2. La costa mediterránea tiene muchos tramos de relieve
accidentado, con la existencia de acantilados, calas y ensenadas.
Una de ellas da cobijo al puerto de Cartagena, considerado desde
los fenicios como uno de los puertos naturales más resguardados
del Mediterráneo.
3. Fue siempre considerado como uno de los fondeaderos más
seguros para todo tipo de embarcaciones, por su excepcional
diseño natural que le hace estar resguardado de los vientos,
disponer de calado y ser fácilmente defendible por los montes que
lo rodean. Este escenario privilegiado hizo que fuese deseado
tanto por griegos y fenicios, como por cartagineses y romanos,
convirtiéndose en uno de los puertos más famosos del mundo
mediterráneo.
4. El gran navegante Andrea Doria
elogiaba su seguridad diciendo: ''No hay
puertos más seguros que julio, agosto y
Cartagena''. También lo apoyaba Miguel
de Cervantes en su “Viaje del Parnaso”,
obra narrativa en verso en la que,
saliendo de Cartagena, emprende la
misión, después de reclutar a los
mejores poetas españoles, de librar una
batalla contra los poetas mediocres.
Sus versos quedan reflejados en el
mosaico que existe en la fachada del
gobierno militar, frente al ayuntamiento
de Cartagena.
5. Tras la salida de los bizantinos, el puerto perdió interés. Con Alfonso
X, el reino se encontraba encajonado entre la Corona de Aragón y el
Reino de Granada, y Cartagena era su única salida al Mediterráneo.
La importancia estratégica de este puerto era básica para la política
militar del monarca.
6. Pero, pese a las buenas cualidades del puerto, había un
obstáculo peligroso que debían conocer los marinos para
acceder a él: la Laja o Losa del Puerto, o simplemente la
Losa.
7. La entrada entre los
cerros de Galeras y San
Julián quedaba dividida
en dos canales
desiguales a causa de
un bajo de piedra
caliza, de forma cónica,
con un calado de 0,6
metros y una base de
77 metros, de norte a
sur, y de 56 metros, de
este a oeste. Pese a
estar balizado y ser
bien conocido por los
navegantes,
obstaculizaba la fácil
entrada y salida de
puerto y había que
esquivarlo con mucha
pericia.
8. Perfil de la Losa sumergida. Dirección alineada con la torre
del Ayuntamiento y el molino del Molinete.
9. De la época árabe queda en pie la linterna del castillo de la
Concepción, que hacía las veces de faro para señalar la posición
de la Losa.
10. En todos los planos, desde 1500, se marcaba la localización
de la molesta Losa, aunque no con la exactitud debida para
el buen gobierno de las embarcaciones.
13. Se pensó en destruir este escollo submarino e incluso hubo un
proyecto de 1854 para volar con pólvora los 10.000 metros
cúbicos de piedra arenisca de la Losa, ascendiendo su
presupuesto a 1.329.960 reales de vellón. Se desestimó la idea
pensando que los escombros ocasionados por la voladura
podrían impedir la navegación al disminuir la profundidad en sus
cercanías.
14. Los fuertes vientos del
sur y del suroeste, por la
configuración de la
bahía, producían
alteración en sus aguas
y dificultaban la
maniobrabilidad de los
veleros al pasar cerca
de la Losa y fueron
causa de varios
naufragios. Se pensó en
evitar este
inconveniente
construyendo dos
diques rompeolas que
protegieran la dársena
de esos vientos.
15. Uno de ellos seria el dique de Curra que, arrancando de la costa de
levante, que conocemos como playa de San Pedro, y terminando en
la Losa, eliminaría al mismo tiempo el problema que causaba esta
enorme roca cercana a la superficie. La longitud del dique seria de
762 metros. El otro rompeolas, llamado de Navidad, tendría su
origen en la costa de poniente y punta del mismo nombre y,
siguiendo dirección sureste, terminaría a los 190 metros de su
arranque. Al final de cada escollera, se proyectaron dos recios y
vistosos faros.
16. El 17 junio de 1857 se iniciaron las obras y a los diez años
llevaban depositadas unas 500.000 toneladas de material
procedente de las canteras próximas, para la confección de las
dos escolleras, más unos cinco mil bloques de hormigón, que
formarían el muelle anexo.
20. Las obras finalizaron en 1885. Pese a disminuir la amplitud de la
primitiva bocana, que era de 520 metros, los 350 metros que ahora
separan el faro de la Curra y el de Navidad son suficientes para
permitir el paso y maniobrabilidad de buques de alto porte. A la vez,
estas escolleras evitan los movimientos de mar ocasionados por los
vientos, quedando el puerto en su interior como una balsa.