2. Olvídese de pesados tratados de economía de 700 páginas. Todo el
mundo puede entender la economía, como pretende demostrarnos
The Little Blue Book (el pequeño libro azul) del economista Ha-Joon
Chang, el que es, posiblemente, el libro de economía más corto del
mundo, donde nos expone las 5 cosas que no te dicen sobre la
economía:
3. 1. EL 95% DE LA ECONOMÍA ES SENTIDO COMÚN
Usted no necesita un título para entenderlo. Tenemos una visión
errónea de esta profesión. Una gran cantidad de economistas
profesionales piensan que lo que hacen es demasiado difícil para la
gente común.
A usted le sorprendería cuán a menudo estas personas son demasiado
estúpidas para decir las cosas y transmitir sus ideas, al menos en
privado. Acostumbran a usar expresiones del tipo: “usted no entendería
lo que hago, incluso si se lo explicara”. Mire, si no puede explicar algo a
otras personas, es usted el que tiene el problema.
La gente expresa opiniones firmes sobre todo tipo de aspectos, a pesar
de no tener la experiencia adecuada: opina sobre el cambio climático,
el matrimonio gay, la guerra de Irak, las centrales nucleares…
Pero cuando se trata de cuestiones económicas, muchas personas ni
siquiera están interesadas. ¿Cuándo fue la última vez que tuvo un
debate sobre el futuro del euro o la desigualdad en China, a pesar de
que estos problemas pueden tener gran impacto sobre su vida?
4. 2. LA ECONOMÍA NO ES UNA CIENCIA
A pesar de que los expertos quieran hacerle creer lo
contrario, hay más de una manera de “hacer” economía.
A la gente se le ha hecho creer que, como la física o la química, la
economía es una “ciencia exacta”, en la que siempre hay una sola
respuesta correcta para todo; por lo tanto los no expertos,
simplemente deben aceptar y acatar el “consenso profesional” y
dejar de pensar en ello.
Contrariamente a lo que la mayoría de los economistas tratan de
hacernos creer, no hay un sólo tipo de economía. De hecho, hay
muchos tipos diferentes, o escuelas, como se las conoce a menudo:
clásica, neoclásica, marxista, desarrollista, austríaca,
schumpeteriana, keynesiana, institucionalista, etc…Y ninguna de
estas escuelas puede reclamar superioridad sobre las demás y
menos aún el monopolio sobre la verdad.
5. 3. LA ECONOMÍA ES POLÍTICA
Los argumentos económicos suelen ser justificación para lo
que los políticos quieren hacer de todos modos.
La economía es un argumento político. No es (y nunca podrá ser), una
ciencia.
Detrás de cada política económica y acción empresarial que afecta a
nuestras vidas (salario mínimo, seguridad social, pensiones, etc…)
hay una teoría económica que, o bien ha inspirado esas acciones o,
más frecuentemente, proporciona la justificación de lo que el poder
pretende realizar.
Sólo cuando sabemos que hay diferentes teorías económicas,
podremos decirle a aquellos que acaparan el poder que están
equivocados cuando nos dicen que “no hay alternativa”.
6. 4. NUNCA TE FIES DE UN ECONOMISTA
Una cosa es no prever la crisis financiera; y otra muy diferente es
no haber cambiado nada desde que se produjo.
A la mayoría de economistas la crisis financiera mundial de 2008 les pilló
por sorpresa. Y no sólo eso, no han sido capaces de encontrar
soluciones dignas a las secuelas permanentes de esta crisis.
Teniendo en cuenta todo esto, la economía parece sufrir de un grave
caso de megalomanía.
Esta crisis financiera nos recuerda, con toda su fuerza, que no podemos
dejar la economía en manos de economistas profesionales y otros
‘tecnócratas’. Todos debemos involucrarnos en su gestión como
ciudadanos activos.
7. 5. TENEMOS QUE RECUPERAR LA ECONOMÍA PARA EL PUEBLO
La economía es demasiado importante para dejarla solo en manos
de los “expertos”.
Usted debe estar dispuesto a desafiar a los economistas profesionales.
Ellos no tienen el monopolio de la verdad, incluso cuando se trata de
asuntos económicos.
Como muchas otras cosas en la vida (aprender a montar en bicicleta,
aprender un nuevo idioma, o aprender a usar su nueva tablet), una vez
supere las dificultades iniciales y siga practicando, saber de economía se
le hará cada vez más fácil.
Si usted no está dispuesto y no es capaz de desafiar a los profesionales y
a los expertos, entonces ¿para qué necestiamos tener una democracia?
No hay excusa para la complacencia.