1. Excelentísima Espe
Ayuntamiento de Valdemaqueda, Paredes/Pedrosa, 1998
Excelentísima Espe:
Desgraciadamente, hace ya mucho tiempo que los ciudadanos españoles hemos agotado nuestra
capacidad de asombro ante las desvergüenzas, faltas de respeto, demagogias, egoísmos y prácticas
amorales, cuando no directamente ilegales, que practica habitualmente esta casta política con la que nos
ha tocado lidiar.
No obstante, Sra. Aguirre, le diré que seguimos teniendo aún una cierta capacidad de asombro,
repulsión e indignación, que nos hace revolver las tripas cada vez que uno de nuestros excelsos
representantes, democráticamente elegidos, vuelve a dejar nuestro sistema político por los suelos con
una de sus fantasmadas impresentables. Es por eso por lo que me molesto en dedicarle estas inútiles
líneas.
No perderé mi tiempo recopilando todos y cada uno de los infinitos errores, frivolidades y
estupideces que nos ha regalado usted en los últimos tiempos, que nos han costado el dinero y el
tiempo directa o indirectamente a todos, y por los que nadie ha pedido la pena de muerte para su
persona. Prefiero dedicar ese esfuerzo a seguir buscando trabajo, dentro del páramo laboral en que han
convertido el país usted, sus compañeros de partido y sus compañeros de la oposición. Bagaje suyo nada
honroso, y por el que tampoco nadie ha pedido públicamente la pena de muerte para usted, le recuerdo.
Ni siquiera el destierro.
Pero sí le voy a refrescar la memoria en lo que toca a su obligación moral de dar ejemplo a los
ciudadanos en todos sus actos y declaraciones públicas, ya que forma parte del trabajo para el que se
la ha elegido y se le paga religiosamente. No consiste sólo en mandar y despotricar a diestro y
siniestro, aunque usted parezca creerlo a veces.
Si la arquitectura no forma parte de su bagaje intelectual, nadie se va a escandalizar ni se lo
va a reprochar, ya que todos somos conscientes de la limitada capacidad de conocimiento del ser humano,
y nadie sabe de todo; pero eso no le da ningún derecho a mofarse o pontificar, desde el desconocimiento
absoluto, sobre el trabajo de los profesionales que la ejercen, especialmente si lo hacen, como es el
caso del Ayuntamiento e Iglesia de Valdemaqueda, con brillantez y solvencia demostradas.
Resulta especialmente inapropiado que esas declaraciones frívolas vengan de una ciudadana que
ha tenido la oportunidad de estudiar en la universidad, y conocer de primera mano el esfuerzo de
formación continua que implica el ejercicio de la arquitectura en España; da la impresión, Sra. Aguirre, de
que usted ha pasado por la Universidad, pero la Universidad no ha pasado por usted.
2. Creo que debería mostrar más respeto por una de las profesiones que mayor compromiso con la
ciudadanía y las necesidades sociales está demostrando en estos durísimos tiempos en los que la
irresponsable casta política española, a la que usted pertenece de pleno derecho, nos ha embarcado, y
por varias generaciones; de hecho, mi hija, y posiblemente mis nietos, también sufrirán parte del
desastre económico y social que usted y sus compañeros han gestionado tan desastrosamente.
Pocas profesiones como la arquitectura han sido capaces, en plena crisis, de repensar de raíz
su papel en la sociedad al servicio directo del ciudadano, redefinir las estructuras docentes y la
transmisión de conocimientos, revisar sus estructuras profesionales y sistemas laborales, y ejercer
seriamente la autocrítica para corregir errores cometidos y defenderse de todo aquello que se ha
demostrado como lastre para el ejercicio independiente de la profesión, como servidumbres y presiones
inmobiliarias, especuladoras, financieras, y, sobre todas ellas, políticas.
Reconozco que quizá para nosotros, los arquitectos, esa revisión del estado de las cosas haya
sido más fácil que para usted, Sra. Aguirre; mientras que en nuestra disciplina abundan los referentes
morales, de varias generaciones, en el ejercicio brillante de la profesión en España, como José Antonio
Coderch, Javier Carvajal, Miguel Fisac, Francisco de Asís Cabrero, Antonio Lamela, Francisco Sáenz de
Oíza, Alejandro de la Sota, Ramón Vázquez Molezún, etc., para encontrar un grupo similar y coetáneo de
políticos españoles responsables, honrados, brillantes y moralmente aceptables, van a sudar usted y sus
asesores y documentalistas hectolitros de tinta y se van a dejar infructuosamente las pestañas.
Frente al compromiso vocacional de los arquitectos con su profesión, desde el mismo momento
del inicio de los estudios, el camino seguido por su casta ha sido exactamente el contrario: desde la nula
formación intelectual y moral en la mayoría de los casos, han convertido una labor puramente vocacional
y esencialmente temporal, al servicio de los ciudadanos, en una profesión oligárquica a ejercer desde una
poltrona vitalicia, siempre al servicio de intereses privados, cuando no puramente personales.
Si el estado natural de un arquitecto hoy en España (los que quedamos) es colaborando de
múltiples maneras entre nosotros y trabajando codo con codo junto a otros compañeros de profesiones
complementarias, para reinventar la arquitectura y adaptarse a tiempos y circunstancias, el estado
natural de un político español es trepando, aferrándose al cargo con uñas y dientes, y oponiéndose al
contrario político por sistema, despreciando el objetivo final del bien común, y siempre manteniendo
privilegios y beneficios egoístas de casta.
Para terminar, ya que no le quiero restar más tiempo para que pueda seguir fotografiándose en
inauguraciones de obras de arquitectos, le recomiendo que lea, si no ha perdido la costumbre desde sus
ya lejanos tiempos universitarios, un breve libro, que le puede ser de ayuda para elevar su bajo listón
en la capacidad de representar a su pueblo dignamente, especialmente al tratar temas de arquitectura.
Mayormente porque, como usted debería saber, es una disciplina que afecta a todos los ciudadanos de
una manera muy directa, y que, por lo tanto, no debe ser tomada a la ligera en el ejercicio responsable
de la política.
Se trata de “Arquitectura: Ensayo sobre el Arte”, escrito en 1793 por el arquitecto Étienne-
Louis Boullée (1728-1799). Por si, a pesar de su brevedad, no tiene tiempo de leerlo entre canapé y
canapé, o si sus asesores, pagados de nuestro bolsillo, tampoco pueden prepararle un extracto y unas
declaraciones “chic”, porque se encuentren aún aturdidos bajo los efectos de su último broncazo, ya le
señalo yo algunos párrafos que le pueden interesar.
En el apartado “Consideraciones sobre la importancia y la utilidad de la arquitectura,
seguidas de intenciones tendentes al progreso de las Bellas Artes” dice así:
“No entiendo cómo el arte que colma las necesidades más importantes de la sociedad humana
no es cultivado más que por aquellas personas que forman parte de la profesión;
…..
Estoy lejos de aquellos que pretenden asignar al arte que profesan la primera fila, pero no
tengo miedo de reclamar la atención del Gobierno sobre la importancia de los temas confiados a los
arquitectos y de hacer ver que, si los monumentos públicos, por su propio éxito, hacen crecer la
gloria de una nación, también mancillan el siglo que les ha visto nacer cuando el Gobierno está mal
encaminado.”
3. Esto también le puede interesar, en cuanto a los métodos para elevar la consideración de la
arquitectura:
“El segundo (método) sería introducir en nuestra educación el estudio de la arquitectura, no
solamente en razón de nuestra particular utilidad, sino por el interés que todo ciudadano debe tener
en los edificios públicos cuyo fin tiende siempre al bien general, ante el cual no podemos ser
insensibles. El estudio de la arquitectura debería sobre todo ser exigido a las personas que
aspirasen a los altos puestos del Estado, porque, cuando la cuestión trata de los edificios públicos,
éstas personas son los jueces de las producciones ordenadas por el Gobierno.”
En el apartado “Consideraciones particulares sobre la arquitectura”, dice así:
“Pero ¿es acaso concebible que a excepción de aquellos que profesan la arquitectura casi
nadie se ocupe de ella? Creo firmemente que el no hacer adquirir conocimientos de este arte a
ciudadanos que pueden llegar a puestos eminentes es un vicio educacional.
¿Cómo se puede pretender que en circunstancias donde tendrían quizá que ordenar o presidir
la construcción de algún edificio, estos ciudadanos puedan distinguir al hombre meritorio a quien le es
debida confianza?”
No me gustaría acabar sin demostrarle que, a pesar de su gestión política y sus enormes
meteduras de pata, se puede seguir siendo positivo.
Esas arquitecturas de calidad reconocida que usted ha visitado en Valdemaqueda, proyectadas
y construidas por arquitectos, le guste o no, van a mejorarla a usted como persona y como
representante político de los españoles; porque, como decía Churchill, damos forma a los edificios, y
luego ellos nos dan forma a nosotros.
En la esperanza de que le sea de provecho, me despido de V.E. atentamente.
Fernando Ramos Muñoz
Arquitecto
Málaga, 6 de Septiembre de 2012
Esta obra está bajo una licencia by-nc-sa
(Referencias de las declaraciones de Esperanza Aguirre y posterior polémica y disculpas)
http://www.huffingtonpost.es/2012/09/05/esperanza-aguirre-arquitectos-
matarlos_n_1859321.html
http://www.youtube.com/watch?v=u0FxrUjeQXo&feature=player_embedded
http://www.elmundo.es/elmundo/2012/09/06/madrid/1346928158.html
http://www.elmundo.es/elmundo/2012/09/06/madrid/1346930436.html
http://www.abc.es/agencias/noticia.asp?noticia=1244969
http://www.huffingtonpost.es/2012/09/06/el-decano-del-colegio-de-_n_1860539.html
http://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2012/09/06/aguirre-traslada-su-profundo-
arrepentimiento-al-decano-del-colegio-de-arquitectos-104971/
Publicado en El Observador 20120911
http://www.revistaelobservador.com/index.php?option=com_content&task=view&id=6636&Itemid=64