Los regímenes totalitarios se caracterizan por el control absoluto del Estado sobre los individuos y la sociedad, la existencia de un único partido de masas, y el uso de la violencia y el terror para mantener el poder. Tanto el fascismo italiano de Mussolini como el nazismo alemán de Hitler surgieron en contextos de crisis económica y descontento social después de la Primera Guerra Mundial, estableciendo dictaduras de partido único que reprimieron las libertades y promovieron ideologías de superioridad racial y expansionismo militar.