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Ni lo uno
        ni lo otro
Integración y desarrollo en América Latina
Colección Integratemas

NÚMERO 5: NI LO UNO NI LO OTRO.
INTEGRACIÓN Y DESARROLLO EN AMÉRICA LATINA

Autor: Héctor-León Moncayo S.
ISBN: 978-958-9262-97-9
© Héctor León Moncayo S.
© Plataforma Interamericana de Derechos Humanos,
Democracia y Desarrollo
Cra. 10 Nº 24-76, Of. 805, Tel. (571) 341 0535
Correo electrónico: regional@pidhdd.org
Página web: www.pidhdd.org




Coordinación académica             El contenido de cada libro de la colección
Camilo Castellanos                 Integratemas es solo responsabilidad de sus
                                   autores y autoras.
Coordinación EDITORIAL

Marta Rojas
edición

Luisa María Navas Camacho
DISEÑO Y DIAGRAMACIÓN

Martha Isabel Gómez, Nelson Beltrán
Ilustraciones

Diego Fernando Agudelo
IMPRESIÓN

Ediciones Ántropos
1ª edición, Bogotá, Colombia, 2006
Agencias de cooperación que apoyan institucionalmente a la PIDHDD:
ICO, 11.11.11, Diakonía, Derechos y Democracia, Novib, Hivos,
Christian Aid
Integratemas 5



        Ni lo uno
        ni lo otro
Integración y desarrollo en América Latina




           Héctor-León Moncayo
Contenido
    P r e s e n tac i ó n ¿Y, entonces, sin lo uno ni lo otro?      P. 7
    I n t r o d ucc i ó N
    G LO S A RI O

    C AP Í T U LO 1                               C AP Í T U LO 2

                            P. 24                                           P. 58




AUGE Y DECADENCIA DE UN IDEAL                 RENUNCIACIÓN

26	 La integración como                       60	 Desventuras
    alternativa para el desarrollo                de un pensamiento débil
29	 Integración y libre comercio              67	 Desarrollo sin desarrollismo
34	 Nacimiento de una ilusión                 	     Revisar la disyuntiva

39	 Contenido de la integración:              73	 El regionalismo abierto
    primera derrota de la Cepal               	     Integracionismo sui géneris
	     El tono de la negociación               	     Prácticas contrarias
45	 El verdadero problema                     79	 Balance: más apertura
    de toda integración                           que integración
	     Modalidades de
      heterogeneidad
52	 Conclusión: genio y figura
    de los protagonistas
	     El desenlace
C AP Í T U LO 3                    C AP Í T U LO 4

                          P. 83                              P. 108




LA DIVISIÓN INTERNACIONAL DEL      Un Escenario de disputas
     TRABAJO EN EL FIN DE SIGLO
                                   110	 Regionalismo abierto
85	 Telón de fondo                      y polos de atracción
    de las transformaciones
                                   	     Orígenes y curso del Alba
	    Principal alternativa de
     inserción en el mundo         	     Ausencia de opciones
	    La inserción en concreto      119	 Las nuevas ilusiones
93	 Integración y desarrollo       	     Industrialización de los
                                         recursos naturales
98	 El patrón de especialización   	     La economía de plantación
100	 De la crisis,
     a la tragedia del éxito
	    La tragedia
C AP Í T U LO 5

                             P. 133




¿EL RETORNO DEL DESARROLLISMO?             175	 Contenido económico
                                                de la integración
134	 Transporte y comunicaciones           	     Implicaciones
	     En Latinoamérica
                                           178	 El camino del post-desarrollo
140	 El objetivo actual de la              	     También es la ocasión
     integración física
                                           	     Un gran entredicho
	     La Iirsa en propiedad
	     Geopolítica y geoeconomía            182	 De nuevo, integración
                                                y desarrollo
153	 ¿Nuevas o viejas respuestas?
                                           		
	     La Iirsa, sin cuestionamiento
                                           R e f e r e n c i a s b i b l i og r á f i ca s
161	 Algunos corolarios
	     Una teoría subyacente
                                                P. 185

L E C C I O NES Y P R O P O SI C I O NES
     P. 167
169	 Pensar en las posibilidades
171	 La dimensión política,
     punto de partida
	     Reconsideraciones iniciales
Presentación




¿Y, entonces, sin lo uno ni lo otro?
Los cuestionamientos, inquietudes y propuestas pro-
fundas que constituyen este escrito de Héctor-León
Moncayo son un aporte nuevo a las discusiones tenidas
desde el Seminario Otra integración es urgente, posible
y necesaria, en el marco del Foro Social Mundial, de
Caracas, en 2006.

   En la actualidad, se decía entonces, la suerte de América
   Latina se juega en el terreno de la integración. Ésta, sin
   embargo, está lejos de ser una vía de una sola dirección.
   Más parece un campo de contienda. en el que distintos
   proyectos se esfuerzan por imponer un sentido (Declaración
   de Caracas, 2006).


   En términos generales, en el seminario se consig-
naron análisis acerca de la naturaleza de la disputa.
Por una parte, el proyecto hegemónico, en el que,
la integración avanza de espaldas a los pueblos, en la que
       lo social es arrinconado hasta el olvido (....) Es el viejo
       proyecto de las corporaciones trasnacionales y de los Es-
       tados que las representan, de las élites de estas latitudes
       y de sus gobiernos (...).

       Por otra,
       (...) irrumpe con fuerza una integración alternativa, desde
       abajo, desde las preocupaciones y urgencias de indígenas,
       afroamericanos, de campesinos y obreros, desde mujeres
       jóvenes e intelectuales críticos.

        La Declaración de Caracas establece enlaces entre
    la democracia, el desarrollo y la integración y es pre-
    cisamente en la relación entre integración y desarrollo
    que el texto de Héctor-León Moncayo entrega algunos
    avances. Su recorrido cubre desde los pasados años
    60 hasta hoy y presenta sugestivas explicaciones del
    tipo de desarrollo que corresponde a cada proyecto o
    momento de integración y las marcas que señalan esa
    modificación, las razones que conducen de una forma a
    otra. El autor advierte que detrás de cada propuesta de
    integración hay a un tipo de desarrollo y no viceversa.
    Y aclara que el texto “tiene un eje cronológico, pero
    el propósito principal es destacar los temas cruciales
    que caracterizan el problema de la integración”.



    [ Integratemas 5 ] Ni lo uno ni lo otro: integración y desarrollo
Así, a finales de los 50, una situación política favo-
rable permitió comenzar a hablar de ‘mercado regional
latinoamericano’. Esto ejerció notable influencia en la
creación de la Asociación Latinoamericana de Libre
Comercio, Alalc, pero en ese nacimiento se presentaba
una tensión entre los esfuerzos por encontrar lo pro-
pio, una actitud cultural y política distanciada de las
potencias externas, y una resistencia a aplicar medidas
precisas en ese camino. La Alalc venía de la mano
con las propuestas del Acuerdo General de Aranceles
y Comercio (Gatt), liderado por los países desarrolla-
dos. En contra de la opción regional marchaba además
la tendencia de buscar cada país individualmente el
acceso a los mercados del norte. Luego se formuló el
llamado regionalismo abierto, en el que dominaba la
apertura a los países desarrollados, que la integración
subrregional.

    A la primera idea de integración mencionada co-
rresponde, primeramente, el pensamiento parcialmente
crítico de la Cepal a las formas de desarrollo existentes,
y luego, la combinación de la fórmula del Gatt y la de
la Alalc. A la idea de regionalismo abierto corresponde
una nueva propuesta de inserción internacional de la
Cepal y la neoliberal, que significó la apertura, el ajus-
te. Esto significó el abandono completo de las ideas


                                                 Presentación
originales de la dependencia y sus implicaciones en
     unos acuerdos equitativos, de los términos desiguales
     de intercambio, de la imposibilidad del desarrollo de
     nuestros países si no se modificaban esas relaciones
     comerciales.

          Con este examen, el libro hace un llamado a las
     formas de integración ya en marcha o en proyecto:
     debatir de manera explícita y precisa las relaciones
     entre un nuevo paradigma de desarrollo y esas formas
     de integración innovadoras. De ahí se puede deducir
     que, dadas las asimetrías y la necesidad de otro ‘desa-
     rrollo’, las propuestas de integración deben establecer
     relaciones de complementariedad y de cooperación
     volcadas a encontrar nuevos equilibrios entre países y,
     dentro de ellos, entre regiones y entre sectores sociales
     postergados, como los indígenas, los afrocolombianos,
     los campesinos...

         Al examinar las disputas, este libro lanza inte-
     rrogantes también acerca de las diferencias que hay
     entre los países latinoamericanos, las dificultades
     que conllevan estas diferencias, especialmente las
     asimetrías, ya no solo con Estados Unidos, sino ade-
     más dentro de sus proyectos de integración propios,
     diferentes al modelo hegemónico. A lo que podemos


10    [ Integratemas 5 ] Ni lo uno ni lo otro: integración y desarrollo
agregar las semejanzas en la especialización de pro-
ductos y en el destino de estos, lo que genera también
competencias frente a los mercados. Respecto a las
relaciones entre integración y desarrollo, destacamos
dos propuestas:
   un cambio cultural que implique la formación de una co-
   rriente de pensamiento intelectual, equivalente a la que en
   su momento representó la Cepal, pero ahora como expresión
   de nuevos sectores sociales [y] la construcción de sujetos
   sociales ‘integrados’, cuya identidad rebase fronteras y sea
   capaz de delimitar nuevos espacios territoriales. Será en
   ellos en los que se geste primariamente la integración.

    Las propuestas han de lograr el compromiso de
la intelectualidad democrática y crítica y de las ins-
tituciones en las que esta perspectiva tiene validez:
universidades, centros de investigación, formas de aso-
ciación profesional, que articulando la conformación
de sujetos sociales, nos permita una integración que
esté a la altura de las expectativas de las mayorías.




                                                     Presentación   11
Introducción



	 En América Latina se ha hablado casi tanto de in-
tegración como de proyectos nacionales individuales.
No podía esperarse otra cosa: la primera funciona como
una suerte de exculpación, por la fragmentación ori-
ginaria del subcontinente luego de la independencia.
Eso, por lo que se refiere a la América Hispana, pues
la mayor escisión es anterior, cuando, por gracia del
Papa, España y Portugal se repartieron el territorio.
Para no mencionar la distribución de Las Antillas entre
las potencias europeas.

    Pero ambos sentimientos son débiles. No es por
exceso de nacionalismo que se ha vuelto imposible la
integración; basta evocar las numerosas ocasiones en
que las élites de estos países, sin el menor escrúpulo,
han solicitado la intervención del gobierno de Estados
Unidos, a más de que permanentemente rinden culto
a su pretendida civilización. El supuesto nacionalismo
sólo se deja ver en las confrontaciones entre nuestros


                                              Introducción
países, a veces sangrientas, por cuenta de las empresas
     multinacionales. Razones de linderos mediante.

         Curiosamente, Estados Unidos siempre se ha inte-
     resado en alguna forma de integración semejante al
     colonialismo. Y no porque halle lazos comunes; por
     el contrario, en las diferencias exaltadas justifican
     tanto el desprecio como el paternalismo. Son razones
     de geopolítica y de economía en el orden mundial.
     De ahí la famosa Doctrina Monroe. Y la noción de
     panamericanismo, del siglo veinte que ha pretendido
     enfrentar el hemisferio a la expansión europea. Es es-
     te mismo espíritu el que informa una propuesta como
     la del Área de Libre Comercio para las Américas, Alca
     (véase recuadro).

         Es por eso que la ilusión de la integración de Amé-
     rica Latina renace siempre en forma negativa; para
     oponerse, ante todo, a la odiosa fuerza de aquella
     integración hemisférica. Desde Bolívar hasta el Che,
     pasando por Martí. Pero la identidad de América La-
     tina no es obvia. El propio Bolívar pensaba en His-
     panoamérica, como tomando distancia de la América
     portuguesa. En cambio, tenía en su corazón todo el
     Caribe. Muchos de nuestros intelectuales se han es-
     forzado por definirla; desde entonces, hasta mediados


14    [ Integratemas 5 ] Ni lo uno ni lo otro: integración y desarrollo
SOBRE EL ALCA
    El Área de libre Comercio de las Américas, Alca,
ha sido la forma predilecta en que Estados Unidos
quiere imponer una zona de libre comercio. Nació
en 1994, con el Plan de Acción de la Cumbre de
Presidentes de 1994. En 2003, la propuesta em-
pezó a derrumbarse, hasta que se abandonó en
2005, ante la resistencia popular y las críticas
de gobiernos como el de Brasil y Venezuela. Pero
reaparece, gradualmente, en tratados de libre co-
mercio con países o grupos de países, siguiendo
el rumbo del TLCAN. Su importancia es indudable
y la literatura al respecto, relativamente extensa
en todo el continente. Forma parte de dicha re-
sistencia, en buena parte liderada por la Alianza
Social Continental

Puede consultarse Moncayo, 2004.




del siglo XX, cuando el fortalecimiento de los Estados
nacionales hizo olvidar esta preocupación.

¿Cómo entender la identidad?
La dificultad no es gratuita. Desde el punto de vista
cultural, resulta casi necio permanecer en la oposi-


                                               Introducción   15
ción entre lo que viene de Occidente y lo que, estando
     aquí, tendría que ser la matriz integradora, es decir
     las culturas indígenas, a las que habría que añadir
     el inocultable aporte africano. Lo que resalta es la
     realidad del mestizaje, aunque el concepto esté en
     discusión entre los antropólogos. Amalgama originada
     en el llamado barroco latinoamericano, que todavía
     sería nuestra principal señal de identidad. El problema
     consiste, seguramente, en que la supuesta mezcla no
     es de ninguna manera uniforme en todo el territorio.
     Si se cuenta, además, con los otros aportes europeos y
     del medio oriente de los siglos diecinueve y veinte.

         Darcy Ribeiro (1992) intentó, a principios de los
     pasados años setenta, una tipología: los pueblos tes-
     timonio –mesoamericanos y andinos–, los pueblos
     nuevos –brasileños, grancolombianos, antillanos y chi-
     lenos– y los pueblos transplantados –angloamericanos
     y rioplatenses. La clasificación es sugestiva. Fracasa,
     empero, cuando trata de ajustarla a los Estados na-
     cionales y sobre todo cuando propone el concepto de
     etnias nacionales. Demasiada lealtad, tal vez, a cier-
     ta filosofía de la modernidad que le encuentra, a la
     fuerza, un origen prepolítico a los Estados nacionales.
     Pensando en la integración, sin embargo, muchos de
     los criterios que permitieron este agrupamiento ser-


16    [ Integratemas 5 ] Ni lo uno ni lo otro: integración y desarrollo
virían, por el contrario, para redefinir las artificiales
fronteras político-administrativas. En todo caso, la
inquietud permanece: ¿cuáles son los rasgos que tene-
mos en común? Pero quizás no necesitemos definirlos.
La certeza se refugia en el ámbito de la intuición; esa
intuición que cobra materialidad cuando vivimos en
otro continente.


La Cepal y el peso de la economía
En los hechos, la propuesta de la integración vuelve
a tomar fuerza a mediados del siglo XX, pasando por
encima de aquellas disquisiciones. Se trata de inte-
gración económica y la discusión se vuelve asunto
de economistas. Pero en lo restringido del campo se
advierte un esfuerzo análogo por encontrar lo propio.
Es quizás el periodo histórico en el que las burguesías
latinoamericanas más se acercan a una actitud cultural
y política distanciada de las potencias externas. Se ex-
presa en una corriente de pensamiento que, como es lo
propio de la época, rompe sus lanzas en el campo de la
teoría económica. Porque es allí donde presuntamente
se definen las orientaciones para la sociedad.

1	 Aparte de los numerosos documentos de la propia Cepal, se encuentra
   una excelente síntesis de su pensamiento en Rodríguez (1980).



                                                           Introducción   17
Es por eso que en estas páginas se le dedica es-
     pecial atención a las tesis de la Comisión Económica
     para América Latina y El Caribe, de Naciones Unidas,
     más conocida como la Cepal1. Porque es la expresión
     más depurada de ese pensamiento. Y porque la inte-
     gración, desde entonces, ha de entenderse en términos
     económicos. Está estrechamente ligada, por lo demás,
     a una concepción del desarrollo. La Cepal consigue
     llevar a término una elaboración teórica original de un
     concepto y un propósito, el desarrollo, que se discutía
     en todo el mundo a propósito de los países llamados
     subdesarrollados. Y lo hace, precisamente, identifi-
     cando en las condiciones de la economía mundial las
     causas del subdesarrollo, mediante una crítica a la
     teoría ortodoxa del comercio internacional. Su impor-
     tancia reside, pues, en la toma de partido frente a las
     potencias, comenzando por Estados Unidos.

         La noción de desarrollo, sin embargo, es enteramen-
     te discutible. Se asocia, en primer lugar, con la idea
     de crecimiento económico, que estaría bloqueado en
     nuestros países. Pero además tiene algo de orgánico,
     que remite a un sentido de evolución que nos devuelve
     a las ideas de lo salvaje, lo primitivo, lo tradicional,
     que serían nuestros atributos, en contraposición a lo
     civilizado y lo moderno. El objetivo, por lo tanto, sería


18    [ Integratemas 5 ] Ni lo uno ni lo otro: integración y desarrollo
alcanzar las más altas etapas de la evolución humana,
que ya se observaban en los países del centro del capi-
talismo. No sorprende, en consecuencia, que el énfasis
estuviese en la industrialización y que, conceptualmen-
te, no se abandonara el determinismo tecnológico.

    Pero lo importante aquí es establecer los nexos
entre esta concepción y las propuestas de integración.
Se plantea aquí la hipótesis de que dichas propuestas
aparecen en el momento en que atraviesan serias difi-
cultades las estrategias de desarrollo que originalmen-
te, y primordialmente, se presentan como estrategias de
desarrollo nacional. De manera recíproca, puede decirse
que cualquier propuesta alternativa de integración
debe asumir como punto de partida una concepción
de desarrollo. Aunque, a esta altura, por lo que se ha
dicho, no se trataría de desarrollo. Y la integración
deba rebasar el ámbito de lo económico, para retomar
lo político y lo cultural, antes menospreciados.


El contenido
En este ensayo se hace un recorrido histórico. Tiene un
eje cronológico, pero el propósito principal es destacar
los temas cruciales que caracterizan el problema de
la integración. Temas que, a su vez, serán los ingre-


                                               Introducción   19
dientes de una posible y nueva propuesta. El recorrido
     desemboca en la actual y colosal disputa que vive el
     continente. Una vez más, se levanta una amenaza
     imperial, pero la resistencia tiende a escapar de la
     negatividad. Y es por eso que, de manera ineludible,
     la cuestión de la integración, que ya no busca alcanzar
     el nivel de los otros, incorpora o debe incorporar en
     nuestro pensamiento las alternativas que se proponen
     para la crisis del mundo en su conjunto. Esta conside-
     ración sobre la situación actual del continente describe
     igualmente, en términos políticos, las condiciones en
     las que se hace posible una propuesta alternativa.

         El título, Ni lo uno ni lo otro, contiene delibera-
     damente una ambigüedad, o mejor, un doble sentido.
     Quiere decir, en una primera y obvia lectura, que en
     Latinoamérica no hemos conseguido, en la prácti-
     ca, ni la integración ni el desarrollo. Pero, al mismo
     tiempo, evoca algo más profundo: Descreemos de la
     integración tal como se ha planteado hasta ahora,
     pero, sobre todo, descreemos de la noción de desa-
     rrollo. El fracaso no ha sido nuestro, pero tampoco es
     tarea nuestra enmendar la plana. El intento es ahora
     completamente nuevo. Con nuevos protagonistas so-
     ciales. Nuestra América, como la llamaba José Martí,
     revelaría, ahora sí, su verdadera identidad.


20    [ Integratemas 5 ] Ni lo uno ni lo otro: integración y desarrollo
Glosario




Desgravación unilateral	
Ocurre cuando las autoridades de un país deciden re-
ducir los gravámenes a la importación –particular-
mente los aranceles—sin que medien acuerdos ni
reciprocidad de parte de los países beneficiarios.

Deslocalización

Consiste en la estrategia de separar partes del proceso
productivo para trasladarlas a empresas subsidiarias o
a proveedores externos. El traslado puede hacerse en
el mismo país o hacia otros.

Grados y formas de integración

   n	Zona o área de comercio: estadio de integración
     económica más incompleta, pero necesario para
     dar mayores saltos. Además, espacio geográfico
     en donde los países que lo conforman acuerdan


                                                 Glosario   21
eliminar las barreras existentes para bienes
            producidos en la zona, pero conservando la au-
            tonomía de su manejo económico.
        n 	Unión aduanera: superior al anterior estadio
           y primero en el que los países ceden en ben-
           eficio de los demás un aspecto de soberanía
           económica, como el manejo de la política com-
           ercial. Además, espacio geográfico en el que se
           han levantado todas las trabas al comercio entre
           los países que lo conforman y donde se crea un
           arancel externo común.
        n 	Mercado común: forma de integración mucho
           más compleja que las anteriores. Busca que la
           economía de los países se constituya en un solo
           espacio económico.
        n 	Comunidad económica: comporta la unificación
           en su actividad económica (producción, uti-
           lización, distribución y consumo) de las leg-
           islaciones de los países integrados, como si
           se tratara de un solo país (tomado de Puyo,
           2004).


     Multimodal
     Se refiere a la utilización de diversos modos de trans-
     porte en un mismo trayecto.


22    [ Integratemas 5 ] Ni lo uno ni lo otro: integración y desarrollo
Volatilidad
Característica de ciertos mercados en los que las can-
tidades y los precios no alcanzan equilibrios estables,
sino que cambian bruscamente. En general, se refiere
a una extremada variabilidad que impide establecer
una tendencia definida.




                                                 Glosario   23
CAPÍTULO 1
Auge y decadencia
de un ideal



    En América Latina, el contenido de
    la integración regional ha sido,
    desde finales de los pasados años
    cincuenta, principalmente económico.
    Y su sentido, verdaderamente práctico.
    Pero lo que comenzó como una
    ilusión, decayó con la experiencia
    de la Asociación Latinoamericana de
    Libre Comercio. Ella describe muy bien
    los problemas a los que se enfrenta
    cualquier propuesta de integración
    regional.
S
                            	ólo en cuanto preocupación de los
                            	economistas, la integración fue
                            	también del interés de los po-
                     líticos. Los pueblos han asistido a los
                     diversos experimentos con una actitud
                     de espectadores y, en la medida en que
                     nunca se les ha consultado, mal podría
                     entenderse como un propósito de las na-
                     ciones. Ni siquiera, como un asunto de
                     debate público. No obstante, sus efectos
                     son reales y su evaluación debe tenerse
                     en cuenta en las discusiones actuales.


                     La integración como
                     alternativa para el desarrollo
                     En un texto publicado en 1967, de
                     propósitos esencialmente escolares, el
                     economista brasileño, Celso Furtado ex-
                     presaba: “Es natural (...) que de algún
                     tiempo a esta parte la integración de las
                     economías nacionales esté en el centro
                     de las preocupaciones de cómo salvar el
                     problema de la estrechez de los mercados
                     nacionales.” Y concluía: “Así, la teoría
                     de la integración pasa a constituir una


26   [ Integratemas 5 ] Ni lo uno ni lo otro: integración y desarrollo
etapa superior de la teoría del desarrollo y la política
de integración toma los tintes de una forma avanzada
de política de desarrollo” (Furtado, 1969). La inte-
gración surge desde el principio como una alternativa
en los debates sobre el desarrollo.

    Representante eminente de lo que se llamó la es-
cuela de la Cepal, Furtado entendía que las estrategias
formuladas en los años cincuenta presentaban defi-
ciencias no solamente teóricas sino, sobre todo, en su
aplicación práctica. Una de ellas tenía que ver precisa-
mente con la integración que, vista la desaceleración
de la economía y de la industrialización en los años
anteriores, incluida la de los países más avanzados,
tendía a convertirse en la verdadera alternativa.

    El argumento, dicho en forma simple, podía enun-
ciarse así: si el avance tecnológico implica, por regla
general, un aumento de las dimensiones mínimas
económicas de las unidades productivas (economías
de escala), es evidente que el tamaño del mercado
se convierte, al llegar a cierto punto, en el principal
obstáculo para la continuidad de la industrialización.
En los países más avanzados, como Brasil y Argen-
tina, el obstáculo se expresaba en una imposibili-
dad de alcanzar niveles más complejos (sobre todo,


                                  Auge y decadencia de un ideal   27
bienes de capital) en el camino de la sustitución de
     importaciones. Pero también era visible, de manera
     prematura, en los que se encontraban en estadios
     inferiores de dicha sustitución. En los años sesenta
     se habría llegado ya a este punto.

         No era el único en arribar a semejantes conclu-
     siones. Puede deducirse fácilmente que el argumento
     supone la presencia del ‘estrangulamiento externo’,
     quizás la tesis fundamental de este pensamiento
     económico, que arranca con la obra de Raúl Prebisch
     (véase recuadro). Por ello, no debe extrañar que la
     alternativa de la integración regional haya estado
     siempre presente, aunque con poca fortuna (Furtado,
     1969). Aparece en casi todos sus documentos, desde
     aquel que se considera fundacional (Cepal, 1951).

         Pero fue sólo casi diez años después, abiertas las
     posibilidades políticas entre los gobiernos del Cono
     Sur, cuando se le dio sustentación teórica y forma de
     propuesta específica (Cepal, 1959). A partir de enton-
     ces comenzó a hablarse de “mercado regional latino-
     americano”. Ejerció notable influencia en la creación
     de la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio,
     Alalc, en 1960, un proyecto que se apartaba, a pesar
     de todo y en un ámbito geográfico restringido, de la


28   [ Integratemas 5 ] Ni lo uno ni lo otro: integración y desarrollo

            La integración surge desde el principio como una
ESTRANGULAMIENTO EXTERNO
  Forma parte de los llamados obstáculos estructurales
  al desarrollo. Consiste en que, al llegar los países de la
  periferia a un estadio avanzado del desarrollo industrial,
  es decir, después de haber sustituido los sectores de
  bienes de consumo, cada nueva sustitución implica más
  importaciones (de bienes de capital e intermedios) de las que
  ahorra. Con unos términos de intercambio tan desiguales
  y un mercado mundial que no puede absorber su oferta
  exportable, son grandes las limitaciones del fondo de divisas
  de estos países. Eso significa que les es cada vez más difícil
  continuar su desarrollo.




  formulación de la Cepal. Igualmente, en la creación
  simultánea del Mercado Común Centroamericano.
  Volveremos más adelante sobre este asunto.


  Integración y libre comercio
  Una aclaración importante. Cuando se habla de in-
  tegración, la mayoría de las veces, se trata de inte-
  gración regional, es decir, de un grupo de países. Es
  claro que podría referirse teóricamente a una inte-
  gración mundial, en cuanto se busque la supresión
  de todas las barreras que hacen que el planeta esté


                                            Auge y decadencia de un ideal    29

alternativa en los debates sobre el desarrollo.
dividido en economías nacionales. Tal ha sido el pro-
     pósito, por lo menos retórico, desde la adopción del
     Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio (Gatt,
     por su nombre en inglés: General Agreement on Tariff
     and Trade), después de la Segunda Guerra Mundial.
     En ese sentido, integración sería igual a un libre
     comercio que terminaría por conformar un mercado
     único planetario.

         Pero no es tan fácil. Las barreras expresan, jus-
     tamente, la existencia de los Estados nacionales.
     Son estos los que establecen barreras comerciales,
     limitaciones a los movimientos de factores, políti-
     cas de desarrollo interno, alteraciones de las tasas
     de cambio, políticas macroeconómicas autónomas y
     otras más que existen todavía, a pesar de la excesiva-
     mente ponderada globalización. En consecuencia, es
     preciso un acuerdo entre los Estados. De ahí que las
     modalidades de integración sean muchas, según las
     barreras consideradas (en diferentes combinaciones)
     y los instrumentos utilizados. Y su consecución, un
     proceso gradual.

         Es por todo esto que, en la práctica, el término in-
     tegración adquiere verdaderamente sentido cuando se
     refiere a la supresión de barreras, pero aplicada a un


30   [ Integratemas 5 ] Ni lo uno ni lo otro: integración y desarrollo
conjunto limitado de países: aquellos generalmente
vecinos o contiguos, ya que, además, las distancias
constituyen de por sí una ‘barrera’ material que se
expresa en costos y se refleja en precios diferenciales
según países (véase recuadro). Es por eso también
que la integración supone negociaciones y decisiones
políticas, más factibles en un ámbito regional. Se
llega incluso a crear una superestructura institucional
compleja, con una real capacidad de intervención
supranacional (véase recuadro).




                                                              LO QUE SÍ Y LO QUE NO
SE VENCEN LAS DISTANCIAS...
Es más que un azar que el avance de la globalización en los
últimos tiempos se atribuya al extraordinario desarrollo de
los medios de comunicación.
...mientras reinan otros obstáculos
Numerosas dificultades han marcado la ilusión de una
institucionalidad de carácter mundial. La propuesta inicial
–Carta de la Habana, 1948-- de creación de una Orga-
nización Internacional del Comercio, nunca pudo llevarse
a la práctica. Sólo al final de la Ronda Uruguay, más de
cuarenta años después, se creó la Organización Mundial del
Comercio, la cual se encuentra hoy, sin embargo, sometida
a múltiples y agudas controversias.
El hecho de que la integración sea restringida o
     parcial supone una contradicción intrínseca, es de-
     cir, un principio de discriminación, lo que se quiere
     evitar (véase recuadro). Desde el punto de vista de la
     economía mundial, es evidente que toda integración
     regional implica edificar o consolidar un conjunto de
     barreras con respecto a los países restantes, o sea, lo
     contrario al propósito de la integración en general.
     Incluso en su forma más simple, la reducción de los
     impuestos a la importación (aranceles) para ciertos
     productos entre dos o más países; en este caso es
     claro que, al no extenderse a los demás este bene-
     ficio, el comercio se desviará hacia los que hacen el
     acuerdo. En la literatura económica se conoce como
     efecto de “desviación del comercio”.

         Del problema se habla desde hace mucho tiempo.
     En sus orígenes, tuvo que ver con el colonialismo y ya
     en la segunda mitad del siglo pasado se planteó en
     los términos actuales, a propósito de la proyección
     del Gatt. La solución adoptada, como excepción en
     sus mismos principios (artículo XXIV), fue considerar
     el resultado neto, es decir, la diferencia entre el in-
     cremento del comercio entre los países integrados y
     la desviación que se acaba de explicar, producida por
     el acuerdo. Se admite la integración si la diferencia es


32   [ Integratemas 5 ] Ni lo uno ni lo otro: integración y desarrollo
FRENTE A LA INTEGRACIÓN PARCIAL
El Gatt surgió como una reacción contra la proliferación de
acuerdos comerciales preferentes del período entregue-
rras. El propósito era conseguir una reducción gradual de
los aranceles, que se iría generalizando según el principio
de Nación más favorecida (NMF), es decir, que la reducción
otorgada a un país se aplicaría a todos los demás. Así, el
criterio adoptado fue el de la reciprocidad y se desechó,
en contra del parecer de Estados Unidos, el de equilibrio
de las balanzas de pagos, que algunos propusieron en va-
no. Aunque, por cierto, el Gatt fue al principio un acuerdo
también parcial (sólo de 23 países).




positiva. El problema consiste en que es muy difícil
calcular de antemano esta diferencia; incluso, una
vez adelantada la integración se han dado muchas
controversias sobre las cifras.

    Además, las integraciones suelen ir más allá de
las reducciones arancelarias; la forma de Unión Adua-
nera implica por ejemplo adoptar un arancel externo
común. Queda solamente la idea de que, en perspec-
tiva, la liberalización del comercio, así sea parcial,
es mejor que nada.


                                        Auge y decadencia de un ideal     33
De todas maneras, la solución no se adoptó pro-
                           piamente por su solidez técnica. Estaba en camino la
                           Unión Europea, considerada hoy el caso emblemático
                           de integración y ejemplo para todos los demás. No es
                           un secreto que, a cambio de las ventajas obtenidas
                           por la única potencia indemne, Estados Unidos, el
                           acuerdo entre los vencedores de la Segunda Guerra
                           implicó un apoyo a la reconstrucción europea, en la
                           que lo más importante era más que la infraestructura
                           física, la reconstrucción de las relaciones económicas
                           entre Alemania y Francia (véase recuadro). En conse-
                           cuencia, a pesar de que el Gatt, como las instituciones
                           de Bretton Woods, fue un diseño estadounidense,
                           tuvo que consagrar, por su propio interés, una excep-
                           ción que garantizara la estabilidad ulterior del mundo
                           capitalista. Una excepción enteramente política. No
                           era, como es lógico, el caso de Latinoamérica.
¿EN EUROPA DESDE CUANDO?




                                  El Tratado de Roma, padre de la Comunidad Económica
                                  Europea, se firmó en 1957 entre seis socios: la República
                                  Federal de Alemania, RFA; Francia, Italia y los miembros de
                                  Benelux. Pero tenía el antecedente, desde hacía varios años,
                                  de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero.



        34                 [ Integratemas 5 ] Ni lo uno ni lo otro: integración y desarrollo
SISTEMA BRETÓN WOODS
En julio de 1944, 44 países se reunieron en la ciudad esta-
dounidense de Bretton Woods, New Hampshire, para es-
tablecer el sistema monetario internacional de posguerra.
Aunque aparentemente era una conferencia de las Naciones
Unidas, estuvo controlada y dirigida por Estados Unidos.
Esta reunión dio origen al Fondo Monetario Internacional y
al Banco Mundial. También a partir de entonces comenzó
a usarse el dólar como moneda internacional.




Nacimiento de una ilusión
Como se dijo antes, a finales de los años cincuen-
ta hubo una situación política que posibilitaba la
discusión de un proyecto de integración. En 1955,
un golpe militar derrocaba el gobierno de Perón,
quien había practicado una política nacionalista,
hasta el punto de rechazar su vinculación al Gatt y
encabezar la oposición a la Carta de la Habana. En
cambio, defendía el derecho a establecer acuerdos
preferenciales de comercio entre los países latinoa-
mericanos. Estos acuerdos, junto con otros arreglos
bilaterales, existían entre Brasil, Argentina, Uruguay


                                        Auge y decadencia de un ideal     35
y Chile y cumplieron un papel importante desde los
      años treinta, pero en ese momento tendían a perder
      eficacia.

          Una razón de esa pérdida de eficacia fue el propio
      Gatt, en el que eran miembros fundadores Brasil y
      Chile. Luego se vincularon los demás países latinoa-
      mericanos, comenzando con Uruguay (1949) y Perú
      (1950), aunque Argentina sólo lo hizo en 1967. Pues
      bien, en el Gatt, estos acuerdos se aceptaron inicial-
      mente como excepciones, pero con la desgravación
      generalizada se reducían los márgenes de preferencia.
      Otra razón fue la pérdida progresiva de importancia
      del comercio intrarregional (en el total, a partir de
      1953 y en términos absolutos, desde 1955), al tiempo
      que crecían las importaciones desde otras regiones.
      Como si fuera poco, la tasa de crecimiento de las
      exportaciones totales comenzó a declinar después
      del fin de la guerra de Corea, que antes las había
      propulsado1.

          En estas circunstancias, y ya reemplazado Perón,
      los gobiernos del Cono Sur se vieron obligados a
      buscar un sustituto para los esquemas de preferen-


      1	 Consultar, por ejemplo, Tussie (1988).



36    [ Integratemas 5 ] Ni lo uno ni lo otro: integración y desarrollo

     La historia de la Alalc describe los problemas a los que se
cias arancelarias, con miras a preservar el comercio
  intrarregional y encontraron una posibilidad en la
  fórmula de la integración ampliamente ilustrada con
  el avance de Europa. Cabía allí, en consecuencia,
  el enfoque de la Cepal, que adelantaba una sólida
  crítica al funcionamiento del comercio mundial.

      La idea no era enteramente novedosa. El propio
  Perón había considerado que los acuerdos preferen-
  ciales eran justamente el camino para llegar a una
  Unión Aduanera Latinoamericana y ello no estaba
  lejos de las elaboraciones de la Cepal. Sin embargo,
  ahora se trataba más bien de encontrarles una alter-
  nativa en una vía diferente, dentro de lo aceptado
  por el artículo XXIV del Gatt; la posición política de
  los gobiernos no permitía ir más allá. Hay en ello
  una paradoja: si bien existía una oportunidad para
  recoger la antigua sugerencia de la Cepal, al mismo
  tiempo se levantaba una resistencia a aplicar sus
  recomendaciones. Esta tensión fue la que marcó el
  surgimiento de la Asociación Latinoamericana de
  Libre Comercio, Alalc, con el Tratado de Montevideo
  en 1960, como se verá en seguida.

      Cabe mencionar el hecho de que en contra de
  la opción regional marchaba además la tendencia


                                   Auge y decadencia de un ideal   37

enfrenta cualquier propuesta de integración regional.
de buscar cada país individualmente el acceso a los
     mercados del norte. Había, para estos gobiernos,
     otra tentación, la que dio finalmente al traste con la
     Alalc: la oferta de un Sistema General de Preferencias
     por parte de los países desarrollados. Los países de
     menor desarrollo venían peleándola en el Gatt hasta
     obtenerla parcialmente después de la primera reunión
     de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el
     Comercio y el Desarrollo, Unctad (1967) (véase re-
     cuadro). Esta medida, favorable a los países menos
     desarrollados, implicaba dos excepciones. Una, al
     principio de reciprocidad, porque se promovían re-
     ducciones arancelarias para los bienes primarios por
     parte de los desarrollados sin ninguna clase de com-
     pensaciones equivalentes y otra al principio de NMF
     porque en el caso de los manufacturados los países
     desarrollados no tendrían que otorgar la reducción
     a otros países. En realidad sólo operó y ha operado
     parcialmente en la forma de programas selectivos
     otorgados por los países desarrollados en la tónica
     de la tradicional política de Europa frente a sus an-
     tiguas colonias (véase Moncayo, 2003).




38   [ Integratemas 5 ] Ni lo uno ni lo otro: integración y desarrollo
PARA NO DESCUIDAR EL DESARROLLO
Unctad es la sigla de United Nations Conference on Trade
and Development (en español, Conferencia de las Naciones
Unidas sobre el Comercio y el Desarrollo). La Unctad se creó
en cierto modo para compensar el hecho de que, hundida la
propuesta de la Organización Internacional de Comercio, OIC,
el instrumento provisional del Gatt adquiría permanencia,
sin ocuparse del tema, en ese entonces fundamental, del
desarrollo.




Contenido de la integración:
primera derrota de la Cepal
La historia de la Alalc describe perfectamente los
problemas a los que se enfrenta cualquier propuesta
de integración regional. Problemas no resueltos aún
y ni siquiera planteados en los últimos tiempos.

    Para empezar, es claro que la iniciativa provenía
de los países meridionales, especialmente Brasil y
Argentina, los más avanzados. Si bien la Asociación
se dejaba abierta (poco a poco se vincularon otros,
incluidos algunos de menor desarrollo), fue siempre
una solución, sin duda limitada, para sus promotores,
mientras crecía la insatisfacción de los demás. No


                                         Auge y decadencia de un ideal     39
sobra advertir que Centroamérica quedó por fuera
     y adelantó simultáneamente su propio proceso de
     integración.

         Este rasgo se liga estrechamente al tratamiento
     de las diferencias de desarrollo (asimetrías, en el len-
     guaje actual), que se redujo a la posibilidad de hacer
     concesiones especiales, mientras que en la propuesta
     original de la Cepal, era un centro del proyecto. Y
     era lógico en la fórmula adoptada, la de una zona
     de libre comercio; la de la Cepal era la de una zona
     preferencial de comercio. Sólo de manera retórica
     quedó el propósito de avanzar hacia un mercado
     común (véanse recuadro y glosario).

         La diferencia entre estas fórmulas es significativa.
     En el enfoque de la Cepal, el hecho de abarcar Latino-
     américa con toda su heterogeneidad sólo permitía, a
     su juicio, una propuesta flexible. Esta partía de una
     etapa experimental de diez años, en la que, mediante
     negociaciones producto por producto, se buscaría so-
     lamente una reducción del nivel promedio arancelario,
     es decir, al admitir que los países más débiles pudieran
     mantener significativos grados de protección. En otras
     palabras, la heterogeneidad era el punto de partida y
     no una corrección a posteriori y por ello se adoptaba


40   [ Integratemas 5 ] Ni lo uno ni lo otro: integración y desarrollo
En general, los procesos de integración económica deben




                                                                           GRADOS DE LA INTEGRACION
diferenciarse a partir de los objetivos que se plantean en el
momento de constituirse y de los fines que persiguen. Según
el grado de compromiso de los países, se pueden identificar
diferentes esquemas de integración que se califican como
fases del proceso que conducen a un último estadio en el
que cada unidad nacional debe demostrar que posee un alto
grado de compromiso y una inmensa madurez política y eco-
nómica. En seguida se muestran los grados de integración,
de menor a mayor compromiso, y por objetivos.
 n	Zona    de libre comercio (ALC)
 n	Unión    aduanera (UA) = ALC + Arancel externo común
 n	Mercado     común (MC) = UA + armonización de políti-	
 	 cas económicas
 n	Comunidad    económica = MC + unificación de políticas +
 	 4 liberaciones (bienes, servicios, capitales y mano de 		
 	 obra).




una clasificación en tres tipos de bienes y tres tipos
de países. Llama la atención la inclusión de los paí-
ses intermedios, caracterizados más que por su bajo
desarrollo, por su mercado insuficiente2.

2	 Véase Salgado (1979). En adelante se hará referencia a muchas
   de sus excelentes consideraciones.



                                           Auge y decadencia de un ideal     41
El tratamiento preferencial, en consecuencia,
     además de afectar el principio de reciprocidad en
     el ámbito arancelario, incidía en la aplicación del
     principio de Nación más favorecida. Esto en razón
     de que mediante concesiones es posible que una
     reducción otorgada a un país ‘débil’ no tenga que
     generalizarse a otros. En la etapa experimental, el
     esquema y la sugerencia de adelantar los acuerdos
     complementarios en materia de nuevas industrias o
     racionalización de las existentes crearían las condi-
     ciones para pasar a una etapa de integración más
     profunda. Pero la propuesta se rechazó.

         Sería muy extenso y prolijo detallar la propuesta
     de la Cepal. Pero la verdad es que son ostensibles sus
     diferencias con el esquema finalmente adoptado en
     el Tratado de Montevideo. Si bien la Cepal adoptaba
     el principio de libre competencia y la especialización
     que él conllevaría en la integración (curiosamente,
     puesto que lo negaba en el comercio mundial), no
     era ese el punto de partida. En cambio, la Alalc
     terminó basándose en dicho principio. Se reducía a
     un programa de liberalización progresiva y genera-
     lizada del comercio, con la aspiración de conseguir
     en diez años (después doce) la liberalización plena
     de lo esencial del intercambio. Cumplido el plazo, y


42   [ Integratemas 5 ] Ni lo uno ni lo otro: integración y desarrollo
con el programa estancado, muy lejos estaba de la
meta. Y aunque aceptó las concesiones especiales,
en realidad muy poco se pusieron en práctica.


El tono de la negociación

En síntesis, la Alalc, además de reflejar la concepción
ortodoxa del comercio, se adaptaba a lo previsto por
el Gatt: liberalización en un espacio geográfico para
converger con la liberalización mundial en marcha.
Aquí podríamos preguntarnos, de una vez, si eso es
integración. Sin duda, fue un resultado de la con-
frontación de intereses políticos.

    Las negociaciones no fueron, en realidad, tan
arduas. La Cepal venía trabajando en el asunto des-
de 1956, con ocasión de la primera sesión de su
Comité de Comercio y luego, en 1958, en un grupo
de trabajo especial. Empero, en ese mismo año se
adelantó una reunión de consulta con expertos de
Argentina, Brasil, Chile y Uruguay y allí se elaboró un
Proyecto de Acuerdo de Zona de Libre Comercio para
esos países, en principio. Ese fue el que finalmente
se impuso, con algunas variaciones y dándole un
carácter abierto a otros, en el Tratado de Montevideo
(18 de febrero de 1960).


                                  Auge y decadencia de un ideal   43
Era el enfoque del Gatt y así lo advirtió su repre-
           sentante: “en el establecimiento de arreglos prefe-
           renciales es necesario garantizar que los intereses
           de terceros países no sean lesionados y que tales
           arreglos se utilicen en una primera etapa, porque
           siempre la meta final debe ser el mercado compe-
           titivo sin limitaciones (citado por Salgado, 1979).
           Y más agresivamente, el representante de Estados
           Unidos, quien asistía, y habría que preguntarse por
           qué, a la segunda sesión del Comité de Comercio: “La
           creación de un nivel indeterminado de preferencias,
           sin un compromiso de proseguir la formación de la
           zona de libre comercio, sería susceptible de producir
           un elevado grado de incertidumbre”. Ya en tono de
           amenaza lo había expresado, en 1958, el embajador
           estadounidense en Brasil: “[La iniciativa] sería bien
           recibida por los Estados Unidos, siempre que tales
           arreglos se ajusten a las normas establecidas en el
           artículo 24 del Gatt (véase Salgado, 1979). Todo esta-
           ba dicho; la Cepal, en realidad, no entró en combate
           y su propuesta hizo mutis por el foro.




44         [ Integratemas 5 ] Ni lo uno ni lo otro: integración y desarrollo

     El problema principal de la integración es la heterogeneidad,
El verdadero problema
  de toda integración
  Las presiones internacionales, sin embargo, fueron
  tan efectivas porque entraban en concordancia con
  los intereses representados por los gobiernos, entre
  ellos, los más poderosos. La modalidad adoptada
  (zona de libre comercio) correspondía, en cierto mo-
  do, al predominio de Brasil y Argentina. Obsérvese
  que Uruguay y Chile respaldaron desde el principio
  la propuesta, a pesar de su condición desventajosa,
  pero unos años después solicitaron tratamiento es-
  pecial en la Alalc.

      La diferencia entre zona preferencial y zona de
  libre comercio no es puramente técnica. En esta úl-
  tima, la lógica de la liberación comercial lleva ne-
  cesariamente a que los beneficios de la pretendida
  integración se concentren en los países de mayor
  nivel de industrialización (véase recuadro). Esto es
  claro, aun desde el punto de vista teórico: antes se
  habló de la diferencia entre creación y desviación
  de comercio, para justificar la integración regional.
  Debe observarse, sin embargo, que la creación de
  comercio supone, por ejemplo entre dos países, que
  el más eficiente aprovecha la reducción del arancel
  para exportar al otro determinado producto, no só-


                                  Auge y decadencia de un ideal   45

ya que se trata Estados más o menos soberanos.
46   [ Integratemas 5 ] Ni lo uno ni lo otro: integración y desarrollo
lo sustituyendo la importación de terceros, sino la
propia producción del segundo, menos eficiente. Es
decir, la plena operación de la ley de las ventajas
comparativas. El primero, además, ante la perspectiva
de un mercado ampliado, puede avanzar en econo-
mías de escala y ofrecer el producto a un precio aún
mucho menor.

    Así, el efecto es positivo para la región tomada en
conjunto, pero no para todos y cada uno de los países,
a menos que, en nuestro ejemplo, el segundo tenga otro
producto para el cual se produce el mismo fenómeno,
en sentido inverso. O que los efectos económicos y so-
ciales en uno y otro sean equivalentes. En la práctica,
esto casi nunca ocurre; el segundo país pierde. Se com-
prenderá fácilmente que si se tienen tres o más países
y una gama suficientemente amplia de productos, la
complejidad hace imposible un equilibrio.

    El proceso que sigue a la liberalización comercial
no es, pues, neutro. Por eso, en aras de la equidad,
es indispensable estructurar un conjunto de preferen-
cias desiguales, así parezca dispendioso, con el fin de
atender las necesidades dispares de desarrollo entre
los participantes. Y un conjunto de medidas y políticas
complementarias. Más aún si se tiene en cuenta la rela-


                                  Auge y decadencia de un ideal   47
Homogeneidad versus heterogeneidad
EN CENTROAMÉRICA


                         En una región donde hay menor heterogeneidad y menor
                         nivel de desarrollo, como es Centroamérica, la integración
                         tiene mayores posibilidades de ser exitosa, por lo menos
                         hasta llegar a las puertas de una verdadera industrial-
                         ización. –Significativamente, allí la Cepal sí propuso una
                         zona de libre comercio.– En ese punto, la única alternativa
                         es la programación, esto es, la racionalización de la asig-
                         nación de recursos de manera consciente y deliberada.
                         Fue entonces cuando el proyecto centroamericano entró
                         en decadencia.




                   ción con los terceros; el arancel externo común (unión
                   aduanera), por ejemplo, va encaminado a impedir que
                   el país que tenga menor arancel con ellos simplemente
                   lo importe y lo reexporte a sus socios.

                      En consecuencia, el problema principal de cual-
                   quier integración es la heterogeneidad, ya que es-
                   tamos hablando de Estados nacionales más o menos
                   soberanos. No gratuitamente la propuesta siempre
                   suele estar rodeada de altisonantes declaraciones
                   sobre la hermandad, “los lazos que nos unen” y los
                   rasgos en común.


       48          [ Integratemas 5 ] Ni lo uno ni lo otro: integración y desarrollo
Las diferencias de naturaleza económica cuentan
mucho en la medida en que definen las aspiracio-
nes de los actores. Aquí es importante considerar
que esto trata algo más que el nivel de desarrollo:
aborda el grado y tipo de industrialización; en los
países de la periferia suele ser mucho más acen-
tuada la heterogeneidad que entre los países del
centro. Otras diferencias se refieren a la estructura
socioeconómica, los problemas fundamentales que
deben afrontar y, por tanto, las políticas económi-
cas, que deberían modificarse y, en el mejor de los
casos, armonizarse.

    Pero la heterogeneidad va más allá de lo que se
conoce como dimensión económica: toca diversos
aspectos que no se pueden subestimar. Puede refe-
rirse a la diferencia de sistemas políticos, aunque
es algo que hoy se deja de lado. Es claro que para
un país socialista (o mejor, estatista) las desgrava-
ciones no tendrían ningún efecto sobre los flujos
de comercio. Un fenómeno equivalente sería el de
radicales diferencias de orientación política o dispu-
tas, por ejemplo por límites, a veces acompañadas
de enfrentamientos. Todo ello dificultaría cualquier
negociación.



                                 Auge y decadencia de un ideal   49
Modalidades de Heterogeneidad

     Una clasificación de los objetivos principales de una
     integración, que a su vez ilustra sobre las motivacio-
     nes de los actores involucrados, resulta de utilidad
     para entender mejor el asunto. Puede hablarse de
     cuatro objetivos principales (Salgado, 1979):
         n	Desarrollo y cambio de la estructura industrial
           y progreso tecnológico.
         n	Expansión del comercio y mejor aprovecha-

           miento de las capacidades productivas exis-
           tentes.
         n	Aumento de la capacidad de negociación con

           terceros.
         n	Mejoramiento de las relaciones políticas entre

           los Estados.
         En un caso determinado, pueden perseguirse los
     cuatro objetivos; por consiguiente, lo que impor-
     ta es el tipo de combinación y el énfasis relativo.
     Los dos últimos influyen en la decisión inicial, en
     cambio los primeros definen los objetivos concretos
     y las modalidades de la integración. Es allí donde
     entra en juego la heterogeneidad. Lógicamente, los
     países de menor desarrollo estarán interesados en el
     primero. La integración se considera como un cami-


50   [ Integratemas 5 ] Ni lo uno ni lo otro: integración y desarrollo
no para producir un cambio estructural y definir un
patrón de industrialización; de ahí la importancia de
los esquemas de preferencias, del papel del órgano
supranacional y aun de la programación industrial.
En cambio, a los países de mayor industrialización
es interesa simplemente la ampliación del mercado
–el segundo objetivo-- y se encuentran mejor ser-
vidos por una forma de liberalización comercial. Se
refuerza así, vía mercado, el patrón de especializa-
ción preexistente.

    Es a esta última a la que se llama, curiosamente,
integración más profunda, por aquello de la elimi-
nación completa de las barreras comerciales. Desde
otro punto de vista podría decirse, más bien, que la
verdadera integración se da cuando predominan los
rasgos de cooperación. En el plano político e ins-
titucional, la llamada integración profunda supone,
para materializarse, la imposición de los más fuertes,
mientras que la segunda opción implica un espacio
más horizontal de negociación y una superestructura
concertada, con mayor poder de intervención.




                                 Auge y decadencia de un ideal   51
Conclusión: genio y figura
     de los protagonistas
     Fácil es percatarse de que lo anterior se puso de ma-
     nifiesto en el diseño de la Alalc. Basta recordar la
     historia que se relató anteriormente. Las motivaciones
     propiamente políticas sólo influyeron débilmente en
     el cuarto objetivo, aunque quizás podría mencionarse
     la consolidación de las relaciones Brasil-Argentina,
     luego de los cambios en este último país. Pero vale
     la pena anotar algo en relación con el tercero. De
     acuerdo con su crítica al funcionamiento del comercio
     internacional, la Cepal sí había colocado este objetivo
     entre los principales y así lo reiteró en 1965:
         Es difícil concebir una solución de esta naturaleza [ex-
         pandir el comercio y establecer una estructura productiva
         diversificada] si cada uno de los países latinoamericanos,
         sin excluir a los más avanzados de la región, se enfrenta
         inerme a los poderosos países industrializados y a los
         más poderosos bloques regionales y políticos que entre
         ellos han constituido (…). No queda, en consecuencia,
         otro camino que el de establecer un proceso gradual de
         integración que lleve a una unión económica de los países
         latinoamericanos (Cepal, 1965).

         No obstante, este objetivo, además de abando-
     narse prematuramente, se transformó en su contrario,
     al colocar la Alalc en el camino de lo previsto por


52   [ Integratemas 5 ] Ni lo uno ni lo otro: integración y desarrollo
el Gatt. Contundente había sido la advertencia de
Estados Unidos. Pero también existía una limitación
estructural, que ya se encontraba interiorizada en
los dirigentes de los países: la dependencia. A pesar
de todo, era indispensable incrementar el poder de
compra para los bienes de capital (y muchos inter-
medios), producidos en el centro, indispensables en
los procesos productivos. A falta de otras políticas
domésticas y externas, la integración, insuficiente
para romper la dependencia, no podía menos que
apuntalarla. De hecho, tenía las condiciones para
facilitar la operación de las grandes empresas multi-
nacionales en el mercado ampliado, cosa que hasta la
Cepal, concentrada en el tema del comercio exterior,
había subestimado3. Se hubiera necesitado, pues, una
iniciativa política mucho más radical.

    En cuanto a los objetivos económicos (los dos
primeros), se identificará el predominio del segundo,
si se recuerda la fórmula adoptada. Ahora bien, si los
convertimos en criterio de evaluación, no podría sor-
prendernos el hecho de no haberse producido ningún


3	 En los años setenta, el Grupo Andino entró en crisis (salida de
   Chile), a propósito de las normas de control del capital extranjero;
   sólo sobrevivió, unos años más, modificándolas.



                                           Auge y decadencia de un ideal   53
cambio estructural (primer objetivo). En cambio, sí
     llama la atención el pobre resultado en lo referente a
     la ampliación del mercado (segundo). Si bien aumen-
     tó el comercio intrarregional, la Alalc no representó
     una verdadera salida para la acumulación de capital
     en los países más avanzados. Si acaso contribuyó a
     recuperar los flujos de comercio en el Cono Sur.


     El desenlace

     Al comenzar los años setenta, los problemas eran
     todavía más graves. Se había llegado a una nueva
     fase de dependencia tecnológica y financiera, carac-
     terizada por la presencia de las grandes corporaciones
     multinacionales. El caso de Brasil ilustra muy bien
     la sobre-expansión en curso del sector financiero,
     sin incremento en la tasa de ahorro interno y en
     la inversión productiva, que se asociaría luego con
     procesos de inflación (Tavares, 1979)4. Como era
     previsible, el programa de liberación se estancó. A
     manera de respuesta, los países andinos iniciaron


     4	 Llama la atención que Maria Conceiçao Tavares no le atribuye
        ningún papel a la expansión del mercado regional al examinar la
        expansión brasileña, que, de todas maneras, se registró en los
        sesenta.



54   [ Integratemas 5 ] Ni lo uno ni lo otro: integración y desarrollo
PACTO ANDINO: EXCELENTE INSUMO PARA HOY
El impulso a una integración de la región andina respondió
a varias situaciones, entre ellas, al nulo tratamiento de la
heterogeneidad en la Alalc. Por eso puede considerarse un
estudio de caso de excelente utilidad para las discusiones
actuales. Se suponía que la integración tendría mayor fac-
tibilidad a escala subrregional al existir un nivel similar de
desarrollo entre los países (relativamente menor en Bolivia
y Ecuador). Aun así, se planteaba un esquema de superior
complejidad, incluidas modalidades de programación indus-
trial y armonización de políticas. La literatura al respecto
es extensa. Un análisis detallado se encuentra en Garay
(1979) y en Garay y Pizano (1979).




en 1969 una dinámica de integración subrregional
(véase recuadro).

    En síntesis, diez años después nadie se atrevía
a afirmar que la Alalc era un proceso de integración
y menos, a aludir a su ideal, la Comunidad Econó-
mica Europea. En 1980, la sustituye la Asociación
Latinoamericana de Integración (Aladi), un simple
marco para adelantar negociaciones bilaterales y
plurilaterales.


                                          Auge y decadencia de un ideal         55
La experiencia había dejado no pocas lecciones.
     El propio Celso Furtado, en un texto escrito original-
     mente en 1969, pero revisado en 1976 advertía:

         Los esquemas que se limitan a la liberalización del co-
         mercio (...) pueden tener significación en casos particu-
         lares (…). Tratándose de países que ya avanzaron mucho
         en la industrialización con orientación preferentemente
         autárquica, como son los casos de la Argentina y el Bra-
         sil, y países con grandes disparidades en sus grados de
         desarrollo, esos esquemas en sí mismos son de escaso
         valor (…) Actualmente se admite como más o menos
         evidente, que lejos de ser una simple cuestión de libera-
         lización del comercio, el verdadero problema consiste en
         promover la creación progresiva de un sistema económico
         regional (…).

         Para concluir, apartándose por completo de la de-
     finición clásica de integración, anota lo siguiente:

         En síntesis, el problema es mucho menos de formación de
         un espacio económico unificado mediante una movilidad
         progresiva de productos y factores de producción (…) que
         de reorientación del desarrollo en el plano nacional hacia
         una articulación creciente de las economías nacionales
         en un todo coherente (Furtado, 1983).

         El autor no oculta su escepticismo, en vista de
     las enormes dificultades. La marcha hacia un nuevo


56   [ Integratemas 5 ] Ni lo uno ni lo otro: integración y desarrollo
integracionismo supondría una doble transformación:
la redefinición frente a los polos internacionales de
poder, particularmente Estados Unidos, y el cambio
sociopolítico en el plano nacional:
   Esa evolución requiere, para poder vencer las suspicacias
   de países con una larga historia de dependencia exterior,
   una clara definición de los objetivos del desarrollo en el
   plano nacional. Es a partir de esos objetivos que será
   posible definir los sectores de actividad en que los bene-
   ficios de la integración (…) son indiscutibles y pueden
   ser captados y repartidos entre el conjunto de las partes
   interesadas (Furtado, 1983).

    La importancia de esta conclusión rebasa los lin-
deros del tema considerado. Furtado aborda aquí,
críticamente, el pecado original del pensamiento de
la Cepal: la subestimación de la política. Es insufi-
ciente, en efecto, postular la intervención del Esta-
do para corregir las fallas del mercado, en el plano
internacional y en el ámbito nacional. Es cuestión
de relaciones de poder; de quién se representa en
el Estado, o en los Estados, y por lo tanto de cómo
cambiar dichas relaciones de poder.




                                     Auge y decadencia de un ideal   57
CAPÍTULO 2
Renunciación



    Los pasados años ochenta se conocen
    en América Latina como la década
    perdida. Los países de la región sólo
    atinaban a enfrentar la crisis de
    la deuda externa con las políticas
    de ajuste impuestas por la banca
    multilateral. La Cepal se sumió en
    el silencio y una nueva corriente
    intelectual comenzó a imponerse.
P
                            ocas oportunidades tuvieron en
                            los años ochenta los países de
                            América Latina para retomar el
                     tema de la integración, ya bastante su-
                     bestimado por las dictaduras militares o
                     por las ‘democracias restringidas’, a las
                     que, sin embargo, las unía una misma
                     concepción política. La cuestión del de-
                     sarrollo, patrimonio del tercermundismo
                     burgués, cedía su lugar a un supuesto
                     retorno a la ortodoxia liberal, que eli-
                     minaba toda crítica al funcionamiento
                     del comercio internacional. Al final de
                     la década, las élites latinoamericanas
                     adoptarían, en materia económica, el
                     dogma acuñado en el famoso Consenso
                     de Washington (véase recuadro).


                     Desventuras de un
                     pensamiento débil
                     La Cepal elaboró un documento y lo
                     publicó en 1990 como la grande y nue-
                     va orientación para el siguiente dece-
                     nio y en adelante. En él se expresó un


60   [ Integratemas 5 ] Ni lo uno ni lo otro: integración y desarrollo
El concepto de Consenso de Washington se creó en 1989.




                                                                        CONSENSO DE WASHINGTON
Se refiere al fundamento político económico de la muy
discutida política de ajuste estructural que impusieron las
instituciones de Bretón Woods. Quería expresar el con-
senso en política económica al que llegó la elite financiera
económico-política de Washington y los gobiernos de otros
países industrializados, como reacción a la crisis de deuda
de los años ochenta. Contiene diez ‘recomendaciones polí-
ticas’ para que los países endeudados superaran la crisis
de deuda: logro de control fiscal mediante reducción del
gasto público, reestructuración del gasto público, favore-
ciendo los servicios de salud, educación e infraestructura;
reforma fiscal en función de disminuir la progresión y
ampliar de la base impositiva, liberalización de las tasas de
interés y tipo de cambio libre y determinado por el mer-
cado, liberalización de las importaciones, liberalización de
la inversión extranjera directa, privatización, desregulación
y garantía de los derechos de propiedad..

Tomado de http://abcdelaglobalizacion.org/?q=es/node/1




sorprendente y radical cambio en el enfoque sobre
la integración latinoamericana. Corresponde a una
transformación de su pensamiento, así en sus con-
tenidos como en el tono de sus expresiones y, tal


                                                         Renunciación     61
vez, sobre todo, en este último: dubitativo, buscan-
          do siempre el justo medio, como reconociendo una
          culpa (la sustitución de importaciones), que hoy
          sabemos no podía atribuírsele del todo. Incluso, si
          así lo fuera, ya estuviera expiada, pues había perdido
          por completo su influencia sobre las capas dirigentes
          de todos los países.

              Tras un lenguaje que retoma la mayoría de los
          términos y conceptos acuñados en cuarenta años
          de estudios, se esconde el abandono de un supuesto
          fundamental de todos sus diagnósticos y propues-
          tas: el desequilibrio externo y por tanto la noción
          de estrangulamiento externo. El punto de partida
          se componía ahora de la crisis de los años ochenta
          –curiosamente ajena a esta realidad inocultable– y
          las ruinas que ella había dejado:

              los países de la región inician el decenio de 1990 con
              el peso de la inercia recesiva de los años ochenta, con
              el pasivo que significa su deuda externa, y la presencia
              de una fundamental inadecuación entre las estructuras
              de la demanda internacional y la composición de las ex-
              portaciones latinoamericanas y caribeñas. Además, se
              arrastra una serie de insuficiencias importantes, entre las
              cuales se destacan los desequilibrios macroeconómicos
              no resueltos, la creciente obsolescencia de la planta de
              capital e infraestructura física (asociada a niveles de in-



62        [ Integratemas 5 ] Ni lo uno ni lo otro: integración y desarrollo

     Pocas oportunidades tuvo en los ochenta Latinoamérica
versión deprimidos), una distancia cada vez mayor entre
     los intensos cambios tecnológicos que se están dando
     en el mundo y su aplicación en la región, el desgaste de
     la capacidad financiera y de gestión de los gobiernos, la
     frustración de un numero ascendente de personas que
     busca incorporarse al mercado de trabajo, el mal aprove-
     chamiento de los recursos naturales y la depredación de
     estos y el medio ambiente (Cepal, 1990).

      Este resultado, según la Cepal, habría dejado lec-
  ciones que debían considerarse para formular nue-
  vas propuestas. Pero dichas lecciones, al parecer, se
  limitarían a errores de política económica producto
  de confusiones. Pero se ignoró un hecho fundamen-
  tal: la crisis y el retroceso subsiguiente no eran más
  que el reverso del tipo de expansión que se había
  conseguido en el decenio anterior. Sólo que cuando
  se dio esta última, había servido únicamente pa-
  ra poner en duda el inevitable estancamiento, una
  consecuencia extrema que algunos equivocadamente
  habían extraído de la teoría de la dependencia. En
  otras palabras, la Cepal fue incapaz de comprender
  la crisis, justamente porque, ante la expansión, en-
  mendó su teoría en un sentido equivocado.

     En efecto, si bien el estrangulamiento externo no
  conllevaba un apocalíptico final, la continuidad de


                                                    Renunciación   63

para retomar el tema de la integración.
la acumulación de capital suponía nuevas formas de
     estrangulamiento y no su desaparición. El análisis
     debió profundizar en el conjunto de problemas que
     se agrupan en la cuestión del “financiamiento del
     desarrollo”, como lo indicó María Conceiçao Tavares,
     aludiendo a las nuevas formas de la dependencia. Se
     habría entendido el crecimiento de la deuda externa
     y, por lo tanto, la crisis. Y, sobre todo, que la ruina
     descrita se debía no solamente a ésta, sino princi-
     palmente al ajuste que impusieron los organismos
     internacionales a los países de América Latina, en
     beneficio de los acreedores y los países desarrollados
     del centro. En consecuencia, se habría entendido que,
     frente al ajuste brutal, existían opciones alternativas,
     que reconocían la estrecha relación entre deuda y
     comercio, tal como se propuso en su momento (véase
     recuadro).

         Por el contrario, la Cepal de fines de siglo, si
     bien reconoce los desastres del ajuste, no lo toma
     como lo que fue, una opción interesada, sino como
     algo impersonal e inevitable. La suya es una actitud
     de extrema gravedad, porque termina justificándolo
     como el resultado de anteriores políticas erróneas.
     Y lo que es peor, no distingue entre el agotamien-
     to del modelo, eventualmente su propia política de


64   [ Integratemas 5 ] Ni lo uno ni lo otro: integración y desarrollo
Por la misma época de la crisis de la deuda, los países




                                                                      ALTERNATIVAS AL AJUSTE
desarrollados enfrentaban un momento difícil de su comer-
cio exterior. La situación tendía a agravarse: los países en
desarrollo necesitaban economizar las divisas destinadas al
servicio de la deuda y eso los obligaba a aplicar restricciones
a las importaciones: “La crisis de la deuda externa de los
países en desarrollo y, en particular, de los latinoameri-
canos, ha generado efectos de reducción del comercio de
exportación de los países industrializados” (Sela, 1988).

En 1984, comienza la Ronda Uruguay del Gatt, encaminada
una vez más a la liberación comercial. El éxito de esta Ronda
permitiría una solución a la deuda, al abrir el comercio para
los países en desarrollo y, recíprocamente, esa solución
contribuiría al éxito de la Ronda. Pero los países desarrolla-
dos eran reacios a avanzar en ese sentido. Por el contrario,
practicaban el proteccionismo bajo la forma de acuerdos
regionales en lo que entonces se llamó regionalismo:

    En consecuencia, existe una relación entre las presiones pro-
    teccionistas que se manifiestan en los países industrializados,
    en especial, pero no exclusivamente, en los Estados Unidos,
    y el problema del endeudamiento externo de los países de
    América Latina (Sela, 1988).

Así, entonces, aunque había alternativas, la solución adopta-
da por los países desarrollados fue incluir en los programas
de ajuste de los países endeudados, medidas draconianas
de apertura comercial, a su favor, naturalmente.
desarrollo, y las políticas que acompañaron después
     la orgía de endeudamiento externo y atracción in-
     discriminada de inversión extranjera. Estas últimas
     políticas habría que ubicarlas en la lógica de las
     clases dominantes dependientes; casi todas expresa-
     das en abominables y corruptas dictaduras militares
     (Moncayo, 2003).
        El esfuerzo por extraer lecciones la lleva sim-
     plemente a adoptar, apenas con matices, el credo
     neoliberal:
         se tomó conciencia de la importancia de mantener los
         equilibrios macroeconómicos de corto plazo (…) y se
         lograron superar, en un grado importante, falsos dilemas
         referentes a la relación industria-agricultura, mercado
         interno-mercado externo, Estado-agentes privados y pla-
         nificación-mercado (Moncayo, 2003, p.11)1.

         Ese tono de ‘justo medio’ suena bien, pero, ¿se
     trataba en realidad de dilemas, o el propósito era,
     en el fondo, eludir la discusión? De la sólida cons-
     trucción teórica inicial sólo quedaba tímidamente, en
     lenguaje diplomático, “la necesidad impostergable
     de corregir la asimetría de la inserción internacional
     de la región”.

     1	 Justo en ese momento se hacía conocer el Consenso de Washing-
        ton.



66   [ Integratemas 5 ] Ni lo uno ni lo otro: integración y desarrollo
Desarrollo sin desarrollismo
En ese sentido, la integración latinoamericana está
subordinada a una nueva concepción del desarrollo.
El objetivo se indica en el título del documento:
“Transformación productiva” (no podía menos que
añadirse “con equidad”; luego agregaría “susten-
table”). El eje de dicha transformación sería el in-
cremento de la competitividad, lograda merced a la
incorporación de tecnología. Aunque se mantiene la
idea de que el eje es la industrialización, preconiza
una vinculación estrecha de esta con los sectores
primarios y de servicios, con la economía en gene-
ral y la sociedad en su conjunto, en un concepto de
competitividad sistémica. La estrategia, aparte del
equilibrio macroeconómico y el cambio institucional,
sería, para sorpresa nuestra, “una mayor apertura
de la economía, como medio para inducir aumentos
de productividad y estimular la incorporación del
progreso técnico”.

    El incremento y la diversificación de las exporta-
ciones aparecen, como es lógico, entre los objetivos.
Y habría que pensar que es también un resultado del
incremento de la competitividad, con la dificultad de
que se estaban viviendo ya, en el mundo desarrollado,


                                             Renunciación   67
La noción de desarrollo tiene de suyo la necesidad de una
DESARROLLISMO

                       política deliberada que renueve los obstáculos y corrija los
                       desequilibrios. Implica pues, una planificación del desarrollo.
                       La confianza en las virtudes de esta política y los esfuerzos
                       por ponerla en práctica, se convirtieron, desde mediados
                       del siglo pasado, en una ideología: el desarrollismo. Dicha
                       política, tanto como la noción misma de desarrollo, ha sido
                       sometida a una crítica implacable, desde diversos ángulos,
                       en las últimas décadas.




                profundos cambios tecnológicos. La verdad es que el
                entorno internacional no parecía favorable: eso puede
                comenzar a verse en el hecho reconocido de que las
                tasas de interés y de cambio se habían convertido,
                como lo reconoce el documento, en las variables de
                ajuste internacional, en un contexto de expansión
                transnacional financiera y de resquebrajamiento del
                viejo sistema de Breton Woods.
                   A pesar de los cambios, América Latina se en-
                contraba todavía especializada “en la exportación
                precisamente de aquellos bienes menos dinámicos
                en el comercio internacional”, en medio de un cre-
                ciente proteccionismo. En estas circunstancias, y
                dado que el subcontinente se había convertido en


   68           [ Integratemas 5 ] Ni lo uno ni lo otro: integración y desarrollo
exportador neto de recursos financieros y era difícil
reanudar una corriente de créditos, la transformación
productiva sólo podía financiarse mediante la inver-
sión extranjera, en ese momento bastante esquiva,
la misma que supuestamente garantizaría el acceso
a la tecnología.

    Lo dicho se confirma con el abandono de la noción
de estrangulamiento externo. Si la situación había
cambiado, no parece que lo haya hecho en el sentido
de suprimir las restricciones señaladas por el viejo
diagnóstico, sino más bien en el de su agravamiento.
Abandonado no sólo el viejo sino todo diagnóstico,
la solución de esta cuadratura del círculo más bien
parece un modelo de voluntarismo, que se afinca en
las virtudes del equilibrio. El desarrollo no proviene
de la ruptura del estrangulamiento, que para la Cepal
dejó de existir, sino del aprovechamiento de las ilu-
sorias oportunidades en el comercio internacional. Y
para ello es imprescindible lograr la competitividad,
que se convierte en el nuevo nombre del desarrollo.
A su vez, la competitividad se conseguiría mediante
la exposición al comercio internacional. El desarrollo,
en consecuencia, es un resultado espontáneo de las
leyes del mercado; no necesita política, no necesita
desarrollismo.


                                              Renunciación   69
Revisar la disyuntiva

     Ello era aplicable, en la forma de un falso dilema, a
     la cuestión de la integración regional.
         En el pasado, [la integración] se postuló como un instru-
         mento funcional para una estrategia de industrialización
         cuya finalidad fundamental era abastecer la demanda
         interna. Faltaría ahora demostrar que (...) puede ser igual-
         mente funcional para estrategias tendientes a lograr ma-
         yor competitividad internacional (Cepal, 1990, 163).

        Sobra decir que el dilema construido es, si no
     es una tergiversación, por lo menos sí injusto con
     toda la elaboración teórica precedente. Ya en 1965
     se decía:

         Se ha mostrado que la integración regional es imprescin-
         dible para que los países latinoamericanos puedan acelerar
         su desarrollo económico y social y salir del estancamien-
         to en que se encuentran. Sin embargo, la integración
         no representa un medio alternativo a los objetivos de
         expansión y diversificación del comercio con otras re-
         giones y particularmente con los países industrializados
         (Cepal, 1965).

         En aquella época, por cierto, se planteaba, con
     mucha decisión, la necesidad de que estos países,
     así unidos, lograran modificar las condiciones exis-
     tentes en el comercio internacional y en particular,


70   [ Integratemas 5 ] Ni lo uno ni lo otro: integración y desarrollo
las políticas de los países industrializados. Se estaba
     muy lejos de esa confianza ingenua en las virtudes
     de la ‘competitividad’ por sí misma.

       De aquel dilema, en todo caso, no podía deducirse
     más que un enfoque supuestamente pragmático:
         Parecería conveniente perfeccionar y consolidar lo que
         existe (compromisos multilaterales y bilaterales), avan-
         zar donde se pueda (…) e ir consolidando una urdimbre
         de esfuerzos integradores, en vez de tratar de responder
         a una imagen preconcebida que exige el cumplimiento
         lineal de compromisos hasta llegar a una meta final (Ce-
         pal, 1965, p.164).


         Si el horizonte es la liberalización comercial, las
     ‘industrias sustitutivas’ sometidas ya a una compe-
     tencia por la eliminación de la protección, y por lo
     tanto habiendo incorporado la innovación tecnoló-
     gica, pueden apoyarse inicialmente en el comercio
     intrarregional para convertirse en exportadoras hacia
     el mercado mundial. Este comercio puede beneficiarse
     de la misma liberalización, “aun cuando el margen
     preferencial para (él) tiende a disminuir”.

        En pocas palabras: el punto de partida es la aper-
     tura. Toda la crítica a la concepción ortodoxa del
     comercio internacional, orgullo de la Cepal, se había


72   [ Integratemas 5 ] Ni lo uno ni lo otro: integración y desarrollo

             La Cepal de fines de siglo reconoce los desastres
derrumbado. Por desgracia: la experiencia demostra-
  ría después que la apertura, en realidad, no estimu-
  laba la eficiencia de las empresas. La competencia
  internacional exigía la competitividad, pero no la
  creaba espontáneamente.


  El regionalismo abierto
  Esta referencia al viraje de la Cepal no se debe a su
  peso intelectual y político que, como se dijo, ya había
  perdido; es una ilustración del cambio de mentalidad
  y de políticas de las elites latinoamericanas, a par-
  tir de una presentación mucho más matizada que la
  fundamentalista, por entonces en boga.

      Ello permite entender el sentido de la paradójica
  reactivación de los procesos de integración en el
  decenio de los noventa. Paradójica, porque implicaba
  una contradicción en los términos. Como se ha dicho,
  los obligatorios programas de ajuste estructural in-
  cluían severas medidas de apertura, entre otras, una
  reducción unilateral de aranceles. Y el curso siguió
  después del ajuste; el nivel promedio se redujo de
  45% a mediados de los ochenta a 12% en 1999, sin
  tener en cuenta liberalizaciones parciales (Aladi,
  citado en Cepal, 2001) En esa medida, difícilmente


                                                Renunciación   73

del ajuste pero lo toma como algo inevitable.
podría hablarse de integración regional, al menos en
     el sentido aceptado tradicionalmente. Recordemos lo
     planteado con anterioridad, a propósito de la crea-
     ción y la desviación del comercio: el efecto de un
     acuerdo preferencial entre algunos países se reduce
     y tiende anularse en estas circunstancias, ya que los
     terceros mantienen su acceso al mercado, en mayor o
     menor grado y, en todo caso, mucho más que antes
     de la desgravación unilateral generalizada.

        Sin embargo, se hizo integración, por grupos de
     países, como atendiendo a la pragmática recomenda-
     ción de la Cepal. Se le llamó ‘regionalismo abierto’;
     denominación que se le atribuye precisamente a la
     Cepal, aunque ya la había sugerido un primer ministro
     japonés, a finales de los setenta.


     Integracionismo SUI GÉNERIS

     El proceso tomó la forma de reactivación o creación
     de acuerdos por subrregiones. La Aladi ya había fa-
     cilitado varios acuerdos bilaterales. Ahora, daba el
     marco para el nuevo impulso a los subrregionales:
         n 	El Mercado Común Centroamericano, el más
            antiguo y más avanzado entre los subrregio-
            nales, renace en 1993, con el protocolo de


74   [ Integratemas 5 ] Ni lo uno ni lo otro: integración y desarrollo
Guatemala, modificatorio del tratado original.
    Se reduce ahora el arancel externo común, para
    llegar a uno muy bajo a finales del decenio.
    Lo más significativo fue la introducción de una
    flexibilidad que permitió la creación del grupo
    de los cuatro (Salvador, Guatemala, Honduras y
    Nicaragua) y la promoción de varios acuerdos
    bilaterales, incluido uno de libre comercio en
    1998 con República Dominicana.

	Por su parte, la Comunidad del Caribe (Caricom),
n

 el acuerdo más pequeño, creado en 1973 entre
 los Estados insulares anglófonos, había redu-
 cido los aranceles intrarregionales, pero sólo
 en 1992 se propone la adopción progresiva de
 un arancel externo común, en la línea de una
 reducción sustancial de la protección externa,
 que se había logrado, en términos generales, a
 final del decenio. Además de la implementación
 de medidas complementarias encaminadas a
 configurar un mercado común, una caracte-
 rística importante fue la inclusión de Surinam
 y de Haití, un acuerdo de libre comercio con
 República Dominicana y uno de cooperación
 con Cuba.



                                          Renunciación   75
n 	El Grupo Andino (1969) mantuvo la continui-
            dad de la mayoría de sus instituciones du-
            rante los años ochenta. Sin embargo, lo que
            verdaderamente se observó en 1988 fue su
            resurrección. Según se dice, fue el consenso
            de todos los gobiernos en torno a la política
            neoliberal lo que permitió en ese año, con
            el protocolo de Quito, modificar el original
            Acuerdo de Cartagena hacia el regionalismo
            abierto, para dar lugar a la Comunidad Andina
            de Naciones (CAN). Con el establecimiento de
            una zona de libre comercio entre cuatro países
            andinos (excepto Perú) comenzó en 1993 la
            nueva dinámica. Como se señaló antes, Chile
            se retiró en 1976.
         	 Si bien fue muy difícil adoptar desde el prin-
           cipio un arancel externo común, la principal
           característica de la CAN fue el establecimiento
           de dispares acuerdos parciales y cruzados entre
           algunos de sus miembros, incluidas avanzadas
           liberalizaciones comerciales, especialmente en-
           tre Colombia y Venezuela. En todo caso, la pro-
           tección externa siguió un camino de sustancial
           reducción. Al mismo tiempo se toman diversas
           iniciativas de acuerdos comerciales con países


76   [ Integratemas 5 ] Ni lo uno ni lo otro: integración y desarrollo
de Centroamérica y con otros del Cono Sur, ya
    sea como comunidad o individualmente.
n	Una creación original, en 1991, fue el Merca-
  do Común del Sur, Mercosur, compuesto por
  Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay. La idea
  comenzó con el Acta de Cooperación Argenti-
  no-Brasileña en 1986. En 1988 se suscribe un
  Tratado de Integración, con miras a crear una
  zona de libre comercio, también entre Brasil y
  Argentina. Tres años después se da un salto de
  calidad: se incorporan Uruguay y Paraguay a los
  acuerdos, mediante el Tratado de Asunción, con
  el que se funda el Mercosur.
	 Aunque el objetivo, como su nombre lo indica
  era crear un mercado común (que incluyera la
  circulación de factores), en 1994, la Cumbre
  de Ouro Preto establece una primera etapa de
  Unión Aduanera. Empero, al tiempo que se li-
  beralizaba el comercio intrarregional, el arancel
  externo común se fijaba en un nivel muy bajo,
  como resultado de la reducción unilateral ante-
  rior. Antes de completar el proceso, en 1996, ya
  se habían recibido, como asociados, a Bolivia y
  Chile. No faltaron tampoco iniciativas frente a la
  CAN y a acuerdos bilaterales con otros países.


                                           Renunciación   77
PrÁcticas contrarias

          Esos experimentos contrastan apreciablemente con
          el regionalismo, ese sí proteccionista, ejercido a la
          vez por los países desarrollados. Sobra recordar que
          la Unión Europea nació, justamente, levantando una
          elevada protección externa. Lo más importante tiene
          que ver con dos prácticas, una antigua y otra recien-
          te. En ambas se integraron, si así puede llamársele,
          países del centro y de la periferia.

              La primera práctica se trataba de los sistemas
          selectivos de preferencias, por ejemplo, el de Lo-
          mé, entre Europa y los países de África, el Caribe y
          el Pacífico. En el caso de Estados Unidos, el de la
          Cuenca del Caribe y el de los países andinos (Ley de
          preferencias arancelarias andinas o Andean Trade
          Preferences Act, Atpa, en 1991, más tarde, en 2002,
          Atpdea, Ley andina de promoción del comercio y la
          erradicación de drogas o Andrean Trade Promotion
          and Drug Erradication Act), otorgado a cambio de
          compromisos extraeconómicos como la cooperación
          en la lucha contra el narcotráfico.

             La segunda, propiamente de integraciones regio-
          nales, se expresa en el acuerdo Estados Unidos–Cana-
          dá, que dio lugar en 1994, incorporando a México,


78        [ Integratemas 5 ] Ni lo uno ni lo otro: integración y desarrollo

     Los países de América Latina estaban con su regionalismo,
al Tratado de Libre Comercio de América del Norte,
  TLCAN o Nafta, por su nombre en inglés. En ese
  mismo año, en la cumbre presidencial de Miami, se
  lanza la iniciativa del Área de Libre Comercio de las
  Américas, Alca.

      El efecto en América Latina de esas dos prácticas
  fue la creación de polos de atracción y subordinación
  hacia Estados Unidos. Como se ha dicho, basta la sim-
  ple liberalización comercial con respecto a semejante
  potencia, para crear una dinámica preferencial en su
  favor, aun con la exclusión del posible competidor
  europeo. Pero la evolución posterior demostró que
  se trataba de algo más que de comercio.


  Balance: más apertura que integración
  El resultado de las experiencias integracionistas abier-
  tas, en términos de comercio, era previsible hasta
  cierto punto. En las dos más grandes, la CAN y Merco-
  sur, las explicaciones saltan a la vista. En la primera,
  la liberalización comercial (general e intrarregional)
  tenía que producir efectos positivos, pero sin ningún
  impacto sobre el desarrollo o el cambio estructural.
  En los hechos, se basó en ventajas naturales o ya
  creadas y especialmente por las facilidades de la con-


                                                  Renunciación   79

rindiendo un tributo a la retórica del libre comercio.
tigüidad, pues el grueso del crecimiento del comercio
     se dio entre Colombia y Venezuela.

         En la segunda experiencia, de mayor complejidad,
     los datos son similares. Entre 1991 y 1998, el comer-
     cio intrarregional creció 300%, mucho más que con
     el resto del mundo. Debe resaltarse que las expor-
     taciones crecieron 48%, mientras las importaciones
     lo hicieron en 157%. Según algunos analistas, en el
     extraordinario crecimiento del comercio intrarregio-
     nal debe tenerse en cuenta el bajo nivel inicial de
     este comercio, algo apreciable especialmente entre
     Brasil y Argentina. En estos países se incrementaba
     simultáneamente la inversión extranjera, como resul-
     tado de las privatizaciones, y por ende sus demandas
     agregadas, sin que se alterara el patrón de comercio.
     En general, no se descarta el efecto positivo de la
     vecindad (Carrera y Stturzenegger, 2000). Desde el
     principio se habló de coordinar políticas macroeco-
     nómicas. Pero muy pronto, con la crisis financiera
     de 1997-1998, se evidenció su fracaso en cuanto
     propuesta de mercado común.

         Los países de América Latina estaban, pues, con
     su regionalismo abierto, rindiendo un tributo ingenuo
     a la ortodoxia y a la retórica del libre comercio, pero


80   [ Integratemas 5 ] Ni lo uno ni lo otro: integración y desarrollo
privándose de los recursos que los más grandes sí
utilizaban. Su desgravación unilateral fue el apor-
te más significativo a las discusiones de la Ronda
Uruguay, en la que se obtuvieron apenas algunas
pocas ventajas, en términos de aliviar el proteccio-
nismo de los países desarrollados. El argumento de
la Cepal tenía una falla esencial: de nada valía el
esfuerzo de la competitividad, aun en caso de con-
seguirla, si no había condiciones para exportar.
Efectivamente, el comercio creció
mucho más que el producto, pero
también lo hicieron mucho más
las importaciones que las expor-
taciones, de modo que sólo
se contribuyó a resolver el
problema que los países de-
sarrollados padecieron en
los años ochenta.




                                           Renunciación   81
CAPÍTULO 3
La división internacional
del trabajo en el fin de siglo


     La pretensión de modificar la división
     internacional del trabajo encontrando
     nuevos productos de exportación en
     los cuales especializarse se reveló muy
     pronto ilusoria. Sin transformar las
     condiciones del comercio internacional
     ni alterar el rumbo del desarrollo
     interno, América Latina solo pudo
     reforzar su tradicional patrón de
     especialización en productos primarios.
Ni lo uno ni lo otro
Ni lo uno ni lo otro
Ni lo uno ni lo otro
Ni lo uno ni lo otro
Ni lo uno ni lo otro
Ni lo uno ni lo otro
Ni lo uno ni lo otro
Ni lo uno ni lo otro
Ni lo uno ni lo otro
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Ni lo uno ni lo otro

  • 1. Ni lo uno ni lo otro Integración y desarrollo en América Latina
  • 2. Colección Integratemas NÚMERO 5: NI LO UNO NI LO OTRO. INTEGRACIÓN Y DESARROLLO EN AMÉRICA LATINA Autor: Héctor-León Moncayo S. ISBN: 978-958-9262-97-9 © Héctor León Moncayo S. © Plataforma Interamericana de Derechos Humanos, Democracia y Desarrollo Cra. 10 Nº 24-76, Of. 805, Tel. (571) 341 0535 Correo electrónico: regional@pidhdd.org Página web: www.pidhdd.org Coordinación académica El contenido de cada libro de la colección Camilo Castellanos Integratemas es solo responsabilidad de sus autores y autoras. Coordinación EDITORIAL Marta Rojas edición Luisa María Navas Camacho DISEÑO Y DIAGRAMACIÓN Martha Isabel Gómez, Nelson Beltrán Ilustraciones Diego Fernando Agudelo IMPRESIÓN Ediciones Ántropos 1ª edición, Bogotá, Colombia, 2006 Agencias de cooperación que apoyan institucionalmente a la PIDHDD: ICO, 11.11.11, Diakonía, Derechos y Democracia, Novib, Hivos, Christian Aid
  • 3. Integratemas 5 Ni lo uno ni lo otro Integración y desarrollo en América Latina Héctor-León Moncayo
  • 4. Contenido P r e s e n tac i ó n ¿Y, entonces, sin lo uno ni lo otro? P. 7 I n t r o d ucc i ó N G LO S A RI O C AP Í T U LO 1 C AP Í T U LO 2 P. 24 P. 58 AUGE Y DECADENCIA DE UN IDEAL RENUNCIACIÓN 26 La integración como 60 Desventuras alternativa para el desarrollo de un pensamiento débil 29 Integración y libre comercio 67 Desarrollo sin desarrollismo 34 Nacimiento de una ilusión Revisar la disyuntiva 39 Contenido de la integración: 73 El regionalismo abierto primera derrota de la Cepal Integracionismo sui géneris El tono de la negociación Prácticas contrarias 45 El verdadero problema 79 Balance: más apertura de toda integración que integración Modalidades de heterogeneidad 52 Conclusión: genio y figura de los protagonistas El desenlace
  • 5. C AP Í T U LO 3 C AP Í T U LO 4 P. 83 P. 108 LA DIVISIÓN INTERNACIONAL DEL Un Escenario de disputas TRABAJO EN EL FIN DE SIGLO 110 Regionalismo abierto 85 Telón de fondo y polos de atracción de las transformaciones Orígenes y curso del Alba Principal alternativa de inserción en el mundo Ausencia de opciones La inserción en concreto 119 Las nuevas ilusiones 93 Integración y desarrollo Industrialización de los recursos naturales 98 El patrón de especialización La economía de plantación 100 De la crisis, a la tragedia del éxito La tragedia
  • 6. C AP Í T U LO 5 P. 133 ¿EL RETORNO DEL DESARROLLISMO? 175 Contenido económico de la integración 134 Transporte y comunicaciones Implicaciones En Latinoamérica 178 El camino del post-desarrollo 140 El objetivo actual de la También es la ocasión integración física Un gran entredicho La Iirsa en propiedad Geopolítica y geoeconomía 182 De nuevo, integración y desarrollo 153 ¿Nuevas o viejas respuestas? La Iirsa, sin cuestionamiento R e f e r e n c i a s b i b l i og r á f i ca s 161 Algunos corolarios Una teoría subyacente P. 185 L E C C I O NES Y P R O P O SI C I O NES P. 167 169 Pensar en las posibilidades 171 La dimensión política, punto de partida Reconsideraciones iniciales
  • 7. Presentación ¿Y, entonces, sin lo uno ni lo otro? Los cuestionamientos, inquietudes y propuestas pro- fundas que constituyen este escrito de Héctor-León Moncayo son un aporte nuevo a las discusiones tenidas desde el Seminario Otra integración es urgente, posible y necesaria, en el marco del Foro Social Mundial, de Caracas, en 2006. En la actualidad, se decía entonces, la suerte de América Latina se juega en el terreno de la integración. Ésta, sin embargo, está lejos de ser una vía de una sola dirección. Más parece un campo de contienda. en el que distintos proyectos se esfuerzan por imponer un sentido (Declaración de Caracas, 2006). En términos generales, en el seminario se consig- naron análisis acerca de la naturaleza de la disputa. Por una parte, el proyecto hegemónico, en el que,
  • 8. la integración avanza de espaldas a los pueblos, en la que lo social es arrinconado hasta el olvido (....) Es el viejo proyecto de las corporaciones trasnacionales y de los Es- tados que las representan, de las élites de estas latitudes y de sus gobiernos (...). Por otra, (...) irrumpe con fuerza una integración alternativa, desde abajo, desde las preocupaciones y urgencias de indígenas, afroamericanos, de campesinos y obreros, desde mujeres jóvenes e intelectuales críticos. La Declaración de Caracas establece enlaces entre la democracia, el desarrollo y la integración y es pre- cisamente en la relación entre integración y desarrollo que el texto de Héctor-León Moncayo entrega algunos avances. Su recorrido cubre desde los pasados años 60 hasta hoy y presenta sugestivas explicaciones del tipo de desarrollo que corresponde a cada proyecto o momento de integración y las marcas que señalan esa modificación, las razones que conducen de una forma a otra. El autor advierte que detrás de cada propuesta de integración hay a un tipo de desarrollo y no viceversa. Y aclara que el texto “tiene un eje cronológico, pero el propósito principal es destacar los temas cruciales que caracterizan el problema de la integración”. [ Integratemas 5 ] Ni lo uno ni lo otro: integración y desarrollo
  • 9. Así, a finales de los 50, una situación política favo- rable permitió comenzar a hablar de ‘mercado regional latinoamericano’. Esto ejerció notable influencia en la creación de la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio, Alalc, pero en ese nacimiento se presentaba una tensión entre los esfuerzos por encontrar lo pro- pio, una actitud cultural y política distanciada de las potencias externas, y una resistencia a aplicar medidas precisas en ese camino. La Alalc venía de la mano con las propuestas del Acuerdo General de Aranceles y Comercio (Gatt), liderado por los países desarrolla- dos. En contra de la opción regional marchaba además la tendencia de buscar cada país individualmente el acceso a los mercados del norte. Luego se formuló el llamado regionalismo abierto, en el que dominaba la apertura a los países desarrollados, que la integración subrregional. A la primera idea de integración mencionada co- rresponde, primeramente, el pensamiento parcialmente crítico de la Cepal a las formas de desarrollo existentes, y luego, la combinación de la fórmula del Gatt y la de la Alalc. A la idea de regionalismo abierto corresponde una nueva propuesta de inserción internacional de la Cepal y la neoliberal, que significó la apertura, el ajus- te. Esto significó el abandono completo de las ideas Presentación
  • 10. originales de la dependencia y sus implicaciones en unos acuerdos equitativos, de los términos desiguales de intercambio, de la imposibilidad del desarrollo de nuestros países si no se modificaban esas relaciones comerciales. Con este examen, el libro hace un llamado a las formas de integración ya en marcha o en proyecto: debatir de manera explícita y precisa las relaciones entre un nuevo paradigma de desarrollo y esas formas de integración innovadoras. De ahí se puede deducir que, dadas las asimetrías y la necesidad de otro ‘desa- rrollo’, las propuestas de integración deben establecer relaciones de complementariedad y de cooperación volcadas a encontrar nuevos equilibrios entre países y, dentro de ellos, entre regiones y entre sectores sociales postergados, como los indígenas, los afrocolombianos, los campesinos... Al examinar las disputas, este libro lanza inte- rrogantes también acerca de las diferencias que hay entre los países latinoamericanos, las dificultades que conllevan estas diferencias, especialmente las asimetrías, ya no solo con Estados Unidos, sino ade- más dentro de sus proyectos de integración propios, diferentes al modelo hegemónico. A lo que podemos 10 [ Integratemas 5 ] Ni lo uno ni lo otro: integración y desarrollo
  • 11. agregar las semejanzas en la especialización de pro- ductos y en el destino de estos, lo que genera también competencias frente a los mercados. Respecto a las relaciones entre integración y desarrollo, destacamos dos propuestas: un cambio cultural que implique la formación de una co- rriente de pensamiento intelectual, equivalente a la que en su momento representó la Cepal, pero ahora como expresión de nuevos sectores sociales [y] la construcción de sujetos sociales ‘integrados’, cuya identidad rebase fronteras y sea capaz de delimitar nuevos espacios territoriales. Será en ellos en los que se geste primariamente la integración. Las propuestas han de lograr el compromiso de la intelectualidad democrática y crítica y de las ins- tituciones en las que esta perspectiva tiene validez: universidades, centros de investigación, formas de aso- ciación profesional, que articulando la conformación de sujetos sociales, nos permita una integración que esté a la altura de las expectativas de las mayorías. Presentación 11
  • 12.
  • 13. Introducción En América Latina se ha hablado casi tanto de in- tegración como de proyectos nacionales individuales. No podía esperarse otra cosa: la primera funciona como una suerte de exculpación, por la fragmentación ori- ginaria del subcontinente luego de la independencia. Eso, por lo que se refiere a la América Hispana, pues la mayor escisión es anterior, cuando, por gracia del Papa, España y Portugal se repartieron el territorio. Para no mencionar la distribución de Las Antillas entre las potencias europeas. Pero ambos sentimientos son débiles. No es por exceso de nacionalismo que se ha vuelto imposible la integración; basta evocar las numerosas ocasiones en que las élites de estos países, sin el menor escrúpulo, han solicitado la intervención del gobierno de Estados Unidos, a más de que permanentemente rinden culto a su pretendida civilización. El supuesto nacionalismo sólo se deja ver en las confrontaciones entre nuestros Introducción
  • 14. países, a veces sangrientas, por cuenta de las empresas multinacionales. Razones de linderos mediante. Curiosamente, Estados Unidos siempre se ha inte- resado en alguna forma de integración semejante al colonialismo. Y no porque halle lazos comunes; por el contrario, en las diferencias exaltadas justifican tanto el desprecio como el paternalismo. Son razones de geopolítica y de economía en el orden mundial. De ahí la famosa Doctrina Monroe. Y la noción de panamericanismo, del siglo veinte que ha pretendido enfrentar el hemisferio a la expansión europea. Es es- te mismo espíritu el que informa una propuesta como la del Área de Libre Comercio para las Américas, Alca (véase recuadro). Es por eso que la ilusión de la integración de Amé- rica Latina renace siempre en forma negativa; para oponerse, ante todo, a la odiosa fuerza de aquella integración hemisférica. Desde Bolívar hasta el Che, pasando por Martí. Pero la identidad de América La- tina no es obvia. El propio Bolívar pensaba en His- panoamérica, como tomando distancia de la América portuguesa. En cambio, tenía en su corazón todo el Caribe. Muchos de nuestros intelectuales se han es- forzado por definirla; desde entonces, hasta mediados 14 [ Integratemas 5 ] Ni lo uno ni lo otro: integración y desarrollo
  • 15. SOBRE EL ALCA El Área de libre Comercio de las Américas, Alca, ha sido la forma predilecta en que Estados Unidos quiere imponer una zona de libre comercio. Nació en 1994, con el Plan de Acción de la Cumbre de Presidentes de 1994. En 2003, la propuesta em- pezó a derrumbarse, hasta que se abandonó en 2005, ante la resistencia popular y las críticas de gobiernos como el de Brasil y Venezuela. Pero reaparece, gradualmente, en tratados de libre co- mercio con países o grupos de países, siguiendo el rumbo del TLCAN. Su importancia es indudable y la literatura al respecto, relativamente extensa en todo el continente. Forma parte de dicha re- sistencia, en buena parte liderada por la Alianza Social Continental Puede consultarse Moncayo, 2004. del siglo XX, cuando el fortalecimiento de los Estados nacionales hizo olvidar esta preocupación. ¿Cómo entender la identidad? La dificultad no es gratuita. Desde el punto de vista cultural, resulta casi necio permanecer en la oposi- Introducción 15
  • 16. ción entre lo que viene de Occidente y lo que, estando aquí, tendría que ser la matriz integradora, es decir las culturas indígenas, a las que habría que añadir el inocultable aporte africano. Lo que resalta es la realidad del mestizaje, aunque el concepto esté en discusión entre los antropólogos. Amalgama originada en el llamado barroco latinoamericano, que todavía sería nuestra principal señal de identidad. El problema consiste, seguramente, en que la supuesta mezcla no es de ninguna manera uniforme en todo el territorio. Si se cuenta, además, con los otros aportes europeos y del medio oriente de los siglos diecinueve y veinte. Darcy Ribeiro (1992) intentó, a principios de los pasados años setenta, una tipología: los pueblos tes- timonio –mesoamericanos y andinos–, los pueblos nuevos –brasileños, grancolombianos, antillanos y chi- lenos– y los pueblos transplantados –angloamericanos y rioplatenses. La clasificación es sugestiva. Fracasa, empero, cuando trata de ajustarla a los Estados na- cionales y sobre todo cuando propone el concepto de etnias nacionales. Demasiada lealtad, tal vez, a cier- ta filosofía de la modernidad que le encuentra, a la fuerza, un origen prepolítico a los Estados nacionales. Pensando en la integración, sin embargo, muchos de los criterios que permitieron este agrupamiento ser- 16 [ Integratemas 5 ] Ni lo uno ni lo otro: integración y desarrollo
  • 17. virían, por el contrario, para redefinir las artificiales fronteras político-administrativas. En todo caso, la inquietud permanece: ¿cuáles son los rasgos que tene- mos en común? Pero quizás no necesitemos definirlos. La certeza se refugia en el ámbito de la intuición; esa intuición que cobra materialidad cuando vivimos en otro continente. La Cepal y el peso de la economía En los hechos, la propuesta de la integración vuelve a tomar fuerza a mediados del siglo XX, pasando por encima de aquellas disquisiciones. Se trata de inte- gración económica y la discusión se vuelve asunto de economistas. Pero en lo restringido del campo se advierte un esfuerzo análogo por encontrar lo propio. Es quizás el periodo histórico en el que las burguesías latinoamericanas más se acercan a una actitud cultural y política distanciada de las potencias externas. Se ex- presa en una corriente de pensamiento que, como es lo propio de la época, rompe sus lanzas en el campo de la teoría económica. Porque es allí donde presuntamente se definen las orientaciones para la sociedad. 1 Aparte de los numerosos documentos de la propia Cepal, se encuentra una excelente síntesis de su pensamiento en Rodríguez (1980). Introducción 17
  • 18. Es por eso que en estas páginas se le dedica es- pecial atención a las tesis de la Comisión Económica para América Latina y El Caribe, de Naciones Unidas, más conocida como la Cepal1. Porque es la expresión más depurada de ese pensamiento. Y porque la inte- gración, desde entonces, ha de entenderse en términos económicos. Está estrechamente ligada, por lo demás, a una concepción del desarrollo. La Cepal consigue llevar a término una elaboración teórica original de un concepto y un propósito, el desarrollo, que se discutía en todo el mundo a propósito de los países llamados subdesarrollados. Y lo hace, precisamente, identifi- cando en las condiciones de la economía mundial las causas del subdesarrollo, mediante una crítica a la teoría ortodoxa del comercio internacional. Su impor- tancia reside, pues, en la toma de partido frente a las potencias, comenzando por Estados Unidos. La noción de desarrollo, sin embargo, es enteramen- te discutible. Se asocia, en primer lugar, con la idea de crecimiento económico, que estaría bloqueado en nuestros países. Pero además tiene algo de orgánico, que remite a un sentido de evolución que nos devuelve a las ideas de lo salvaje, lo primitivo, lo tradicional, que serían nuestros atributos, en contraposición a lo civilizado y lo moderno. El objetivo, por lo tanto, sería 18 [ Integratemas 5 ] Ni lo uno ni lo otro: integración y desarrollo
  • 19. alcanzar las más altas etapas de la evolución humana, que ya se observaban en los países del centro del capi- talismo. No sorprende, en consecuencia, que el énfasis estuviese en la industrialización y que, conceptualmen- te, no se abandonara el determinismo tecnológico. Pero lo importante aquí es establecer los nexos entre esta concepción y las propuestas de integración. Se plantea aquí la hipótesis de que dichas propuestas aparecen en el momento en que atraviesan serias difi- cultades las estrategias de desarrollo que originalmen- te, y primordialmente, se presentan como estrategias de desarrollo nacional. De manera recíproca, puede decirse que cualquier propuesta alternativa de integración debe asumir como punto de partida una concepción de desarrollo. Aunque, a esta altura, por lo que se ha dicho, no se trataría de desarrollo. Y la integración deba rebasar el ámbito de lo económico, para retomar lo político y lo cultural, antes menospreciados. El contenido En este ensayo se hace un recorrido histórico. Tiene un eje cronológico, pero el propósito principal es destacar los temas cruciales que caracterizan el problema de la integración. Temas que, a su vez, serán los ingre- Introducción 19
  • 20. dientes de una posible y nueva propuesta. El recorrido desemboca en la actual y colosal disputa que vive el continente. Una vez más, se levanta una amenaza imperial, pero la resistencia tiende a escapar de la negatividad. Y es por eso que, de manera ineludible, la cuestión de la integración, que ya no busca alcanzar el nivel de los otros, incorpora o debe incorporar en nuestro pensamiento las alternativas que se proponen para la crisis del mundo en su conjunto. Esta conside- ración sobre la situación actual del continente describe igualmente, en términos políticos, las condiciones en las que se hace posible una propuesta alternativa. El título, Ni lo uno ni lo otro, contiene delibera- damente una ambigüedad, o mejor, un doble sentido. Quiere decir, en una primera y obvia lectura, que en Latinoamérica no hemos conseguido, en la prácti- ca, ni la integración ni el desarrollo. Pero, al mismo tiempo, evoca algo más profundo: Descreemos de la integración tal como se ha planteado hasta ahora, pero, sobre todo, descreemos de la noción de desa- rrollo. El fracaso no ha sido nuestro, pero tampoco es tarea nuestra enmendar la plana. El intento es ahora completamente nuevo. Con nuevos protagonistas so- ciales. Nuestra América, como la llamaba José Martí, revelaría, ahora sí, su verdadera identidad. 20 [ Integratemas 5 ] Ni lo uno ni lo otro: integración y desarrollo
  • 21. Glosario Desgravación unilateral Ocurre cuando las autoridades de un país deciden re- ducir los gravámenes a la importación –particular- mente los aranceles—sin que medien acuerdos ni reciprocidad de parte de los países beneficiarios. Deslocalización Consiste en la estrategia de separar partes del proceso productivo para trasladarlas a empresas subsidiarias o a proveedores externos. El traslado puede hacerse en el mismo país o hacia otros. Grados y formas de integración n Zona o área de comercio: estadio de integración económica más incompleta, pero necesario para dar mayores saltos. Además, espacio geográfico en donde los países que lo conforman acuerdan Glosario 21
  • 22. eliminar las barreras existentes para bienes producidos en la zona, pero conservando la au- tonomía de su manejo económico. n Unión aduanera: superior al anterior estadio y primero en el que los países ceden en ben- eficio de los demás un aspecto de soberanía económica, como el manejo de la política com- ercial. Además, espacio geográfico en el que se han levantado todas las trabas al comercio entre los países que lo conforman y donde se crea un arancel externo común. n Mercado común: forma de integración mucho más compleja que las anteriores. Busca que la economía de los países se constituya en un solo espacio económico. n Comunidad económica: comporta la unificación en su actividad económica (producción, uti- lización, distribución y consumo) de las leg- islaciones de los países integrados, como si se tratara de un solo país (tomado de Puyo, 2004). Multimodal Se refiere a la utilización de diversos modos de trans- porte en un mismo trayecto. 22 [ Integratemas 5 ] Ni lo uno ni lo otro: integración y desarrollo
  • 23. Volatilidad Característica de ciertos mercados en los que las can- tidades y los precios no alcanzan equilibrios estables, sino que cambian bruscamente. En general, se refiere a una extremada variabilidad que impide establecer una tendencia definida. Glosario 23
  • 25. Auge y decadencia de un ideal En América Latina, el contenido de la integración regional ha sido, desde finales de los pasados años cincuenta, principalmente económico. Y su sentido, verdaderamente práctico. Pero lo que comenzó como una ilusión, decayó con la experiencia de la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio. Ella describe muy bien los problemas a los que se enfrenta cualquier propuesta de integración regional.
  • 26. S ólo en cuanto preocupación de los economistas, la integración fue también del interés de los po- líticos. Los pueblos han asistido a los diversos experimentos con una actitud de espectadores y, en la medida en que nunca se les ha consultado, mal podría entenderse como un propósito de las na- ciones. Ni siquiera, como un asunto de debate público. No obstante, sus efectos son reales y su evaluación debe tenerse en cuenta en las discusiones actuales. La integración como alternativa para el desarrollo En un texto publicado en 1967, de propósitos esencialmente escolares, el economista brasileño, Celso Furtado ex- presaba: “Es natural (...) que de algún tiempo a esta parte la integración de las economías nacionales esté en el centro de las preocupaciones de cómo salvar el problema de la estrechez de los mercados nacionales.” Y concluía: “Así, la teoría de la integración pasa a constituir una 26 [ Integratemas 5 ] Ni lo uno ni lo otro: integración y desarrollo
  • 27. etapa superior de la teoría del desarrollo y la política de integración toma los tintes de una forma avanzada de política de desarrollo” (Furtado, 1969). La inte- gración surge desde el principio como una alternativa en los debates sobre el desarrollo. Representante eminente de lo que se llamó la es- cuela de la Cepal, Furtado entendía que las estrategias formuladas en los años cincuenta presentaban defi- ciencias no solamente teóricas sino, sobre todo, en su aplicación práctica. Una de ellas tenía que ver precisa- mente con la integración que, vista la desaceleración de la economía y de la industrialización en los años anteriores, incluida la de los países más avanzados, tendía a convertirse en la verdadera alternativa. El argumento, dicho en forma simple, podía enun- ciarse así: si el avance tecnológico implica, por regla general, un aumento de las dimensiones mínimas económicas de las unidades productivas (economías de escala), es evidente que el tamaño del mercado se convierte, al llegar a cierto punto, en el principal obstáculo para la continuidad de la industrialización. En los países más avanzados, como Brasil y Argen- tina, el obstáculo se expresaba en una imposibili- dad de alcanzar niveles más complejos (sobre todo, Auge y decadencia de un ideal 27
  • 28. bienes de capital) en el camino de la sustitución de importaciones. Pero también era visible, de manera prematura, en los que se encontraban en estadios inferiores de dicha sustitución. En los años sesenta se habría llegado ya a este punto. No era el único en arribar a semejantes conclu- siones. Puede deducirse fácilmente que el argumento supone la presencia del ‘estrangulamiento externo’, quizás la tesis fundamental de este pensamiento económico, que arranca con la obra de Raúl Prebisch (véase recuadro). Por ello, no debe extrañar que la alternativa de la integración regional haya estado siempre presente, aunque con poca fortuna (Furtado, 1969). Aparece en casi todos sus documentos, desde aquel que se considera fundacional (Cepal, 1951). Pero fue sólo casi diez años después, abiertas las posibilidades políticas entre los gobiernos del Cono Sur, cuando se le dio sustentación teórica y forma de propuesta específica (Cepal, 1959). A partir de enton- ces comenzó a hablarse de “mercado regional latino- americano”. Ejerció notable influencia en la creación de la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio, Alalc, en 1960, un proyecto que se apartaba, a pesar de todo y en un ámbito geográfico restringido, de la 28 [ Integratemas 5 ] Ni lo uno ni lo otro: integración y desarrollo La integración surge desde el principio como una
  • 29. ESTRANGULAMIENTO EXTERNO Forma parte de los llamados obstáculos estructurales al desarrollo. Consiste en que, al llegar los países de la periferia a un estadio avanzado del desarrollo industrial, es decir, después de haber sustituido los sectores de bienes de consumo, cada nueva sustitución implica más importaciones (de bienes de capital e intermedios) de las que ahorra. Con unos términos de intercambio tan desiguales y un mercado mundial que no puede absorber su oferta exportable, son grandes las limitaciones del fondo de divisas de estos países. Eso significa que les es cada vez más difícil continuar su desarrollo. formulación de la Cepal. Igualmente, en la creación simultánea del Mercado Común Centroamericano. Volveremos más adelante sobre este asunto. Integración y libre comercio Una aclaración importante. Cuando se habla de in- tegración, la mayoría de las veces, se trata de inte- gración regional, es decir, de un grupo de países. Es claro que podría referirse teóricamente a una inte- gración mundial, en cuanto se busque la supresión de todas las barreras que hacen que el planeta esté Auge y decadencia de un ideal 29 alternativa en los debates sobre el desarrollo.
  • 30. dividido en economías nacionales. Tal ha sido el pro- pósito, por lo menos retórico, desde la adopción del Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio (Gatt, por su nombre en inglés: General Agreement on Tariff and Trade), después de la Segunda Guerra Mundial. En ese sentido, integración sería igual a un libre comercio que terminaría por conformar un mercado único planetario. Pero no es tan fácil. Las barreras expresan, jus- tamente, la existencia de los Estados nacionales. Son estos los que establecen barreras comerciales, limitaciones a los movimientos de factores, políti- cas de desarrollo interno, alteraciones de las tasas de cambio, políticas macroeconómicas autónomas y otras más que existen todavía, a pesar de la excesiva- mente ponderada globalización. En consecuencia, es preciso un acuerdo entre los Estados. De ahí que las modalidades de integración sean muchas, según las barreras consideradas (en diferentes combinaciones) y los instrumentos utilizados. Y su consecución, un proceso gradual. Es por todo esto que, en la práctica, el término in- tegración adquiere verdaderamente sentido cuando se refiere a la supresión de barreras, pero aplicada a un 30 [ Integratemas 5 ] Ni lo uno ni lo otro: integración y desarrollo
  • 31. conjunto limitado de países: aquellos generalmente vecinos o contiguos, ya que, además, las distancias constituyen de por sí una ‘barrera’ material que se expresa en costos y se refleja en precios diferenciales según países (véase recuadro). Es por eso también que la integración supone negociaciones y decisiones políticas, más factibles en un ámbito regional. Se llega incluso a crear una superestructura institucional compleja, con una real capacidad de intervención supranacional (véase recuadro). LO QUE SÍ Y LO QUE NO SE VENCEN LAS DISTANCIAS... Es más que un azar que el avance de la globalización en los últimos tiempos se atribuya al extraordinario desarrollo de los medios de comunicación. ...mientras reinan otros obstáculos Numerosas dificultades han marcado la ilusión de una institucionalidad de carácter mundial. La propuesta inicial –Carta de la Habana, 1948-- de creación de una Orga- nización Internacional del Comercio, nunca pudo llevarse a la práctica. Sólo al final de la Ronda Uruguay, más de cuarenta años después, se creó la Organización Mundial del Comercio, la cual se encuentra hoy, sin embargo, sometida a múltiples y agudas controversias.
  • 32. El hecho de que la integración sea restringida o parcial supone una contradicción intrínseca, es de- cir, un principio de discriminación, lo que se quiere evitar (véase recuadro). Desde el punto de vista de la economía mundial, es evidente que toda integración regional implica edificar o consolidar un conjunto de barreras con respecto a los países restantes, o sea, lo contrario al propósito de la integración en general. Incluso en su forma más simple, la reducción de los impuestos a la importación (aranceles) para ciertos productos entre dos o más países; en este caso es claro que, al no extenderse a los demás este bene- ficio, el comercio se desviará hacia los que hacen el acuerdo. En la literatura económica se conoce como efecto de “desviación del comercio”. Del problema se habla desde hace mucho tiempo. En sus orígenes, tuvo que ver con el colonialismo y ya en la segunda mitad del siglo pasado se planteó en los términos actuales, a propósito de la proyección del Gatt. La solución adoptada, como excepción en sus mismos principios (artículo XXIV), fue considerar el resultado neto, es decir, la diferencia entre el in- cremento del comercio entre los países integrados y la desviación que se acaba de explicar, producida por el acuerdo. Se admite la integración si la diferencia es 32 [ Integratemas 5 ] Ni lo uno ni lo otro: integración y desarrollo
  • 33. FRENTE A LA INTEGRACIÓN PARCIAL El Gatt surgió como una reacción contra la proliferación de acuerdos comerciales preferentes del período entregue- rras. El propósito era conseguir una reducción gradual de los aranceles, que se iría generalizando según el principio de Nación más favorecida (NMF), es decir, que la reducción otorgada a un país se aplicaría a todos los demás. Así, el criterio adoptado fue el de la reciprocidad y se desechó, en contra del parecer de Estados Unidos, el de equilibrio de las balanzas de pagos, que algunos propusieron en va- no. Aunque, por cierto, el Gatt fue al principio un acuerdo también parcial (sólo de 23 países). positiva. El problema consiste en que es muy difícil calcular de antemano esta diferencia; incluso, una vez adelantada la integración se han dado muchas controversias sobre las cifras. Además, las integraciones suelen ir más allá de las reducciones arancelarias; la forma de Unión Adua- nera implica por ejemplo adoptar un arancel externo común. Queda solamente la idea de que, en perspec- tiva, la liberalización del comercio, así sea parcial, es mejor que nada. Auge y decadencia de un ideal 33
  • 34. De todas maneras, la solución no se adoptó pro- piamente por su solidez técnica. Estaba en camino la Unión Europea, considerada hoy el caso emblemático de integración y ejemplo para todos los demás. No es un secreto que, a cambio de las ventajas obtenidas por la única potencia indemne, Estados Unidos, el acuerdo entre los vencedores de la Segunda Guerra implicó un apoyo a la reconstrucción europea, en la que lo más importante era más que la infraestructura física, la reconstrucción de las relaciones económicas entre Alemania y Francia (véase recuadro). En conse- cuencia, a pesar de que el Gatt, como las instituciones de Bretton Woods, fue un diseño estadounidense, tuvo que consagrar, por su propio interés, una excep- ción que garantizara la estabilidad ulterior del mundo capitalista. Una excepción enteramente política. No era, como es lógico, el caso de Latinoamérica. ¿EN EUROPA DESDE CUANDO? El Tratado de Roma, padre de la Comunidad Económica Europea, se firmó en 1957 entre seis socios: la República Federal de Alemania, RFA; Francia, Italia y los miembros de Benelux. Pero tenía el antecedente, desde hacía varios años, de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero. 34 [ Integratemas 5 ] Ni lo uno ni lo otro: integración y desarrollo
  • 35. SISTEMA BRETÓN WOODS En julio de 1944, 44 países se reunieron en la ciudad esta- dounidense de Bretton Woods, New Hampshire, para es- tablecer el sistema monetario internacional de posguerra. Aunque aparentemente era una conferencia de las Naciones Unidas, estuvo controlada y dirigida por Estados Unidos. Esta reunión dio origen al Fondo Monetario Internacional y al Banco Mundial. También a partir de entonces comenzó a usarse el dólar como moneda internacional. Nacimiento de una ilusión Como se dijo antes, a finales de los años cincuen- ta hubo una situación política que posibilitaba la discusión de un proyecto de integración. En 1955, un golpe militar derrocaba el gobierno de Perón, quien había practicado una política nacionalista, hasta el punto de rechazar su vinculación al Gatt y encabezar la oposición a la Carta de la Habana. En cambio, defendía el derecho a establecer acuerdos preferenciales de comercio entre los países latinoa- mericanos. Estos acuerdos, junto con otros arreglos bilaterales, existían entre Brasil, Argentina, Uruguay Auge y decadencia de un ideal 35
  • 36. y Chile y cumplieron un papel importante desde los años treinta, pero en ese momento tendían a perder eficacia. Una razón de esa pérdida de eficacia fue el propio Gatt, en el que eran miembros fundadores Brasil y Chile. Luego se vincularon los demás países latinoa- mericanos, comenzando con Uruguay (1949) y Perú (1950), aunque Argentina sólo lo hizo en 1967. Pues bien, en el Gatt, estos acuerdos se aceptaron inicial- mente como excepciones, pero con la desgravación generalizada se reducían los márgenes de preferencia. Otra razón fue la pérdida progresiva de importancia del comercio intrarregional (en el total, a partir de 1953 y en términos absolutos, desde 1955), al tiempo que crecían las importaciones desde otras regiones. Como si fuera poco, la tasa de crecimiento de las exportaciones totales comenzó a declinar después del fin de la guerra de Corea, que antes las había propulsado1. En estas circunstancias, y ya reemplazado Perón, los gobiernos del Cono Sur se vieron obligados a buscar un sustituto para los esquemas de preferen- 1 Consultar, por ejemplo, Tussie (1988). 36 [ Integratemas 5 ] Ni lo uno ni lo otro: integración y desarrollo La historia de la Alalc describe los problemas a los que se
  • 37. cias arancelarias, con miras a preservar el comercio intrarregional y encontraron una posibilidad en la fórmula de la integración ampliamente ilustrada con el avance de Europa. Cabía allí, en consecuencia, el enfoque de la Cepal, que adelantaba una sólida crítica al funcionamiento del comercio mundial. La idea no era enteramente novedosa. El propio Perón había considerado que los acuerdos preferen- ciales eran justamente el camino para llegar a una Unión Aduanera Latinoamericana y ello no estaba lejos de las elaboraciones de la Cepal. Sin embargo, ahora se trataba más bien de encontrarles una alter- nativa en una vía diferente, dentro de lo aceptado por el artículo XXIV del Gatt; la posición política de los gobiernos no permitía ir más allá. Hay en ello una paradoja: si bien existía una oportunidad para recoger la antigua sugerencia de la Cepal, al mismo tiempo se levantaba una resistencia a aplicar sus recomendaciones. Esta tensión fue la que marcó el surgimiento de la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio, Alalc, con el Tratado de Montevideo en 1960, como se verá en seguida. Cabe mencionar el hecho de que en contra de la opción regional marchaba además la tendencia Auge y decadencia de un ideal 37 enfrenta cualquier propuesta de integración regional.
  • 38. de buscar cada país individualmente el acceso a los mercados del norte. Había, para estos gobiernos, otra tentación, la que dio finalmente al traste con la Alalc: la oferta de un Sistema General de Preferencias por parte de los países desarrollados. Los países de menor desarrollo venían peleándola en el Gatt hasta obtenerla parcialmente después de la primera reunión de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Comercio y el Desarrollo, Unctad (1967) (véase re- cuadro). Esta medida, favorable a los países menos desarrollados, implicaba dos excepciones. Una, al principio de reciprocidad, porque se promovían re- ducciones arancelarias para los bienes primarios por parte de los desarrollados sin ninguna clase de com- pensaciones equivalentes y otra al principio de NMF porque en el caso de los manufacturados los países desarrollados no tendrían que otorgar la reducción a otros países. En realidad sólo operó y ha operado parcialmente en la forma de programas selectivos otorgados por los países desarrollados en la tónica de la tradicional política de Europa frente a sus an- tiguas colonias (véase Moncayo, 2003). 38 [ Integratemas 5 ] Ni lo uno ni lo otro: integración y desarrollo
  • 39. PARA NO DESCUIDAR EL DESARROLLO Unctad es la sigla de United Nations Conference on Trade and Development (en español, Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Comercio y el Desarrollo). La Unctad se creó en cierto modo para compensar el hecho de que, hundida la propuesta de la Organización Internacional de Comercio, OIC, el instrumento provisional del Gatt adquiría permanencia, sin ocuparse del tema, en ese entonces fundamental, del desarrollo. Contenido de la integración: primera derrota de la Cepal La historia de la Alalc describe perfectamente los problemas a los que se enfrenta cualquier propuesta de integración regional. Problemas no resueltos aún y ni siquiera planteados en los últimos tiempos. Para empezar, es claro que la iniciativa provenía de los países meridionales, especialmente Brasil y Argentina, los más avanzados. Si bien la Asociación se dejaba abierta (poco a poco se vincularon otros, incluidos algunos de menor desarrollo), fue siempre una solución, sin duda limitada, para sus promotores, mientras crecía la insatisfacción de los demás. No Auge y decadencia de un ideal 39
  • 40. sobra advertir que Centroamérica quedó por fuera y adelantó simultáneamente su propio proceso de integración. Este rasgo se liga estrechamente al tratamiento de las diferencias de desarrollo (asimetrías, en el len- guaje actual), que se redujo a la posibilidad de hacer concesiones especiales, mientras que en la propuesta original de la Cepal, era un centro del proyecto. Y era lógico en la fórmula adoptada, la de una zona de libre comercio; la de la Cepal era la de una zona preferencial de comercio. Sólo de manera retórica quedó el propósito de avanzar hacia un mercado común (véanse recuadro y glosario). La diferencia entre estas fórmulas es significativa. En el enfoque de la Cepal, el hecho de abarcar Latino- américa con toda su heterogeneidad sólo permitía, a su juicio, una propuesta flexible. Esta partía de una etapa experimental de diez años, en la que, mediante negociaciones producto por producto, se buscaría so- lamente una reducción del nivel promedio arancelario, es decir, al admitir que los países más débiles pudieran mantener significativos grados de protección. En otras palabras, la heterogeneidad era el punto de partida y no una corrección a posteriori y por ello se adoptaba 40 [ Integratemas 5 ] Ni lo uno ni lo otro: integración y desarrollo
  • 41. En general, los procesos de integración económica deben GRADOS DE LA INTEGRACION diferenciarse a partir de los objetivos que se plantean en el momento de constituirse y de los fines que persiguen. Según el grado de compromiso de los países, se pueden identificar diferentes esquemas de integración que se califican como fases del proceso que conducen a un último estadio en el que cada unidad nacional debe demostrar que posee un alto grado de compromiso y una inmensa madurez política y eco- nómica. En seguida se muestran los grados de integración, de menor a mayor compromiso, y por objetivos. n Zona de libre comercio (ALC) n Unión aduanera (UA) = ALC + Arancel externo común n Mercado común (MC) = UA + armonización de políti- cas económicas n Comunidad económica = MC + unificación de políticas + 4 liberaciones (bienes, servicios, capitales y mano de obra). una clasificación en tres tipos de bienes y tres tipos de países. Llama la atención la inclusión de los paí- ses intermedios, caracterizados más que por su bajo desarrollo, por su mercado insuficiente2. 2 Véase Salgado (1979). En adelante se hará referencia a muchas de sus excelentes consideraciones. Auge y decadencia de un ideal 41
  • 42. El tratamiento preferencial, en consecuencia, además de afectar el principio de reciprocidad en el ámbito arancelario, incidía en la aplicación del principio de Nación más favorecida. Esto en razón de que mediante concesiones es posible que una reducción otorgada a un país ‘débil’ no tenga que generalizarse a otros. En la etapa experimental, el esquema y la sugerencia de adelantar los acuerdos complementarios en materia de nuevas industrias o racionalización de las existentes crearían las condi- ciones para pasar a una etapa de integración más profunda. Pero la propuesta se rechazó. Sería muy extenso y prolijo detallar la propuesta de la Cepal. Pero la verdad es que son ostensibles sus diferencias con el esquema finalmente adoptado en el Tratado de Montevideo. Si bien la Cepal adoptaba el principio de libre competencia y la especialización que él conllevaría en la integración (curiosamente, puesto que lo negaba en el comercio mundial), no era ese el punto de partida. En cambio, la Alalc terminó basándose en dicho principio. Se reducía a un programa de liberalización progresiva y genera- lizada del comercio, con la aspiración de conseguir en diez años (después doce) la liberalización plena de lo esencial del intercambio. Cumplido el plazo, y 42 [ Integratemas 5 ] Ni lo uno ni lo otro: integración y desarrollo
  • 43. con el programa estancado, muy lejos estaba de la meta. Y aunque aceptó las concesiones especiales, en realidad muy poco se pusieron en práctica. El tono de la negociación En síntesis, la Alalc, además de reflejar la concepción ortodoxa del comercio, se adaptaba a lo previsto por el Gatt: liberalización en un espacio geográfico para converger con la liberalización mundial en marcha. Aquí podríamos preguntarnos, de una vez, si eso es integración. Sin duda, fue un resultado de la con- frontación de intereses políticos. Las negociaciones no fueron, en realidad, tan arduas. La Cepal venía trabajando en el asunto des- de 1956, con ocasión de la primera sesión de su Comité de Comercio y luego, en 1958, en un grupo de trabajo especial. Empero, en ese mismo año se adelantó una reunión de consulta con expertos de Argentina, Brasil, Chile y Uruguay y allí se elaboró un Proyecto de Acuerdo de Zona de Libre Comercio para esos países, en principio. Ese fue el que finalmente se impuso, con algunas variaciones y dándole un carácter abierto a otros, en el Tratado de Montevideo (18 de febrero de 1960). Auge y decadencia de un ideal 43
  • 44. Era el enfoque del Gatt y así lo advirtió su repre- sentante: “en el establecimiento de arreglos prefe- renciales es necesario garantizar que los intereses de terceros países no sean lesionados y que tales arreglos se utilicen en una primera etapa, porque siempre la meta final debe ser el mercado compe- titivo sin limitaciones (citado por Salgado, 1979). Y más agresivamente, el representante de Estados Unidos, quien asistía, y habría que preguntarse por qué, a la segunda sesión del Comité de Comercio: “La creación de un nivel indeterminado de preferencias, sin un compromiso de proseguir la formación de la zona de libre comercio, sería susceptible de producir un elevado grado de incertidumbre”. Ya en tono de amenaza lo había expresado, en 1958, el embajador estadounidense en Brasil: “[La iniciativa] sería bien recibida por los Estados Unidos, siempre que tales arreglos se ajusten a las normas establecidas en el artículo 24 del Gatt (véase Salgado, 1979). Todo esta- ba dicho; la Cepal, en realidad, no entró en combate y su propuesta hizo mutis por el foro. 44 [ Integratemas 5 ] Ni lo uno ni lo otro: integración y desarrollo El problema principal de la integración es la heterogeneidad,
  • 45. El verdadero problema de toda integración Las presiones internacionales, sin embargo, fueron tan efectivas porque entraban en concordancia con los intereses representados por los gobiernos, entre ellos, los más poderosos. La modalidad adoptada (zona de libre comercio) correspondía, en cierto mo- do, al predominio de Brasil y Argentina. Obsérvese que Uruguay y Chile respaldaron desde el principio la propuesta, a pesar de su condición desventajosa, pero unos años después solicitaron tratamiento es- pecial en la Alalc. La diferencia entre zona preferencial y zona de libre comercio no es puramente técnica. En esta úl- tima, la lógica de la liberación comercial lleva ne- cesariamente a que los beneficios de la pretendida integración se concentren en los países de mayor nivel de industrialización (véase recuadro). Esto es claro, aun desde el punto de vista teórico: antes se habló de la diferencia entre creación y desviación de comercio, para justificar la integración regional. Debe observarse, sin embargo, que la creación de comercio supone, por ejemplo entre dos países, que el más eficiente aprovecha la reducción del arancel para exportar al otro determinado producto, no só- Auge y decadencia de un ideal 45 ya que se trata Estados más o menos soberanos.
  • 46. 46 [ Integratemas 5 ] Ni lo uno ni lo otro: integración y desarrollo
  • 47. lo sustituyendo la importación de terceros, sino la propia producción del segundo, menos eficiente. Es decir, la plena operación de la ley de las ventajas comparativas. El primero, además, ante la perspectiva de un mercado ampliado, puede avanzar en econo- mías de escala y ofrecer el producto a un precio aún mucho menor. Así, el efecto es positivo para la región tomada en conjunto, pero no para todos y cada uno de los países, a menos que, en nuestro ejemplo, el segundo tenga otro producto para el cual se produce el mismo fenómeno, en sentido inverso. O que los efectos económicos y so- ciales en uno y otro sean equivalentes. En la práctica, esto casi nunca ocurre; el segundo país pierde. Se com- prenderá fácilmente que si se tienen tres o más países y una gama suficientemente amplia de productos, la complejidad hace imposible un equilibrio. El proceso que sigue a la liberalización comercial no es, pues, neutro. Por eso, en aras de la equidad, es indispensable estructurar un conjunto de preferen- cias desiguales, así parezca dispendioso, con el fin de atender las necesidades dispares de desarrollo entre los participantes. Y un conjunto de medidas y políticas complementarias. Más aún si se tiene en cuenta la rela- Auge y decadencia de un ideal 47
  • 48. Homogeneidad versus heterogeneidad EN CENTROAMÉRICA En una región donde hay menor heterogeneidad y menor nivel de desarrollo, como es Centroamérica, la integración tiene mayores posibilidades de ser exitosa, por lo menos hasta llegar a las puertas de una verdadera industrial- ización. –Significativamente, allí la Cepal sí propuso una zona de libre comercio.– En ese punto, la única alternativa es la programación, esto es, la racionalización de la asig- nación de recursos de manera consciente y deliberada. Fue entonces cuando el proyecto centroamericano entró en decadencia. ción con los terceros; el arancel externo común (unión aduanera), por ejemplo, va encaminado a impedir que el país que tenga menor arancel con ellos simplemente lo importe y lo reexporte a sus socios. En consecuencia, el problema principal de cual- quier integración es la heterogeneidad, ya que es- tamos hablando de Estados nacionales más o menos soberanos. No gratuitamente la propuesta siempre suele estar rodeada de altisonantes declaraciones sobre la hermandad, “los lazos que nos unen” y los rasgos en común. 48 [ Integratemas 5 ] Ni lo uno ni lo otro: integración y desarrollo
  • 49. Las diferencias de naturaleza económica cuentan mucho en la medida en que definen las aspiracio- nes de los actores. Aquí es importante considerar que esto trata algo más que el nivel de desarrollo: aborda el grado y tipo de industrialización; en los países de la periferia suele ser mucho más acen- tuada la heterogeneidad que entre los países del centro. Otras diferencias se refieren a la estructura socioeconómica, los problemas fundamentales que deben afrontar y, por tanto, las políticas económi- cas, que deberían modificarse y, en el mejor de los casos, armonizarse. Pero la heterogeneidad va más allá de lo que se conoce como dimensión económica: toca diversos aspectos que no se pueden subestimar. Puede refe- rirse a la diferencia de sistemas políticos, aunque es algo que hoy se deja de lado. Es claro que para un país socialista (o mejor, estatista) las desgrava- ciones no tendrían ningún efecto sobre los flujos de comercio. Un fenómeno equivalente sería el de radicales diferencias de orientación política o dispu- tas, por ejemplo por límites, a veces acompañadas de enfrentamientos. Todo ello dificultaría cualquier negociación. Auge y decadencia de un ideal 49
  • 50. Modalidades de Heterogeneidad Una clasificación de los objetivos principales de una integración, que a su vez ilustra sobre las motivacio- nes de los actores involucrados, resulta de utilidad para entender mejor el asunto. Puede hablarse de cuatro objetivos principales (Salgado, 1979): n Desarrollo y cambio de la estructura industrial y progreso tecnológico. n Expansión del comercio y mejor aprovecha- miento de las capacidades productivas exis- tentes. n Aumento de la capacidad de negociación con terceros. n Mejoramiento de las relaciones políticas entre los Estados. En un caso determinado, pueden perseguirse los cuatro objetivos; por consiguiente, lo que impor- ta es el tipo de combinación y el énfasis relativo. Los dos últimos influyen en la decisión inicial, en cambio los primeros definen los objetivos concretos y las modalidades de la integración. Es allí donde entra en juego la heterogeneidad. Lógicamente, los países de menor desarrollo estarán interesados en el primero. La integración se considera como un cami- 50 [ Integratemas 5 ] Ni lo uno ni lo otro: integración y desarrollo
  • 51. no para producir un cambio estructural y definir un patrón de industrialización; de ahí la importancia de los esquemas de preferencias, del papel del órgano supranacional y aun de la programación industrial. En cambio, a los países de mayor industrialización es interesa simplemente la ampliación del mercado –el segundo objetivo-- y se encuentran mejor ser- vidos por una forma de liberalización comercial. Se refuerza así, vía mercado, el patrón de especializa- ción preexistente. Es a esta última a la que se llama, curiosamente, integración más profunda, por aquello de la elimi- nación completa de las barreras comerciales. Desde otro punto de vista podría decirse, más bien, que la verdadera integración se da cuando predominan los rasgos de cooperación. En el plano político e ins- titucional, la llamada integración profunda supone, para materializarse, la imposición de los más fuertes, mientras que la segunda opción implica un espacio más horizontal de negociación y una superestructura concertada, con mayor poder de intervención. Auge y decadencia de un ideal 51
  • 52. Conclusión: genio y figura de los protagonistas Fácil es percatarse de que lo anterior se puso de ma- nifiesto en el diseño de la Alalc. Basta recordar la historia que se relató anteriormente. Las motivaciones propiamente políticas sólo influyeron débilmente en el cuarto objetivo, aunque quizás podría mencionarse la consolidación de las relaciones Brasil-Argentina, luego de los cambios en este último país. Pero vale la pena anotar algo en relación con el tercero. De acuerdo con su crítica al funcionamiento del comercio internacional, la Cepal sí había colocado este objetivo entre los principales y así lo reiteró en 1965: Es difícil concebir una solución de esta naturaleza [ex- pandir el comercio y establecer una estructura productiva diversificada] si cada uno de los países latinoamericanos, sin excluir a los más avanzados de la región, se enfrenta inerme a los poderosos países industrializados y a los más poderosos bloques regionales y políticos que entre ellos han constituido (…). No queda, en consecuencia, otro camino que el de establecer un proceso gradual de integración que lleve a una unión económica de los países latinoamericanos (Cepal, 1965). No obstante, este objetivo, además de abando- narse prematuramente, se transformó en su contrario, al colocar la Alalc en el camino de lo previsto por 52 [ Integratemas 5 ] Ni lo uno ni lo otro: integración y desarrollo
  • 53. el Gatt. Contundente había sido la advertencia de Estados Unidos. Pero también existía una limitación estructural, que ya se encontraba interiorizada en los dirigentes de los países: la dependencia. A pesar de todo, era indispensable incrementar el poder de compra para los bienes de capital (y muchos inter- medios), producidos en el centro, indispensables en los procesos productivos. A falta de otras políticas domésticas y externas, la integración, insuficiente para romper la dependencia, no podía menos que apuntalarla. De hecho, tenía las condiciones para facilitar la operación de las grandes empresas multi- nacionales en el mercado ampliado, cosa que hasta la Cepal, concentrada en el tema del comercio exterior, había subestimado3. Se hubiera necesitado, pues, una iniciativa política mucho más radical. En cuanto a los objetivos económicos (los dos primeros), se identificará el predominio del segundo, si se recuerda la fórmula adoptada. Ahora bien, si los convertimos en criterio de evaluación, no podría sor- prendernos el hecho de no haberse producido ningún 3 En los años setenta, el Grupo Andino entró en crisis (salida de Chile), a propósito de las normas de control del capital extranjero; sólo sobrevivió, unos años más, modificándolas. Auge y decadencia de un ideal 53
  • 54. cambio estructural (primer objetivo). En cambio, sí llama la atención el pobre resultado en lo referente a la ampliación del mercado (segundo). Si bien aumen- tó el comercio intrarregional, la Alalc no representó una verdadera salida para la acumulación de capital en los países más avanzados. Si acaso contribuyó a recuperar los flujos de comercio en el Cono Sur. El desenlace Al comenzar los años setenta, los problemas eran todavía más graves. Se había llegado a una nueva fase de dependencia tecnológica y financiera, carac- terizada por la presencia de las grandes corporaciones multinacionales. El caso de Brasil ilustra muy bien la sobre-expansión en curso del sector financiero, sin incremento en la tasa de ahorro interno y en la inversión productiva, que se asociaría luego con procesos de inflación (Tavares, 1979)4. Como era previsible, el programa de liberación se estancó. A manera de respuesta, los países andinos iniciaron 4 Llama la atención que Maria Conceiçao Tavares no le atribuye ningún papel a la expansión del mercado regional al examinar la expansión brasileña, que, de todas maneras, se registró en los sesenta. 54 [ Integratemas 5 ] Ni lo uno ni lo otro: integración y desarrollo
  • 55. PACTO ANDINO: EXCELENTE INSUMO PARA HOY El impulso a una integración de la región andina respondió a varias situaciones, entre ellas, al nulo tratamiento de la heterogeneidad en la Alalc. Por eso puede considerarse un estudio de caso de excelente utilidad para las discusiones actuales. Se suponía que la integración tendría mayor fac- tibilidad a escala subrregional al existir un nivel similar de desarrollo entre los países (relativamente menor en Bolivia y Ecuador). Aun así, se planteaba un esquema de superior complejidad, incluidas modalidades de programación indus- trial y armonización de políticas. La literatura al respecto es extensa. Un análisis detallado se encuentra en Garay (1979) y en Garay y Pizano (1979). en 1969 una dinámica de integración subrregional (véase recuadro). En síntesis, diez años después nadie se atrevía a afirmar que la Alalc era un proceso de integración y menos, a aludir a su ideal, la Comunidad Econó- mica Europea. En 1980, la sustituye la Asociación Latinoamericana de Integración (Aladi), un simple marco para adelantar negociaciones bilaterales y plurilaterales. Auge y decadencia de un ideal 55
  • 56. La experiencia había dejado no pocas lecciones. El propio Celso Furtado, en un texto escrito original- mente en 1969, pero revisado en 1976 advertía: Los esquemas que se limitan a la liberalización del co- mercio (...) pueden tener significación en casos particu- lares (…). Tratándose de países que ya avanzaron mucho en la industrialización con orientación preferentemente autárquica, como son los casos de la Argentina y el Bra- sil, y países con grandes disparidades en sus grados de desarrollo, esos esquemas en sí mismos son de escaso valor (…) Actualmente se admite como más o menos evidente, que lejos de ser una simple cuestión de libera- lización del comercio, el verdadero problema consiste en promover la creación progresiva de un sistema económico regional (…). Para concluir, apartándose por completo de la de- finición clásica de integración, anota lo siguiente: En síntesis, el problema es mucho menos de formación de un espacio económico unificado mediante una movilidad progresiva de productos y factores de producción (…) que de reorientación del desarrollo en el plano nacional hacia una articulación creciente de las economías nacionales en un todo coherente (Furtado, 1983). El autor no oculta su escepticismo, en vista de las enormes dificultades. La marcha hacia un nuevo 56 [ Integratemas 5 ] Ni lo uno ni lo otro: integración y desarrollo
  • 57. integracionismo supondría una doble transformación: la redefinición frente a los polos internacionales de poder, particularmente Estados Unidos, y el cambio sociopolítico en el plano nacional: Esa evolución requiere, para poder vencer las suspicacias de países con una larga historia de dependencia exterior, una clara definición de los objetivos del desarrollo en el plano nacional. Es a partir de esos objetivos que será posible definir los sectores de actividad en que los bene- ficios de la integración (…) son indiscutibles y pueden ser captados y repartidos entre el conjunto de las partes interesadas (Furtado, 1983). La importancia de esta conclusión rebasa los lin- deros del tema considerado. Furtado aborda aquí, críticamente, el pecado original del pensamiento de la Cepal: la subestimación de la política. Es insufi- ciente, en efecto, postular la intervención del Esta- do para corregir las fallas del mercado, en el plano internacional y en el ámbito nacional. Es cuestión de relaciones de poder; de quién se representa en el Estado, o en los Estados, y por lo tanto de cómo cambiar dichas relaciones de poder. Auge y decadencia de un ideal 57
  • 59. Renunciación Los pasados años ochenta se conocen en América Latina como la década perdida. Los países de la región sólo atinaban a enfrentar la crisis de la deuda externa con las políticas de ajuste impuestas por la banca multilateral. La Cepal se sumió en el silencio y una nueva corriente intelectual comenzó a imponerse.
  • 60. P ocas oportunidades tuvieron en los años ochenta los países de América Latina para retomar el tema de la integración, ya bastante su- bestimado por las dictaduras militares o por las ‘democracias restringidas’, a las que, sin embargo, las unía una misma concepción política. La cuestión del de- sarrollo, patrimonio del tercermundismo burgués, cedía su lugar a un supuesto retorno a la ortodoxia liberal, que eli- minaba toda crítica al funcionamiento del comercio internacional. Al final de la década, las élites latinoamericanas adoptarían, en materia económica, el dogma acuñado en el famoso Consenso de Washington (véase recuadro). Desventuras de un pensamiento débil La Cepal elaboró un documento y lo publicó en 1990 como la grande y nue- va orientación para el siguiente dece- nio y en adelante. En él se expresó un 60 [ Integratemas 5 ] Ni lo uno ni lo otro: integración y desarrollo
  • 61. El concepto de Consenso de Washington se creó en 1989. CONSENSO DE WASHINGTON Se refiere al fundamento político económico de la muy discutida política de ajuste estructural que impusieron las instituciones de Bretón Woods. Quería expresar el con- senso en política económica al que llegó la elite financiera económico-política de Washington y los gobiernos de otros países industrializados, como reacción a la crisis de deuda de los años ochenta. Contiene diez ‘recomendaciones polí- ticas’ para que los países endeudados superaran la crisis de deuda: logro de control fiscal mediante reducción del gasto público, reestructuración del gasto público, favore- ciendo los servicios de salud, educación e infraestructura; reforma fiscal en función de disminuir la progresión y ampliar de la base impositiva, liberalización de las tasas de interés y tipo de cambio libre y determinado por el mer- cado, liberalización de las importaciones, liberalización de la inversión extranjera directa, privatización, desregulación y garantía de los derechos de propiedad.. Tomado de http://abcdelaglobalizacion.org/?q=es/node/1 sorprendente y radical cambio en el enfoque sobre la integración latinoamericana. Corresponde a una transformación de su pensamiento, así en sus con- tenidos como en el tono de sus expresiones y, tal Renunciación 61
  • 62. vez, sobre todo, en este último: dubitativo, buscan- do siempre el justo medio, como reconociendo una culpa (la sustitución de importaciones), que hoy sabemos no podía atribuírsele del todo. Incluso, si así lo fuera, ya estuviera expiada, pues había perdido por completo su influencia sobre las capas dirigentes de todos los países. Tras un lenguaje que retoma la mayoría de los términos y conceptos acuñados en cuarenta años de estudios, se esconde el abandono de un supuesto fundamental de todos sus diagnósticos y propues- tas: el desequilibrio externo y por tanto la noción de estrangulamiento externo. El punto de partida se componía ahora de la crisis de los años ochenta –curiosamente ajena a esta realidad inocultable– y las ruinas que ella había dejado: los países de la región inician el decenio de 1990 con el peso de la inercia recesiva de los años ochenta, con el pasivo que significa su deuda externa, y la presencia de una fundamental inadecuación entre las estructuras de la demanda internacional y la composición de las ex- portaciones latinoamericanas y caribeñas. Además, se arrastra una serie de insuficiencias importantes, entre las cuales se destacan los desequilibrios macroeconómicos no resueltos, la creciente obsolescencia de la planta de capital e infraestructura física (asociada a niveles de in- 62 [ Integratemas 5 ] Ni lo uno ni lo otro: integración y desarrollo Pocas oportunidades tuvo en los ochenta Latinoamérica
  • 63. versión deprimidos), una distancia cada vez mayor entre los intensos cambios tecnológicos que se están dando en el mundo y su aplicación en la región, el desgaste de la capacidad financiera y de gestión de los gobiernos, la frustración de un numero ascendente de personas que busca incorporarse al mercado de trabajo, el mal aprove- chamiento de los recursos naturales y la depredación de estos y el medio ambiente (Cepal, 1990). Este resultado, según la Cepal, habría dejado lec- ciones que debían considerarse para formular nue- vas propuestas. Pero dichas lecciones, al parecer, se limitarían a errores de política económica producto de confusiones. Pero se ignoró un hecho fundamen- tal: la crisis y el retroceso subsiguiente no eran más que el reverso del tipo de expansión que se había conseguido en el decenio anterior. Sólo que cuando se dio esta última, había servido únicamente pa- ra poner en duda el inevitable estancamiento, una consecuencia extrema que algunos equivocadamente habían extraído de la teoría de la dependencia. En otras palabras, la Cepal fue incapaz de comprender la crisis, justamente porque, ante la expansión, en- mendó su teoría en un sentido equivocado. En efecto, si bien el estrangulamiento externo no conllevaba un apocalíptico final, la continuidad de Renunciación 63 para retomar el tema de la integración.
  • 64. la acumulación de capital suponía nuevas formas de estrangulamiento y no su desaparición. El análisis debió profundizar en el conjunto de problemas que se agrupan en la cuestión del “financiamiento del desarrollo”, como lo indicó María Conceiçao Tavares, aludiendo a las nuevas formas de la dependencia. Se habría entendido el crecimiento de la deuda externa y, por lo tanto, la crisis. Y, sobre todo, que la ruina descrita se debía no solamente a ésta, sino princi- palmente al ajuste que impusieron los organismos internacionales a los países de América Latina, en beneficio de los acreedores y los países desarrollados del centro. En consecuencia, se habría entendido que, frente al ajuste brutal, existían opciones alternativas, que reconocían la estrecha relación entre deuda y comercio, tal como se propuso en su momento (véase recuadro). Por el contrario, la Cepal de fines de siglo, si bien reconoce los desastres del ajuste, no lo toma como lo que fue, una opción interesada, sino como algo impersonal e inevitable. La suya es una actitud de extrema gravedad, porque termina justificándolo como el resultado de anteriores políticas erróneas. Y lo que es peor, no distingue entre el agotamien- to del modelo, eventualmente su propia política de 64 [ Integratemas 5 ] Ni lo uno ni lo otro: integración y desarrollo
  • 65. Por la misma época de la crisis de la deuda, los países ALTERNATIVAS AL AJUSTE desarrollados enfrentaban un momento difícil de su comer- cio exterior. La situación tendía a agravarse: los países en desarrollo necesitaban economizar las divisas destinadas al servicio de la deuda y eso los obligaba a aplicar restricciones a las importaciones: “La crisis de la deuda externa de los países en desarrollo y, en particular, de los latinoameri- canos, ha generado efectos de reducción del comercio de exportación de los países industrializados” (Sela, 1988). En 1984, comienza la Ronda Uruguay del Gatt, encaminada una vez más a la liberación comercial. El éxito de esta Ronda permitiría una solución a la deuda, al abrir el comercio para los países en desarrollo y, recíprocamente, esa solución contribuiría al éxito de la Ronda. Pero los países desarrolla- dos eran reacios a avanzar en ese sentido. Por el contrario, practicaban el proteccionismo bajo la forma de acuerdos regionales en lo que entonces se llamó regionalismo: En consecuencia, existe una relación entre las presiones pro- teccionistas que se manifiestan en los países industrializados, en especial, pero no exclusivamente, en los Estados Unidos, y el problema del endeudamiento externo de los países de América Latina (Sela, 1988). Así, entonces, aunque había alternativas, la solución adopta- da por los países desarrollados fue incluir en los programas de ajuste de los países endeudados, medidas draconianas de apertura comercial, a su favor, naturalmente.
  • 66. desarrollo, y las políticas que acompañaron después la orgía de endeudamiento externo y atracción in- discriminada de inversión extranjera. Estas últimas políticas habría que ubicarlas en la lógica de las clases dominantes dependientes; casi todas expresa- das en abominables y corruptas dictaduras militares (Moncayo, 2003). El esfuerzo por extraer lecciones la lleva sim- plemente a adoptar, apenas con matices, el credo neoliberal: se tomó conciencia de la importancia de mantener los equilibrios macroeconómicos de corto plazo (…) y se lograron superar, en un grado importante, falsos dilemas referentes a la relación industria-agricultura, mercado interno-mercado externo, Estado-agentes privados y pla- nificación-mercado (Moncayo, 2003, p.11)1. Ese tono de ‘justo medio’ suena bien, pero, ¿se trataba en realidad de dilemas, o el propósito era, en el fondo, eludir la discusión? De la sólida cons- trucción teórica inicial sólo quedaba tímidamente, en lenguaje diplomático, “la necesidad impostergable de corregir la asimetría de la inserción internacional de la región”. 1 Justo en ese momento se hacía conocer el Consenso de Washing- ton. 66 [ Integratemas 5 ] Ni lo uno ni lo otro: integración y desarrollo
  • 67. Desarrollo sin desarrollismo En ese sentido, la integración latinoamericana está subordinada a una nueva concepción del desarrollo. El objetivo se indica en el título del documento: “Transformación productiva” (no podía menos que añadirse “con equidad”; luego agregaría “susten- table”). El eje de dicha transformación sería el in- cremento de la competitividad, lograda merced a la incorporación de tecnología. Aunque se mantiene la idea de que el eje es la industrialización, preconiza una vinculación estrecha de esta con los sectores primarios y de servicios, con la economía en gene- ral y la sociedad en su conjunto, en un concepto de competitividad sistémica. La estrategia, aparte del equilibrio macroeconómico y el cambio institucional, sería, para sorpresa nuestra, “una mayor apertura de la economía, como medio para inducir aumentos de productividad y estimular la incorporación del progreso técnico”. El incremento y la diversificación de las exporta- ciones aparecen, como es lógico, entre los objetivos. Y habría que pensar que es también un resultado del incremento de la competitividad, con la dificultad de que se estaban viviendo ya, en el mundo desarrollado, Renunciación 67
  • 68. La noción de desarrollo tiene de suyo la necesidad de una DESARROLLISMO política deliberada que renueve los obstáculos y corrija los desequilibrios. Implica pues, una planificación del desarrollo. La confianza en las virtudes de esta política y los esfuerzos por ponerla en práctica, se convirtieron, desde mediados del siglo pasado, en una ideología: el desarrollismo. Dicha política, tanto como la noción misma de desarrollo, ha sido sometida a una crítica implacable, desde diversos ángulos, en las últimas décadas. profundos cambios tecnológicos. La verdad es que el entorno internacional no parecía favorable: eso puede comenzar a verse en el hecho reconocido de que las tasas de interés y de cambio se habían convertido, como lo reconoce el documento, en las variables de ajuste internacional, en un contexto de expansión transnacional financiera y de resquebrajamiento del viejo sistema de Breton Woods. A pesar de los cambios, América Latina se en- contraba todavía especializada “en la exportación precisamente de aquellos bienes menos dinámicos en el comercio internacional”, en medio de un cre- ciente proteccionismo. En estas circunstancias, y dado que el subcontinente se había convertido en 68 [ Integratemas 5 ] Ni lo uno ni lo otro: integración y desarrollo
  • 69. exportador neto de recursos financieros y era difícil reanudar una corriente de créditos, la transformación productiva sólo podía financiarse mediante la inver- sión extranjera, en ese momento bastante esquiva, la misma que supuestamente garantizaría el acceso a la tecnología. Lo dicho se confirma con el abandono de la noción de estrangulamiento externo. Si la situación había cambiado, no parece que lo haya hecho en el sentido de suprimir las restricciones señaladas por el viejo diagnóstico, sino más bien en el de su agravamiento. Abandonado no sólo el viejo sino todo diagnóstico, la solución de esta cuadratura del círculo más bien parece un modelo de voluntarismo, que se afinca en las virtudes del equilibrio. El desarrollo no proviene de la ruptura del estrangulamiento, que para la Cepal dejó de existir, sino del aprovechamiento de las ilu- sorias oportunidades en el comercio internacional. Y para ello es imprescindible lograr la competitividad, que se convierte en el nuevo nombre del desarrollo. A su vez, la competitividad se conseguiría mediante la exposición al comercio internacional. El desarrollo, en consecuencia, es un resultado espontáneo de las leyes del mercado; no necesita política, no necesita desarrollismo. Renunciación 69
  • 70. Revisar la disyuntiva Ello era aplicable, en la forma de un falso dilema, a la cuestión de la integración regional. En el pasado, [la integración] se postuló como un instru- mento funcional para una estrategia de industrialización cuya finalidad fundamental era abastecer la demanda interna. Faltaría ahora demostrar que (...) puede ser igual- mente funcional para estrategias tendientes a lograr ma- yor competitividad internacional (Cepal, 1990, 163). Sobra decir que el dilema construido es, si no es una tergiversación, por lo menos sí injusto con toda la elaboración teórica precedente. Ya en 1965 se decía: Se ha mostrado que la integración regional es imprescin- dible para que los países latinoamericanos puedan acelerar su desarrollo económico y social y salir del estancamien- to en que se encuentran. Sin embargo, la integración no representa un medio alternativo a los objetivos de expansión y diversificación del comercio con otras re- giones y particularmente con los países industrializados (Cepal, 1965). En aquella época, por cierto, se planteaba, con mucha decisión, la necesidad de que estos países, así unidos, lograran modificar las condiciones exis- tentes en el comercio internacional y en particular, 70 [ Integratemas 5 ] Ni lo uno ni lo otro: integración y desarrollo
  • 71.
  • 72. las políticas de los países industrializados. Se estaba muy lejos de esa confianza ingenua en las virtudes de la ‘competitividad’ por sí misma. De aquel dilema, en todo caso, no podía deducirse más que un enfoque supuestamente pragmático: Parecería conveniente perfeccionar y consolidar lo que existe (compromisos multilaterales y bilaterales), avan- zar donde se pueda (…) e ir consolidando una urdimbre de esfuerzos integradores, en vez de tratar de responder a una imagen preconcebida que exige el cumplimiento lineal de compromisos hasta llegar a una meta final (Ce- pal, 1965, p.164). Si el horizonte es la liberalización comercial, las ‘industrias sustitutivas’ sometidas ya a una compe- tencia por la eliminación de la protección, y por lo tanto habiendo incorporado la innovación tecnoló- gica, pueden apoyarse inicialmente en el comercio intrarregional para convertirse en exportadoras hacia el mercado mundial. Este comercio puede beneficiarse de la misma liberalización, “aun cuando el margen preferencial para (él) tiende a disminuir”. En pocas palabras: el punto de partida es la aper- tura. Toda la crítica a la concepción ortodoxa del comercio internacional, orgullo de la Cepal, se había 72 [ Integratemas 5 ] Ni lo uno ni lo otro: integración y desarrollo La Cepal de fines de siglo reconoce los desastres
  • 73. derrumbado. Por desgracia: la experiencia demostra- ría después que la apertura, en realidad, no estimu- laba la eficiencia de las empresas. La competencia internacional exigía la competitividad, pero no la creaba espontáneamente. El regionalismo abierto Esta referencia al viraje de la Cepal no se debe a su peso intelectual y político que, como se dijo, ya había perdido; es una ilustración del cambio de mentalidad y de políticas de las elites latinoamericanas, a par- tir de una presentación mucho más matizada que la fundamentalista, por entonces en boga. Ello permite entender el sentido de la paradójica reactivación de los procesos de integración en el decenio de los noventa. Paradójica, porque implicaba una contradicción en los términos. Como se ha dicho, los obligatorios programas de ajuste estructural in- cluían severas medidas de apertura, entre otras, una reducción unilateral de aranceles. Y el curso siguió después del ajuste; el nivel promedio se redujo de 45% a mediados de los ochenta a 12% en 1999, sin tener en cuenta liberalizaciones parciales (Aladi, citado en Cepal, 2001) En esa medida, difícilmente Renunciación 73 del ajuste pero lo toma como algo inevitable.
  • 74. podría hablarse de integración regional, al menos en el sentido aceptado tradicionalmente. Recordemos lo planteado con anterioridad, a propósito de la crea- ción y la desviación del comercio: el efecto de un acuerdo preferencial entre algunos países se reduce y tiende anularse en estas circunstancias, ya que los terceros mantienen su acceso al mercado, en mayor o menor grado y, en todo caso, mucho más que antes de la desgravación unilateral generalizada. Sin embargo, se hizo integración, por grupos de países, como atendiendo a la pragmática recomenda- ción de la Cepal. Se le llamó ‘regionalismo abierto’; denominación que se le atribuye precisamente a la Cepal, aunque ya la había sugerido un primer ministro japonés, a finales de los setenta. Integracionismo SUI GÉNERIS El proceso tomó la forma de reactivación o creación de acuerdos por subrregiones. La Aladi ya había fa- cilitado varios acuerdos bilaterales. Ahora, daba el marco para el nuevo impulso a los subrregionales: n El Mercado Común Centroamericano, el más antiguo y más avanzado entre los subrregio- nales, renace en 1993, con el protocolo de 74 [ Integratemas 5 ] Ni lo uno ni lo otro: integración y desarrollo
  • 75. Guatemala, modificatorio del tratado original. Se reduce ahora el arancel externo común, para llegar a uno muy bajo a finales del decenio. Lo más significativo fue la introducción de una flexibilidad que permitió la creación del grupo de los cuatro (Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua) y la promoción de varios acuerdos bilaterales, incluido uno de libre comercio en 1998 con República Dominicana. Por su parte, la Comunidad del Caribe (Caricom), n el acuerdo más pequeño, creado en 1973 entre los Estados insulares anglófonos, había redu- cido los aranceles intrarregionales, pero sólo en 1992 se propone la adopción progresiva de un arancel externo común, en la línea de una reducción sustancial de la protección externa, que se había logrado, en términos generales, a final del decenio. Además de la implementación de medidas complementarias encaminadas a configurar un mercado común, una caracte- rística importante fue la inclusión de Surinam y de Haití, un acuerdo de libre comercio con República Dominicana y uno de cooperación con Cuba. Renunciación 75
  • 76. n El Grupo Andino (1969) mantuvo la continui- dad de la mayoría de sus instituciones du- rante los años ochenta. Sin embargo, lo que verdaderamente se observó en 1988 fue su resurrección. Según se dice, fue el consenso de todos los gobiernos en torno a la política neoliberal lo que permitió en ese año, con el protocolo de Quito, modificar el original Acuerdo de Cartagena hacia el regionalismo abierto, para dar lugar a la Comunidad Andina de Naciones (CAN). Con el establecimiento de una zona de libre comercio entre cuatro países andinos (excepto Perú) comenzó en 1993 la nueva dinámica. Como se señaló antes, Chile se retiró en 1976. Si bien fue muy difícil adoptar desde el prin- cipio un arancel externo común, la principal característica de la CAN fue el establecimiento de dispares acuerdos parciales y cruzados entre algunos de sus miembros, incluidas avanzadas liberalizaciones comerciales, especialmente en- tre Colombia y Venezuela. En todo caso, la pro- tección externa siguió un camino de sustancial reducción. Al mismo tiempo se toman diversas iniciativas de acuerdos comerciales con países 76 [ Integratemas 5 ] Ni lo uno ni lo otro: integración y desarrollo
  • 77. de Centroamérica y con otros del Cono Sur, ya sea como comunidad o individualmente. n Una creación original, en 1991, fue el Merca- do Común del Sur, Mercosur, compuesto por Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay. La idea comenzó con el Acta de Cooperación Argenti- no-Brasileña en 1986. En 1988 se suscribe un Tratado de Integración, con miras a crear una zona de libre comercio, también entre Brasil y Argentina. Tres años después se da un salto de calidad: se incorporan Uruguay y Paraguay a los acuerdos, mediante el Tratado de Asunción, con el que se funda el Mercosur. Aunque el objetivo, como su nombre lo indica era crear un mercado común (que incluyera la circulación de factores), en 1994, la Cumbre de Ouro Preto establece una primera etapa de Unión Aduanera. Empero, al tiempo que se li- beralizaba el comercio intrarregional, el arancel externo común se fijaba en un nivel muy bajo, como resultado de la reducción unilateral ante- rior. Antes de completar el proceso, en 1996, ya se habían recibido, como asociados, a Bolivia y Chile. No faltaron tampoco iniciativas frente a la CAN y a acuerdos bilaterales con otros países. Renunciación 77
  • 78. PrÁcticas contrarias Esos experimentos contrastan apreciablemente con el regionalismo, ese sí proteccionista, ejercido a la vez por los países desarrollados. Sobra recordar que la Unión Europea nació, justamente, levantando una elevada protección externa. Lo más importante tiene que ver con dos prácticas, una antigua y otra recien- te. En ambas se integraron, si así puede llamársele, países del centro y de la periferia. La primera práctica se trataba de los sistemas selectivos de preferencias, por ejemplo, el de Lo- mé, entre Europa y los países de África, el Caribe y el Pacífico. En el caso de Estados Unidos, el de la Cuenca del Caribe y el de los países andinos (Ley de preferencias arancelarias andinas o Andean Trade Preferences Act, Atpa, en 1991, más tarde, en 2002, Atpdea, Ley andina de promoción del comercio y la erradicación de drogas o Andrean Trade Promotion and Drug Erradication Act), otorgado a cambio de compromisos extraeconómicos como la cooperación en la lucha contra el narcotráfico. La segunda, propiamente de integraciones regio- nales, se expresa en el acuerdo Estados Unidos–Cana- dá, que dio lugar en 1994, incorporando a México, 78 [ Integratemas 5 ] Ni lo uno ni lo otro: integración y desarrollo Los países de América Latina estaban con su regionalismo,
  • 79. al Tratado de Libre Comercio de América del Norte, TLCAN o Nafta, por su nombre en inglés. En ese mismo año, en la cumbre presidencial de Miami, se lanza la iniciativa del Área de Libre Comercio de las Américas, Alca. El efecto en América Latina de esas dos prácticas fue la creación de polos de atracción y subordinación hacia Estados Unidos. Como se ha dicho, basta la sim- ple liberalización comercial con respecto a semejante potencia, para crear una dinámica preferencial en su favor, aun con la exclusión del posible competidor europeo. Pero la evolución posterior demostró que se trataba de algo más que de comercio. Balance: más apertura que integración El resultado de las experiencias integracionistas abier- tas, en términos de comercio, era previsible hasta cierto punto. En las dos más grandes, la CAN y Merco- sur, las explicaciones saltan a la vista. En la primera, la liberalización comercial (general e intrarregional) tenía que producir efectos positivos, pero sin ningún impacto sobre el desarrollo o el cambio estructural. En los hechos, se basó en ventajas naturales o ya creadas y especialmente por las facilidades de la con- Renunciación 79 rindiendo un tributo a la retórica del libre comercio.
  • 80. tigüidad, pues el grueso del crecimiento del comercio se dio entre Colombia y Venezuela. En la segunda experiencia, de mayor complejidad, los datos son similares. Entre 1991 y 1998, el comer- cio intrarregional creció 300%, mucho más que con el resto del mundo. Debe resaltarse que las expor- taciones crecieron 48%, mientras las importaciones lo hicieron en 157%. Según algunos analistas, en el extraordinario crecimiento del comercio intrarregio- nal debe tenerse en cuenta el bajo nivel inicial de este comercio, algo apreciable especialmente entre Brasil y Argentina. En estos países se incrementaba simultáneamente la inversión extranjera, como resul- tado de las privatizaciones, y por ende sus demandas agregadas, sin que se alterara el patrón de comercio. En general, no se descarta el efecto positivo de la vecindad (Carrera y Stturzenegger, 2000). Desde el principio se habló de coordinar políticas macroeco- nómicas. Pero muy pronto, con la crisis financiera de 1997-1998, se evidenció su fracaso en cuanto propuesta de mercado común. Los países de América Latina estaban, pues, con su regionalismo abierto, rindiendo un tributo ingenuo a la ortodoxia y a la retórica del libre comercio, pero 80 [ Integratemas 5 ] Ni lo uno ni lo otro: integración y desarrollo
  • 81. privándose de los recursos que los más grandes sí utilizaban. Su desgravación unilateral fue el apor- te más significativo a las discusiones de la Ronda Uruguay, en la que se obtuvieron apenas algunas pocas ventajas, en términos de aliviar el proteccio- nismo de los países desarrollados. El argumento de la Cepal tenía una falla esencial: de nada valía el esfuerzo de la competitividad, aun en caso de con- seguirla, si no había condiciones para exportar. Efectivamente, el comercio creció mucho más que el producto, pero también lo hicieron mucho más las importaciones que las expor- taciones, de modo que sólo se contribuyó a resolver el problema que los países de- sarrollados padecieron en los años ochenta. Renunciación 81
  • 83. La división internacional del trabajo en el fin de siglo La pretensión de modificar la división internacional del trabajo encontrando nuevos productos de exportación en los cuales especializarse se reveló muy pronto ilusoria. Sin transformar las condiciones del comercio internacional ni alterar el rumbo del desarrollo interno, América Latina solo pudo reforzar su tradicional patrón de especialización en productos primarios.