2. Julito se encontraba en la terraza de su casa
jugando con una pelota mientras, en su
acostumbrado rincón, el gato de la familia
dormía plácidamente sobre una pequeña
alfombra. En ese momento llegó el padre, lo
cargó, le dio un beso y lo elevó hasta que su
cabeza rozó el techo, luego lo hizo descender
muy rápido, motivando la risa del niño.
–Si me dices cuántos años cumplirás el domingo,
te daré un paquete de caramelos de los que
tanto te gustan.
3. –Cinco –dijo el niño alzando la voz a tiempo que
mostraba todos los dedos de su mano derecha.
–Muy bien, ya verás qué fiesta más bonita vamos
a darte tu mamá y yo. Vendrá un payaso,
también habrá una piñata muy grande, globos
y muchos regalos.
–¿Y qué habrá dentro de la piñata?
–Caramelos, pitos y juguetes para que los
compartas con tus invitados.
–Papi, yo quiero que venga un amiguito que
conocí el otro día.
–Seguro que puede venir, me alegro mucho de
que tengas un amigo. ¿Dónde lo conociste?
4. –En el parque, desde que nos conocimos nos
vemos todos los días. Ayer vino a visitarme al
jardín.
–¿Vino con su mamá?
–No, él siempre anda solo.
–¿A qué se dedica tu amigo?
–A cantar, le gusta tanto que no dejó de hacerlo ni
cuando estuvo preso.
–¡Estuvo preso!
–Sí, pero se escapó y ahora es libre.
–¿Tu mamá sabe eso?
–Todavía no se lo he dicho, pero antes de
acostarme se lo voy a decir.
5. –Mi amor, yo no puedo consentir que seas amigo de
alguien que haya estado en la cárcel. Dime ahora
mismo quién es ese muchacho.
–Es un ruiseñor de lo más bonito. ¿Por qué no puedo
ser su amigo?
–¡Ah! –exclamó el padre sonriendo aliviado y luego
agregó –pensé que era una persona, pero si es un
ruiseñor no solo puedes ser su amigo, sino que voy
a comprarte la jaula más bonita que encuentre y
allí lo encerraremos, para que lo tengas cerca.
–Pero él es feliz siendo libre, ¿para qué hay que
encerrarlo?
–A los pajaritos bonitos y buenos se les encierra en
una jaulita, para cuidarlos mejor.
–¿Y a las personas que son bonitas y buenas también
las encierran?
6. –No, son a las personas malas a las que es
necesario meter en la cárcel.
–¿Y por qué a los animales buenos los encierran
igual que a las personas malas?
–Bueno… es así…
–Papi, ¿a los animales buenos los trancan en
jaulas y a los que son malos los dejan libres?
–No, a los animales malos se les mata.
–Si a los buenos los encierran y a los malos les
matan, ¿a quiénes dejan libres?
El padre sonrió sin encontrar respuesta a la
pregunta que su pequeño hijo le hacía y luego,
para salir del paso, le dijo:
–No te preocupes por eso ahora, llegará el día en
que entenderás todas las cosas que hoy no
comprendes.
7. –Pero dime, ¿cuáles son los pajaritos que andan
libres?
–Los que huyen.
–¿De quiénes huyen?
–De las personas que tratan de cazarlos o
matarlos.
–¿Y esas personas son buenas?
–Bueno… en cierto sentido… se puede decir que
sí…
–Papi, ¿trancar pajaritos y matarlos es ser bueno?
–Te dije que cuando seas grande entenderás
muchas cosas que los niños de tu edad no
pueden comprender.
8. –¿Mi mamá y tú las entienden?
–Sí, porque somos personas mayores.
–Entonces, si ustedes las entienden, ¿por qué no me
las explicas para que yo también las comprenda?
–Ahora no puedo, porque tengo que hacer algo y tú
debes dormir temprano, mañana tienes que ir para
el colegio. Mejor te acuestas y otro día seguimos
conversando sobre todas las cosas que desees
saber.
–Antes de acostarme rezaré por mi amigo, el ruiseñor.
–Haces bien, pídele a Dios que proteja a tu mamá, a
tu papá, a toda nuestra familia y también a tu
amigo el ruiseñor.
9. –Dios es bueno, ¿verdad?
–Claro que sí, Dios es el ser más bondadoso que
existe.
–¿Él encierra a los pajaritos y los mata cuando huyen?
–No, Dios no es capaz de hacer eso.
–Entonces, ¿por qué tú dices que las personas que los
encierran y los matan son buenas?
–Ya te expliqué que algún día comprenderás todas
esas cosas, ahora debes acostarte, pero antes dame
un beso bien grande y ve a darle otro igual a tu
mamá.
El niño se retiró a su cuarto, la madre le puso la ropa
de dormir, le hizo un cuento y le dio un beso,
después salió muy despacio de la habitación y
cerró suavemente la puerta.
10. Cuando estuvo solo, el niño se apeó de la cama, se
arrodilló en el suelo e hizo la oración que sus
padres le habían enseñado; después se quedó un
rato pensando y dijo en voz baja:
–Jesús, explícame Tú lo que mi papá no me supo
explicar.
Esperó un largo rato y, como no obtuvo respuesta,
volvió a subirse a la cama, cerró los ojos y casi al
instante se quedó dormido. Esa
noche soñó que el Niño Dios se sentaba a su lado y
le decía al oído:
–No te preocupes por entender lo que hacen las
personas mayores, cuando seas grande entenderás.
Ambos sonrieron y comenzaron a jugar corriendo
entre las nubes, rodeados por miles de pajaritos de
diferentes colores que volaban en todas direcciones
entonando un canto al amor y a la libertad.
11. A veces es un poco difícil entender
lo que los adultos dicen. Pero poco
a poco irán entendiendo, no se
preocupen. Niños, disfruten su
niñez y lean mucho para que
sean muy inteligentes.