1. Para saber... ¿es imprescindible dejar de creer En Guillermo Juan Morado 'Jesús de Nazaret', de Benedicto XVI: la historia y el dogma En www.forumlibertas.com/Religión
2. La trayectoria de la investigación histórica sobre Jesús es compleja y variada. En la llamada "Old Quest", o antigua búsqueda, se resaltaba la oposición entre el Jesús histórico - la reconstrucción de su figura surgida de la investigación - y el dogma Cristológico. Reimarus, Strauss, Renan, Wrede eran sendos portavoces del prejuicio ilustrado según el cual, para saber, hay que dejar de creer. Hermann Samuel Reimarus Ernest Renan
3. Bultmann inauguró una nueva etapa. La fe cristiana se remite al "kerygma", al anuncio, no a la historia de Jesús. Lo único importante es el Cristo de la fe, el "Christus pro nobis", aquel que puede iluminar mi existencia y dotarla de sentido.
4. La continuidad entre el Jesús histórico y el Cristo del kerygma es puesta de relieve en 1953 por E. Käsemann, que da origen a la "New Quest", a la nueva búsqueda de la historia de Jesús. Los evangelios, argumentaba Käsemann, muestran la continuidad entre el Jesús terreno y el Cristo de la fe. Si la historia de Jesús fuese irrelevante, no se explicaría la redacción de estos textos. En la misma línea, J. Jeremias insistía en la necesidad de volver al Jesús histórico y a su predicación. Abb.: Ernst Käsemann
5. La "Third Quest" destaca la renovada continuidad entre Jesús de Nazaret y los evangelios. En esta "tercera búsqueda" sobresalen los nombres de E.P. Sanders, J.D. Crossan, G. Lüdemann, J.P. Meier o G. Theissen. Una búsqueda apasionada e interesante, pero parcial, al menos en sus versiones más radicales, en la medida en que se excluye la posibilidad de una intervención de Dios en la historia. G. Theissen. J.P. Meier
6. En el tiempo de mi juventud – en los años treinta y cuarenta – fueron publicados una serie de libros sobre Jesús que entusiasmaban. Recuerdo sólo el nombre de algunos autores: Karl Adam, Romano Guardini, Franz Michel William, Giovanni Papini, Jean Daniel-Rops. En todos estos libros la imagen de Jesucristo fue delineada a partir de los Evangelios: cómo vivió sobre la tierra y cómo, siendo enteramente hombre, les llevó al mismo tiempo a Dios a los hombres, con el cual, en cuanto Hijo, era una sola cosa. Así, a través del hombre Jesús, se hizo visible Dios y a partir de Dios se pudo ver la imagen del hombre justo. Para saber más de Michel William http://chiesa.espresso.repubblica.it/dettaglio.jsp?id=153041&sp=y
8. Al inicio de los años cincuenta la situación cambió. El desgarro entre el “Jesús histórico” y el “Cristo de la fe” se hizo siempre más amplio; a simple vista el uno se alejó del otro. ¿Y qué significado puede tener la fe en Jesucristo, en Jesús Hijo del Dios vivo, si el hombre Jesús era tan diferente de como lo presentan los evangelistas y de como lo anuncia la Iglesia a partir de los Evangelios? Una situación así es dramática para la fe porque hace incierto su auténtico punto de referencia: la íntima amistad con Jesús, de lo que todo depende, amenaza con agotarse inútilmente en el vacío.
9. He sentido la necesidad de proporcionar a los lectores estas indicaciones de método porque ellas determinan la ruta de mi interpretación de la figura de Jesús en el Nuevo Testamento. Para mi presentación de Jesús esto significa ante todo que tengo confianza en los Evangelios. Naturalmente doy por descontado cuanto el Concilio y la moderna exégesis dicen sobre los géneros literarios, sobre la intencionalidad de las afirmaciones, sobre el contexto comunitario de los Evangelios y su hablar en este contexto vivo. Aún aceptando – por cuanto me era posible – todo esto, he querido hacer el intento de presentar el Jesús de los Evangelios como el verdadero Jesús, como el “Jesús histórico” en el verdadero sentido de la expresión.