1. Florencia Sepúlveda Camposano
Arts and Technics: From Handicraft to Machine Art
Para comprender los problemas del hombre moderno en relación al desarrollo divergente de
las artes y técnicas, el autor busca examinarlas desde su origen, en su forma más pura,
alejándolas de los procesos y enfatizando las condiciones impersonales.
Sin embargo, en la actualidad esta separación no se sostiene. Arte y técnica van de la mano,
a veces influenciándose entre ellas, y otras, a penas teniendo efectos simultáneos en el
usuario.
En los primeros estados de la cultura, los intereses simbólicos y estéticos, generalmente
dominaban por sobre los técnicos. Estas formas decorativas, generalmente pertenecen al
sistema de la artesanía, y generalmente está ausentes en las máquinas. Desde sus inicios,
las máquinas han tenido como fin el cumplimiento de un objetivo. Sin embargo, incluso aquí,
la objetividad no es absoluta, ya que por uso íntimo, las máquinas toman una característica
personal. Así, por mucho tiempo, los barcos llevaban mascarones de proa talladas, y las
escopetas complicados ornamentos.
La razón por la que quizás la decoración ha desaparecido de las máquinas de coser y de
escribir, y de muchos objetos como las lozas y copas, es el hecho de que la conocida arte
decorativa producida por las máquinas es tan despersonalizada como el objeto funcional que
decora.
En el pasado, los procesos de artesanía poseían dos características, que durante gran parte
de la historia, sirvieron para redimir el proceso de desarrollo técnico. En primer lugar, las
operaciones estaban a cargo completamente del artesano. Este, como el artista, vivía en su
trabajo, para su trabajo, y por su trabajo. Así, él tomaba el tiempo que fuese necesario, para
seguir el ritmo de su cuerpo, descansar cuando fuese necesarios, y concentrarse en las
partes que le interesaran más. De esta forma, el tiempo puesto en su obra era prácticamente
el trabajo de toda una vida. En segundo lugar, el artesano con grandes habilidades técnicas,
podía pasar de las partes operacionales a las partes expresivas de su trabajo. Al adquirir
habilidades técnicas, él era casi autorizado para practicar arte. En este punto, la misma
máquina contribuía a la libertad creativa (como la rueda de alfarería). Hasta cierto punto, ahí,
todas las artes industriales, desarrollo técnico y expresión simbólica, van de la mano.
Hasta, aproximadamente, la mitad del siglo XIX, la artesanía era el mediador entre arte pura
y técnica pura, entre cosas sin ningún uso más que su significado, y cosas sin más
significado que su uso. Casi todas las artes útiles servían en, algún grado, como
instrumentos de comunicación y como agentes de trabajo efectivo. Sin embargo, existe un
área en la técnica, en la que esta unión no se sostiene: la parte gobernada por la guerra y la
minería. Por otra parte, existe también otro factor: la mecanización del hombre. El mismo ser
humano se ha convertido en una parte del engranaje, reemplazable, estandarizado y preciso,
para luego ser reemplazado por máquinas. Así, por ejemplo, las primeras aplicaciones de la
imprenta, se encontraban en el dominio del arte, siendo, mucho después, que el interés por
la palabra, llevó a consumar esta invención. Finalmente, la imprenta, primero operada a
mano, y luego operada a motor, se convirtió en una de las primeras piezas de maquinaria
estandarizadas y cada vez más automatizada. Así, a un siglo de la invención de la imprenta,
el calígrafo ha sido expulsado del campo de la producción del libro, campo que antes
presidía. Aún así, esta no fue una pérdida tan trágica, ya que se mantuvo todo lo positivo del
trabajo a mano, y se eliminó la parte tediosa y monótona del trabajo. A una generación de la
invención de Gutemberg, el libro a alcanzado una perfección que no ha podido ser superada
por esfuerzos posteriores.
Para comprender lo que estuvo involucrado en este cambio de formato de escritura a
impresión, es necesario comparar diferencia entre la letra manuscrita y las letras impresas.
Si bien, la letra manuscrita es un reflejo de la personalidad de su ejecutor, los calígrafos
debían escribir con cierta neutralidad, para facilitar su legibilidad. De esta forma, por medio
de la repetición constante, se sacrificaba expresividad para obtener un resultado
2. estandarizado y riguroso, prácticamente como una máquina. Cuando el arte se separa
completamente de los propósitos humanos, el artista busca prolongar el placer de su
ocupación, y se produce un defecto. En el caso del libro, los fines estéticos retardaron su
desarrollo y limitaron su circulación, hasta que la máquina llegó ha hacerse cargo de la parte
repetitiva del proceso.
Desde la invención de la imprenta, el campo de la tipografía se volvió más difícil, ya que por
buscar precisión mecánica y acabado, el diseñador muchas veces perdió el valioso toque de
la propia mano.
Con el renacimiento de la impresión como un arte, bajo la influencia de William Morris, los
que la comenzaron se refrescaron en dos fuentes: el manuscritos y los primeros libros
impresos. Además, sabiamente practicaron en arte de la caligrafía para recuperar su sentido
de la forma. Hoy, si se tiene la posibilidad de ver el trabajo caligráfico de estos tipógrafos,
uno se da cuenta de una importante lección: nunca dejar que el desarrollo de una máquina
se aleje tanto de sus orígenes artísticos y artesanales, ya que se podrían perderse para
siempre. La relación del hombre con la máquina debe ser simbólica, y no parasitaria. Es
más, debe estar preparado para disolver esta sociedad, si es que esta amenaza su
autonomía o desarrollo.
Mientras, la pintura ha pasado por una sucesión de cambios radicales, que originaron la
existencia del cubismo, futurismo, expresionismo y surrealismo, en la tipografía, las ideas
más alocadas fueron de abolir las mayúsculas (a favor de la democracia), y preferir las
fuentes sin serif ni sombreado. Estos aportes, estaban lejos de hacer las letras más legibles
o modernas.
Los dos grandes resultados de la invención de la impresión mecánica, han sido
características de avances similares en todas las artes industriales: han estandarizado de
forma más rigurosa algo que ya estaba estandarizado, y han eliminado progresivamente al
artesano, liberándolo de la monotonía de su trabajo. Si es que hubo alguna perdida en este
cambio, este fue un precio razonable de pagar por la expansión de la palabra. Si bien se
eliminó al copista, se liberó al escritor, permitiéndole hablarle directamente a una cantidad de
lectores nunca antes pensada. La imprenta derribó el monopolio que la clase alta tenía sobre
la palabra escrita, permitiendo al hombre común tener acceso a la cultura del mundo.
Para el autor, el avance más grande esperable en el futuro, es el uso de la máquina en una
escala humana, bajo control directamente humano, que permitirán un más alto refinamiento
de la técnica, para servir los propósitos que deben ser servidos.
Una ingenuidad extraordinaria ejercitan los directores de publicidad, y los diseñadores
industriales, que crean modelos si ningún cambio esencial, para parecer que si lo han tenido.
Todo se hace a favor del lucro y del prestigio, y así, en vez de alargar la vida y disminuir el
precio de los productos, se hace lo contrario. Esta perversión de la técnica en nuestros
tiempos, atenta contra la vitalidad del arte real.
Finalmente, no hay forma de humanizar la máquina. No se humaniza la máquina al pintarla
con flores, como nuestros ancestros solían pintar sus máquinas de escribir, o al mimar su
superficie con moldes mecánicos o tallados, como nuestros ancestros lo hacían con sus
radiadores y cocinas. Todo esto es una tontería sentimentalista: los cánones del arte de la
maquinaria, son la precisión, economía, severidad, y restricción a lo esencial. Cuando estos
cánones son violados, el resultado no es la humanización de la máquina, si no que su
humillación. No gana valores humanos, sino que pierde sus valores mecánicos. El punto es
que la máquina no es un sustituto de la persona, si no que una extensión de la parte racional
y operativa de la personalidad, y no debiese intentar traspasar a las áreas donde no
pertenece.
Uno de los efectos del arte de la máquina es restringir el área de elección por parte del
diseñador, y extender el área de influencia con respecto al producto. Lo que es peculiar a la
máquina, es que la libertad de elección estética, se transfiere del proceso, al escenario inicial
del diseño. Una vez que la decisión está tomada, cualquier interferencia humana solo le
3. restará pureza a la forma, y desafiará el resultado final. Así es que, solo bajo un fino sentido
sobre la relación formal, ritmo, proporción, y una delicada modulación de la función utilitaria,
que se logra una buena forma en el arte de la máquina. Quizás el efecto más importante del
arte de la máquina, es entregarnos conciencia del rol que juega la personalidad humana en
ese pequeño espacio en el que permanece libre.
Una vez que hemos logrado la forma correcta para cierto tipo de objeto, debería mantener
esa forma por siempre. Es más, deberíamos aceptar cambios solo cuando algún cambio
radical ha ocurrido en el conocimiento de las ciencias, o en las condiciones de vida.
El ánimo de los últimos tres siglos, ha ido en dirección de las mejoras, de la innovación, y de
la invención sin fin. Sin embargo, esta posición, asume que no somos capaces de aprender
nada, que no somos capaces de dominar la máquina que hemos creado y ponerla en el lugar
que le corresponde. Asume que no podremos, nunca más, llamar nuestra alma como propia.
Ya que el hombre debe crecer, deberíamos contentarnos con que la máquina, una vez
logradas sus metas de poder y economía, debería quedarse inalterada, al menos hasta que
su creador se posicione nuevamente por sobre el nivel de la máquina. Si esto es mucho que
esperar, entonces ha llegado el momento de establecer la era del Hombre Post Histórico: el
hombre sin memoria ni esperanzas.