1. El sistema inmunitario es la defensa del cuerpo ante organismos infecciosos y otros
invasores. Mediante una serie de pasos llamados "respuesta inmune", el sistema inmunitario
ataca a los organismos y las sustancias que invaden los sistemas del cuerpo y causan las
enfermedades.
El sistema inmunitario se compone de una red de células, tejidos y órganos que trabajan en
conjunto para proteger al cuerpo. Las células mencionadas son glóbulos blancos (leucocitos)
de dos tipos básicos, que se combinan para encontrar y destruir las sustancias u organismos
que causan las enfermedades.
Los leucocitos se producen o almacenan en varios lugares del cuerpo, que incluyen el timo,
el bazo y la médula ósea. Por este motivo, estos órganos se denominan "órganos linfáticos".
Los leucocitos también se almacenan en masas de tejido linfático, principalmente en forma
de ganglios linfáticos, que se encuentran en todo el cuerpo.
En el cuerpo, los leucocitos circulan desde y hacia los órganos y los ganglios por medio de
vasos linfáticos y vasos sanguíneos. De esta manera, el sistema inmunitario funciona de
forma coordinada para controlar el cuerpo en busca de gérmenes o sustancias que puedan
ocasionar problemas.
Los dos tipos básicos de leucocitos son:
1. los fagocitos, que son células que destruyen a los organismos invasores
2. los linfocitos, que son células que permiten al cuerpo recordar y reconocer a los
invasores anteriores y lo ayudan a destruirlos
Los fagocitos incluyen varias células diferentes. El tipo más común son los neutrófilos, que
principalmente atacan a las bacterias. Si los médicos sospechan una infección bacteriana,
pueden pedir un análisis de sangre para saber si el número de neutrófilos del paciente ha
aumentado debido a la infección. Los otros tipos de fagocitos tienen funciones específicas
para garantizar que el cuerpo reaccione adecuadamente a un determinado tipo de invasor.
Los dos tipos de linfocitos son los linfocitos B y los linfocitos T. Los linfocitos se originan
en la médula ósea y, o bien se quedan allí y se convierten en células B, o se dirigen a la
glándula del timo, donde se convierten en células T. Los linfocitos B y los linfocitos T tienen
funciones diferentes: Los linfocitos B funcionan como el sistema de inteligencia militar del
cuerpo, ya que localizan el objetivo y envían defensas para atraparlo. Las células T se
asemejan a los soldados: destruyen a los invasores que el sistema de inteligencia identifica.
2. Funciona de esta manera:
Cuando se detectan antígenos (sustancias extrañas que invaden el cuerpo), varios tipos de
células trabajan de forma conjunta para reconocerlos y responder a la amenaza. Estas
células inducen a los linfocitos B a producir anticuerpos, proteínas especializadas que atrapan
antígenos determinados.
Una vez fabricados, estos anticuerpos permanecen en el cuerpo de la persona, de modo que,
si el mismo antígeno regresa, el sistema inmunitario ya cuenta con los anticuerpos para
atacarlo. Por lo tanto, si una persona se enferma, por ejemplo, de varicela, generalmente no
volverá a contraer la enfermedad.
Las inmunizaciones también previenen algunas enfermedades de esta forma. Las
inmunizaciones introducen un antígeno en el cuerpo de modo que no le produzca ninguna
enfermedad pero le permita fabricar anticuerpos para proteger a la persona de ataques
futuros del germen o sustancia responsable de esa enfermedad determinada.
A pesar de que los anticuerpos pueden reconocer un antígeno y atraparlo, necesitan ayuda
para destruirlo. Esa es la función de las células T, que forman parte del sistema que destruye
los antígenos que los anticuerpos han identificado o las células infectadas o modificadas. (En
efecto, algunas células T se denominan "células asesinas".) Las células T también ayudan a
indicar a otras células (como los fagocitos) que cumplan con su función.
Los anticuerpos también pueden neutralizar las toxinas (sustancias tóxicas o perjudiciales)
producidas por distintos organismos. Por último, los anticuerpos pueden activar un sistema
de proteínas llamado complemento que también forma parte del sistema inmunitario. El
sistema de complemento ayuda a matar a las bacterias, los virus o las células infectadas.
Todas estas células y componentes especializados del sistema inmunitario protegen al cuerpo
de las enfermedades. Esta protección se denomina inmunidad.
3. Inmunidad
Los seres humanos tienen tres tipos de inmunidad: innata, adquirida y pasiva:
Inmunidad innata
Todas las personas nacen con inmunidad innata (o natural), que es una forma de protección
general. Muchos de los gérmenes que afectan a otras especies no nos hacen daño. Por
ejemplo, los virus que producen leucemia en los gatos o moquillo en los perros no afectan a
los seres humanos. También se observa el caso contrario: algunos virus que producen
enfermedades en los seres humanos (como el virus del VIH/SIDA) no afectan a los gatos o
los perros.
La inmunidad innata también incluye las barreras externas del cuerpo, como la piel y las
membranas mucosas (por ejemplo, las que recubren la nariz, la garganta y el tracto
gastrointestinal), que constituyen la primera línea de defensa para evitar que las
enfermedades ingresen al cuerpo. Si esta barrera defensiva exterior se rompe (como por un
corte), la piel intenta sanar la ruptura rápidamente y las células inmunitarias especiales de la
piel atacan a los gérmenes invasores.
Inmunidad adquirida
El segundo tipo de protección es la inmunidad adquirida (o activa), que se desarrolla durante
el transcurso de nuestras vidas. La inmunidad adquirida comprende la actividad de los
linfocitos y se desarrolla a medida que las personas se exponen a las enfermedades o se las
inmuniza contra ellas mediante la vacunación.
Inmunidad pasiva
La inmunidad pasiva se "pide prestada" a otra fuente y dura poco tiempo. Por ejemplo, los
anticuerpos de la leche materna inmunizan temporalmente al bebé contra las enfermedades
a las que la madre estuvo expuesta. Esto puede ayudar a proteger al bebé de las infecciones
durante los primeros años de la infancia.
No existen dos sistemas inmunitarios idénticos. Algunas personas parecen exentas de
contraer infecciones, mientras que otras parecen enfermarse constantemente. Con el
transcurso de los años, el sistema inmunitario de las personas entra en contacto con cada
vez más gérmenes y adquiere inmunidad contra ellos. Por este motivo, los adultos y los
adolescentes tienden a resfriarse menos que los niños: sus cuerpos han aprendido a
reconocer y atacar inmediatamente a muchos de los virus que provocan los resfriados.
4. Problemas del sistema inmunitario
Los trastornos del sistema inmunitario se clasifican en cuatro categorías principales:
1. Trastornos de inmunodeficiencia (primarios o adquiridos)
2. Trastornos autoinmunitarios (el sistema inmunitario del cuerpo ataca su propio
tejido como si fuera una sustancia extraña)
3. Trastornos alérgicos (el sistema inmunitario reacciona exageradamente ante un
antígeno)
4. Cáncer del sistema inmunitario
Trastornos de inmunodeficiencia
Las inmunodeficiencias se producen cuando una parte del sistema inmunitario no está
presente o no funciona adecuadamente. A veces, una persona nace con inmunodeficiencia
(inmunodeficiencias primarias), aunque puede que los síntomas del trastorno recién se
manifiesten en etapas posteriores de la vida. Las inmunodeficiencias también se pueden
adquirir a través de una infección o pueden ser producto de medicamentos (en algunos casos
se denominan "inmunodeficiencias secundarias").
Las inmunodeficiencias pueden afectar a los linfocitos B, los linfocitos T o los fagocitos.
Algunos ejemplos de inmunodeficiencias primarias que pueden afectar a los niños y los
adolescentes son:
Deficiencia de los anticuerpos IgA. Es el trastorno de inmunodeficiencia más
común. La IgA es un tipo de inmunoglobulina que se encuentra principalmente en
la saliva y en otros líquidos corporales y que ayuda a proteger las entradas al
cuerpo. La deficiencia de IgA es un trastorno en el que el cuerpo no produce
suficientes anticuerpos IgA. Las personas con deficiencia de IgA son más
propensas a tener alergias o resfriados y otras infecciones respiratorias, pero, en
general, la enfermedad no es grave.
Inmunodeficiencia combinada grave (IDCG), que también se conoce como la
"enfermedad del niño burbuja", por un niño de Texas con IDCG que vivía en una
burbuja de plástico sin gérmenes. La IDCG es un trastorno del sistema
inmunitario que se produce por la ausencia de linfocitos B y T, lo cual casi
imposibilita la lucha contra las infecciones.
Síndrome de DiGeorge (displasia tímica). Se trata de una anomalía congénita
que se caracteriza por la ausencia de la glándula del timo al nacer. Es un ejemplo
de enfermedad primaria de los linfocitos T. La glándula del timo es donde
normalmente se desarrollan los linfocitos T.
5. Síndrome de Chediak-Higashi y enfermedad granulomatosa crónica.
Ambos trastornos implican la incapacidad de los neutrófilos de funcionar
normalmente como fagocitos.
Las inmunodeficiencias adquiridas (o secundarias) generalmente se producen después de
una enfermedad, aunque también pueden ser el resultado de la desnutrición, las
quemaduras u otros problemas médicos. Algunos medicamentos también pueden ocasionar
problemas en el funcionamiento del sistema inmunitario.
Las inmunodeficiencias adquiridas (secundarias) incluyen:
Infección por VIH (virus de la inmunodeficiencia humana)/SIDA
(síndrome de inmunodeficiencia adquirida). Se trata de una enfermedad que
destruye el sistema inmunitario de forma lenta y constante. Se produce por el
VIH, un virus que extermina determinados tipos de linfocitos llamados células T
cooperadoras. Sin las células T cooperadoras, el sistema inmunitario no puede
defender al cuerpo de organismos que en circunstancias normales son
inofensivos, lo cual puede producir infecciones que representan una amenaza
para la vida en personas con SIDA. Los recién nacidos pueden adquirir la
infección por VIH mientras se encuentran en el útero de sus madres, durante el
proceso de parto o durante el amamantamiento. Las personas pueden contraer la
infección por VIH al tener relaciones sexuales sin protección con una persona
infectada, compartir agujas contaminadas durante el consumo de drogas o
esteroides, o realizarse tatuajes.
Inmunodeficiencias provocadas por medicamentos. Algunos medicamentos
son inmunodepresores. Una de las desventajas del tratamiento de quimioterapia
contra el cáncer, por ejemplo, es que no sólo ataca a las células cancerosas sino a
otras células saludables de crecimiento rápido, lo cual incluye las células de la
médula ósea y otras partes del sistema inmunitario. Además, es posible que las
personas con trastornos autoinmunitarios o que hayan recibido un trasplante de
órganos necesiten tomar medicamentos inmunodepresores, que también pueden
reducir la capacidad del sistema inmunitario de combatir las infecciones y pueden
causar inmunodeficiencia secundaria.
6. Trastornos autoinmunitarios
En los trastornos autoinmunitarios, el sistema inmunitario ataca por error a los tejidos y
órganos saludables del cuerpo como si fueran invasores externos. Las enfermedades
autoinmunitarias incluyen:
Lupus. Se trata de una enfermedad crónica que se caracteriza por la inflamación
y el dolor de músculos y articulaciones (la respuesta inmune anormal también
puede incluir ataques a los riñones y otros órganos).
Artritis reumatoidea juvenil. Es una enfermedad en la que el sistema
inmunitario del cuerpo ataca a determinadas partes del cuerpo (como las
articulaciones de la rodilla, las manos y los pies) porque las considera tejido
extraño.
Esclerodermia. Se trata de una enfermedad autoinmunitaria crónica que puede
producir la inflamación y el deterioro de la piel, las articulaciones y los órganos
internos.
Espondilitis anquilosante. Es una enfermedad que produce la inflamación de la
columna vertebral y las articulaciones, lo cual provoca rigidez y dolor.
Dermatomiositis juvenil. Es un trastorno que se caracteriza por la inflamación
y el deterioro de la piel y los músculos.
Trastornos alérgicos
Los trastornos alérgicos se producen cuando el sistema inmunitario reacciona
exageradamente ante la exposición a los antígenos del entorno. Las sustancias que provocan
dichos ataques se llaman alérgenos. La respuesta inmune puede producir síntomas como
hinchazón, ojos llorosos y estornudos, e incluso una reacción llamada anafilaxia, que
representa una amenaza de vida. Los medicamentos antihistamínicos pueden aliviar la
mayor parte de los síntomas.
Los trastornos alérgicos incluyen:
Asma. Se trata de un trastorno respiratorio que puede producir problemas para
respirar. Frecuentemente, implica una reacción alérgica por parte de los
pulmones. Si los pulmones son extremadamente sensibles a determinados
alérgenos (como el polen, el moho, la caspa de los animales o los ácaros del
polvo), se puede producir el estrechamiento de las vías respiratorias de los
pulmones, lo cual provoca una reducción del flujo de aire y dificulta la respiración.
7. Eczema. Es una erupción que provoca picazón, también conocida como
dermatitis atópica. A pesar de que la dermatitis atópica no necesariamente se
produce por una reacción alérgica, se observa más a menudo en niños y
adolescentes que tienen alergias, rinitis alérgica o asma, o que tienen
antecedentes familiares de estas enfermedades.
Alergias de varios tipos que pueden afectar a niños y adolescentes. Las alergias
ambientales (por ejemplo, a los ácaros del polvo), las alergias estacionales (como
la rinitis alérgica), las alergias a medicamentos (reacciones a determinados
medicamentos o fármacos), las alergias a alimentos (como a los frutos secos) y
las alergias a toxinas (como a las picaduras de abeja) son las enfermedades que
las personas comúnmente llaman "alergias".
Cáncer del sistema inmunitario
El cáncer se produce cuando hay un crecimiento descontrolado de células. Esto también
puede suceder con las células del sistema inmunitario. El linfoma afecta a los tejidos
linfáticos y es uno de los tipos de cáncer infantil más frecuentes. La leucemia, que implica el
crecimiento excesivo y anormal de leucocitos, es el tipo de cáncer infantil más común. Con
los medicamentos actuales, se pueden curar la mayoría de los casos de ambos tipos de
cáncer que se manifiestan en niños y adolescentes.