2. PRIMERA PALABRA:
PADRE, PERDÓNALOS, PORQUE NO SABEN LO QUE HACEN.
Jesús, siendo Dios y hombre a la vez, conocía nuestra naturaleza humana y
nuestras debilidades y tuvo compasión de nosotros, por eso, aceptó morir en la
cruz para el perdón de nuestros pecados. Por él ahora, ya conocemos el camino
a la salvación, “ Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y
tome su cruz, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y
todo el que pierda su vida por mí , la hallará”; cuando Jesús dice estas
palabras, se refiere a perder la vida del alma y no la del cuerpo; es decir negarse
a sí mismo del ego, de la vanidad, del orgullo, del poder, de la fornicación, del
egoismo, etc.
Mientras más neguemos la vida del alma, más de la vida de Dios obtendremos.
¡Gracias Señor, por tu gran misericordia, por tu preciosísima sangre y agua que
derramaste por mi culpa!.
3. SEGUNDA PALABRA:
EN VERDAD, EN VERDAD TE DIGO, HOY ESTARÁS CONMIGO
EN EL PARAISO.
No importa cuánto hallamos pecado, Dios Padre Celestial, siempre
nos estará buscando y esperando. Su misericordia no es menos que
su poder ; sin embargo, no esperemos mañana para arrepentirnos,
no tenemos la vida comprada, porque el Padre que tiene poder para
darnos la vida, también tiene poder para echarnos al infierno. Dios
es compasivo y paciente con el que no sabe; pero si pecamos por
necios, entonces , estaríamos, tentando al Señor, como aquel ladrón
que estando en la cruz, se burló del poder de Dios.
4. TERCERA PALABRA:
MUJER, HE AHÍ A TU HIJO; HIJO , HE AHÍ A TU MADRE.
Jesús nos legó una madre espiritual, reconociendo de esta manera la
hazaña y valentía de aquella Criatura Inmaculada que con humildad
aceptó participar en la salvación de la humanidad y con sus dolores
siguió
y sigue la misión de su hijo, de ahí, de sus constantes apariciones en la
tierra. María, es nuestra madre, imitémosla para ganar también la gracia
de Dios.
¡María , ayúdanos a alcanzar la plenitud de la vida en Cristo!.
5. CUARTA PALABRA:
¡DIOS MÍO, DIOS MÍO ! ¿POR QUÉ ME HAS
ABANDONADO?
Cuando Jesús exclama esta expresión en la cruz es porque compartía el dolor
humano y
sabía que el hombre en su desesperación ante la tribulación,
cree que Dios lo ha abandonado; sin embargo , el dolor pasa y
viene la esperanza y con ello la gloria.
Como el oro que necesita fundirse a altas temperaturas para
su purificación, así nosotros somos sometidos a pruebas para
fortalecernos y purificarnos.
Aceptemos como Jesús, la voluntad de Dios, vale gemir y morir,
para volver a nacer como verdaderos hijos del Altísimo.
6. QUINTA PALABRA:
¡TENGO SED!
A pesar que Jesús tenía fiebre, por la infección que le causaba la
crucifixión, podía haberse abstenido de pedir agua, así como cuarenta días, se
abstuvo de comer en el desierto; pero, él tenía sed de nosotros, suplicante
implora
nuestra conversión.
No lo hagamos esperar más, alcancémosle nuestras vidas, nuestro
servicio, nuestro
amor, nuestros sufrimientos y alegrías para que él nos transforme.
7. SEXTA PALABRA:
PADRE , TODO ESTÁ CONSUMADO.
Hasta cuándo terminaremos con nuestro egoísmo, egolatría, afanes, ambiciones y
preocupaciones terrenales, para ocuparnos de nuestra verdadera vida.
Cuándo llegará el día en que le diremos al Padre: ¡Estamos listos para gozar de tu herencia!
Preocupémonos por los bienes eternos, por aquéllos que nunca se acaban, que son fuente de
vida eterna. Cuánto esfuerzo innecesario hacemos, tratando de
solucionar los problemas , cuando éstos tienen su solución en el Señor. Por qué acudimos a
los ídolos contemporáneos (persona, dinero, poder, belleza física, fama, estatus, sexo, etc.), s
éstos no pueden curar, ni dar el amor verdadero, ni la paz, ni la verdadera felicidad. Sólo son
ídolos de barro, creados por la sociedad actual.
¡Terminemos ya…! E iniciemos una nueva vida con Cristo. Él será el centro de nuestro
hogar, de nuestras relaciones humanas, de nuestro trabajo, nuestros estudios, de la
educación de nuestros hijos, de nuestras finanzas, de nuestra salud mental, espiritual y
corporal.
8. SÉPTIMA PALABRA:
PADRE, EN TUS MANOS ENCOMIENDO MI ESPÍRITU.
Encomendar siempre el espíritu al Padre Celestial, para
que iluminados por el Espíritu Santo, no nos justifiquemos
sino que nos arrepintamos de nuestros pecados.
Exaltemos únicamente el nombre del Señor y jamás
confiemos en nosotros mismos. Aceptemos con humildad
la voluntad de Dios y seremos como luminares en el mundo.