2. El comportamiento agresivo constituye
un problema común para todos los
padres y maestros el decidirse a
fomentar o a dominar la agresividad
de los niños.
Aunque el comportamiento agresivo es
a veces deseable y a veces no
3. los adultos cometen habitualmente el
error de considerarlo solo bajo su
aspecto negativo
Cuando adquiere la forma de la
ambición, de la iniciativa, de la
empresa y de la autoconfianza, debe
ser cultivado y estimulado
4. Se debe corregir esta conducta
agresiva al niño o joven cuando se
manifieste por medio de la
hostilidad, del resentimiento o del
odio.
5. Todos los niños o jóvenes
experimentan alguna vez sentimientos
agresivos.
El giro de 180°que ellos tomen
depende en su mayor parte de la
comprensión y de las técnicas
disciplinarias que empleen los padres y
los maestros.
6. técnicas disciplinarias
No es práctico preguntarle por qué se
comporta de ese modo, pues él no lo sabe
Aunque comprende que su comportamiento
no merece la aprobación de los demás.
El no entiende nada acerca de las causas
fundamentales, físicas y emocionales que
motivan su acción.
7. técnicas disciplinarias
El maestro no debe reprenderlo o sermonearlo,
sino mantenerse en un segundo plano,
estimulándolo a decir como un relato todo lo que
siente, asegurándolo gradualmente a que
observe su comportamiento como lo hacen los
demás. Por medio de la conversación, el niño
se liberará de los sentimientos de ira, hostilidad
o culpabilidad y dará inconscientemente al
maestro un indicio de sus perturbaciones.
8. técnicas disciplinarias
Los niños o jóvenes acostumbrados a ser
rechazados y castigados por su
comportamiento agresivo, se
sorprenderán al encontrar un maestro que
comprenda y acepte sus sentimientos.
9. Si el niño o joven recibe maltrato en su casa,
en la escuela los docentes deben tratarlo
con afecto y comprensión. No darles malos,
no tratarlo con gritos, no amenazarlo, no
cometer abuso de autoridad.Respetar sus
derechos.
10. Trabajar estos temas en el aula como
contenidos.
Realizar talleres y grupos de reflexión
entre los integrantes de la comunidad
educativa para abordar la problemática.
11. Realizar intervenciones preventivas desde
la escuela –entrevistas, registros de
observaciones, etc.– y solicitar la
colaboración de equipos profesionales del
sistema educativo u otros, para evaluar
adecuadamente el problema.
12. En caso de comprobar la existencia
de hechos graves de violencia o no
poder desestimar la existencia de la
misma, derivar y denunciar a las
instituciones pertinentes.
Brindar ayuda al niño, niña o
adolescente y a los compañeros,
pidiendo para ello el apoyo y la
orientación de un equipo técnico.
13. Es vital que la estrategia de intervención
constituya una oportunidad para que el
alumno o la alumna perciban que existen
modos de solución a los problemas que
se gestionan sin agredir ni desconocer
sus derechos. Estos ejemplos le ayudarán
a afrontar situaciones adversas sin apelar
a las respuestas violentas como única
opción.
14. Brindarle la seguridad de que no se lo va
a dejar solo para afrontar su problema,
que se le cree, que se respetan sus
silencios y sus tiempos. Demostrarle
empatía con sus necesidades y sobre
todo, ayudarle a comprender que no es
culpable por lo sucedido; transmitirle la
certeza de que lo vamos a ayudar, a
querer y a respetar incondicionalmente.