2. La depresión que antes solo se diagnosticaba en
personas adultas, está cada día haciendo sufrir también
a los niños.
La competitividad y las exigencias del mundo actual
están afectándolos de manera en que finalmente
terminan adquiriendo la depresión. Con esta
investigación queremos exponer el tema y la relevancia
del descubrimiento temprano de éste en nuestros
niños/as. Evitar la depresión dependerá en gran medida
del trabajo que haga la educadora en el momento
preciso cuando vea pequeños síntomas en el niño/a, de
cómo guíe a los padres y como prepare a los
compañeros para que así este sea un trabajo de
sanación en conjunto.
3. Estas surge por lo general a causa de cambios importantes y
estrés, como resultado de la pérdida de los padres, un
divorcio, problemas familiares, etc.
Todos los niños lloran, a veces desobedecen, se enojan o
tienen problemas conductuales menores. Pero cuando
algunos de estos aspectos son prolongados en el tiempo y
hay cambios significativos en el comportamiento habitual, no
hay que dejarlo pasar ya que puede tratarse de un caso de
depresión infantil.
4. En nuestro país se reportó que 800 mil chilenos acuden a
consultas médicas por cuadros depresivos y que en los
próximos años este número se duplicará.
Un alto porcentaje de estas depresiones corresponden a
menores de edad. Si bien la depresión infantil se da con
mayor frecuencia en adolescentes, hay un alto porcentaje de
niños, incluso bebés que la padecen. Estadísticas nacionales
revelan que entre un 4% y un 6% de la población infantil ha
desarrollado algún grado de depresión.
5. Lo más importante es reconocer y tratar esta
enfermedad especialmente antes de los cinco
años, ya que en esta etapa la persona organiza
su modo de vinculación con otros, sienta las
bases de su personalidad futura y en gran medida
sella su adultez.
6. Están asociadas a factores como pérdidas o
separación, una organización familiar disgregada,
problemas de vinculación con los padres, falta de
contacto afectivo, competitividad en el colegio, mala
relación con pares, cambios de casa o de colegio y
depresión de los padres. Además pueden haber
causas genéticas o bioquímicas.
7. En lactantes se refleja en la
alimentación y trastornos del sueño.
Prescolares (2 a 5 años): temores,
cambios de actitud, dejar de jugar,
necesidad de estar acompañado,
conductas regresivas, pérdida de la
capacidad de disfrutar, agresividad
y/o irritabilidad, trastornos del
sueño, ansiedad, hiperactividad,
quejas somáticas (dolor de guatita y
cefalea), cuadros respiratorios,
alergias que se agudizan.
8. Escolares (6 a 11 años): inhibición, disminución del
rendimiento escolar, baja concentración, agresividad,
irritabilidad por un tiempo prolongado, manifestaciones
ansiosas, desgano, desánimo, falta de motivación a
actividades placenteras, quejas somáticas (gastrointestinales,
respiratorias, neurológicas como cefaleas, etc.)
Adolescentes (12 a 18 años): se asemeja más a la depresión
de personas mayores, pero en el contexto y características
de la etapa evolutiva de la adolescencia. Hay mayor
impulsividad que en el niño y en el adulto. Es posible la
ideación e intento suicida; suele existir la sensación de que la
vida no tiene sentido, que no hay salida a los problemas y
que están atrapados por sus conflictos.
9. Si estos síntomas se observan en un periodo
mayor a 15 días, es aconsejable consultar a un
especialista. Sin embargo, el diagnóstico de
depresión se hace con el antecedente de un mes
de manifestación de síntomas, pero la consulta
precoz es importante en el pronóstico,
principalmente si hay antecedentes familiares de
depresión o si hay sospecha o certeza de
ideación suicida.
10. Está continuamente triste, llora con más facilidad
Presenta fatiga y dolores de cabeza.
Ha perdido el interés por los juegos preferidos y por la escuela
Se aleja de sus amigos y de la familia.
Se aburre y se cansa con facilidad.
Presenta menos energía o concentración.
Está irritable o demasiado sensible frente a pequeñas
frustraciones, montando rabietas o berrinches con más facilidad
11. Se le nota extremamente sensible hacia el rechazo y el fracaso.
Expresa baja autoestima depreciándose a sí mismo.
Elige "finales tristes" para sus cuentos o historias.
Se comporta de una manera agresiva.
Se queja constantemente de dolores tales como de cabeza o de
estómago.
Duerme demasiado o muy poco
Come demasiado o muy poco
No quiere participar en juego colectivos y suele aislarse de sus
pares.
Sufre una regresión (habla como bebé o no controla esfínteres)
12. La depresión también
afecta a los bebés con niños de
hasta tres años, las señales para
preocuparse empiezan cuando
esos niños parecen tristes o
decaídos, aún cuando sus padres
o sus personas de apego les
están consolando. Pueden,
incluso, que se peguen
desesperadamente a quien se
ocupa de ellos o que dejen de
comunicarse. La depresión en
esos niños está casi siempre
conectada con el cambio o
pérdida de la persona responsable
de su cuidado, o cuando quien les
cuida no es capaz de responder a
sus necesidades.
13. Un gran porcentaje de los casos se tratan con
psicoterapia familiar, sin la necesidad de usar
medicamentos. Sin embargo, es importante saber
que el tratamiento debe adaptarse a cada caso en
particular y a la fase del desarrollo en que se
encuentra el niño.
14. Como educadoras, no se debemos ignorar los
síntomas de la depresión y hay variadas formas de
ayudar al niño, como por ejemplo:
Prestándole más atención
Jugando con él,
Leerle libros infantiles con temas relacionados.
Dibuja, pinta, y construye un momento especial
con el fin de crear un ambiente más cercano y de
confianza.
15. Con lo investigado y aprendido en este trabajo podemos decir que aunque
comúnmente se piense que la depresión es más bien un trastorno propio
de los adultos, hoy sabemos que también los niños pueden presentar
síntomas que van más allá de la tristeza, como por ejemplo desesperanza,
tristeza profunda, impotencia, desamparo.
Es necesario que como educadoras estemos en pleno conocimiento de que
este tipo de enfermedades mentales son muy comunes y que de actuar a
tiempo son completamente solucionables.
Como eje principal nunca debemos olvidar que el niño/a con depresión
necesita más que los demás de compañía, comprensión, dedicación y por
sobre todo mucho amor.