una cantidad igual de bienes y servicios estatales con el mismo valor, ganarían los departamentos con más población y perde- rían los despoblados y los productores de baja población. Si el criterio consistiría en lograr que cada ciudadano recibiera al menos un mínimo de bienes y servicios esta- tales, esto exigiría dar más dinero a los departamentos más poblados, más extensos, con mayor cantidad de pobres, etc., enton- ces perderían los departamentos con menos población y más pequeños, especialmente si son productores. Pero estas posibilidades son teóricas. En los hechos, lo que se opon- drá al pacto fiscal será la política fiscal re- centralizadora del Gobierno central, en con- tra de todos los departamentos. El Gobierno quiere dejar las cosas como están (y de ahí las chicanas a las que ha recurrido para no discutir el pacto fiscal hasta ahora), es decir, seguir su estrategia de sustracción de los recursos regionales por medio de trucos burocráticos y forzando a las gobernaciones y los municipios a financiar inversiones de alcance nacional, gran popularidad y difíci- les de rechazar, como ahora ocurre con el pago de la Renta Dignidad. Por eso concurrimos a estas elecciones con la demanda de convertir la oferta de autonomía que hace la Constitución en una realidad, es decir, de radicalizar la transfe- rencia de responsabilidades y recursos del centro del Estado a los demás gobiernos. Sin embargo, al mismo tiempo sabemos que esta demanda encontrará el gran escollo de un gobierno centralista que cuenta con dos ter- cios de votos en las instituciones representa- tivas del país. Aun así, es necesario denunciar la inefi- ciencia y arbitrariedad de un sistema que depende para todo de La Paz, y reactualizar el proyecto de las autonomías, a fin de redis- tribuir las competencias (responsabilidades) de los distintos niveles del Estado de modo que se eliminen las actuales iniquidades y se logre que cada autonomía departamental y municipal pueda ocuparse directamente de regular y animar la vida de la población. Se debe reformar la Ley Marco de Autonomías y establecer un pacto fiscal que permita financiar el cumplimiento de las nuevas com- petencias. Se debe calcular el costo de las competencias que se asignen y construir un sistema de transferencias y compensaciones
  • 19. 15 Unidad Nacional II.3. Las gobernaciones que tenemos y las que necesitamos En 2001 se realizó un estudio para evaluar las capacidades de planificación, administración y funcionamiento de las nueve prefecturas del país.1 Los principales problemas de gestión que el estudio detectó en las prefecturas eran los siguientes: • Alta partidización y “cuoteo” de los car- gos. • Baja aplicación de las normas de funcio- namiento y poco respeto a la estructura organizativa fijada legalmente. • Inexistencia de sistemas completos de monitoreo y evaluación del trabajo. Los que había se referían exclusivamente a cuestiones presupuestarias o a proyectos específicos, y habían sido impuestos por el gobierno nacional. Por tanto, no eran una fuente de información para la detec- ción y la sanción de las fallas individuales ni para la reorientación de la gestión pre- fectural. • Poca transparencia interna: falta de infor- mación y de rendición de cuentas. • Como las prefecturas no habían podido absorber adecuadamente a las desapareci- das corporaciones regionales de desarro- llo, los balances prefecturales tenían muchas lagunas y no eran confiables. • El estudio encontró que la capacidad pro- ductiva no estaba presente en las prefectu- ras del país. El sistema prefectural era un proveedor mecánico de servicios públicos, se despreocupaba de su calidad y era indi- ferente a la satisfacción o insatisfacción que ellos provocaban en la población. Una pregunta álgida es cuánto ha cambiado esta situación casi 15 años después, y luego de la elección de gobernadores y otras autori- 1 Franz Barrios S. et. al, Estudio de evaluación de capacidades institucionales y de gestión prefectural, La Paz, PAP-Holanda, 2002. que permita financiar este costo, de modo que cada ciudadano reciba más o menos lo mismo (o de modo que se logren determina- das metas de desarrollo, que se medirán con determinados indicadores). Obviamente, la implementación de esta propuesta dependerá de los resultados elec- torales. Si la oposición no logra suficientes gobernaciones y municipios, se dará una ratificación de facto de la Ley Marco de Autonomías y, por tanto, del status quo fis- cal. En cambio, el empoderamiento opositor podría presionar para una reforma autonó- mica y un pacto fiscal en un escenario com- pletamente distinto. Es cierto que la posibilidad de una redis- tribución hará que cada departamento y cada municipio pretendan una nueva forma que los favorezca. La única manera de evitar que esto degenere en un conflicto sería insertar la discusión fiscal en la celebración de un nuevo pacto autonómico, esto es, canjear concesiones fiscales a cambio de la entrega de mayores obligaciones para proveer bienes y servicios. En otras palabras, el pacto fiscal sólo será viable como parte de un reordena- miento integral de las competencias, las facultades y los poderes territoriales del país, esto es, como parte de un proceso de plena realización del “Estado de las autonomías”, que hasta ahora se encuentra larvado por el peso centro estatal, el cual ha encontrado cómo mutilar la descentralización departa- mental y cómo estancar la expansión de las responsabilidades municipales. El pacto fiscal, en suma, debe convertir- se en un nuevo pacto autonómico (el pacto del Estado autonómico) mucho más radical, pero también más equilibrado, que el que existe ahora. Más allá y más acá de la siem- pre necesaria operación técnica de cálculo de cuánto le debe tocar a cada quien, la cuestión del pacto fiscal es un problema de índole política que, por eso, sólo puede resolverse en este plano.
  • 20. 16 Programa de Unidad Nacional para la Gobernación de La Paz dades, y los cambios (formales) de las nor- mas de descentralización. Al parecer no mucho. No hemos tomado en cuenta las lec- ciones del proceso histórico. Seguimos con- fundiendolarealidadconlasleyes.Olvidamos que, sin importar cuál sea el modelo de admi- nistración departamental que haya, el éxito de las gobernaciones requiere de medidas que las vuelvan eficientes, sensibles y capa- ces de evaluar su propio trabajo y de debatir sus logros y fracasos con la población. Como resultado de esto, hoy las goberna- ciones se encuentran en muchos casos: • Sin legitimidad política propia, sin inde- pendencia del partido oficialista y, por tanto, sin capacidad de acción. • Sin poder respecto al gobierno nacional. • Sin visión de largo plazo. • Sin transparencia (ni información ni ren- dición de cuentas). • Sin sanciones a los funcionarios que se equivocan. • Sin preocupación por los resultados fina- les del trabajo. • Sin contacto con sus “clientes”, los ciuda- danos, y despreocupadas de la satisfacción que les causa su trabajo. • Sin lógica de emprendimiento económico. • Sin relaciones de cooperación con los municipios. • Sin flexibilidad para adaptarse a las pecu- liaridades regionales. En Unidad Nacional creemos que, primero que nada, la descentralización autonómica debe mejorar la vida de la gente. Sostenemos que es necesario diferenciar los cambios for- males y los cambios reales. No hay que pen- sar que el mejoramiento de las normas signi- fica ya la solución de los problemas en la realidad. Hay que recordar que toda transfor- mación legal o conceptual tiene que enfren- tarse a los comportamientos informales, a la cultura de gestión, a los hábitos efectivos de las instituciones, las cuales generalmente son resistentes al cambio. Es necesario permitir la innovación y la competencia entre regio- nes, territorios indígenas originarios campe- sinos y municipios. Si en cada territorio se pudiera aplicar medidas y procedimientos exitosos que pusieran a unas autonomías por delante de las otras, se estimularía el esfuerzo del conjunto, pondría a unos a imitar las mejores prácticas de los otros y en general se implantaría una gestión pública competitiva y “por resultados”. De la misma manera, que- remos que nuestro departamento compita con todos los demás para entregar más y mejores bienes y servicios estatales. II.4. La Paz ha perdido el liderazgo Hay evidencias de que el departamento de La Paz ha perdido el liderazgo. Una situación que contrasta con el dinamismo de otros departamentos, principalmente Santa Cruz que se muestra como una región en constante ascenso económico y cuyos indicadores sociales registran progresos. La Paz ha perdi- do posiciones en el contexto nacional, en varios aspectos. Desde principios de este siglo, e incluso ante, La Paz crece menos que el promedio nacional, lo que determina que pierde peso en la economía nacional. La economía departa- mental soporta también una creciente tercia- rización. En efecto, la mayor parte del PIB de La Paz se concentra en el sector de servicios y de actividades no transables, siendo el sec- tor financiero el de mayor dinamismo y el relegamiento del sector productivo regional. Entretanto, el sector productivo ha quedado relegado, reflejando su pérdida de competiti- vidad y resintiendo fuertemente el contraban- do de importación. Asimismo, la contribución de La Paz a las exportaciones nacionales ha ido cayendo persistentemente. La oferta exportadora paceña está concentrada en muy pocos pro-
  • 21. 17 Unidad Nacional ductos, principalmente minerales, joyería, textiles, madera, café, cacao y productos de cueros.Además, la participación de las expor- taciones locales en el producto departamental es de tan solo 9%, muy lejos de la relación que se da en otros departamentos. Los indicadores anteriores correspon- den a una economía paceña muy desvincula- da del comercio internacional, sobre todo por el lado de las exportaciones. Por ello, el desenvolvimiento económico de La Paz tiene un grado de dependencia mucho mayor del mercado interno, comparando con la situación de otras regiones del país. He aquí una pista significativa para comprender la debilidad y el discreto desempeño de la eco- nomía paceña. Como es lógico, una economía que con menos oportunidades genera un nivel bajo de ingresos para su población. Y si bien el PIB per cápita de La Paz ha registrado una recu- peración, a lo largo de las últimas dos déca- das el ingreso promedio de los paceños ha sido menor al ingreso promedio nacional. El rezago del ingreso por habitante en La Paz se correlaciona con otros indicadores (pobreza, mortalidad infantil, mortalidad materna y desnutrición de menores) que refuerzan la impresión de que La Paz, como departamen- to, se mantiene socialmente atrasada o que avanza muy lentamente. La situación del departamento de La Paz puede resumirse así: • Menor dinamismo económico y social. • Rezago frente al ascenso de otras regiones. • Reducida capacidad exportadora y débil inserción internacional. • Terciarización prematura: el empleo se localiza en servicios sin valor agregado, de baja productividad y mayormente de subsistencia. • La estructura productiva es precaria: se concentra en pocos productos y pocas empresas modernas, con baja inversión y escasa innovación y progreso tecnológico. • El sector productivo carece de integración entre el sector agropecuario y la industria de transformación. • La pobreza es elevada y declina lentamente. • La desigualdad social se mantiene alta porque los ingresos son generados por unidades y actividades con productivida- des muy desiguales, propias de una estruc- tura económica muy heterogénea. No obstante, y a pesar de esos problemas y carencias, es indudable que La Paz es y será un departamento de gran importancia nacio- nal y absolutamente vital para el progreso integral de Bolivia. Su centralidad política ha sido cuestionada y contestada pero no soca- vada. Sus potenciales de desarrollo permane- cen latentes, y a la espera de oportunidades para activarse y desplegarse. Precisamente, el desafío departamental es detectar y sacar provecho de esas oportu- nidades y poder revertir su trayectoria decli- nante, de tal manera de reencaminar a la región de La Paz por la senda de la prosperi- dad y una mejor calidad de vida.
  • 22.
  • 23. III.1. Área política: III.1.1. Relaciones con el Gobierno central y los gobiernos locales, derechos humanos y no discriminación La primera prioridad de Unidad Nacional en la Gobernación será el cumplimiento de su programa de gobierno y la satisfacción de las necesidades de las familias bolivianas. Esto requiere la coordinación y el trabajo conjunto con el Gobierno central y los gobiernos loca- les, a la que estaremos abiertos y proclives. Reconocemos plenamente el veredicto popu- lar del pasado 12 de octubre. Creemos que la forma de acumular apoyo político y de prepa- rar las condiciones para que la oposición retorne al poder en el futuro pasa por desarro- llar una óptima gestión en los gobiernos sub- nacionales que logremos ocupar. Nuestros principios políticos nos impelen a respetar a las autoridades que resultan de la práctica democrática, y nuestro deber para con los ciudadanos nos exige trabajar con ellas, aun- que nos separen diferencias políticas. No creemos en el bloqueo de las iniciativas aje- nas como vía para el potenciamiento propio. Todo lo contrario: no creemos en la exclusi- vidad ni el monopolio, sino en la conjunción de esfuerzos como único medio para obtener resultados realmente importantes. Por esta razón nos esforzaremos por hacer alianzas intradepartamentales, por llegar a acuerdos con el presidente Evo Morales, y por impul- sar procesos de articulación y negociación, en primer lugar para definir las jurisdicciones municipales que se hallan en disputa, para impulsar la metropolización de los munici- pios relacionados con la capital, y para desa- rrollar una política de Estado en materia de seguridad ciudadana. Los bolivianos somos hermanos. La diver- sidad de nuestra población no es un obstáculo, sino una oportunidad y una riqueza. Sólo tra- bajando juntos podremos salir de la pobreza y construir una sociedad de iguales. No caiga- mos en el juego de los ataques y la agresión, y optemos por construir una casa común, una casa en la que todos nos sintamos protegidos, que nos enorgullezca a todos, en la que todos tengamos oportunidades de vivir mejor. Bajo nuestro gobierno, en el departamen- to se respetarán escrupulosamente los dere- chos humanos de todos los ciudadanos, y las normas y principios de no discriminación a los indígenas y las minorías sexuales. En nuestra gestión se luchará efectiva y ejem- plarmente contra el racismo y no se persegui- rá judicialmente a nadie por razones políti- cas. Crearemos un ambiente político de tole- III. PROPUESTA
  • 24. 20 Programa de Unidad Nacional para la Gobernación de La Paz rancia a la crítica y de respeto a la pluralidad de iniciativas políticas en la Asamblea Departamental y en los demás espacios de gobierno en los que interactuemos con la oposición regional. III.1.2. Un gobierno paceñista autónomo y fuerte El resurgimiento de La Paz en el liderazgo nacional y con un papel protagónico en el ámbito sudamericano, proyectándose tanto al Pacífico como a la Amazonía, presupone que La Paz pueda mirarse a sí misma como región y no solo como el centro político y de gobierno de Bolivia, que es. En tanto “depar- tamento”, La Paz puede y debe reencontrar el camino del crecimiento y su consolidación como una región vigorosa, pujante y capaz de construir un mejor futuro. Si lo consigue, será sin duda una gran contribución al pro- greso de toda Bolivia, porque se estará afian- zando un sano equilibrio entre oriente y occidente. No obstante, nada de ello ha de ser posible si La Paz no logra vencer lo que ha sido en el pasado –y lo es aún hoy en día–, una de sus mayores debilidades: la carencia de un gobier- no propio, autónomo, fuerte y eficaz; un gobierno departamental con sentido estratégi- co y visión de futuro y enarbolando un proyec- to regional que sea capaz de integrar y movili- zar a los distintos estratos de la sociedad paceña; a las provincias y a la capital, a la ciudad y el campo, a La Paz ciudad y El Alto. Paradójicamente, La Paz departamento es una víctima del centralismo que ha sofocado el progreso de las regiones de Bolivia. Y si bien ser sede de gobierno ha supuesto ciertas ventajas de desarrollo urbano y modernización de la ciudad de La Paz, como departamento, en cambio, La Paz se ha visto perjudicada por la concentración del poder político, adminis- trativo y económico, puesto que ello ha incidi- do en la postergación de las provincias pace- ñas y el abandono de extensas zonas territoria- les, además de fuertes fracturas y asimetrías entre la ciudad y el campo y entre el área metropolitana y el resto departamental; todo lo cual ha hecho que el departamento paceño sea una sociedad fragmentada, con escasa cohe- sión social y a menudo tensionada por com- plejas contradicciones internas. Lo insólito es que La Paz permanezca anclada en el centralismo cuando otras regio- nes bolivianas luchan por superar este ana- crónico modelo de organización estatal y avanzar en una descentralización política, administrativa y fiscal, vía un régimen de autonomías territoriales que abra nuevas perspectivas de desarrollo regional y local. Por todo ello, nuestra propuesta política central es afianzar un gobierno departamental autónomo, institucionalmente fuerte y com- prometido con un proyecto paceño, en el que se articulen los distintos intereses sociales, políticos y territoriales y se reconozcan los componentes de la sociedad paceña, bajo una visión compartida de desarrollo. Dicho de otro modo, consolidar el gobierno de los paceños y robustecer el aparato institucional que debe liderar el proceso de desarrollo del departamento de La Paz. De cara a este gran objetivo encararemos una reforma institucional clave: III.1.2.1. Trasladar la gobernación a la ciudad de El Alto A pesar de la puesta en marcha del régimen de autonomías, el paso de la prefectura al gobierno departamental en La Paz, ha sido hasta ahora más nominal y discursivo que real. Lo que hoy en día conocemos como gobernación casi no se diferencia de la vieja prefectura. Carente de verdadera autonomía política y de gestión, esta gobernación, como lo era antes la prefectura, sigue siendo la quinta rueda del carro; irrelevante en su fun- ción de gobierno departamental y completa- mente supeditada a los designios de un
  • 25. 21 Unidad Nacional gobierno central autoritario y sofocante en el ejercicio del poder. Mucho tiene que ver en ello el hecho de que la gobernación paceña viva a la sombra del Palacio de Gobierno y no disponga de un ámbito espacial propio, distante y diferente del que ocupa aquel. Consecuentemente, la primera reforma institucional que nuestra candidatura pretende llevar a cabo es trasla- dar las oficinas de la gobernación a la ciu- dad de El Alto. Para ello construiremos un edificio adecuado y funcional, ubicado den- tro de la jurisdicción del municipio alteño, y ajustado a las posibilidades económicas existentes. Gobernar el departamento desde la altura de El Alto será la mejor manera de trabajar con una perspectiva de articulación de la compleja realidad socioeconómica y territo- rial paceña, y aprovechando las ventajas de la localización del municipio alteño. Asimismo, la nueva edificación que pretendemos levan- tar en esa ciudad, para albergar las oficinas del Gobierno Departamental, permitirá darle un fuerte impulso al desarrollo urbanístico de la que ya es hoy la ciudad más poblada del departamento y a su conexión con los otros municipios, especialmente los que confor- man el área metropolitana, y provincias. III.2. Área económica: Traducir el crecimiento en oportunidades económicas para la gente III.2.1. CITES departamentales En Bolivia cada punto porcentual de creci- miento del PIB se convierte en apenas de 0,3 a 0,5% menos de pobreza (es decir, cantidad de personas que no pueden pagarse una canas- ta básica de alimentos y bienes). Los más optimistas hablan de una relación 1-0,7%. Este rezago del ritmo de superación de la pobreza respecto al del crecimiento muestra que aquella responde a desigualdades estruc- turales que una mayor abundancia general de recursos no puede resolver. En otras palabras, que haya más recursos no sirve de mucho si estos no se distribuyen específicamente a favor de los pobres. Al revés, la abundancia de recursos, sin una adecuada política social, causa nuevas desigualdades que no existían en el pasado. Por eso no se trata de esperar que el cre- cimiento se traduzca automáticamente en igualdad social y disminución de la pobreza, esto debe ser buscado consciente y delibera- damente. Y es en esta materia donde más se ha fallado en los últimos años Bolivia. El país no ha sabido convertir la prosperidad expor- tadora y el aceleramiento del conjunto de la economía en una disminución de la desigual- dad que sea comparable. Al contrario, ha mantenido la relación entre “crecimiento” y “menor pobreza” en un nivel bajo, y ha deja- do que nuevas desigualdades aparezcan. ¿Cuáles son las causas de esta grave falla? Por un lado, las políticas distributivas son ciegas, es decir, no diferencian a quienes tienen más y tienen menos; es más, son regresivas, o sea favorecen más a quienes tienen más; y no son políticas sostenibles, pues no toman en cuenta la cuestión clave de la productividad. Hasta aquí el crecimiento ha sido jalado por el gasto público, que equivale a alrededor del 40% del PIB. Un uso óptimo de los recur- sos de la economía boliviana, entonces, exi- giría que el Estado gastara de forma sabia, convirtiendo cada centavo en bienes de capi- tal o en servicios que mejoren los recursos humanos. Pero, ¿qué ocurre en la realidad? La inversión en bienes de capital, como carreteras, fábricas, etc. representa un 11% del PIB. Y mucho de este dinero se desperdi- cia por la realización de procesos no compe- titivos de licitación que dan lugar a sobrepre- cios, por un diseño caprichoso de los proyec- tos y por la falta de complementariedad entre
  • 26. 22 Programa de Unidad Nacional para la Gobernación de La Paz unos proyectos y otros.2 Es decir, no se emplea de forma óptima, lo que debilita el crecimiento de la economía. Una parte del gasto público (alrededor del 15% del PIB, una tasa sólo ligeramente mayor a la de los años 90) se destina a la política social, se supone que para favorecer a los más pobres. Sin embargo ésta no ha sido suficientemente “pro-igualdad”. Una política social del pasado que el Gobierno ha conti- nuado y ampliado es la de “reparto en efecti- vo” de una parte de las rentas del gas a dife- rentes grupos poblacionales: el de la tercera edad (Renta Dignidad), el de los estudiantes de primaria y dos cursos de secundaria (Bono Juancito Pinto) y el de las mujeres parturien- tas y los niños recién nacidos (Bono Juana Azurduy). Los bonos son mejores que otros programas sociales, porque al ser “universa- les” evitan la discriminación política que marca la política social. Sin embargo, no es posible decir que el mecanismo de reparto en efectivo nos libra de la necesidad de orientar mejor los recursos con que contamos para resolver los proble- mas de pobreza del país. Como el Gobierno ha reconocido, la política de bonos durará “mientras tengamos gas”.3 Lo mismo podría decirse del conjunto de las políticas redistributivas actuales, en especial el constante incremento del gasto público. Todas ellas tienen fecha de expira- ción. Además, serán muy difíciles de finan- ciar incluso antes de que el gas se acabe completamente, si los precios no son tan buenos como fueron, disminuye la demanda 2 Investigaciones “La verdad sobre el programa Evo Cumple” y “La verdad sobre la corrupción”, realizadas por Unidad Nacio- nal en 2013. 3 Luis Arce, ministro de Economía, en La Razón, “Un tercio de los bolivianos recibe dinero a través de los bonos sociales”, 2 de enero de 2014. estatal y esto contagia a la baja el nivel de consumo de los hogares. Por tanto son insos- tenibles. Esto hace tan importante que aproveche- mos este momento de gran abundancia de recursos para pasar del asistencialismo (la entrega de beneficios por razones principal- mente electorales) a la creación de nuevas capacidades en la población, de modo que ésta pueda sostener y mejorar su tren de vida por su propia cuenta, sin depender del apoyo del Estado. Se trata de aprender a pescar en lugar de recibir pescados de manera insoste- nible, como ocurre ahora. Dicho de otro modo, se trata de pasar a una política social que apunte a resolver las inequidades históri- cas del país. El mayor peso de la transformación que necesitamos debe recaer sobre la redistribu- ción del capital más fácil de difundir y demo- cratizar, que es el capital humano. Se trata especialmente de la educación y formación productiva de las personas, de modo que éstas adquieran capacidades que les permitan sistematizar, tecnificar y hacer más rentables sus actividades actuales, así como desarrollar ideas innovadoras. Así responderemos a la preocupación de los hogares populares por la subida de los bie- nes que consumen, porque sus ingresos son insuficientes para enfrentar esta constante alza. La siguiente tabla, realizada con precios oficiales explica por qué se ha hecho tan difí- cil ir al mercado para la gente común y corriente, especialmente si tiene empleos precarios.
  • 27. 23 Unidad Nacional COMPARACIÓN DE PRECIOS AL CONSUMIDOR (LA PAZ) Artículo de consumo Precio 2008 (abril, en Bs) Precio 2014 (febrero, en Bs) Variación Pan corriente 1 unidad 0,40 0,40 0% Harina de trigo 1 libra 2,49 3,69 48% Arroz 1 libra 3,88 4,45 14% Fideo 1 libra 3,40 4,77 40% Carne de res con hueso 1 kilo 18,82 25,42 35% Carne de res sin hueso 1 kilo 26,62 34,57 29% Azúcar 1 libra 2,01 2,50 24% Papa imilla 1 arroba 29,57 46,42 56% Leche natural 1 litro 6,14 9,50 54% Aceite 900 CM3 14,19 12,16 -14% Alquiler vivienda 1 mes 237,04 369,23 55% Transporte minibús 1,54 1,58 2,6% Transporte microbús 1,13 1,20 6,19% Transporte taxi 8,04 12,55 56% Transporte interdepartamental 66,21 93,39 41% Consulta médica general 33,27 36,43 9,9% Servicio dental 46,94 75,70 61% Laboratorio clínico (hemograma) 26,11 29,78 14% Servicio de hospitalización 1 día 102,78 125,48 22% Servicio de parto 2 días 1,534,20 1,984,08 29% Pensión primaria mes 275,13 355,23 29% Pensión secundaria mes 377,73 457,40 21% Pensión educación superior mes 487,38 689,77 41% Pensión institutos de informática mes 99,19 163,75 65% Fuente: INE Como se ve, comprar alimentos básicos puede ser entre 14 y 56% más caro; el alqui- ler de una vivienda es 55% más alto; y se necesita gastar entre 21 y 65% más que en 2008 para tener un hijo y educarlo hasta el nivel universitario en instituciones privadas (que en muchos casos son las únicas que ofrecen un nivel mínimo de calidad). Este cuadro muestra por qué los bolivia- nos están preocupados por la falta de empleos dignos que ofrezcan remuneraciones sufi- cientes para enfrentar el alza de los precios. En efecto, millones de bolivianas y bolivia- nos informales trabajan 10 y 12 horas al día, sin descanso, pero aun así no obtienen un producto y luego un pago que corresponda con este trabajo. Aunque lo que trabajan les sirve para sobrevivir, en el fondo lo hacen “a pérdida”, si se compara lo que obtienen con lo que deberían recibir. ¿Por qué entonces tantas personas (el 80% de la población laboral) tienen que tra- bajar en el sector informal? Porque no tie- nen alternativa. Porque cada vez es más difícil conseguir empleos en los que se paguen bien. Para crear este tipo de empleos, debe- mos encontrar la forma de pasar a más perso- nas de actividades muy simples y repetitivas, como el comercio minorista, a actividades más complejas, que sean más productivas y rentables. Para ello debemos introducir tec-
  • 28. 24 Programa de Unidad Nacional para la Gobernación de La Paz nología, capital de trabajo y una gestión moderna en los negocios populares. Nuestra propuesta no es teoría, está pro- bada en la práctica. Se basa en la experien- ciadelosCentrosdeInnovaciónyTecnología (CITES), que se dedican a capacitar a los trabajadores menos calificados de modo que, luego del aprendizaje, puedan abrir negocios individuales o cooperativos, que sean más productivos y por tanto les ofrez- can mayores ingresos. Nosotros propone- mos que la Gobernación inicie un programa para la instalación y financiamiento de CITES en las áreas más necesarias y sensi- bles del departamento, tomando en cuenta de que éstos ofrecen excelentes resultados en sectores de la economía tales como: • La pequeña industria (confección, cuero, carpintería, zapatería, metalmecánica). • La agropecuaria: la transformación de la quinua, la producción de productos orgá- nicos y el cultivo de llamas. • El desarrollo del turismo: la capacitación de guías, la gastronomía, etc. • Tareas especializadas, como por ejemplo para que las cooperativas mejoren su pro- ductividad y respeten las normas de segu- ridad industrial, ambiental, etc. • La reinserción de los reos en la sociedad: CITES en las cárceles. III.2.2. Oportunidades económicas para la región y para los paceños Postulamos cuatro grandes objetivos de una política que busca impulsar y potenciar eco- nómicamente el departamento de La Paz y, a partir de ello, generar oportunidades de crea- ción de puestos de trabajo y de mejores ingresos para las familias paceñas: a. Internacionalizar la economía paceña como estrategia para dinamizar su creci- miento e impulsar su desarrollo producti- vo y competitividad, respondiendo a la demanda mundial de alimentos, energía, productos orgánicos y diferenciados así como de servicios ambientales. Esto supo- ne desarrollar su potencial alimentario, agroindustrial y energético para construir una economía diversificada y orientada a la industrialización y exportación. b. Posicionar a La Paz como el gran centro industrial, comercial y de servicios del occidente boliviano y de la Macroregión del Pacífico. c. Transformar y diversificar la producción del área rural, impulsando el desarrollo de modelos productivos de agronegocios, integrados competitivamente al mercado, a la exportación y a la agroindustria. d. Afianzar a La Paz como un departamento Andino-Amazónico, articulado alrededor de su región metropolitana y con una tri- ple proyección geoeconómica y política. Vale decir, consolidando su influencia altiplánica, gravitando en el Pacífico y avanzando hacia la cuenca amazónica. Con la mirada puesta en estos grandes objeti- vos, proponemos organizar la gestión del Gobierno Departamental de La Paz, alrede- dor de los siguientes programas económicos: III.2.2.1 Desplegar el potencial industrial de El Alto La población asentada en el área metropolita- na de La Paz supera los dos millones de habi- tantes, y es una de las concentraciones urbanas más grades del país. Este crecimiento pobla- cional alrededor de las ciudades de La Paz y El Alto, configura lo que se conoce como una economía de aglomeración, que no solo es prominente por el tamaño del mercado que representa sino también por la economía de escala que favorece la localización industrial. La economía de aglomeración del área metro- politana de La Paz, tiene varias ventajas: • La concentración de una masa de trabaja- dores, producto de la localización de un importante número de empresas.
  • 29. 25 Unidad Nacional • La provisión de infraestructura de servi- cios de energía, agua y alcantarillado, con un costo unitario más bajo, debido a la concentración urbana, así como de servi- cios tales como educación, sanidad, capa- citación laboral, asistencia técnica, etc., que se favorecen por economía de escala. • La concentración industrial determina que los flujos de información sean más rápidos y que el progreso técnico que puede dise- minarse por efecto de imitación. En ese contexto, la ciudad de El Alto se dis- tingue por su fuerte dinamismo demográfico, pero también por su potencial industrial, que deriva de las siguientes condiciones: • Mano de obra abundante y barata, sobre todo si se compara con los costos labora- les en los países vecinos. • Uno de cada cuatro alteños se emplea en actividades manufactureras; el porcentaje más alto en las ciudades del eje troncal. • Las plantas industriales tiende a localizar- se en la jurisdicción alteña. • Disponibilidad relativa de agua, energía barata y otras infraestructuras (aunque en los últimos años se percibe mayor preca- riedad y escasez de estos servicios). • Su clima frío y seco es apto para el almace- namiento y la conservación de productos • Suelos firmes y terrenos baratos para las industrias. • Su posición geográfica favorece la cone- xión con los mercados: es el punto de salida y llegada del departamento de La Paz. • Su cercanía a las fronteras con Perú y Chile. • Su vecindad e interdependencia con la “hoyada” paceña le permite acceder a una amplia gama de servicios financieros, empresariales y administrativos. Entre los rubros industriales más promisorios están los siguientes: • La industria de muebles de madera. • La industria alimentaria: quinua, frutas, carnes, derivados de granos. • La industria de medicamentos, muchos de ellos a base de productos nativos. • La metalmecánica. • La industria textil, de fuerte crecimiento en años anteriores. En consecuencia, la perspectiva de un desa- rrollo industrial localizado en El Alto, y respaldado por un moderno sector de servi- cios empresariales asentado en la hoyada (ciudad de La Paz), tiene mucho asidero. Para ello, sin embargo, es preciso resolver algunos de botellas, como son: i) mejorar la productividad laboral, a través de la innova- ción, la capacidad emprendedora y la forma- ción técnica de los trabajadores y producto- res; ii) el acceso a los mercados externos, libre de aranceles; ii) asegurar la provisión de materia prima para la industria, originada principalmente en la producción agrícola nacional, de manera que pueda darse la deseada integración del sector primario con la industrial. Las políticas y programas que presenta- mos en este documento se orientan, precisa- mente, a encarar estos desafíos y así crear las condiciones para el desarrollo industrial del departamento, centrado en la ciudad de El Alto. Uno de estos programas es conformar una red de Centros de InnovaciónTecnológica para el Emprendimiento (CITEs), vinculados al proceso productivo y a los servicios empre- sariales. III.2.2.2. Transformación productiva del agro paceño Nuestra propuesta busca lograr que los pro- ductores campesinos e indígenas de las dis- tintas zonas rurales del departamento se inserten de forma permanente y eficiente al mercado, y la mejor manera de lograrlo es que los productores rurales estén articulados a cadena de ganadores en la producción agrí-
  • 30. 26 Programa de Unidad Nacional para la Gobernación de La Paz cola e industrial. Los lineamientos de la polí- tica son los siguientes: • Alianzas estratégicas en el mercado, entre los pequeños productores encargados de la producción primara y las empresas agroin- dustriales de acopio y transformación. • Mayor especialización productiva de los productores primarios. • Inversión pública de apoyo a los producto- res primarios, tomando en cuentan que son los actores más débiles de la alianza, priorizando las obras de riego, energía y caminos. • Promoción de una asociatividad por pro- ducto, voluntaria y auto selectiva de los pequeños productores campesinos. III.2.2.2.1. Reforzar los modelos productivos exitosos En la realidad del campo paceño encontramos distintos modelos productivos, varios de los cuales han demostrado que pueden funcionar exitosamente, y en la medida en que cuenten con el apoyo estatal que les ayude a superar ciertas limitaciones que frenan su mejor des- envolvimiento. La política que llevaremos a cabo desde el Gobierno Departamental con- siste esencialmente en brindar apoyo y asis- tencia técnica para que esas experiencias exi- tosas se repliquen y multipliquen en todo el territorio departamental, de acuerdo a sus características geográficas, productivas y eco- lógicas y culturales. a. Modelo para unidades extensivas Este modelo se aplica para aquellos pequeños productores que por alguna razón (mayor disponibilidad de tierras o articulación a una empresa agroindustrial) permanecen en la actividad agropecuaria, la misma que consti- tuye su fuente principal de ingresos. Sus supuestos y requerimientos son: • Requiere una alianza entre dos actores económicos centrales: por un lado la empresa agroindustrial o de acopio y beneficiado y, por otro, el pequeño pro- ductor campesino, cada uno con sus cuali- dades y potencialidades, pero también con limitaciones que es preciso ayudar a supe- rar. Esta alianza requiere seguridades y confianza por ambas partes. • La empresa debe fidelizar a sus proveedo- res mediante el único camino posible: precio a cambio de la mejor calidad de la materia prima, de manera tal que la misma facilite su procesamiento u obtenga valo- res de exportación. Esta calidad, a su vez, solamente será lograble si la empresa pro- cesadora brinda la asistencia técnica nece- saria a sus proveedores campesinos, meca- nismo que ha demostrado ser más eficaz y eficiente que los servicios estatales o de proyectos de cooperación. Al fin y al cabo la empresa es la que mejor conoce su mer- cado y las mejoras productivas que son necesarias para satisfacerlo. • Si se avanza la relación de confianza con los proveedores campesinos -como ya lo hace una industrializadora de leche en el país- la empresa compradora puede inclu- so facilitarles el acceso al financiamiento para la compra de sus insumos (p.e, ali- mentos balanceados para su ganado) con la garantía del débito automático del cré- dito al momento del pago por la entrega del producto. La creación de nuevas empresas agroindus- triales y la ampliación y fortalecimiento de las existentes, constituye pues un factor deci- sivo para el desarrollo productivo de las uni- dades agropecuarias extensivas, como lo demuestran las pocas experiencias existentes, y para ampliarles el estrecho mercado interno del que hoy disponen. • La existencia de mecanismos especializa- dos de financiamiento de largo plazo – diferentes del crédito - constituye una condición necesaria para dotar de capital al sector agroindustrial existente o por
  • 31. 27 Unidad Nacional crearse, en un país como Bolivia, donde la inversión externa no fluye ni fluirá con facilidad. El financiamiento crediticio es una herramienta útil para las empresas plenamente consolidadas en el mercado, pero resulta asfixiante para aquellas que están emergiendo o aun no alcanzaron el punto de equilibrio. En ese sentido, el BDP debería desarrollar productos finan- cieros tales como el capital de riesgo y el capital semilla, para ser operados por las entidades financieras especializadas en este tipo de servicios. • El desincentivo tributario de tener que asumir la no facturación de sus proveedo- res debe ser eliminado mediante la genera- lización del RUA a favor de estos últimos no solamente a favor campesinos indivi- duales, sino también de sus asociaciones. Este modo las empresas se verán liberadas de su contingencia impositiva y los pro- ductores campesinos no tendrán la presión tener que negociar pro ella sus precios hacia abajo. • Dentro de esta alianza, los productores campesinos ampliarán y/o consolidarán un mercado seguro, convirtiéndose en proveedores permanentes de materia prima para la agroindustria, contando ade- más con la asistencia técnica de sus com- pradores. Sin embargo, con objeto de facilitar esta articulación es deseable su organización en asociaciones de producto- res capaces de administrar bienes colecti- vos (como centros de acopio), llevar el control de la calidad de las entregas de cada socio y organizar la canalización de la asistencia técnica. • Dado que los productores primarios cons- tituyen el eslabón más débil de la cadena y son parte de un sector en el que no se han realizado inversiones, es imprescindi- ble que el Estado comprometa niveles de inversión pública que posibiliten saltos productivos que de otra manera no podrían darse. Esta inversión pública está princi- palmente referida a: -- Construcción de sistemas de riego mayor en el Altiplano Norte, con objeto de beneficiar principalmente a la gana- dería lechera, pero también a los culti- vos de haba de exportación y cebolla. Estos sistemas deberían replicar el modelo aplicado por el Perú en su alti- plano, donde se construyeron varias represas de tierra a lo largo de la Cordillera Real y donde la ganadería lechera se desarrolló de manera signifi- cativa. Este trabajo debería iniciarse con la rehabilitación de los 2 únicos sistemas existentes: KaraCota y Taipichaca. En total, el potencial exis- tente permitiría regar 30.000 ha. -- Identificación-construcción y/o mejo- ramiento de los sistemas de riego para los valles frutícolas de Sapaqui, Caracato y Lurivay y de los sistemas para hortalizas y flores de los Valles de Mecapaca y Palca. -- Identificación de las fuentes de agua para microriego existentes en el Altiplano Central de La Paz. -- Control de cuencas en los valles frutí- colas de La Paz con objeto de proteger- los de las mazamorras y riadas que durante cada temporada de lluvias eli- minan cientos de hectáreas de superfi- cies cultivadas, afectando la produc- ción. -- Relanzamiento masivo del Programa de Control de la Mosca de La Fruta en beneficio de los valles frutícolas y Yungas, debido a que esa plaga merma la producción en más del 30% e impo- sibilita la entrada de la oferta boliviana a los mercados externos, principalmen- te a los países vecinos. -- Titulación y registro familiar de la propiedad campesina, de modo que los productores que encontraron opor-
  • 32. 28 Programa de Unidad Nacional para la Gobernación de La Paz tunidades y se quedaron, tengan la posibilidad de adquirir con seguridad jurídica las tierras de los que se mar- charon, contar con activos valorables y por tanto de apalancar recursos de crédito para realizar inversiones. Ello se traducirá en un reagrupamiento voluntario de la hoy extremadamente parcelada propiedad rural y permitirá que las unidades viables logren econo- mías de escala. -- Ampliar el radio de acción del Programa de Alianzas Rurales (PAR) o un mode- lo similar a Yungas y todo el altiplano, con objeto de apoyar la realización de inversiones de los productores de Café en la renovación y mantenimiento de los cafetales y a Alto Beni con objeto de facilitar y expandir la producción y acopio de Cacao y en general a todas las regiones del departamento, con objeto de que las asociaciones de pro- ductores puedan dotarse de centros de acopio y medios mecanizados. b. Modelo para unidades intensivas o semi-intensivas Son unidades que se encaminan a un aprove- chamiento más intenso de pequeñas superfi- cies de tierra mediante la aplicación de tecno- logía accesible y a veces rústica con inver- sión de pequeños capitales. Para ellas se propone el modelo que parte también del ejemplo de algunas unidades exitosas exis- tentes y supone: • Una alianza de largo plazo entre el peque- ño productor que en este caso es muy especializado en determinados productos a partir de su inversión en carpas solares y el acopiador que normalmente es comer- cializador mayorista o distribuidor deta- llista (supermercados, p.e). • El acopiador logrará garantía de abasteci- miento periódico y el mantenimiento de calidades estandar para su mercado, el mismo que en todos los casos es interno, pues se trata de productos de consumo masivo altamente perecibles, como las hortalizas del altiplano y las flores de Mecapaca. Al mismo tiempo, en la medi- da que su proveedor logre mejoras en productividad, tendrá la posibilidad de comprar a precios más competitivos. En esta relación es importante que el pago a los proveedores sea a lo sumo quincenal, pues el flujo de caja de estos últimos no puede sostenerse con plazos mayores. • Por su parte, el pequeño productor logrará mercado asegurado de manera permanen- te, podrá planificar su producción en fun- ción de una demanda segura y contará con un flujo de caja adecuado gracias a pagos relativamente rápidos. Para lograr avances en productividad que le permitan mayor competitividad, este productor innovador requiere: -- Acceso a un sistema de riego que sea producto de inversión pública y a partir del cual pueda realizar inversiones en su finca para aplicar algún sistema de riego tecnificado (goteo o aspersión). -- Posibilidad de titulación y registro de la pequeña propiedad familiar no sola- mente con objeto de lograr seguridad jurídica sobre las inversiones realiza- das, sino para las que realice en el futu- ro y para adquirir legalmente las tierras de los que migraron mediante acceso a crédito hipotecario de mayor plazo, monto y costo de mercado para compra de tierras, construcción de nueva y mejor infraestructura e incorporación de riego tecnificado a nivel de finca. Esta posibilidad de expansión es impor- tante para que estas unidades logren economías de escala y reduzcan sus costos unitarios. -- Posibilidad de contar con RUA que les genere una mejor y más transparente relación tributaria con sus compradores.
  • 33. 29 Unidad Nacional • Dado que el mercado interno de este tipo de oferta es acotado, debería buscarse acceder con esta y otra oferta agropecuaria a los mer- cados externos representados por las áreas de frontera de los países vecinos, a partir de acuerdos comerciales suscritos con ellos. c. Modelo para las unidades rurales de transformación Se trata de pequeñas unidades agropecuarias, generalmente ganaderas en el Altiplano y de procesamiento de fruta en los valles, donde algunos campesinos innovadores vienen rea- lizando procesos de transformación básica y tratan con dificultad de ganar mercados. El modelo para estas unidades requiere las siguientes condiciones: • Una doble articulación: i) una empresa acopiadora de la producción para su venta o transformación ligada a un proveedor propietario de una pequeña planta rural de procesamiento; ii) el propietario de esta planta tiene, a su vez, una producción intensiva de materia prima (fruta) y está ligado a otros productores extensivos que a su turno son sus proveedores. Es decir, se trata de algo similar al modelo agrope- cuario cruceño que empieza a asomar tímidamente en el agro paceño y que correspondería impulsar con el apoyo de instituciones de desarrollo (ONG). • Dentro de la primera alianza, el acopiador mayorista (mermeladas p.e) o el industria- lizador (néctares p.e) debe lograr abasteci- miento seguro de manera permanente y calidad uniforme de producción en volú- menes relativamente importantes. A su vez, al tratarse de una industria que cuenta con la presencia de abundante competen- cia (en buena parte extranjera) requiere productos de elevada calidad e higiene por una parte, y de precio menor que sus simi- lares, por otra. • El pequeño transformador básico, que es un habitante rural tiene la característica de ser: i) un productor primario que destina su producto de primera calidad a los mer- cados más sofisticados de Bolivia (Fruta a Santa Cruz y La Paz y leche a las empre- sas industrializadoras de La Paz) y la de calidades inferiores a la elaboración (fruta seca, mermelada o queso); ii) un acopia- dor de la fruta de calidades inferiores de sus vecinos para destinarla al procesa- miento señalado. Para el desempeño más competitivo de su actividad transformado- ra estas unidades requieren: -- Apoyo de inversión pública para la lle- gada a la zona de energía estable y de calidad adecuada para el correcto y seguro funcionamiento de los equipos. -- Caminos transitables todo el año para la llegada de la producción al mercado. -- Financiamiento de incubación para acompañar la paulatina transformación del emprendimiento en empresa, con recursos de fondos especiales –diferen- tes del crédito. -- Reducir sus costos de acopio a partir de una mejora de la productividad de sus proveedores y del incremento de la producción de la zona, con objeto de lograr economías de escala. Es decir, en gran parte su suerte está ligada a la de los otros pequeños productores de la zona. -- Acuerdos comerciales firmados por el gobierno nacional para exportar los artículos procesados a las principales poblaciones de frontera de los países vecinos, que al presente son atendidas por una producción que debe recorrer grandes distancias (desde Lima, Buenos Aires o Santiago) • Finalmente, los pequeños proveedores extensivos requieren mejorar su producti- vidad y lograr economías de escala como todos los que se tienen sus mismas carac- terísticas; es decir, requieren: inversión pública en riego, titulación y registro de
  • 34. 30 Programa de Unidad Nacional para la Gobernación de La Paz sus propiedades familiares con objeto de acceder a los mecanismos de intermedia- ción financiera existentes (crédito hipote- cario p.e.) para compra de tierras y aplica- ción de riego tecnificado en la finca. Solamente así logrará saltos en volúmenes de producción y rendimientos que le per- mitirán convertirse en proveedores com- petitivos. En los valles y yungas es preciso combatir la mosca de las fruta que con su sola presencia reduce la producción en un 30%. d. Modelo para el aprovechamiento de madera En este caso es difícil de hablar de unidades específicas, puesto que se trata de un rubro complejo y conflictivo. Sin embargo, son también necesarias alianzas e intervenciones públicas. • Es preciso poner énfasis en la racionaliza- ción del manejo del bosque, recurso prima- rio que es preciso proteger de las interven- ciones descontroladas y depredadoras a través de un manejo sostenible, es decir de una forma de aprovechamiento en la que los actores se conviertan en actores interesados en la preservación del recurso. Para ello: -- Se debe promover la conformación de organizaciones forestales comunitarias (OFC) como grupos específicos dentro de las TCO, verdaderamente interesa- dos en trabajar de manera permanente en el aprovechamiento de la madera (por lo menos en la estación seca). Para ello, requieren contar con i) autoriza- ción de la TCO y compromiso de retri- bución a ella con parte del producto de las ventas (a la manera de un impues- to); ii) personería jurídica para suscri- bir contratos con sus compradores; iii) dotarse de equipamiento mínimo para llegada a los árboles con autorización de aprovechamiento, el mismo que puede ser financiado por la empresa compradora con cargo a los pagos; iv) capacitación en temas técnicos para el manejo del recurso y de gestión. -- Se debe promover la alianza de las OFC con empresas de procesamiento de la madera o de agregación de valor en general (fabricantes de muebles de exportación, p.e), pues a diferencia del exportador de madera en bruto, estos industriales tienen interés en la perdu- rabilidad de la materia prima que requieren. Los patrocinadores de estas alianzas deberían ser ONG que traba- jan en la actividad ambiental y en la generación de ingresos para las pobla- ciones indígenas. -- Se debe evitar otorgar concesiones a TCO artificiales, conformadas por migrantes que buscan acceder gratui- tamente a la tierra, pues a la larga ellos se convertirán en parte de la cadena de explotación ilegal de los recursos forestales. -- Se debe otorgar nuevas concesiones a privados, priorizando a empresas indus- triales de agregación de valor, es decir, integradas verticalmente y por tanto interesadas en la preservación del recurso primario. Estas concesiones deben ser de largo plazo y contar con seguridad jurídica. -- El Estado debe incentivar a los conce- sionarios a la plantación de bosques con objeto de contar en el corto plazo con 100.000 plantadas en el Departamento de La Paz. El incentivo debe consistir en la devolución de parte de sus costos o en la reducción o elimi- nación de las patentes. -- El Estado debe buscar la reducción de las patentes con objeto de reducir los costos de acceso al recurso y hacer más competitivo al sector forestal nacional, pero además con objeto de desincenti- var el manejo ilegal.
  • 35. 31 Unidad Nacional -- El Estado, las universidades y las ONG deben investigar los usos de las varie- dades maderables actualmente no apro- vechadas, con objeto de incrementar la capacidad de remoción de los actuales 3 m3/ha a por lo menos10 m3/ha. Ello hará más competitiva y rentable a la industria nacional. • Con objeto de no dejar desabastecido al mercado nacional no ligado a las empresas integradas verticalmente, es necesario apoyar el desarrollo del sector de procesa- miento primario de la madera (aserrado y cortado). Este trabajo debería ser fortale- cido en las mismas zonas productoras con objeto de evitar el tráfico ilegal y el trans- porte de peso muerto y de esta manera reducir costos. Para que ello sea posible, es necesario que este nivel de procesa- miento se beneficie de inversión pública que permita la llegada de energía más barata a las zonas productoras que ahora utilizan el diesel a precios de mercado, es decir, que tienen los costos más altos de todo el país. Asimismo es necesario contar con carreteras transitables todo el año. • El sector manufacturero integrado verti- calmente e incluso el que es exclusiva- mente transformador, requiere el desarro- llo de dos servicios fundamentales: i) financiamiento especializado de largo plazo, preferentemente diferente del credi- ticio; ii) infraestructura de secado. • Es necesario promover en el mercado internacional, tanto los bosques certifica- dos de Bolivia con objeto de lograr mejo- res precios por la madera aprovechada como los usos de las variedades actual- mente no aprovechadas. e. Modelo para empresas comunitarias Este modelo aplica a los grupos indígenas que con el apoyo de ONG ambientalistas buscan aprovechar el eco-turismo y/o recur- sos de la biodiversidad. Consiste en dotarles, paulatinamente, de una estructura empresa- rial y articularlos en una alianza con las empresas operadoras de turismo o que trans- forman y comercializan productos del bosque como achiote; pieles de capibara, taitetú, peni y yacaré; mariposas, frutos como copoasú, achachairú, cacao, y palmito; palma como cusi, copaibo, majo, motacú y palqui; mieles de abeja nativa y otros productos. Son rubros que tienen desarrollo inci- piente en el país, pero que existen natural- mente en los bosques paceños, que se encuentran entre los más bio-diversos del mundo y constituyen productos de la denominada “otra frontera” que empiezan a tener demanda creciente en nichos de mercado externo caracterizados por los altos ingresos de sus componentes y por su interés en la calidad natural y el origen de los bienes que consumen. El modelo de organización de las empresas comunita- rias que trabajan con ellos, debería tener características como estas. • Empresas comunales conformadas por aquellos miembros de las comunidades indígenas que están verdaderamente inte- resados y con posibilidad de dedicarse al aprovechamiento de estos recursos. La comunidad, por su parte debe autorizar su funcionamiento y recibir parte de los beneficios a manera de impuestos destina- dos a inversiones sociales locales. Estas empresas requieren asistencia en organi- zación y gestión así como asistencia técni- ca en el aprovechamiento de los recursos por parte de instituciones de desarrollo (ONG). Finalmente, deben contar con RUA para no sobrecargar los pagos tribu- tarios de sus compradores o aliados. • Los aliados de negocios de estas empresas comunitarias son las empresas de transfor- mación, si se trata de productos de la bio- diversidad y operadoras de turismo si se trata de ecoturismo. Ello por cuanto cons- tituyen un error los intentos de convertir a
  • 36. 32 Programa de Unidad Nacional para la Gobernación de La Paz los indígenas en procesadores, operado- res, comercializadores e incluso exporta- dores de ofertas tan pequeñas que carecen de economías de escala y por lo tanto no son sostenibles sin una permanente sub- vención. En una alianza, en cambio, se benefician del conocimiento técnico y de mercado de las empresas y en muchos casos pueden recibir asistencia técnica de ellas. En el caso del ecoturismo, es evi- dente que todas las iniciativas deben ade- más articularse al destino turístico ya configurado de Rurrenabaque. III.2.2.2.2. Revolucionar la producción de quinua Actualmente el altiplano boliviano es el centro de un inusitado auge en la producción de la quinua tradicional, cuyos atributos nutritivos está descubriendo el mundo. Las tierras en producción, principalmente en los departa- mentos de Oruro y Potosí, se estiman en 60.000 has. Pero la superficie apta para este tipo de cultivo puede llegar a un cuarto de millón de hectáreas en todo el Altiplano. Son tierras semi-áridas en las cuales la humedad viene de acuíferos. Los cultivos de quinua absorben los nutrientes, desertificando la tierra y desplazando al ganado camélido que produ- ce un abono natural. Debido a ello muchos consideran que estos cultivos resultan depre- datorios y, por ello, hay dudas sobre la soste- nibilidad ambiental de la producción quinuera a largo plazo. Felizmente esta preocupación está motivando la búsqueda de alternativas al cultivo tradicional de quinua, mediante inno- vaciones tecnológicas sostenibles. Una de estas alternativas es sembrar qui- nua en las tierras áridas del Altiplano, hoy convertidas en pampas desiertas y sin ningún uso agrícola, que suman varios millones de hectáreas. Se estima en ocho millones de hec- táreas el potencial de tierras áridas que podrían ser reconvertidas para la producción de quinua. El proyecto más avanzado es el que viene trabajando el Centro de Producción de Tecnologías Sostenibles (CPTS), desarro- llando una tecnología para cultivos de qui- nua en tierras áridas. Su propuesta tecnoló- gica consiste en un compost de nutrientes orgánicos suministrados a las plantas de quinua a través de las hojas regadas, con máquinas fumigadoras, lo que permitiría retener la humedad (una especie de gel). El proyecto, en etapa de validación, prevé incorporar dos millones de has al cultivo de quinua en tierras del altiplano centro y sur (departamentos de La Paz, Oruro y Potosí), para la producción de un millón de tn de quinua orgánica, en un plazo de 10 a 15 años. De confirmarse las posibilidades de esta tecnología, su aplicación comercial estaría disponible en 4 a 5 años. El paquete tecnológico del CPTS comprende un siste- ma de beneficiado (desde el grano de culti- vo hasta el grano comestible), además del diseño de la maquinaria y equipos especiali- zados. Desde ya, son varias las empresas que ya aplican este tipo de innovación en el beneficiado de la quinua, con rendimientos de mayor productividad y una mejor calidad del producto exportado. El proyecto de producción de quinua en tierras áridas puede, asimismo, complemen- tarse con el diseño de un modelo de negocio de asociación entre productores campesinos y empresarios privados; los primeros apor- tando sus tierras comunales y su propio tra- bajo y los segundos aportando capital y capacidad empresarial para el procesamien- to del producto, su comercialización y exportación. De este modo, serían creadas numerosas “empresas comunitarias” en uni- dades agrícolas con miles de hectáreas de cultivos y de producción mecanizada. Se estima que la población campesinos benefi- ciaria sería de aproximadamente 350.000 personas, si se trabajara dos millones de nuevas hectáreas.
  • 37. 33 Unidad Nacional Un gran incentivo para los productores y los empresarios privados son los altos precios de la quinua y la creciente demanda interna- cional de este producto, que asegura una perspectiva favorable y de largo plazo, aun si, como está ocurriendo, otros países pro- ductores entran al mercados. Precisamente, una mayor competencia y las oscilaciones de los precios de la quinua en el mercado inter- nacional, hacen necesario dar un salto pro- ductivo en el eslabón primario que dé paso a la transformación industrial de la quinua; un proceso que ya ha comenzado en forma embrionaria. En nuestra propuesta, por sus ventajas comparativas, la ciudad de El Alto debe transformarse en el gran centro de pro- cesamiento industrial de la quinua. III.2.2.2.3. Lechería en el Altiplano El altiplano en general carece de potencial agrícola (salvo para la quinua en determina- das regiones), debido precisamente a condi- ciones de clima; ello hace que la papa, siendo el cultivo más difundido tenga el rendimiento más bajo del país (5 toneladas/ha) y del con- tinente y por tanto no pueda soportar la eco- nomía familiar campesina. Su mayor poten- cial radica, en cambio, en el cultivo de forra- jes adaptados al eco-sistema y ligados a la ganadería lechera; como lo demuestran los siguientes datos: • Los productos forrajeros, como la cebada y el alfalfa tienen 135.000 ha de cultivos, es decir son ahora los principales del altiplano. • La demanda nacional de leche se vino incrementando de manera sostenida en el país, lo que significa que el mercado de la leche está en crecimiento. • La Paz, a pesar de ser todavía un produc- tor menor en relación a Santa Cruz y Cochabamba, es quien ha más crecido en volumen de producción. • Existen técnicos y paratécnicos formados con capacidad de apoyar el trabajo de los productores primarios. • Los productores campesinos de leche se encuentran organizados en módulos leche- ros, muchos de ellos dotados de tanques de almacenamiento refrigerado, lo que facilita la recolección de las empresas aco- piadoras y la canalización de asistencia técnica y el control de calidad. • Hay cerca de 15 empresas de diverso tamaño que acopian y transforman la leche, dos de las cuales tienen tecnología de punta. Todas tienen una importante capacidad instalada ociosa. • Las vacas del altiplano tienen más días de producción (285) que las de Santa Cruz y Cochabamba. • Existen variedades forrajeras adaptadas a heladas y sequía y constituyen un cultivo perenne. • Hay muchos años de experiencia en inse- minación artificial. • Los campesinos del altiplano quieren ser ganaderos porque la lechería les asegura un ingreso semanal o quincenal, que suele ser mayor que en otros rubros. III.2.2.2.4. Riego para La Paz El suministro de riego tiene dos componen- tes: i) la fuente del agua, que suele provenir de un sistema desarrollado por los mecanis- mos de inversión pública (represa y canales de distribución primaria), pues la captura de aguas subterráneas es localizada, cara tanto en la perforación como en su operación y mantenimiento ya que requiere de energía, ambientalmente peligrosa y solamente se jus- tifica con cultivos de alta rentabilidad; ii) la técnica de riego a nivel de finca que general- mente es por inundación, pues pocos cultivos justifican la inversión en aspersión o goteo. El Departamento de La Paz requiere desarrollar sus fuentes de agua antes de pen- sar en una masiva utilización de riego tecni- ficado en la fincas. Sus posibilidades según tipo de riego y disponibilidad de recursos hídricos son las siguientes: