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Hacia una teoría de la observación de observaciones:
                  la historia cultural

                                            Alfonso Mendiola*




        Objetividad es igual a creer que las                de convertir en objeto de estudio a las propias
        propiedades del observador no entran en las         universidades e institutos de investigación que
        descripciones de sus observaciones.                 hacen historia cultural, ya que éstos a su vez
                                  h einz   von   FoerSter   objetivan, a través de la historia cultural, los
                                                            fenómenos sociohistóricos.
        La práctica histórica se refiere toda ella a la
                                                               Hacer una investigación de la historia cul-
        estructura de la sociedad.
                                                            tural a través de la propia historia cultural es
                                   MiChel   de   Certeau    llevar a cabo una autobservación. La historia

E
                                                            cultural no será estudiada desde fuera de ella
    ste ensayo pretende explicar de manera his-             misma, lo que implicaría una heterobservación.
tórica la emergencia, en las últimas dos déca-              Para llevar a cabo esta autobservación tendre-
das, de la llamada “historia cultural” francesa.            mos que partir de la operación historiográfica
Querer elucidar la historia cultural de manera              que realiza la historia cultural, la cual, de ma-
histórica puede parecer extraño, pero más ex-               nera simplificada, consiste en estudiar a sus
traño aún es el observar el nacimiento de la                objetos como sistemas de comunicación.2 ¿En
historia cultural a partir de los propios métodos
y teorías que ella misma utiliza para sus inves-
tigaciones. El ensayo consistirá en observar la
historia cultural desde la historia cultural. De            la objetivación está en sí mismo objetivado: los análisis
lo anterior surge la siguiente pregunta: ¿cómo es           más brutalmente objetivantes son redactados con la
posible convertir a la historia cultural en objeto          conciencia absoluta de que se aplican a quien los escribe
de estudio de ella misma? Este tipo de investi-             y de que, por añadidura, un sinnúmero de los individuos
gaciones se conocen como autológicas, porque los            a los que atañen no sospecharán siquiera que el autor
                                                            de tal o cual frase un tanto ‘cruel’ la está aplicando a su
esquemas de investigación que aplica una disci-             propia persona. Por consiguiente, calificarán de cruel-
plina a sus objetos de estudio se los aplica a sí           dad gratuita lo que, en realidad, es un trabajo de anam-
misma. Las investigaciones autológicas buscan               nesis, un socioanálisis.” Pierre Bourdieu y Loïc J. D.
objetivar al sujeto objetivante,1 es decir, se trata        Wacquant, Respuestas. Por una antropología reflexiva,
                                                            México, Grijalbo, 1995, p. 41.
                                                               2
                                                                  Krzysztof Pomian caracteriza a la historia cultu-
  *
     Universidad Iberoamericana.                            ral como un tipo de investigación que analiza el mundo
  1
     “No es posible trabajar sobre determinado objeto       de los fenómenos como sistemas comunicativos, él la
sin tener presente en todo momento que el sujeto de         llama el estudio de los semióforos. Véase Jean-Pierre




                                                                                                                          19
qué consiste convertir los fenómenos estudiados                   además, las experiencias del historiador a
     en sistemas de comunicación? Primero, en dejar                    un sonambulismo teórico.3
     de pensar que la sociedad se compone de objetos
     y empezar a ver que ésta se compone de infor-                   El reto que lanza Michel de Certeau se puede
     maciones; cuestión que nos muestra que el cre-               formular de la siguiente manera: ¿cómo es posi-
     cimiento de los medios masivos de comunicación               ble describir la historia desde la propia histo-
     es una de las condiciones sociales de posibilidad            ria?, o mejor dicho, ¿cómo es posible describir
     de este tipo de historia. Segundo, la posibilidad de         a la disciplina de la historia desde los propios
     distinguir comunicaciones de no comunicaciones               criterios de investigación que la historia sigue
     es a partir del momento de la comprensión, el                para tratar sus propios objetos de estudio? Para
     cual permite llevar a cabo la distinción entre               plantearlo de manera más provocativa: ¿cómo se
     información y acto de comunicar. Así conside-                observa y describe la historia desde la historia?
     ramos que la comunicación se lleva a cabo en                 Ahora bien, si la ciencia de la historia se observa
     cuanto tal hasta el momento de su recepción, por             a sí misma, la historia dentro de la historia, nos
     ello para la historia cultural se vuelven suma-              enfrentamos con una forma peculiar de obser-
     mente relevantes los temas de la apropiación o               vación, que no es más que una autobservación y
     consumo, y no sólo las cuestiones cuantitativas.             una autodescripción. Por ello, la pregunta puede
     Por ello, la historia cultural verá en la historia           resumirse de la siguiente forma: cómo se autob-
     serial de la cultura sólo una etapa y no su con-             serva y autodescribe la historia cultural.
     clusión, pues a ella le interesa la forma como                  Los criterios metodológicos que vamos a
     esas informaciones son entendidas y asimiladas               seguir en el análisis de la emergencia de la his-
     por los receptores, lo que plantea una distinción            toria cultural —que consideramos que son pro-
     entre lo que se emite y lo que se entiende de lo             pios de la historia cultural— son los siguientes:
     que se emite. La forma de argumentación de este
     ensayo es un círculo que expresa la forma re-                a) Leer todos los textos bajo la lógica de la pre-
     flexiva con que deseamos trabajar: la historia                  gunta y la respuesta; asumiendo que ningún
     cultural desde la historia cultural. Esta forma                 texto (lo que el historiador siempre ha enten-
     de autorreferencialidad, según Michel de Cer-                   dido como fuente) se entiende si se aísla de su
     teau, es lo propio de la historiografía:                        contexto dialógico. Esto implica lo siguiente:
                                                                     leer todo tipo de discurso, no sólo los que el
           El historiador —escribe Michel de Cer-                    historiador entiende, en sentido estricto, como
           teau— sería un cobarde, cedería a una                     fuente o documento, como corpus documental.
           coartada ideológica, si para establecer el                Dado que los textos que hay que analizar en
           estatuto de su trabajo recurriera a otro                  esta investigación pertenecen en su mayoría
           mundo filosófico, a una verdad formada y                  a ensayos publicados en revistas, a libros que
           recibida fuera de los caminos por los cuales,             compilan artículos que promueven la historia
           en historia, todo sistema de pensamiento                  cultural, a obras de filosofía o sociología, etcé-
           se refiere a ‘lugares’ sociales, económicos,              tera, nos proponemos interpretarlos desde un
           culturales, etcétera. Este tipo de dicotomía              oficio específico, que es el de historiador. Esto
           entre lo que hace y lo que diría, serviría por            nos exige tratarlos como emisiones escritas en
           lo demás a la ideología reinante protegién-               contextos determinados y bajo situaciones de
           dola de la práctica efectiva. Condenaría,                 conflicto mediadas institucionalmente.



     Rioux y Jean-François Sirinelli (dirs.), Pour une histoire      3
                                                                       Michel de Certeau, La escritura de la historia, 2a.
     culturelle, París, Seuil, 1997.                              ed., México, uia, 1993, p. 68.




20
b) Partimos de que no hay ninguna observación          sivamente la historiografía francesa— carac-
   o lectura que no esté situada socialmente.          terizan, dentro de la evolución de la operación
   Aún más, toda lectura sigue las reglas que ha       historiográfica moderna, a la historia cultural;
   construido convencionalmente la comunidad a         segundo, estudiar el concepto de cultura de
   la que se pertenece, por esto vamos hablar de       manera histórico. Si los conceptos determinan
   comunidades de interpretación. En este caso         las formas de experiencia de las sociedades,
   la comunidad es la de los historiadores, y lo ca-   intentaremos elucidar qué observa la sociedad
   racterístico de las convenciones de lectura de      moderna a través del concepto de cultura. Para
   esta comunidad es la de historizar el acto          esto situaremos dentro de las transformaciones
   de leer. Por ello, nuestra forma de lectura se      de la estructura social el momento histórico en
   remite a un conjunto de reglas, por supuesto        que se construye la noción de cultura. Tercero,
   convencionales (históricas), y se hace desde un     expondremos la teoría de la observación de
   lugar específico, que determina nuestro hori-       segundo orden elaborada por el sociólogo alemán
   zonte hermenéutico: las instituciones histo-        Niklas Luhmann. Y por último, trataremos los
   riográficas mexicanas. Con esto tenemos una         criterios teóricos y metodológicos que se deben
   apropiación, desde los márgenes, de una pro-        seguir para investigar observaciones de obser-
   ducción cultural del centro, que es la llamada      vaciones.
   historia cultural francesa.
c) Por último, consideramos que lo básico de la
   historia cultural es que ella no trabaja sobre      Del pasado como real al pasado como
   un ámbito de objetos que habría que delimi-         observación de lo real
   tar, sino que lo hace sobre las maneras en
   que ciertos colectivos sociales observan lo         La historia cultural ha generado una serie de
   real. Aquello que Roger Chartier ha deno-           conceptos que tratan de dar cuenta de la unidad
   minado como representación, subrayando el           de las oposiciones que la historia y las ciencias
   hecho de que la historia cultural construye         sociales han creado a lo largo de los dos últimos
   su referencia a lo real por la mediación de las     siglos. Por ejemplo, la historia cultural objeta
   observaciones. (Anticipándonos a lo ambiguo         las oposiciones entre agente y normatividad, lec-
   o complejo que puede ser entender la pala-          tor y libro, hecho y teoría, etcétera, pues para
   bra observación, o aún más observación de           ella a lo que tienen acceso los historiadores es
   observaciones, como caracterizamos a la his-        a las interrelaciones entre los miembros de las
   toria cultural, aclaramos que se desarrolla-        distinciones, es decir, que no hay un agente que
   rá pormenorizadamente este concepto en las          se sujete a normas para actuar, sino que aque-
   páginas 29-35). Por supuesto, este observa-         llo que tenemos son agentes que hacen un uso
   dor no es un sujeto aislado y, por eso mismo,       estratégico, dependiendo del lugar que ocupan
   siempre está situado. Con ello se distingue         en el campo social en el que actúan, de las nor-
   del observador que construyó la filosofía idea-     mas bajo las cuales se encuentran. Lo mismo
   lista, es decir, el sujeto trascendental. Debido    podemos decir de las otras oposiciones, pues no
   a lo anterior no puede sostenerse, desde la         tenemos libros sin lectores ni lectores sin libros,
   historia cultural, que exista una lectura de        y por eso se habla en la actualidad de recep-
   las fuentes que no parta de ciertos presupues-      ciones o apropiaciones. Por último, la teoría de
   tos, es decir, no hay lectura —como creía la        la ciencia poskuhniana, junto con los trabajos
   Ilustración— sin prejuicios, o mejor dicho sin      de los epistemólogos franceses,4 nos ha revelado
   juicios previos.

  El ensayo se compone de las siguientes partes:          4
                                                            Me refiero a los trabajos de Alexander Koyré, Gas-
primero, exponer cómo los historiadores —exclu-        ton Bachelard, George Canguilhem, etcétera.




                                                                                                                 21
que los hechos son constructos de la ciencia, o                quita presidentes, etcétera. Pues cada siste-
     dicho de otra manera, que el objeto de estudio                 ma tiene su propia regulación.
     no pre-existe a su construcción por medio de la             b) Partimos de que la sociedad se reproduce a
     investigación. Ahora, trataremos de analizar                   través de comunicaciones, y por comunica-
     por qué la historia cultural se preocupa por este              ción entendemos un sistema de interacciones
     tipo de unidad de las oposiciones.5 Quizás sería               mediadas simbólicamente. Es decir, el yo sólo
     más correcto decir que buscaremos explicar en                  forma parte de la sociedad a partir de su rela-
     qué consiste, para la historia cultural, el fijarse            ción con un tú, pero nunca de manera aislada o
     en la unidad de las oposiciones. Además, debere-               psicológica. El yo se constituye en tanto que yo
     mos plantear la pregunta acerca de quién es el                 a través de formas específicas de sociabilidad.
     que observa la unidad de la distinción.                     c) Por último, si la sociedad se reproduce a par-
        Los criterios de la sociología de la ciencia,6              tir de una operación que es comunicación, y
     bajo los cuales estudiaremos la manera como la                 la historia es una ciencia de la sociedad, por
     comunidad de historiadores crea la historia cul-               lo tanto, la historia debe entenderse como
     tural, son los siguientes:                                     un tipo de comunicación peculiar. La historia
                                                                    como ciencia de la sociedad moderna produce
     a) La ciencia de la historia se va a entender                  comunicaciones acerca del pasado que tratan
        como una ciencia de la sociedad. Igual que                  de sujetarse a ciertos criterios de validez.
        como cuando hablamos de la economía sabe-                   Aunque estos últimos sólo sean convenciones
        mos que nos referimos a la economía de la                   que construye la propia comunidad de histo-
        sociedad, o de la política o del arte, etcétera.            riadores, y nada más. Con esto destacamos
        Lo que pretendemos evitar es el tipo de pre-                que estudiaremos los libros que se producen
        guntas que hacen abstracción de la sociedad,                como historia cultural como mensajes que
        como por ejemplo cuando preguntamos qué                     se hacen bajo un soporte específico que es
        es la historia sin referirla a una sociedad                 la escritura y dentro de una institución de-
        específica. Esto impide que imaginemos a la                 terminada.
        disciplina de la historia de manera separada
        de la reproducción de la sociedad en la cual             La emergencia de la historia
        ella existe. Lo anterior no niega que las cien-          cultural francesa
        cias, en la modernidad, tengan una cierta
        autonomía, es decir, que la política no pro-             El tipo de historia cultural que construyen los
        duzca enunciados verdaderos, cosa que bajo               historiadores franceses se da a conocer de ma-
        ciertas convenciones, sí produce la ciencia;             nera explícita por medio de la revista de los
        pero tampoco, de manera directa, la ciencia              Annales en 1989. Esta revista representa el
                                                                 órgano de difusión de una de las “tradiciones”
                                                                 historiográficas más relevantes de este siglo.
                                                                 En ese momento el director de la misma era el
        5
           Más adelante, en el apartado en que presenta-         historiador Bernard Lepetit, quien pertenece a
     mos la teoría de la observación de Niklas Luhmann,          la cuarta generación de la llamada “escuela de
     se entenderá que esta unidad de las oposiciones con-
     ceptuales tradicionales de las ciencias sociales se logra   los Annales”. Él mismo es el que en un edito-
     gracias a una observación de segundo orden. Pero estas      rial de la revista del año anterior invita a los
     unidades que encuentra la historia cultural también se      historiadores a participar en un debate sobre
     constituyen por medio de oposiciones, ya que se logran      el lugar de la historia en lo que él denomina la
     mediante observaciones. La observación como operación       “crisis de las ciencias sociales”. Y el artículo en
     sólo alcanza la identidad por medio de diferencias.
        6
           Seguimos las propuestas de la llamada escuela         que se describe la historia cultural es el famoso
     de Edimburgo, cuyos autores más conocidos son Barry         trabajo de Roger Chartier, El mundo como re-
     Barnes y David Bloor.                                       presentación.




22
Lo primero que hay que destacar es que la his-           Lo segundo es que el lugar desde donde se
toria cultural se presenta como una continuación         produce el ensayo de El mundo como repre-
de la historiografía de Annales. La historia cultu-      sentación obliga a que la historia cultural se
ral se describe como perteneciente a esa tradición.      autodescriba en relación con las formas histo-
Pero sabemos que presentarse como heredero de            riográficas que Annales generó anteriormente.
un pasado, la mayoría de las veces, implica rein-        Con esto vemos que la historia cultural se funda
ventar ese pasado. O mejor dicho, implica un             a través de un balance de la historiografía de
conflicto de interpretaciones entre grupos que           Annales, de tal modo que este tipo de historia
se creen los herederos de esa tradición. En este         se presenta como una respuesta a la “crisis de la
caso ese conflicto se da entre los grupos que            historia social” de ese momento, y por eso Char-
se consideran con derechos a representar la              tier la llamó “historia cultural de lo social” en
continuidad de Annales, pues ocupar ese lugar            oposición a una supuesta “historia social de lo
da poder y legitimidad. ¿Hasta dónde los his-            cultural”. Es importante no olvidar que la obra
toriadores de la segunda generación de Anna-             programática de Annales de 1995, Las formas
les consideran que la historia cultural es una           de la experiencia,8 regresa a identificar el tipo de
traición a los ideales de los fundadores? Esto           historia que desean hacer con el nombre historia
es algo que deberemos tomar en cuenta, pues              social, aunque adjetivándola como “otra forma”
basta recordar los últimos ensayos y ponencias           de historia social. Aunque la historia cultural
de Fernand Braudel, de cuya propuesta se hace            buscará su validación en la primera generación
cargo François Dosse en su libro La historia en          de la escuela: en Lucien Febvre9 y Marc Bloch.
migajas,7 título que muestra el fin de la denomi-        Lucien Febvre por medio de su concepto de uti-
nada “historia total”. Parece que tanto Braudel          llaje mental y Marc Bloch con su obra de Los
como otros miembros de esa generación no esta-           reyes taumaturgos.10
ban de acuerdo con lo que empezaba a desarro-               El problema que tenemos que enfrentar es
llarse como historia de las mentalidades, que            el siguiente: la historia cultural, tal y como se
como veremos más adelante es muy cercana de              entiende en la actualidad en Francia, aparece
lo que después se llamará historia cultural. Esa         como expresión de un conflicto en torno a la
historia de las mentalidades encabezada por dos          sucesión de la tradición de Annales. Y en este
grandes medievalistas de la tercera generación           conflicto hay dos posturas, una, la de quienes
de Annales: Georges Duby y Jacques Le Goff. El           la impulsan, y que en ese momento dirigen la
hecho de que sean ellos los que impulsaron la his-       revista (la cuarta generación) y, la otra, quienes
toria de las mentalidades, nos muestra que las           se aglutinan en torno a una supuesta memoria
insuficiencias de las interpretaciones que se ha-        de Braudel, y consideran que tanto la historia
cían desde la historia económica y social se             cultural como los que dirigen la revista han
percibieron primero en la investigación de las           traicionado a los fundadores de Annales. Por
sociedades premodernas que en la moderna,                otro lado, los que defienden la historia cultural
como es el caso de la sociedad medieval. Pues            encontrarán un vínculo, respecto al tipo de his-
en ellas el sistema económico no había logrado           toria que proponen, con la primera generación
aún independizarse de las cuestiones morales,
o con mayor precisión, religiosas. ¿Y quiénes de
los historiadores de la cuarta generación sienten
que son los continuadores de la tradición? Pues             8
                                                               Bernard Lepetit (dir.), Les formes de l’expérience.
los que se encuentran alrededor de la revista en         Une autre histoire sociale, París, Albin Michel, 1995.
ese momento.
                                                            9
                                                               La obra más representativa de esta tendencia en
                                                         Lucien Febvre es El problema de la incredulidad en el
                                                         siglo xvi. La religión de Rabelais, Madrid, Akal, 1993.
   7
     François Dosse, La historia en migajas, Valencia,      10
                                                               Marc Bloch, Los reyes taumaturgos, México,
Alfons el Magnanim, 1988.                                FCe , 1988.




                                                                                                                     23
de la escuela. En consecuencia nos enfrentamos        subjetividad situada y no abstracta. La noción
     con dos interpretaciones distintas del pasado         que ha caracterizado esta nueva forma de ver y
     de Annales. Mientras unos afirman que la histo-       estudiar la subjetividad es la de representación.
     ria cultural sólo tiene sentido como un momento          La tematización de este tipo de historia ha
     de la realización de la historia total, otros sos-    pasado por distintos nombres: la historia de las
     tienen que la historia total es irrealizable, y       mentalidades, la antropología histórica, la his-
     que por eso la historia cultural se puede prac-       toria de lo imaginario hasta llegar al de historia
     ticar independientemente de ese objetivo. El          cultural. Este movimiento expresa la lucha teó-
     dilema se discute como si se tratara de tomar         rica y epistemológica que ha tenido que reali-
     posición a favor o en contra de la “historia to-      zar la historia cultural en contra de la llamada
     tal”. Creemos que éste es sólo un aspecto del         historia de las ideas; precisamente una de sus
     problema, pues hay otro que corresponde a la          preocupaciones es la de distanciarse de ella,
     transformación de la modernidad que también           y para ello ha insistido en que las ideas circulan
     debe ser tomado en cuenta. La imposibilidad de        por medio de soportes materiales y de prácticas
     la “historia total”, que plantea la cuarta gene-      sociales. Primero, las ideas existen sobre sopor-
     ración, no es más que una de las consecuencias        tes materiales que permiten su difusión: la ora-
     de la crítica a la Ilustración que se da después de   lidad, la escritura, la imprenta, los medios de
     los sesenta. Y no sólo es una expresión de la         comunicación masivos, etcétera. Y segundo, esta
     voluntad de los historiadores.                        difusión se hace a través de formas de sociabi-
        La historia cultural es definida por la cuarta     lidad: el sermón, las academias, los salones, los
     generación de Annales como una historia en            cafés, las universidades, etcétera.
     contra de las insuficiencias de la historia econó-
     mica y de la historia social. La primera está re-            Así, los sistemas socioeconómicos y los sis-
     presentada por los trabajos de Ernest Labrousse              temas de simbolización —escribe Michel de
     y la historia social por la segunda y tercera                Certeau— se combinan sin identificarse ni
     generación de Annales. Ambas historiografías,                jerarquizarse. Un cambio social puede com-
     la económica y la social, entran en crisis junto             pararse, desde este punto de vista, con una
     con el marxismo y el estructuralismo. Para el                modificación biológica del cuerpo humano:
     marxismo lo cultural es periférico a la socie-               forma, como ella, un lenguaje, pero propor-
     dad, pues ésta se rige en “última instancia” por             cionado a otros tipos de lenguaje (verbal,
     lo económico. Al caracterizar a la cultura co-               por ejemplo). El aislamiento “médico” del
     mo una forma de la conciencia ésta será vista                cuerpo resulta de una división interpreta-
     como algo superestructural. Mientras que el                  tiva que no tiene en cuenta el paso de la
     estructuralismo planteará una historia sin su-               somatización a la simbolización. Por el con-
     jeto. La cultura vista como algo secundario, y               trario, un discurso ideológico guarda siem-
     además, como algo que sólo se explica, o tiene               pre una proporción fija de un orden social
     sentido, inmerso en la dinámica económica (la                determinado, así como cada enunciado in-
     cultura según la Ideología alemana no tendría                dividual se produce en función de organi-
     una historia propia), fue olvidada por la investi-           zaciones silenciosas del cuerpo. El hecho de
     gación de los cuarenta a los sesenta. Por eso la             que el discurso, en sí mismo, obedezca a
     historia cultural se presenta como una recupe-               reglas propias, no impide que se apoye en
     ración de la constitución histórica de las formas            lo que no dice —en el cuerpo, que habla de
     de subjetividad. Por supuesto, esta subjetividad             un modo especial.11
     ya no es vista como la vio la Ilustración del siglo
     xviii; como una subjetividad capaz de autodeter-
     minarse y autoproyectarse de manera libre. Con
     la historia cultural tenemos un retorno a una           11
                                                                  Michel de Certeau, op. cit., p. 73.




24
En suma, la historia cultural francesa nace          “representarlo”, podemos concluir lo siguiente: la
luchando contra dos frentes. El primero es el de        historia cultural produce comunicaciones (tex-
la tradición inmediata de los Annales: la historia      tos, descripciones) sobre lo contingente. De aquí
económica y social, representada en el fantasma         surgen dos interrogantes: la primera, ¿cómo la
de la “historia total”. El segundo es el de la his-     modernidad puede observar una realidad que
toria de las ideas del siglo xix. Contra la historia    se caracteriza por su relativismo, pluralismo e
económica y social se quiere rescatar al obser-         historicismo?, y la segunda, ¿de qué manera,
vador en oposición a una noción de realidad en          esa realidad que carece de absolutos, le sirve
sí; en contra de la historia de las ideas se desea      de orientación a la modernidad? Dicho de otra
rescatar a un observador empírico (situado en           manera, ¿cómo puede reproducirse una sociedad
un cuerpo y en una sociedad) en oposición al            sin ontologías?13 Antes que otra cosa, debe que-
observador puro (el sujeto trascendental). Por          dar claro que si la modernidad se orienta por
esto, la historia cultural no define su campo de        medio de contingencia es porque ésta no produce
investigación en relación con una clase de obje-        caos ni arbitrariedad. Lo contingente, como lo
tos que se diferenciaría de otros, sino a partir        contrario de lo necesario y lo imposible, durante
de un modo de enfocar los problemas: el de la           mucho tiempo se creyó que iba a producir des-
representación. Por representación entendemos           orden, pero no ha sido así.14 Por esto surge la
el estudio, no de los objetos en el mundo, sino         necesidad de contestar a la pregunta de cómo
de las observaciones de los objetos. La historia        la contingencia produce orden. El camino que
cultural es una forma de aprender a observar            seguiremos para resolver esas preguntas es el
cómo uno o los otros observan el mundo. “El             de la historia de los conceptos. Por consiguiente
concepto moderno de cultura —escribe Niklas             lo que expondremos —esquemáticamente— es
Luhmann— implica tanto reflexividad en el               una historia del concepto cultura.
sentido de autoanálisis como constatación de la            El territorio de la historia de los conceptos15
existencia de otras culturas, es decir, la contin-      fue estructurado por la historiografía alemana,
gencia de que determinados ítems sean especí-
ficos de formas de vida concretos.”12 La historia
cultural al centrarse en la representación, la             13
                                                              Primero, con esta pregunta me hago eco de un
observación de observaciones, produce contin-           pensamiento filosófico que desde Nietzsche hasta
                                                        Derrida, pasando por Heidegger y la neohermenéutica,
gencias, por ello nos debemos preguntar ¿cómo           ha tratado de desprenderse de la metafísica veteroeu-
una sociedad, la nuestra, es capaz de orientarse        ropea; segundo, por ontología entiendo el postulado de
por medio de contingencias?                             la existencia de una realidad que es independiente
                                                        de todo observador.
                                                           14
                                                              “El temor frecuente de que una teoría cognitiva
                                                        relativista finalmente ya no podría distinguir entre ver-
La cultura como un tipo de                              dad y falsedad y que tendría que permitir todo, siendo
observación de segundo orden                            que para una nueva opinión simplemente debería de
de la modernidad                                        constituirse un nuevo representante de esta opinión,
                                                        es una conclusión obviamente errónea. Probablemente
Si la pregunta que hace la historia cultural fran-      resulte del individualismo implícito de la epistemología
                                                        clásica, es decir de la idea de que el correlativo subjetivo
cesa es por la representación del mundo, y las          de la cognición sea un individuo (o quizás una plura-
respuestas que nos da es que éste se ha visto de        lidad de individuos que exista aisladamente). En todo
distintas maneras, es decir, que el mundo cambia        caso, la conclusión errónea desaparece cuando se toman
según las distinciones que usa una sociedad para        en cuenta las dependencias sociales y temporales (histó-
                                                        ricas) en el proceso de la cognición.” Niklas Luhmann,
                                                        La ciencia de la sociedad, México, Anthropos, uia /iteSo,
   12
      Josetxo Beriain (comp.), Las consecuencias per-   1996, p. 76.
versas de la modernidad, Barcelona, Anthropos, 1996,       15
                                                              Una introducción a la historia conceptual alemana
p. 173.                                                 (Begriffsgeschichte) se encuentra en la introducción que




                                                                                                                       25
26
algunos de los representantes más conocidos                  realidades esenciales. Por ejemplo, el derecho
de esta historiografía son Hans-Georg Gad-                   dejará de regirse por el derecho natural y lo
amer, Otto Brunner y Reinhart Koselleck. ¿En                 hará por el derecho positivo; la economía aban-
qué consiste la historia de los conceptos? Esta              donará la normatividad moral del “precio justo”
clase de historia parte de la idea de que la evo-            y se regulará por el precio variable de la oferta y
lución estructural de la sociedad va unida a                 la demanda; la política se aleja de la idea del
la aparición de palabras que, cuando expresan                poder que viene de Dios y se observa a través
cuestiones básicas de ella, se transforman en                de la opinión pública, etcétera. Esta división de
conceptos.16 Los conceptos serían términos que               funciones en la reproducción de la modernidad
se vuelven indispensables para la autodescrip-               hace que la sociedad deje de orientarse por rea-
ción de la estructura social. Esto nos señala que            lidades que aparecían como extrasociales, por
no todas las palabras que aparecen se convierten             realidades ahistóricas (ontológicas). Antes de la
en un acervo semántico de la sociedad. La cris-              modernidad existía una finalidad esencial ins-
talización de un concepto es un indicio de que la            crita en las cosas y, por supuesto, también en la
estructura social ha cambiado, y que necesita de             sociedad. Mientras que a partir de la modernidad
ese nuevo concepto para dar cuenta de sí misma.              las finalidades se vuelven internas y relativas
El concepto de cultura, según los estudios de                a las funciones y, por lo tanto, deben explicitar-
Niklas Luhmann,17 adquiere sus característi-                 se los motivos de esos fines. La cultura no vie-
cas más constitutivas a mediados del siglo xviii.            ne siendo más que otra forma de ese conjunto
Además, los conceptos sintetizan el significado              de observaciones de observaciones que permite
de un conjunto de experiencias históricas. ¿Qué              que la sociedad moderna se reproduzca.
experiencia histórica condensa la aparición del                 La cultura, en tanto que observación de se-
concepto de cultura en el siglo xviii?                       gundo orden, es la estructura de la memoria de
   El concepto de cultura es uno de los muchos               la modernidad. De manera muy breve podemos
que surgen durante los siglos xvii al xviii para             decir que las sociedades, en tanto que sistemas
expresar el paso que se está dando de una so-                temporalizados que se reproducen recursiva-
ciedad diferenciada en estratos a una que se                 mente (que operan siempre en el presente y a
diferencia funcionalmente. Los sistemas fun-                 partir del estado que han alcanzado), necesi-
cionales (la economía, el derecho, la política, la           tan estructurar una relación específica con la
ciencia, el arte, etcétera) se regulan por medio             temporalidad. Estos regímenes de historicidad
de observaciones de segundo orden (observacio-               (formas de la memoria o estructuraciones de
nes de observaciones): dejan de orientarse por               la temporalidad) pasaron de la historia retó-
                                                             rica, propia de las sociedades premodernas, a
                                                             la historia ciencia de la actualidad. La cultura,
                                                             como la forma de la memoria de la modernidad,
                                                             opera realizando comparaciones entre aquellos
hacen José Luis Villacañas y Faustino Oncina al libro        fenómenos u objetos que desde el presente son
de Reinhart Koselleck y Hans-Georg Gadamer, Histo-           considerados como “interesantes”.
ria y hermenéutica, Barcelona, Paidós iCe / uab, 1997.
   16
      “Una palabra se convierte en concepto si la tota-
lidad de un contexto de experiencias y significaciones            Lo primero que aparece a la vista —escribe
sociales y políticas, en el cual y para el cual se usa una        Niklas Luhmann— es que el siglo xviii,
palabra, entra, en su conjunto, en esa única palabra”,            con la expansión de sus horizontes de
Reinhart Koselleck, Futuro pasado. Para una semán-                observación regionales e históricos, cultiva
tica de los tiempos históricos, Barcelona, Paidós, 1993,
p. 117.                                                           intereses de comparación y los aplica en
   17
      Véase Niklas Luhmann, “La cultura como un con-              aquello que considera “interesante”. A esta
cepto histórico”, en Historia y Grafía, núm. 8.                   capacidad se la conceptualizó como el quid




                                                                                                                   27
y se le definió como habilidad de encontrar   así porque crecimos en determinada cultura. El
            similitudes que están alejadas.18             concepto de cultura ayuda a relativizar lo que
                                                          hacemos. La observación de los fenómenos desde
        Si asumimos la función social que cumplió         la cultura genera contingencia. Así, la sociedad
     el concepto de cultura históricamente, debemos       moderna puede relativizar constantemente las
     dejar de pensar que se refiere a un conjunto par-    soluciones que encuentra a los problemas, pues
     ticular de objetos y darnos cuenta de que desig-     siempre puede descubrir que existen otros modos
     na una forma de observar cómo observamos o           de resolverlos. Al afirmar que las cosas pueden
     de observar cómo observan otros; de esta ma-         verse o hacerse de otra forma, o que otras cultu-
     nera el concepto de cultura adquiere precisión y     ras las hicieron y las vieron de otra manera, la
     se vuelve operativo. Lo específico de esta obser-    sociedad descubre la riqueza de lo contingente.
     vación de segundo orden es que su finalidad es       Aquello que la historia cultural pretende es
     llevar a cabo comparaciones entre formas de          investigar y comunicar, en este ámbito de las
     vida distintas. Ahora, el problema de la com-        contingencias, acerca de lo relativo de toda for-
     paración de regiones distantes o de sociedades       ma de vida. En suma, la cultura es la obser-
     separadas por el tiempo exige grados de abs-         vación de observaciones que tiene por finalidad
     tracción muy altos, puesto que tiene que encon-      comparar lo “interesante”, y no la designación
     trar lo que puede ser semejante en mundos            de un mundo particular de objetos.
     diferentes. Por otro lado también es necesario          Ahora, no se puede olvidar que la compara-
     definir el punto de vista desde donde se reali-      ción que realiza la observación cultural se ha
     za la comparación. “Nos encontramos entonces         hecho desde el presente europeo, cuestión que
     —según Luhmann— en el nivel de segundo               ha llevado a resolver la contingencia por medio
     orden, y la pregunta es: ¿quién es el que com-       de nociones como progreso, racionalidad, univer-
     para y qué intereses son los que lo llevan a         salidad, pero esto ha sido puesto en duda por los
     efectuar tal comparación?”.19 El concepto de         movimientos poscoloniales. Veamos lo que dice
     cultura duplica el mundo de los objetos: por un      Niklas Luhmann:
     lado existen como objetos en el mundo (obser-
     vación de primer orden), y por otro, como obje-           Alrededor de 1800 fue reconocible una
     tos que pueden ser comparados. La sociedad                tendencia eurocentrista aunque histórica-
     moderna crea la condición de posibilidad de               mente ingenua. Y que inficionó a una mul-
     comunicar en dos niveles contiguos. El primer             titud de conceptos, que tienen actualmente
     orden comunica lo real en el nivel lógico de              una validez mundial —los conceptos de
     la necesidad; el segundo en el nivel lógico de la         racionalidad y los conceptos políticos, como
     contingencia. La observación de primer orden es           los derechos humanos, el Estado y la demo-
     siempre ingenua en su operar, mientras que la             cracia—. Hasta la alocución de Husserl sos-
     observación de segundo orden rebasa la ingenui-           tenida en Viena (7 y 10 de mayo de 1935)
     dad de la observación de primer orden al comu-            pone de manifiesto este eurocentrismo sor-
     nicar que la realidad que ella describía podría           presivo. La preocupación, entendible por la
     ser de otra manera.                                       situación por la que pasaba Europa, con-
        La sociedad moderna permite que después                sistía en que la salvación sólo podría venir
     de actuar nos interroguemos por los motivos               de Europa misma, es decir, de una mirada
     que tuvimos para actuar de esa manera y no                sobre el principio de finalidad enraizado
     de otra, y de este modo descubrir que lo hicimos          en la razón humana. Después de la Segun-
                                                               da Guerra Mundial ya no se puede pensar
                                                               así. Bajo las condiciones actuales del mundo
       18
            Op. cit., p. 15.                                   esta postura postcolonial del imperialismo
       19
            Ibid., p. 18.                                      cultural conduce a contradicciones y a que




28
se le rechace, pero sin que haya podido sus-         rencia se fundamentaba en el supuesto de que la
        tituírsele por un adecuado concepto social.          realidad existía independientemente del obser-
        En ello la utilización de representaciones           vador. En la actualidad existe cierto acuerdo de
        culturales político-ideológicas se llevan            que a la referencia sólo se llega por la mediación
        hasta la deformación al no querer ya com-            del significado, y no de manera directa. Si que-
        parar y reflexionar. Ya lo que sólo se puede         remos saber qué designa una palabra estamos
        reconocer son desviaciones a la norma —y             obligados a analizarla en su contexto sintácti-
        guerras.20                                           co, semántico y pragmático, pues el significado
                                                             depende del uso social de la palabra. A manera
                                                             de ejemplo, podemos ver cómo el término “hom-
Hacia una teoría general de la                               bre” no designa lo mismo en una sociedad feu-
observación de observaciones:                                dal que en una sociedad moderna, lo mismo
el problema de la referencia en                              podemos decir de esa palabra si la referimos al
la modernidad                                                uso que puede hacer de ella un científico social
                                                             o ese mismo científico en una conversación de
La cuestión de la referencia de una palabra o                café. Por esto, vamos a enfrentar el problema
concepto, en la modernidad, no es fácil de resol-            de la referencia de los conceptos siguiendo el
ver. La problemática de la referencia, entendida             siguiente postulado: sólo se puede acceder a la
como aquello que designa un término, ha sido                 referencia si se observa al observador, esto es, si
problematizada en los últimos treinta años por               se reconstruyen las distinciones que el observa-
distintas disciplinas, entre ellas se encuentran:            dor usó para designar lo real.
la lingüística, la filosofía analítica, las ciencias            Las conclusiones que se siguen de esta aproxi-
cognitivas, la sociología, la cibernética de segun-          mación constructivista al problema de la refe-
do orden, etcétera. Antes de esas problematiza-              rencia son las siguientes:
ciones se partía del supuesto de que lo designado
existía antes de ser nombrado, o aún más, que                a) La referencia externa o designación se realiza
la palabra se construía para expresar eso que ya                por medio de una distinción. Sólo se puede
siempre había estado ahí21 presente: la llamada                 indicar algo (identificar algo) si antes hemos
definición ostensiva. Esa explicación de la refe-               llevado a cabo una diferenciación o un trazo.
                                                                Dicho de otro modo, se llega a la identidad por
                                                                medio de la diferencia o distinción. Presen-
   20
     Ibid., p. 31.                                              temos un ejemplo: las ontologías veteroeuro-
   21
     Esta problematización de la referencia, que sos-           peas creyeron que existía la naturaleza en sí
tiene que sólo se llega a ella de manera mediata y no
inmediata, es expresión del fin de las ontologías pro-
pias de las sociedades premodernas europeas. Jacques
Derrida las denomina como ontologías de la presencia,        era el tercer excluido de la observación de la realidad.
y nosotros las llamaremos como la creencia en que lo         De esta manera, el observador no era necesario para
real tenía consistencia independientemente de cual-          fundamentar lo real, pues lo real era lo mismo, inde-
quier observador, es decir, que el que decía o escribía      pendientemente de quien lo constituyera. Las semán-
algo de lo real era excluido de eso que decía. Podemos       ticas de la modernidad, de manera lenta y difícil, han
simplificar de la siguiente manera: la modernidad en         construido conceptos adecuados para referirse a lo real
razón de su configuración estructural (igualitaria y, por    por la mediación del observador. Estas semánticas en
lo tanto, policontextual), que ya no es jerarquizada y       la actualidad se conocen como negación de toda meta-
estratificada, va lentamente abandonando las semánti-        narrativa (Lyotard), como deconstrucción (Derrida),
cas propias de las ontologías veteroeuropeas, las cuales     como epistemología constructivista (Watzlawick), etcé-
no tenían necesidad de considerar al quién del enun-         tera. Véase el ensayo “La modernidad de la sociedad
ciado, pues creían, debido a su estructura social estrati-   moderna”, en Niklas Luhmann, Observaciones de la
ficada y centralizada (aristocratizante), que la realidad    modernidad. Racionalidad y contingencia en la socie-
era una y la misma para todos. Por ello el observador        dad moderna, Barcelona, Paidós, 1997.




                                                                                                                        29
misma, o sea, independientemente de aquello               postulado: los dos lados de la distinción exis-
       de lo que se distinguía la palabra en cada                ten en simultaneidad, pero a pesar de eso,
       época; por eso se pensó que no era necesa-                sólo somos capaces de referirnos a uno de
       rio reconocer el otro lado de la distinción del           ellos en cada momento, y no es posible señalar
       término naturaleza, puesto que ella era algo              ambos al mismo tiempo. Esto provoca que el
       que ya siempre estaba delante de nosotros.                lado de la distinción no designado sólo exista
       Las teorías de la referencia actuales nos indi-           como trasfondo o condición de posibilidad de
       can que la Edad Media no designaba con la                 la referencia (como excedente). Esto es lo que
       palabra naturaleza lo mismo que la moderni-               se conoce como punto ciego de la observación.
       dad, ni el siglo xix lo mismo que el xx, pues          c) De los dos postulados anteriores se deriva
       aquello de lo que se distinguía la palabra                el siguiente: la referencia o identificación de
       naturaleza no ha sido lo mismo a lo largo                 algo sólo se constituye a través de la realiza-
       de la historia. Veamos estas diferencias: la              ción de una forma que consiste en una ope-
       Edad Media observaba a la naturaleza bajo                 ración que distingue e indica uno de los lados
       la distinción naturaleza / gracia; el siglo xviii la      de la distinción. De aquí se extrae la conclu-
       designa a partir de la diferencia naturaleza              sión más importante de las teorías de la re-
       / libertad; el siglo xix en función de la dis-            ferencia contemporáneas: el mundo no es el
       tinción naturaleza / espíritu y, por último, el           conjunto de los objetos (la filosofía veteroeu-
       siglo xx sigue la distinción naturaleza en opo-           ropea los llamaba entes), sino el conjunto de
       sición a artificial. Por ello, sólo se es capaz de        las formas.23 Es decir, el mundo sólo se vuelve
       saber qué designa la palabra naturaleza si se             designable si se realiza una distinción e indi-
       conoce aquello de lo que se diferencia. De lo             camos un lado de la misma; por ello el único
       anterior se deriva el siguiente postulado: sólo           acceso a lo real es a través de observaciones,24
       se accede a la referencia a través de la distin-          y las distinciones son formas.
       ción que lleva a cabo un observador.
                                                                 Queda claro que no partimos de los presu-
            La referencia (lo que designa una observa-        puestos ontológicos que supondrían que la rea-
            ción) —dice Luhmann— ciertamente tiene            lidad es independiente de la operación que la
            que ser distinta de la operación que refiere;     hace posible. Por ello, para saber qué es lo que
            pero esta distinción debe entenderse de           se designa o describe, en la modernidad, es nece-
            manera puramente funcional y no ontoló-           sario observar al observador, y de esta manera
            gica; no se refiere a mundos ónticamente          erradicar el relativismo. Con esto sostenemos
            separados (ser, o pensar), sino que caracte-      que no se debe hablar de objetos (como cosas en
            riza únicamente la correspondiente opera-         sí), sino de formas.
            ción de la observación.22

     b) Esta conclusión se sigue del postulado ante-             23
                                                                    Al decir que el mundo no se compone de objetos
        rior, la designación o referencia externa sólo        sino de formas (distinciones), lo que pretendemos resal-
        se logra si después de hacer la distinción llevo      tar es que el mundo no se compone de sustancias sino
                                                              de relaciones. Por ello, la escritura no es una sustan-
        a cabo la indicación de uno de los dos lados.         cia, siempre idéntica a sí misma a lo largo de la his-
        Esto significa que la operación que produce la        toria, sino una distinción que va cambiando social y
        referencia externa consiste en realizar una           temporalmente.
        distinción e indicar uno de los lados de la dis-         24
                                                                    Es importante aclarar que las distinciones no se
        tinción, lo que no es otra cosa que realizar una      pueden hacer arbitrariamente, sino que dependen de la
                                                              sociedad y la época en la que se vive. Esto no quita que,
        observación. De aquí se deriva el siguiente           cuando reflexionamos en ellas, nos demos cuenta de su
                                                              contingencia, es decir, que el mundo se podría observar
       22
            Ibid., p. 60.                                     de otra manera.




30
Esta teoría de la referencialidad como forma           tinción—, y además una de las más antiguas del
y no como objeto, nos obliga a que siempre que            pensamiento occidental: razón y voluntad). En
nos preguntemos por lo real (por qué eso es así),         este caso no va a ser así. Antes que nada enten-
hagamos una pregunta más: ¿para quién lo real             deremos a la observación como una operación:
es así? Esto ha hecho indispensable que se cons-          insistiremos en que cuando se observa se rea-
truyan teorías que nos permitan observar obser-           liza algo. Por ello sólo nos referimos a “lo real”
vaciones, y no lo real de manera directa. Por             cuando se ha realizado una operación particu-
ello, la única manera de saber qué es el pasado           lar, la cual es una observación. Lo real existe
es preguntándonos para quién, o mejor dicho,              como aquello a lo que nos referimos por medio
bajo qué distinciones el pasado es así.                   de una operación que es una observación. Como
   Como se puede ver, el cuestionamiento de la            se puede ver, estamos haciendo un uso especial
referencia, en la modernidad, nos lleva al pro-           del concepto de observación. Por esto nos gusta-
blema de la observación de observaciones. Este            ría de inmediato explicar quién lleva a cabo esa
problema lo hace explícito el historiador del arte        operación que llamamos observación.
Michael Baxandall cuando aclara el objetivo de               Estamos acostumbrados a referir toda obser-
sus investigaciones: “yo no describo cuadros, sino        vación al sujeto individual, o al sistema psí-
que describo observaciones de cuadros”. 25 Lo             quico, y de esta manera reducir la observación
mismo sostenemos con respecto al quehacer de              a una percepción. Si es cierto que los sistemas
la historia cultural: “ella no describe el pasado,        psíquicos observan, sin embargo hay que tomar
sino que describe observaciones del pasado”. El           en cuenta que lo hacen por medio de la concien-
planteamiento de la historia cultural se basa             cia y a través de ideas; mientras que cuando
en el siguiente presupuesto: la realidad es siem-         hablamos de la operación historiográfica nos es-
pre realidad observada.26 Aquello que se busca            tamos refiriendo a un tipo de disciplina cientí-
destacar con esa afirmación es que no hay una             fica (independientemente de lo que entendamos
realidad independiente de la observación: no exis-        por ciencia), y ésta, como toda ciencia, observa
te una realidad en sí. Por realidad en sí enten-          por medio de comunicaciones y no por medio
deríamos una realidad que se expresara a sí               de percepciones. Las observaciones que hace la
misma, sin la necesidad de un observador. A ese           historia como ciencia se notifican por medio de
tipo de realidad el pensamiento veteroeuropeo             textos escritos, y por lo tanto, no se quedan en
la llamó ontología. Para evitar confusiones, pre-         el interior de la conciencia. Por ello partimos de
cisaremos en qué consiste esta observación que            la siguiente precisión con respecto a la opera-
constituye lo real.                                       ción de la observación: hay distintos sistemas
   La observación normalmente se distingue de             que observan (el psíquico, el biológico, el social,
la acción o del hacer. Por un lado, la observa-           etc.), pero cuando nos referimos a la historia
ción se piensa como algo receptivo o pasivo, y            estamos hablando de una operación que realiza
por otro, la acción como algo productivo (debe            la sociedad. Puntualicemos lo siguiente: no es el
quedar claro que distinguir la observación de la          historiador como individuo aislado, en su inte-
acción ya es una observación —es decir una dis-           rioridad y privacidad, el que observa, sino es la
                                                          ciencia de la historia la que observa, la cual en
                                                          la modernidad tiene una estructura operativa
                                                          específica. Debe quedar claro que no se escribe
   25
      Algunas de la obras que se pueden consultar en      historia porque se crea estar escribiendo histo-
español de Michael Baxandall son Giotto y los oradores,   ria, sino porque uno se sujeta a una serie de pro-
Madrid, Visor, 1996, y Las sombras y el Siglo de las      cedimientos que la disciplina de la historia ha
Luces, Madrid, Visor, 1997.
   26
      Para profundizar en la epistemología constructi-
                                                          venido conformando desde que apareció a fines
vista se puede leer la siguiente obra: Paul Watzlawick    del siglo xviii. La historia como disciplina cientí-
et al., La realidad inventada, Barcelona, Gedisa, 1994.   fica es un saber narrativo acerca del pasado con




                                                                                                                 31
pretensiones de validez.27 Por eso sostenemos lo            obliga a que si se pretende indicar el otro lado
     siguiente: la que observa es la operación histo-            de la distinción (aunque insistimos que existen
     riográfica, y esta operación particular la lleva            en simultaneidad) debemos pasar el trazo que
     a cabo la sociedad moderna desde uno de sus                 permitió hacer la diferencia. Pasar al otro lado
     subsistemas funcionales (el de la ciencia).                 de la distinción exige tiempo, en tanto que no
        Si nos preguntamos quién observa cuando se               podemos ver los dos lados al mismo tiempo o en
     hace historia, debemos contestar la ciencia de la           el mismo momento, pues esto significaría que
     historia, y además no observa por medio de ideas            no llevamos a cabo ninguna indicación. Con
     o percepciones propias de la conciencia, sino por           esto alcanzamos lo siguiente: sólo se logra la
     medio de comunicaciones, y en este caso, comu-              identidad de lo observado por medio de diferen-
     nicaciones escritas, propias de la sociedad. En             cias. Ahora elucidemos cómo se observan obser-
     suma, la operación que realiza la sociedad para             vaciones.
     observar es la comunicación, y dentro de ella                  Observamos lo que observamos gracias a la
     existen comunicaciones con pretensiones de vali-            distinción que usamos para referir algo en el
     dez. En el caso de las ciencias modernas como               mundo. Pero como somos incapaces de ver la
     la historia, esta comunicación es a través de               unidad de la distinción en el momento en que
     un medio de difusión: la escritura. Ya tenemos              la usamos, por esto toda observación tiene un
     claro quién es el que observa en la ciencia de la           punto ciego. El que observa, en el momento en
     historia, ahora expliquemos en qué consiste la              que lo hace, no es capaz de ver —al mismo tiem-
     operación de observar.                                      po— lo que observa y la distinción que usa para
        Como hemos dicho, la operación de observar               observarlo. El observador no se puede observar
     consiste en indicar un lado de una distinción.              a sí mismo en el momento en que observa. El
     Primero para observar se debe trazar una dis-               observador es el tercer excluido de su observa-
     tinción: “esto y no lo otro”, y segundo, para que la        ción, o aún mejor, el observador es el parásito
     observación se lleve a cabo se debe indicar uno de          de su observación. El que observa, en el ins-
     los lados de esa distinción, pues no habría obser-          tante en que lo hace, no se puede observar a
     vación alguna si se permaneciera en la indiferen-           sí mismo. Por ello, él es el punto ciego de su
     cia de la distinción,28 es decir, si no eligiéramos         observación. Para poder observarse a sí mismo
     un lado de la distinción. Sólo podemos observar             en tanto que observador se necesita tiempo, ya
     si realizamos una distinción, por ello, el mundo o          que debe realizarse una distinción diferente
     lo real antes de toda distinción es inobservable,           de la que se hizo para llevar a cabo la primera
     o mejor dicho invisible. La realidad aparece, de            observación. La primera distinción nos permite
     esta manera, como el soporte de toda distinción.            ver algo en tanto que algo, la segunda consiste
     Dicho de otra manera, no hay acceso a lo real si            en preguntarse por qué se ve lo que se ve. Por
     no llevamos a cabo un trazo que constituya un               esto, toda observación en tanto que operación es
     límite. Pero, y esto es sumamente importante                ingenua, pues desconoce la distinción que usa
     para nuestro tema, aunque sólo se indique uno               para observar. Sólo realizamos una observación
     de los lados de la distinción, sin embargo los              de observaciones cuando nos preguntamos por
     dos lados de ella existen en simultaneidad. Esto            qué al usar tal distinción se ve el mundo de tal
                                                                 manera y no de otra. Por esto una observación
                                                                 de observaciones es una observación de segundo
                                                                 orden. Al realizarla descubrimos la contingen-
        27
           Véase Gérard Noiriel, Sur la ‘crise’ de l’histoire,   cia de la observación de primer orden, en otras
     París, Belin, 1996.                                         palabras, historizamos la primera observación.
        28
           La obra en que Niklas Luhmann profundiza más
     en la operación de indicar un lado de la distinción, es
                                                                 La observación de segundo orden, en tanto que
     decir, en la observación, es en La ciencia de la socie-     operación, también es incapaz de ver la distin-
     dad, op. cit.                                               ción que usó para ver la observación de primer




32
orden, para lograr verla se necesitaría tiempo,            que una clase social interpreta la sociedad de
es decir, otra observación. Con esto señalamos             determinada manera porque hay algo latente,
que no hay una observación última que sirviera             que son los intereses de clase, que le impiden
de fundamento absoluto de toda observación,                verla de otra forma. Lo que Marx trataba de
por el contrario, toda observación, por ser una            significar con el término de ideología es que
operación, es empírica y por lo tanto observable,          hay una realidad latente que quien observa no
y nunca trascendental. Para terminar veamos                alcanza a ver. El otro gran momento del estudio
por qué la historia cultural es una observación            de lo latente es el del psicoanálisis. Freud, con
de segundo orden.                                          el descubrimiento del inconsciente, nos muestra
   La historia cultural es una observación de              que los motivos por los cuales una persona desea
segundo orden porque siempre está obligada a               algo, son para ella misma desconocidos. En otras
situar lo que se dice del pasado. Ella debe des-           palabras, hay algo que se le oculta al que actúa
tacar los esquemas de distinción que permiten              y eso es lo latente: especie de punto ciego que el
ver lo que se comunica de lo real. La historia             que observa o actúa no puede distinguir.
cultural no se pregunta por el qué de lo que se               El concepto de lo latente —epistemológica-
ve, sino por el cómo es que se ve lo que se ve. La         mente— es paradójico, pues cómo es posible que
historia cultural no describe el pasado, sino que          se pueda hablar (hacer manifiesto) de lo que está
describe observaciones acerca del pasado.                  oculto (no se ve y sin embargo condiciona lo que
                                                           se ve). Lo latente funciona como condición de
                                                           posibilidad que sólo se puede hacer manifiesto
¿Cómo aprender a observar                                  después de haber operado. Dice Luhmann:
observaciones?
                                                                El interés se vuelve asimismo válido res-
La historia cultural, en tanto que investiga por                pecto a la observación de su propio punto
qué la gente ve, siente o actúa como lo hace, se                ciego. Es válido también para convalidar
orienta al estudio del punto ciego de toda obser-               lo que es posible ver con ayuda de su propio
vación: a lo latente. La epistemología tradicional              instrumental teórico. Se observa (se dis-
no supo qué estatuto darle a lo latente.29 Pues                 tingue) entonces la distinción con la que el
lo latente es lo no dicho que permite el decir. Y               primer observador observa, y cómo él en la
sin embargo, quizás lo latente sea lo moderno de                realización de la observación de esta dis-
la sociedad moderna. Uno de los primeros usos                   tinción no puede distinguirlas, y por tanto
sociológicos del concepto de lo latente es el del               se observa lo que para él es inconsciente o
concepto de ideología de Marx. Marx explica                     permanece incomunicable. En jerga espe-
                                                                cífica de la sociología se puede decir: el
                                                                observar se dirige ahora a las estructu-
   29
      “Así se comprende que la teoría cognitiva acadé-          ras y funciones latentes del observador
mica no pudo asimilar, sino debió marginar el descu-            observado.30
brimiento más excitante de la investigación cognitiva
moderna: el descubrimiento de la latencia. El término         La sociedad moderna ha creado el concepto de
designa la posibilidad de observar y describir lo que
otros no pueden observar. En la epistemología clásica      lo latente, porque el fundamento operativo de su
no existía esta posibilidad (a no ser disfrazada como      reproducción es la observación de observaciones.
error o como fuente de error). No cabía en el esquema de
observación lógico / ontológico. La incapacidad misma
para comprender la latencia permanecía latente, era el
punto ciego, era la condición de poder observar con este      30
                                                                 Niklas Luhmann, “El programa de conocimiento
esquema. Sin embargo, hoy en día es posible observar       del constructivismo y la realidad que permanece desco-
también y sobre todo esto.” Niklas Luhmann, La ciencia     nocida” (trad. de Javier Torres Nafarrete), p. 16 (texto
de la sociedad, op. cit., p. 69.                           mecanografiado).




                                                                                                                      33
Lo latente sólo se muestra a un espectador que              lo que ve. La diferencia entre los trabajos de los
     observa nuestra observación, ya que para el pri-            historiadores de la generación anterior (la his-
     mer observador éste es su punto ciego (el obser-            toria económica y social, como se practicó hasta
     vador queda oculto a sí mismo en el momento                 mediados de los ochenta) y los actuales (la his-
     en que observa). El propio observador también               toria de las mentalidades y la cultural) está en
     puede comunicar lo latente observando su pri-               el paso de una realidad dura (ontológica) a otra
     mera observación, por medio del esquema tem-                que se caracteriza como representación (funcio-
     poral antes / después. Éste es el problema con el           nal u operativa). El interés que mueve a la histo-
     que se enfrenta la investigación de la historia             ria cultural es encontrar el cómo de la visión que
     cultural: cómo observar lo latente. Tradicional-            las distintas épocas han tenido de lo real. Esta
     mente, la epistemología académica, y concre-                clase de investigación nos lleva a replantear el
     tamente la positivista, no ha incluido en sus               problema de la realidad del pasado, rompiendo
     reflexiones lo latente, ya que tomarlo en cuenta            con la noción positivista de la realidad indepen-
     significaba destruir la noción de objetividad que           diente del observador. Cuando se parte de una
     enarbolaba. Finalmente la reflexión epistemo-               observación de segundo orden tenemos que acep-
     lógica tradicional no es capaz de introducir al             tar que las sociedades representan (o mejor dicho
     observador en la observación. Lo que esa epis-              comunican) su mundo de manera contingente, y
     temología hizo fue dejar fuera al observador de             que esta contingencia queda oculta a la obser-
     la realidad.                                                vación de primer orden. Estas representaciones
        El hecho de trabajar con observaciones de                contingentes del mundo son comparadas, desde
     observaciones nos muestra lo latente: el punto              niveles de abstracción altos, para mostrar dis-
     ciego de las observaciones de las sociedades                tintas maneras de resolver un mismo problema.
     pasadas. Por lo tanto, los historiadores cul-               La comparación de regiones y tiempos distantes
     turales se preguntan, entre otras cosas, por                nos obliga a pasar de una epistemología positi-
     qué los historiadores del xix construyeron una              vista a una constructivista: de la realidad en sí
     Edad Media distinta de la de la historiografía              a la realidad como construcción.
     actual,31 por qué vieron lo que vieron y no otra               La historia cultural busca asumir con radi-
     cosa, en otras palabras, les interesa recons-               calidad el problema de la observación de obser-
     truir lo latente de las observaciones por medio             vaciones. En ese sentido, el historiador cultural
     de una comparación.                                         asume la concepción moderna de lo real como
        Si, como hemos dicho, la historia cultural               contingente. Todo ello implica plantearse lo si-
     hace un tipo de observación de observaciones, el            guiente: ¿cómo pensar la realidad bajo el pos-
     problema con el que se enfrenta es el siguiente:            tulado de lo latente (de explicarnos por qué sólo
     ¿cómo construir una epistemología que sea capaz             vemos lo que vemos)?, ¿cómo explicar que el sis-
     de producir comunicaciones sobre la observación             tema observador actúa ingenuamente en rela-
     de observaciones y no sólo sobre una realidad               ción con las distinciones que usa para observar
     en sí? La historia cultural exige un distancia-             lo real?, y a su vez, se enfoca a encontrar una
     miento de la epistemología tradicional, la cual se          teoría y metodología capaz de aprender lo oculto
     había preguntado exclusivamente por lo que uno              que es condición de todo ver.
     ve, y había dejado de lado, el cómo es que uno ve              La teoría constructivista32 habla de la reali-
                                                                 dad como construcción, su premisa fundamental
                                                                 sería que toda realidad es tal para un observa-
        31
           La teoría de los sistemas sociales actual sostiene    dor, y que no hay realidad sin observador. Por
     que las operaciones, en este caso las observaciones, son
     recursivas, es decir, que la operación anterior se con-
     vierte en punto de partida de la siguiente operación, por
     esto se dice que la sociedad es un sistema estructural-       32
                                                                      Véase Jean-Louis Le Moigne, Le constructivisme.
     mente determinado.                                          Tome 1: des fondementes, París, eSF, 1994.




34
lo tanto, siempre que hablemos de la realidad,        nos encontramos. La crítica del giro lingüístico
debemos tomar en cuenta al observador que la          a las filosofías de la conciencia nos reveló que
construye. La teoría constructivista elabora,         era necesario, para salir de la privacidad, ela-
como epistemología, una conceptualización su-         borar una teoría de la comunicación.
mamente formal y abstracta de lo que es obser-           El constructivismo ha venido a problemati-
var. Las epistemologías constructivistas pueden       zar lo que la epistemología moderna llamaba
resolver las exigencias de la investigación de la     afecciones externas, las cuales eran concebidas
historia cultural porque sostienen lo siguiente:      como caóticas, desordenadas. Las afecciones ad-
el conocimiento se constituye por medio de irri-      quirían forma o sentido por medio de algo in-
taciones que vienen del entorno, pero estas           terno a la conciencia (Kant) o por el lenguaje
irritaciones, en tanto que son caóticas, necesi-      (también como interno y previo a la experiencia).
tan ser organizadas por el observador: las ideas      Estos elementos que se presentan como inter-
innatas, los a prioris, y después del giro lingüís-   nos son aquello que la epistemología actual con-
tico, el lenguaje.                                    ceptualiza como lo latente. Por esto, lo latente
   El límite del constructivismo kantiano era su      es la distinción que el observador pone en ope-
solipsismo (lenguaje privado), pues se elaboró        ración para referirse a lo real. La interrogan-
desde la esfera de la conciencia. Cuando se tomó      te que abre la historia cultural es la siguiente:
en cuenta al lenguaje se salió del solipsismo y       “a qué estado propio converge un sistema, desde
se adentró en el espacio de lo comunitario, de        el momento en que su recursividad lo orienta a
lo colectivo. Resulta que nuestra percepción del      lo que el observador no puede observar”.33
mundo está determinada por el lenguaje que
hablamos, en otras palabras, está prescrita por
la cultura en la que vivimos, por los procesos
de socialización que nos permiten convertirnos           33
                                                            Niklas Luhmann, “El programa de conocimiento”,
en adultos competentes de la sociedad en la que       art. cit., p. 17.




                                                                                                             35
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Hacia una teoria de la observación de las observaciones

  • 1. Hacia una teoría de la observación de observaciones: la historia cultural Alfonso Mendiola* Objetividad es igual a creer que las de convertir en objeto de estudio a las propias propiedades del observador no entran en las universidades e institutos de investigación que descripciones de sus observaciones. hacen historia cultural, ya que éstos a su vez h einz von FoerSter objetivan, a través de la historia cultural, los fenómenos sociohistóricos. La práctica histórica se refiere toda ella a la Hacer una investigación de la historia cul- estructura de la sociedad. tural a través de la propia historia cultural es MiChel de Certeau llevar a cabo una autobservación. La historia E cultural no será estudiada desde fuera de ella ste ensayo pretende explicar de manera his- misma, lo que implicaría una heterobservación. tórica la emergencia, en las últimas dos déca- Para llevar a cabo esta autobservación tendre- das, de la llamada “historia cultural” francesa. mos que partir de la operación historiográfica Querer elucidar la historia cultural de manera que realiza la historia cultural, la cual, de ma- histórica puede parecer extraño, pero más ex- nera simplificada, consiste en estudiar a sus traño aún es el observar el nacimiento de la objetos como sistemas de comunicación.2 ¿En historia cultural a partir de los propios métodos y teorías que ella misma utiliza para sus inves- tigaciones. El ensayo consistirá en observar la historia cultural desde la historia cultural. De la objetivación está en sí mismo objetivado: los análisis lo anterior surge la siguiente pregunta: ¿cómo es más brutalmente objetivantes son redactados con la posible convertir a la historia cultural en objeto conciencia absoluta de que se aplican a quien los escribe de estudio de ella misma? Este tipo de investi- y de que, por añadidura, un sinnúmero de los individuos gaciones se conocen como autológicas, porque los a los que atañen no sospecharán siquiera que el autor de tal o cual frase un tanto ‘cruel’ la está aplicando a su esquemas de investigación que aplica una disci- propia persona. Por consiguiente, calificarán de cruel- plina a sus objetos de estudio se los aplica a sí dad gratuita lo que, en realidad, es un trabajo de anam- misma. Las investigaciones autológicas buscan nesis, un socioanálisis.” Pierre Bourdieu y Loïc J. D. objetivar al sujeto objetivante,1 es decir, se trata Wacquant, Respuestas. Por una antropología reflexiva, México, Grijalbo, 1995, p. 41. 2 Krzysztof Pomian caracteriza a la historia cultu- * Universidad Iberoamericana. ral como un tipo de investigación que analiza el mundo 1 “No es posible trabajar sobre determinado objeto de los fenómenos como sistemas comunicativos, él la sin tener presente en todo momento que el sujeto de llama el estudio de los semióforos. Véase Jean-Pierre 19
  • 2. qué consiste convertir los fenómenos estudiados además, las experiencias del historiador a en sistemas de comunicación? Primero, en dejar un sonambulismo teórico.3 de pensar que la sociedad se compone de objetos y empezar a ver que ésta se compone de infor- El reto que lanza Michel de Certeau se puede maciones; cuestión que nos muestra que el cre- formular de la siguiente manera: ¿cómo es posi- cimiento de los medios masivos de comunicación ble describir la historia desde la propia histo- es una de las condiciones sociales de posibilidad ria?, o mejor dicho, ¿cómo es posible describir de este tipo de historia. Segundo, la posibilidad de a la disciplina de la historia desde los propios distinguir comunicaciones de no comunicaciones criterios de investigación que la historia sigue es a partir del momento de la comprensión, el para tratar sus propios objetos de estudio? Para cual permite llevar a cabo la distinción entre plantearlo de manera más provocativa: ¿cómo se información y acto de comunicar. Así conside- observa y describe la historia desde la historia? ramos que la comunicación se lleva a cabo en Ahora bien, si la ciencia de la historia se observa cuanto tal hasta el momento de su recepción, por a sí misma, la historia dentro de la historia, nos ello para la historia cultural se vuelven suma- enfrentamos con una forma peculiar de obser- mente relevantes los temas de la apropiación o vación, que no es más que una autobservación y consumo, y no sólo las cuestiones cuantitativas. una autodescripción. Por ello, la pregunta puede Por ello, la historia cultural verá en la historia resumirse de la siguiente forma: cómo se autob- serial de la cultura sólo una etapa y no su con- serva y autodescribe la historia cultural. clusión, pues a ella le interesa la forma como Los criterios metodológicos que vamos a esas informaciones son entendidas y asimiladas seguir en el análisis de la emergencia de la his- por los receptores, lo que plantea una distinción toria cultural —que consideramos que son pro- entre lo que se emite y lo que se entiende de lo pios de la historia cultural— son los siguientes: que se emite. La forma de argumentación de este ensayo es un círculo que expresa la forma re- a) Leer todos los textos bajo la lógica de la pre- flexiva con que deseamos trabajar: la historia gunta y la respuesta; asumiendo que ningún cultural desde la historia cultural. Esta forma texto (lo que el historiador siempre ha enten- de autorreferencialidad, según Michel de Cer- dido como fuente) se entiende si se aísla de su teau, es lo propio de la historiografía: contexto dialógico. Esto implica lo siguiente: leer todo tipo de discurso, no sólo los que el El historiador —escribe Michel de Cer- historiador entiende, en sentido estricto, como teau— sería un cobarde, cedería a una fuente o documento, como corpus documental. coartada ideológica, si para establecer el Dado que los textos que hay que analizar en estatuto de su trabajo recurriera a otro esta investigación pertenecen en su mayoría mundo filosófico, a una verdad formada y a ensayos publicados en revistas, a libros que recibida fuera de los caminos por los cuales, compilan artículos que promueven la historia en historia, todo sistema de pensamiento cultural, a obras de filosofía o sociología, etcé- se refiere a ‘lugares’ sociales, económicos, tera, nos proponemos interpretarlos desde un culturales, etcétera. Este tipo de dicotomía oficio específico, que es el de historiador. Esto entre lo que hace y lo que diría, serviría por nos exige tratarlos como emisiones escritas en lo demás a la ideología reinante protegién- contextos determinados y bajo situaciones de dola de la práctica efectiva. Condenaría, conflicto mediadas institucionalmente. Rioux y Jean-François Sirinelli (dirs.), Pour une histoire 3 Michel de Certeau, La escritura de la historia, 2a. culturelle, París, Seuil, 1997. ed., México, uia, 1993, p. 68. 20
  • 3. b) Partimos de que no hay ninguna observación sivamente la historiografía francesa— carac- o lectura que no esté situada socialmente. terizan, dentro de la evolución de la operación Aún más, toda lectura sigue las reglas que ha historiográfica moderna, a la historia cultural; construido convencionalmente la comunidad a segundo, estudiar el concepto de cultura de la que se pertenece, por esto vamos hablar de manera histórico. Si los conceptos determinan comunidades de interpretación. En este caso las formas de experiencia de las sociedades, la comunidad es la de los historiadores, y lo ca- intentaremos elucidar qué observa la sociedad racterístico de las convenciones de lectura de moderna a través del concepto de cultura. Para esta comunidad es la de historizar el acto esto situaremos dentro de las transformaciones de leer. Por ello, nuestra forma de lectura se de la estructura social el momento histórico en remite a un conjunto de reglas, por supuesto que se construye la noción de cultura. Tercero, convencionales (históricas), y se hace desde un expondremos la teoría de la observación de lugar específico, que determina nuestro hori- segundo orden elaborada por el sociólogo alemán zonte hermenéutico: las instituciones histo- Niklas Luhmann. Y por último, trataremos los riográficas mexicanas. Con esto tenemos una criterios teóricos y metodológicos que se deben apropiación, desde los márgenes, de una pro- seguir para investigar observaciones de obser- ducción cultural del centro, que es la llamada vaciones. historia cultural francesa. c) Por último, consideramos que lo básico de la historia cultural es que ella no trabaja sobre Del pasado como real al pasado como un ámbito de objetos que habría que delimi- observación de lo real tar, sino que lo hace sobre las maneras en que ciertos colectivos sociales observan lo La historia cultural ha generado una serie de real. Aquello que Roger Chartier ha deno- conceptos que tratan de dar cuenta de la unidad minado como representación, subrayando el de las oposiciones que la historia y las ciencias hecho de que la historia cultural construye sociales han creado a lo largo de los dos últimos su referencia a lo real por la mediación de las siglos. Por ejemplo, la historia cultural objeta observaciones. (Anticipándonos a lo ambiguo las oposiciones entre agente y normatividad, lec- o complejo que puede ser entender la pala- tor y libro, hecho y teoría, etcétera, pues para bra observación, o aún más observación de ella a lo que tienen acceso los historiadores es observaciones, como caracterizamos a la his- a las interrelaciones entre los miembros de las toria cultural, aclaramos que se desarrolla- distinciones, es decir, que no hay un agente que rá pormenorizadamente este concepto en las se sujete a normas para actuar, sino que aque- páginas 29-35). Por supuesto, este observa- llo que tenemos son agentes que hacen un uso dor no es un sujeto aislado y, por eso mismo, estratégico, dependiendo del lugar que ocupan siempre está situado. Con ello se distingue en el campo social en el que actúan, de las nor- del observador que construyó la filosofía idea- mas bajo las cuales se encuentran. Lo mismo lista, es decir, el sujeto trascendental. Debido podemos decir de las otras oposiciones, pues no a lo anterior no puede sostenerse, desde la tenemos libros sin lectores ni lectores sin libros, historia cultural, que exista una lectura de y por eso se habla en la actualidad de recep- las fuentes que no parta de ciertos presupues- ciones o apropiaciones. Por último, la teoría de tos, es decir, no hay lectura —como creía la la ciencia poskuhniana, junto con los trabajos Ilustración— sin prejuicios, o mejor dicho sin de los epistemólogos franceses,4 nos ha revelado juicios previos. El ensayo se compone de las siguientes partes: 4 Me refiero a los trabajos de Alexander Koyré, Gas- primero, exponer cómo los historiadores —exclu- ton Bachelard, George Canguilhem, etcétera. 21
  • 4. que los hechos son constructos de la ciencia, o quita presidentes, etcétera. Pues cada siste- dicho de otra manera, que el objeto de estudio ma tiene su propia regulación. no pre-existe a su construcción por medio de la b) Partimos de que la sociedad se reproduce a investigación. Ahora, trataremos de analizar través de comunicaciones, y por comunica- por qué la historia cultural se preocupa por este ción entendemos un sistema de interacciones tipo de unidad de las oposiciones.5 Quizás sería mediadas simbólicamente. Es decir, el yo sólo más correcto decir que buscaremos explicar en forma parte de la sociedad a partir de su rela- qué consiste, para la historia cultural, el fijarse ción con un tú, pero nunca de manera aislada o en la unidad de las oposiciones. Además, debere- psicológica. El yo se constituye en tanto que yo mos plantear la pregunta acerca de quién es el a través de formas específicas de sociabilidad. que observa la unidad de la distinción. c) Por último, si la sociedad se reproduce a par- Los criterios de la sociología de la ciencia,6 tir de una operación que es comunicación, y bajo los cuales estudiaremos la manera como la la historia es una ciencia de la sociedad, por comunidad de historiadores crea la historia cul- lo tanto, la historia debe entenderse como tural, son los siguientes: un tipo de comunicación peculiar. La historia como ciencia de la sociedad moderna produce a) La ciencia de la historia se va a entender comunicaciones acerca del pasado que tratan como una ciencia de la sociedad. Igual que de sujetarse a ciertos criterios de validez. como cuando hablamos de la economía sabe- Aunque estos últimos sólo sean convenciones mos que nos referimos a la economía de la que construye la propia comunidad de histo- sociedad, o de la política o del arte, etcétera. riadores, y nada más. Con esto destacamos Lo que pretendemos evitar es el tipo de pre- que estudiaremos los libros que se producen guntas que hacen abstracción de la sociedad, como historia cultural como mensajes que como por ejemplo cuando preguntamos qué se hacen bajo un soporte específico que es es la historia sin referirla a una sociedad la escritura y dentro de una institución de- específica. Esto impide que imaginemos a la terminada. disciplina de la historia de manera separada de la reproducción de la sociedad en la cual La emergencia de la historia ella existe. Lo anterior no niega que las cien- cultural francesa cias, en la modernidad, tengan una cierta autonomía, es decir, que la política no pro- El tipo de historia cultural que construyen los duzca enunciados verdaderos, cosa que bajo historiadores franceses se da a conocer de ma- ciertas convenciones, sí produce la ciencia; nera explícita por medio de la revista de los pero tampoco, de manera directa, la ciencia Annales en 1989. Esta revista representa el órgano de difusión de una de las “tradiciones” historiográficas más relevantes de este siglo. En ese momento el director de la misma era el 5 Más adelante, en el apartado en que presenta- historiador Bernard Lepetit, quien pertenece a mos la teoría de la observación de Niklas Luhmann, la cuarta generación de la llamada “escuela de se entenderá que esta unidad de las oposiciones con- ceptuales tradicionales de las ciencias sociales se logra los Annales”. Él mismo es el que en un edito- gracias a una observación de segundo orden. Pero estas rial de la revista del año anterior invita a los unidades que encuentra la historia cultural también se historiadores a participar en un debate sobre constituyen por medio de oposiciones, ya que se logran el lugar de la historia en lo que él denomina la mediante observaciones. La observación como operación “crisis de las ciencias sociales”. Y el artículo en sólo alcanza la identidad por medio de diferencias. 6 Seguimos las propuestas de la llamada escuela que se describe la historia cultural es el famoso de Edimburgo, cuyos autores más conocidos son Barry trabajo de Roger Chartier, El mundo como re- Barnes y David Bloor. presentación. 22
  • 5. Lo primero que hay que destacar es que la his- Lo segundo es que el lugar desde donde se toria cultural se presenta como una continuación produce el ensayo de El mundo como repre- de la historiografía de Annales. La historia cultu- sentación obliga a que la historia cultural se ral se describe como perteneciente a esa tradición. autodescriba en relación con las formas histo- Pero sabemos que presentarse como heredero de riográficas que Annales generó anteriormente. un pasado, la mayoría de las veces, implica rein- Con esto vemos que la historia cultural se funda ventar ese pasado. O mejor dicho, implica un a través de un balance de la historiografía de conflicto de interpretaciones entre grupos que Annales, de tal modo que este tipo de historia se creen los herederos de esa tradición. En este se presenta como una respuesta a la “crisis de la caso ese conflicto se da entre los grupos que historia social” de ese momento, y por eso Char- se consideran con derechos a representar la tier la llamó “historia cultural de lo social” en continuidad de Annales, pues ocupar ese lugar oposición a una supuesta “historia social de lo da poder y legitimidad. ¿Hasta dónde los his- cultural”. Es importante no olvidar que la obra toriadores de la segunda generación de Anna- programática de Annales de 1995, Las formas les consideran que la historia cultural es una de la experiencia,8 regresa a identificar el tipo de traición a los ideales de los fundadores? Esto historia que desean hacer con el nombre historia es algo que deberemos tomar en cuenta, pues social, aunque adjetivándola como “otra forma” basta recordar los últimos ensayos y ponencias de historia social. Aunque la historia cultural de Fernand Braudel, de cuya propuesta se hace buscará su validación en la primera generación cargo François Dosse en su libro La historia en de la escuela: en Lucien Febvre9 y Marc Bloch. migajas,7 título que muestra el fin de la denomi- Lucien Febvre por medio de su concepto de uti- nada “historia total”. Parece que tanto Braudel llaje mental y Marc Bloch con su obra de Los como otros miembros de esa generación no esta- reyes taumaturgos.10 ban de acuerdo con lo que empezaba a desarro- El problema que tenemos que enfrentar es llarse como historia de las mentalidades, que el siguiente: la historia cultural, tal y como se como veremos más adelante es muy cercana de entiende en la actualidad en Francia, aparece lo que después se llamará historia cultural. Esa como expresión de un conflicto en torno a la historia de las mentalidades encabezada por dos sucesión de la tradición de Annales. Y en este grandes medievalistas de la tercera generación conflicto hay dos posturas, una, la de quienes de Annales: Georges Duby y Jacques Le Goff. El la impulsan, y que en ese momento dirigen la hecho de que sean ellos los que impulsaron la his- revista (la cuarta generación) y, la otra, quienes toria de las mentalidades, nos muestra que las se aglutinan en torno a una supuesta memoria insuficiencias de las interpretaciones que se ha- de Braudel, y consideran que tanto la historia cían desde la historia económica y social se cultural como los que dirigen la revista han percibieron primero en la investigación de las traicionado a los fundadores de Annales. Por sociedades premodernas que en la moderna, otro lado, los que defienden la historia cultural como es el caso de la sociedad medieval. Pues encontrarán un vínculo, respecto al tipo de his- en ellas el sistema económico no había logrado toria que proponen, con la primera generación aún independizarse de las cuestiones morales, o con mayor precisión, religiosas. ¿Y quiénes de los historiadores de la cuarta generación sienten que son los continuadores de la tradición? Pues 8 Bernard Lepetit (dir.), Les formes de l’expérience. los que se encuentran alrededor de la revista en Une autre histoire sociale, París, Albin Michel, 1995. ese momento. 9 La obra más representativa de esta tendencia en Lucien Febvre es El problema de la incredulidad en el siglo xvi. La religión de Rabelais, Madrid, Akal, 1993. 7 François Dosse, La historia en migajas, Valencia, 10 Marc Bloch, Los reyes taumaturgos, México, Alfons el Magnanim, 1988. FCe , 1988. 23
  • 6. de la escuela. En consecuencia nos enfrentamos subjetividad situada y no abstracta. La noción con dos interpretaciones distintas del pasado que ha caracterizado esta nueva forma de ver y de Annales. Mientras unos afirman que la histo- estudiar la subjetividad es la de representación. ria cultural sólo tiene sentido como un momento La tematización de este tipo de historia ha de la realización de la historia total, otros sos- pasado por distintos nombres: la historia de las tienen que la historia total es irrealizable, y mentalidades, la antropología histórica, la his- que por eso la historia cultural se puede prac- toria de lo imaginario hasta llegar al de historia ticar independientemente de ese objetivo. El cultural. Este movimiento expresa la lucha teó- dilema se discute como si se tratara de tomar rica y epistemológica que ha tenido que reali- posición a favor o en contra de la “historia to- zar la historia cultural en contra de la llamada tal”. Creemos que éste es sólo un aspecto del historia de las ideas; precisamente una de sus problema, pues hay otro que corresponde a la preocupaciones es la de distanciarse de ella, transformación de la modernidad que también y para ello ha insistido en que las ideas circulan debe ser tomado en cuenta. La imposibilidad de por medio de soportes materiales y de prácticas la “historia total”, que plantea la cuarta gene- sociales. Primero, las ideas existen sobre sopor- ración, no es más que una de las consecuencias tes materiales que permiten su difusión: la ora- de la crítica a la Ilustración que se da después de lidad, la escritura, la imprenta, los medios de los sesenta. Y no sólo es una expresión de la comunicación masivos, etcétera. Y segundo, esta voluntad de los historiadores. difusión se hace a través de formas de sociabi- La historia cultural es definida por la cuarta lidad: el sermón, las academias, los salones, los generación de Annales como una historia en cafés, las universidades, etcétera. contra de las insuficiencias de la historia econó- mica y de la historia social. La primera está re- Así, los sistemas socioeconómicos y los sis- presentada por los trabajos de Ernest Labrousse temas de simbolización —escribe Michel de y la historia social por la segunda y tercera Certeau— se combinan sin identificarse ni generación de Annales. Ambas historiografías, jerarquizarse. Un cambio social puede com- la económica y la social, entran en crisis junto pararse, desde este punto de vista, con una con el marxismo y el estructuralismo. Para el modificación biológica del cuerpo humano: marxismo lo cultural es periférico a la socie- forma, como ella, un lenguaje, pero propor- dad, pues ésta se rige en “última instancia” por cionado a otros tipos de lenguaje (verbal, lo económico. Al caracterizar a la cultura co- por ejemplo). El aislamiento “médico” del mo una forma de la conciencia ésta será vista cuerpo resulta de una división interpreta- como algo superestructural. Mientras que el tiva que no tiene en cuenta el paso de la estructuralismo planteará una historia sin su- somatización a la simbolización. Por el con- jeto. La cultura vista como algo secundario, y trario, un discurso ideológico guarda siem- además, como algo que sólo se explica, o tiene pre una proporción fija de un orden social sentido, inmerso en la dinámica económica (la determinado, así como cada enunciado in- cultura según la Ideología alemana no tendría dividual se produce en función de organi- una historia propia), fue olvidada por la investi- zaciones silenciosas del cuerpo. El hecho de gación de los cuarenta a los sesenta. Por eso la que el discurso, en sí mismo, obedezca a historia cultural se presenta como una recupe- reglas propias, no impide que se apoye en ración de la constitución histórica de las formas lo que no dice —en el cuerpo, que habla de de subjetividad. Por supuesto, esta subjetividad un modo especial.11 ya no es vista como la vio la Ilustración del siglo xviii; como una subjetividad capaz de autodeter- minarse y autoproyectarse de manera libre. Con la historia cultural tenemos un retorno a una 11 Michel de Certeau, op. cit., p. 73. 24
  • 7. En suma, la historia cultural francesa nace “representarlo”, podemos concluir lo siguiente: la luchando contra dos frentes. El primero es el de historia cultural produce comunicaciones (tex- la tradición inmediata de los Annales: la historia tos, descripciones) sobre lo contingente. De aquí económica y social, representada en el fantasma surgen dos interrogantes: la primera, ¿cómo la de la “historia total”. El segundo es el de la his- modernidad puede observar una realidad que toria de las ideas del siglo xix. Contra la historia se caracteriza por su relativismo, pluralismo e económica y social se quiere rescatar al obser- historicismo?, y la segunda, ¿de qué manera, vador en oposición a una noción de realidad en esa realidad que carece de absolutos, le sirve sí; en contra de la historia de las ideas se desea de orientación a la modernidad? Dicho de otra rescatar a un observador empírico (situado en manera, ¿cómo puede reproducirse una sociedad un cuerpo y en una sociedad) en oposición al sin ontologías?13 Antes que otra cosa, debe que- observador puro (el sujeto trascendental). Por dar claro que si la modernidad se orienta por esto, la historia cultural no define su campo de medio de contingencia es porque ésta no produce investigación en relación con una clase de obje- caos ni arbitrariedad. Lo contingente, como lo tos que se diferenciaría de otros, sino a partir contrario de lo necesario y lo imposible, durante de un modo de enfocar los problemas: el de la mucho tiempo se creyó que iba a producir des- representación. Por representación entendemos orden, pero no ha sido así.14 Por esto surge la el estudio, no de los objetos en el mundo, sino necesidad de contestar a la pregunta de cómo de las observaciones de los objetos. La historia la contingencia produce orden. El camino que cultural es una forma de aprender a observar seguiremos para resolver esas preguntas es el cómo uno o los otros observan el mundo. “El de la historia de los conceptos. Por consiguiente concepto moderno de cultura —escribe Niklas lo que expondremos —esquemáticamente— es Luhmann— implica tanto reflexividad en el una historia del concepto cultura. sentido de autoanálisis como constatación de la El territorio de la historia de los conceptos15 existencia de otras culturas, es decir, la contin- fue estructurado por la historiografía alemana, gencia de que determinados ítems sean especí- ficos de formas de vida concretos.”12 La historia cultural al centrarse en la representación, la 13 Primero, con esta pregunta me hago eco de un observación de observaciones, produce contin- pensamiento filosófico que desde Nietzsche hasta Derrida, pasando por Heidegger y la neohermenéutica, gencias, por ello nos debemos preguntar ¿cómo ha tratado de desprenderse de la metafísica veteroeu- una sociedad, la nuestra, es capaz de orientarse ropea; segundo, por ontología entiendo el postulado de por medio de contingencias? la existencia de una realidad que es independiente de todo observador. 14 “El temor frecuente de que una teoría cognitiva relativista finalmente ya no podría distinguir entre ver- La cultura como un tipo de dad y falsedad y que tendría que permitir todo, siendo observación de segundo orden que para una nueva opinión simplemente debería de de la modernidad constituirse un nuevo representante de esta opinión, es una conclusión obviamente errónea. Probablemente Si la pregunta que hace la historia cultural fran- resulte del individualismo implícito de la epistemología clásica, es decir de la idea de que el correlativo subjetivo cesa es por la representación del mundo, y las de la cognición sea un individuo (o quizás una plura- respuestas que nos da es que éste se ha visto de lidad de individuos que exista aisladamente). En todo distintas maneras, es decir, que el mundo cambia caso, la conclusión errónea desaparece cuando se toman según las distinciones que usa una sociedad para en cuenta las dependencias sociales y temporales (histó- ricas) en el proceso de la cognición.” Niklas Luhmann, La ciencia de la sociedad, México, Anthropos, uia /iteSo, 12 Josetxo Beriain (comp.), Las consecuencias per- 1996, p. 76. versas de la modernidad, Barcelona, Anthropos, 1996, 15 Una introducción a la historia conceptual alemana p. 173. (Begriffsgeschichte) se encuentra en la introducción que 25
  • 8. 26
  • 9. algunos de los representantes más conocidos realidades esenciales. Por ejemplo, el derecho de esta historiografía son Hans-Georg Gad- dejará de regirse por el derecho natural y lo amer, Otto Brunner y Reinhart Koselleck. ¿En hará por el derecho positivo; la economía aban- qué consiste la historia de los conceptos? Esta donará la normatividad moral del “precio justo” clase de historia parte de la idea de que la evo- y se regulará por el precio variable de la oferta y lución estructural de la sociedad va unida a la demanda; la política se aleja de la idea del la aparición de palabras que, cuando expresan poder que viene de Dios y se observa a través cuestiones básicas de ella, se transforman en de la opinión pública, etcétera. Esta división de conceptos.16 Los conceptos serían términos que funciones en la reproducción de la modernidad se vuelven indispensables para la autodescrip- hace que la sociedad deje de orientarse por rea- ción de la estructura social. Esto nos señala que lidades que aparecían como extrasociales, por no todas las palabras que aparecen se convierten realidades ahistóricas (ontológicas). Antes de la en un acervo semántico de la sociedad. La cris- modernidad existía una finalidad esencial ins- talización de un concepto es un indicio de que la crita en las cosas y, por supuesto, también en la estructura social ha cambiado, y que necesita de sociedad. Mientras que a partir de la modernidad ese nuevo concepto para dar cuenta de sí misma. las finalidades se vuelven internas y relativas El concepto de cultura, según los estudios de a las funciones y, por lo tanto, deben explicitar- Niklas Luhmann,17 adquiere sus característi- se los motivos de esos fines. La cultura no vie- cas más constitutivas a mediados del siglo xviii. ne siendo más que otra forma de ese conjunto Además, los conceptos sintetizan el significado de observaciones de observaciones que permite de un conjunto de experiencias históricas. ¿Qué que la sociedad moderna se reproduzca. experiencia histórica condensa la aparición del La cultura, en tanto que observación de se- concepto de cultura en el siglo xviii? gundo orden, es la estructura de la memoria de El concepto de cultura es uno de los muchos la modernidad. De manera muy breve podemos que surgen durante los siglos xvii al xviii para decir que las sociedades, en tanto que sistemas expresar el paso que se está dando de una so- temporalizados que se reproducen recursiva- ciedad diferenciada en estratos a una que se mente (que operan siempre en el presente y a diferencia funcionalmente. Los sistemas fun- partir del estado que han alcanzado), necesi- cionales (la economía, el derecho, la política, la tan estructurar una relación específica con la ciencia, el arte, etcétera) se regulan por medio temporalidad. Estos regímenes de historicidad de observaciones de segundo orden (observacio- (formas de la memoria o estructuraciones de nes de observaciones): dejan de orientarse por la temporalidad) pasaron de la historia retó- rica, propia de las sociedades premodernas, a la historia ciencia de la actualidad. La cultura, como la forma de la memoria de la modernidad, opera realizando comparaciones entre aquellos hacen José Luis Villacañas y Faustino Oncina al libro fenómenos u objetos que desde el presente son de Reinhart Koselleck y Hans-Georg Gadamer, Histo- considerados como “interesantes”. ria y hermenéutica, Barcelona, Paidós iCe / uab, 1997. 16 “Una palabra se convierte en concepto si la tota- lidad de un contexto de experiencias y significaciones Lo primero que aparece a la vista —escribe sociales y políticas, en el cual y para el cual se usa una Niklas Luhmann— es que el siglo xviii, palabra, entra, en su conjunto, en esa única palabra”, con la expansión de sus horizontes de Reinhart Koselleck, Futuro pasado. Para una semán- observación regionales e históricos, cultiva tica de los tiempos históricos, Barcelona, Paidós, 1993, p. 117. intereses de comparación y los aplica en 17 Véase Niklas Luhmann, “La cultura como un con- aquello que considera “interesante”. A esta cepto histórico”, en Historia y Grafía, núm. 8. capacidad se la conceptualizó como el quid 27
  • 10. y se le definió como habilidad de encontrar así porque crecimos en determinada cultura. El similitudes que están alejadas.18 concepto de cultura ayuda a relativizar lo que hacemos. La observación de los fenómenos desde Si asumimos la función social que cumplió la cultura genera contingencia. Así, la sociedad el concepto de cultura históricamente, debemos moderna puede relativizar constantemente las dejar de pensar que se refiere a un conjunto par- soluciones que encuentra a los problemas, pues ticular de objetos y darnos cuenta de que desig- siempre puede descubrir que existen otros modos na una forma de observar cómo observamos o de resolverlos. Al afirmar que las cosas pueden de observar cómo observan otros; de esta ma- verse o hacerse de otra forma, o que otras cultu- nera el concepto de cultura adquiere precisión y ras las hicieron y las vieron de otra manera, la se vuelve operativo. Lo específico de esta obser- sociedad descubre la riqueza de lo contingente. vación de segundo orden es que su finalidad es Aquello que la historia cultural pretende es llevar a cabo comparaciones entre formas de investigar y comunicar, en este ámbito de las vida distintas. Ahora, el problema de la com- contingencias, acerca de lo relativo de toda for- paración de regiones distantes o de sociedades ma de vida. En suma, la cultura es la obser- separadas por el tiempo exige grados de abs- vación de observaciones que tiene por finalidad tracción muy altos, puesto que tiene que encon- comparar lo “interesante”, y no la designación trar lo que puede ser semejante en mundos de un mundo particular de objetos. diferentes. Por otro lado también es necesario Ahora, no se puede olvidar que la compara- definir el punto de vista desde donde se reali- ción que realiza la observación cultural se ha za la comparación. “Nos encontramos entonces hecho desde el presente europeo, cuestión que —según Luhmann— en el nivel de segundo ha llevado a resolver la contingencia por medio orden, y la pregunta es: ¿quién es el que com- de nociones como progreso, racionalidad, univer- para y qué intereses son los que lo llevan a salidad, pero esto ha sido puesto en duda por los efectuar tal comparación?”.19 El concepto de movimientos poscoloniales. Veamos lo que dice cultura duplica el mundo de los objetos: por un Niklas Luhmann: lado existen como objetos en el mundo (obser- vación de primer orden), y por otro, como obje- Alrededor de 1800 fue reconocible una tos que pueden ser comparados. La sociedad tendencia eurocentrista aunque histórica- moderna crea la condición de posibilidad de mente ingenua. Y que inficionó a una mul- comunicar en dos niveles contiguos. El primer titud de conceptos, que tienen actualmente orden comunica lo real en el nivel lógico de una validez mundial —los conceptos de la necesidad; el segundo en el nivel lógico de la racionalidad y los conceptos políticos, como contingencia. La observación de primer orden es los derechos humanos, el Estado y la demo- siempre ingenua en su operar, mientras que la cracia—. Hasta la alocución de Husserl sos- observación de segundo orden rebasa la ingenui- tenida en Viena (7 y 10 de mayo de 1935) dad de la observación de primer orden al comu- pone de manifiesto este eurocentrismo sor- nicar que la realidad que ella describía podría presivo. La preocupación, entendible por la ser de otra manera. situación por la que pasaba Europa, con- La sociedad moderna permite que después sistía en que la salvación sólo podría venir de actuar nos interroguemos por los motivos de Europa misma, es decir, de una mirada que tuvimos para actuar de esa manera y no sobre el principio de finalidad enraizado de otra, y de este modo descubrir que lo hicimos en la razón humana. Después de la Segun- da Guerra Mundial ya no se puede pensar así. Bajo las condiciones actuales del mundo 18 Op. cit., p. 15. esta postura postcolonial del imperialismo 19 Ibid., p. 18. cultural conduce a contradicciones y a que 28
  • 11. se le rechace, pero sin que haya podido sus- rencia se fundamentaba en el supuesto de que la tituírsele por un adecuado concepto social. realidad existía independientemente del obser- En ello la utilización de representaciones vador. En la actualidad existe cierto acuerdo de culturales político-ideológicas se llevan que a la referencia sólo se llega por la mediación hasta la deformación al no querer ya com- del significado, y no de manera directa. Si que- parar y reflexionar. Ya lo que sólo se puede remos saber qué designa una palabra estamos reconocer son desviaciones a la norma —y obligados a analizarla en su contexto sintácti- guerras.20 co, semántico y pragmático, pues el significado depende del uso social de la palabra. A manera de ejemplo, podemos ver cómo el término “hom- Hacia una teoría general de la bre” no designa lo mismo en una sociedad feu- observación de observaciones: dal que en una sociedad moderna, lo mismo el problema de la referencia en podemos decir de esa palabra si la referimos al la modernidad uso que puede hacer de ella un científico social o ese mismo científico en una conversación de La cuestión de la referencia de una palabra o café. Por esto, vamos a enfrentar el problema concepto, en la modernidad, no es fácil de resol- de la referencia de los conceptos siguiendo el ver. La problemática de la referencia, entendida siguiente postulado: sólo se puede acceder a la como aquello que designa un término, ha sido referencia si se observa al observador, esto es, si problematizada en los últimos treinta años por se reconstruyen las distinciones que el observa- distintas disciplinas, entre ellas se encuentran: dor usó para designar lo real. la lingüística, la filosofía analítica, las ciencias Las conclusiones que se siguen de esta aproxi- cognitivas, la sociología, la cibernética de segun- mación constructivista al problema de la refe- do orden, etcétera. Antes de esas problematiza- rencia son las siguientes: ciones se partía del supuesto de que lo designado existía antes de ser nombrado, o aún más, que a) La referencia externa o designación se realiza la palabra se construía para expresar eso que ya por medio de una distinción. Sólo se puede siempre había estado ahí21 presente: la llamada indicar algo (identificar algo) si antes hemos definición ostensiva. Esa explicación de la refe- llevado a cabo una diferenciación o un trazo. Dicho de otro modo, se llega a la identidad por medio de la diferencia o distinción. Presen- 20 Ibid., p. 31. temos un ejemplo: las ontologías veteroeuro- 21 Esta problematización de la referencia, que sos- peas creyeron que existía la naturaleza en sí tiene que sólo se llega a ella de manera mediata y no inmediata, es expresión del fin de las ontologías pro- pias de las sociedades premodernas europeas. Jacques Derrida las denomina como ontologías de la presencia, era el tercer excluido de la observación de la realidad. y nosotros las llamaremos como la creencia en que lo De esta manera, el observador no era necesario para real tenía consistencia independientemente de cual- fundamentar lo real, pues lo real era lo mismo, inde- quier observador, es decir, que el que decía o escribía pendientemente de quien lo constituyera. Las semán- algo de lo real era excluido de eso que decía. Podemos ticas de la modernidad, de manera lenta y difícil, han simplificar de la siguiente manera: la modernidad en construido conceptos adecuados para referirse a lo real razón de su configuración estructural (igualitaria y, por por la mediación del observador. Estas semánticas en lo tanto, policontextual), que ya no es jerarquizada y la actualidad se conocen como negación de toda meta- estratificada, va lentamente abandonando las semánti- narrativa (Lyotard), como deconstrucción (Derrida), cas propias de las ontologías veteroeuropeas, las cuales como epistemología constructivista (Watzlawick), etcé- no tenían necesidad de considerar al quién del enun- tera. Véase el ensayo “La modernidad de la sociedad ciado, pues creían, debido a su estructura social estrati- moderna”, en Niklas Luhmann, Observaciones de la ficada y centralizada (aristocratizante), que la realidad modernidad. Racionalidad y contingencia en la socie- era una y la misma para todos. Por ello el observador dad moderna, Barcelona, Paidós, 1997. 29
  • 12. misma, o sea, independientemente de aquello postulado: los dos lados de la distinción exis- de lo que se distinguía la palabra en cada ten en simultaneidad, pero a pesar de eso, época; por eso se pensó que no era necesa- sólo somos capaces de referirnos a uno de rio reconocer el otro lado de la distinción del ellos en cada momento, y no es posible señalar término naturaleza, puesto que ella era algo ambos al mismo tiempo. Esto provoca que el que ya siempre estaba delante de nosotros. lado de la distinción no designado sólo exista Las teorías de la referencia actuales nos indi- como trasfondo o condición de posibilidad de can que la Edad Media no designaba con la la referencia (como excedente). Esto es lo que palabra naturaleza lo mismo que la moderni- se conoce como punto ciego de la observación. dad, ni el siglo xix lo mismo que el xx, pues c) De los dos postulados anteriores se deriva aquello de lo que se distinguía la palabra el siguiente: la referencia o identificación de naturaleza no ha sido lo mismo a lo largo algo sólo se constituye a través de la realiza- de la historia. Veamos estas diferencias: la ción de una forma que consiste en una ope- Edad Media observaba a la naturaleza bajo ración que distingue e indica uno de los lados la distinción naturaleza / gracia; el siglo xviii la de la distinción. De aquí se extrae la conclu- designa a partir de la diferencia naturaleza sión más importante de las teorías de la re- / libertad; el siglo xix en función de la dis- ferencia contemporáneas: el mundo no es el tinción naturaleza / espíritu y, por último, el conjunto de los objetos (la filosofía veteroeu- siglo xx sigue la distinción naturaleza en opo- ropea los llamaba entes), sino el conjunto de sición a artificial. Por ello, sólo se es capaz de las formas.23 Es decir, el mundo sólo se vuelve saber qué designa la palabra naturaleza si se designable si se realiza una distinción e indi- conoce aquello de lo que se diferencia. De lo camos un lado de la misma; por ello el único anterior se deriva el siguiente postulado: sólo acceso a lo real es a través de observaciones,24 se accede a la referencia a través de la distin- y las distinciones son formas. ción que lleva a cabo un observador. Queda claro que no partimos de los presu- La referencia (lo que designa una observa- puestos ontológicos que supondrían que la rea- ción) —dice Luhmann— ciertamente tiene lidad es independiente de la operación que la que ser distinta de la operación que refiere; hace posible. Por ello, para saber qué es lo que pero esta distinción debe entenderse de se designa o describe, en la modernidad, es nece- manera puramente funcional y no ontoló- sario observar al observador, y de esta manera gica; no se refiere a mundos ónticamente erradicar el relativismo. Con esto sostenemos separados (ser, o pensar), sino que caracte- que no se debe hablar de objetos (como cosas en riza únicamente la correspondiente opera- sí), sino de formas. ción de la observación.22 b) Esta conclusión se sigue del postulado ante- 23 Al decir que el mundo no se compone de objetos rior, la designación o referencia externa sólo sino de formas (distinciones), lo que pretendemos resal- se logra si después de hacer la distinción llevo tar es que el mundo no se compone de sustancias sino de relaciones. Por ello, la escritura no es una sustan- a cabo la indicación de uno de los dos lados. cia, siempre idéntica a sí misma a lo largo de la his- Esto significa que la operación que produce la toria, sino una distinción que va cambiando social y referencia externa consiste en realizar una temporalmente. distinción e indicar uno de los lados de la dis- 24 Es importante aclarar que las distinciones no se tinción, lo que no es otra cosa que realizar una pueden hacer arbitrariamente, sino que dependen de la sociedad y la época en la que se vive. Esto no quita que, observación. De aquí se deriva el siguiente cuando reflexionamos en ellas, nos demos cuenta de su contingencia, es decir, que el mundo se podría observar 22 Ibid., p. 60. de otra manera. 30
  • 13. Esta teoría de la referencialidad como forma tinción—, y además una de las más antiguas del y no como objeto, nos obliga a que siempre que pensamiento occidental: razón y voluntad). En nos preguntemos por lo real (por qué eso es así), este caso no va a ser así. Antes que nada enten- hagamos una pregunta más: ¿para quién lo real deremos a la observación como una operación: es así? Esto ha hecho indispensable que se cons- insistiremos en que cuando se observa se rea- truyan teorías que nos permitan observar obser- liza algo. Por ello sólo nos referimos a “lo real” vaciones, y no lo real de manera directa. Por cuando se ha realizado una operación particu- ello, la única manera de saber qué es el pasado lar, la cual es una observación. Lo real existe es preguntándonos para quién, o mejor dicho, como aquello a lo que nos referimos por medio bajo qué distinciones el pasado es así. de una operación que es una observación. Como Como se puede ver, el cuestionamiento de la se puede ver, estamos haciendo un uso especial referencia, en la modernidad, nos lleva al pro- del concepto de observación. Por esto nos gusta- blema de la observación de observaciones. Este ría de inmediato explicar quién lleva a cabo esa problema lo hace explícito el historiador del arte operación que llamamos observación. Michael Baxandall cuando aclara el objetivo de Estamos acostumbrados a referir toda obser- sus investigaciones: “yo no describo cuadros, sino vación al sujeto individual, o al sistema psí- que describo observaciones de cuadros”. 25 Lo quico, y de esta manera reducir la observación mismo sostenemos con respecto al quehacer de a una percepción. Si es cierto que los sistemas la historia cultural: “ella no describe el pasado, psíquicos observan, sin embargo hay que tomar sino que describe observaciones del pasado”. El en cuenta que lo hacen por medio de la concien- planteamiento de la historia cultural se basa cia y a través de ideas; mientras que cuando en el siguiente presupuesto: la realidad es siem- hablamos de la operación historiográfica nos es- pre realidad observada.26 Aquello que se busca tamos refiriendo a un tipo de disciplina cientí- destacar con esa afirmación es que no hay una fica (independientemente de lo que entendamos realidad independiente de la observación: no exis- por ciencia), y ésta, como toda ciencia, observa te una realidad en sí. Por realidad en sí enten- por medio de comunicaciones y no por medio deríamos una realidad que se expresara a sí de percepciones. Las observaciones que hace la misma, sin la necesidad de un observador. A ese historia como ciencia se notifican por medio de tipo de realidad el pensamiento veteroeuropeo textos escritos, y por lo tanto, no se quedan en la llamó ontología. Para evitar confusiones, pre- el interior de la conciencia. Por ello partimos de cisaremos en qué consiste esta observación que la siguiente precisión con respecto a la opera- constituye lo real. ción de la observación: hay distintos sistemas La observación normalmente se distingue de que observan (el psíquico, el biológico, el social, la acción o del hacer. Por un lado, la observa- etc.), pero cuando nos referimos a la historia ción se piensa como algo receptivo o pasivo, y estamos hablando de una operación que realiza por otro, la acción como algo productivo (debe la sociedad. Puntualicemos lo siguiente: no es el quedar claro que distinguir la observación de la historiador como individuo aislado, en su inte- acción ya es una observación —es decir una dis- rioridad y privacidad, el que observa, sino es la ciencia de la historia la que observa, la cual en la modernidad tiene una estructura operativa específica. Debe quedar claro que no se escribe 25 Algunas de la obras que se pueden consultar en historia porque se crea estar escribiendo histo- español de Michael Baxandall son Giotto y los oradores, ria, sino porque uno se sujeta a una serie de pro- Madrid, Visor, 1996, y Las sombras y el Siglo de las cedimientos que la disciplina de la historia ha Luces, Madrid, Visor, 1997. 26 Para profundizar en la epistemología constructi- venido conformando desde que apareció a fines vista se puede leer la siguiente obra: Paul Watzlawick del siglo xviii. La historia como disciplina cientí- et al., La realidad inventada, Barcelona, Gedisa, 1994. fica es un saber narrativo acerca del pasado con 31
  • 14. pretensiones de validez.27 Por eso sostenemos lo obliga a que si se pretende indicar el otro lado siguiente: la que observa es la operación histo- de la distinción (aunque insistimos que existen riográfica, y esta operación particular la lleva en simultaneidad) debemos pasar el trazo que a cabo la sociedad moderna desde uno de sus permitió hacer la diferencia. Pasar al otro lado subsistemas funcionales (el de la ciencia). de la distinción exige tiempo, en tanto que no Si nos preguntamos quién observa cuando se podemos ver los dos lados al mismo tiempo o en hace historia, debemos contestar la ciencia de la el mismo momento, pues esto significaría que historia, y además no observa por medio de ideas no llevamos a cabo ninguna indicación. Con o percepciones propias de la conciencia, sino por esto alcanzamos lo siguiente: sólo se logra la medio de comunicaciones, y en este caso, comu- identidad de lo observado por medio de diferen- nicaciones escritas, propias de la sociedad. En cias. Ahora elucidemos cómo se observan obser- suma, la operación que realiza la sociedad para vaciones. observar es la comunicación, y dentro de ella Observamos lo que observamos gracias a la existen comunicaciones con pretensiones de vali- distinción que usamos para referir algo en el dez. En el caso de las ciencias modernas como mundo. Pero como somos incapaces de ver la la historia, esta comunicación es a través de unidad de la distinción en el momento en que un medio de difusión: la escritura. Ya tenemos la usamos, por esto toda observación tiene un claro quién es el que observa en la ciencia de la punto ciego. El que observa, en el momento en historia, ahora expliquemos en qué consiste la que lo hace, no es capaz de ver —al mismo tiem- operación de observar. po— lo que observa y la distinción que usa para Como hemos dicho, la operación de observar observarlo. El observador no se puede observar consiste en indicar un lado de una distinción. a sí mismo en el momento en que observa. El Primero para observar se debe trazar una dis- observador es el tercer excluido de su observa- tinción: “esto y no lo otro”, y segundo, para que la ción, o aún mejor, el observador es el parásito observación se lleve a cabo se debe indicar uno de de su observación. El que observa, en el ins- los lados de esa distinción, pues no habría obser- tante en que lo hace, no se puede observar a vación alguna si se permaneciera en la indiferen- sí mismo. Por ello, él es el punto ciego de su cia de la distinción,28 es decir, si no eligiéramos observación. Para poder observarse a sí mismo un lado de la distinción. Sólo podemos observar en tanto que observador se necesita tiempo, ya si realizamos una distinción, por ello, el mundo o que debe realizarse una distinción diferente lo real antes de toda distinción es inobservable, de la que se hizo para llevar a cabo la primera o mejor dicho invisible. La realidad aparece, de observación. La primera distinción nos permite esta manera, como el soporte de toda distinción. ver algo en tanto que algo, la segunda consiste Dicho de otra manera, no hay acceso a lo real si en preguntarse por qué se ve lo que se ve. Por no llevamos a cabo un trazo que constituya un esto, toda observación en tanto que operación es límite. Pero, y esto es sumamente importante ingenua, pues desconoce la distinción que usa para nuestro tema, aunque sólo se indique uno para observar. Sólo realizamos una observación de los lados de la distinción, sin embargo los de observaciones cuando nos preguntamos por dos lados de ella existen en simultaneidad. Esto qué al usar tal distinción se ve el mundo de tal manera y no de otra. Por esto una observación de observaciones es una observación de segundo orden. Al realizarla descubrimos la contingen- 27 Véase Gérard Noiriel, Sur la ‘crise’ de l’histoire, cia de la observación de primer orden, en otras París, Belin, 1996. palabras, historizamos la primera observación. 28 La obra en que Niklas Luhmann profundiza más en la operación de indicar un lado de la distinción, es La observación de segundo orden, en tanto que decir, en la observación, es en La ciencia de la socie- operación, también es incapaz de ver la distin- dad, op. cit. ción que usó para ver la observación de primer 32
  • 15. orden, para lograr verla se necesitaría tiempo, que una clase social interpreta la sociedad de es decir, otra observación. Con esto señalamos determinada manera porque hay algo latente, que no hay una observación última que sirviera que son los intereses de clase, que le impiden de fundamento absoluto de toda observación, verla de otra forma. Lo que Marx trataba de por el contrario, toda observación, por ser una significar con el término de ideología es que operación, es empírica y por lo tanto observable, hay una realidad latente que quien observa no y nunca trascendental. Para terminar veamos alcanza a ver. El otro gran momento del estudio por qué la historia cultural es una observación de lo latente es el del psicoanálisis. Freud, con de segundo orden. el descubrimiento del inconsciente, nos muestra La historia cultural es una observación de que los motivos por los cuales una persona desea segundo orden porque siempre está obligada a algo, son para ella misma desconocidos. En otras situar lo que se dice del pasado. Ella debe des- palabras, hay algo que se le oculta al que actúa tacar los esquemas de distinción que permiten y eso es lo latente: especie de punto ciego que el ver lo que se comunica de lo real. La historia que observa o actúa no puede distinguir. cultural no se pregunta por el qué de lo que se El concepto de lo latente —epistemológica- ve, sino por el cómo es que se ve lo que se ve. La mente— es paradójico, pues cómo es posible que historia cultural no describe el pasado, sino que se pueda hablar (hacer manifiesto) de lo que está describe observaciones acerca del pasado. oculto (no se ve y sin embargo condiciona lo que se ve). Lo latente funciona como condición de posibilidad que sólo se puede hacer manifiesto ¿Cómo aprender a observar después de haber operado. Dice Luhmann: observaciones? El interés se vuelve asimismo válido res- La historia cultural, en tanto que investiga por pecto a la observación de su propio punto qué la gente ve, siente o actúa como lo hace, se ciego. Es válido también para convalidar orienta al estudio del punto ciego de toda obser- lo que es posible ver con ayuda de su propio vación: a lo latente. La epistemología tradicional instrumental teórico. Se observa (se dis- no supo qué estatuto darle a lo latente.29 Pues tingue) entonces la distinción con la que el lo latente es lo no dicho que permite el decir. Y primer observador observa, y cómo él en la sin embargo, quizás lo latente sea lo moderno de realización de la observación de esta dis- la sociedad moderna. Uno de los primeros usos tinción no puede distinguirlas, y por tanto sociológicos del concepto de lo latente es el del se observa lo que para él es inconsciente o concepto de ideología de Marx. Marx explica permanece incomunicable. En jerga espe- cífica de la sociología se puede decir: el observar se dirige ahora a las estructu- 29 “Así se comprende que la teoría cognitiva acadé- ras y funciones latentes del observador mica no pudo asimilar, sino debió marginar el descu- observado.30 brimiento más excitante de la investigación cognitiva moderna: el descubrimiento de la latencia. El término La sociedad moderna ha creado el concepto de designa la posibilidad de observar y describir lo que otros no pueden observar. En la epistemología clásica lo latente, porque el fundamento operativo de su no existía esta posibilidad (a no ser disfrazada como reproducción es la observación de observaciones. error o como fuente de error). No cabía en el esquema de observación lógico / ontológico. La incapacidad misma para comprender la latencia permanecía latente, era el punto ciego, era la condición de poder observar con este 30 Niklas Luhmann, “El programa de conocimiento esquema. Sin embargo, hoy en día es posible observar del constructivismo y la realidad que permanece desco- también y sobre todo esto.” Niklas Luhmann, La ciencia nocida” (trad. de Javier Torres Nafarrete), p. 16 (texto de la sociedad, op. cit., p. 69. mecanografiado). 33
  • 16. Lo latente sólo se muestra a un espectador que lo que ve. La diferencia entre los trabajos de los observa nuestra observación, ya que para el pri- historiadores de la generación anterior (la his- mer observador éste es su punto ciego (el obser- toria económica y social, como se practicó hasta vador queda oculto a sí mismo en el momento mediados de los ochenta) y los actuales (la his- en que observa). El propio observador también toria de las mentalidades y la cultural) está en puede comunicar lo latente observando su pri- el paso de una realidad dura (ontológica) a otra mera observación, por medio del esquema tem- que se caracteriza como representación (funcio- poral antes / después. Éste es el problema con el nal u operativa). El interés que mueve a la histo- que se enfrenta la investigación de la historia ria cultural es encontrar el cómo de la visión que cultural: cómo observar lo latente. Tradicional- las distintas épocas han tenido de lo real. Esta mente, la epistemología académica, y concre- clase de investigación nos lleva a replantear el tamente la positivista, no ha incluido en sus problema de la realidad del pasado, rompiendo reflexiones lo latente, ya que tomarlo en cuenta con la noción positivista de la realidad indepen- significaba destruir la noción de objetividad que diente del observador. Cuando se parte de una enarbolaba. Finalmente la reflexión epistemo- observación de segundo orden tenemos que acep- lógica tradicional no es capaz de introducir al tar que las sociedades representan (o mejor dicho observador en la observación. Lo que esa epis- comunican) su mundo de manera contingente, y temología hizo fue dejar fuera al observador de que esta contingencia queda oculta a la obser- la realidad. vación de primer orden. Estas representaciones El hecho de trabajar con observaciones de contingentes del mundo son comparadas, desde observaciones nos muestra lo latente: el punto niveles de abstracción altos, para mostrar dis- ciego de las observaciones de las sociedades tintas maneras de resolver un mismo problema. pasadas. Por lo tanto, los historiadores cul- La comparación de regiones y tiempos distantes turales se preguntan, entre otras cosas, por nos obliga a pasar de una epistemología positi- qué los historiadores del xix construyeron una vista a una constructivista: de la realidad en sí Edad Media distinta de la de la historiografía a la realidad como construcción. actual,31 por qué vieron lo que vieron y no otra La historia cultural busca asumir con radi- cosa, en otras palabras, les interesa recons- calidad el problema de la observación de obser- truir lo latente de las observaciones por medio vaciones. En ese sentido, el historiador cultural de una comparación. asume la concepción moderna de lo real como Si, como hemos dicho, la historia cultural contingente. Todo ello implica plantearse lo si- hace un tipo de observación de observaciones, el guiente: ¿cómo pensar la realidad bajo el pos- problema con el que se enfrenta es el siguiente: tulado de lo latente (de explicarnos por qué sólo ¿cómo construir una epistemología que sea capaz vemos lo que vemos)?, ¿cómo explicar que el sis- de producir comunicaciones sobre la observación tema observador actúa ingenuamente en rela- de observaciones y no sólo sobre una realidad ción con las distinciones que usa para observar en sí? La historia cultural exige un distancia- lo real?, y a su vez, se enfoca a encontrar una miento de la epistemología tradicional, la cual se teoría y metodología capaz de aprender lo oculto había preguntado exclusivamente por lo que uno que es condición de todo ver. ve, y había dejado de lado, el cómo es que uno ve La teoría constructivista32 habla de la reali- dad como construcción, su premisa fundamental sería que toda realidad es tal para un observa- 31 La teoría de los sistemas sociales actual sostiene dor, y que no hay realidad sin observador. Por que las operaciones, en este caso las observaciones, son recursivas, es decir, que la operación anterior se con- vierte en punto de partida de la siguiente operación, por esto se dice que la sociedad es un sistema estructural- 32 Véase Jean-Louis Le Moigne, Le constructivisme. mente determinado. Tome 1: des fondementes, París, eSF, 1994. 34
  • 17. lo tanto, siempre que hablemos de la realidad, nos encontramos. La crítica del giro lingüístico debemos tomar en cuenta al observador que la a las filosofías de la conciencia nos reveló que construye. La teoría constructivista elabora, era necesario, para salir de la privacidad, ela- como epistemología, una conceptualización su- borar una teoría de la comunicación. mamente formal y abstracta de lo que es obser- El constructivismo ha venido a problemati- var. Las epistemologías constructivistas pueden zar lo que la epistemología moderna llamaba resolver las exigencias de la investigación de la afecciones externas, las cuales eran concebidas historia cultural porque sostienen lo siguiente: como caóticas, desordenadas. Las afecciones ad- el conocimiento se constituye por medio de irri- quirían forma o sentido por medio de algo in- taciones que vienen del entorno, pero estas terno a la conciencia (Kant) o por el lenguaje irritaciones, en tanto que son caóticas, necesi- (también como interno y previo a la experiencia). tan ser organizadas por el observador: las ideas Estos elementos que se presentan como inter- innatas, los a prioris, y después del giro lingüís- nos son aquello que la epistemología actual con- tico, el lenguaje. ceptualiza como lo latente. Por esto, lo latente El límite del constructivismo kantiano era su es la distinción que el observador pone en ope- solipsismo (lenguaje privado), pues se elaboró ración para referirse a lo real. La interrogan- desde la esfera de la conciencia. Cuando se tomó te que abre la historia cultural es la siguiente: en cuenta al lenguaje se salió del solipsismo y “a qué estado propio converge un sistema, desde se adentró en el espacio de lo comunitario, de el momento en que su recursividad lo orienta a lo colectivo. Resulta que nuestra percepción del lo que el observador no puede observar”.33 mundo está determinada por el lenguaje que hablamos, en otras palabras, está prescrita por la cultura en la que vivimos, por los procesos de socialización que nos permiten convertirnos 33 Niklas Luhmann, “El programa de conocimiento”, en adultos competentes de la sociedad en la que art. cit., p. 17. 35
  • 18. 36